Binali Yildirim

El 22 de mayo de 2016, nada más ser elegido jefe nominal del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Binali Yildirim recibió del presidente de la República y hombre fuerte del país, Recep Tayyip Erdogan, el encargo de formar otro Gabinete en Turquía. El nuevo primer ministro, que sucede en ambos puestos a Ahmet Davutoglu, es un político de perfil técnico inserto en el círculo de lugartenientes de máxima confianza de Erdogan, a cuyo lado ha servido desde 2002 como asesor y en particular como ministro de Transportes y Comunicaciones. Así, fue el ejecutor de los modernos proyectos, algunos faraónicos, de desarrollo de las infraestructuras viarias y marítimas del país, además de las medidas represivas del poder, pródigas en persecuciones y arbitrariedad, para amordazar a los medios que no suscriben su línea política y censurar Internet.

La promoción del fidelísimo Yildirim, objeto de detracciones en todos estos años por sus comentarios favorables al uso del hiyab por las mujeres y sus presuntas actividades corruptas, se enmarca en los planes de Erdogan de, tras el frenazo sufrido en el año doblemente electoral de 2015, abrir un proceso constituyente para, tal como explica el propio Yildirim con tono de docilidad, "hacer de iure la situación de facto"; es decir, sustituir el sistema de Gobierno vigente, de tipo parlamentario, por un republicanismo presidencialista donde el jefe del Estado disponga de plenos poderes ejecutivos. Esta reforma "urgente" contemplada por la llamada Visión 2023 del AKP, de alumbrarla la Asamblea, donde el oficialismo carece de las mayorías cualificadas que le ahorrarían depender del apoyo de la oposición y convocar un referéndum sancionatorio, supondrá probablemente la abolición del cargo de primer ministro, así que el cometido de Yildirim llevaría implícito su "suicidio" institucional. Dato añadido, el equipo ministerial alineado por Yildirim está íntegramente compuesto por miembros del AKP identificados como erdoganistas incondicionales, sin las ínfulas de autonomía de pensamiento mostradas por Davutoglu y otros.

A diferencia del intelectual Davutoglu, quien se alejó irreversiblemente del líder fundador del AKP por, entre otras faltas de sintonía, sus reticencias a la adopción del presidencialismo, Yildirim debuta prometiendo "total armonía" con un mandatario antaño alabado por su reformismo proeuropeo, su gestión de la economía y la subordinación del estamento militar al poder civil, pero colocado actualmente bajo un foco bien distinto por su deriva personalista e intolerante. Aunque Yildirim, primer ministro que sobre el papel -un papel mojado- tiene mucha más autoridad que un presidente al que la Carta Magna de 1982 relega a los roles representativos y ceremoniales, sucede a Davutoglu en la interlocución oficial con la UE, resulta evidente que Erdogan, el cual exige al parecer obediencia irrestricta a sus subalternos y se muestra cada vez más susceptible ante cualquier crítica o disidencia, tendrá la primera y la última palabra en todo lo relacionado con las políticas exterior y de seguridad. Como la tiene en el juego político doméstico.

En estos momentos, Turquía, que acoge en su suelo a 2,7 millones de refugiados sirios, se halla en una situación geopolítica extremadamente compleja y confusa. Por de pronto, no termina de concretarse el acuerdo suscrito con la UE en marzo en Bruselas, de lo más polémico por las serias dudas legales y morales que plantea, según el cual Ankara recibiría dinero en efectivo, visados para sus ciudadanos y un empuje a las aletargadas negociaciones de adhesión (abiertas desde 2005 y solo cerradas para uno de los 35 capítulos, de los que 20 ni siquiera se han abierto todavía) a cambio de actuar de gendarme de los refugiados y migrantes irregulares de Oriente Medio que hacen el salto del Mediterráneo.

Este impasse coincide con la renovada guerra sin cuartel contra la subversión guerrillera del PKK y las expresiones terroristas del secesionismo kurdo turco, la enemistad manifiesta también con los kurdos sirios, el patrocinio junto con Arabia Saudí de varios grupos yihadistas que combaten al régimen de Damasco, las intromisiones en el norte de Irak en connivencia con los kurdos locales y los tratos posiblemente ambivalentes con el Estado Islámico, oficialmente de mutua hostilidad armada pero no exentos de sospechas de una complicidad comercial clandestina. Y, por si todo ello no fuera suficiente, acucian las tormentosas relaciones con Rusia, potencia que en la guerra civil siria se sitúa en el bando contrario. Entre tanto, de puertas adentro, el Gobierno del AKP pisa el acelerador en el retroceso de las libertades civiles, en paralelo a las señales de islamización de la sociedad alentada por el Estado. Hecho de lo más paradójico, la Turquía de Erdogan ha avanzado en sus aspiraciones de integración en la UE, que se siente desbordada por la crisis de los refugiados y llama al auxilio de Ankara para contener y desviar a las multitudes de civiles, musulmanes en su mayoría, en busca del asilo, cuando más se desvía en el cumplimiento de los estándares democráticos.


(Texto actualizado hasta junio 2016)

1. Hacendoso ministro de Transportes de Turquía y hombre de confianza de Erdogan
2. Sustituto de Davutoglu en las jefaturas del partido y el Gobierno a las órdenes del presidente

1. Hacendoso ministro de Transportes de Turquía y hombre de confianza de Erdogan

Oriundo de la provincia de Erzincan, en la Anatolia nororiental, e hijo de granjeros, recibió una completa formación como ingeniero naval en la Universidad Técnica de Estambul (ITU) y más tarde en la Universidad Marítima Mundial (WMU) de Malmö, Suecia, centro este último donde cursó una especialización profesional en el área de Protección del Medio Ambiente cuando ya trabajaba como funcionario para el Gobierno turco. De empleado en el Directorio General de la Industria Naviera Turca y en los cinco veces centenarios Astilleros Camialti del Cuerno de Oro, el estuario que protege el estrecho del Bósforo en la orilla europea de Estambul, Yildirim pasó a ser el director general de la Compañía de Ferris Rápidos de Estambul (IDO) en 1994.

El nombramiento, decisivo para su posterior trayectoria política, le llegó a Yildirim al poco de acceder a la alcaldía de la urbe Recep Tayyip Erdogan, por entonces miembro del islamista Partido del Bienestar (RP) de Necmettin Erbakan. Erdogan quería descongestionar el tráfico rodado en los puentes que unían las diversas riberas de Estambul y en las carreteras que comunicaban con la zona costera del mar de Mármara incentivando para ello el transporte público marítimo, así que encargó a Yildirim un plan para el desarrollo de nuevas líneas locales y regionales de ferris. El ingeniero se puso manos a la obra y en los seis años siguientes la IDO puso en servicio decenas de nuevas terminales y navíos para el transporte de pasajeros y vehículos. En 1998 Erdogan, reo de la justicia, fue apartado del Ayuntamiento y el puesto de alcalde recayó en uno de sus colaboradores, Ali Müfit Gürtuna. Al cabo de dos años, Gürtuna despidió a Yildirim entre alegaciones de que el funcionario municipal había adjudicado contratos por servicios a una empresa perteneciente a un familiar.

Si embargo, la relación personal y política con Erdogan ya estaba sólidamente plantada. En agosto de 2001 Yildirim figuró entre los fundadores del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una formación islamista más moderada que sus predecesoras proscritas por los tribunales y que, dentro de su confesionalismo religioso, hacía gala de unos planteamientos liberales, proeuropeos y respetuosos con los principios del Estado secular fundado por Kemal Atatürk en 1923. Luego, en los comicios del 3 de noviembre de 2002, el ingeniero, concurriendo por el primer distrito electoral de Estambul, fue uno de los 363 candidatos del AKP que ganaron el escaño en la Gran Asamblea Nacional. La victoria arrasadora de los islamistas en su debut en las urnas, que dio el golpe de gracia al agonizante Gobierno del veterano primer ministro sociadelmócrata Bülent Ecevit en mitad de una pavorosa crisis económica, se vio empañada por la prohibición que pesaba sobre Erdogan de ser diputado, y por ende primer ministro, debido a su pasada sentencia de cárcel por un delito de opinión, así que esta función ejecutiva correspondió al número dos del partido, Abdullah Gül.

El 18 de noviembre de 2002 Gül formó un Gobierno en el que Yildirim se hizo cargo del Ministerio de Transportes, un departamento que, dados su perfil e historial, le venía como anillo al dedo al anterior jefe de los ferris estambulís. Al filo de la legislatura, el 8 de mayo de 2007, siendo Erdogan ya el primer ministro -desde 2003, en tanto que Gül quedó reservado para la Presidencia de la República-, Yildirim cesó en el Ejecutivo de acuerdo con la disposición constitucional que obligaba a abandonar el Gobierno antes de las elecciones parlamentarias a los ministros de Comunicaciones o Transportes, de Justicia y de Interior, y a nombrar en su lugar unos sustitutos sin filiación partidaria. El 22 de julio tuvieron lugar las elecciones, en las que el AKP, pese a la fortísima ganancia de votos, sufrió la pérdida de una decena de escaños debido al retorno a la Asamblea del ultraderechista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), y el 29 de agosto siguiente Yildirim estuvo de vuelta en el Gobierno y portando la misma cartera.

La secuencia institucional de 2007 se reprodujo antes y después de las elecciones del 12 de junio de 2011, de nuevo paradójicas para el AKP al experimentar el partido de Erdogan una subida adicional en el apoyo popular (hasta unos impresionantes 49,8% de los votos), pero no traducirse este éxito en la anhelada mayoría de los dos tercios (de hecho, perdió la mayoría cualificada de los tres quintos, suficiente para que el AKP pudiera acometer un proceso constituyente en solitario, en tanto que la anterior, además, habría hecho innecesaria la convocatoria de un referéndum para ratificar una hipotética reforma de la Carta Magna): diputado en la pasada legislatura por Erzincan y en adelante por Esmirna (Izmir), Yildirim cedió el Ministerio a Habip Soluk el 8 de marzo, para recobrarlo el 6 de julio posterior con la alineación por Erdogan de su tercer Gabinete. A continuación, el 1 de noviembre, Erdogan remodeló el área de su fiel lugarteniente, que asumió competencias adicionales como flamante ministro de Transportes, Marina y Comunicaciones.

En todos estos años como responsable de los transportes y comunicaciones del Estado turco, Yildirim adquirió notoriedad por el enorme trajín constructor que imprimió a las infraestructuras públicas del país. Así, la Turquía de Erdogan empezó a desarrollar la línea de ferrocarril de alta velocidad, el Yüksek Hizli Tren, entre Estambul y Ankara, separadas por 450 km, dentro de un ambicioso plan estratégico que contemplaba la entrada en servicio de 1.500 km de vías para 2013 y toda una red nacional de 10.000 km una década más tarde, cuando el país celebraría el centenario de la República de Turquía. Además del Yüksek Hizli Tren y otros trenes rápidos, varias ciudades vieron mejoradas sus comunicaciones urbanas con la inauguración de servicios de cercanías y de metro.

Más llamativos aún, por sus dimensiones faraónicas, fueron el proyecto Marmaray, cuyo elemento principal era la construcción de un túnel de ferrocarril para comunicar las partes europea y asiática de Estambul por debajo del Bósforo, y el descomunal Kanal Istanbul, una ruta acuática artificial de 50 km de largo y más de 100 m de ancho excavada en el brazo de tierra al oeste de Estambul, convertida de esta manera en una isla, para conectar los mares Negro y de Mármara por una vía paralela al estrecho del Bósforo en la Turquía europea. El Kanal Istanbul, que el propio Erdogan llegó a bautizar como el "proyecto loco" de su Gobierno a la hora de presentarlo en vísperas de las elecciones de 2011, debía ser una realidad también en el año icónico de 2023. En añadidura, el Ministerio de Yildirim orquestó la construcción de buen número de nuevos grandes puentes, viaductos y aeropuertos, así como la ampliación de las redes de autopistas y de ferris. Por cierto que su antigua compañía, la IDO, fue privatizada.

Sin embargo, el ministro fue objeto de fuertes críticas desde la oposición política de izquierda y los ecologistas por el impacto medioambiental, en algunos casos severo, de estas ingentes obras de infraestructura, defendidas con ahínco por Yildirim y Erdogan en aras de la modernización económica y social del país. Además, en julio de 2004 Yildirim tuvo que escuchar demandas de dimisión por el desastre ferroviario de Pamukova, en la provincia de Sakarya, cuando uno de los nuevos trenes de alta velocidad descarriló en una curva demasiado pronunciada y el siniestro se saldó con 41 muertos.

Las quejas y detracciones se multiplicaron a partir de 2011, pues como ministro de Comunicaciones Yildirim fue el encargado de ejecutar las decisiones gubernamentales de restricción informativa en los medios de prensa y de censura en Internet (mediante el cierre de webs, la persecución de blogueros y finalmente el bloqueo temporal de redes sociales como Twitter, Facebook y YouTube), siempre por expresar opiniones críticas o difundir informaciones comprometedoras para el poder. Unas medidas que iban a tomar un cariz aún más arbitrario y antidemocrático, con el acoso y derribo del periodismo independiente y la persecución ya sistemática de las voces disidentes, invariablemente bajo los pretextos de la seguridad nacional, la lucha contra el terrorismo y la subversión, la defensa de la unidad de Turquía frente al separatismo kurdo o el derecho al honor de las autoridades, luego de que en agosto de 2014 Erdogan fuera elegido en las urnas presidente de la República y de que Ahmet Davutoglu, hasta entonces ministro de Exteriores, tomara las riendas del Gobierno y el AKP.

En 2005, esta vez por motivos ajenos a su labor ministerial, Yildirim dio también que hablar al difundirse una fotografía en la que podía verse a su esposa desde 1975 y madre de sus tres hijos, Semiha, con la cabeza rigurosamente cubierta por el hiyab y comiendo apartada del grupo de comensales del que formaba parte su marido durante un encuentro con hombres de negocios. Voces identificadas con los valores de la Turquía secular no dudaron en acusar al ministro de practicar en público un sexismo excluyente de matriz religiosa que estaba directamente relacionado con los intentos del Gobierno del AKP, del que Semiha Yildirim era miembro activo, de islamizar la sociedad. Al año siguiente, Yildirim volvió a irritar a los secularistas al declarar que a la hora de nombrar funcionarios de su Ministerio prefería a mujeres tocadas con el hiyab (pese a que por entonces la legislación nacional aún prohibía este código de indumentaria a las trabajadoras del Estado dentro del horario laboral y en sus relaciones con los usuarios) o a hombres cuyas esposas usaran el velo.

En todos los casos, Yildirim, que gozaba de la protección de Erdogan, cuyas disposiciones de hecho se limitaba a aplicar, despreció las críticas a su gestión. Sin embargo, en diciembre de 2013, meses antes de la mudanza en la cúpula del Ejecutivo y cuando el giro autoritario de Erdogan ya resultaba clamoroso por la represión policial de las protestas cívicas de la Plaza Taksim y el Parque Gezi de Estambul, el ministro se vio gravemente salpicado por el escándalo emergido a raíz del rosario de arrestos de destacadas figuras del Gobierno y de hombres de negocios próximos al oficialismo sobre los que pesaban unas acusaciones judiciales de corrupción. Miembros de la oposición parlamentaria, en particular Kemal Kiliçdaroglu, el líder del izquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP, segunda fuerza de la Asamblea), y de la prensa crítica que todavía funcionaba en el país señalaron a Yildirim como el presunto cerebro de una trama de ministros y empresarios de la comunicación dedicada al trasiego ilegal de millones de liras turcas, habiendo de por medio jugosas adjudicaciones a nuevos propietarios privados de porciones de periódicos y televisiones que el Gobierno había incautado en los últimos años.

Las imputaciones de licitaciones y enriquecimiento ilícitos alcanzaron al propio Erdogan y tuvieron la respuesta furibunda del Gobierno, que habló de una conspiración desestabilizadora urdida por seguidores del clérigo exiliado Fethullah Gülen agazapados en el aparato burocrático, la Policía y la judicatura, y por otros representantes clandestinos del llamado "Estado paralelo", objeto ya de purgas y sanciones. Aunque Erdogan se parapetó en la negación airada de todas las acusaciones, el ruido generado por el escándalo dañó la imagen del Gobierno y el 25 de diciembre el primer ministro optó por disipar el mal ambiente con una remodelación ministerial. La misma supuso para Yildirim, arrastrado al ojo del huracán, su salida del Gabinete, donde Lütfi Elvan le tomó el relevo.

Sin embargo, Erdogan, dejando claro que este era un cambio meramente táctico que no suponía la caída en desgracia del cesado, colocó a Yildirim a su servicio directo en calidad de asesor del presidente del partido, esto es, él. Al cabo de unos días, iniciado ya 2014, una operación policial contra la corrupción detectada en la Autoridad Portuaria de Esmirna se saldó con la detención de un cuñado del ex ministro por los cargos de desfalco y aceptación de sobornos, delitos de los que existían pruebas gráficas.

La plena confianza de Erdogan en Yildirim, al que el CHP no dejaba de fiscalizar por los chanchullos y corruptelas del Gobierno y, en un plano más personal, por el origen sospechoso de parte de su abultado patrimonio privado (resultaba que el consejero del AKP y su hijo eran copropietarios de un gran número de compañías navieras turcas y de otros países, así como de una treintena de buques y embarcaciones de lujo), volvió a quedar de manifiesto tan pronto como el primero tomó posesión de la Presidencia de la República el 28 de agosto de 2014.

Entonces, en parte también como premio de consolación por su derrota, en marzo anterior, frente a su adversario del CHP en la votación a alcalde metropolitano de Esmirna, plaza de la costa anatolia occidental y hueso electoral muy duro de roer para el AKP, el nuevo jefe del Estado retuvo a Yildirim a su lado como asesor especial del presidente, por de pronto con carácter no oficial, ya que dicha condición requería darse de baja como miembro de la Asamblea. En tanto que asesor presidencial, Yildirim quedó integrado en el círculo más estrecho de coadyuvantes políticos de Erdogan, quien se había propuesto llevar a cabo el polémico proyecto, eje del llamado Contrato 2023 del AKP, de redactar una "Constitución civil" distinta de la legada por la dictadura militar en 1982 e implantar el sistema de Gobierno presidencialista, una acentuación del poder ejecutivo a costa del legislativo que en buena medida, a tenor de los hechos, ya estaba funcionando, y por cierto que con fuertes tics autoritarios.

Yildirim, toda vez que ya había servido tres legislaturas seguidas, no pudo presentarse, tal como estipulaba la ley, por cuarta vez consecutiva a un escaño de la Gran Asamblea Nacional en las elecciones del 7 de junio de 2015. A las mismas, su partido acudió reclamando un fuerte respaldo popular para poder sacar adelante el proceso constituyente diseñado por Erdogan a su medida sin tener que contar con la oposición. El oficialismo se fijó como objetivo mínimo recobrar la mayoría de los tres quintos, pero su ideal eran los dos tercios, gracias a los cuales la nueva Constitución presidencialista sería elaborada y promulgada de un tirón. El electorado, en cambio, sorprendió despojando al AKP de 53 escaños con una pérdida de nueve puntos de voto.

La evaporación de la mera mayoría absoluta, fijada en los 276 años, por primera vez en 13 años, unida a la entrada con fuerza en la Asamblea del izquierdista y prokurdo Partido Democrático Popular (HDP) de Selahattin Demirtas, constituyó un duro revés para Erdogan y el AKP, pero el presidente, tras un momento de desconcierto, volvió a la carga con espíritu porfiado, rechazando la formación un Gobierno de coalición con el CHP, manteniendo a Davutoglu como primer ministro y forzando la celebración de nuevas elecciones, que esta vez pensaba ganar de calle, no dudando para ello en alimentar el fervor nacionalista con la declaración de la guerra sin cuartel al insurgente Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), al cabo de dos años de estériles negociaciones de paz, y a toda forma de radicalismo o separatismo kurdo.

En estos tensos meses de crispación política doméstica, recrudecimiento del terrorismo kurdo y yihadista, y creciente implicación del Ejército turco, tras mucha renuencia y ambigüedad por parte de Ankara, en la guerra contra el Estado Islámico en Siria e Irak (en paralelo al patrocinio abierto, junto con Arabia Saudí, de algunos de los más importantes grupos islamistas radicales, pero ajenos al Califato, que combatían al régimen de Bashar al-Assad en la guerra civil de Siria, como Ahrar al-Sham y Jaysh al-Islam, además del Ejército Sirio Libre), Yildirim siguió asesorando a Erdogan, pero ya, puesto que estaba fuera de la Asamblea, con carácter oficial. El ingeniero aprovechó el período en blanco que le exigía la ley para volver a presentarse a las elecciones del 1 de noviembre de 2015 como candidato por el primer distrito de Esmirna. Los comicios permitieron al AKP recobrar una mayoría absoluta de 317 escaños, cuota que sin embargo quedaba lejos de las mayorías cualificadas de los tres quintos (330) y los dos tercios (367). El 24 de noviembre Davutoglu alineó el nuevo Gobierno y Yildirim regresó al mismo como ministro de Transportes, Marina y Comunicaciones.


2. Sustituto de Davutoglu en las jefaturas del partido y el Gobierno a las órdenes del presidente

Ya en 2014 Yildirim fue barajado por algunos observadores como un candidato potencial a la jefatura orgánica del AKP y por tanto a primer ministro. A lo largo de 2015 abundaron las señales de que existía una rivalidad nada soterrada entre él y Davutoglu, cuyas relaciones con Erdogan ya no eran excelentes. El jefe del Gobierno y presidente del partido sostuvo un forcejeo público con el jefe del Estado antes de las segundas elecciones del año con motivo de la confección de las listas de candidatos a la Asamblea.

Pero el asunto que quebró el principio de confianza entre ambos dirigentes fue el proyecto de abolir el sistema de Gobierno parlamentario, proyecto que Davutoglu, tratándose, a diferencia del más bien tecnócrata Yildirim, de un intelectual y politólogo que era el arquitecto de la política exterior turca en la era del AKP y que por lo tanto tenía sus propias ideas y visiones estratégicas sobre Turquía, no terminaba de asimilar porque para empezar eso supondría convertir al primer ministro y al Gabinete entero en simples apéndices de la Presidencia, la cual dejaría de ser una institución únicamente representativa y ceremonial, si bien desde 2014, con Erdogan ocupándola, este marco restrictivo no se respetaba de ninguna manera. Es más, si la reforma constitucional en ciernes alumbraba una Presidencia plenamente ejecutiva, a la estadounidense, entonces el puesto de primer ministro no tendría sentido y podría quedar abolido.

Si Erdogan quería disponer de un primer ministro puramente burocrático, sin ínfulas de autonomía y obediente a rajatabla, entonces su hombre era el fidelísimo Yildirim, quien en vísperas del V Congreso Ordinario del partido, el 12 de septiembre de 2015, ya dejó claras sus intenciones al iniciar un proceso de recogida de firmas para sostener una postulación suya a la presidencia orgánica, campaña interna que finalmente interrumpió al resolver sus diferencias sobre las listas electorales Erdogan y Davutoglu. El V Congreso reeligió a Davutoglu con el 94% de los votos, pero esta confirmación no disipó la sensación general de que su alejamiento del líder fundador era irreversible.

Las maniobras entre bastidores surtieron su efecto y el 5 de mayo de 2016 Davutoglu anunció que no se presentaría a la reelección en el próximo II Congreso Extraordinario del AKP, anunciado en la víspera, lo que equivalía a firmar su dimisión como primer ministro por anticipado. Los acontecimientos se ajustaron al guión dispuesto por Erdogan. En el II Congreso Extraordinario, celebrado el 22 de mayo en Ankara, el ministro de Transportes, candidato único, fue elegido presidente del partido virtualmente por aclamación al votar por él 1.405 de los 1.470 delegados asistentes al cónclave. En su discurso, el tercer conductor del AKP desde su creación en 2001 fue muy explícito al invocar la urgente necesidad de "hacer de iure la situación de facto" con la redacción de una nueva Constitución que como principal novedad instituyera la Presidencia ejecutiva.

Automáticamente, Davutoglu emitió su renuncia como primer ministro y Erdogan encargó a Yildirim la formación del nuevo Gabinete, que estuvo ultimado y tomó posesión dos días después no sin participar el presidente de manera activa en su elaboración. En él, Yildirim retuvo a los titulares de Exteriores, Interior y Finanzas, respectivamente Mevlüt Çavusoglu, Efkan Ala y Naci Agbal, y en Defensa cambió a Ismet Yılmaz, que pasó a hacerse cargo de Educación, por Fikri Isik, hasta ahora responsable de Ciencia, Industria y Tecnología.

De los cinco viceprimeros ministros con que contaba el Gabinete de Davutoglu, quien por cierto perdió todo cometido en el Ejecutivo y quedó relegado a la condición de diputado de la Asamblea, tres, Numan Kurtulmus, Tugrul Türkes y Mehmet Simsek, fueron renovados en sus puestos; los dos restantes, Yalçın Akdogan y Lütfi Elvan, dejaron paso a Nurettin Canikli y Veysi Kaynak. Como era de esperar, continuó al frente del Ministerio de Energía y Recursos Naturales el empresario Berat Albayrak, yerno del presidente. Un repaso rápido a la lista de miembros del nuevo Gobierno bastaba para comprobar que estaba integrado exclusivamente por erdoganistas incondicionales. El 29 de mayo el Gabinete Yildirim ganó el voto de confianza de la Asamblea con el respaldo de 315 diputados y el rechazo de 138.

De acuerdo con su currículum oficial, el primer ministro Yildirim posee una decena de doctorados honoríficos otorgados por universidades turcas y de otros países.

(Cobertura informativa hasta 1/6/2016)