Eduardo Paes

Eduardo Paes fue alcalde de Río de Janeiro por primera vez, encadenando dos mandatos, entre 2009 y 2017. Un período en el que la segunda ciudad más poblada y la más turística de Brasil experimentó una transformación urbana más allá de lo que requería ser la sede de parte del Mundial de Fútbol de 2014 y, sobre todo, de los Juegos Olímpicos de 2016, estos últimos celebrados en turbulentas circunstancias políticas, sociales y económicas. En el balotaje municipal del 29 de noviembre de 2020, Paes, candidato del partido Demócratas (DEM), en cuyas filas ya intentara ganar la elección a gobernador del estado en 2018, derrotó con el 64% de los votos al alcalde aspirante a la reelección, Marcello Crivella, miembro de los Republicanos y obispo evangélico.

El regreso de Paes a la prefectura de Río adquiere una relevancia especial por lo que supone de revés para el presidente Jair Bolsonaro y su plataforma ultraderechista, que tienen justamente en Río uno de sus principales caladeros electorales. Los candidatos del bolsonarismo, empezando por Crivella, han fracasado en las principales urbes del país frente a diversas coaliciones de amplio espectro comandadas por partidos del centro-derecha (como los DEM), el centro-izquierda o la izquierda. Todos coinciden en los llamamientos a no caer en la relajación e incluso el negacionismo en la lucha contra el coronavirus. Los DEM triunfaron también en plazas como Salvador de Bahía (Bruno Reis), Curitiba (Rafael Greca) y Florianópolis (Gean Loureiro); el centrista Movimiento Democrático Brasileño (MDB) lo hizo en Goiânia (Maguito Vilela) y Porto Alegre (Sebastião Melo); las opciones socialdemócratas moderadas en São Paulo (Bruno Covas del PSDB) y Belo Horizonte (Alexandre Kalil del PSD); y el laborismo y el socialismo no petista en Fortaleza (José Sarto del PDT), Recife (João Campos del PSB) y Belém (Edmilson Rodrigues, con su promesa del ingreso mínimo con cargo al presupuesto municipal, del PSOL). Son unos resultados que, además, podrían contribuir a reducir la polarización política instalada en el país sudamericano.

En su caso, Paes, un político pragmático fogueado en el conservadurismo tradicional -tendencia que en las generales de 2018 fue castigada por los electores por sus interminables escándalos de corrupción-, se presentó a las urnas respaldado por el Partido Liberal, el PSDB, la Democracia Cristiana, los social liberales de Ciudadanía y los laboristas de Avante. Aunque Paes es crítico con Bolsonaro y su partido apoyó al socialdemócrata Geraldo Alckmin en las presidenciales de 2018, los DEM participan con ministros en el Gobierno Federal.

Cuando el 1 de enero de 2021 tome posesión del Ayuntamiento carioca, Paes tendrá que lidiar con un déficit astronómico de 10.000 millones de reales (unos 1.600 millones de euros), en medio de una crisis pandémica que vuelve a arreciar en todo Brasil y en pleno repunte también de la violencia en las favelas, escenarios de una polémica campaña de "pacificación" donde el descenso de los homicidios delictivos se ve malogrado por el aumento paralelo de las muertes provocadas por la Policía estatal. Sin megaproyectos -a diferencia de sus dos primeras gestiones- en la agenda, el nuevo prefecto señala que su prioridad es hacer que Río de Janeiro "vuelva a funcionar", sorteando la penuria de recursos con una "buena gestión financiera" e inyectando fondos a las Clínicas Familiares, implementadas por su anterior gobierno y, según él, "desmanteladas" por Crivella. El regidor electo plantea ampliar la base de recaudación tributaria, sostener desde el consistorio las industrias turística y cultural, y revitalizar el comercio del degradado centro histórico. En el capítulo de la inseguridad ciudadana, Paes, con mucha cautela, habla de poner coto a las milicias privadas antidroga, autoras de un número creciente de asesinatos impunes y que ya no solo desarrollan actividades ilegales parapoliciales, sino también parapolíticas.

Dato añadido, Marcello Crivella fue detenido el 22 de diciembre durante una operación de la Policía Civil y el Ministerio Público de Río que investiga un esquema de corrupción en la Administración municipal. El alcalde saliente es sospechoso de encabezar una trama de cobros de sobornos a empresarios privados, obligados a abonar al Ayuntamiento determinadas cantidades a cambio de recibir contratas públicas y pagos adeudados. Como consecuencia, Paes recibirá la prefectura del hasta ahora presidente de la Cámara de Concejales, Jorge Felippe Neto. 


(Texto actualizado hasta diciembre 2020)

Eduardo da Costa Paes es titulado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de su Río de Janeiro natal. Mientras cursó la carrera, entre 1988 y 1993, hizo prácticas de pasante en un bufete de la ciudad, pero tras licenciarse descartó la abogacía en favor de una carrera político-funcionarial que en los siguientes 25 años iba a desarrollar bajo seis siglas partidarias diferentes. La multiplicidad de filiaciones no es un rasgo atípico de la cultura política brasileña, aunque en su caso Paes siempre mantuvo unas posiciones ideológicas encuadradas en el centro-derecha liberal.

Entre el Ayuntamiento carioca y el Legislativo federal
Su primer cargo en el Ayuntamiento de Río de Janeiro, estrenado el primer día de 1993, siendo aún alumno de la PUC, fue la subprefectura de la Zona Oeste de la ciudad, cuyo nuevo prefecto o alcalde era Cesar Maia, del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Por aquel entonces, Paes estaba comprometido con el Partido Verde (PV), pero en 1996 secundó a Maia, su padrino político, y se pasó al Partido del Frente Liberal (PFL), formación conservadora, liderada por Jorge Bornhausen, que tenía su origen en una escisión del último soporte orgánico de la dictadura militar (1964-1985), el Partido Democrático Social (PDS). Fue como candidato del PFL que Paes, aquel mismo año, resultó elegido concejal, mandato que desempeñó durante un bienio. En esta época, Paes presidió la Comisión Presupuestaria de la Cámara Municipal, desde la que puso en marcha los primeros presupuestos participativos, abiertos a la opinión de los vecinos, en la historia de la ciudad. Además, añadió a su currículum académico un posgrado en Políticas Pública impartido por la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Las elecciones generales de octubre de 1998 le abrieron al concejal carioca las puertas de la política federal. Con 117.164 votos, más que ningún otro candidato en la circunscripción, Paes salió elegido para la Cámara de Diputados del Congreso Nacional. El PFL se alzó como la fuerza más votada en la Cámara, al tiempo que su candidato para la Presidencia, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, ganaba su segundo mandato en el Palacio de Planalto. En 1999 el diputado federal, imitando de nuevo a su mentor Maia, rompió con el PFL y se unió al Partido Laborista Brasileño (PTB), de cuyo bloque conjunto con el PSDB pasó a ser vicelíder.

En enero de 2001 Paes tomó licencia en la Cámara de Diputados para ocupar el cargo de secretario municipal de Medio Ambiente en Río de Janeiro, donde Maia volvía a ser alcalde. Durante un año, Paes estuvo volcado en los esfuerzos de reforestación de las áreas degradadas de la ciudad. En abril de 2002 retornó a su escaño en Brasilia y como diputado, de nuevo, del PFL, mandato que revalidó en las elecciones generales de octubre del mismo año. En noviembre de 2003, con Luiz Inácio Lula da Silva y el socialista Partido de los Trabajadores (PT) instalados en el Gobierno, Paes fue noticia por su sonada ruptura con Maia y su afiliación al PSDB del ex presidente Cardoso.

Paes fue la apuesta del PSDB para la gobernación de Río de Janeiro en las elecciones estatales del 1 de octubre de 2006. Su compañera de fórmula era Maristela Kubitschek, hija del anterior presidente de la República (1956-1961) Juscelino Kubitschek. Con solo un 5,3% de los votos, el postulante tucano quedó en un paupérrimo quinto lugar, por detrás de Vladimir Palmeira del PT, Marcelo Crivella del Partido Republicano Brasileño (PRB), Denise Frossard del Partido Popular Socialista (PPS) y Sérgio Cabral Filho del PMDB, la formación de la gobernadora saliente, Rosinha Garotinho. De cara a la segunda vuelta del 29 de octubre, Paes expresó su apoyo a Cabral, el cual resultó vencedor sobre Frossard y a continuación recompensó al diputado con un puesto de nuevo cuño en su nuevo equipo de Gobierno, la Secretaría de Turismo, Deporte y Ocio, implicada en la organización de los próximos Juegos Panamericanos y también en la promoción de la candidatura oficial de la capital del estado para organizar los XXXI Juegos Olímpicos de Verano en 2016.

El 1 de enero de 2007 Paes inició sus funciones como secretario fluminense de Turismo y Deporte. En la segunda quincena de julio, Río de Janeiro hospedó los XV Juegos Panamericanos y poco después, en septiembre, llegó la noticia de la aceptación por el COI de la candidatura de Río 2016.

Primeros mandatos como alcalde de Río de Janeiro bajo el signo del deporte
En junio de 2008 Paes dejó el Gobierno estatal de Río de Janeiro para preparar su candidatura a alcalde de la segunda ciudad más populosa de Brasil. En la prefectura agotaba su tercer ejercicio cuatrienal el veterano Cesar Maia, actualmente miembro del partido de centro-derecha Demócratas (DEM, sucesor legal en 2007 del extinto PFL), quien en los últimos años había estado muy afanado en la construcción de las infraestructuras e instalaciones deportivas requeridas por los Juegos Panamericanos, tan útiles de paso para el envite olímpico. La aspiración municipal de Paes corría por cuenta del PMDB, del que era militante desde octubre de 2007, tras abandonar las filas del PSDB.

Hecho sorprendente, Paes se encontró con el respaldo efusivo de Lula. El presidente pidió el voto para el candidato del PMDB, un partido pragmático y desideologizado adherido al bloque de Gobierno en Planalto, en vez de apoyar al postulante de su propio partido, Alessandro Molon. El movimiento realizado por Lula causó más extrañeza porque Paes, como diputado federal, había fustigado las corruptelas del PT ligadas al macroescándalo nacional del Mensalão y la operación policial-judicial Lava Jato, llegando a lanzar duras acusaciones directas contra el jefe del Estado. El apoyo del lulismo resultó providencial para Paes, que el 5 de octubre se puso en cabeza con el 32% de los votos y en el balotaje del 26 de octubre consiguió imponerse por poco más de un punto al verde Fernando Gabeira. El petista Molon quedó cuarto y la candidata oficialista ungida por Maia, Solange Amaral, terminó sexta.

El 1 de enero de 2009 Paes inició su primera prefectura carioca con el pensamiento en la antorcha olímpica. De prosperar su candidatura, Río se convertiría en la primera ciudad sudamericana y la segunda latinoamericana en albergar unas olimpiadas. Además, varios de los partidos del Campeonato Mundial de Fútbol de 2014, adjudicado por la FIFA a Brasil en 2007, iban a disputarse aquí. El 2 de octubre de 2009 el alcalde Paes, el gobernador Cabral, el presidente Lula y el país entero celebraron alborozados la adjudicación por el COI a Río de los Juegos Olímpicos de 2016.

La remodelación del emblemático Estadio de Maracaná, campo señero de los próximos Mundiales y escenario obligado de las ceremonias de apertura y clausura de las Olimpiadas, estaba sobre la mesa, pero esta no era ni mucho menos la actuación más compleja en la larga lista de obras públicas que el consistorio tenía en marcha o en agenda. Como en tantos casos anteriores, la organización por una megaciudad de las más importantes citas deportivas del mundo brindaba la ocasión histórica para acometer una ambiciosa modernización urbana que atrajera inversiones, multiplicara los atractivos turísticos, abriera nuevos horizontes productivos y mejorara los servicios y la habitabilidad de las áreas residenciales. Inevitablemente, la afluencia de enormes sumas de dinero y la lluvia de contratas públicas iban a espolear también los esquemas turbios, los negocios especulativos y el encarecimiento de los precios.

Durante el primer mandato de Paes, el Ayuntamiento, muy preocupado por la imagen internacional de la bulliciosa ciudad costera, estuvo concentrado en corregir situaciones de "desorden" en las calles (suciedad ambiental, violaciones de las normas de circulación, venta ambulante no autorizada, transporte pirata, viviendas irregulares, pequeña delincuencia, menudeo de droga), así como en pavimentar cientos de kilómetros de vías en mal estado, revitalizar zonas en decadencia y acondicionar extensos espacios verdes. La prefectura inauguró una serie de equipamientos sociales, sanitarios y culturales, y racionalizó la red de transporte urbano con la puesta en servicio del Autobús de Tránsito Rápido (BRT). El BRT de Río de Janeiro, estructurado en las líneas TransOeste, TransCarioca, TransOlímpica y TransBrasil, dispuso de abundante financiación de los gobiernos estatal y federal, cuyos responsables mantenían excelentes relaciones políticas con el prefecto.

En esta legislatura municipal arrancaron asimismo los programas de transformación preolímpica Porto Maravilha, Bairro Maravilha y Morar Carioca. Este último programa, adoptado por el Ayuntamiento en 2010 y elogiado a nivel internacional por su carácter innovador, buscaba mejorar las condiciones de los asentamientos informales o favelas, y conseguir la integración urbana y social de sus vecinos, que suponían más de una tercera parte de los 6,5 millones de habitantes de la ciudad.

Su popularidad en una etapa de frenesí constructor e ilusión colectiva catapultó a Paes a una victoria arrasadora en las votaciones municipales del 7 de octubre de 2012. Respaldado por nada menos que 20 partidos, sin faltar el PT de la presidenta Dilma Rousseff, el candidato del PMDB conquistó la reelección con el 64,6% de los votos en primera vuelta. Entre los contrincantes derrotados estaban Marcelo Freixo por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Rodrigo Maia (hijo de Cesar Maia) por el DEM y Otávio Leite por el PSDB.

En el segundo ejercicio de Paes como alcalde, entre el 1 de enero de 2013 y el 1 de enero de 2017, tuvieron lugar los magnos acontecimientos para los que la ciudad llevaba años preparándose, aunque antes hubieron de terminarse las innumerables obras en marcha, muchas de ellas retrasadas por problemas técnicos y de financiación.

La secuencia de eventos hospedados la inició el torneo de la IX Copa FIFA Confederaciones, ganada por el país anfitrión en el partido jugado contra España el 30 de junio de 2013 en Maracaná. Al poco tuvo lugar la XXVIII edición de la Jornada Mundial de la Juventud, convocada por la Iglesia Católica, que entre el 23 y el 28 de julio de 2013 congregó en las explanadas y playas de Río a más de tres millones de personas. La estrella de la Jornada Mundial fue el recién entronizado papa Francisco, desplazado a Río en viaje pastoral. El siguiente gran acontecimiento, de junio a julio de 2014, fue la Copa Mundial de Fútbol, que tenía en Río una de sus 12 sedes. Para consternación de los locales, la selección brasileña cayó en semifinales ante Alemania, que le encajó una histórica goleada y luego, el 13 de julio, se llevó el trofeo en la final disputada con Argentina en Maracaná. Los preámbulos se vieron empañados por una vasta protesta popular, desarrollada en las principales ciudades de Brasil y prolongada hasta la misma celebración del campeonato, debido a los costes desorbitados de la organización del Mundial, la mengua comparativa de inversiones en los servicios sociales, el paralelo aumento de las tarifas del transporte público, y, no menos irritante para los ciudadanos, la corrupción galopante en las esferas política, empresarial y funcionarial.

Ahora, todas las miradas se volvieron al horizonte de los próximos Juegos Olímpicos, sobre los que empezaron a cernirse algunos nubarrones. Por una parte, proliferaron las informaciones periodísticas sobre graves retrasos en la marcha de las obras de ciertas infraestructuras clave, que podrían no estar terminadas para la inauguración, el 5 de agosto de 2016. Se habló de alarma y de enfado en el seno del COI, pero Paes y el Gobierno federal desmintieron reiteradamente que los plazos corrieran peligro. El alcalde fue enfático en su optimismo, asegurando que la ciudad estaba en plena transformación y que los Juegos serían un éxito completo que coronaría el "renacimiento" de Río de Janeiro. Desde el Gobierno del estado, el gobernador Luiz Fernando Pezão, colega partidario de Paes, insistía en que la "pacificación" de los barrios conflictivos de las favelas, ejecutada por una unidad especial de la Policía no sin grandes dosis de violencia, era ya un hecho ante la caída en picado de los índices de homicidios y demás delitos violentos relacionados con el narcotráfico. Otro capítulo controvertido fue el desalojo forzoso de asentamientos irregulares en terrenos expropiados para levantar la Villa Olímpica y el Parque Olímpico.

Por si fuera poco, en la primavera de 2015 Brasil se sumió en una ola de protestas sociales y políticas sin precedentes que tuvieron como detonante el cambio de ciclo económico y el advenimiento de la recesión. La cólera ciudadana acorraló al Gobierno del PT, golpeado por una catarata de escándalos de corrupción que afectaban en no menor medida al PMDB, su socio principal, y a las principales fuerzas parlamentarias (tanto del oficialismo como de la oposición), y derivó, entre otras turbulencias políticas, en el juicio político o impeachment de la presidenta Rousseff por el Congreso Nacional. El proceso comenzó formalmente el 12 de mayo con la suspensión temporal de Rousseff por el Senado Federal y la asunción de la Presidencia en funciones por el vicepresidente Michel Temer, a la sazón el líder del PMDB.

En este ambiente de tormenta económica, política y social transcurrió la XXXI Olimpiada de Verano, del 5 al 21 de agosto de 2016. En la ceremonia de apertura en Maracaná, Paes presenció desde el palco de autoridades los abucheos del público al discurso inaugural del presidente Temer. El colorismo cosmopolita y la emoción de las gestas deportivas (el equipo nacional consiguió 19 medallas, siete de ellas de oro) mitigaron algo el malestar de los brasileños y los cariocas, pero los Juegos no pudieron sustraerse a un rosario de polémicas, desde los sobrecostes del 51%, unos 1.600 millones de dólares, a la detección de restos fecales en las lagunas donde tuvieron lugar las pruebas acuáticas, pasando por las noticias sobre el aumento de la inseguridad ciudadana. Diez días después de apagarse el pebetero olímpico, Rousseff fue condenada por el Senado y destituida, convirtiéndose Temer en presidente titular de la República hasta el final del mandato electoral en enero de 2019.

Paes expresó su satisfacción por el balance de los Juegos y preparó al oficialismo para los comicios municipales del 2 de octubre, a los que él no podía presentarse por tercera vez consecutiva. El chasco electoral fue tremendo: su candidato a alcalde, Pedro Paulo Carvalho, secretario municipal de Coordinación de Gobierno, primero perdió el apoyo del PT (en represalia por el voto de los diputados y senadores del PMDB en favor del impeachment de Rousseff) y después cayó eliminado en la primera vuelta, donde quedó tercero con el 16,1% de los sufragios. El balotaje enfrentó a Marcelo Freixo, del izquierdista PSOL, y al republicano Crivella, a la postre ganador.

Luego de suceder a Paes en la prefectura el primer día de 2017, Crivella acusó a su predecesor de haberle dejado una deuda de "más de 1.000 millones" y un déficit de "4.000 millones" de reales, descomunal agujero que en buena medida, según Crivella, tenía su origen en un fraude financiero cometido por funcionarios corruptos. Por su parte, la Contraloría General del Municipio (CGM) señaló que faltaban varias decenas de millones de reales para cerrar el balance de cuentas. En junio de 2018 el Tribunal de Cuentas Municipal (TCM) determinó que, tras la liquidación de compromisos de pago a proveedores, en las arcas municipales había un remanente de casi 40 millones y que por lo tanto el anterior equipo de gobierno no había dejado una situación de déficit.

Sin embargo, Paes hubo de hacer frente a otras muchas imputaciones, algunas de las cuales llegaron a los tribunales. En diciembre de 2017 el Tribunal Regional Electoral de Río de Janeiro (TRE-RJ) condenó al ex alcalde por abuso de poder y conducta indebida de funcionario público por el uso inadecuado en campaña política del Plan Estratégico Río 500, contratado y pagado por el Ayuntamiento; la sanción fue doble, su inelegibilidad para cargos públicos por un período de ocho años y una multa de 106.000 reales. En mayo de 2018 el Tribunal Superior Electoral de Brasil (TSE) otorgó a la defensa del acusado una medida cautelar y dejó en suspenso la sentencia del TRE-RJ. Otra problema para Paes fue la acción civil interpuesta por el Ministerio Público del Estado de Río de Janeiro (MPRJ) en relación con la cancelación en 2016 de compromisos de gastos corrientes con proveedores y subcontratistas privados por valor de 1.448 millones de reales, operación administrativa que había provocado serios perjuicios económicos a las arcas del consistorio. En enero de 2020 el Tribunal de Justicia del Estado de Río de Janeiro (TJRJ) iba a desestimar la demanda del MPRJ, quedando Paes exonerado del supuesto de improbidad administrativa.

Sus líos con los órganos judiciales por irregularidades presuntamente cometidas durante su ejercicio municipal, que fueron paralelos a otras acusaciones sobre actividades económicas sospechosas en su ámbito privado, no frenaron las ambiciones políticas de Paes, quien tras dejar la alcaldía estuvo viviendo un año en Estados Unidos, trabajando como consultor sobre planificación urbana para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). También, contrató como vicepresidente para América Latina del fabricante chino de vehículos eléctricos BYD Auto. De todas maneras, su prioridad seguía siendo la política de Río de Janeiro, la de la ciudad (carioca) y la del estado (fluminense).

En su enésima mudanza de colores partidarios, Paes se marchó del PMDB, diezmado por las condenas anticorrupción y renombrado MDB en diciembre de 2017, y en abril de 2018 fue admitido en los DEM, cuyo nuevo presidente era, tras los siete años de liderazgo de José Agripino Maia, el alcalde de Salvador de Bahía, Antônio Carlos Magalhães Neto. La candidatura de Paes por los DEM a gobernador de Río, estado que se encontraba al borde de la quiebra financiera y enfrentaba el resurgimiento de la violencia criminal en las favelas, en las elecciones de octubre de 2018 fue infructuosa, aunque dejó un mejor sabor de boca que la tentativa de 2006: esta vez, Paes, sostenido por una docena de partidos, incluido el MDB del gobernador saliente Luiz Fernando Pezão, pasó a la segunda vuelta del 28 de octubre, en la que fue batido por Wilson Witzel del Partido Social Cristiano (PSC).

Eduardo Paes y su esposa, Cristine Assed, son padres de dos hijos. Hombre religioso, Paes nació católico, en edad adulta se convirtió al protestantismo baptista y posteriormente volvió al Catolicismo Romano.

(Cobertura informativa hasta 1/2/2020)