Gordon Bajnai

La tormenta económica que se abate sobre Hungría, uno de los países de la UE más vulnerables a las turbulencias globales por la debilidad de su moneda y sus altos niveles de endeudamiento y financiación externos, ha provocado en abril de 2009 una crisis de Gobierno controlada por el partido en el poder, el Socialista. El nuevo primer ministro, Gordon Bajnai, un próspero hombre de negocios y experto financiero que hasta ahora fungía de ministro de Economía a las órdenes del dimisionario Ferenc Gyurcsány, no está afiliado a ninguna formación, si bien se sitúa en la órbita de los socialistas, con los cuáles, junto con personalidades técnicas independientes, ha alineado el nuevo Gabinete. Su tarea más urgente es aplicar un traumático ajuste presupuestario acompañado de rebajas fiscales, con el que espera frenar el paro y revertir la recesión.

(Texto actualizado hasta abril 2009)

1. Un ejecutivo empresarial próximo al Partido Socialista Húngaro
2. Reemplazo de Ferenc Gyurcsány bajo el peso de la recesión


1. Un ejecutivo empresarial próximo al Partido Socialista Húngaro

Nacido en Szeged, en el sur del país, pero criado en la cercana Baja, se formó en la Universidad Corvinus de Budapest, entonces llamada Universidad Karl Marx de Ciencias Económicas, en cuyo Departamento de Relaciones Internacionales se graduó en 1991, al año de culminar en Hungría la transición política desde la dictadura del partido único a la democracia parlamentaria. En la Universidad tuvo una actuación descollante en el movimiento estudiantil independiente, moderadamente crítico con el régimen comunista, y más tarde no se encuadró ni en la filial juvenil del nuevo Partido Socialista Húngaro (MSzP, transformación socialdemócrata del antiguo Partido Comunista) ni en su competidor en el campo liberal radical, la Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz).

Tras licenciarse, Bajnai encontró plaza laboral en la compañía de consultoría financiera Creditum Pénzügyi Tanácsadó. En 1993 marchó a Londres para realizar unas prácticas profesionales en la sede central del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) y ese mismo año entró a trabajar en la financiera internacional Eurocorp Nemzetközi Pénzügyi. En 1995, con 27 años, se convirtió en ejecutivo medio de la sociedad de valores CA-IB Securities, que le contrató como director encargado de gestionar la capitalización en bolsa de las compañías clientes. En el siguiente lustro, Bajnai hizo carrera en este reputado broker húngaro, ahora llamado Creditanstalt Értékpapír, donde ascendió a vicedirector ejecutivo y director de la división de finanzas corporativas y mercados de capital de inversión. Simultáneamente, se desempeñó en el comité de inversiones del Fondo de Capital Riesgo Equinox y en la dirección de la cadena Danubius Radio.

En 2000, convertido ya en uno de los más prometedores jóvenes ejecutivos del sector privado de Budapest, impulsado por las tempranas reformas económicas pro libre mercado aplicadas en Hungría, el graduado en Relaciones Internacionales fue fichado para su junta directiva por el Grupo Wallis, un pujante holding multisectorial con negocios en los ramos industrial, inmobiliario y de la automoción. Wallis estaba además estrechamente vinculado al MSzP, que ahora mismo, tras haber gobernado el país entre 1994 y 1998 de la mano de Gyula Horn, se hallaba en la oposición al Ejecutivo conservador de coalición encabezado por la Federación de Jóvenes Demócratas-Partido Cívico Húngaro (Fidesz-MPP) de Viktor Orbán. Dos años después, en abril de 2002, el MSzP y su aliado liberal, la Alianza de los Demócratas Libres (SzDSz), ganaron las elecciones generales por mayoría absoluta y recobraron el poder, poniendo como primer ministro no al líder de los socialistas, László Kovács, sino a un economista independiente aunque en la órbita de aquellos, el ex ministro de Finanzas Péter Medgyessy.

Nombrado asimismo directivo de una de las empresas del Grupo, Graboplast, especializada en pavimentos de hogar, y de la compañía Rába, con sede también en Győr, Bajnai debutó en la función empresarial al servicio del Estado en 2005, cuando el Gobierno socialista le nombró presidente de la compañía pública, aunque en trance de privatización, Budapest Airport, responsable de la gestión del Aeropuerto Internacional Ferihegy de la capital magiar. Entonces, desde la dimisión de Medgyessy en agosto de 2004, ostentaba la jefatura del Gobierno Ferenc Gyurcsány, uno de los más exitosos y acaudalados miembros de la élite de nuevos ricos poscomunista, amén de dirigente del MSzP. Bajnai y Gyurcsány se conocían bien desde los tiempos en la universidad y como colegas profesionales en la Creditum Pénzügyi Tanácsadó y la Eurocorp Nemzetközi Pénzügyi, donde el segundo había trabajado respectivamente de administrador general y director departamental cuando el primero figuraba en las plantillas como empleado de base.

A principios de 2006 Bajnai alcanzó el puesto de vicepresidente ejecutivo de Wallis, pero poco después se despidió del sector privado para asumir, el 1 de julio, luego de constituir Gyurcsány su segundo Gobierno como resultado de la reválida electoral de socialistas y liberales en las legislativas de abril, la jefatura de la Agencia Nacional de Desarrollo (NFU) y comisionado del Gobierno para la Política de Desarrollo, organismo que centralizó las inversiones públicas financiadas con los fondos estructurales de la Unión Europea. Justo un año después, el 1 de julio de 2007, Gyurcsány introdujo a su amigo directamente en el Gabinete como ministro de Gobiernos Locales y Desarrollo Regional.

El 30 de abril de 2008, agudizando el desgaste experimentado por el oficialismo desde los graves disturbios antigubernamentales del otoño de 2006, cuando Gyurcsány fue blanco de la ira popular al reconocer que había mentido sobre la situación económica antes de las elecciones, y últimamente acelerado por la victoria de la oposición en un referéndum impulsado por ella para revocar la nueva tarificación de la asistencia sanitaria y la educación universitaria en la red pública, el SzDSz declaró rota la coalición y se marchó del Gobierno. Una de las bajas afectaba al Ministerio de Economía y Transportes, y el primer ministro recurrió a Bajnai para cubrirla. Desde el 1 de mayo, el antiguo corredor financiero condujo el nuevo superministerio de Economía y Desarrollo.


2. Reemplazo de Ferenc Gyurcsány bajo el peso de la recesión

La tormenta financiera global descargó con crudeza en Hungría en el último trimestre de 2008. En octubre, el Gobierno, apurado por el desplome del forint, blanco de los especuladores, y los problemas de liquidez en divisas extranjeras, hubo de solicitar el auxilio crediticio del FMI, convirtiéndose en el primero de la UE en dar ese paso. Al rescate acudieron, además del FMI, el Banco Mundial y la propia UE, que acordaron conceder un paquete de préstamos por valor de 20.000 millones de euros para ahuyentar el fantasma de la suspensión de pagos, ya que el país se hallaba fuertemente endeudado con el exterior y la imparable depreciación de su moneda no hacía más que agigantar los débitos.

La vulnerabilidad de Hungría era mayor que en otros países del entorno porque el Gobierno había fundado sus compromisos presupuestarios en la inversión foránea y porque el grueso de los préstamos públicos y privados se había suscrito en moneda extranjera, por lo general en euros y francos suizos. Ahora, el vital capital foráneo estaba evaporándose mientras que las hipotecas y créditos en euros y francos se encarecían sin freno por los adversos tipos de cambio. A cambio del socorro financiero internacional, Budapest tendría que aplicar vigorosas medidas de estabilización financiera y de recorte de déficits, lo que se traduciría en menores gastos y mayores impuestos.

El 21 de marzo de 2009, tras conocerse las últimas cifras económicas que confirmaban la entrada del país en la recesión en el último trimestre de 2008 y que auguraban una contracción del PIB para el conjunto de 2009 de entre el 3% (la cifra oficial más optimista) y el 6% (la cifra no oficial más pesimistas), Gyurcsány anunció por sorpresa que, puesto que no quería "ser el obstáculo para el cambio", presentaba la dimisión. La renuncia sería efectiva en unas semanas, cuando su partido tuviera designado a un sucesor que pasaría a encabezar un nuevo Gabinete. Tras sus homólogos de Bélgica, Islandia y Letonia, el húngaro fue el cuarto primer ministro europeo que tenía que marcharse por culpa de los infortunios económicos en menos de tres meses.

El MSzP, ignorando los llamamiento del partido de Orbán y del propio presidente ceremonial de la República, László Sólyom, a que se acudiera a elecciones anticipadas, tomó la decisión sobre el sustituto de Gyurcsány en un congreso extraordinario que celebró el 5 de abril. El ministro de Economía fue el escogido de entre un ramillete de candidatos barajados, siendo los demás el gobernador del Banco Central, András Simor, su predecesor en tal puesto y ahora empresario privado György Surányi, y el historiador y académico Ferenc Glatz; también se mencionaron los nombres de dos ex ministros de Finanzas de tiempos de Gyula Horn, László Békesi y Lajos Bokros. Ninguno de ellos era actualmente miembro del partido, pero sólo Bajnai resultó aceptable para el SzDSz de Gábor Fodor, sin cuyo respaldo parlamentario el próximo Gobierno no podría sostenerse. En el mismo congreso se eligió a Ildikó Lendvai, jefa del grupo parlamentario desde 2002, como nueva presidenta del partido en lugar de Gyurcsány, quien había adquirido el puesto en 2007.

El mecanismo constitucional elegido para ejecutar el relevo institucional y eludir la convocatoria de elecciones anticipadas fue el de la moción de censura, pero dándole un significado "constructivo"; en otras palabras, el oficialismo votaba contra sí mismo para convertir automáticamente en primer ministro al candidato alternativo al titular censurado del mismo bando. La votación en la Országgyűlés o Asamblea Nacional tuvo lugar el 14 de abril y salió adelante con el voto favorable de 204 diputados, ningún voto en contra y ocho abstenciones, correspondientes a representantes del pequeño partido conservador Foro Democrático Húngaro (MDF). Los 139 diputados del Fidesz y los 23 del Partido Popular Cristiano Democrático (KdNP) se ausentaron de la sesión en protesta por la formación de un gobierno interino "ilegítimo". Entre tanto, afuera, en la calle, varios miles de militantes de la derecha nacionalista que exigían el adelanto electoral y que amagaban con invadir el Parlamento sostenían choques con la Policía antidisturbios.

En vísperas de su investidura y tras producirse ésta, Bajnai avisó que el suyo sería un gobierno exclusivamente de "gestión de crisis", "sin aspiraciones políticas", guiado por los objetivos de enderezar la economía en el plazo de un año y terminar la legislatura en 2010, cuando no se presentaría a la reelección. Ahora bien, si desde el MSzP se ponían trabas a su labor, no tendría más remedio que pedir la disolución de la Asamblea.

La situación era muy difícil y Bajnai anunció un plan de austeridad "inmediato y doloroso" que iba a requerir "muchos sacrificios". Toda una avalancha de medidas, algunas de verdadero alcance estructural, como: la congelación de los salarios de los trabajadores públicos durante dos años; la supresión temporal de la paga extraordinaria llamada del treceavo mes a funcionarios y pensionistas; recortes en las propias pensiones y en una serie de prestaciones sociales, mientras que otras ayudas del Estado quedarían congeladas; recortes asimismo en los subsidios a determinadas producciones agrícolas y al consumo doméstico de energía, con eliminación total en el segundo caso en un proceso gradual a partir de 2010; una subida del IVA del 20% al 25%; una nueva tributación de los bienes inmuebles, especialmente gravosa para las propiedades más valiosas; y la contemplación del retraso de la edad de jubilación desde los 62 hasta los 65 años.

Para dinamizar el empleo –el paro rozaba el 9%- y proteger a los asalariados del sector privado, se reduciría en cinco puntos la retención fiscal en las nóminas y se ampliaría considerablemente el tramo de renta sujeto al tipo impositivo más bajo. El masivo ahorro producido por los tijeretazos en el gasto público y el engorde del IVA debían compensar con creces lo que el Estado dejaría de ingresar por la vía de la fiscalidad directa, aunque algunos analistas consideraron que la calidad de vida de los trabajadores se iba a resentir de todas maneras al superar el encarecimiento del consumo el alivio del impuesto sobre la renta.

El nuevo primer ministro insistió en que sin este drástico reajuste de las maltrechas finanzas públicas, el país no vería el horizonte de la recuperación. No tuvo ambages en pronosticar una recesión para el conjunto del año del 6%, tasa funesta que evocaba 1991, el peor año del cuatrienio de crecimiento negativo que acompañó la transición al nuevo modelo de mercado, cuando la economía se contrajo el 12%, pero, en un alarde de optimismo, consideró factible obtener a partir de 2010 un crecimiento positivo hasta dos puntos superior a la media de la UE. Además, la reducción del déficit público desde el 3,4% actual al 2,9% permitiría a Hungría volver a plantearse la meta de la adopción del euro.

Inmediatamente después de jurar el puesto, Bajnai presentó su lista de ministros, que incorporaba seis nuevos titulares, todos ellos personalidades apartidistas con perfil empresarial y tecnocrático. Tal como había anunciado, el SzDSz se apeó del Ejecutivo, que quedó reducido a un único color, aunque podría confiar en el sostén parlamentario de los liberales. Este Gabinete mixto de socialdemócratas y expertos independientes fue nombrado por el presidente Sólyom el 16 de abril y cuatro días después tomó posesión. En la víspera, el entorno del Fidesz, por boca del ex ministro de Finanzas György Matolcsy, pintó un panorama catastrofista al predecir un crecimiento negativo del 10% y entre un 12 y un 15% de paro.

(Cobertura informativa hasta 20/4/2009)