Hashim Thaçi
Presidente de la República (2016-2020) y primer ministro (2008-2014)
El 7 de abril de 2016 el líder albanokosovar Hashim Thaçi se convirtió con 47 años en el primer ex guerrillero en alcanzar la presidencia de un país en Europa. Ocho años atrás, en febrero de 2008, al poco de asumir el puesto de primer ministro, la declaración unilateral, aunque pactada con Bruselas y Washington, de independencia por la República de Kosovo ya supuso un punto culminante en la controvertida carrera política de este hombre tan habilidoso en las palestras internacionales como escurridizo y turbio en los días de la subversión armada contra Serbia.
Antiguo jefe del ala política de la guerrilla separatista UÇK, Thaçi fue capaz, con el crucial patrocinio de sus mentores estadounidenses, de reciclar su imagen de radical violento de tintes mafiosos hasta convertirse en un estadista respetable que instaba a la armonía multiétnica, puesta en cuestión en la dividida ciudad de Mitrovica, y a la lucha contra la corrupción. Junto con el presidente de la República, Fatmir Sejdiu, jefe de la Liga Democrática de Kosovo (LDK) y sucesor del fallecido líder pacifista Ibrahim Rugova, asumió la tarea de demostrar la viabilidad de la independencia tutelada de Kosovo partiendo de un régimen de protectorado, al tratarse la anterior provincia serbo-yugoslava salida de la guerra de 1998-1999 de un país sin recursos propios, azotado por la pobreza, el desempleo, la economía sumergida y el crimen organizado, y menesteroso de las ayudas del exterior: encajonado en los Balcanes occidentales, el pequeño Kosovo virtualmente no produce nada.
Tras obtener un rosario de éxitos diplomáticos y arrancar a la reluctante Serbia unas conversaciones para un modus vivendi básico, Thaçi encajó en noviembre de 2010 la caída de su Gobierno de coalición por la marcha de la LDK. La nueva victoria del PDK, como en los comicios de 2007, en las elecciones anticipadas quedó empañada por unas acusaciones de gravísimas actividades delictivas (nada menos que el tráfico de órganos humanos extirpados a prisioneros de guerra serbios, cuando era uno de los cabecillas del llamado Grupo de Drenica) bien documentadas por el Consejo de Europa y negadas como calumnias por las autoridades de Prístina, de las que finalmente salió indemne.
En 2011 Thaçi siguió gobernando apoyado en otros socios y en los tres años siguientes fue añadiendo nuevos méritos a su hoja de servicios a la nación, aunque en esencia limitados a la esfera internacional, pues Kosovo, en todo este tiempo, no dio pasos decisivos para la cimentación de un Estado de derecho, dada la omnipresencia de las redes del hampa y la corrupción, ni para ir superando la aguda dependencia financiera de las potencias occidentales. Así, en septiembre de 2012 el llamado Grupo Internacional de Supervisión de Kosovo declaró que el país era plenamente soberano, si bien la custodia foránea continúa hasta el día de hoy sobre el terreno en lo civil (aspectos de justicia e interior) y en lo militar (seguridad), a través de las misiones de la OTAN (KFOR), la ONU (UNMIK) y la UE (EULEX Kosovo), además de que el reconocimiento internacional incompleto imposibilita la obtención del asiento en la ONU.
Luego, en abril de 2013 el gobernante suscribió con su homólogo de Serbia un histórico acuerdo para la normalización de las relaciones bilaterales, pero no por ello dejó Belgrado de insistir en que jamás reconocería de iure lo que de facto ya es un hecho irreversible: la pérdida del territorio. El hito del Acuerdo de Bruselas fue premiado por la UE con la inicialización con Kosovo, en julio de 2014, del Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA). En diciembre de 2014, tras medio año de parálisis poselectoral, el primer ministro y el jefe la LDK, Isa Mustafa, pactaron reeditar la fórmula de un Gobierno de gran coalición donde este último pasaba a ser el primer ministro y aquel adquiría la condición de un poderoso número dos del Ejecutivo en tanto que primer viceprimer ministro y ministro de Exteriores. La otra parte del acuerdo, la candidatura presidencial de Thaçi para suceder a Atifete Jahjaga con el voto de la Asamblea, fue aplicada en febrero de 2016. En su estreno como jefe del Estado, Thaçi ha reiterado que la meta cardinal de Kosovo es alcanzar los ingresos en la UE y la OTAN.
(Texto actualizado hasta abril 2016)
1. Los años en la subversión armada contra Belgrado: organizador militar y líder político del UÇK
2. Jefe de un Gobierno paralelo, socio y opositor del Ejecutivo de Ibrahim Rugova
3. La consagración política de 2008: primer ministro del Kosovo independiente bajo tutela internacional y con la amistad de Washington
4. Éxitos exteriores para el reconocimiento del Estado y ruptura de la coalición con la LDK
5. Nueva mayoría electoral del PDK e imputación de graves crímenes por el Consejo de Europa
6. Obtención de la plena soberanía nacional y normalización de relaciones con Serbia
7. Cesión del mando del Gobierno a Isa Mustafa en 2014 y elección presidencial en 2016
1. Los años en la subversión armada contra Belgrado: organizador militar y líder político del UÇK
Oriundo del distrito de Mitrovica (Mitrovicë), en la región de Drenica, al oeste de Prístina, nació el año, 1968, en que Kosovo adquirió el estatus de Provincia Socialista Autónoma dentro de la República Socialista de Serbia, a su vez integrante de la República Federativa Socialista de Yugoslavia. A finales de la década de los ochenta, cuando la élite intelectual de la provincia alzaba la bandera nacionalista de la soberanía de los albanokosovares -nacionalidad a la que pertenecía el 87% de la población y que sin apenas excepciones se adhería a la confesión musulmana, cual era el caso de la familia de Thaçi- frente a las disposiciones centralizadoras del Gobierno republicano de Belgrado que controlaba el líder socialista serbio Slobodan Milosevic, Thaçi tomaba clases de Filosofía e Historia en la Universidad de Prístina, donde se erigió en cabecilla estudiantil.
En marzo 1989 la Asamblea de Serbia recortó drásticamente las competencias autonómicas provinciales y los albaneses reaccionaron con un fuerte tumulto que fue sofocado por las fuerzas de seguridad federales con el resultado de varias decenas de muertos. Cuando la Universidad empezó a ser purgada de personal docente con credenciales nacionalistas, Thaçi, con 21 años, figuró en el grupo de alumnos y profesores que puso en marcha, en condiciones precarias, una institución educativa paralela llamada Universidad Albanesa de Prístina. Durante un tiempo, Thaçi siguió desarrollando actividades de resistencia civil en Kosovo, encabezando la Unión Independiente de Estudiantes en la Universidad Albanesa de Prístina y desenvolviéndose, supuestamente, en condiciones semiclandestinas, si bien en los rastreos periodísticos de este oscuro período de su vida no se menciona ningún encontronazo con la Policía en forma de arresto o detención.
En los primeros años noventa el líder indiscutible del nacionalismo albanokosovar era el crítico y profesor de literatura Ibrahim Rugova, quien al frente de la Liga Democrática de Kosovo (LDK) y empleando un discurso de boicot cívico, contrario a la vía insurreccional y a toda forma de violencia, desafió la abolición de la autonomía por Belgrado (28 de septiembre de 1990) con la organización de un referéndum de autodeterminación (30 de septiembre de 1991), la proclamación de un Estado kosovar "soberano e independiente" (19 de octubre de 1991) y su elección en comicios directos como presidente de la República de Kosovo (RK, 24 de mayo de 1992). Las autoridades serbias declararon ilegales y nulos todos estos actos e intensificaron la represión política a la vez que ampliaron contra la mayoría albanesa las prohibiciones en el terreno cultural y las medidas discriminadoras en el ámbito laboral.
Hacia 1992 Thaçi dejó atrás un Kosovo sometido a la férula serbia aunque, por el momento y pese a la tensión imperante, libre de violencias interétnicas de consideración, y se movió entre Suiza y Austria, donde tomó contacto con elementos radicales de la diáspora kosovar que discrepaban con Rugova por su terquedad pacifista y que estaban listos para promover en el territorio una resistencia antiserbia mucho más agresiva, con las armas en la mano. En Suiza se casó con una paisana llamada Lumnije.
Mientras cursaba unos estudios de posgrado sobre Relaciones Internacionales e Historia del Sudeste de Europa en la Universidad de Zürich, Thaçi se integró en el Movimiento por la República Popular de Kosovo (LRPK), una organización activa desde 1982, al hilo de la aplastada revuelta estudiantil nacionalista de 1981, cuando surgió con el nombre de Movimiento por una República Socialista Albanesa en Yugoslavia por iniciativa de simpatizantes del maoísmo chino y del régimen estalinista de Enver Hoxha en la vecina Albania. Ahora, el LRPK, ya abandonada su fe inicial en el federalismo yugoslavo, esgrimía una ideología revolucionaria que aunaba el nacionalismo antiserbio y diversos acentos panalbaneses y marxistas, sostenidos en mayor o menor medida por varias facciones internas. Aunque discrepaban sobre el estatus territorial, o el Estado independiente o la integración en Albania, y el sistema de gobierno de la futura entidad nacional, todos los miembros de la LRPK estaban de acuerdo en el objetivo maximalista: segregar de Serbia por la fuerza, desdeñando las fórmulas dialogadas y la implicación internacional caras a la LDK, a un Kosovo étnicamente homogéneo y políticamente soberano.
A comienzos de 1993 Thaçi se implicó a fondo en la reorganización del LRPK, que pasó a denominarse Movimiento Popular de Kosovo (LPK) y que definió un mando político-civil basado en Suiza y una estructura militar con el propósito de infiltrarla en Kosovo. En el primer aparato llevaban la batuta personas como Emrush Xhemajli, Fazli Veliu y Xhavit Haliti; para activar el entramado subversivo en casa, Thaçi colaboró con otros hombres de acción dados a los métodos expeditivos como Ramush Haradinaj, también residente en Suiza, y el albanomacedonio Ali Ahmeti. Empleando el más riguroso de los sigilos, Thaçi y su gente se dedicaron a forjar una fuerza guerrillera clandestina, encargándose de repatriar a exiliados centroeuropeos que querían alistarse, de proporcionarles armas y entrenamiento en campamentos instalados dentro de la frontera albanesa –con, más que la aquiescencia, el apoyo y la protección activos de las autoridades de Tirana-, y de canalizar los fondos económicos aportados por generosos patrocinadores de la diáspora albanokosovar en Europa y Estados Unidos.
Él mismo recibió instrucción para el combate, tras lo cual asumió el mando de la denominada Zona Operativa de Malisevo, en el distrito de Prizren, y organizó junto a Adem Jashari el llamado Grupo de Drenica, que además de encuadrar a militantes preparados para la lucha de maquis se adjudicó la misión de obtener dinero y armas recurriendo al tráfico de heroína, el robo de vehículos, el contrabando de gasolina y cigarrillos, y la trata de blancas, entre otros negocios puramente delictivos y criminales, para lo que se conchabó con las mafias albanesa, macedonia y checa. Con el nom de guerre de Gjarpëri (Serpiente), Thaçi tuvo, por tanto, un papel protagonista en la génesis del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), cuya primera acción armada suele remontarse al 25 de mayo de 1993, fecha en que un comando del Grupo de Drenica atacó una instalación ferroviaria cerca de Glogovac (Gllogoc) y mató a cuatro policías. Las autoridades serbias imputaron a Thaçi una participación directa en el atentado –acusación que fue respaldada por uno de los atacantes en su declaración tras ser apresado- y emitieron contra él una orden de búsqueda y detención para juzgarle por terrorismo y asesinato.
El 11 de febrero de 1996, en plena escalada de actuaciones represivas serbias, el UÇK hizo estallar una serie de bombas en varios campos de refugiados serbocroatas de la Krajina: fue el primer ataque reivindicado por una organización que se arrogaba el estatus honorable de movimiento armado de liberación nacional, pero que para el Gobierno serbio, y, en buena parte también, para los moderados de la LDK, no era más que una banda de facinerosos y terroristas. Hasta ahora, Rugova, al que horrorizaba el escenario de un enfrentamiento intercomunitario de tintes bélicos, se había negado a creer en la existencia de una protoguerrilla albanesa, salvo como estratagema provocadora de los servicios secretos serbios. Sin embargo, muchos albanokosovares ya estaban perdiendo la fe en el apóstol de la no violencia.
Thaçi volvió a hacer honor a su alias reptiliano de subversivo peligroso y escurridizo al perpetrar, y salir impune de la misma, otra acción de tipo terrorista en junio de 1996, cuando él y sus cómplices mataron a un agente en una emboscada tendida a un vehículo de la Policía serbia cerca de la ciudad de Mitrovica. En los meses siguientes, se sucedieron los atentados con bomba y tiroteos contra miembros e instalaciones de los cuerpos de seguridad serbios, pero también contra civiles de esa nacionalidad y contra albaneses considerados "colaboracionistas con el ocupante", acrecentando los temores de la minoría eslava y alimentando una sangrienta espiral de represalias por parte de unas fuerzas de Belgrado dispuestas a cortar de raíz los brotes de insurgencia partisana y de paso liquidar el independentismo kosovar sin ahorrar brutalidades.
El 11 de julio de 1997 un tribunal de Prístina condenó en ausencia a Thaçi y a 14 camaradas a diez años de prisión. El 28 de noviembre del mismo año el UÇK emergió de las brumas para darse a conocer con una impactante estética guerrillera (uniformes de camuflaje, insignias con el águila bicéfala albanesa y fusiles de asalto en ristre) en el entierro en la localidad de Ludovic de un profesor asesinado por los serbios, y con un manifiesto en el que se instaba a la población a que abandonara a Rugova y su pacifismo a ultranza, se olvidara del socorro internacional y se alzase en armas.
El 4 de enero de 1998 el grupo anunció que la "lucha armada por la unificación con Albania" había comenzado. Las hostilidades de cariz bélico se declararon entre febrero y marzo de 1998 con una vasta "operación de limpieza" lanzada por la policía paramilitar serbia contra los baluartes rurales del UÇK en Glogovac y Srbica (Skënderaj, la patria chica de Thaçi), es decir, la región de Drenica. Decenas de paisanos albaneses fueron asesinados y en las violencias cayó Adem Jashari, el hirsuto comandante que gustaba de ser fotografiado con cintas de balas de ametralladora cruzándole el pecho, convertido con su muerte en el principal mártir del movimiento independentista radical. El UÇK replicó lanzando una ofensiva guerrillera en toda regla y al cabo de unas semanas pudo emitir triunfales partes sobre la creación de "territorios liberados".
Justo cuando una guerra de incalculables consecuencias tomaba cuerpo en Kosovo, Thaçi se liberó de responsabilidades militares y asumió un rol predominantemente civil. Al mismo tiempo, la justicia serbia reeditó su orden de captura como el reo en rebeldía que era. En agosto de 1998 Thaçi se aseguró uno de los seis puestos de que constaba el primer comité de representantes políticos del UÇK, nombrado por la guerrilla ante las presiones de los gobiernos occidentales, que instaban a las partes en conflicto a sentarse en una mesa de negociaciones. Hasta entonces, el único rostro, con o sin uniforme, presentado por el UÇK a la opinión pública internacional era el de Jakup Krasniqi, portavoz del movimiento desde el mes de junio e integrante asimismo del comité político. Poco después fueron ganados para la causa secesionista armada intelectuales de renombre como Rexhep Qosja y el muy respetado presidente del Partido Parlamentario de Kosovo (PPK), Adem Demaçi, única personalidad que podía competir en liderazgo moral con Rugova por haberse pasado 28 años en las cárceles yugoslavas como prisionero de conciencia y por haber encabezado el Consejo para la Defensa de los Derechos Humanos y las Libertades del Pueblo de Kosovo.
Aunque en estos momentos la notoriedad recaía en Demaçi, el aún escasamente conocido Thaçi, con su dominio del idioma inglés y sus buenos contactos con personas influyentes de la diáspora kosovar, se convirtió en un hombre clave en el desarrollo del conflicto y para el reconocimiento exterior del UÇK al establecer una línea de comunicación diplomática insospechadamente íntima con el Departamento de Estado de Estados Unidos. La entonces secretaria y miembro del Ejecutivo demócrata de Bill Clinton, Madeleine Albright, una simpatizante de las demandas albanokosovares de soberanía y de las tesis del escarmiento a Belgrado, le adjudicó un rol de interlocutor principal de los soberanistas kosovares, incluso a costa del aparato internacional de la RK y del presidente Rugova, ahora mismo sumido en una crisis de credibilidad por su actitud taciturna frente a las violaciones masivas de los Derechos Humanos sufridas por los albaneses y su aparente disposición, con su bajo perfil negociador, a dejarse manipular por las autoridades serbias. De pronto, el UÇK dejó de ser considerado una organización narco-terrorista por el Departamento de Estado y recibió de Washington un espaldarazo de legitimidad.
A finales del verano de 1998, Thaçi, confrontado con la exitosa contraofensiva serbia, que expulsó a los guerrilleros de las localidades recientemente conquistadas en Drenica, y con la irrupción, a iniciativa del primer ministro del Gobierno de la RK en el exilio, Bujar Bukoshi, de las Fuerzas Armadas de la República de Kosovo (FARK), leales a Rugova y decididamente hostiles al UÇK, con el que llegaron a sostener sangrientas refriegas, consideró necesario tomar una pausa estratégica para recomponer las diezmadas filas de la guerrilla y sondear las intenciones del régimen de Milosevic ahora que la amenaza de una intervención militar de la OTAN se cernía sobre él.
En octubre, acatando la recomendación del enviado especial estadounidense, Richard Holbrooke, Thaçi arrancó de los comandantes de zona del UÇK un precario alto el fuego destinado a facilitar unas conversaciones en Belgrado sobre la base de la restauración del marco autonómico, la desmilitarización de la provincia y el despliegue de una misión de monitores de la OSCE. Pero la tregua no tardó en desmoronarse ante la falta de voluntad política del Gobierno serbio y la negativa de los comandantes guerrilleros a silenciar las armas. Al comenzar 1999, las negociaciones se hallaban en un punto muerto con un trasfondo prebélico de escaramuzas y represalias por ambas partes.
La hora de la presentación internacional de Thaçi como delegado político de alto nivel llegó el 6 de febrero de 1999 con la inauguración en Rambouillet, cerca de París, de una conferencia de paz organizada por el Grupo de Contacto de países involucrados en la solución de la crisis de Kosovo, donde fue él, y no Demaçi, el que lideró la delegación del UÇK en tanto que jefe de su Directorio Político. Las autoridades francesas hicieron caso omiso de la petición de la Interpol, cursada a requerimiento de la Policía serbia, de arrestarle y extraditarle a Belgrado para cumplir su pena carcelaria.
Haciendo sombra a Rugova, cabeza de la delegación de la RK, Thaçi, luciendo su buena planta de treintañero joven y un semblante enigmático donde parecían confluir la dureza del montaraz y la sutileza del cultivado, llevó la voz cantante de los albaneses en las tortuosas negociaciones parisinas, que requirieron una segunda conferencia ante el fracaso de la primera. El 18 de marzo, plegándose a los deseos de sus preceptores estadounidenses, Thaçi estampó su firma a un documento que reconocía la soberanía estatal de Serbia sobre Kosovo y otorgaba al territorio un autogobierno interino con competencias limitadas y una duración de tres años, transcurridos los cuales las partes tendrían que negociar el estatus definitivo atendiendo a la "voluntad popular", ambigua expresión que las delegaciones albanesas interpretaron como un referéndum de autodeterminación. Thaçi fue elogiado por los diplomáticos occidentales, que le señalaron como un hombre razonable y pragmático dentro de una organización de extremistas.
Pero todas las expectativas se vinieron abajo cuando la delegación serbia rehusó firmar el documento y acto seguido las tropas de Belgrado, ignorando el ultimátum militar de la OTAN para que evacuaran la provincia, desencadenaron en la región de Drenica y el municipio de Mitrovica una violenta ofensiva que presentó visos de campaña de limpieza étnica antialbanesa.
2. Jefe de un Gobierno paralelo, socio y opositor del Ejecutivo de Ibrahim Rugova
Puesto que la intervención armada de la OTAN contra Serbia parecía inevitable, el nuevo líder político del UÇK se puso a jugar sus bazas con habilidad, ansioso de sacarle el máximo partido al caos inminente en aras de un espacio de poder político, no tanto para una guerrilla en la que mandaban los comandantes Sylejman Selimi y Agim Çeku como para sí mismo. El 1 de marzo, en el interludio de las dos conferencias de Rambouillet, Thaçi se apuntó un tanto de legitimación al ser recibido públicamente en Tirana por el presidente de Albania, Rexhep Meidani, quien le emplazó a formar un frente común con los demás partidos kosovares y a ser flexible en las negociaciones en Francia. El dirigente hizo honor solo a lo segundo.
El 2 de abril de 1999, nueve días después de emprender la OTAN su campaña de bombardeos aéreos sostenidos contra objetivos del poder militar y civil serbio en Kosovo y la propia Serbia, y mientras Rugova, con dudas sobre si actuaba libremente o como un rehén, malparaba su reputación prestándose a un extraño juego de reuniones televisadas con Milosevic en Belgrado, Thaçi, desde Tirana, acogido a la protección del Gobierno socialista de Pandeli Majko, sacudió la escena anunciando la formación de un "gobierno provisional" del UÇK presidido por él, con ínfulas de desplazar al Gobierno de Bukoshi y entre advertencias a Rugova de que no se le ocurriera caer en la claudicación o el colaboracionismo con el enemigo, ya que de lo contrario sería considerado un "traidor".
Thaçi quería a toda costa socavar la base de poder de Rugova y la LDK, que, pese a la erosión sufrida, seguían teniendo un influyo mayoritario en la población albanokosovar, sobre todo ahora que los serbios se batían en retirada. Entre el 9 y el 13 de junio el Ejército serbo-yugoslavo capituló y evacuó Kosovo, el Consejo de Seguridad de la ONU, por la resolución 1.244, autorizó el despliegue de las tropas terrestres de la OTAN y de una misión civil bajo su bandera, la UNMIK, y se ejecutó la primera operación militar con la entrada de las avanzadillas de la multinacional Fuerza de Kosovo (KFOR). De iure, Kosovo continuaba siendo una provincia de Serbia; de facto, se convirtió en un protectorado internacional ejercido, con división de tareas, por la ONU, la OSCE y la Unión Europea (UE), y cuya denominación formal era Administración Interina de Kosovo (AIK).
El 25 de junio de 1999 Thaçi, al que su esposa Lumnije acababa de hacer padre con un niño alumbrado en Zürich y llamado Endrit, se topó con una desagradable sorpresa en forma de reportaje periodístico publicado por un medio tan poco sospechoso de amarillismo como el New York Times. La cabecera estadounidense, basándose en informaciones facilitadas por ex miembros desencantados de la guerrilla, antiguos funcionarios del Gobierno albanés y diplomáticos occidentales, revelaba que el líder político del UÇK y sus lugartenientes Azem Syla -ministro de defensa en el gobierno paralelo- y Xhavit Haliti habían dirigido en los últimos tiempos una campaña de "asesinatos, arrestos y purgas en las filas propias con el fin de anular a posibles rivales", y que en su país el primero se había ganado a pulso una reputación de hombre dado a la "intimidación dura" y las "tácticas despiadadas", inspirando miedo y respeto a partes iguales. Este lado siniestro atribuido a Thaçi por sus propios paisanos marcaba un agudo contraste con su imagen en el terreno internacional, donde impecablemente trajeado recibía un claro trato de favor de la alta diplomacia estadounidense.
El artículo el New York Times reconocía la ausencia de testimonios que incriminaran a Thaçi en la ejecución de "colaboracionistas" y "traidores" con sus propias manos, aunque había sobrados indicios para adjudicarle la autoría intelectual del asesinato en Tirana en septiembre de 1998 por agentes de la inteligencia albanesa del organizador de las FARK pro Rugova, Ahmet Krasniqi, un antiguo coronel del Ejército federal yugoslavo, así como de la fallida intentona contra la vida del primer ministro rival, Bukoshi, hacía tan solo un mes. A través de su portavoz en Suiza, Thaçi negó tener nada que ver con esos crímenes, mientras que su gran amigo en el Departamento de Estado, James Rubin, explicó que ellos carecían de evidencias que sustentaran tan graves cargos. Cualquiera que fuera el grado delictivo de sus turbios manejos, para Thaçi había llegado la hora de hacer política y solo política. En primer lugar, de común acuerdo con el comandante Agim Çeku, se puso manos a la obra para conseguir el desarme y la desmovilización del UÇK. Para tal fin, sostuvo reuniones periódicas con el comandante de la KFOR, el general británico Mike Jackson, y con el jefe de la UNMIK, jefe de la AIK y representante especial del secretario general de la ONU, el francés Bernard Kouchner.
Muchos guerrilleros afrontaron la mudanza de muy mala gana. En junio y julio, aprovechando el vacío dejado por el repliegue serbio, la guerrilla se había distribuido por toda la provincia, protagonizando no pocos incidentes con unidades de la KFOR y cometiendo represalias criminales contra los civiles serbios, habitantes autóctonos de la provincia, que no habían seguido los pasos de los soldados. El 20 de septiembre la UNMIK, haciendo una lectura laxa de la situación, dio por válida la disolución del UÇK. Sus miembros pasaron a formar el grueso del nuevo Cuerpo de Protección de Kosovo (TMK), una fuerza, al menos sobre el papel, no militar y orientada a tareas de protección civil, pero que sus integrantes veían como el protoejército del protoestado que de hecho era ya Kosovo.
El 4 de agosto de 1999 Thaçi y Rugova acordaron colaborar con la UNMIK, empezando con el nombramiento de los representantes respectivos ante el Consejo de Transición de Kosovo (CTK), órgano de 36 miembros investido por la UNMIK con funciones asesoras y representativo de la sociedad civil. El 14 de octubre Thaçi orquestó la constitución formal, luego del anuncio fundacional hecho el 8 de marzo, de su propia agrupación política, el Partido para el Progreso Democrático de Kosovo (PPDK), que fue presentado como un proyecto compartido del Directorio Político del UÇK, el Partido de la Unidad Democrática (PBD), la Unión de Estudiantes, intelectuales y otros exponentes de la sociedad civil.
El PPDK redactó un programa apenas diferente del de la LDK al comprometerse con el desarrollo integral de Kosovo, el relanzamiento de los servicios sanitarios y educativos, la preservación de la seguridad y los Derechos Humanos de todos los kosovares, la construcción de instituciones democráticas y, por supuesto, el acceso a la plena independencia, objetivo que era irrenunciable e innegociable. La primera ejecutiva del PPDK quedó constituida por Thaçi en la presidencia, Bardhyl Mahmuti y Hajredin Kuqi en las dos vicepresidencias, y Jakup Krasniqi en la secretaría general. El 21 de mayo de 2000, en su I Congreso, el PPDK confirmó a Thaçi como su presidente y se cambió el nombre por el de Partido Democrático de Kosovo (PDK).
El 15 de diciembre de 1999 Thaçi, Rugova y Rexhep Qosja, del Movimiento Democrático Albanés (LDSh), suscribieron un pacto político para participar en el Consejo Administrativo Interino (CAI), el cuerpo ejecutivo de la Estructura Administrativa Interina Conjunta (EAIC), en calidad de miembros, junto con un representante de la comunidad serbia y cuatro oficiales de la UNMIK. El 1 de febrero de 2000 el CAI celebró su primera reunión y desde ese momento se entendió que las instituciones paralelas de la parte albanesa, es decir, el Gobierno de la RK y el Gobierno Provisional de Thaçi, quedaban suspendidas.
El 19 de abril de 2000 Thaçi y los demás cabezas de facción albaneses realizaron un histórico llamamiento conjunto con el obispo ortodoxo Artemije, cabeza del Consejo Nacional Serbio de Kosovo y Metohija, a enterrar los odios intercomunitarios y a construir un entorno de tolerancia como cimiento de la sociedad pluriétnica y plurirreligiosa (musulmanes, ortodoxos, católicos) en Kosovo. Ello contribuyó a hacer más creíble el nuevo perfil moderado de Thaçi, después de distanciarse de la proliferación de actos terroristas y asesinatos sectarios concentrados en la menguada minoría serbia y cometidos en su mayor parte por combatientes recalcitrantes del UÇK, que bajo el nombre de Ejército de Liberación de Presevo-Medvedja-Bujanovac habían empezado a actuar con impunidad transfronteriza en el sudoeste de Serbia y el este de Kosovo.
Pero luego, en una maniobra contradictoria que reafirmó el convencimiento de los serbios de que el antiguo Serpiente perseguía el Kosovo monoétnico, Thaçi boicoteó la EAIC como protesta por la decisión de Kouchner de permitir la participación de delegados serbios del enclave urbano de Kosovska Mitrovica (la Mitrovica, a secas, de los albaneses), que se encontraba partido en dos de hecho, en las reuniones del CAI. Airado, el líder del PDK acusó a la UNMIK de haber "violado la integridad territorial de Kosovo".
Las ambiciones políticas de Thaçi sufrieron dos reveses consecutivos en las elecciones municipales del 28 de octubre de 2000 y en las primeras elecciones a la Kuvendi o Asamblea de Kosovo celebradas, bajo la supervisión de la OSCE y rigiendo ya, desde el 15 de mayo y por estipulación de la UNMIK, el denominado Marco Constitucional para el Autogobierno Provisional de Kosovo, el 17 de noviembre de 2001: ambas votaciones fueron ganadas con autoridad por la LDK de Rugova, que demostró así haber superado el bache de su eclipse parcial durante la guerra de 1998-1999. En las legislativas, el PDK quedó segundo con el 25,7% de los votos y 26 de los 120 escaños, un resultado meritorio aunque frustrante para su líder. Los observadores destacaron que a Thaçi y su gente les pesaban las alforjas de una mala imagen por su reciente pasado militarista y, sobre todo, por su identificación con el matonismo político, la corrupción y los negocios criminales que florecían por doquier.
El 28 de febrero de 2002 Thaçi se avino a firmar un acuerdo de reparto de poder con la LDK y la tercera lista albanesa más votada, la Alianza por el Futuro de Kosovo (AAK, coalición liderada por Haradinaj y que incluía al PPK de Bajram Kosumi y Bajram Kosumi y a la Alianza Cívica de Kosovo, AQK, del propio Haradinaj), para posibilitar la investidura de Rugova como presidente de la República (la comunidad internacional reconocía al titular del cargo, pero no al sujeto jurídico), lo que tuvo lugar, en el tercer intento, el 4 de marzo, y constituir, el mismo día, un Gobierno de coalición tripartito en el que el PDK obtuvo el puesto del primer ministro, ido para el físico Bajram Rexhepi, un hombre con fama de muy moderado, más dos ministerios con cartera.
En aras de la concordia interétnica, la Coalición Povratak (Retorno), animada por los sectores moderados de la minoría serbia que habían decidido no boicotear el proceso institucional y que suponía la tercera fuerza parlamentaria con 22 escaños, y la Coalición Vakat, representante de la minoría bosníaca o eslavomusulmana, recibieron un ministerio cada uno en un Gobierno que, de acuerdo con el Marco Constitucional y la letra de la resolución 1.244 de la ONU, estaba supeditado a la EAIC, careciendo de toda competencia sobre la seguridad interior y la defensa territorial, la política exterior, el control de las fronteras y las políticas económica y monetaria, esto es, todo lo que denotase soberanía nacional. En los meses siguientes, Thaçi multiplicó los gestos de moderado en las formas y en la táctica, dentro de una estrategia independentista con horizonte resolutivo a medio plazo que no admitía claudicaciones. El 28 de junio de 2002, con motivo de su reelección sin oposición como presidente del PDK, prometió hacer todo lo posible para luchar contra los "fenómenos negativos" que hipotecaban el futuro de Kosovo, como eran el crimen organizado, la corrupción y el contrabando.
En abril de 2003 Thaçi expuso la idea de una "moratoria temporal" en el acceso a la independencia, siempre que la comunidad internacional estableciera una fecha tope para la misma. El ex guerrillero hacía un diagnóstico crítico del país y consideraba perentorio "educar a la población", pero rechazó el planteamiento de la UNMIK de supeditar la transferencia de competencias adicionales al autogobierno kosovar y el arranque de la "etapa final" de la que ambiguamente hablaba la resolución 1.244 en el segundo semestre de 2005, cuando serbios y albaneses tendrían que negociar el estatus definitivo bajo supervisión internacional, al cumplimiento de una serie de "estándares". En otras palabras, la UNMIK quería que los líderes kosovares dieran pasos inequívocos para la construcción de instituciones democráticas, transparentes y eficientes, de una sociedad de libertades, sin discriminaciones por motivos de etnia o religión, y regida por el imperio de la ley, y de un sistema económico descentralizado pero regulado de libre mercado.
En este último terreno casi todo estaba por hacer, ya que la economía sumergida, el mercado negro y el fraude campaban por sus respetos, mientras que la economía formal continuaba virtualmente desarticulada por el pésimo estado de las escasas infraestructuras básicas, el abandono del agro y la inexistencia de industrias y de prácticamente cualquier actividad productiva (el subsuelo, moderadamente rico en carbón y minerales, permanecía sin explotar). Las remesas de los emigrantes tenían aquí un valor mayor que en el cualquier otro país. Las consecuencias directas del erial económico eran un paro generalizado y la necesidad de importar casi toda la energía y los alimentos que consumían los 1,9 millones de kosovares, un tercio de los cuales era pobre de solemnidad. El PIB por habitante no superaba los 2.000 dólares, índice comparable al de países como Haití o Mauritania. En resumidas cuentas, Kosovo era, con diferencia, el país menos desarrollado de Europa.
El 10 de julio de 2003, días después de sufrir durante unas horas un arresto policial en Hungría en relación con la orden de arresto serbia que pesaba en su contra desde 1997, Thaçi reiteró el llamamiento a los serbokosovares huidos en 1999 para que retornaran a sus hogares. Cuando el estallido en marzo de 2004 en Mitrovica del peor brote de violencia intercomunitaria desde el final de la guerra, que costó la vida a 19 personas, casi todos moradores serbios atacados por turbas de albaneses, y puso en fuga a 4.000 ciudadanos de aquella etnia, el líder del PDK arremetió contra el incendio de viviendas serbias e iglesias ortodoxas, y calificó a sus perpetradores albaneses de "criminales".
La mejora experimentada por la imagen de Thaçi entre los paisanos de su comunidad tuvo su reflejo en las segundas elecciones legislativas desde el inicio de la administración internacional, las celebradas el 24 de octubre de 2004, en las que el PDK ascendió al 28,6% de los votos y los 31 escaños, si bien esta vez tocaron a repartir más escaños para los partidos albaneses porque el boicot de los serbokosovares fue total. La LDK retuvo su mayoría no absoluta y Rugova optó por prescindir de los demócratas como socios de gobierno, yendo el puesto de primer ministro a Haradinaj, quien luego, en marzo de 2005, iba a verse forzado a dimitir y a entregar el testigo a Bajram Kosumi, sucesor de Demaçi en el liderazgo del PPK, al ser procesado por el Tribunal Penal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia (TPIY) como presunto criminal de guerra.
Tras los comicios de 2004 los protectores internacionales dejaron notar su interés en la permanencia del PDK en el Gobierno e incluso por que este fuera encabezado por Thaçi, ya que, paradójicamente, el antiguo jefe político del UÇK venía mostrando más pragmatismo y ductilidad que Rugova en los tratos con la UNMIK. Por otro lado, Thaçi se mostraba convencido de que él no iba a seguir los pasos de Haradinaj, siendo incriminado y juzgado por el TPIY aunque continuaba en la lista de fugitivos de la justicia buscados por la Interpol. En su debut como líder de la oposición parlamentaria al Gobierno de la LDK y la AAK, Thaçi se permitió recobrar el discurso duro; así, exigió la dimisión del primer ministro Kosumi por su gestión "débil" e "incompetente", reclamó a la Asamblea que reafirmara en una declaración especial su compromiso de cumplir la voluntad popular de conseguir la independencia efectiva, defendió con ardor la inocencia de su colaborador Fatmir Limaj, acusado de crímenes de guerra por el TPIY, y se deshizo en críticas a la UNMIK y las potencias del Grupo de Contacto por su insistencia en el prerrequisito de los "estándares".
Al comenzar 2006, al hilo de la muerte de Rugova (el 21 de enero) y en vísperas del arranque en Viena (el 20 de febrero, luego de constatar la ONU y el Grupo de Contacto los "progresos" realizados por el Gobierno autónomo en la satisfacción de los criterios exigidos) de las negociaciones serbo-kosovares sobre el estatus definitivo en un marco multilateral internacionalizado, el líder del PDK volvió a mostrar un talante algo más abierto al sostener el 30 de enero en Atenas, aprovechando su coincidencia en una reunión de la Internacional Socialista, con el presidente de Serbia, Boris Tadic, un breve encuentro en el que los políticos comentaron la necesidad de sostener un diálogo fructífero sin intermediarios, y al no poner obstáculos a la investidura parlamentaria el 10 de febrero como nuevo presidente de la RK de Fatmir Sejdiu, hasta entonces número dos de la LDK, al que prometió la cooperación sin reservas del PDK para sacar adelante el proyecto nacional compartido.
No obstante mantenerse fuera del nuevo Gobierno formado el 10 de marzo por el independiente Agim Çeku, al que por cierto desacreditó como "el peor en la historia en Kosovo" por moverse a los sones de la "corrupción" y los "intereses de clan", Thaçi se repartió con Sejdiu el liderazgo de la delegación albanesa en las conversaciones de Viena, desarrolladas en sucesivas rondas con estériles resultados. A sus interlocutores de Belgrado, al alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, Javier Solana, al enviado especial de la ONU para la negociación del estatus final de Kosovo, Martti Ahtisaari, a los jefes de la UNMIK Søren Jessen-Petersen y Joachim Rücker, y a los representantes del Gobierno de Estados Unidos –con diferencia, el más receptivo a sus demandas- Thaçi vino a decirles lo mismo: que lo negociable no era la independencia en sí, ya que ese desenlace no admitía ni discusión ni más retrasos, sino solo determinadas cuestiones técnicas necesarias para la realización ordenada y pacífica de aquella, y que el nuevo Kosovo podría estar descentralizado, pero nunca ver su integridad territorial comprometida con la aceptación de enclaves serbios de facto como el que partía Mitrovica en dos.
La intransigencia maximalista de Thaçi, Sejdiu y Çeku, unida a la negativa igualmente terca de las autoridades de Belgrado a firmar nada que dejara abierta la puerta a la secesión (ofrecían una "amplia autonomía", todo lo más), sentenció el plan de Ahtisaari, consistente en devolver al territorio una soberanía casi total y sujeta a un control internacional. El 10 de marzo de 2007 el ex presidente finlandés anunciaba el fracaso de 14 meses de conversaciones en Viena y dos semanas después remitía al Consejo de Seguridad de la ONU un pliego de conclusiones en el que recomendaba como salida la independencia tutelada. En la suprema instancia de la ONU el bloqueo se instaló también al ponerse Rusia y China del lado de Serbia y negarse a aceptar las propuestas de Ahtisaari, defendidas por los países europeos y con más énfasis por Estados Unidos, que incluso llegó a reconocer el derecho de Prístina a proclamar la independencia de manera unilateral e inmediata. Entre tanto, sobre el terreno, la aparición de grupos paramilitares serbios y albaneses dispuestos a generar violencia con epicentro en Mitrovica invitaba a presagiar un sangriento estallido sectario tanto si la independencia se declaraba ya mismo como si se demoraba unos meses más.
3. La consagración política de 2008: primer ministro del Kosovo independiente bajo tutela internacional y con la amistad de Washington
En esta situación de tenso impasse tuvieron lugar el 17 de noviembre de 2007 las terceras elecciones a la Asamblea de Kosovo, que permitieron a Thaçi, un poco al estilo del norirlandés Gerry Adams, cobrarse los dividendos de su renovado perfil político de campeón de la paz y la independencia con porte de estadista respetable y alejado de su pasado, aún cercano en el tiempo, rico en aspectos tenebrosos. Con una participación del 40,1%, 14 y 10 puntos menos respectivamente que en las ediciones de 2001 y 2004, la LDK, privada de su líder histórico, fue batida por primera vez por el PDK, que conquistó una mayoría simple de 37 escaños con el 34,3% de los votos. Tras conocer la victoria de su partido, Thaçi manifestó su intención de "tomar decisiones para Kosovo como país independiente y soberano inmediatamente después de 10 de diciembre"; ese era el día en que vencía el plazo dado por la ONU a los mediadores de la troika internacional, Estados Unidos, la UE y Rusia, para que obtuvieran de los gobiernos de Prístina y Belgrado un acuerdo sobre el estatus final, arreglo que, ya estaba meridianamente claro, era imposible de alcanzar por las posturas antagónicas de las partes.
Pero varios ministros de Exteriores europeos así como Solana advirtieron al dirigente kosovar que se abstuviera de adoptar pasos precipitados y que cualquier pronunciamiento tendente a modificar el statu quo debía ser previamente consultado con ellos. A estas alturas, la mayoría de los gobiernos de la UE, compartiendo en esencia la postura de Washington, habían asumido que la independencia kosovar era imparable y que ésta tendría un carácter unilateral de hecho al no contar con el reconocimiento, debido al veto ruso, del Consejo de Seguridad de la ONU, pero insistían en un proceso coordinado. En particular, europeos y estadounidenses pidieron a Thaçi que postergara la declaración de independencia hasta después de las elecciones presidenciales en Serbia a principios de 2008; estas iban a tener lugar el 20 de enero, con una eventual segunda vuelta el 3 de febrero, y en ellas el demócrata y moderado Tadic se jugaba el cargo frente al ultranacionalista de derechas Tomislav Nikolic.
El 10 de diciembre de 2007, tal como se esperaba, venció sin acuerdo el plazo negociador fijado por la ONU. La Asamblea de Prístina, acatando el llamado europeo, no proclamó entonces la independencia. Al día siguiente, el presidente Sejdiu designaba a Thaçi primer ministro en lugar de Çeku al tiempo que le instaba a formar el nuevo Gobierno de coalición lo antes posible. Mientras Thaçi se concentraba en las conversaciones con la LDK, que aportaba 25 diputados, y desdeñaba a los otros socios potenciales con menor número de escaños –la Alianza por un Nuevo Kosovo (AKR) del magnate de la construcción Behgjet Pacolli, la Liga Democrática de Dardania (LDD) del ex presidente de la Asamblea y escindido de la LDK Nexhat Daci, y la AAK de Haradinaj-, el Consejo Europeo decidía enviar una misión civil a Kosovo para ayudar a establecer un Estado de derecho con vigencia del imperio de la ley, en lo que la UE tomaría el relevo a la UNMIK, mientras continuaba liderando la reconstrucción económica, y el Consejo de Seguridad de la ONU escenificaba el desacuerdo radical entre las grandes potencias.
El 9 de enero de 2008, tras renovar a Sejdiu en la Presidencia, la Asamblea eligió primer ministro al todavía treintañero Thaçi con 85 votos a favor y 22 en contra, y aprobó asimismo su Gabinete, en el que el PDK contaba con ocho puestos y la LDK con seis; dos representantes independientes de la minoría serbia recibieron las carteras de Atención Social y Refugiados y Minorías, y un miembro de la minoría turca la de Ecología. En su discurso de investidura, el antiguo guerrillero explicó que la conversión de Kosovo en "un país independiente, soberano y democrático" era "una cuestión de semanas", pero con tono tranquilizador aclaró: "Kosovo no hará nada sin Washington y Bruselas. Nada de acciones unilaterales". El 24 de enero el primer ministro debutante, de visita en Bruselas para reunirse con Solana y el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, aseguró que la independencia era ya "cuestión de días".
Finalmente, el domingo 17 de febrero de 2008, al día siguiente de establecer el Consejo de Ministros de la UE EULEX Kosovo, una misión civil para el sostenimiento de imperio de la ley integrada por 1.900 policías, funcionarios de justicia y otro personal técnico que compartiría el terreno con los 16.000 soldados de la KFOR, y de elevar el primer ministro un llamamiento a los 120.000 ciudadanos serbios que no se habían marchado para que se quedaran en el país con las debidas "garantías de seguridad", la Asamblea, reunida en sesión extraordinaria con la asistencia de 109 diputados –los diez representantes de la minoría serbia boicotearon el acto- y bajo la presidencia de Jakup Krasniqi, aprobó por unanimidad y a mano alzada la proclamación de Kosovo como un "Estado soberano e independiente".
En un ambiente de emoción y júbilo contenidos por la exigencia de solemnidad del histórico momento, Thaçi se dirigió al hemiciclo para anunciar que la República de Kosovo iba a ser un Estado "democrático y multiétnico en rápida aproximación a la integración euro-atlántica". El primer ministro, dirigiéndose "a todos los ciudadanos", aseguró la igualdad jurídica de los kosovares sin distingos de comunidad y presentó la independencia como "el final de la disolución de la antigua Yugoslavia", aunque existía la voluntad de mantener con Serbia, cuanto más con los otros países de la región, unas "buenas relaciones basadas en el mutuo interés".
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. En Belgrado, ratificando la decisión ya tomada de antemano por el Gobierno, la Asamblea Nacional declaró "nula e ilegal" la proclamación unilateral de Prístina por violar la soberanía y la integridad territorial de Serbia, y de paso el derecho internacional. Albania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Australia y Turquía reconocieron inmediatamente la independencia de Kosovo, mientras que Alemania, Italia, Polonia, la mayoría de los restantes países de la UE, Noruega, Suiza, Islandia, Croacia, Japón, Corea del Sur y Canadá indicaron su disposición a hacer lo mismo en los próximos días o semanas. Como represalia, el Gobierno serbio retiró al embajador en Washington y prometió aplicar la misma metida punitiva a todos y cada uno de los países que reconocieran a Kosovo. El recién reelegido Tadic, animado por el apoyo solidario de Rusia, urgió al Consejo de Seguridad de la ONU a que declarara "nula e inválida" la secesión kosovar. Más aún, el Ministerio serbio del Interior presentó cargos criminales contra Thaçi, Sejdiu y Krasniqi por "organizar la declaración de un Estado falso en territorio serbio".
En la UE, solo un país de peso, España, mirando más que nada por sus nacionalismos vasco y catalán, se negó a reconocer a Kosovo en la consideración de que el paso tomado por el Parlamento de Prístina contravenía la Carta de la ONU y el Acta de Helsinki de la OSCE. Grecia, Portugal, Eslovaquia, Rumanía y Chipre adoptaron también una posición refractaria que, según los casos, iba de la espera cautelosa a la negativa frontal. Los países de la UE se acogieron a la libertad de actuación nacional acordada por el Consejo de Ministros, el cual reiteró el "carácter especial" y "sin precedentes" de la segregación kosovar, que como tal no podía tener valor jurídico. Fuera la UE, Montenegro, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Ucrania, Bielarús y Moldova, amén por supuesto de Rusia, tampoco se mostraban favorables a la independencia kosovar.
4. Éxitos exteriores para el reconocimiento del Estado y ruptura de la coalición con la LDK
El Gobierno de coalición entre Thaçi y la LDK iba a sostenerse casi tres años. Un período crítico para la consolidación y la demostración de la viabilidad del flamante Estado kosovar, con su independencia a medio reconocer (la misma era aceptada en esencia solo por Occidente, y no por todo él, y resultaba llamativo el no reconocimiento por el momento por ningún país de mayoría musulmana salvo Afganistán y Senegal, además de Turquía, luego ninguno del mundo árabe) y su soberanía restringida en varias áreas fundamentales, en el que el primer ministro volvió a demostrar que sus fuertes eran la diplomacia y la interlocución internacional.
Por de pronto, las autoridades kosovares, la UNMIK y la KFOR tuvieron que lidiar con la rebelión de los extremistas serbios de Mitrovica, la ciudad dividida del norte, que a lo largo de febrero y marzo dejaron patente su rabia por la declaración independentista de Prístina con una ola de asaltos, destrozos e incendios de edificios oficiales y puestos aduaneros. Las fuerzas internacionales tuvieron que intervenir y emplearse a fondo para sofocar a los amotinados, poniendo en evidencia la absoluta falta de autoridad del Gobierno de Thaçi sobre la parte serbia de Mitrovica, vedada a la Policía de Kosovo.
El 19 y el 20 de marzo de 2008, al poco de producirse la toma de Mitrovica por los soldados de la KFOR en medio de una violenta refriega que costó la vida a un policía ucraniano de la UNMIK y que dejó muchas decenas de heridos en las dos partes, Bulgaria, Hungría y Croacia se sumaron al reconocimiento europeo de la independencia de Kosovo. Simultáneamente, Thaçi recibió de su gran patrocinador internacional la noticia de que Estados Unidos se disponía a proveer de armamento al Cuerpo de Protección de Kosovo, el TMK, que bajo la estricta supervisión de la OTAN ya estaba en trance de dar paso a una fuerza de naturaleza propiamente militar, un cuasi Ejército nacional, la Fuerza de Seguridad de Kosovo (FSK). La decisión de la Administración Bush fue criticada por Rusia, que encontró "muy alarmante" el suministro de armas a los sucesores del antiguo UÇK, una organización "considerada terrorista por muchos estados", recordó Moscú, así que esta política de Washington bien podía "desestabilizar" los Balcanes.
El 9 de abril de 2008 la Asamblea aprobó por unanimidad la nueva Constitución nacional, texto que en su capítulo primero definía a la República de Kosovo como un "Estado independiente, soberano, democrático, único e indivisible", que ejercía su autoridad "basada en el respeto a los Derechos Humanos y las libertades de sus ciudadanos y de todos los demás individuos dentro de sus fronteras", y que no tenía "reclamaciones territoriales" ni intenciones de "buscar la unión a ningún Estado" (art. 1), en obvia referencia a Albania. Se trataba también de "una sociedad multiétnica consistente en albaneses y miembros de otras comunidades", todos los cuales eran "individuos iguales ante la ley" (art. 3). Los idiomas oficiales eran el albanés y el serbio (art. 5). Y el Estado era "secular y neutral en cuestiones de creencias religiosas" (art. 8). La Carta Magna entró en vigor el 15 de junio.
Desde Belgrado, el presidente Tadic declaró que esta Constitución aprobada en la "provincia meridional" de Kosovo no tenía "ningún valor legal" y se trataba de "un acontecimiento político con consecuencias dañinas". Antes de terminar junio, los serbios de Mitrovica inauguraron en rebeldía su propia Asamblea, cuyos 45 miembros habían sido elegidos en mayo, en abierto desafío a Prístina y a la UNMIK, a la vez que las elecciones legislativas y municipales celebradas en Serbia y ganadas por los partidarios de Tadic.
En julio, la comunidad internacional, en esencia la UE (que como organización no estaba facultada legalmente para extender reconocimiento diplomático a Estado alguno, aunque el Parlamento Europeo iba a realizar al respecto una serie de gestos elocuentes, como sus reiterados llamamientos a los pocos estados miembros que no había reconocido la independencia para que se sumaran a la posición de la mayoría) y Estados Unidos, se comprometió a transferir 1.200 millones de euros para el sostenimiento de Kosovo hasta 2011. En octubre siguiente, entre los días 7 y 9, Thaçi, quien ya había solicitado el ingreso de su país en el FMI y el Banco Mundial y que no se cansaba de recordar su aspiración de la doble entrada en la UE y la OTAN, se apuntó otro importante tanto diplomático con los reconocimientos de la independencia por Portugal, Macedonia y Montenegro, país vecino este último que hasta hacía solo dos años había formado un único Estado con Serbia, de manera que en Belgrado se habló de "puñalada en la espalda" por parte del Gobierno de Podgorica.
Pero, al mismo tiempo, Prístina encajó el revés que supuso la aprobación por la Asamblea General de la ONU, con 77 votos a favor, seis en contra y 74 abstenciones, de una propuesta de Serbia, deseosa de retomar la iniciativa, para que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya se pronunciara sobre si "la declaración unilateral de independencia por parte de las instituciones provisionales del autogobierno de Kosovo respeta la legalidad internacional".
El 9 de diciembre de 2008, con varios meses de retraso debido a los desacuerdos sobre la estructura de su mandato, comenzó el despliegue de los policías, técnicos juristas y aduaneros de EULEX Kosovo, la misión de la UE para el sostenimiento del imperio de la ley, que finalmente quedó bajo la órbita de la UNMIK, asumiendo de ella las responsabilidades sobre las áreas de interior, justicia y control de las fronteras, en lugar de suplantarla, que es lo que habría preferido Thaçi. El Gobierno kosovar tuvo que resignarse a que la UNMIK continuara ejerciendo su misión administrativa y tutelar, un recordatorio permanente de que la independencia de la antigua provincia de Serbia no era ni mucho menos completa. Eso sí, Thaçi contaba en todo momento con los parabienes de Estados Unidos, el mejor abogado internacional de la causa kosovar.
En mayo de 2009, luego de llegar el reconocimiento de Arabia Saudí, Prístina brindó un recibimiento de héroe al vicepresidente de la Administración Obama, Joe Biden, viejo defensor de la mano dura contra Serbia por la represión de los secesionistas en los noventa, quien en su discurso ante la Asamblea entusiasmó a sus anfitriones al proclamar que la independencia de Kosovo era un hecho "absolutamente irreversible" y, más aún, contrariamente a las tesis rusas, era "la única opción viable para la estabilidad en la región".
El 22 de julio de 2010, al hilo de la enésima exhibición de acrimonia entre Prístina y Belgrado por la delicada situación en Mitrovica, escenario de otra ola de disturbios étnicos, Thaçi saboreó una nueva victoria diplomática al dictaminar el Tribunal Internacional de Justicia, en una "opinión asesora" no vinculante dando respuesta a la solicitud presentada por el Gobierno serbio dos años atrás, que la declaración de independencia de febrero de 2008 no había vulnerado el derecho internacional ni había contravenido la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la 1.244 de 1999, que había regulado el régimen administrativo del territorio. Esto era extensible al Marco Constitucional para el Autogobierno Provisional adoptado por la UNMIK en 2001. El Tribunal no entraba en consideraciones sobre si la secesión en sí misma constituía un derecho, aunque, para evitar que el presente fallo fuera aplicado a otras situaciones, sí recalcaba el "contexto" singular lo acontecido en Kosovo en 2008.
Nada más conocer el veredicto de La Haya, el ministro de Exteriores kosovar, Skender Hyseni, con tono conciliador, invitó a Serbia a entablar conversaciones "entre estados soberanos". Desde Belgrado, Tadic fue tajante: "Serbia no reconocerá jamás la unilateralmente proclamada independencia de Kosovo", zanjó el presidente. Thaçi recibió el pronunciamiento del Tribunal Internacional mientras se encontraba en uno de sus habituales desplazamientos a Washington. Desde la capital estadounidense, el primer ministro habló en términos de "día histórico" y de "gran victoria para Kosovo y para el conjunto de la región". Al final, Belgrado, en un ejercicio de realismo, iba a dar su brazo a torcer al resignarse a sentarse a hablar con los kosovares para arreglar diferencias, solventar problemas técnicos y favorecer el clima de paz y seguridad, aunque sin que ello prejuzgara su postura sobre la secesión de Kosovo, territorio que siempre seguiría considerando de su soberanía. Pero antes, la República de Kosovo se sumergió en una crisis de sobresaltos políticos de más de medio año de duración
A partir de septiembre de 2010 Thaçi, volcado como estaba en la escena internacional, tuvo que prestar más atención a los asuntos de casa al producirse el 27 de ese mes la dimisión del presidente Sejdiu luego de que el Tribunal Constitucional declarara incompatible con la Carta Magna su doble condición de jefe del Estado y líder de la LDK. Entonces, el presidente de la Asamblea, el demócrata Krasniqi, asumió las funciones del jefe del Estado hasta la elección del nuevo titular. El panorama institucional se complicó el 16 de octubre al decidir la LDK retirarse del Gobierno de coalición inmediatamente después de anunciar Krasniqi la celebración de comicios anticipados para el 13 de febrero de 2011. El motivo de fondo por el que Sejdiu daba portazo al Gobierno fue la negativa de Thaçi a solidarizarse con él en su enfrentamiento con el Constitucional.
El PDK quedó en minoría y el 2 de noviembre el primer ministro perdió una moción de censura en la Asamblea por 66 votos contra uno más dos abstenciones, obligando a Krasniqi a disolver la Cámara y a adelantar la convocatoria electoral al 12 de diciembre. En realidad, la moción fue provocada por el propio Thaçi, quien quería poner término a la legislatura y acudir a nuevas elecciones cuanto antes. Al poco, el 7 de noviembre, Sejdiu fue descabalgado del mando de la LDK por Isa Mustafa, el alcalde de Prístina.
5. Nueva mayoría electoral del PDK e imputación de graves crímenes por el Consejo de Europa
En las elecciones anticipadas del 12 de diciembre de 2010 el PDK revalidó su mayoría simple en la Asamblea de 100 miembros con una pérdida de tres escaños, pasando de 37 a 34. Las votaciones no estuvieron exentas de polémica, en particular en dos distritos, Gllogoc (también llamado Drenas en albanés) y Skenderaj, bastiones del PDK donde se multiplicaron las denuncias por manipulación electoral, alimentadas por numerosas observaciones de fraude y unos porcentajes de participación sospechosamente altos. Además, los serbokosovares rebeldes del norte practicaron un estricto boicot.
Dos jornadas después, Thaçi se disponía a entablar negociaciones para formar una coalición con la Alianza por un Nuevo Kosovo (AKR) de Behgjet Pacolli cuando se topó con un escándalo en extremo sórdido susceptible de hundir su carrera política: la publicación por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) de un demoledor informe de investigación firmado por el parlamentario liberal suizo Dick Marty donde se le acusaba de haberse lucrado en la década de los noventa, como jefe del Grupo de Drenica pero también después de la guerra de 1998-1999, en una extensa trama criminal de tráficos de armas, drogas y órganos humanos en Kosovo.
El informe no ahorraba los detalles espeluznantes, como que los órganos humanos, principalmente riñones, habían sido extraídos a prisioneros de guerra serbios asesinados para tal fin con un sumario disparo en la cabeza, no sin antes haber recibido un buen trato de sus captores, que les habrían preparado para su horripilante destino como si fueran ganado. Thaçi, remarcaba el documento, era uno de los máximos cabecillas de esta trama criminal, que contó necesariamente con la connivencia del Gobierno de Albania al desarrollarse sus siniestras actividades en una clínica del país vecino, y de hecho aparecía "comúnmente identificado y citado" en ciertos informes secretos de inteligencia como el "más peligroso de los padrinos del hampa del UÇK". El informe de la APCE añadía que el ahora primer ministro en funciones y su Grupo de Drenica habían ejercido un "violento control" sobre el tráfico de "heroína y otros narcóticos" en Europa del Este, según informaciones confidenciales de agencias antidroga de "al menos cinco países" a lo largo de "más de una década".
Se daba la circunstancia de que en abril de 2008 la ex fiscal jefe del TPIY Carla Del Ponte ya había denunciado en un libro de memorias la existencia en Kosovo de un comercio ilegal de vísceras humanas que miembros de la resistencia armada albanesa vendían a precio de oro a ricos pacientes extranjeros. Según la narración de Del Ponte, los órganos fueron arrancados en 1999 a hasta tres centenares de prisioneros de guerra serbios mediante operaciones quirúrgicas que las víctimas sufrían en vida. También la ex fiscal había señalado la complicidad forzosa de Thaçi y de otros altos oficiales del UÇK en tan execrables actividades.
A diferencia del testimonio de del Ponte, el informe del Consejo de Europa levantó un considerable revuelo, si bien, al final, Thaçi no iba a tener que pagar precio alguno, ni judicial, al no incoarse diligencias penales en su contra, ni tampoco político, al no perder un ápice por la comunidad internacional su consideración de hombre fundamental, un actor estabilizador clave, para el proceso de Kosovo. Por de pronto, desde Prístina, los portavoces del Gobierno y el mismo Thaçi calificaron las imputaciones de la APCE de completamente "infundadas y difamatorias", y amenazaron con emprender acciones legales contra el relator Dick Marty por sus "calumnias" y sus "acusaciones controvertidas sin base". Marty insistió en que su trabajo de conclusiones, si bien no exponía pruebas físicas como pericias forenses, se basaba en la información obtenida de informes de inteligencia a los que su equipo había tenido acceso y de numerosas entrevistas a testigos de los hechos, víctimas supervivientes, familiares de desaparecidos y funcionarios internacionales.
La oposición albanokosovar, lejos de pedir explicaciones a Thaçi y abriendo una especie de paréntesis en su animosidad, tendió a cerrar filas con el Ejecutivo en funciones al interpretar el informe de la APCE como un intento de debilitar el país en su camino hacia la plena independencia. Desde las altas instancias de la OTAN y la UE se habló de emprender una investigación a fondo para verificar las alegaciones contra el líder kosovar; eso era lo que el Consejo de Europa exigía en particular a la misión EULEX Kosovo, que debía iniciar una "investigación rigurosa e independiente" al respecto. Pero tras amainar el torbellino informativo, nada se sustanció.
Una vez superada esta tormenta, que escampó en enero de 2011, Thaçi se concentró en la tarea de formar su nuevo Gabinete. Avanzado febrero, el jefe demócrata cerró un acuerdo con Pacolli por el que su partido, la AKR, pasaría a sentarse en el Gobierno y el PDK a cambio le daría sus votos para ser investido por la Asamblea presidente de la República en sustitución del dimitido Sejdiu. Ni la LDK de Mustafa, ni la AAK de Haradinaj, ni el movimiento Autodeterminación (Vetëvendosje, ultranacionalistas albaneses) de Albin Kurti quisieron tomar parte en las conversaciones. El 18 de febrero el presidente en funciones, Krasniqi, trasladó a Thaçi el encargo de formar el próximo Gobierno y cuatro días después la Asamblea, en una misma sesión que fue boicoteada por la oposición, eligió jefe del Estado a Pacolli e invistió nuevamente primer ministro a Thaçi.
El Gabinete entrante era minoritario pese a su composición cuatripartita: además del PDK y la AKR, que por su parte obtenía tres carteras (entre ellas la responsable de la FSK, ida a Agim Çeku), incorporaba como socios menores al Partido Liberal Independiente (SLS), representante de la minoría serbia moderada diseminada en los enclaves del centro y el sur del país, y al minúsculo Partido Democrático Turco de Kosovo (KDTP). El conductor del SLS, Slobodan Petrovic, fue hecho viceprimer ministro. Ceder un cargo gubernamental tan eminente a un serbokosovar fue visto como un gesto generoso de Thaçi para ayudar a superar las desconfianzas interétnicas y allanar el camino para las discusiones directas con Belgrado, y de paso para limpiar su manchada imagen personal. Sumando a estas dos formaciones portavoces de sendas minorías étnicas, así como a la Lista de Ibrahim Rugova (reciente escisión de la LDK animada por Ukë Rugova, hijo del presidente fallecido), que había sacado un diputado y que accedió a suscribir un pacto de legislatura, Thaçi reunió para el oficialismo 46 escaños en la Asamblea, es decir, cinco por debajo de la mayoría absoluta.
6. Obtención de la plena soberanía nacional y normalización de relaciones con Serbia
En 2011 Thaçi se las arregló para continuar gobernando Kosovo en minoría parlamentaria. Tal como había dicho en su discurso parlamentario de investidura en febrero, se trataba de "abrir un nuevo capítulo, el capítulo del Kosovo europeo", aquel en el que la población notase los progresos en los capítulos del "desarrollo", las "reformas democráticas", el "imperio de la ley" y la "batalla contra la corrupción y el crimen organizado". El 8 de marzo de 2011 los delegados kosovares iniciaron en Bruselas una ronda primeriza de conversaciones directas con Serbia bajo los auspicios de la UE. Se trataba, recalcaron los representantes de Belgrado, de alcanzar un modus vivendi básico y de arreglar una serie de disputas para facilitar la vida de los ciudadanos, no de discutir la legalidad de la proclama independentista de 2008. Tras los reveses domésticos del otoño y la reciente polvareda del informe incriminatorio del Consejo de Europa, el habilidoso dirigente albanés volvía a encontrarse cómodo, pero a los pocos días le surgió otro sobresalto político.
El 28 de marzo el Tribunal Constitucional, en su segundo pronunciamiento sobre la figura del presidente en seis meses, dictaminó que la reciente elección de Pacolli, un empresario multimillonario con la doble ciudadanía kosovar y suiza y bastante impopular por sus estrechos vínculos con hombres de negocios rusos, carecía de validez porque la sesión parlamentaria del 22 de fe