Ekrem Imamoglu

La especial situación que vive Turquía en 2019 ha atraído sobre las votaciones municipales de Estambul, en otras circunstancias un proceso electoral secundario, el foco de la expectación internacional, que las considera un decisivo test de democracia. Su principal protagonista es Ekrem Imamoglu, candidato del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata y secular, continuador de la tradición kemalista) y de la alianza opositora Millet (Nación), quien pugna por conquistar la alcaldía de la principal ciudad del país y la mayor metrópolis de Europa al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista), la formación del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Concurriendo con un programa de cambio basado en el incremento del gasto social, la supresión de costes corrientes considerados superfluos, la configuración de una urbe "accesible" para los ciudadanos, la creación de empleo y la transparencia gestora, Imamoglu, que viene de practicar estas políticas en sus cinco años como competente alcalde de Beylikdüzü (uno de los 39 distritos estambulíes), fue declarado triunfador, bien que por la mínima, en la elección local del 31 de marzo sobre el postulante del oficialismo, el ex primer ministro y ex presidente de la Asamblea Nacional Binali Yildirim, lugarteniente de Erdogan y político mucho más curtido que él. En la misma jornada, sobre la que gravitó el creciente malestar de las clases urbanas por el impacto de la recesión económica, el CHP arrebató al AKP la capital del Estado, Ankara, y otras grandes ciudades, aunque en el cómputo global la poderosa agrupación del Gobierno ganó la partida, como en los otros 13 procesos electorales disputados desde 2002.

La escasísima diferencia de votos, menos de 14.000 sobre 8,5 millones de papeletas válidas, empujó al AKP a impugnar la elección del alcalde aduciendo unas supuestas irregularidades. Imamoglu, distinguido por sus maneras dialogantes y no divisivas, llegó a tomar posesión del Municipio Metropolitano de Estambul (IBB), pero tan solo 19 días después, el 6 de mayo, el Consejo Electoral Supremo (YSK), sensible a las presiones del Gobierno, declaró nula la votación, despojó a Imamoglu de su acta de edil y convocó para el 23 de junio la repetición de su contienda en las urnas con Yildirim. El damnificado acusó al YSK de "usurpar la voluntad de los votantes" bajo el dictado de Erdogan, a la vez que el jefe del CHP, Kemal Kiliçdaroglu, y otros indignados conmilitones hablaban de "golpe de Estado civil" y "dictadura clara". Sin embargo, Imamoglu aceptó el órdago que se le imponía en la convicción de que los electores volverían a apostar por él para mejorar su "calidad de vida", sacar a Estambul de su virtual quiebra financiera y hacer de ella una ciudad "justa y bonita".

El caso es que las figuras de Imamoglu y Erdogan, cuya deriva personalista e intolerante, junto con el programa reislamizador del AKP, están transformando Turquía y generando muy fuertes tensiones sociales, presentan algunos sorprendentes paralelismos, posiciones ideológicas contrapuestas al margen. Ambos provienen del mundo de los negocios y la empresa privada, y el primero no deja de mirarse en el espejo del segundo, pues Erdogan debe su encumbramiento en la política nacional hace ahora 16 años a su etapa previa en la política municipal precisamente como alcalde (1994-1998) de esta emblemática e influyente urbe, encrucijada cosmopolita de Eurasia. El republicano, incluso, sugiere que si a él le llegara a pasar lo que al líder islamista en 1999, es decir, el arresto, el castigo judicial y una aureola de represaliado político denunciada por las organizaciones de derechos humanos e impactante para los votantes, eso bien podría facilitarle el trampolín a la Presidencia de la República en un hipotético futuro.

De todo ello es plenamente consciente Erdogan, quien ya advirtió en el pasado que "el que gana Estambul, gana Turquía". De ahí la decisión del presidente, bastante arriesgada en términos de credibilidad política y de hecho un reflejo de inseguridad, de retener Estambul, gobernada por su colectividad desde 1994, prácticamente a cualquier precio.


(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 18/6/2019. En la repetición el 23/6/2019 de la elección municipal en Estambul, Ekrem Imamoglu, candidato del CHP y la Alianza Nación, volvió a ganar a su adversario del AKP y la Alianza Popular, Binali Yildirim, con más votos (el 54,2%) que en la primera elección del 31/3. En consecuencia, Imamoglu reasumió la alcaldía el 27/6/2019. El 14/12/2022 el alcalde fue condenado a una pena de 31 meses de prisión y a una inhabilitación política de igual duración por el cargo de "insultar" a los miembros del Consejo Electoral Supremo).

Aunque su figura política está indisolublemente unida la gran urbe del Bósforo, Ekrem Imamoglu procede de la provincia oriental de Trabzon (Trebisonda), en la costa anatolia del mar Negro. Tras terminar la escuela marchó con sus padres a Estambul e ingresó en la Universidad local a fin de capacitarse para dirigir los negocios de la familia, contratistas del ramo de la construcción. A principios de la década de los noventa obtuvo una diplomatura en Administración de Empresas en Inglés, seguida de una licenciatura en Gestión de Recursos Humanos, tras lo cual se incorporó a la conducción de las sociedades familiares. No obstante, siguió vinculado a su tierra natal, en particular a través del deporte, llegando a ser en 2002 gerente del club Trabzonspor de la Superliga turca de fútbol y, años después, fundador y vicepresidente del club hermano de baloncesto, el Trabzonspor B.K.

En 2008 Imamoglu se dio de alta en la militancia del Partido Republicano del Pueblo (Cumhuriyet Halk Partisi, CHP), fuerza socialdemócrata continuadora de la tradición kemalista y que en esos momentos, bajo el liderazgo de Deniz Baykal, vivía su segunda legislatura en la oposición al islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía desde 2003. Una vez afiliado al CHP, la progresión del joven empresario de la construcción en el ambiente político estambulí discurrió con rapidez.

Activo en las juventudes del CHP (Gençlik Kollari), en 2009 fue nombrado presidente de la sección del partido en Beylikdüzü, tranquilo distrito costero, asomado al mar de Mármara, de la parte europea de Estambul. Con cerca de 200.000 vecinos de las clases media y media-alta, y con un trazado urbano ordenado y moderno, Beylikdüzü era un distrito fundamentalmente residencial, aunque en los últimos años estaba ganando mucho atractivo también como área comercial y recreativa.

Adiestramiento en la política local con los kemalistas socialdemócratas
En julio de 2013 Imamoglu dejó la jefatura del capítulo local del CHP para presentarse candidato de los republicanos, desde 2010 liderados a nivel nacional por Kemal Kiliçdaroglu, a la alcaldía distrital de Beylikdüzü. En las elecciones municipales del 30 de marzo de 2014 el aspirante opositor dio la campanada y derrotó al alcalde en ejercicio del AKP, Yusuf Uzun, con más del 50% de los votos.

A nivel metropolitano, el CHP, esta vez sin sorpresa, no pudo arrebatar el ayuntamiento al poderoso AKP de Erdogan, dentro de poco presidente de la República, que tenía aquí una de sus fortalezas urbanas, desde luego la más populosa, emblemática e influyente. Estambul había sido en 2001 la cuna del AKP y anteriormente de los dos partidos islamistas antecesores, el del Bienestar (Refah) y el de la Virtud (Fazilet), ambos prohibidos y disueltos por las autoridades. Aspecto más importante, Erdogan, como Imamoglu un directivo de empresas privadas, era oriundo de Estambul y había arrancado su carrera política en esta macrourbe puente de continentes, siendo su alcalde entre 1994 y 1998. El último gobierno municipal del CHP se remontaba a 1980, cuando el golpe de Estado militar que puso un paréntesis de tres años a la democracia turca.

Ahora, en 2014, el alcalde metropolitano del AKP, Kadir Topbas, postulante a la reelección para un tercer mandato, venció al republicano Mustafa Sarigül con el 47,9% de los votos. El colega de Imamoglu no aceptó de buenas a primeras el 40,1% oficial cosechado por su candidatura y, aunque reconoció su derrota, reclamó un recuento íntegro de papeletas, pero el Consejo Electoral Supremo (YSK) se lo rechazó. De los 39 distritos municipales, el CHP ganó en 14.

Como alcalde de Beylikdüzü, Imamoglu realizó una gestión de marcado carácter social y ambientalista. El distrito, continuando una tendencia ya en curso, vio crecer las zonas verdes y experimentó un tirón constructor, con la salida al mercado de muchos inmuebles residenciales de gama alta y la apertura de nuevos negocios de hostelería y espacios de ocio que sacaban partido de la bella línea de costa y el interior, en algunas zonas comparable a un vergel. Aunque alejado del núcleo histórico de Estambul, el distrito era ya un lugar interesante para turistas e inversores foráneos.

En septiembre de 2017 Kadir Topbas, tras 13 años de ejercicio, renunció a la alcaldía metropolitana sin explicar claramente los motivos y el AKP escogió para sucederle a Mevlüt Uysal, un político de poco relieve, hasta entonces alcalde distrital de Basaksehir. La investidura del nuevo alcalde correspondía a la Asamblea del Municipio Metropolitano de Estambul (IBB), donde el AKP disponía de mayoría. Entonces, el CHP sorprendió presentando la candidatura adversaria de Imamoglu, un regidor apenas conocido por el conjunto de los estambulíes pero que se había ganado el aprecio y el respeto de sus correligionarios y de los vecinos de Beylikdüzü por su eficaz labor en el distrito y por sus maneras de edil dialogante y accesible. Uysal partía con la aureola de seguro ganador, pero necesitó tres rondas de voto para imponerse al republicano. En la tercera votación, donde no se requería la mayoría de dos tercios y bastaba la mayoría absoluta, Uysal fue investido alcalde con 179 votos e Imamoglu recabó 125 apoyos.

El CHP en la oposición a Erdogan y el AKP
En esos momentos, Kiliçdaroglu y sus conmilitones seguían practicando una firme oposición parlamentaria al Gobierno del AKP, que les había infligido un rosario de derrotas electorales desde 2002. El CHP estaba elevando el tono de sus críticas al régimen, crecientemente intolerante y autoritario, de Erdogan, conductor también de un proceso de reislamización que afectaba al conjunto de la sociedad turca y en no menor medida a las relaciones exteriores del país.

La situación política en Turquía se había deteriorado mucho desde el fallido golpe de Estado de 2016, que el Ejecutivo pudo aplastar gracias al respaldo del grueso de unas fuerzas armadas leales y a la ayuda de los muchos partidarios civiles con que contaba entre la ciudadanía. Una vez sofocada la violenta intentona, el poder desató una purga masiva de militares, policías, funcionarios, jueces, profesores, periodistas y otros profesionales acusados de connivencia con los golpistas y de pertenecer a la red proscrita del intelectual religioso Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos y considerado una amenaza terrorista por Erdogan. Decenas de miles de represaliados habían sido arrestados o despedidos de sus trabajos, y la persecución de presuntos oponentes proseguía.

El 24 de junio de 2018, en este ambiente tenso y enrarecido, Turquía celebró simultáneamente elecciones legislativas y presidenciales con carácter anticipado. El CHP volvió a sucumbir frente a la maquinaria, aparentemente imbatible, del AKP, que esta vez concurría formando una Alianza del Pueblo (Cumhur Ittifaki) con el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), la fuerza ultranacionalista de derecha de Devlet Bahçeli. A esta coalición oficialista el CHP contrapuso la Alianza de la Nación (Millet Ittifaki), un confluencia de intereses con ideologías dispares donde los de Kiliçdaroglu e Imamoglu se daban la mano con el Buen Partido (IYI), una agrupación de nuevo cuño y orientación kemalista liberal-conservadora, animada por Meral Aksener, y el Partido de la Felicidad (Saadet), pequeña formación islamista contraria a Erdogan (de hecho, su origen era el ala conservadora del Fazilet disuelto en 2001, cuya mayoría reformista había fundado después el AKP), con Temel Karamollaoglu de líder.

En los comicios a la Gran Asamblea Nacional (GAN), los republicanos perdieron votos pero ganaron una docena de escaños, subiendo hasta los 146 puestos, a los que podían sumarse los 43 escaños obtenidos por el IYI en su debut en las urnas. El AKP, con un retroceso de 22 diputados, perdió en principio la mayoría absoluta que había recobrado en las segundas elecciones de 2015, aunque gracias al aporte del MHP el oficialismo no solo preservó esa mayoría, sino que la aumentó. En las presidenciales, el candidato de Alianza Millet, Muharrem Ince, rival interno de Kiliçdaroglu en el CHP, no tuvo nada que hacer ante Erdogan, que el 9 de julio inauguró su segundo mandato de cinco años.

En virtud de la reforma constitucional aprobada en el referéndum de abril de 2017, Erdogan estrenaba una presidencia plenamente ejecutiva, lo que por de pronto suponía la abolición del puesto de primer ministro, oficina que desde 2016 venía ostentando un dócil colaborador, Binali Yildirim. Erdogan seguía como el jefe de Estado de una república presidencialista, pero además reforzó su ya abultado peso político tomando de Yildirim la presidencia orgánica del AKP, la cual Erdogan había cedido en 2014 al entonces primer ministro, Ahmet Davutoglu. Días después, el estado de emergencia declarado cuando el golpe de 2016 fue levantado y al mismo le vino a suceder la nueva legislación antiterrorista aprobada por la GAN.

Protagonista de la reñida contienda electoral de Estambul
El siguiente round electoral entre el CHP y el AKP, capitanes de sendas coaliciones antagónicas, eran las municipales de marzo de 2019, en las que se sometían a renovación 30 alcaldías metropolitanas, 1.351 alcaldías provinciales y distritales, y 21.751 concejalías.

Kiliçdaroglu seguía convencido de que el 22 años más joven Imamoglu, al que muchos ya veían como un dirigente nacional en rodaje pero que todavía no gozaba de suficiente reconocimiento público amén de experiencia, era el hombre idóneo para dar la batalla en Estambul, plaza fundamental que el AKP, en guardia por la resiliencia de los partidos de la oposición parlamentaria, el recrudecimiento del conflicto armado con las diversas insurgencias kurdas de Turquía y Siria, y las inclemencias económicas, de ninguna manera estaba dispuesto a perder. Así que el oficialismo lanzó la candidatura a alcalde del ex primer ministro, y ahora mismo presidente de la GAN, Yildirim, una figura cuyo peso político era muy superior al del aún no curtido Imamoglu.

El 18 de diciembre de 2018 el CHP nominó a Imamoglu, cuya candidatura salió a respaldar el IYI de Aksener, pero así no el otro miembro de la Alianza Millet, el Saadet, que registró a su propio postulante, Necdet Gökçınar. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP), fuerza opositora de izquierda defensora de los derechos de las minorías -entre ellas los kurdos-, en el punto de mira de Erdogan, se abstuvo de presentar candidato a alcalde en Estambul, al igual que en otras ciudades. Aunque de manera abierta no apoyaba a Imamoglu, el HDP de Pervin Buldan y Sezai Temelli prefería claramente al republicano.

Fiel a su estilo afable y conciliador, y entre invocaciones del servicio a todos los ciudadanos con respeto a la diversidad, el todavía alcalde de Beylikdüzü presentó un programa electoral que incidía en la transformación de Estambul, la mayor metrópolis de Europa y la cuarta del mundo con 15 millones de residentes (el doble de los que tenía un cuarto de siglo atrás), en un municipio "accesible" y con una calidad de vida sustancialmente mayor. Entre otras actuaciones, ello requería regular eficazmente el asfixiante tráfico rodado, expandir las redes de transporte de metro, autobús, funicular y ferry, tender ejes peatonales y carriles bici, mejorar con mucho el funcionamiento de los servicios sanitarios, educativos y asistenciales, y, desde el consistorio, implicarse a fondo en la distribución y venta de alimentos saludables y baratos.

Imamoglu ofrecía un abanico de recursos, becas y descuentos para los estudiantes, y toda una red de bloques vecinales, casas de acogida, pisos tutelados y centros de día destinados a colectivos vulnerables como ancianos, mujeres, niños y discapacitados. También, se comprometía a sumar 30 millones de metros cuadrados de espacios verdes, a aplicar una cuota de género del 40% en todos los cuadros municipales y a crear 200.000 empleos en el sector privado, la cuarta parte directos. Con el fin de generar oportunidades laborales y colocar la economía local, golpeada como el resto de Turquía por la inflación y el paro, en la senda del desarrollo sostenible, el ayuntamiento de la Alianza Millet abriría oficinas y centros de captación de inversiones, capacitación de recursos humanos y fomento de las industrias innovadoras. Otro apartado importante era la promoción de las actividades culturales y artísticas en la que fue durante 1.600 años capital de imperios a caballo entre Oriente y Occidente.

"Hacer feliz a nuestra gente es nuestra mayor prioridad", rezaba el programa de la Alianza Millet para los estambulíes, que proponía asimismo "abordar los problemas y planificar las soluciones con enfoques científicos". Imamoglu hablaba de triplicar el presupuesto social y de hacer a todas las parejas casaderas un "regalo de boda" de 2.000 liras (300 euros), pero no detallaba un plan de ampliación de ingresos para afrontar todo este volumen de gastos. El énfasis lo ponía en el ahorro de multitud de costes superfluos o mal planificados por el equipo del "derrochador" alcalde saliente del AKP, Mevlüt Uysal, quien dejaba un presupuesto municipal de 20.000 millones de liras y deudas por valor de 26.000 millones (27.500, según otras estimaciones), cuando en 2014 la deuda de la ciudad no pasaba de los 6.000 millones y el déficit solo era de 216 millones.

Más allá del hecho innegable de la pésima gestión fiscal del AKP, que había llevado a Estambul al borde de la quiebra, algunos comentaristas de prensa no dudaron en calificar la plataforma municipal de Imamoglu, retratado sonriente con los eslóganes Estambul será una ciudad justa y Todo va a ser bonito, de "populista". Yildirim, en cambio, más sombrío, estimaba que para corregir el tremendo agujero fiscal no había otra salida que aumentar la recaudación.

El aspirante socialdemócrata a alcalde de Estambul cerró la campaña para las elecciones municipales del 31 de marzo de 2019 en una aparente situación de empate con su contrincante de la Alianza Cumhur: algunos sondeos le ponían por delante a él y otros a Yildirim. En la semana previa a las votaciones, los dos oscilaron en una horquilla de intención de voto que iba del 48% al 50%, aunque la convicción general era que Imamoglu lo tenía más cuesta arriba.

Sin embargo, en el oficialismo se respiraba viva inquietud. A Yildirim, como si no tuviera estatura política suficiente, le salió reiteradamente a apuntalar el presidente Erdogan, el cual pronunció en Estambul más de una decena de discursos rebosantes de retórica nacionalista y admoniciones sobre los desafíos que afrontaba el país y todo lo que estaba en juego. Ahora bien, en enero, Erdogan, en un gesto inesperado, accedió a sostener con Imamoglu un encuentro de cortesía en el palacio presidencial de Ankara. El republicano salió contento de la recepción, descrita como una "conversación agradable" en la que se había hablado del "deseo común" de conseguir un "ambiente electoral justo, respetuoso y civilizado", y donde él había tenido la oportunidad de escuchar las "experiencias, sugerencias, consejos y preciosas anécdotas" del que fuera alcalde de Estambul antes de convertirse en primer ministro y luego en jefe del Estado.

Tras cerrarse las urnas el 31 de marzo, arrancó un parsimonioso proceso de conteo que no disuadió a Yildirim, a la luz de unos resultados iniciales tímidamente favorables, de salir a cantar victoria, pero se trató de una manifestación prematura. Desde el 1 de abril, los sucesivos avances del escrutinio colocaron a Imamoglu en cabeza por unos pocos miles de votos, un puñado podría decirse. Ahora, fue el republicano el que se apresuró a enarbolar los estandartes de ganador.

La consolidación de la tendencia favorable a Imamoglu llevó al AKP, en un drástico cambio de tono, a denunciar irregularidades y a reclamar al Consejo Electoral Supremo (YSK) un recuento de todos los votos. La demanda fue aceptada, pero solo con respecto a ocho de los 39 distritos. Imamoglu calificó la actitud del AKP de "vergonzosa". El 16 de abril el proceso de recuento parcial concluyó con la confirmación de la ventaja, algo rebajada, del opositor. Al día siguiente, el YSK publicó los resultados definitivos, que confirmaban al candidato de la Alianza Millet como alcalde electo con el 48,77% de los sufragios, frente al 48,61% sacado por el representante de la Alianza Cumhur. La diferencia entre Imamoglu y Yildirim era escasísima, exactamente de 13.729 votos, sobre 8,5 millones de papeletas válidas. Según la Junta Electoral Provincial, la participación había sido del 83,86%. Yildirim y sus lugartenientes se negaron a aceptar este resultado y anunciaron la impugnación del proceso electoral en su totalidad por "fraude generalizado" y "corrupción electoral".

En principio, Imamoglu se sentaría en la alcaldía metropolitana, pero su partido estaba lejos de sumar mayoría en las subdivisiones del IBB: el CHP tenía alcaldes electos en 14 de 39 distritos (sin faltar Beylikdüzü, donde Imamoglu transfería el mando a su conmilitón Mehmet Murat Çalik), es decir, no experimentaba avances territoriales con respecto a las elecciones de 2014.

En el conjunto del país, el AKP fue de nuevo la lista más votada con el 44,3% de los votos, 14 puntos más que el CHP, pero el partido de Kiliçdaroglu estaba alborozado porque había arrebatado al oficialismo también, entre otras plazas significativas, la importantísima alcaldía de la capital, Ankara, ganada por el abogado Mansur Yavas. De las 10 primeras ciudades del país, el CHP había ganado en seis, Estambul, Ankara, Izmir, Adana, Antalya y Mersin, mientras que el AKP lo había hecho en cuatro, Bursa, Gaziantep, Konya y Kayseri. En total, el CPH tenía en su cuenta 11 alcaldías metropolitanas y 252 alcaldías urbanas, provinciales y distritales, frente a los ayuntamientos de 15 metrópolis y 761 ciudades, municipios provinciales y distritos del AKP. El aliado de los republicanos, el IYI, había sido primero en 25 ayuntamientos, ninguno metropolitano.

El mismo 17 de abril Imamoglu, tras recibir la acta del YSK, tomó posesión de su despacho de alcalde metropolitano de Estambul. Lo hacía con mucha prisa por gobernar el IBB y producir rápidos resultados de gestión en la megápolis de Bósforo, toda vez que el YSK ya tenía sobre la mesa el recurso extraordinario del AKP. El partido islamista demandaba la anulación de las votaciones en Estambul y su repetición arguyendo la presunta existencia de una bolsa de 11.000 electores ilegales en el distrito de Büyükçekmece, asunto en el que la Policía ya estaba tomando cartas y que el presidente Erdogan describió lisa y llanamente como un "crimen organizado".

La enorme presión política del oficialismo inclinó la balanza en contra de Imamoglu. El 4 de mayo Erdogan, en su pronunciamiento más enfático hasta la fecha, instó al YSK a anular sin tardanza la elección al alcalde estambulí porque eso era lo que le "pedían sus compatriotas". Dos días después, en efecto, el alto tribunal, presidido por el magistrado Sadi Güven y por siete votos contra cuatro, convino en que, ante la concurrencia de irregularidades como la de Büyükçekmece, había que repetir las votaciones municipales, pero solo para el puesto de alcalde metropolitano; los resultados del 31 de marzo para la Asamblea del IBB y las juntas de distrito no se cuestionaban. Esto suponía que Imamoglu perdía automáticamente su acta de alcalde y que las funciones del cargo las asumía interinamente el valí de la provincia de Estambul, Ali Yerlikaya, que como todo gobernador provincial era un funcionario administrativo nombrado por el Ministerio del Interior. La nueva elección fue convocada para el 23 de junio.

En el CHP no hubo ahorro de calificativos para protestar por la resolución del YSK. Los miembros de su cúpula hablaron de "golpe de Estado civil", "masacre de la justicia" y "dictadura clara", mientras que el primer damnificado y alcalde efímero, Imamoglu, describió lo sucedido como una "usurpación de la voluntad de los votantes". Sin embargo, los socialdemócratas descartaron el boicot y su aspirante confirmó que estaba listo para someterse de nuevo al veredicto de los electores el 23 de junio. El jefe del partido formuló encendidas palabras de desafío: "Podéis repetir las elecciones cuanto queráis, ganaremos de nuevo", espetó Kiliçdaroglu a la "banda" del Consejo Electoral. "Nuestra democracia ha recibido un duro golpe; por supuesto que criticamos este proceso, pero unidos vamos a arreglar y a sanar la democracia", añadió por su parte con un tono algo más relajado o positivo Imamoglu, el cual se permitió ser irónico al bromear sobre su posible arresto, que de producirse, repitiéndose así la peripecia vivida por Erdogan dos décadas atrás, bien podía servirle de trampolín a la Presidencia de la República en el futuro.

Más aún, el 8 de mayo el CHP optó por contraatacar al AKP con la misma arma jurídica esgrimida en su contra: invocando una serie de tecnicismos, interpuso ante el YSK un recurso extraordinario de nulidad y repetición de las votaciones a la Asamblea del IBB y a los ayuntamientos de distrito, no únicamente la elección del alcalde metropolitano, y de paso también las elecciones presidenciales y legislativas de junio de 2018. Es decir, todas las votaciones en las que los republicanos no habían sido vencedores. Del exterior, llegaron igualmente muchas reacciones de estupor e indignación, en particular de la UE, con la que las interminables negociaciones de adhesión de Turquía, abiertas en 2005, estaban virtualmente muertas.

En estos 17 días al frente del IBB, Imamoglu estuvo concentrado en identificar y revocar partidas de gastos corrientes considerados innecesarios o abusivos, como todos los relacionados con el voluminoso parque de vehículos oficiales y las residencias también oficiales de las máximas autoridades del consistorio, donde el CHP advertía groseros casos de dilapidación. Asimismo, sometió a revisión las subcontratas de servicios municipales, en su mayoría adjudicadas a empresas de partidarios del AKP y aliados de Erdogan, introdujo algunas primeras rebajas de tasas cobradas a los ciudadanos y ordenó que las sesiones de la Asamblea del IBB fueran transmitidas en vivo en las redes sociales.

Ekrem Imamoglu está casado desde 1995 con Dilek Kaya y la pareja ha tenido tres hijos.

(Cobertura informativa hasta 18/6/2019)