Alberto Fernández

El 27 de octubre de 2019 Alberto Fernández, candidato de la oposición peronista, derrotó con el 48% de los votos al mandatario aspirante a la reelección, Mauricio Macri, proclamándose así presidente de la Nación Argentina en la primera vuelta electoral. El 10 de diciembre Fernández iniciará su cuatrienio constitucional en compañía de la vicepresidenta electa, la anterior presidenta (2007-2015) y actualmente senadora Cristina Fernández (la cual está imputada y procesada en varias causas penales), y tomará las riendas de un país en situación de emergencia económica y social.

El artífice del retorno del Partido Justicialista (PJ) a la Casa Rosada tras un paréntesis opositor de cuatro años es un veterano profesor de Derecho y funcionario público con una carrera política bastante peculiar: tiene escasa experiencia con mandatos representativos, pero mucha en las tareas de organización e interlocución dentro y fuera de las instituciones, habiendo servido en equipos técnicos y ejecutivos de diferentes tendencias; en cuanto a su larga militancia en el movimiento peronista, donde nunca ha acaudillado una facción propia, ha sido compatible con la participación en proyectos partidarios dispares dirigidos por otros, quienes apreciaban sus cualidades auxiliares. Todas estas idas y venidas terminaron por perfilar a Fernández como un hombre pragmático, ideológicamente moderado, gestor eficiente y capacitado para el diálogo transversal.

Desde la década de los ochenta, Fernández trabajó sucesivamente para los gobiernos o las plataformas de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Domingo Cavallo, Néstor Kirchner —su gran referente político, de quien fuera ferviente seguidor y colaborador—, su esposa Cristina, Sergio Massa y, por último y de nuevo, en un sorpresivo viraje personal, Cristina Fernández de Kirchner. La misma presidenta que en diciembre de 2007 le confirmara como jefe de Gabinete de Ministros, el alto puesto gubernamental conferido por Néstor en 2003, para luego aceptarle la dimisión en julio de 2008 en el contexto del fracaso del proyecto de subir las retenciones a las exportaciones agrícolas.

La ruptura entre los dos Fernández se prolongó durante una década, tiempo en el cual el abogado lanzó críticas de gran dureza contra CFK, acusándola de malograr el legado nacional de su difunto marido. En 2018 hicieron las paces y en mayo de 2019, para pasmo general, anunciaron una fórmula presidencial en la que la antigua jefa accedía a secundar al antiguo subalterno en la empresa de batir a Macri en la urnas. La habilidad negociadora de Alberto permitió además reclutar al Frente Renovador de Massa para un gran espacio común del nuevo PJ desfragmentado, el kirchnerismo (que no es enteramente peronista, al igual que no todo el peronismo es kirchnerista) y las formaciones afines del centro-izquierda: la coalición Frente de Todos.

En la campaña electoral, espoleada por el resonante triunfo del Frente de Todos en las primarias PASO del 11 de agosto, la dupla Fernández-Fernández no presentó un plan de Gobierno sistemático para enfrentar la múltiple calamidad, económica, financiera, cambiaria y social, que azota Argentina, donde cabalgan al unísono la recesión (por segundo año consecutivo), el sobreendeudamiento público (próximo al 100% del PIB), la devaluación imparable del peso (cambiado casi ya a 60 unidades por dólar en el mercado oficial) y la inflación (del 53,5% internanual en septiembre). Ahora bien, el presidente electo sí pone sobre la mesa una lista de medidas concretas contra los problemas más acuciantes. Se trata, apunta Fernández, de "ordenar el caos dejado" por el Gobierno "neoliberal" de Macri, que en 2018 obtuvo del FMI un crédito stand-by de 57.000 millones de dólares para evitar el temido default, a cambio del tradicional paquete de austeridad fiscal y ajuste estructural.

Así, Fernández, que en agosto afirmó que Argentina se hallaba en una "suspensión de pagos virtual y oculta", propone: controlar los precios de alimentos básicos, estabilizar la inflación y revertir la caída de los salarios a través de una mesa de concertación nacional; volcarse en la producción, la exportación generadora de divisas y el consumo interno para volver a crecer y salir de la crisis; y revisar el acuerdo crediticio con el FMI, buscando una reprogramación de los plazos de pago que evoca la reestructuración acometida con éxito en 2005 por el Gobierno de Néstor Kirchner. Además, el nuevo presidente peronista quiere restablecer el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, y maneja un plan "Argentina sin hambre", que incluye crear un Consejo Federal contra el Hambre, un Fondo Federal de Alimentación y Nutrición, y un Programa Nacional de Seguridad Alimentaria. Por otro lado, el nuevo Gobierno kirchnerista quiere revitalizar el MERCOSUR como instrumento de integración regional y abordar la despenalización del aborto. Nada más conocerse la victoria de Fernández, el Banco Central endureció drásticamente el cepo cambiario reintroducido por Macri en septiembre para impedir la fuga de capitales y proteger el peso, bajando de los 10.000 a los 200 dólares el tope de compra mensual de moneda estadounidense por particulares.


(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 28/10/2019. El ejercicio de Alberto Fernández como presidente de Argentina comenzó el 10/12/2019 y concluyó el 10/12/2023. Su sucesor fue Javier Milei).

1. Un especialista en Derecho al servicio de cuatro gobernantes peronistas
2. Reconciliación con Cristina Fernández y candidatura presidencial frente a Macri en 2019


1. Un especialista en Derecho al servicio de cuatro gobernantes peronistas

Hijo biológico de la señora Celia Pérez e hijo adoptivo del juez Carlos Galíndez, segunda pareja de su madre tras separarse esta de su primer esposo, el joven Fernández estudió en diferentes centros escolares de su Buenos Aires natal. La secundaria la cursó en el Colegio Mariano Moreno, en cuyas aulas inició vínculos con el movimiento peronista, proscrito desde el golpe de Estado militar de 1976. Luego de terminar el bachillerato se matriculó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para realizar la carrera de Derecho y cualificarse como abogado.

En 1983, año emblemático para Argentina por traer la caída de la Junta Militar y el restablecimiento del orden democrático cerrando un paréntesis dictatorial de siete años, Fernández culminó con buenas calificaciones sus estudios de Derecho en la UBA y de paso se dio de alta en la militancia del Partido Justicialista (PJ), entonces dirigido todavía por Isabel Perón. Fernández recaló en el PJ desde su filiación a la Fundación para la Democracia en Argentina, animada por el peronista Eduardo Varela Cid, y al cabo de una breve estadía, de un año de duración, en una pequeña formación afín al peronismo conservador, el Partido Nacionalista Constitucional (PNC) de Alberto Asseff, el cual confirió al todavía estudiante de Derecho, destacado por sus capacidades oratorias, la dirección de la rama juvenil de la colectividad.

En vez de ejercer la abogacía, el recién licenciado tomó una plaza de conjuez en el juzgado federal de San Isidro, partido de la provincia de Buenos Aires. En 1985 su aún escasa trayectoria profesional experimentó un importante ascenso al ser designado por el Gobierno del presidente radical de Raúl Alfonsín para el puesto de subdirector general de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, con Juan Vital Sourrouille de titular. Como tal, Fernández realizó también labores de asesoría para el Concejo Deliberante municipal de Buenos Aires y la Cámara de Diputados de la Nación. Además, empezó a dar clases en la cátedra de Derecho y Penal de la Facultad de Derecho de la UBA.

En las elecciones generales de 1989 el radicalismo en el poder fue derrotado por el peronismo bajo el liderazgo de Carlos Menem. El 1 de agosto el nuevo presidente mantuvo a Fernández en el funcionariado nacional, pero ahora como titular de la Superintendencia de Seguros, el ente público responsable de regular y controlar la actividad aseguradora en Argentina. Hasta su marcha del cargo en diciembre de 1995, el superintendente Fernández fungió como un técnico del Estado y tuvo la oportunidad de realizar cometidos de ámbito internacional, en calidad de miembro de las delegaciones argentinas en las negociaciones de la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) y en las conversaciones con el FMI para la cancelación anticipada de la deuda. Además, estuvo en los grupos de expertos de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y el MERCOSUR.

Distanciado del menemismo, pero no de su jefe administrativo en la etapa de superintendente, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, Fernández se aproximó al entorno de Eduardo Duhalde, rival de Menem dentro del justicialismo y caudillo del poderoso peronismo bonaerense. En 1996 el entonces gobernador provincial reclutó a Fernández para presidir Gerenciar Proyectos y Administración, una sociedad dependiente del Banco de la Provincia de Buenos Aires. A finales del año siguiente, el profesor de Derecho recibió la vicepresidencia del nuevo holding de las empresas propiedad del banco, el Grupo Bapro.

Fernández se implicó asimismo en las maniobras políticas de Duhalde, resuelto a frustrar el polémico proyecto de la "re-reelección" presidencial de Menem en las votaciones de octubre de 1999 y postulado él mismo como candidato alternativo del PJ. En tanto que coordinador del llamado Grupo Calafate, corriente antimenemista que incluía también, entre otros, al gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, el vicepresidente del Grupo Bapro hizo su aporte al fracaso efectivo de la nueva precandidatura del inquilino de la Casa Rosada y a la proclamación de la candidatura de Duhalde. A continuación, el gobernador nombró a Fernández tesorero de su campaña para las elecciones, cuyo ganador fue el candidato de la Alianza, el radical Fernando de la Rúa

En diciembre de 1999, de resultas de la sucesión de Duhalde por Carlos Ruckauf en la gobernación de Buenos Aires, Fernández dejó de ser vicepresidente del Grupo Bapro, aunque hasta julio del año siguiente se mantuvo en la junta directiva del holding. 2000 fue el año en que Fernández debutó en la política representativa, concretamente la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), adquiriendo una primera experiencia que no tuvo largo recorrido. Tras fallar en la tentativa de ser proclamado candidato del duhaldismo a vicejefe del Gobierno de la CABA en el binomio encabezado por Jorge Argüello (la interna justicialista fue ganada por Raúl Grajillo Ocampo, quien luego no llegó ni al 2% de los votos en la liza por la gobernación, saldada en favor del frentista Aníbal Ibarra), el profesor sí pudo conseguir en las votaciones de mayo de 2000 el escaño de legislador porteño por cuenta de Encuentro por la Ciudad, la lista comandada por el partido liberal-conservador del ex ministro Cavallo, Acción por la República.

A principios de 2003 Fernández aceptó ser el jefe de la campaña presidencial de Néstor Kirchner, candidato del Frente para la Victoria. El FPV era uno de los tres frentes, en su caso impulsado por Duhalde (ahora mismo presidente interino de la Nación) y de orientación centroizquierdista, en que se había dividido el PJ, siendo los otros dos los liderados por Menem y por Adolfo Rodríguez Saá. La elección nacional se resolvió en favor de Kirchner y el 25 de mayo la nueva Administración justicialista echó a andar. Kirchner recompensó a Fernández, que se despidió de la Legislatura porteña, confiándole uno de los cargos de mayor relevancia e influencia del Ejecutivo, la Jefatura de Gabinete de Ministros. El jefe de Gabinete tenía múltiples atribuciones administrativas, coordinadoras y mediadoras, y participaba en la gestión de numerosas áreas de gobierno.

Durante cuatro años, Fernández fue un leal y eficiente colaborador de Kirchner, quien valoraba las cualidades del jurista como interlocutor de la Presidencia con el Congreso y los actores políticos, económicos y sociales, amén de portavoz de hecho del oficialismo y, si era necesario, buen defensor argumental de las políticas del Gobierno. Fernández adquirió también un perfil político en el FPV y el PJ, que en abril de 2005 le eligió su presidente en la Ciudad de Buenos Aires, plaza en la que la que el peronismo y el kirchnerismo no disfrutaban de la fuerza que sí tenían en la Provincia y en el conjunto del país. En la primavera de 2007 Fernández llevó la campaña electoral para jefe de Gobierno del aspirante del FPV, Daniel Filmus, ministro de Educación con Kirchner, el cual sucumbió en las urnas ante el empresario Mauricio Macri, de la coalición liberal conservadora Propuesta Republicana (PRO).

Cuando el 10 de diciembre de 2007 la hasta entonces primera dama de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, sucedió a su marido por mandato electoral, Fernández vio confirmada su jefatura de Gabinete por la nueva presidenta. Sin embargo, su sintonía con la titular de la Casa Rosada no mantuvo el nivel adquirido durante los cuatro años de mandato de Néstor Kirchner, un amigo personal que iba a fallecer súbitamente en 2010 y al que entonces Fernández rindió tributo como el "mejor presidente de la democracia". Además, al comenzar 2008 el jefe de Gabinete asumió una complicada tarea de interlocución social y política que, a diferencia de escenarios anteriores, no consiguió llevar a buen puerto.

El diálogo conducido por Fernández con cuatro organizaciones gremiales de la agroindustria argentina que amenazaban con declarar una huelga patronal en protesta por el nuevo sistema de impuestos a las exportaciones del sector acabó en fracaso en marzo de 2008, no pudiendo evitarse el paro indefinido de los productores. El conflicto en el campo fue uno de los factores que condujo a la dimisión en abril del ministro de Economía, Martín Lousteau.

Entonces, se especuló con que Fernández estaba también en la cuerda floja, pero la presidenta volvió a recurrir a él para intentar convencer al Senado, donde el FPV tenía mayoría, para que diera luz verde al proyecto de ley sobre retenciones móviles a la exportación de granos elaborado por el Gobierno. El 17 de julio la Cámara alta, en virtud del voto de desempate y en sentido negativo del vicepresidente de la República, Julio Cobos, rechazó el proyecto de ley, dejando al Ejecutivo sin munición normativa y quedando Fernández irremisiblemente tocado. En estas circunstancias, el 23 de julio de 2008, el jefe de Gabinete presentó a la presidenta una carta de renuncia en la que le expresaba su deseo de que su baja sirviera para renovar la gestión del Gobierno. Cristina Fernández aceptó la dimisión y nombró nuevo jefe de Gabinete a Sergio Massa.

Con su marcha del Ejecutivo nacional en julio de 2008, Fernández inició un largo período, prolongado durante una década, de ausencia de las instituciones y actividad política disminuida, aunque mantuvo una importante presencia mediática gracias a sus artículos periodísticos, sus pronunciamientos públicos sobre la marcha del país y sus compromisos partidarios al servicio de segundas personas, rasgo auxiliar o subsidiario que venía caracterizando todo su quehacer fuera de las aulas de la Facultad de Derecho de la UBA, donde por cierto reanudó el magisterio.

Mal encarado con el FPV y marginado en el PJ, que en agosto de 2009 le removió de la presidencia orgánica de la Ciudad de Buenos Aires, Fernández se volvió un duro detractor de la presidenta que un día le tuviera en su círculo de amistades y con la que al parecer ya solo compartía el apellido. Sus críticas se dirigían tanto a las medidas del Gobierno de CFK, entre ellas el llamado cepo cambiario, introducido en 2011 para restringir la compra de dólares y frenar la fuga de capitales, la Ley de Medios de octubre de 2009 y la posterior Ley de Democratización de la Justicia de 2013, como al estilo y las maneras de la desde octubre de 2010 viuda de Néstor Kirchner, cuya figura y legado Fernández, en cambio, no se cansaba de elogiar. Meses antes del inesperado óbito del ex presidente, en marzo de 2010, Fernández indicó que no descartaba postularse él mismo a la Presidencia en las elecciones de 2011, subrayando así su condición de opositor a Cristina Fernández.

En agosto de 2011, durante la campaña de las Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) previas a las elecciones nacionales de octubre, Fernández, en una destemplada carta abierta en el diario La Nación, tachó a la presidenta de "mentirosa" y deploró su "necesidad de construir un relato propio sobre la realidad que ampare el mundo dual en el que vive"; Fernández, opinaba el autor de la misiva, trataba de "emular a Orwell" al proponer "como verdad absoluta" una "historia novelada". A los pocos días, empero, el profesor volvió a causar pasmo al revelar que en las PASO él, "a pesar de las diferencias", había votado por Fernández; es más, deseaba la victoria de la mandataria en la presidenciales de octubre y pedía "ser parte" del "proyecto iniciado en 2003", lo que podría incluir su precandidatura presidencial de cara a 2015.

La retractación con manifestación de credenciales oficialistas de Fernández se diluyó tras las elecciones nacionales que brindaron una reelección apoteósica a CFK, triunfadora sobre el socialista Hermes Binner, el radical Ricardo Alfonsín y los peronistas Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Al iniciar su segunda Administración, Cristina Fernández no ofreció ningún cargo a su antiguo colaborador en la Casa Rosada. En abril de 2012 este manifestó: "La presidenta tiene que saber que no me voy a callar". En octubre siguiente, al conmemorarse el segundo aniversario de la muerte de Kirchner, el ex ministro afirmó que "extrañaba mucho, desde lo humano y desde lo político", al presidente fallecido, por el que guardaba "un enorme cariño", y arremetió contra la labor realizada por su esposa y sucesora, pues "no profundizó el modelo, [sino que] lo perforó". "Ella tiró por la borda todo lo que hizo Néstor, hay muchas contradicciones entre los gobiernos de Néstor y de Cristina", arguyó entonces Fernández.

El 24 de mayo de 2012 Fernández presentó el Partido del Trabajo y la Equidad (PARTE), vehículo propio que asumía el ideario kirchnerista "originario", desvinculado del "discurso épico del cristinismo", y que debía facilitarle la obtención de un mandato de senador por la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones legislativas de 2013. Sin embargo, PARTE se quedó como un proyecto más bien embrionario. En la primavera de 2013 Fernández, en otro cambio de estrategia, volvió a acercarse al oficialismo y sonó como candidato a senador porteño en la fórmula capitaneada por Daniel Scioli, gobernador de la Provincia y que fuera vicepresidente de la Nación con Néstor Kirchner.

La complicidad con el sciolismo no fructificó y a cambio Fernández se adhirió al Frente Renovador, el partido de centro-derecha, inserto en el llamado peronismo federal (no kirchnerista), puesto en marcha en junio por Sergio Massa, el hombre que le sucediera en la Jefatura de Gabinete de Ministros y que, al igual que él, había roto con el cristinismo por una serie de diferencias. Al final, Fernández no se postuló en las legislativas de octubre de 2013. En las generales de octubre de 2015 su función consistió en asistir en su aspiración presidencial a Massa, el cual resultó eliminado para disputar un balotaje al que sí pasaron Scioli por el FPV y Mauricio Macri por el PRO; fue el jefe de Gobierno de la CABA quien se llevó la banda albiceleste. Por lo demás, Fernández mantenía intacta su hostilidad a la jefa del FPV: "El PJ fue conservador con Luder, liberal con Menem, conservador con Duhalde, progresista con Kirchner y patético con Cristina", afirmó el ex funcionario a finales de 2015.


2. Reconciliación con Cristina Fernández y candidatura presidencial frente a Macri en 2019

En las legislativas de 2017 Fernández volvió a coordinar una campaña electoral, esta vez la de la candidatura a senador por la Provincia de Buenos Aires del ex ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo, otro de los numerosos peronistas desencantados con el liderazgo de Cristina Fernández. Candidato por el Frente Justicialista Cumplir, una escisión del FPV, Randazzo no consiguió su objetivo.

La sinuosa trayectoria política de Fernández tomó al iniciarse 2018 su enésimo vericueto. Se trató de un giro de vuelta que culminó en una reconciliación espectacular. El 7 de febrero el antiguo alto funcionario reveló a los medios que semanas atrás, después de casi diez años de alejamiento matizado con algunos conatos de reencuentro, había sostenido con Cristina Fernández, desde diciembre del año anterior senadora elegida en las listas de Unidad Ciudadana (coalición en la que confluían el PJ, el kirchnerista Partido de la Victoria, Compromiso Federal, el Frente Grande y otras agrupaciones del centro y la izquierda), una reunión en la que se abordó la superación de las divisiones que afectaban al peronismo y el kirchnerismo de cara a las elecciones generales de 2019, donde se trataba de batir a Macri.

"Lo tomé más como un reencuentro humano que político, porque cada uno sigue pensando lo que piensa. Fue muy lindo, nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir y saldamos muchas cuentas (...) Tenemos muchas visiones comunes, fundamentalmente la crítica sobre el presente", comentó Fernández a propósito de la reunión, para añadir: "Todos los peronistas tenemos que entender que con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede". Durante más de un año, los comentaristas insistieron en que Alberto Fernández estaba ilusionado con la posibilidad de regresar a la Jefatura de Gabinete si Cristina Fernández, que tenía muchos frentes judiciales abiertos desde su marcha de la Casa Rosada, se imponía en las elecciones presidenciales.

El bombazo opositor llegó el 18 de mayo de 2019, en un momento crítico para Argentina al encontrarse su economía en plena recesión, caer el peso en barrena frente al dólar, trepar la inflación anual acumulada hasta el 57% y endeudar el Gobierno Macri al país con el FMI, que había accedido a otorgar a Buenos Aires un crédito stand-by de 57.000 millones de dólares a cambio de los tradicionales ajuste estructural y cura de austeridad, lo que garantizaba la contestación de los sindicatos. Aquel día, en un mensaje difundido por las redes sociales, la senadora Fernández anunció que Alberto Fernández sería en las PASO de agosto el precandidato presidencial del conglomerado justicialista-kirchnerista y sus partidos aliados, y que ella, renunciando a retornar a la jefatura del Estado y a modo de "contribución a la construcción de un país distinto", secundaría a su antiguo subalterno gubernamental como precandidata a vicepresidenta.

Fernández de Kirchner se veía integrante de una fórmula presidencial ganadora, pero avisó que el próximo Gobierno tendría que levantar una Argentina "otra vez en ruinas", con la nación presa del "más fenomenal endeudamiento" y un pueblo "otra vez empobrecido". Una reelección de Macri, advertía la ex presidenta, "sumergiría a la Argentina en el peor de los infiernos". Nada más conocerse la dupla Fernández-Fernández, los justicialistas Felipe Solá y Agustín Rossi cancelaron sus propias precandidaturas, renuncia a presentarse a las PASO del 11 de agosto que un mes más tarde hizo suya Daniel Scioli.

Una vez proclamado precandidato presidencial de la manera más sorpresiva, Fernández se concentró en la empresa de atraer a Sergio Massa y su Frente Renovador, tercera fuerza electoral de Argentina, a un espacio común de todo el movimiento peronista-kirchnerista y las fuerzas afines del centro y la izquierda. Las arduas negociaciones dieron fruto y el 12 de junio Fernández y Massa acordaron concurrir juntos a las PASO bajo la bandera del Frente de Todos. Massa desistía de ser precandidato, lo que dejaba las PASO del peronismo desierto de rivales para Fernández, y se conformaba con ser primer candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires.

El nuevo Frente de Todos venía a tomar el relevo al FPV y a la Unidad Ciudadana, y reunía a un amplio ramillete de partidos y colectividades, a la cabeza de las cuales estaban el PJ, cuyo presidente orgánico era José Luis Gioja, el Frente Renovador de Massa, el Compromiso Federal de Alberto Rodríguez Saá y el Partido de la Victoria, hasta ahora columna vertebral del FPV y presidido por Axel Kicillof. No faltaban los también kirchneristas KOLINA (presidido por Alicia Kirchner, hermana de Néstor Kirchner) y Nuevo Encuentro, el socialdemócrata Frente Grande, el socialista Proyecto Sur, el Partido Comunista, el Partido de la Concertación FORJA (animado por los llamados radicales K), y así hasta una veintena de formaciones en la oposición al macrismo.

Alberto Fernández estuvo 12 años casado con Marcela Luchetti, madre que es de su hijo Estanislao, nacido en 1995, y en la actualidad forma pareja formal con la actriz y periodista Fabiola Yáñez. Es autor de varios textos de carácter jurídico y ensayos políticos, entre los que se citan: Juicio a la impunidad (1985, en coautoría con Mona Moncalvillo y Manuel Martín); Defensa de la democracia: nuevo enfoque sobre la represión de los delitos que atentan contra el orden constitucional (1985, en coautoría con Alberto Piotti); La renovación fundacional (1986, en coautoría con Mona Moncalvillo); Autoría y participación criminal (1987, en coautoría con Luis Pastoriza); Elementos de derecho penal y procesal penal (1988, en coautoría con Luis Pastoriza y Esteban Righi); Derecho penal: la ley, el delito, el proceso, la pena (1996, en coautoría con Esteban Righi); Pensado y escrito: reflexiones del presente argentino y dilemas de una sociedad fragmentada (antología de artículos periodísticos, 2010); y Políticamente incorrecto: razones y pasiones de Néstor Kirchner (2011).

(Cobertura informativa hasta 1/7/2019)