Giuseppe Conte

El profesor de Derecho privado Giuseppe Conte, una personalidad desconocida por el público, sin filiación partidaria y neófito en política, se convirtió al segundo intento en primer ministro de Italia el 1 de junio de 2018. La asunción de este jurista de modos suaves vino a cerrar el rocambolesco embrollo, devenido tumulto institucional, a que dieron lugar las elecciones generales del 4 de marzo, saldadas con dos ganadores claros pero sin mayoría absoluta de por medio: el Movimiento 5 Estrellas de Luigi Di Maio, de largo el partido más votado, y la Liga Norte de Matteo Salvini, líder de un bloque derechista que sin embargo sacó más escaños. Ahora, Conte encabeza un Ejecutivo de coalición bipartito recostado en una potente mayoría parlamentaria y rico en peculiaridades, que hacen de él un verdadero rara avis, incluso para la memoria política de un país acostumbrado a la heterogeneidad.

Así, por primera vez, se sientan ministros del M5S; por primera vez también, la Liga se emancipa de Silvio Berlusconi en la misión de gobernar; el presidente del Consejo, que ni siquiera es diputado, deberá administrar la aplicación de un programa político del que no es autor y hacer honor a la confianza depositada en él por los verdaderos directores de la escena, los vicepresidentes Di Maio y Salvini, sus subalternos institucionales pero superiores políticos, amén de jefes de sendos partidos muy distintos en origen pero que han terminado encontrando una serie de afinidades en cuestiones tales como el endurecimiento del control de la inmigración y la hostilidad soberanista a las reglas financieras de la Eurozona; y, quizá lo más notorio, el 65º Gabinete de la República Italiana nacida en 1946 y el 16º desde el colapso del antiguo régimen de partidos en 1993-1994 arrastra, tal como insisten muchos medios, la distinción de ser "el primer Gobierno plenamente populista de la UE". Todo ello, además, sin olvidar que Conte es el quinto primer ministro consecutivo, tras Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni, no cabeza de cartel en los comicios que alumbraron la legislatura en la que discurre su mandato.

La llegada al Palacio Chigi del profesor Conte, un sereno tecnócrata consensuado por quienes, celosos y orgullosos, se vetaban mutuamente para dirigir el Consejo de Ministros, ha batido todos los récords de piruetas inverosímiles en la crónicamente ingovernabile Italia. La atropellada secuencia de hechos desde las elecciones de marzo presenta varios momento clave.

Primero, en abril, Di Maio y Salvini plantearon gobernar juntos, pero este preacuerdo naufragó por la resistencia del liguista a romper amarras con Berlusconi. A continuación, los grillinos se acercaron al derrotado Partido Democrático de Renzi para alumbrar un Gobierno que sería bien recibido por el establishment y los mercados, pero esta fórmula también naufragó ya iniciado mayo. Entonces, el presidente de la República, Sergio Mattarella, visto el bloqueo político, se dispuso a nombrar un Ejecutivo técnico y puente hasta nuevas elecciones, escenario que el M5S y la Liga salieron a conjurar con la firma el 18 de mayo de un Contrato para el Gobierno del Cambio de signo euroescéptico (su borrador preveía un polémico mecanismo, finalmente descartado, para poder sacar a Italia del euro) y fiscalmente expansivo (renta y pensión de ciudadanía, jubilaciones anticipadas, salario mínimo legal, bajada de impuestos, más ayudas a las familias), y la presentación el día 21 de la candidatura de Conte (cuyo nombre ya había sido propuesto por Di Maio para una cartera de "Administración Pública, Desburocratización y Meritocracia"). Dos días después, con muchas dudas de la idoneidad del profesor por su perfil discreto y las noticias sobre su currículum universitario inflado, Mattarella trasladó formalmente a Conte el encargo de formar el nuevo Gobierno.

Italia, aun con las bolsas en números rojos y la prima de riesgo por encima de los 200 puntos básicos, parecía haber salido del laberinto poselectoral. El 27 de mayo, sin embargo, Mattarella, en una decisión delicada, vetó la adjudicación del Ministerio de Economía al euroescéptico Paolo Savona y Conte, sintiéndose desautorizado, devolvió el mandato al jefe del Estado. En la jornada siguiente, Mattarella, blanco de las iras de Di Maio y Salvini, que le acusaban de "entregar las instituciones" a Bruselas y los mercados burlando la voluntad de los electores, hizo una encomienda alternativa a Carlo Cottarelli, economista vinculado al FMI, para que pilotara un Gabinete puramente técnico, sin soporte parlamentario y vida breve, la justa para convocar segundas elecciones. Tampoco este fue el último volantazo de la peripecia, sin duda una de las peores crisis institucionales de la posguerra: temeroso de un ascenso estratosférico en las urnas de la Liga, que estaba capitalizando la explosión popular de enfado nacionalista, Di Maio se avino a retomar el pacto con Salvini, manteniendo a Conte para primer ministro pero descartando al problemático Savona para Economía.

El 31 de mayo Cottarelli, sabedor de que ningún partido estaba dispuesto a apoyarle en la Cámara, entregó el mandato a Mattarella y entonces este se lo volvió a pasar a Conte, quien el 1 de junio tomó posesión del Consejo flanqueado por los viceprimeros ministros Di Maio, de paso responsable de Desarrollo Económico, Trabajo y Políticas Sociales, y Salvini, a la sazón ministro del Interior. Dos independientes, Enzo Moavero Milanesi y Giovanni Tria, tomaron las carteras de Exteriores y de Economía y Finanzas, mientras que Savona se quedó con un puesto menor, Asuntos Europeos. Seguía en pie el Contrato firmado por los dos partidos, que entre otras cosas proclamaban su intención de reducir la descomunal deuda pública italiana, equivalente al 132% del PIB, "no mediante intervenciones fiscales y austeridad", sino "a través del crecimiento de la economía". Precisamente aquí, el país de la UE que menos creció en 2017, el 1,5%, un punto menos que el promedio de los socios.

En su exposición de intenciones para obtener la preceptiva confianza del Parlamento, Conte confirmó que su Gobierno se atendría a la "hoja de ruta" contenida en el contrato programático del 18 de mayo, prometió un "cambio radical" en Italia y aceptó las imputaciones a su equipo de "populismo" y "antisistema", si es que lo primero significaba "escuchar las necesidades de la gente" y lo segundo traer "un nuevo sistema que acabe con los viejos privilegios". También, hizo votos por una "Europa más fuerte y justa", aunque con matices, como el de una Unión Económica y Monetaria que "proteja a los ciudadanos" y una "apertura a Rusia" que pase por el levantamiento de las sanciones. "Pondremos fin al negocio de la inmigración, que ha crecido sin medida bajo el manto de la falsa solidaridad", añadió Conte en su discurso en el Senado, pronunciado justo después de afirmar Salvini desde Sicilia que Italia no podía "transformarse en el campo de refugiados de Europa".


(Texto actualizado hasta junio 2018)

Giuseppe Conte procede del entorno rural de la provincia meridional de Apulia y es hijo de un matrimonio de clase media formado por un secretario municipal y una maestra de escuela primaria. Tras terminar el bachillerato en el Liceo Clásico Pietro Giannole de San Marco in Lamis, localidad próxima al hogar de la familia en la provincia de Foggia, el joven Conte inició en la Universidad de Roma La Sapienza los estudios que le permitirían convertirse en abogado civil. En 1988 obtuvo la licenciatura en Jurisprudencia con distinción y en los 12 años siguientes se dedicó a profundizar su instrucción en Derecho y a impartir docencia eventual, con motivo de cursos lectivos, a la espera de que le saliese una plaza fija de profesor universitario.

Entre 1992 y 1993 disfrutó de un beca en el Consejo Nacional de Investigación (CNR) y, de acuerdo con el extenso currículum personal difundido por los medios cuando su primera designación para el cargo de primer ministro de Italia en mayo de 2018, realizó cortas estadías formativas en las universidades estadounidenses de Yale y Duquesne, así como en el Internationales Kulturinstitut (IKI) de Viena. Según este mismo historial de méritos académicos, a lo largo de la década de los noventa Conte dio clases en dos centros de la capital del país, la Universidad de Roma III (Tre) y la Libera Università Maria SS. Assunta (LUMSA), además de en la Università degli Studi di Sassari (UniSS), en Cerdeña, y la Universidad de Malta. Empezó a confeccionar una copiosa bibliografía de autor sobre diversas cuestiones encuadradas en la rama privada del Derecho y todavía halló tiempo para practicar la abogacía en varios bufetes de Roma.

En 2001 Conte, con 37 años y sin el título de doctor, consiguió por fin el despacho de profesor, un puesto de asociado de Derecho privado adscrito al Departamento de Ciencia Jurídica de la Università degli Studi de Florencia (UniFI); dos años después, firmó el contrato de profesor ordinario con la UniFI. Entre medio, en 2002, abrió en Roma un despacho de abogados con su colega Guido Alpa. Fuera de la casa de estudios toscana, Conte dio lecciones en la Libera Università Internazionale degli Studi Sociali Guido Carli (LUISS) y la Libera Università degli Studi San Pio V (hoy, Università degli Studi Internazionali, UNINT), ambas en Roma.

Comenzó entonces para Conte una etapa de consolidación profesional cuya descripción curricular, publicada en la web de la UniFI, iba a ser puesta bajo escrutinio y cuestionada casi dos décadas más tarde: en el momento de su subida, súbita y accidentada, al más alto escalafón político de la República Italiana a instancias de los partidos, socios de un Gobierno de coalición en ciernes, Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Liga Norte (LN).

Así, según él, sus salidas de "perfeccionamiento" académico al extranjero prosiguieron en la primera década del siglo con estadías en la Sorbona, el Girton College de la Universidad de Cambridge y la Universidad de Nueva York (NYU). Sin embargo, en mayo de 2018, tras producirse su designación al frente del Consejo de Ministros por el presidente de la República Sergio Mattarella, el periódico estadounidense The New York Times informó que el nombre del italiano no constaba en los archivos de la NYU, ni como estudiante ni como profesor visitante. La misma situación se reportó con respecto a la Universidad Duquesne de Pittsburgh, la Universidad de Malta y el IKI de Viena (la Universidad de Yale sí confirmó una estancia de tres meses en 1992).

Aunque ajeno a cualquier actividad de tipo político partidista y por ende independiente (en 2018 dijo que había sido un "votante de la izquierda" antes de aproximarse al M5S), Conte, en paralelo a sus quehaceres de profesor y abogado en relación con los derechos civil, de familia, mercantil y societario, sí desarrollo labores de servicio al Estado. Por ejemplo, entre 2010 y 2011 el jurista se sentó en el Consejo de Administración de la Agencia Espacial Italiana (ASi) y en 2012 fue adjuntado por el Banco de Italia a la oficina del Arbitro Bancario Finanziario (ABF), instancia pública dedicada a la resolución extrajudicial de controversias entre los bancos y sus clientes. Más tarde, en septiembre de 2013, el Parlamento, a iniciativa del M5S, le designó miembro del Consiglio di Presidenza della Giustizia Amministrativa (CPGA), el órgano de autogobierno de la magistratura administrativa italiana, del que llegó a ser vicepresidente.

Adicionalmente, el profesor integró varias comisiones estatales de reforma legal y de liquidación de empresas. En esta función técnica y asesora, Conte, un católico devoto de San Pío de Pietrelcina, separado y padre de un niño, deslizó unas opiniones contrarias al exceso de burocracia y favorables tanto a la simplificación del marco normativo como al impulso de la cultura meritocrática. Por otro lado, Conte se unió a la Comisión Cultural de Cofindustria, el principal gremio patronal italiano, y en 2009 figuró entre los fundadores del Osservatorio sugli Effetti Economici della Legislazione, una asociación interesada en promover las reformas económicas en el país. Fuera de las aulas, se vinculó a la Associazione Civilisti Italiani, la Academia Internacional de Derecho Mercantil y de Protección al Consumidor (IACCL) y el Consejo de la Abogacía Europea (CCBE), entre otros colectivos.

(Cobertura informativa hasta 10/6/2018)