Bart De Wever
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Primer ministro (2025-)
El 3 de febrero de 2025, por primera vez en la historia del país, un dirigente nacionalista flamenco, Bart De Wever, asumió la jefatura del Gobierno Federal de Bélgica. El hasta ahora líder de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) y alcalde de Amberes alcanzó un acuerdo de coalición con otras cuatro formaciones, los liberales (MR) y socialcristianos (LE) francófonos, y los socialistas (Vooruit) y democristianos (CD&V) flamencos, tras más de siete meses de prolijas negociaciones. Un plazo muy dilatado pero consistente con las peculiaridades de la política belga, que ha conocido provisionalidades mucho más largas.
Al igual que los comicios de 2010, 2014 y 2019, las elecciones federales del 9 de junio de 2024 dieron la victoria por mayoría simple (16,7% de los votos y 24 escaños, incluido el de De Wever) a la N-VA, la cual ya participó en el Gobierno Federal en otra ocasión, en 2014-2018, cuando el primer ministro era el liberal francófono Charles Michel. El Gabinete pentapartito de De Wever, al que el rey Felipe nombró sucesivamente informateur, préformateur y formateur, sucede al heptapartito del liberal flamenco Alexander De Croo, instalado en 2020, y se sustenta en una mayoría absoluta de 81 diputados.
A De Wever, un político de derecha favorable a restringir drásticamente la inmigración, crítico del multiculturalismo con cierto enfoque identitario y liberal conservador en materia fiscal, la ocasión de pilotar Bélgica le ha llegado tras años de recelos y rechazos en torno a su persona. Desde que tomó las riendas de la N-VA, adherida a los Conservadores y Reformistas Europeos, y la vigorizó hasta transformarla en una fuerza mayoritaria tanto en Flandes como en Bélgica, De Wever hizo gala de un nacionalismo flamenco intenso.
Sus tesis, expuestas con tono politológico y sin apasionamientos, eran que el Estado belga fundado en 1830 no tenía futuro por su carácter heterogéneo y "supranacional", que la conciencia nacional en torno a la belgitud, paulatinamente debilitada desde el final de la Segunda Guerra Mundial, terminaría desvaneciéndose y que la independencia, como fruta madura que cae, era un escenario perfectamente viable para el neerlandófono Flandes, al igual que podía serlo para la francófona Valonia. Un proceso soberanista de carácter gradual y no unilateral, a negociar entre todos, impulsado por la transferencia a las regiones de casi todas las competencias federales e inserto en el marco jurídico de la UE. Y como hipotética culminación, la integración de una eventual República Flamenca en los vecinos Países Bajos. Él siempre insistió en que no advocaba una "revolución", sino una "evolución".
A lo largo de su carrera, De Wever, político de oratoria ágil y argumental, ha menudeado también los señalamientos populistas contra los francófonos valones y bruselenses, muchos de los cuales le corresponden con hostilidad. Convertirse en primer ministro nunca ha sido para él una meta en realidad, sino más bien una misión sobrevenida, como resultado del desgaste y los fracasos electorales acumulados por los partidos no nacionalistas. Antes, nadie veía a De Wever como primer ministro de Bélgica. Empezando por él mismo, ya que no entraba en sus planes presidir un país por cuya disolución pactada apostaba.
Hoy, su renuncia vocal a la secesión de Flandes, aparcada más que descartada, en favor de un federalismo acentuado, hasta alcanzar un marco "confederal" entre las tres regiones territoriales y las tres comunidades lingüísticas que articulan el Estado belga, le ha permitido a De Wever erigirse en árbitro de la gobernabilidad, haciendo valer su condición de jefe de la agrupación que desde hace 15 años es la primera fuerza de la Cámara de Representantes. Ahora bien, la N-VA no vive momentos de cenit: este se produjo en 2014, cuando superó el 20% de los votos y la treintena de diputados. Además, la secesión de Flandes, que generaría una elevada factura económica, solo es deseada por una minoría de flamencos, indican los sondeos. Muchos de quienes votan a los partidos nacionalistas lo hacen por motivos ajenos a la causa independentista.
En esta legislatura, el liderazgo opositor recae en la opción más radical del nacionalismo flamenco, el Vlaams Belang (VB), con un discurso independentista explícito de ultraderecha que está dándole muchos votos en el último lustro. Así, en 2024 la formación de Tom Van Grieken nada menos que ganó las elecciones europeas, consolidó su segunda posición en las federales y les pisó los talones a los aliancistas en las regionales. Ello permite a De Wever, más allá de sus dudas sobre la utilidad de mantener el cordón sanitario al VB, jugar las cartas de la moderación y la contención del extremismo en su propio campo. El acuerdo de gobierno contempla expandir la autonomía de las entidades federadas, antesala que sería de la séptima reforma constitucional del Estado desde 1970.
Hasta entonces, De Wever puede concentrarse en la tarea económica de enderezar las cuentas públicas, con la deuda superando el 100% del PIB y el déficit sobrepasando el 4%. Ultraliberal económico, De Wever quiere meter la tijera en el gasto público, tocando de lleno las partidas sociales (pensiones mínimas, prestación por desempleo), y de entrada se opone a cualquier subida de los impuestos, aunque sus socios socialistas y socialcristianos le han arrancado una mayor tributación de los bancos y las multinacionales, amén de más inversión en la sanidad y la no desviación de los objetivos de descarbonización. Por el contrario, De Wever promete aplicar la política de inmigración "más estricta de nuestra historia". Otro desafío, ciertamente alarmante y para el que De Wever no ha ofrecido soluciones claras, es la espiral de violencia armada en las calles, donde se multiplican los tiroteos entre bandas rivales del narcotráfico.
En la política exterior, el nuevo primer ministro belga, cuyas cálidas relaciones con la comunidad judía vienen de muy atrás, ha expresado opiniones de apoyo firme a Israel en sus guerras contra Hamas —lo que contrasta con su predecesor De Croo, quien se propuso reconocer el Estado palestino, condenó la matanza de civiles gazatíes y promovió sanciones europeas contra Israel— y Hezbollah, así como a Ucrania frente a la invasión de Rusia. Otro compromiso de su Gobierno es elevar el gasto de defensa, desde el 1,3% hasta el 2% del PIB hasta 2029, más en consonancia con los requerimientos de la OTAN.
(Texto actualizado hasta 12 febrero 2025).
BIOGRAFÍA
De 54 años, casado con una holandesa y padre de cuatro hijos, Bart De Wever, referido habitualmente por la prensa belga como BDW, es oriundo de la periferia obrera de Amberes y creció en un ambiente familiar de adhesión a la Unión Popular (Volksunie, VU), el principal partido valedor de las reclamaciones nacionalistas de los belgas flamencos y neerlandófonos. Uno de sus abuelos fue dirigente de la Liga Nacional Flamenca (VNV), formación filofascista partidaria de la anexión de Flandes a los Países Bajos y que durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con la ocupación alemana de Bélgica.
La VU, fundada en 1954, vivió su mejor época coincidiendo con la primera infancia de De Wever, cuando se mantuvo en torno al 10% de los votos en las elecciones generales y llegó a ser el cuarto grupo en la Cámara de Representantes bajo los liderazgos de Frans Van der Elst y Hugo Schiltz. A partir de 1977 la VU, conducida sucesivamente por Vic Anciaux y Jaak Gabriëls, entraría en un declive imparable que en la década de los noventa sería paralelo al auge del soberanista Bloque Flamenco (Vlaams Blok, VB) de Karel Dillen, rival por su derecha. Entre 1977 y 1991 la VU fue socia de tres gobiernos de gran coalición, al tiempo que De Wever militaba en varias organizaciones afines, como la Unión de la Juventud Nacional Flamenca (VNJ), la Unión Liberal de Estudiantes Flamencos (LVSV) y la Unión Católica de Estudiantes Flamencos (KVHV).
En 1994 el joven obtuvo la licenciatura en Historia por la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven) y durante un tiempo se ganó la vida como editor de las publicaciones de la KVHV, colaborador en la Nueva Enciclopedia del Movimiento Flamenco y auxiliar de investigación académica sobre Historia en la KU Leuven, donde emprendió unos estudios de doctorado que dejaría inconclusos. En 1996 debutó en la política representativa como concejal del distrito de Berchem, en Amberes, mandato que no llegaría al año, y cuatro años después se hizo con un puesto en la directiva de la VU, donde Geert Bourgeois tomó el relevo a Patrik Vankrunkelsven.
A partir de aquí, la carrera política del futuro gobernante cobró velocidad. En 2001, recién entrado en la treintena, De Wever secundó a Bourgeois en la pugna interna abierta con la facción de Bert Anciaux, hijo de Vic Anciaux y de tendencia centro-progresista.
En octubre de aquel año la VU quedó oficialmente disuelta con la escisión del grupo de Anciaux, que dio lugar a un partido independiente, Spirit, y la inscripción por Bourgeois y De Wever de la Nueva Alianza Flamenca (Nieuw-Vlaamse Alliantie, N-VA), heredera legal de la VU y valedora de su plataforma nacionalista conservadora, poniendo un mayor énfasis si cabe en la soberanía de Flandes y, eventualmente, su acceso a la independencia, lo que de producirse supondría la desaparición del Estado belga fundado en 1830. Para De Wever, Flandes no solo podía terminar rompiendo amarras con Bélgica, sino que con el tiempo podría incluso integrarse de alguna manera en los vecinos Países Bajos; según él, quienes vivían a ambos lados de la frontera constituían un mismo pueblo que hablaba un mismo idioma.
Desde la cuarta reforma estatal de 1993, que consagró la naturaleza federal de Bélgica, Flandes funcionaba como un sujeto federado pero operando en el doble nivel geográfico-regional, a través de la Región Flamenca, y cultural-lingüístico, a través de la Comunidad Flamenca, dos entidades diferentes (y no exactamente coincidentes sobre el mapa, ya que la Región excluía la bilingüe Bruselas, sí parte de la Comunidad en lo tocante a sus habitantes neerlandófonos), si bien compartían Gobierno y Parlamento (a diferencia de la Región Valona y la Comunidad Francesa). También tenían en común la capital administrativa, Bruselas, a pesar de no ser parte la ciudad de la Región Flamenca; esto era así porque las competencias de la Región Flamenca eran ejercidas por las instituciones de la Comunidad Flamenca, basadas a su vez en Bruselas. Ahora bien, las leyes regionales flamencas no eran aplicables a Bruselas-Capital, la tercera región constitutiva de Bélgica.
Paladín del nacionalismo flamenco y artífice del éxito de la N-VA
En adelante, la N-VA, Bourgeois y De Wever perseveraron en una meta fundamental: arrancar a las autoridades federales tantas competencias como fuera posible para la Región y la Comunidad flamencas, así como segmentar la circunscripción electoral y partido judicial bilingüe de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), tratándose esta última reforma de su máximo caballo de batalla, motivo de debates acalorados y mutuas acusaciones arrastrados durante décadas. En realidad, BHV era una anomalía en la rígida compartimentación idiomática del país.
La pretensión de los nacionalistas era desgajar de BHV el distrito de Halle-Vilvoorde (HV), oficialmente neerlandófono y administrativamente parte de la provincia del Brabante Flamenco, para convertirlo en una circunscripción electoral flamenca. Así se impediría que residentes francófonos pero jurisdiccionalmente flamencos pudieran votar en elecciones federales y europeas a candidatos y partidos francófonos activos en Bruselas y Valonia, como eran los casos del Movimiento Reformista (MR), el Ecolo y el ultraderechista Frente Nacional (FN).
Buena parte de estas reivindicaciones, incluida la división de BHV, percibida desde Valonia y por los francófonos de la Región de Bruselas-Capital como una inquietante desgarradura adicional en el largo proceso de separación, duplicaciones comunitarias y vaciado de competencias centrales iniciado en la década de los sesenta del siglo XX, acabarían siendo logradas en virtud de la sexta reforma estatal, la de 2011-2012.
Ahora bien, en sus primeros años andadura, las reclamaciones de la N-VA fueron poco escuchadas, incluso por los partidos flamencos no nacionalistas, en consonancia con el escaso tirón electoral de la formación. Los soberanistas e independentistas de Flandes preferían votar al VB, secesionista sin complejos y desde 1996 mandado por Frank Vanhecke. En las elecciones federales de mayo de 2003 De Wever se presentó como cabeza de lista por Amberes, pero no salió elegido y la N-VA, con poco más del 3% de los votos, solo ganó un solitario escaño en la Cámara de Representantes, ido a Geert Bourgeois, frente a los ocho disfrutados por la VU en la anterior legislatura. El VB, por el contrario, ascendió hasta los 18 representantes. Estas elecciones alumbraron el segundo Gobierno de coalición de Guy Verhofstadt, dirigente de los Liberales y Demócratas Flamencos (VLD, luego Open VLD).
Para la N-VA las cosas empezaron a cambiar en las elecciones regionales de junio de 2004, cuando su novedosa alianza con los Cristianos Demócratas y Flamencos (CD&V, antes llamados CVP), la primera fuerza de Flandes y durante mucho tiempo también en el conjunto de Bélgica, así como cantera hasta 1999 de la mayoría de los primeros ministros de la posguerra, se tradujo en una mayoría simple de 35 escaños. De Wever salió elegido miembro del Parlamento Flamenco y el 24 de octubre siguiente la N-VA le eligió por aclamación su presidente para suplir a Bourgeois, devenido miembro del Gobierno flamenco de coalición dirigido por el ministro-presidente Yves Leterme, de los CD&V.
De cara a los siguientes envites en las urnas, De Wever ejecutó una estrategia de tintes populistas para presentar a los contribuyentes flamencos como unos sufridos pagadores de los gastos generados en Valonia y Bruselas, cuyas administraciones y ciudadanos se dedicaban a despilfarrar los fondos federales, según esta narrativa. La denuncia, acompañada de escenificaciones pintorescas y espoleada por unas convicciones económicas ultraliberales, de las cargas financieras según él abusivas para Flandes le granjeó a De Wever inquinas entre los francófonos, los socialistas y los socialcristianos en particular, pero sirvió para succionarle algunos votos al VB, ahora llamado Interés Flamenco (Vlaams Belang). Años después, De Wever iba a ser muy recriminado por hablar con tono despectivo sobre la "valonización" de la economía belga.
El experimento de la lista conjunta de los CD&V y la N-VA, coincidentes en la necesidad de segmentar con criterios lingüísticos la circunscripción de BHV y de que se transfiriera a las regiones más competencias en las materias de sanidad, justicia, empleo y fiscalidad, fue trasladado a las elecciones federales de junio de 2007, con contundentes resultados. Los dos partidos, el primero ubicado en el centro-derecha y el segundo en una derecha más nítida, reunieron una treintena de representantes, entre ellos De Wever, elegido por Amberes.
Desde su nueva posición de influencia en Bruselas, De Wever jugó un papel descollante en las espinosas negociaciones para la formación del nuevo Gobierno Federal de coalición bajo la batuta de Yves Leterme, un político inhábil con tendencia a arrojar la toalla en presencia de contrariedades. Tras múltiples contratiempos, este Gabinete pudo ser inaugurado en marzo de 2008 con la autoexclusión de la N-VA, que por unos meses, hasta septiembre, aceptó prestarle apoyo externo.
El despojamiento de competencias económicas a las autoridades federales era un escenario que sólo podía entusiasmar al próspero, tecnificado y tercerizado norte flamenco, a la vez que inquietar al sur valón, que seguía padeciendo los efectos de una dolorosa reconversión minera e industrial, y que no terminaba de deshacerse de una importante corrupción política y funcionarial. Puesto que la reforma del Estado federal tenía alcance constitucional, para salir adelante en el Parlamento requería una mayoría de dos tercios.
El enquistamiento del desacuerdo con los partidos francófonos sobre la enésima reforma estatal terminó dañando las relaciones entre los CD&V y De Wever, que en diciembre de 2008, en plena vorágine de la crisis bancaria nacional y financiera global, se reafirmó en la oposición al nuevo Gobierno del democristiano flamenco Herman Van Rompuy y en junio de 2009 acudió con su partido en solitario a las elecciones regionales de Flandes. La N-VA quedó en quinto lugar con el 13% de los votos y 16 escaños, 10 más que al socaire de la lista conjunta con los CD&V en 2004 y cuatro más que los cosechados por la extinta VU en 1999.
De vuelta al Parlamento Flamenco, De Wever, cada vez más popular en Flandes por sus habilidades dialécticas, su imagen de hombre inteligente y su intransigencia en la negociación de la reforma estatal con unos valones y francófonos deseosos de limitarla, se aseguró la participación de su partido en el segundo Gobierno regional del democristiano Kris Peeters, que además de los CD&V incorporó a los socialistas del SP.A. Meses después Leterme —sustituto de Van Rompuy, marchado a presidir el Consejo Europeo— forjó su segundo Gobierno Federal, otra fórmula de gran coalición que en abril de 2010 quedó truncada por la marcha del Open VLD.
Un éxito antes impensable para el nacionalismo flamenco llegó de la mano de De Wever en las elecciones federales anticipadas de junio de 2010. Con el 17,4% de los votos y 27 representantes, la N-VA se convirtió de golpe en el primer partido de Bélgica (y de Flandes) a costa de las restantes fuerzas políticas salvo el PS, favorito de los francófonos y segundo más votado con casi cuatro puntos menos. El VB de Bruno Valkeniers se hundió desde la tercera a la séptima posición con el 7,7% de los sufragios.
Del triunfo sensacional de la N-VA, valorado por los comentaristas como un auténtico terremoto en la política belga, se extrajeron varias lecturas. La primera, que en el nacionalismo flamenco la competición entre moderados y radicales se había decantado rotundamente en favor de los primeros. La segunda, que los partidos francófonos ya no iban a poder seguir poniendo trabas a la reforma estatal reclamada por los flamencos, cuyo nudo gordiano era la división jurisdiccional de BHV.
De Wever, elegido senador, fue designado por rey Alberto II informateur con la tarea de darle cuenta de la situación poselectoral y de las posturas de los partidos de cara a la próxima coalición gubernamental. Las negociaciones formativas resultaron ser extraordinariamente complicadas, incluso para los estándares belgas, al ir inextricablemente ligadas a un consenso sobre la sexta reforma del Estado desde 1970, consistente en la transferencia de más competencias a las regiones y las comunidades y, sobre todo, la escisión de BHV. Al final, se decidió que BHV fuera partida en dos circunscripciones electorales, una mayoritariamente francófona, Bruselas, y otra mayoritariamente neerlandófona, HV, a su vez fusionada con el área electoral vecina de Lovaina para formar la circunscripción uniprovincial del Brabante Flamenco.
El líder de la N-VA, en líneas generales, se salió con la suya en tan sensible asunto, a pesar de que no participó en la fase final de las negociaciones que involucraron a los socialistas (PS y SP.A), los democristianos (CDH y CD&V), los liberales (MR y Open VLD) y los ecologistas (Ecolo y Groen) de las dos comunidades lingüísticas. Los seis primeros partidos vertebraron el Gobierno que el socialista valón Elio Di Rupo pasó a presidir en diciembre de 2011, transcurrida la provisionalidad récord de 541 días desde las elecciones.
La N-VA permaneció en la oposición y De Wever, que tras superar el obstáculo de BHV se planteó como siguiente objetivo hacer de Bélgica un estado confederal, pasó dos años complicados en el terreno personal. Primero, le sobrevino un cuadro de agotamiento físico como resultado de las extenuantes negociaciones interpartidistas de 2010-2011, a lo que siguió una drástica cura de adelgazamiento con la que perdió varias decenas de kilos, cambiando notablemente su físico. Después, recibió unas amenazas de muerte que le obligaron a tomar protección policial y sufrió una severa infección en los pulmones que lo tuvo hospitalizado.
No por ello interrumpió su actividad política. Así, en las municipales de 2012 salió elegido alcalde de Amberes, donde ya venía siendo concejal desde 2007. El 1 de enero de 2013 De Wever tomó posesión del consistorio de la principal urbe flamenca en sustitución del socialista Patrick Janssens y con un mandato de seis años, el cual luego iba a renovar en octubre de 2018 y octubre de 2024.
El protagonismo de De Wever en la política belga experimentó un segundo pico con las elecciones generales del 25 de mayo de 2024. En las regionales, la N-VA, en un salto espectacular, batió a todos sus rivales, los CD&V, el Open VLD, el SP.A, Groen y un muy achicado VB, con el 31,9% de los votos y 43 escaños, poniendo en bandeja a Geert Bourgeois la presidencia del Gobierno Flamenco, de gran coalición con democristianos y liberales. Por primera vez, la N-VA encabezaba el Ejecutivo regional, atribución que después iban a prolongar Jan Jambon en 2019 y Matthias Diependaele en 2024.
En las elecciones federales, los aliancistas treparon hasta el 20,3% de los votos y los 33 escaños, una decena más que el siguiente partido más votado, el PS del primer ministro Di Rupo. Se trataba de una cuota de apoyo popular demasiado elevada como para pretender marginar a la N-VA del próximo Gobierno.
De Wever, de regreso a la Cámara de Representantes, fue nombrado informateur por el rey Felipe con la mirada puesta en un Gabinete que incorporaría al Centro Democrático Humanista (CDH), es decir, los socialcristianos francófonos (posteriormente renombrados Los Comprometidos, LE) de Benoît Lutgen. Sin embargo, el CDH se negó en redondo a avenirse a transacciones con De Wever, al que veía como un separatista que quería liquidar Bélgica, y la misión informativa del líder flamenco terminó en fiasco. El resultado electoral indicaba que De Wever podía y debía ser ministro. Precisamente el alto cargo federal que la N-VA, en su audaz manifiesto de campaña, había propuesto abolir a la vez que el servicio diplomático, a transferir a la UE.
De todas maneras, los nacionalistas flamencos no seguirían en la oposición. Así, el 11 de octubre de 2014 el líder del MR, Charles Michel, alineó un Gabinete de mayoría orientado al centro-derecha con presencia de sus colegas liberales flamencos, esto es, el Open VLD, más los CD&V y, gran novedad, la N-VA, la cual asumió la responsabilidad de cogobernar Bélgica desde los ministerios de más peso: el de Finanzas, para Johan Van Overtveldt, el de Defensa, para Steven Vandeput, y el de Seguridad e Interior, para Jan Jambon, hecho de paso viceprimer ministro. Además, los de De Wever obtuvieron dos secretarías de Estado, la de Lucha contra la Pobreza, para Elke Sleurs, y la de Asilo y Migración, para Theo Francken. Esta última adjudicación fue una victoria especialmente señalada para De Wever, preclaro defensor de restringir al máximo la inmigración, en especial la procedente de países musulmanes.
Los comentaristas señalaron los riesgos de una coalición de estas características y la bautizaron como "kamikaze", toda vez que rompía con el equilibrio comunitario: tres partidos flamencos y solo uno francófono. Quienes advertían que De Wever era un socio poco de fiar se sintieron vindicados cuando el 8 de diciembre de 2018 la N-VA anunció su salida del Gobierno, dejándolo así en minoría, tras cambiar súbitamente de opinión en torno a la firma por Bélgica del Pacto Mundial sobre Migración, a la que De Wever en un principio había accedido, alineándose con el MR, los CD&V y el Open VLD. Entonces, De Wever fue acusado de echarse atrás en esta cuestión, sobre la que los cuatro partido del Gobierno habían alcanzado un consenso, por puro cálculo electoralista.
En las elecciones generales del 26 de mayo de 2019 la N-VA mantuvo su primacía en Bélgica y en Flandes, aunque con un sensible retroceso: el 16% de los votos y 25 representantes en la Cámara federal, y el 24,8% de los votos y 35 diputados en el Parlamento regional. Los aliancistas perdieron fuelle para agosto del VB, que volvía a crecer de la mano de Tom Van Grieken. En la nueva legislatura, De Wever, legislador regional por segunda vez sin descargo de su alcaldía de Amberes, mantuvo a su partido en la oposición a los gobiernos federal de Sophie Wilmès (octubre de 2019) y Alexander De Croo (octubre de 2020), miembros respectivamente del MR y el Open VLD.
(Cobertura informativa hasta 1/1/2024).
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