Enda Kenny

La peor crisis económica y financiera en la historia de Irlanda forzó en febrero de 2011 la alternancia electoral en favor del partido liberal-conservador Fine Gael, cuyo líder desde 2002, Enda Kenny, formó gobierno el 9 de marzo en coalición con los laboristas. Diputado desde 1975 y con doce legislaturas a sus espaldas, Kenny sacó a su agrupación de un travesía de 14 años en la oposición menos por méritos propios que por el descrédito del durante muchas décadas poderoso Fianna Fáil, el rival tradicional en el centro-derecha, ahora desmoronado en las urnas. Por primera vez en sus 78 años de historia, el Fine Gael dejó de ser el eterno segundo y conquistó la posición de primera fuerza del Dáil.

El nuevo Taoiseach recogió las riendas ajironadas del extinto tigre céltico, el modelo nacional de fuertes crecimiento y generación de riqueza basado en los bajos impuestos, las subvenciones comunitarias y el crédito fácil, que terminó saltando por los aires en 2008 con el colapso de liquidez de los principales bancos del país a raíz de pinchar la burbuja inmobiliaria. Para evitar la quiebra del sistema financiero, el Estado aplicó una capitalización-nacionalización de las entidades insolventes, pero las inyecciones masivas de dinero público no resultaron suficientes y a finales de 2010 Dublín, acosado por los mercados de deuda soberana, tuvo que resignarse a un traumático paquete de rescate concertado con la UE y el FMI.

Tras criticar duramente la gestión de su predecesor del Fianna Fái, Brian Cowen, Kenny, ante la responsabilidad de gobernar, se ha comprometido con la aplicación de un severo plan de ajuste para devolver a niveles racionales el exorbitante déficit público, del 32% del PIB —mientras el paro roza el 15% y la economía comienza a salir de la recesión, luego de retroceder el 12% en tres años—, pero poniendo más énfasis en el recorte de gastos que en las alzas fiscales; de hecho, ha prometido no subir ni el impuesto sobre la renta ni el de sociedades. Asimismo, reclama una revisión de las condiciones del salvamento europeo, que asciende a los 85.000 millones de euros en préstamos.

(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 16/6/2011. Tras las elecciones del 26/2/2016, vueltas a ganar por el Fine Gael pero con una importante pérdida de escaños, Enda Kenny formó el 6/5/2016 un segundo Gobierno, esta vez monocolor y de minoría. Kenny anunció su dimisión como líder del Fine Gael el 17/5/2017. El 2/6/2017 Leo Varadkar fue elegido nuevo líder del partido y 12 días después recibió de Kenny la jefatura del Gobierno de Irlanda).

1. Un largo recorrido en las filas del Fine Gael
2. Líder de la oposición irlandesa durante el crash financiero
3. Derrumbe electoral del Fianna Fáil y subida al Gobierno en alianza con los laboristas


1. Un largo recorrido en las filas del Fine Gael

Hijo del futbolista y político Henry Kenny, diputado del Dáil, la Cámara baja del Parlamento irlandés, desde 1954 en las filas del partido Fine Gael, recibió la formación escolar en su condado natal, Mayo, y luego pasó por las aulas del St Patrick's College of Education de Dublín y el University College de Galway, aunque en su currículum no consta que obtuviera ningún título universitario.

La prensa irlandesa menciona un único trabajo profesional del veinteañero, uno de maestro en una escuela local, pero esta actividad quedó interrumpida en septiembre de 1975 a raíz de la muerte de su padre, víctima de un cáncer a los 62 años, en cuya campañas electorales ya había tomado parte. Entonces, el Fine Gael, dentro de una tradición nacional que favorece la transmisión del mandato parlamentario de padres a hijos, invitó a Kenny a candidatear al escaño vacante, Mayo West. El huérfano no se lo pensó dos veces y, con el 52% de los votos, ganó la elección parcial celebrada el 12 de noviembre. Con tan sólo 24 años, Kenny debutó en la Asamblea de Dublín como el Teachta Dála más joven. En esos momentos, el Fine Gael, tras pasarse un largo período en la oposición, se hallaba en el Gobierno de la mano de su líder desde 1965, Liam Cosgrave, y en coalición con el Partido Laborista (LP).

En la década siguiente, Kenny sirvió en el Dáil como un discreto miembro de la bancada del Fine Gael, que en julio de 1977 regresó a la oposición como resultado del triunfo electoral de su rival histórico en el campo republicano conservador, el Fianna Fáil, encabezado por Jack Lynch. Esta situación no cambio sustancialmente tras el retorno al poder en junio de 1981 de la coalición Fine Gael-LP, con el sucesor de Cosgrave, Garret FitzGerald, como Taoiseach o primer ministro. En febrero de 1986 FitzGerald le reclutó para el Ejecutivo concediéndole un ministerio (secretaría) de Estado para Asuntos de la Juventud adjunto a los departamentos (ministerios) de Educación y Trabajo, pero los comicios de febrero de 1987, precipitados por la ruptura con los laboristas, depararon un fuerte varapalo al Fine Gael, que hubo de ceder el turno al Fianna Fáil de Charles Haughey.

En sus legislaturas sexta y —desde junio de 1989— séptima, Kenny fue perfilando su posición en la bancada del Fine Gael, en cuyo front bench desempeñó diversas portavocías de área. Al constituirse el Dáil salido de las elecciones de noviembre de 1992, vueltas a perder por el partido, el entonces líder, John Bruton, le promocionó al puesto de chief whip, el diputado encargado de vigilar la disciplina del voto del grupo parlamentario. Aquel mismo año Kenny contrajo matrimonio con Fionnuala O'Kelly, una periodista que trabajaba como agente de prensa del Fianna Fáil en la sede del Parlamento; la pareja iba a tener tres hijos.

En noviembre de 1994, el Gobierno de coalición Fianna Fáil-LP, encabezado por Albert Reynolds, colapsó e Irlanda, en lugar de acudir a elecciones anticipadas, se dotó de un inédito Gabinete tricolor, el más orillado a la izquierda en la historia de la República, formado por el Fine Gael, los laboristas de Dick Spring y la Izquierda Democrática (DL) de Proinsias De Rossa. La llamada Rainbow Coalition tomó posesión el 15 de diciembre con Bruton de Taoiseach y Kenny de ministro de Turismo y Comercio. A pesar de sus realizaciones en el terreno económico y en el proceso de paz de Irlanda del Norte, el Gobierno Bruton no consiguió retener la mayoría en las elecciones del 6 de junio de 1997 por culpa de los desplomes de laboristas y demoizquierdistas (el Fine Gael, al contrario, ganó nueve escaños). Prevaleció la alianza entre el Fianna Fáil de Bertie Ahern y los Demócratas Progresistas (PD, derecha liberal) de Mary Harney, de manera que el 26 de junio Kenny y sus colegas fueron desalojados del Ejecutivo. En la legislatura entrante, Kenny representó a Mayo, circunscripción nueva, surgida de la fusión de Mayo East y Mayo West.

Aunque no figuró entre sus instigadores, Kenny aprovechó la dimisión de Bruton, maltratado por los sondeos de opinión, el 28 de enero de 2001 como líder del partido y la oposición para presentar su candidatura a una sucesión que fue provocada por el grupo de diputados capitaneado por Michael Noonan, ex ministro de Salud y ahora portavoz de Finanzas, el cual lanzó y ganó una moción de censura interna. Sin apoyos suficientes en la bancada, Kenny perdió la elección frente a Noonan el 9 de febrero. A continuación, el nuevo líder no asignó ninguna portavocía en el front bench al representante de Mayo, creando una situación de resquemor entre ambos.

Kenny no tuvo que esperar mucho para tomarse la revancha. En las elecciones generales del 17 de mayo de 2002 el Fine Gael sufrió un retroceso sensible en votos, del 27,9% al 22,5%, pero una pérdida sin precedentes de escaños, que pasaron de los 54 a los 31, 50 menos que el Fianna Fáil. El propio Kenny preservó el suyo por los pelos. Noonan dimitió de inmediato, abriendo las puertas a un proceso de elección interna. La votación del partido parlamentario, efectuada con la reserva acostumbrada en el Fine Gael —ni siquiera se informó del número de papeletas idas a cada candidato—, tuvo lugar el 5 de junio y esta vez Kenny se impuso a sus tres contrincantes, Richard Bruton, Gay Mitchell y Phil Hogan. El primero, quien fuera ministro de Empresas y Empleo en el Gobierno presidido por su hermano John, se convirtió en el número dos del partido en tanto que vicelíder y portavoz de Finanzas.

Al asumir el liderazgo del Fine Gael, Kenny se encontró ante las tareas de devolver la confianza a un partido desmoralizado y de contraponer un estilo y un discurso convincentes a un primer ministro, Ahern, que gozaba de mucha popularidad. Las expectativas de la formación opositora cobraron vuelo en las elecciones europeas del 11 de junio de 2004, cuando, por primera vez desde su creación en 1933, sacó más representación (pero no votos) que el Fianna Fáil en una elección nacional.

Vicepresidente del Partido Popular Europeo (PPE) desde marzo de 2006, Kenny se propuso poner al día los postulados de su partido, ubicado en el centro-derecha del espectro, conservador en lo social, conforme a los valores católicos, pero liberal en lo económico. Así, Kenny hizo hincapié en un doble discurso: el uno, progresista, en materia de gasto público sanitario y de protección de la infancia; el otro, más tradicional, de defensa de la ley y el orden, al propugnar el endurecimiento del Código Penal para los criminales comunes. El programa revisado del Fine Gael tomó el nombre de Contrato para una Irlanda mejor. Ahora bien, las diferencias ideológicas con el Fianna Fáil nunca habían sido grandes y esa realidad iba a continuar. El partido de Ahern seguía anclado en una ambigüedad centrista cuyo pragmatismo ideológico era habitualmente calificado, fuera de sus filas, de mero populismo apoyado en buenas dosis de clientelismo, si bien su política económica, en la práctica, venía siendo de tipo neoliberal.

Para las elecciones generales de 2007, Kenny forjó una Alianza por el Cambio con el LP de Pat Rabitte y a la que se orilló, pero sin comprometerse, el pequeño Partido Verde (GP) de Trevor Sargent, cuño puñado de escaños podía resultar decisivo en el desenlace de una competición que se prometía muy reñida. Kenny manifestó su convicción de que el Fine Gael podía, no sólo ganar las elecciones de la mano de los laboristas, sino desbancar de su sempiterna primacía parlamentaria al Fianna Fáil. A lo largo de la campaña, salvo en la última semana, cuando el oficialismo experimentó una remontada, los sondeos fueron claramente favorables a la Alianza por el Cambio.

Por un momento, pareció no dar más de sí el carisma de Ahern, bajo cuya década de gobierno Irlanda se había ganado el apelativo del tigre céltico por sus espectaculares tasas de crecimiento económico, sin parangón en Europa y el fruto de la combinación de unos agresivos descuentos fiscales a la inversión industrial volcada a la exportación, la afluencia de los fondos estructurales y de cohesión de la UE, y una mano de obra inmigrante tan abundante como barata. Ahora mismo, el ritmo productivo, aunque notable todavía, era más moderado, y adquiría mayor claridad el peso de una desmedida y peligrosa burbuja inmobiliaria, hinchada por el crédito abusivo, en la generación del PIB.

En los últimos tiempos, Kenny venía advirtiendo contra la evaporación del superávit de las cuentas públicas (del 3% en 2006) y el aumento de la inflación. El líder de la oposición consideraba insostenible la política fiscal del Gobierno, que, basándose en unas optimistas predicciones de crecimiento (2007 todavía iba a cerrar con una tasa del 5,6%), con una mano aumentaba el gasto público para sufragar sus proyectos de desarrollo y con la otra recortaba impuestos a las rentas medias y los cancelaba a las bajas, dinámica que calificó de electoralista. Además, permanecían los ecos del escándalo personal de Ahern, aflorado el año anterior, sobre las "donaciones" de grandes sumas de dinero por unos amigos empresarios en su etapa de ministro de Finanzas.

El 24 de mayo de 2007 Kenny y los suyos sufrieron una amarga decepción. Con el 27,3% de los votos y 51 escaños, el Fine Gael prácticamente recuperó el terreno perdido en 2002, pero esto distaba de ser suficiente, más porque los laboristas se quedaron estancados en los 20 diputados. Por el otro bando, el Fianna Fáil aguantó mucho mejor de lo esperado (77 escaños, cuatro menos) y Ahern, cimentando su fama de imbatibilidad, se aseguró la investidura por tercera vez consecutiva gracias a los votos de los PD y el GP. En el Dáil, Kenny, que a sus 56 años ya iba por su undécima legislatura, tomó el relevo al laborista Séamus Pattison como el diputado con más mandatos ininterrumpidos.

Menos de un año después, el 2 de abril de 2008, Kenny fue testigo de la dimisión forzada de Ahern, quien había previsto desprenderse de la jefatura del Gobierno y el liderazgo de su partido en septiembre de 2011, nueve meses antes del final de la legislatura, a modo de honroso colofón a su largo mandato. Ahern sucumbió a las presiones para que renunciara, ejercidas sobre todo por Kenny y el nuevo líder del laborismo, Eamon Gilmore, luego de quedar en entredicho el origen de parte de su patrimonio, en el punto de mira de una comisión parlamentaria que investigaba una serie de denuncias de presuntos cobros por destacados políticos de sobornos empresariales. A Ahern le sucedió el 7 de mayo su segundo de a bordo, Brian Cowen, antiguo ministro de Exteriores y actualmente titular de Finanzas y viceprimer ministro.


2. Líder de la oposición irlandesa durante el crash financiero

Entre 2008 y 2010 Kenny ejerció una oposición no especialmente destacada al Gobierno de Cowen, al que acuciaron problemas económicos y europeos de enorme magnitud. Pese al brutal desgaste del Fianna Fáil, al líder del Fine Gael le costó proyectarse ante la opinión pública como un primer ministro alternativo para Irlanda, a la luz de unas encuestas que valoraban su figura en términos más bien mediocres, incluso entre los propios militantes del partido.

El Fine Gael, formación de firmes convicciones europeístas, hizo una piña con el tripartito gobernante en la petición del sí en el referéndum sobre la enmienda constitucional que exigía la ratificación nacional del Tratado de Lisboa. Celebrada la consulta el 12 de junio de 2008 con resultado negativo, el Fine Gael no pudo sustraerse del fracaso colectivo que la victoria del no entrañó para los principales partidos irlandeses. Luego, el Fine Gael respaldó las negociaciones del Gobierno con la UE, por las que Dublín obtuvo garantías legales para ciertas excepciones específicas de Irlanda en el Tratado, así que reiteró su llamamiento al voto afirmativo en el segundo referéndum del 2 de octubre de 2009, este ya con resultado aprobatorio.

En el otro frente, el económico-financiero, cuyo agravamiento se aceleró vertiginosamente en el segundo trimestre de 2008, las coincidencias con el oficialismo fueron mucho menores En enero de 2009, con Irlanda sumida ya en una profunda recesión (la primera nacional en un cuarto de siglo, se trataba también de la primera declarada en la eurozona desde el inicio de la tormenta de las hipotecas subprime en Estados Unidos) por el desplome del negocio de la vivienda y la contracción de las inversiones y el consumo de resultas de la crisis de liquidez bancaria, y luego de extenderse la garantía estatal al 100% de los depósitos en los seis principales bancos del país, el Fine Gael votó en contra de la legislación de emergencia aprobada por el Ejecutivo para nacionalizar el Anglo Irish Bank, en la picota tras admitir que había ocultado la concesión de préstamos por valor de 87 millones de euros, alegando que la drástica medida no era del todo transparente.

Kenny no rechazaba el principio de la intervención en sí, pero cuestionaba el procedimiento. La nacionalización del Anglo Irish Bank, todo un símbolo del desbarajuste irlandés, había sido comunicada por el ministro de Finanzas, Brian Lenihan, al poco de anunciar un plan de recapitalización (una inyección de 1.500 millones de euros, traducida en la adquisición por el Estado del 75% del accionariado) que resultaba claramente insuficiente.

Las masivas reflotaciones del Anglo Irish Bank, el Bank of Ireland y el Allied Irish Banks con dinero público para avalar sus deudas y evitar que quebraran repercutieron automáticamente en el déficit público, que del 7,3% del PIB registrado en 2008 pasó a un exorbitante 14,3% en 2009, la tasa más alta de la UE, y dañaron en consonancia las calificaciones de solvencia de la deuda soberana, cuyas emisiones eran vitales para las menguadas arcas del Estado. En abril de 2009, ante lo crítico de la situación, el Gobierno del Fianna Fáil sometió al Dáil un suplemento urgente al presupuesto para el año en curso aprobado en octubre de 2008; extremadamente duro, el presupuesto adicional contemplaba recortes draconianos en el gasto y una subida general de impuestos. Aunque achacaron al Gobierno falta de reflejos para manejar la crisis y valoraron su proceder de "desastroso", Kenny y su grupo se resignaron al paquete presupuestario de emergencia.

Las elecciones europeas y municipales del 5 de junio de 2009 marcaron un hito en la historia del Fine Gael, que, por primera vez, superó en votos al Fianna Fáil, siendo la ventaja más acusada en las votaciones locales. Crecido, Kenny anunció la presentación de una moción de censura contra un Gobierno que había perdido la "credibilidad" y la "autoridad" para continuar adelante, pero el 10 de junio Cowen se anticipó al desafío sometiéndose a una moción de confianza, que ganó. El fracaso en el Dáil pasó factura a Kenny, contra el que empezó a articularse un movimiento de oposición en el partido parlamentario.

El 10 de junio de 2010, con el país consternado por el descubrimiento de que los agujeros contables del Anglo Irish Bank eran mayores de lo anunciado en un principio, por el aumento imparable del riesgo-país (el diferencial del bono irlandés a 10 años frente al alemán) y por la explosión del desempleo, que superaba ya el 13% (frente al 4,6% de 2007), la publicación de un sondeo que identificaba al LP como el partido más popular a costa del Fine Gael desencadenó en el front bench un principio de motín contra Kenny.

La reacción de este fue fulminante: destituyó al vicelíder, Richard Bruton, quien no ocultaba sus aspiraciones a sucederle si triunfaba la conjura, y lanzó el órdago de una votación de confianza, de la que salió airoso. Una vez removido el peligro de defenestración, Kenny adoptó una actitud parcialmente conciliadora y mantuvo en el front bench a varios de los disidentes. Fue el caso de Bruton, si bien relegándole a la portavocía de Empresas, Empleo y Planificación. El nuevo vicelíder era James Reilly y la portavocía de Finanzas pasó a Michael Noonan. En medio de esta crisis interna del Fine Gael, el 15 de junio, el Gobierno obtuvo un balón de oxígeno al ganar una segunda moción de confianza en el Dáil.

En los siguientes meses, la cuantificación del rescate por el Estado del Anglo Irish Bank en hasta 45.000 millones de euros, lo que iba a disparar el déficit público a un increíble 32% del PIB y elevar la deuda pública hasta casi el 100%, llevó a las agencias de calificación a rebajar aún más la nota de la deuda soberana irlandesa, a la que los mercados exigían una rentabilidad a todas luces insostenible. Al comenzar noviembre, los gobernantes del Fianna Fáil salieron al paso de los análisis sobre que Irlanda no iba a tener más remedio que recurrir al salvavidas financiero del FMI y la UE asegurando que el Ejecutivo disponía de margen suficiente para esquivar ese socorro extraordinario. Al restar gravedad al problema, Cowen y Lenihan traslucían su temor a las repercusiones electorales de una salida muy impopular que sería percibida como una cesión de cotas de soberanía en la política fiscal.

Pero las presiones de las instituciones y los gobiernos de la UE, muy preocupados por las turbulencias en la eurozona, ya zarandeada peligrosamente sólo por el colapso griego, fueron a más. El 17 de noviembre, en vísperas de la llegada a Dublín de una delegación conjunta del Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el FMI, Cowen reconoció la existencia de "discusiones sensatas y preventivas", pero todavía negó que estuviera ultimándose una operación internacional de rescate.

Kenny, como la gran mayoría de los irlandeses, no se lo creía. Sin morderse la lengua, el líder opositor acusó al Taoiseach de "faltar a la verdad" y de "traicionar al país", e insistió en que el inminente paquete de ayuda no era una "inevitabilidad", sino el fruto de la "incompetencia" del Gobierno, cuya "incapacidad para liderar el país se ha traducido en la más caótica gestión de los asuntos de la población desde la fundación del Estado". Por todo ello, por sacar la "bandera blanca" y por "tirar la toalla" ante una delegación foránea que venía a "dictar las condiciones del salvamento", reclamó a Cowen su inmediata dimisión. El 19 de noviembre el atribulado primer ministro, finalmente, reconoció que habría rescate. La petición formal de ayuda a la UE y el FMI se realizó el 22 de noviembre.

El anuncio por los verdes, ese mismo día, de que su participación en el Gobierno caducaría en cuanto se concretara el plan de ayudas internacionales y se aprobaran un plan de ajuste cuatrienal y los presupuestos de austeridad para 2011, tras lo cual sólo cabía la disolución del Parlamento y la celebración de elecciones anticipadas en enero, fue admitido como una agenda válida por Cowen, pero Kenny exigió que la convocatoria electoral se hiciera ya mismo. El Fine Gael desdeñó como el producto de "un gobierno títere que hace lo que le dicen el FMI, la Comisión Europea y el BCE" los presupuestos presentados al Dáil el 7 de diciembre; los más severos de que se tenía memoria, los presupuestos de 2011 incluían subidas de impuestos y medidas de ahorro por valor de 6.000 millones de euros. El propósito de gastos e ingresos para los próximos doce meses se enmarcaba en un más amplio plan de austeridad para el período 2011-2014 y por valor de 15.000 millones, con el que las descalabradas cuentas del Estado debían regresar al tope de déficit, fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, del 3%.

El denominado Plan Nacional de Recuperación (NRP) contemplaba sendas bajadas del salario mínimo y las pensiones, la eliminación de 25.000 puestos laborales en el sector público, recortes en los subsidios, la ampliación de la base fiscal —obligando a tributar a parte de quienes, por ser sus rentas bajas, estaban exentos— y una cascada de alzas en los impuestos directos e indirectos que, en principio, no afectaba al impuesto de sociedades, pieza clave de las pasadas hazañas del tigre céltico y que el Gobierno se resistía a poner al nivel de la vecindad europea. Kenny fue especialmente enfático en concebir el impuesto de sociedades como una línea roja que no debía ser traspasada.

El 28 de noviembre la UE aprobó para Irlanda una línea de crédito y avales de 85.000 millones de euros procedentes de la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (MEEF, como el anterior, creado meses atrás por los 16 gobiernos de la eurozona para socorrer a Grecia), el FMI y préstamos bilaterales. El 40% de la cantidad se destinaría a tapar los boquetes en el capital en la banca privada y el resto a sostener el presupuesto nacional. El 15 de diciembre el Dáil dio luz verde al paquete pactado, pero el grupo de Kenny amenazó con renegociarlo si llegaba al Gobierno.


3. Derrumbe electoral del Fianna Fáil y subida al Gobierno en alianza con los laboristas

Cowen, políticamente acabado, aguantó en el puesto dos meses más de lo previsto, pero su despedida fue agónica. El 20 de enero de 2011, acuciado por el ruido de sables en su propio partido y por la cascada de críticas a una remodelación ministerial con tufillo electoralista, el Taoiseach fijó el 11 de marzo como la fecha para la cita con las urnas; dos días después, renunciaba al liderazgo del Fianna Fáil, en el que pasó el testigo al recién dimitido ministro de Exteriores, Micheál Martin. El último clavo en el ataúd del vigésimo octavo Gobierno de Irlanda lo introdujo el GP, que retiró a sus dos ministros el 23 de enero. Al quedar en minoría, el Fianna Fáil hubo de negociar con la oposición la aprobación por las dos cámaras del Parlamento de la ley de financiación que acompañaba a los presupuestos y el NRP. Superado el trámite, sin más demora, Cowen declaró concluida la legislatura el 1 de febrero y convocó a comicios para el día 25.

Los sondeos pronosticaban el desmoronamiento del Fianna Fáil y la vuelta al poder del Fine Gael; Kenny sería con seguridad el próximo Taoiseach, el primero de su partido por méritos electorales desde la victoria de FitzGerald en 1982, pero, muy probablemente, al no parecer el Fine Gael capaz de conquistar la mayoría absoluta, en coalición con el LP, con el que seguía vigente el acuerdo adoptado en septiembre de 2004.

En su programa, el aspirante a primer ministro fue muy categórico en dos puntos: la subida del impuesto sobre las rentas de trabajo, prevista por el NRP, no sería aplicada en ningún caso, y las condiciones del paquete de rescate europeo, en particular los "punitivos" tipos de interés de los préstamos, tendrían que ser renegociadas. A su entender, lo acordado por el Gabinete saliente era "un mal trato para Irlanda y un mal trato para Europa". El Fine Gael, eso sí, hacía suyo el objetivo de achicar el monstruoso déficit público al 3% de aquí a 2014. Para conseguirlo, el 73% del esfuerzo de austeridad debía proceder del recorte del gasto y sólo el 27% de las subidas impositivas.

El 25 de febrero de 2011 los irlandeses se pronunciaron con contundencia histórica: el Fine Gael fue el ganador de las elecciones con el 36,1% de los votos y 76 escaños, sus mejores resultados desde 1981. Para los de Micheál Martin, en cambio, la derrota tuvo dimensiones de hecatombe: el partido gobernante se despeñó al 17,4% de los votos y los 20 escaños, unas cuotas insólitamente escuálidas para la formación que había sacado el mayor número de papeletas en todas las elecciones generales, 24 nada menos, habidas desde 1932, casi siempre más del 40% de los votos. Ahora, el Fianna Fáil pasó directamente al tercer lugar al ser superado por los laboristas, receptores del 19,4% de los sufragios y 37 escaños.

Eufórico, Kenny emprendió negociaciones formales con Gilmore y el 5 de marzo los líderes pudieron cerrar el acuerdo. El laborista sería el viceprimer ministro (Tánaiste) y su partido tendría cinco de los 15 ministerios, los de Exteriores y Comercio (para el propio Gilmore), Protección Social, Educación y Aptitudes, Comunicaciones, Energía y Recursos Naturales, y Gasto Público y Reforma, tratándose este último de un departamento nuevo desgajado del Ministerio de Finanzas. Los principales lugartenientes de Kenny en el partido, Noonan, Bruton y Reilly, tomaron respectivamente las carteras de Finanzas, Empleo y Salud.

El consenso requirió varias concesiones mutuas, como el retraso hasta 2015 del objetivo de déficit del 3%, que a los laboristas les habría gustado postergar hasta 2016. También, en la reestructuración de las plantillas de funcionarios, donde los puestos a suprimir serían como máximo 25.000 hasta 2015, lo que suponía un término medio entre los 30.000 contemplados por el socio conservador y los 18.000 preferidos por el izquierdista. Hubo acuerdo también en dejar intactos el polémico impuesto de sociedades del 12,5%, que era la mitad de la media europea y cuya elevación Francia y Alemania solicitaban a cambio de la ayuda financiera, así como los tramos del impuesto sobre la renta. El IVA no superaría el 23%. Otra piedra angular del documento era la voluntad de renegociar los términos del paquete de salvamento con el UE y el FMI. El programa de gobierno contemplaba también una reforma política y constitucional para abolir el Senado, reducir el número de diputados del Dáil, revisar el complejo sistema electoral, rebajar de siete a cinco los años de mandato del presidente de la República y abordar el matrimonio homosexual.

Se trataba de la séptima vez desde 1948 que estos partidos, moderadamente alejados en el terreno ideológico, gobernaban juntos. El 9 de marzo el nuevo Dáil, por 117 votos contra 27 más 22 abstenciones, invistió como Taoiseach a Kenny, que tomó sus credenciales en el despacho de la presidenta de la República, Mary McAleese. En su discurso a los diputados, Kenny apeló a la esperanza con palabras solemnes: "Vivimos tiempos sin precedentes, pero creo que para Irlanda la presente crisis es la hora oscura que precede al amanecer (…) Este es el primer día de un viaje a un futuro mejor. Y ese futuro será realidad cuando Irlanda pueda de nuevo ser la dueña de su destino (…) Nuestro pueblo no merece menos. El reto es en verdad la llamada de Irlanda. El Gobierno y yo intentaremos dar respuesta a esa llamada y hacer de la nuestra una nación orgullosa, próspera y respetada de nuevo. Ese trabajo comienza hoy".

Kenny se estrenó en el cargo con una profunda poda de los gastos corrientes del Gobierno, en la línea de la reforma política contemplada por el programa bipartito, lo que incluyó la bajada de los salarios de sus miembros. El 11 de marzo el Taoiseach acudió a su primer Consejo Europeo, una cumbre extraordinaria en Bruselas para la adopción del Pacto por el Euro, donde sostuvo un duro enfrentamiento con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, a propósito del impuesto de sociedades irlandés. Pese a la presión ambiental, el debutante se mantuvo firme en la defensa de la tributación baja de las multinacionales asentadas en Irlanda, vital para la recuperación económica. Dicho sea de paso, iba a saberse ahora que el PIB, luego de salir el país de la recesión en el tercer trimestre de 2010, había vuelto a contraerse en el cuarto trimestre, un 1,6%. El balance de tres años seguidos, 2008, 2009 y 2010, de recesión era un crecimiento negativo del -12,1%. El paro, por las nubes, rozaba ahora mismo el 15%.

Días después, en el Consejo Europeo ordinario de Bruselas, el Taoiseach explicó que, por respeto a los contribuyentes, era menester involucrar a los tenedores de bonos en el socorro de los bancos insolventes, compartiendo con el Estado los costes de su capitalización. Kenny empleó la expresión "quemar" los fondos. Al BCE, por otro lado, le instó a que fuera liberando a buen ritmo las ayudas con el fin de permitir a las entidades intervenidas conceder nuevos créditos, no sólo para reponer sus niveles de reservas.

Sin embargo, el 31 de marzo, luego de publicar el Banco Central de Irlanda los resultados de sus pruebas de resistencia a los bancos Irish Life & Permanent, Bank of Ireland, Allied Irish Banks y Educational Building Society, los cuales necesitarían 24.000 millones de euros adicionales para mantenerse a flote, Kenny anunció que el Estado suministraría todos los fondos necesarios para asegurar la solvencia de las entidades y descartó por "no razonable ni lógico" que los inversores privados tuvieran que pagar parte del desaguisado. Noonan, además, anunció una reestructuración del sistema financiero, "demasiado grande" para el tamaño real de la economía de Irlanda, subrayó el ministro, tendente a la creación de dos grandes grupos bancarios privados.

(Cobertura informativa hasta 1/4/2011)