Alexander De Croo

El 1 de octubre de 2020, en pleno recrudecimiento de la segunda ola de la COVID-19 y sumida en la recesión, Bélgica se dotó por fin del Gobierno que estaba pendiente desde las elecciones federales de mayo de 2019. Su presidente es Alexander De Croo, dirigente y ex líder del partido Liberales y Demócratas Flamencos (Open VLD), y hasta ahora viceprimer ministro y ministro de Finanzas. De Croo sucede en el cargo a la liberal francófona Sophie Wilmès, cuyo mandato original de primera ministra solo en funciones se ha prolongado durante cerca de un año debido a la emergencia sanitaria y a la tradicional complicación de las discusiones a múltiples bandas para formar gobierno, en un sistema de partidos caracterizado por la fragmentación territorial y lingüística. El Gabinete De Croo, orientado al centro progresista y recostado en una mayoría absoluta de 87 representantes en la Cámara baja, marca un hito en el parlamentarismo belga por su acusado pluralismo, al reunir a seis agrupaciones de las familias socialista, liberal y verde de las comunidades neerlandófona/flamenca y francófona/valona, más un séptimo socio en la persona de los democristianos de Flandes. No obstante, deja fuera a los nacionalistas y a la ultraderecha independentista flamencos, que juntos concentran cerca de la mitad del voto neerlandófono. Es también el primer Gobierno que presenta paridad de género.

Alexander De Croo, seguidor en política de los pasos de su padre Herman De Croo, fue desde 2012 uno de los varios adjuntos al primer ministro, sucesivamente el socialista francófono Elio Di Rupo, el también francófono pero liberal Charles Michel y, desde octubre de 2019, Sophie Wilmès, correligionaria del hoy presidente del Consejo Europeo. El 17 de marzo de 2020 De Croo dejó de ser un ministro en funciones al obtener el Gabinete Wilmès, de franca minoría, poderes especiales para pilotar los esfuerzos contra el coronavirus por un período de seis meses. El 23 de septiembre, tras una serie de encomiendas reales con resultado infructuoso, algo bastante típico del enrevesado sistema constitucional belga, el monarca del país, Felipe, nombró formateurs del próximo Ejecutivo a De Croo y al socialista valón Paul Magnette.

Esta tarea formadora desembocó una semana después en el Gabinete heptapartito encabezado por De Croo y de cuádruple cromatismo, que la prensa ha venido a denominar coalición Vivaldi por presentar los colores asociados a las cuatro estaciones, el verde, el rojo, el naranja y el azul. Lo integran los socialistas francófonos (PS) y flamencos (sp.a), los liberales francófonos (MR) y flamencos (Open VLD), los ecologistas francófonos (Ecolo) y flamencos (Groen), y los democristianos flamencos (CD&V). Cada uno de los siete partidos cuenta con un viceprimer ministro: Pierre-Yves Dermagne por el PS; la misma Wilmès, responsable además de Exteriores, por el MR; Georges Gilkinet por el Ecolo; Vincent Van Peteghem -sustituto de De Croo en Finanzas- por los CD&V; Vincent Van Quickenborne por el Open VLD; Frank Vandenbroucke por el sp.a; y Petra De Sutter por los Groen. El 3 de octubre el nuevo Gobierno fue confirmado por la Cámara de Representantes. Su asunción ha llegado 493 días después de las elecciones de 2019 y transcurridos nada menos que 653 desde la dimisión de Charles Michel en diciembre de 2018, incidencia que inauguró la más larga provisionalidad ejecutiva en la historia de Bélgica.

Aspecto notable, los liberales de De Croo, que en la época del primer ministro Guy Verhofstadt fueron el primer partido de Bélgica pero que llevan tiempo metidos en un declive electoral, forman tan solo el sexto grupo de la Cámara, y compartiendo docena de escaños con los CD&V y el izquierdista Partido de los Trabajadores (PTB/PdvA). En la oposición se sitúa la primera fuerza del Parlamento en la última década: la nacionalista y conservadora Nueva Alianza Flamenca (N-VA) de Bart De Wever, adalid del autogobierno de Flandes y partidaria de que el Estado federal transfiera aún más competencias a las comunidades y las regiones, lo que convertiría a Bélgica en una mera confederación de entidades soberanas. Más a su derecha presiona con enorme fuerza el extremista y abiertamente independentista Interés Flamenco (VB), la gran sorpresa electoral de 2019 y al que los sondeos sitúan en cabeza de cara a los próximos comicios federales, previstos para 2024.

El programa del Gobierno De Croo, un prolijo documento de 143 páginas y 380 puntos titulado Por una Bélgica próspera, unida y duradera, recoge entre otros los compromisos de aumentar un 2,5% la asignación presupuestaria a la sanidad, realizar inversiones públicas estructurales por un total de 3.223 millones de euros -con dos terceras partes para el gasto social-, elevar gradualmente la pensión mínima de jubilación a los 1.500 euros mensuales y, confirmando el calendario establecido, desactivar las dos centrales nucleares que continúan operativas en 2025. También, el programa aborda una cautelosa evaluación de posibles reformas constitucionales con el fin de, apunta implícitamente, dar satisfacción a las demandas del nacionalismo flamenco, cada vez más potente y apremiante. El objetivo es, señala el documento, que al final de la legislatura en 2024 el país disponga de una "nueva estructura estatal con un reparto más homogéneo y eficaz de competencias, respetando los principios de subsidiariedad y solidaridad", marco renovado que, añade, "debería conducir a un fortalecimiento de los entes federados en su autonomía y del nivel federal en su poder".

De todas maneras, la máxima prioridad de la coalición Vivaldi es la contención epidemiológica de la pandemia y la mitigación de su impacto económico. Bélgica, que entre marzo y mayo, durante la primera ola del virus, vivió una severa cuarentena general con restricciones de movimientos y cierres de comercios, acumula un retroceso del PIB del 16,8% interanual en el primer semestre del año. Como ministro de Finanzas, De Croo ya gestionó el paquete de estímulos de urgencia y el plan de rescate de Brussels Airlines, abocada a la quiebra, consistente en 290 millones de euros puestos por el Estado y otros 170 millones de Lufthansa. Bélgica, que en el momento de levantar el primer confinamiento nacional, el 11 mayo, contaba 31.000 casos, superó las 100.000 infecciones acumuladas el 20 de septiembre y los 10.000 fallecidos 10 días después, justo cuando se anunció el nuevo Gobierno. Desde entonces, la curva de los nuevos contagios diarios se ha disparado, alcanzándose la cifra récord de 7.950 diagnósticos positivos el 11 de octubre. El 8 de octubre Bruselas echó la persiana a sus bares y locales de ocio al convertirse en la segunda capital europea, después de Madrid, con más incidencia por cada 100.000 habitantes, habiendo superando los 500 casos en dos semanas. Pocos días después, Bélgica era ya el segundo país de la UE, por detrás de Chequia y por delante de Holanda, España y Francia, con una peor evolución de la COVID-19 en relación a su población.

(Texto actualizado hasta octubre 2020)

Natural del Brabante Flamenco e hijo del político liberal Herman De Croo y de una abogada especializada en divorcios, en 1998 se graduó en Ingeniería Comercial por la Solvay Brussels School of Economics and Management (SBS-EM) de la Universidad Libre de Bruselas (VUB), título al que en 2004 añadió un MBA impartido por la Kellogg School of Management de la Northwestern University de Evanston, Illinois. Aunque estaba vinculado al partido que entre 1995 y 1997 tuvo como líder a su padre (quien fue además diputado, senador y ministro federal en varias ocasiones desde 1974), el de los Liberales y Demócratas Flamencos (VLD, denominado Open VLD desde 2007), y era el retoño de todo un linaje de políticos, el joven De Croo no tuvo prisa en abrirse camino en ese ámbito del servicio público. Antes, prefirió labrarse una trayectoria profesional en el campo de la consultoría de empresas.

Durante una década, De Croo trabajó en el sector privado, primero en la plantilla del Boston Consulting Group (BCG), donde ejerció de consultor y jefe de proyectos, y luego, desde 2006, como director de su propia firma de servicios profesionales, Darts-ip, especializada en propiedad intelectual. El salto político lo dio con motivo de las elecciones europeas de junio de 2009, a las que se presentó en la lista del Open VLD, pero sin conseguir el escaño. Su acusada bisoñez política no impidió a De Croo aspirar al puesto de presidente del partido, vacante desde la dimisión de Bart Somers a raíz de los decepcionantes resultados de los comicios europeos y regionales. El 12 de diciembre de 2009 De Croo, tras desembarazarse de Gwendolyn Rutten, batió en segunda votación a su otro rival interno, Marino Keulen, y, con 34 años y siguiendo los pasos de su padre, resultó elegido al frente de los liberales flamencos. En el ínterin de seis meses, la conducción del partido correspondió a Guy Verhofstadt, el tres veces presidente titular de la agrupación entre 1982 y 1999 y primer ministro de Bélgica de 1999 a 2008, quien ahora tenía mandato en el Parlamento Europeo.

De Croo heredó las riendas de un partido que en tiempos de Verhofstadt había sido el primero de Bélgica y el segundo de Flandes, pero que desde las elecciones regionales de 2004 y las federales de 2007 se encontraba en declive. La tendencia descendente sumó un nuevo escalón en las votaciones federales del 13 de junio de 2010, que dejaron al Open VLD en una pobre sexta posición con el 8,6% de los votos y 13 escaños, cinco menos que en la legislatura anterior. En las circunscripciones flamencas-neerlandófonas el voto del arco ideológico del centro-derecha se lo repartían principalmente los nacionalistas conservadores de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA, convertida de hecho en el partido más votado de Bélgica) y los democristianos (CD&V), sin olvidar la cuota del independentista Interés Flamenco (VB) en el flanco de la derecha radical.

De hecho, las elecciones de junio de 2010 tuvieron un carácter anticipado a causa del anuncio por De Croo, el 22 de abril anterior, de la ruptura por su partido de la coalición pentapartita ante la falta de progresos en las negociaciones para resolver el áspero conflicto comunitario en torno a la circunscripción electoral bilingüe de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), que los partidos neerlandófonos querían dividir y a la que él, por cierto, pertenecía. El portazo de De Croo arrastró a la dimisión al primer ministro de los CD&V, Yves Leterme, quien siguió en funciones hasta las elecciones. Con todo, el Open VLD seguía siendo un socio clave para armar los gobiernos de coalición, ineludibles en Bélgica y desde 1999 mandados sucesivamente por Verhofstadt, Leterme, el también democristiano flamenco Herman Van Rompuy y Leterme de nuevo. Así volvió a ser en diciembre de 2011, cuando el socialista valón Elio Di Rupo, al cabo de 20 meses de provisionalidad y extenuantes negociaciones, alineó un Gabinete sexpartito que reservó dos ministerios al Open VLD.

De Croo, que desde las elecciones de 2010 tenía el mandato de senador, prefirió no sentarse en el Gobierno Di Rupo y cedió el puesto que por jerarquía partidaria le correspondía, el de viceprimer ministro y ministro de Pensiones, a su principal lugarteniente, Vincent Van Quickenborne. El temor a un nuevo estropicio en las urnas se vio cumplido en las municipales y provinciales flamencas del 14 de octubre de 2012, que depararon a los liberales retrocesos generalizados, si bien la candidatura de De Croo a burgomaestre ganó en el ayuntamiento de Brakel, localidad de la provincia de Flandes Oriental de cuya alcaldía su padre se retiraba tras 12 años de ejercicio y de la que su abuelo también había sido burgomaestre. El 22 de octubre De Croo, al igual que Somers tres años antes, puso el cargo de presidente a disposición del partido y entonces el veterano Verhofstadt volvió a asumir interinamente y en funciones el liderazgo (para el que posteriormente sería elegida Gwendolyn Rutten). En un movimiento orquestado, Van Quickenborne, que se preparaba para ser alcalde de Courtrai en coalición con la N-VA y el Partido Socialista (sp.a), causó baja en el Gobierno y De Croo, desdiciéndose de su compromiso de preferir el puesto de burgomaestre de Brakel a una posición ministerial, ocupó su lugar.

Ocho años como ministro principal del Open VLD en los gobiernos de Bélgica
De Croo debutó en las tareas de gobierno como uno de los seis viceprimeros ministros del Gabinete Di Rupo, con la competencia ministerial de Pensiones. Tras las elecciones federales del 25 de mayo de 2014, celebradas a la vez que las europeas y regionales, y en las que el Open VLD recuperó un punto de voto y un representante en la Cámara, el socialista Di Rupo dejó paso al también francófono pero liberal Charles Michel, del Movimiento Reformador (MR). El 11 de octubre Michel constituyó un Gobierno cuatripartito de centro-derecha con el MR, los CD&V, el Open VLD y, hecho inédito, la N-VA, fortalecida en su posición de primera fuerza parlamentaria. De Croo, recién elegido representante por Flandes Oriental en la Cámara baja, fue confirmado como viceprimer ministro, pero cambió la cartera de Pensiones por la de Cooperación al Desarrollo, Agenda Digital, Correos y Telecomunicaciones.

La coalición de Michel, llamada kamikaze al incorporar un partido nacionalista que alentaba el autogobierno flamenco a costa de los nexos federales y porque, con solo un socio francófono, alteraba el equilibrio comunitario, se sostuvo más tiempo de lo esperado a pesar de las crónicas querellas constitucionales. Sin embargo, diferencias insolubles en materia migratoria llevaron a la N-VA de Bart De Wever a abandonar el Gobierno el 9 de diciembre de 2018. Michel se apresuró a rehacer el Gabinete, en adelante tripartito y de franca minoría, y entre otros recambios confirió a De Croo el importante Ministerio de Finanzas, hasta entonces controlado por la N-VA en la persona de Johan Van Overtveldt. El miembro de Open VLD retuvo la cartera de Cooperación al Desarrollo y el rango de viceprimer ministro. A los pocos días, el 18 de diciembre, Michel, por sorpresa, anunció que dimitía ante su incapacidad para recabar apoyos parlamentarios. El rey Felipe aceptó la renuncia de Michel, pero le pidió que siguiera en su puesto en funciones, hasta las elecciones federales del año siguiente.

Los comicios del 26 de mayo de 2019 truncaron la tímida recuperación del Open VLD bajo la presidencia de Rutten, que marcó su cota más baja con 12 representantes, De Croo entre ellos. Los partidos más votados fueron el N-VA y, registro sin precedentes, el VB, es decir, los valedores moderado y radical del soberanismo flamenco. De Croo siguió siendo viceprimer ministro, ministro de Finanzas y ministro de Cooperación en el Gobierno en funciones de Michel y luego, desde el 27 de octubre, en el Gobierno también provisional de Sophie Wilmès. La hasta entonces ministra del Presupuesto suplía a su colega de partido con motivo de su marcha a la UE para presidir el Consejo Europeo. El Gabinete Wilmès era solo una solución política temporal, hasta que las enrevesadas conversaciones partidarias alumbraran un Gabinete que dispusiera de mayoría en el Parlamento salido de las votaciones de mayo.

Alexander De Croo está casado con Annik Penders. El matrimonio ha tenido dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2020)