Alpha Oumar Konaré

Formado en la Escuela Normal Superior de Bamako, enseñó Historia en la Escuela Superior Normal de Badalabougou y en 1974 fue contratado como investigador en el Instituto de Ciencias Humanas de Malí. En 1975 se doctoró en Historia y Arqueología por la Universidad de Varsovia con una disertación sobre el desarrollo de la agricultura en la cuenca superior del río Níger entre los siglos XIII y XVII, período en que floreció un gran imperio malí con capital en Tombouctou.

A su retorno a Bamako ejerció de profesor de Historia por cuenta del Ministerio de Cultura y de presidente del Consejo de Museos, hasta mayo de 1978, cuando el jefe del Gobierno militar desde 1969, general Moussa Traoré, le nombró ministro de Juventud, Deportes, Arte y Cultura. En agosto de 1980 Konaré dimitió del Gobierno como gesto de descontento por la perpetuación en el poder de Traoré, que se había estrenado como presidente constitucional en unas elecciones de candidatura única el año anterior. Konaré retornó entonces a sus actividades académicas y se concentró en la promoción de eventos culturales.

En los años siguientes desempeñó también labores periodísticas, siendo editor de la revista Jamana y del diario independiente Les Echos, que fundó en 1984, y consultor en organizaciones internacionales como la UNESCO, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia de Cooperación Cultural y Técnica (ACCT). Asimismo, presidió la Asociación Africana Occidental de Arqueología. En 1986 se lanzó a la actividad política con la fundación del Frente Nacional Democrático y Popular, que desde la clandestinidad -el partido de Traoré, la Unión Democrática del Pueblo de Malí (UDPM), era el único legal- se coordinó con otras organizaciones de la oposición democrática.

Dentro del marco legal del régimen, Konaré presidió la Mutua de Trabajadores de la Educación y la Cultura (MUTEC) en 1987 y, de nuevo, el Consejo de Museos a partir de 1989. En julio de 1990 sumó su firma a un llamamiento popular contra la dictadura de Traoré y poco después, en octubre, fundo la Alianza por la Democracia en Malí (ADEMA), una plataforma política de orientación centroizquierdista que tomó parte en la campaña de huelgas y protestas no violentas contra el régimen. En la coalición tomaban parte, entre otros, la Unión Sudanesa-Reagrupamiento Democrático Africano (US-RDA), el Partido Malí por la Revolución y la Democracia (PMRD), el Partido Malí del Trabajo (PMT) y el Frente Democrático y Popular Malí (FDPM).

Luego del derrocamiento de Traoré el 26 de marzo de 1991 en el golpe de Estado del teniente coronel Amadou Toumani Touré y de la adopción por la junta militar de un cronograma para la implantación de un marco constitucional pluralista, la ADEMA, el 26 de mayo, se constituyó como formación política unificada y añadió el nombre de Partido Panafricano por la Libertad, la Solidaridad y la Justicia (ADEMA-PASJ). Konaré tomó parte en la Conferencia Nacional que entre julio y agosto diseñó los instrumentos legales del futuro régimen democrático.

En las elecciones legislativas a dos vueltas del 23 de febrero y 8 de marzo de 1992, ADEMA-PASJ se hizo con 76 de los 116 escaños de la Asamblea Nacional abiertos a la libre competición; en las presidenciales del 12 y 26 de abril, Konaré se impuso a su inmediato contrincante, Tieoulé Mamadou Konaté, de la Unión Sudanesa-Reagrupamiento Democrático Africano (US-RDA), con el 69% de los votos. El 8 de junio la junta de Touré entregó el poder a Konaré, que se convirtió, con un mandato de cinco años, en el primer presidente de Malí elegido democráticamente desde la independencia de Francia en 1960. La jefatura del Gobierno, de coalición con la US-RDA y el Partido por el Progreso y la Democracia (PDP), se confió al financiero independiente Younoussí Touré.

A lo largo de sus diez años de Gobierno, Konaré se proyectó como uno de los mandatarios africanos más comprometidos con el desarrollo de su país, que figura entre las diez naciones con más débiles índices de desarrollo humano del mundo, tratando de que fuera sostenido, pero también equilibrado en el esquema de regiones. Diversos programas de desarrollo socioeconómico fueron sufragados conjuntamente por la Unión Europea y por Francia, mientras que el FMI, confiando en la austeridad financiera de la gestión de Konaré y pese a las graves deficiencias en el sistema tributario malí, financió un programa de ajuste estructural cuya primera etapa fue la introducción de un impuesto uniforme al consumo en 1993.

Las expectativas de crecimiento y progreso cobraron ánimo en marzo de 1996 con la pacificación de las áreas norteñas y la acogida por los Movimientos y Frentes Unificados de Azawad (MFUA), reuniendo a tres organizaciones armadas tuaregs, y los combatientes songhai del movimiento Ghanda Koy, que mantuvieron fuertes combates con el Ejército en 1994, a la oferta gubernamental de desarme y reinserción en el Ejército malí. Asimismo, a la recuperada estabilidad territorial se añadieron los ingresos procedentes de las explotaciones auríferas y las excelentes cosechas algodoneras, no obstante el descenso de las cotizaciones mundiales de este producto..

Pero la política económica de Konaré, centrada en los últimos años noventa en la privatización de las empresas públicas, levantó numerosas protestas sindicales, mientras que el predominio de ADEMA-PASJ (miembro desde 1996 de la Internacional Socialista), que en febrero de 1994 se quedó sólo en el Gobierno tras romperse un pacto de coalición, fue virulentamente contestado por una oposición muy fraccionada. Las elecciones legislativas del 20 de julio y el 3 de agosto de 1997 discurrieron en un clima bastante tenso por los actos de violencia, las detenciones policiales de opositores y el boicot practicado por 18 partidos, lo que puso en bandeja a ADEMA-PASJ una mayoría absoluta de 128 escaños.

En las presidenciales del 11 de mayo Konaré obtuvo la reelección improrrogable hasta 2002 con el 95,9% de los votos frente a Mamadou Maribatourou Diaby, del Partido de la Unidad, el Desarrollo y el Progreso (PUDP), único rival luego de la retirada del proceso de ocho candidatos que habían acusado al poder de organizar los comicios a su gusto y conveniencia.

En el ámbito exterior, Konaré jugó un papel constructivo con sus mediaciones en las crisis de la República Centroafricana y la República Democrática del Congo (entonces Zaire) en 1997. Tropas malíes formaron parte de la Misión Inter-Africana de Monitorización de la Implementación de los Acuerdos de Bangui (MISAB) y de su sucesora en 1998, la Misión de Naciones Unidas para la República Centroafricana (MINURCA), así como en las fuerzas de pacificación (Ecomog) de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) en Liberia (marzo de 1997), Sierra Leona (septiembre de 1997) y Guinea-Bissau (febrero de 1999).

Precisamente, en 1999 Konaré fue elegido presidente anual de turno de esta organización regional, que en noviembre de 2000 se dotó de su primer Parlamento, con sede en Bamako. Vehemente abogado de las fórmulas multilaterales para hacer arraigar la democracia en la región, fustigó los golpes de Estado perpetrados por los militares en Níger y Côte de I'voire en abril y diciembre de 1999, respectivamente.

Por otro lado, con Konaré Malí fue el primer país en ratificar el Tratado de la Unión Africana adoptado en la 36ª Cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA) que se celebró en Lomé en julio de 2000, el cual entrará en vigor cuando dos terceras partes de los estados miembros entreguen los instrumentos de ratificación. Además, Konaré tuvo una presencia muy activa en los foros Sur-Sur y Norte-Sur, realizando numerosos viajes a países de África y Europa. Del 18 al 21 de noviembre de 1997 estuvo en Estados Unidos en visita de trabajo.

Paradójicamente, mientras que los progresos en la economía y en la lucha contra la corrupción animaron a los fiadores internacionales públicos de Malí a condonar o reescalonar amplias partidas de la deuda externa (unos 3.000 millones de dólares), el partido del Gobierno se sumió en una grave crisis interna con el enfrentamiento entre el sector oficial encabezado por el primer ministro desde 1994, Ibrahim Boubacar Keita, y los renovadores animados por el ministro de Finanzas, Soumaïla Cissé. En febrero de 2000 Keita dimitió al frente del Gobierno y en octubre siguiente cesó también como presidente del partido, tras lo cual fundó una fuerza propia, el Reagrupamiento por Malí (RPM). Dioncounda Traoré fue elegido nuevo jefe de ADEMA-PASJ y Cissé se aseguró la nominación presidencial.

Konaré se mantuvo distanciado de estas trifulcas en ADEMA-PASJ y flirteó con la posibilidad de enmendar la Constitución para permitir el tercer mandato presidencial consecutivo. Sí abrió en cambio un proceso de reforma constitucional para reforzar los poderes presidenciales y adquirir inmunidad frente a eventuales persecuciones judiciales, pero la falta de apoyos en el arco de partidos, que tacharon de antidemocrática la iniciativa, le obligó a cancelar en noviembre de 2001 el referéndum programado para diciembre.

El laurel de modelo de demócrata africano concedido a Konaré por los países occidentales fue puesto seriamente en entredicho con motivo de las elecciones presidenciales del 28 de abril y el 12 de mayo de 2002. La primera ronda tuvo uno de los escrutinios más caóticos registrados en esta parte de África desde la transición al modelo multipartidista una década atrás, brindando sólidos argumentos a la oposición para las ya tópicas denuncias de fraude.

A la segunda vuelta pasaron el respetado ex presidente militar Toumani Touré y, finalmente, el candidato gubernamental, Soumaïla Cissé, dejando en la estacada a Boubacar Keita, que concurría con su nuevo partido, el RPM. La impresión general fue que la maquinaria del poder robó al antiguo primer ministro la oportunidad de batirse con el favorito, Touré, aunque Konaré tampoco se desgañitó pidiendo el voto por Cissé; de hecho, el postulante de ADEMA-PASJ expresó su convencimiento de que, privadamente, el presidente apostaba por transpasar la jefatura del Estado el 8 de junio a Touré, y, efectivamente, así sucedió.

El mandatario malí, cuyo último acto fue conceder el perdón presidencial al ex dictador Traoré (quien lo rechazó y continuó de momento encarcelado cumpliendo su condena), se ha despedido con un balance engañoso de su gestión. Aun conservando numerosos seguidores locales, entre la población cunde la sensación de que el antiguo funcionario cultural ha gobernado excesivamente atento a las cuestiones internacionales y para satisfacer a sus socios occidentales, que el país apenas ha progresado desde el comienzo de la democracia y que diez años han sido tiempo suficiente como para imprimir un sensible empujón a los indicadores socioeconómicos, que continúan formado uno de los cuadros más deplorables del mundo.

(Cobertura informativa hasta 1/8/2002)