Călin Popescu-Tăriceanu

Graduado como perito hidráulico por el Instituto de la Construcción y licenciado en Ciencias Informáticas y Matemáticas por la Universidad de su Bucarest natal, en 1976 empezó a trabajar de ingeniero en la sección de la Administración Nacional de Aguas en el condado de Arges. En 1977 estuvo de vuelta en la capital para participar en los faraónicos proyectos de desarrollo industrial ordenados por el dictador comunista, Nicolae Ceausescu, y tres años más tarde regresó a su antigua Facultad de Técnicas Hidráulicas en calidad de auxiliar de docencia e investigador en el campo del tratamiento de aguas. Su compromiso con las aulas se prolongó hasta 1991, ya producida la revolución de diciembre de 1989, mixtura de insurrección popular y golpe de Estado que acabó con el régimen del Partido Comunista (PCR), y arrancada la transición al sistema democrático constitucional bajo la férula del Frente de Salvación Nacional (FSN).

Popescu estuvo entre los profesionales e intelectuales que el 6 de enero de 1990, al amparo del recién instaurado clima de libertades, registraron el Partido Nacional Liberal (PNL), de orientación reformista y escorado a la derecha. El PNL de ahora hundía sus raíces en la histórica formación homónima fundada en 1875 y regida por la dinastía política de los Bratianu, que encabezó el Gobierno monárquico en múltiples ocasiones durante décadas y que finalmente fue proscrita por los comunistas en 1947. En su reconstitución, el PNL eligió como presidente al veterano opositor anticomunista Radu Campeanu, quien se había pasado 16 años exiliado en Francia, y como secretario ejecutivo a Popescu, que era 30 años más joven. El ingeniero hizo coincidir su salto a la política con una incursión en el negocio de las comunicaciones, la puesta en marcha de Radio Contact, primera estación de radio privada de Rumanía tras casi medio siglo de monopolio estatal. La iniciativa constituyó todo un éxito y fue la génesis de una corta, por las crecientes responsabilidades políticas, aunque brillante carrera empresarial en el sector privado.

En las elecciones pluralistas del 20 de mayo de 1990 el PNL compitió en condiciones muy desventajosas con el FSN de Ion Iliescu, que entonces ostentaba, y aspiraba a seguir ostentando, la hegemonía política en la dificultosa transición desde la dictadura a una democracia homologable a lo estilado en Europa occidental. En los comicios presidenciales, Campeanu quedó segundo con el 10,6% de los votos frente al archipopular Iliescu, y en las legislativas, el partido hubo de conformarse con el 6,4% de los votos y 29 diputados. Popescu fue uno de los candidatos liberales que ganaron el escaño en la Cámara baja del Parlamento, el cual adquirió el mandato de Asamblea Constituyente.

Hasta el final de la década, Popescu vivió de primera mano, algunas veces como protagonista, las tortuosas vicisitudes del PNL, que padeció como ningún otro partido rumano (aunque el FSN no le fue a la zaga en conflictividad interna) los virus del faccionalismo y la división. En noviembre 1991, bajo el liderazgo de Campeanu, los liberales constituyeron con el Partido Nacional Campesino-Cristiano Demócrata (PNTCD) de Corneliu Coposu, el Partido de la Alianza Cívica (PAC) de Nicolae Manolescu, el Partido Social Demócrata Rumano (PSDR) de Sergiu Cunescu, el Movimiento Ecologista Rumano (MER), la Federación Ecologista Rumana (FER) y otros partidos y organizaciones sociales la llamada Convención Democrática de Rumanía (CDR), con la pretensión, bastante ingenua en aquel momento, de desalojar del poder a los frentistas de Iliescu en las elecciones generales de septiembre de 1992.

Por de pronto, el PNL participó en el Gobierno de unidad presidido por el independiente Teodor Stolojan desde octubre de 1991, a raíz de la dimisión del primer ministro del FSN, Petre Roman. A principios de 1992, Campeanu, quien habría querido ser el candidato presidencial de la CDR en lugar del cabeza de la coalición, el geólogo Emil Constantinescu, hizo saber a sus socios políticos que no estaba interesado en acudir a las legislativas dentro de la Convención. Esta retractación de lo acordado en 1991 levantó fuertes tensiones en el partido y en abril de 1992 la crisis desembocó en la separación formal de dos facciones disidentes: la denominada Sección Joven, encabezada por Viorel Catarama y Horia Mircea Rusu, y el grupo formado en torno a Nicolae Cerveni. Los primeros se hicieron llamar PNL-Sección Joven (PNL-AT) y los segundos PNL-Convención Demócrata (PNL-CD). Ambas formaciones se declararon integrantes de la CDR.

Popescu secundó la iniciativa del PNL-AT y cesó como secretario ejecutivo del PNL oficial, que quedó controlado por el aparato leal a Campeanu. Tampoco se presentó candidato a diputado, aunque el 27 de septiembre el PNL-AT conquistó 11 asientos en la Cámara baja. La disminución temporal de su actividad política en 1992 debió de animar a Popescu a desarrollar su faceta corporativa. Así, asumió la dirección general de la red de emisoras de Radio Contact, labor que desempeñó hasta 1996, y más tarde se metió de socio capitalista en un negocio de importación de vehículos, en particular turismos de la marca Citröen. Tan bien le fue en este ramo comercial que en 1994 cofundó y se convirtió en presidente de la Asociación de Fabricantes e Importadores de Automóviles (APIA).

Para entonces, ya había normalizado sus vínculos con el PNL. La defenestración de Campeanu por Mircea Ionescu-Quintus en un congreso extraordinario celebrado en Brasov en febrero de 1993 trajo de vuelta al PNL oficial a algunos recientes desafectos, entre ellos Popescu, que se convirtió en vicepresidente del partido. Sin embargo, persistieron las disidencias del grupo de Rusu, que constituyó el Partido Liberal 93 (PL’93), el PNL-CD de Cerveni, que en 1997 iba a fusionarse con el anterior para dar lugar al efímero Partido Liberal (PL) y, después de su remoción como vicepresidente del PNL en diciembre de 1993, la del mismo Campeanu, que perfiló su grupúsculo dándole su apellido (PNL-C). Estas tres emanaciones liberales fueron a su vez pasto de los conflictos internos y no terminaron de cuajar. En el plazo de una década, la mayoría de sus miembros terminaron por reintegrarse en el PNL.

En diciembre de 1995 el PNL decidió regresar a la CDR y bajo esta sombrilla participó en las elecciones generales del 3 de noviembre de 1996. En esta ocasión, la alianza opositora consiguió imponerse al Partido de la Democracia Social de Rumanía (PDSR) de Iliescu, tanto en las presidenciales, ganadas por Constantinescu, como en las legislativas, encabezadas con una mayoría simple de 122 diputados, de los cuales 83 fueron para el PNTCD y 25 para el PNL. Los terceros comicios parlamentarios de la democracia supusieron el retorno de Popescu al hemiciclo representando a Bucarest así como su debut en el Gobierno, como ministro de Industria y Comercio, y ministro de Estado, en el Gabinete de coalición que el campesino Victor Ciorbea puso en marcha el 12 de diciembre.

Popescu asumió las espinosas tareas de reestructurar el sector minero, que había sido mimado por el régimen comunista (y que desde 1989 era un bastión clientelista del FSN y de su sucesor, el PDSR) pero que tal como estaba resultaba insostenible con criterios de economía de mercado, y el también obsoleto y extraordinariamente deficitario monopolio estatal de la explotación y el comercio de hidrocarburos. Ambas transformaciones estaban contenidas en el diálogo crediticio con el FMI y el Banco Mundial. En el primer terreno, el ministro empezó ejecutando una terapia de choque, con despidos masivos y cierres de bocaminas, aunque las movilizaciones de los trabajadores afectados no se hicieron esperar. En el segundo ámbito, desmanteló la Compañía Nacional de Petróleo (CRP), creada en 1995 por el Gobierno de Nicolae Vacaroiu, y constituyó una nueva Sociedad de titularidad pública pero en régimen de competencia con las firmas privadas que fueran surgiendo, la SNP, cuyo elemento principal era la compañía Petrom. Asimismo, dispuso la liberalización de los precios de los combustibles, que, al ajustarse a la cotización real del leu con el dólar, experimentaron una brutal subida, superior al 50%.

En el verano de 1997, Popescu, ante la acumulación de resistencias en su contra, instó a completar unas reformas que él consideraba, si bien dolorosas, de todo punto insoslayables, y advirtió que podría dimitir si no le dejaban realizar su labor. Sin embargo, la extrema impopularidad de la reconversión industrial y el encarecimiento energético aconsejó al primer ministro Ciorbea, que asistía con preocupación a la prematura erosión de su ejecutivo, a prescindir de los servicios de Popescu el 2 de diciembre de aquel año, al socaire de una remodelación gubernamental que afectó a otros titulares zarandeados por las críticas.

En lo sucesivo, Popescu se concentró en su mandato de diputado y en la actividad interna del PNL, que siguió experimentando mudanzas orgánicas y de estrategia electoral. Por un lado, un lustro de negociaciones a varias bandas produjo sucesivamente las absorciones del PAC de Manolescu (febrero de 1998), el PL de Dinu Patriciu, esto es, los antiguos escindidos del PNL-CD y el PL’93 —aunque no todos— (julio de 1999), la Alianza por Rumanía (ApR) de Teodor Melescanu (enero de 2002), la Unión de Fuerzas Derechistas (UFD) de Adrian Iorgulescu (abril de 2003) y, por último, el PNL-C (septiembre de 2003).

Al mismo tiempo, aunque sin llegar a separarse de los gobiernos de coalición presididos por el campesino Radu Vasile (desde abril de 1998) y el independiente Mugur Isarescu (desde diciembre de 1999), el PNL fue distanciándose de la CDR, siendo Popescu uno de los dirigentes del partido que más apostaban por dar carpetazo a la alianza fundada en 1991. Con suficiente antelación, los liberales comunicaron a sus socios su intención de concurrir por su cuenta en las elecciones generales del 26 de noviembre de 2000, luego se marginaron de la nueva CDR 2000 que en agosto articularon el PNTCD, la UFD, la FER, la Alianza Nacional Cristiano Demócrata (ANCD) y el Partido de los Moldavos (PM).

El PNL, con el 6,9% de los votos y 30 diputados en las legislativas, y la tercera posición (11,8%) en las presidenciales con el ex primer ministro Stolojan de candidato, estuvo lejos de cumplir sus expectativas. Por lo demás, estas elecciones supusieron el regreso al poder del PDSR (llamado desde 2001 Partido Social Demócrata, PSD), con Iliescu en la Presidencia de la República por segunda vez y su heredero político, Adrian Nastase, al frente del Gobierno. En la nueva legislatura, Popescu empezó fungiendo de vicelíder del grupo parlamentario liberal y vicepresidente de la Comisión de Presupuesto, Finanzas y Banca de la Cámara.

El liderazgo de Ionescu-Quintus quedó irremisiblemente tocado como resultado de la decepción en las urnas y con presteza se postularon para sucederle Popescu, el antiguo ministro de Justicia Valeriu Stoica, el también vicepresidente del partido Crin Antonescu y el dirigente provincial Florin Pandele. El 17 de febrero de 2001, un congreso extraordinario otorgó la presidencia a Stoica con 509 votos frente a los 248 recibidos por Popescu, quien se mantuvo en una de las cinco vicepresidencias. Ahora bien, la intención de Stoica de suscribir una alianza electoral con el Partido Demócrata (PD) que lideraba el alcalde de Bucarest, Traian Basescu (y antes que él, Petre Roman), topó con la oposición frontal del vicepresidente Dinu Patriciu, a quien secundaron, entre otros, Popescu, si bien el ex ministro optó por mantener un tono discreto en ésta la enésima trifulca interna. La tesis de Patriciu era que el PNL estaba en condiciones de ganar las elecciones generales de 2004 en solitario, y que aceptar como compañero de viaje al PD, que era un partido de ideario socialdemócrata y tenía asiento en la Internacional Socialista, emborronaría la doctrina liberal propia.

Stoica, en aras de la unidad, aceptó arrojar la toalla y respaldar como sustituto a Stolojan, que dirigía el Consejo Nacional del Partido. Fue necesario acudir a otro congreso extraordinario y el 24 de agosto de 2002 los delegados liberales se decantaron por Stolojan frente al hombre de confianza de Patriciu, Ludovic Orban. Popescu, que ya venía liderando la bancada liberal en la Cámara de Diputados, fue confirmado en su vicepresidencia partidaria.

A partir de este momento, el PNL se movió decididamente en dirección al PD, pasando página a unos fuertes desencuentros tenidos con Basescu en 2000 cuando los dos partidos compartían mesa en el Consejo de Ministros de Isarescu. Pese a las reservas expresadas por Popescu y otros dirigentes del PNL, el 28 de septiembre de 2003 sendos congresos partidarios sellaron la Alianza Justicia y Verdad (DA), con Stolojan y Basescu de copresidentes. Popescu mismo aceptó ser el portavoz de la DA, con lo que se colocó en la primera línea de la auténtica guerra verbal, con insultos y descalificaciones de todo tipo, que venían librando Basescu y Nastase. Los miembros de la DA acordaron que el candidato presidencial conjunto frente a Nastase fuera Stolojan, y que, en caso de ganar éste, su designado para el puesto de primer ministro procediera del PD.

Popescu dirigió la campaña de la DA para las elecciones municipales de junio de 2004, que arrojaron unos resultados de lo más prometedores frente a un PSD en claro retroceso. El 2 de octubre, en plena precampaña de las generales de noviembre, Stolojan asombró a propios y extraños al comunicar su renuncia inapelable como candidato presidencial y presidente del PNL por motivos de salud, tras lo cual abandonó Rumanía para recibir tratamiento médico en un lugar que no fue revelado. Las especulaciones se dispararon y Basescu divulgó la especie de que Stolojan había sucumbido a unas amenazas de adversarios políticos, lo más probable que del entorno del PSD, de revelar detalles sobre una breve hospitalización en un psiquiátrico en la década de los ochenta y sobre algún supuesto trapo sucio de tipo económico cuando su gestión como primer ministro.

Sin terciar en la polémica sobre las supuestas razones ocultas de la espantada de Stolojan, Popescu asumió el doble cometido de presidir el PNL de manera interina y de copresidir la DA. Además, aceptó que fuera Basescu el candidato presidencial aliancista; a cambio, el PNL pondría al candidato a primer ministro. En este sentido, la posibilidad de que se constituyera un Gobierno aliancista estaba más ligada al resultado de las presidenciales que al de las legislativas, ya que las prerrogativas del presidente de la República incluían la designación de un primer ministro de su signo y conveniencia al margen de la mayoría parlamentaria que hubiese producido la segunda elección, aunque el voto de investidura en el hemiciclo era preceptivo.

La DA presentó un programa que hacía hincapié en los esfuerzos para cerrar en diciembre los últimos capítulos de negociación con la Comisión Europea —en curso desde febrero de 2000— con el objeto de poder ingresar en la UE en 2007 a la vez que Bulgaria, aunque los esfuerzos de adaptación a los estándares comunitarios en materias como la fiscalidad, la política medioambiental, la administración de justicia, el control de fronteras o el funcionamiento de las empresas en un entorno tan competitivo como el Mercado Interior Único iban a continuar hasta el mismo día del ingreso, y aún después. No en vano, Rumanía, con sus muy bajos niveles de renta y de desarrollo social en comparación con las medias de la UE, portaba el farolillo rojo en cuanto a grado de preparación de los doce países de Europa central y oriental que habían formulado sus demandas de adhesión a mediados de la década de los noventa, diez de los cuales (todos, precisamente, menos Rumanía y Bulgaria) acababan de ver realizada, el 1 de mayo, su aspiración.

No pudiendo atacar al PSD sobre la base de la mayoría de los indicadores macroeconómicos (el PIB crecía en torno al 8% anual, tasa espectacular que en la UE sólo Letonia rozaba; la inflación, por primera vez desde la revolución de 1989, había descendido por debajo del 10%; la deuda pública, del 24% del PIB, era manejable y de hecho cumplía holgadamente uno de los cinco requisitos financieros y monetarios para poder acceder a la eurozona a medio o largo plazo; y el déficit presupuestario, gracias al aumento de los ingresos fiscales, había bajado al 1,6%), Popescu y Basescu incidieron en la consolidación de esas tendencias, en la mejora del clima inversor y en la elevación de la calidad de vida de los rumanos.

Los aliancistas propusieron dignificar las pensiones e introducir sendos impuestos fijos del 16% sobre los ingresos de los trabajadores y los beneficios empresariales (en lugar de los tipos medios del 23% y el 25%, respectivamente) y, muy en especial, hablaron de quebrarle el espinazo a la omnipresente corrupción, el principal problema del país junto con la pobreza, padecida por el 30% de los 22 millones de rumanos y espoleta de un éxodo masivo de ciudadanos desesperanzados hacia otros lugares del continente. La propensión de los funcionarios públicos a corromperse con el cobro de sobornos (como una forma de complementar sus mezquinos salarios) no sólo era una lacra que estorbaba al desarrollo competitivo de la economía y desincentivaba la inversión foránea; de hecho, era la matriz de las dificultades que el Gobierno hallaba en la reforma estructural de los sistemas de justicia e interior, imprescindible para entrar en la UE con buen pie.

Corrupción y pobreza fueron, por este orden, las palabras más escuchadas en una campaña electoral que se disputó a cara de perro y en la que la DA y el PSD, quien concurría con el Partido Humanista de Rumanía (PUR) de adlátere, confrontaron dos programas que, en realidad, venían a decir lo mismo. Así que la lid presidencial entre Basescu y Nastase tomó el aspecto de una competición por esclarecer ante el electorado cuál de los dos era el honesto y competente, y cuál el corrupto e inepto. Aunque Popescu no fue ajeno a las subidas de tono y sus críticas al oficialismo podían ser muy contundentes, por carácter personal y por su condición de segundón de la DA, hizo gala de un estilo más comedido. El 20 de octubre, tal como se esperaba, la DA le designó candidato a presidir el Gobierno.

La ligera ventaja del PSD, más acusada en las presidenciales que en las legislativas, que pronosticaban los estudios preelectorales se confirmó el 28 de noviembre, produciendo una situación bastante ajustada: en las presidenciales, Nastase se puso en cabeza con el 40,9%, seguido por Basescu con el 33,9%; en las legislativas, la lista Unión Nacional formada por el PSD y el PUR sacó el 36,8% de los votos, 132 diputados y 47 senadores; la DA vino después con el 31,5%, 112 diputados y 49 senadores, de los cuales 64 y 25, respectivamente, los aportaba el PNL, que quedó confirmado como la parte más potente de la alianza bipartita. Popescu fue reelegido en su escaño por Bucarest.

Aunque los sondeos le eran tercamente desfavorables, el 12 de diciembre Basescu le dio la vuelta a la situación y, con el 51,2% de los sufragios, se proclamó presidente. Cinco días después, el Consejo Europeo de Bruselas, una vez cerrados todos los capítulos de la negociación, informó a los rumanos que el Tratado de Adhesión iba a ser firmado el 25 de abril de 2005 y que el ingreso en la Unión iba a tener lugar el 1 de enero de 2007. Bucarest hubo de admitir una "cláusula de salvaguardia" por la que los 25 estados miembros podían retrasar un año la incorporación si apreciaban un riesgo evidente de incumplimiento de las condiciones. Y es que, como se precisó arriba, el esfuerzo de asimilación del acervo de la UE no terminaba con la finalización de las negociaciones en Bruselas.

Basescu tomó posesión de su mandato cuatrienal el 20 de diciembre, Nastase dimitió como primer ministro al día siguiente —dejando el puesto de manera interina en manos de Eugen Bejinariu— y el 22 de diciembre, ignorando la reclamación del derecho por el PSD, quien invocaba su victoria por mayoría simple en las legislativas y ofrecía una "cohabitación" a los aliancistas, el flamante jefe del Estado nombró primer ministro a Popescu, con el mandato de articular el equipo de Gobierno más estable posible. Puesto que el pacto con el ultranacionalista Partido de la Gran Rumanía (PRM) estaba descartado (por propia decisión de la DA y porque las capitales occidentales ya habían hecho llegar su veto a cualquier implicación del impredecible caudillo del PRM, Corneliu Vadim Tudor, en el Ejecutivo), la llave de la gobernabilidad la tenía la Unión Democrática Magiar de Rumanía (UDMR), representante de los derechos e intereses de la potente minoría húngara de Transilvania, que había obtenido 22 diputados.

En un tiempo récord, Popescu llegó a acuerdo con la UDMR de Béla Markó y, éxito inesperado, con el PUR de Dan Voiculescu, que rompía así su alianza con el PSD. El Gabinete cuatripartito alineado por el jefe liberal, con nueve ministros para su partido, ocho para el PD, cuatro para la UDMR y tres para el PUR, se apoyaba oficialmente en 153 diputados y por tanto carecía de la mayoría absoluta. El 28 de diciembre, el nuevo Ejecutivo pasó la investidura parlamentaria por 265 votos a favor y 200 en contra, y al día siguiente tomó posesión.

Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 25/5/2005. El ejercicio de Călin Popescu-Tăriceanu como primer ministro de Rumanía concluyó el 22/12/2008, fecha en que se constituyó el nuevo Gobierno de coalición presidido por Emil Boc. Popescu-Tăriceanu continuó dirigiendo el Partido Nacional Liberal, ahora en la oposición, hasta 2009. Posteriormente, entre 2014 y 2019, fue el presidente del Senado. En 2014 abandonó el PNL y en los años siguientes militó sucesivamente en el Partido Liberal Reformista (PLR), la Alianza de Liberales y Demócratas (ALDE) y el partido PRO Romania.