Abdul Hamid Dbeibah

Entre noviembre de 2020 y enero de 2021, tras siete años de (segunda) guerra civil y fractura institucional, los bandos enfrentados de Libia alcanzaron por fin un consenso nacional sobre la celebración de elecciones generales en el plazo de un año y la creación de un Ejecutivo que dirija el país en el período interino. El histórico arreglo político, negociado con la mediación de la ONU en Túnez, Marruecos y Suiza, apremiado por la COVID-19 y acompañado de un alto el fuego que parece sólido, empezó a fructificar en febrero. Entonces, fueron elegidos en Ginebra Muhammad al-Menfi como presidente del Consejo Presidencial tripartito, con funciones de jefe del Estado de Libia, y el empresario privado Abdul Hamid Dbeibah como primer ministro del denominado Gobierno de Unidad Nacional (GUN), cuyo titular de Exteriores es, por cierto, una mujer, Najla al-Mangoush.

La asunción de ambos el 10 y el 15 de marzo ha puesto en marcha una transición esperanzadora porque cuenta con la implicación de todos los patrocinadores foráneos (varios de ellos culpables de una flagrante injerencia que solo sirvió para prolongar el conflicto, insoluble en el plano militar) de los dos gobiernos que venían disputándose el control del país y que ahora han accedido a disolverse: el del Acuerdo Nacional (GAN), instalado en Trípoli con reconocimiento internacional, y el que operaba al este a las órdenes de la Cámara de Representantes de Tobruk.

La mayor responsabilidad en esta fase decisiva recae en Dbeibah, una personalidad sin bagaje político surgida del anonimato para el público internacional, aunque localmente ya gozaba de alguna fama por su peso en los negocios de la construcción. Él deberá refrenar la belicosidad de los múltiples actores en armas acusados de crímenes de guerra, empezando por el poderoso mariscal Jalifa Haftar, comandante del Ejército Nacional nominalmente sujeto a las autoridades civiles de Tobruk, así como atender, con neutralidad de Estado y un criterio panlibio, los intereses dispares de potencias como la UE, Turquía, Rusia y Egipto. Muy problemática es la presencia de miles de mercenarios (rusos, sirios y sudaneses) contratados por los dos bandos y a cuya evacuación se resisten los gobiernos de Ankara y Moscú, antagonistas en el tablero libio. Ahora bien, a Dbeibah, retratado como un islamista reformista y liberal, se le considera bastante próximo a los Hermanos Musulmanes y a Turquía, país que desde enero de 2020, cuando intervino decisivamente para proteger al GAN de la ofensiva de Haftar contra Trípoli, tiene tropas regulares sobre el terreno. No menos importante que dar expresión a la reconciliación nacional, su gestión temporal, hasta las elecciones programadas para el 24 de diciembre, está obligada a responder sin demora a las demandas sociales de una población martirizada por una década de violencias, derrumbe estatal y anarquía.

Los primeros movimientos del flamante primer ministro incluyen una cordial visita oficial a El Cairo para hablar de estrechas relaciones de cooperación libio-egipcias, la confirmación del polémico acuerdo suscrito en 2019 por el GAN y Ankara sobre la delimitación de la frontera marítima en el Mediterráneo Oriental, la descripción de Turquía como un país "aliado, amigo y hermano", y la reclamación de la partida de los mercenarios extranjeros, cuya presencia "viola nuestra soberanía", arguye, aunque este llamado no alcanza al cuerpo expedicionario turco, solicitado en momentos de apuro bélico por el GAN. Dbeibah, que ha jurado "preservar la unidad, la seguridad y la integridad" de Libia, propone además a la vecina Italia una colaboración bilateral para el control de los flujos migratorios.


(Texto actualizado hasta marzo 2021)

Un empresario ajeno a la vorágine política
Abdul Hamid Muhammad Dbeibah es un rico emprendedor privado que hasta ahora no se había hecho notar en el volátil ambiente político libio. Los datos que las fuentes periodísticas han facilitado de su persona son escasos y algunos no pueden contrastarse adecuadamente. Nacido en 1958 en Misrata, ciudad de la costa tripolitana sita 200 km al este de la capital, el nuevo primer ministro recibió una formación ingenieril en Canadá, de donde se trajo una maestría en Planificación y Técnicas de Construcción. En los años de la Jamahiriya se dedicó a los negocios inmobiliarios y adquirió una posición privilegiada a la sombra del régimen. En 2007 el coronel Gaddafi le nombró jefe de la Compañía Libia de Inversión y Desarrollo (LIDCO), empresa estatal responsable de algunos de los más importantes proyectos de construcción del país, como el levantamiento de un millar de viviendas en Sirte, el terruño del dictador.

De acuerdo con algunas informaciones, Dbeibah, a través de LIDCO, brindó apoyo económico a la Revolución antigaddafista de 2011, pero esto no le ahorró ser sancionado por las autoridades en 2013. Por esa época el empresario presidió el club de fútbol Al Ittihad de Trípoli, uno de los equipos más exitosos de las competiciones deportivas libias, en su momento propiedad de la familia Gaddafi (así, el tercer hijo del dictador, Al Saadi, jugó en su plantilla dos temporadas hasta 2003). Según cabeceras de la prensa británica, la familia Dbeibah apareció en las filtraciones de los Papeles de Panamá como titular de una serie de propiedades adquiridas en el Reino Unido, presuntamente con el desvío de fondos a través de sociedades pantalla.

Poco más divulgan los medios ordinarios sobre el empresario metido a político, salvo que en 2020 puso en marcha Libya Al Mustakbal (Libia del Futuro), partido con posiciones conservadoras e islamistas democráticas, así como abiertamente liberal en lo económico. Dbeibah dio ese paso a partir de su cercanía a los Hermanos Musulmanes, movimiento transnacional que en los primeros años de la Libia post-Gaddafi buscó parcelas de poder político a través de organizaciones como el Partido Justicia y Desarrollo (HAB) de Muhammad Sowan, segundo en las elecciones de 2012 al Congreso General Nacional. El HAB de Sowan, a la sazón paisano misratí de Dbeibah y con gran ascendiente en la región de Tripolitania, orquestó el juego político durante un bienio, no sin acusaciones de complicidad con sectores extremistas e incluso yihadistas. Su influencia empezó a decaer en 2014, año trágico para Libia por la fractura institucional y territorial del país, y el estallido de las hostilidades militares entre los bloques políticos antagónicos acuartelados en Trípoli al oeste y Tobruk al este.

El HAB se mira en el espejo del partido homónimo gobernante en Turquía y Al Mustakbal haría otro tanto, ya que Dbeibah es unánimemente descrito como proturco y simpatizante del presidente Recep Tayyip Erdogan, que en enero de 2020 despachó tropas para auxiliar al GAN de Trípoli, cercado por las fuerzas de Haftar. La vinculación a Turquía de Dbeibah tendría un importante componente empresarial y familiar. Su mera titularidad de un partido nacional, aun tratándose de un grupúsculo extraparlamentario, y sus preferencias de cara al exterior relativizan la presentación oficial del primer ministro como una figura políticamente "independiente".

Contexto político y proceso formativo del Ejecutivo Menfi-Dbeibah
El fracaso definitivo en junio de 2020, tras 14 meses de feroces combates, de la ofensiva del mariscal Jalifa Haftar para arrebatar Trípoli al GAN de Fayez al-Sarraj (desde 2016 presidente del Consejo Presidencial y primer ministro con legitimidad internacionalmente reconocida), abrió la puerta a un entendimiento básico entre dos bandos políticos, militares y geográficos que se arrogaban la exclusiva representación de Libia pero que ya daban señales de agotamiento. Hasta la fecha, todas las conferencias, diálogos y tentativas de paz, orquestadas por la ONU, la UE y varios gobiernos, habían fracasado. La Constitución redactada en 2017 seguía sin promulgarse, las elecciones generales, previstas inicialmente para diciembre de 2018, estaban pospuestas sine díe y el embargo internacional armas, impuesto por la ONU en 2011, era violado impunemente.

En esos momentos, el desvertebrado país magrebí tenía establecido en la occidental Tripolitania al GAN, defendido por la facción leal del Ejército y una serie de milicias locales, mientras que en la oriental Cirenaica operaban la Cámara de Representantes de Tobruk, instalada en esta ciudad desde las elecciones legislativas de 2014 y con Akila Saleh Issa de presidente, y el Gobierno de Abdullah al-Thani, cuya fuerza militar -más en teoría que en la práctica, dada la tendencia del mariscal Haftar a actuar por su cuenta y riesgo- era el Ejército Nacional Libio (ENL). Además del reconocimiento diplomático, Sarraj disponía de asistencia específica de países como Italia, Estados Unidos, Qatar y, sobre todo, Turquía, cuyo cuerpo expedicionario, despachado en enero de 2020 junto con abundante armamento, había sido determinante para frustrar los ataques de Haftar, el adalid nacionalista y antiislamista que quería "limpiar" Libia de "terroristas y mercenarios". El ENL y la Cámara de Representantes de Tobruk contaban con el apoyo, a distintos niveles, de Egipto, Rusia, Francia, Emiratos Árabes Unidos, Siria, Arabia Saudí y Grecia.

Con ser mala la situación sobre el terreno, la disgregación política había alcanzado sus peores cotas pocos años atrás, habiendo llegado Libia a tener hasta tres gobiernos enemigos. Solo en Trípoli, el GAN de Sarraj pugnó durante unos meses con el manifiestamente islamista Gobierno de Salvación Nacional (GSN), declarado cuando la división nacional del verano de 2014. El GSN, últimamente encabezado por Khalifa al-Ghawail, terminó sucumbiendo a las tropas del GAN en marzo de 2017. Previamente, en abril de 2016, el Congreso General Nacional, el Parlamento salido de las elecciones de 2012 y que se había negado a ceder el testigo a la Cámara de Representantes elegida en 2014, se resignó a autodisolverse en Trípoli; su presidente, Nouri Abu Sahmain, disputó durante dos años la jefatura del Estado en funciones a Akila Saleh Issa, el líder de la Cámara de Tobruk. En la Cirenaica, Haftar, mientras guerreaba contra el GAN en el frente occidental, consiguió aplastar (julio de 2017) un cuarto foco de poder político y militar, el Consejo de la Shura de Revolucionarios de Bengasi, dominado por los salafistas. Asimismo, el ENL expulsó al Estado Islámico de la ciudad costera de Derna (junio de 2018) y de Sabha, la capital de la región desértica sureña de Fezzán (enero 2019).

La victoria en Trípoli del GAN y el dispositivo defensivo turco en junio de 2020 estuvo a punto de recrudecer la internacionalización de la guerra civil libia, pues Sarraj y Erdogan exigieron que el ENL evacuara Sirte, 458 km al este de la capital, como condición fundamental para un alto el fuego. La reclamación encolerizó al presidente egipcio y máximo valedor extranjero de Haftar y Saleh Issa, el mariscal Abdel Fattah al-Sisi, quien amenazó con una intervención militar directa para defender a los países árabes de la "invasión turca" y bloquear la llegada a Libia de "miles de mercenarios y extremistas".

En agosto de 2020 el panorama empezó a cambiar de cariz con el anuncio del levantamiento por las fuerzas de Haftar del bloqueo, aplicado desde enero, a los puertos de embarque y terminales petroleros de Ras Lanuf, Sidra, Marsa El Hariga, Marsa El Brega y Zueitina. A continuación, el GAN y la Cámara de Tobruk acordaron en Túnez un alto el fuego provisional que incluía la desmilitarización de la ciudad de Sirte y la base de Kufrah, ambas en manos del ENL. El cese de hostilidades fue ordenado por Sarrah y Saleh Issa el 21 de agosto con efecto inmediato. En septiembre siguiente, las partes, gradualmente acercadas por los diplomáticos de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL), celebraron una serie de reuniones confidenciales en Marruecos y Ginebra para acercar posturas sobre el proceso político, la consolidación de la tregua militar, y la reanudación de la producción y exportación de petróleo. El núcleo de las conversaciones era la unificación de la administración nacional.

El 21 de octubre, la llamada Comisión Militar Conjunta 5+5 acordó en Ginebra reabrir las comunicaciones por carretera y aéreas entre las principales ciudades del país. Dos días después, los representantes militares firmaron un alto el fuego "permanente" que preveía la salida de las tropas mercenarias reclutadas por las dos partes (rebeldes sirios proturcos el GAN, rusos y sudaneses la facción de Tobruk), antes de 90 días. El 3 de noviembre la Comisión Militar Conjunta 5+5, reunida en Ghadames, junto a la frontera marroquí, estableció un subcomité para supervisar la implementación del alto el fuego, la retirada de las fuerzas regulares de las líneas del frente y la salida de los combatientes extranjeros.

Una vez encarrilada la tarea más urgente, que era detener los combates y alejar a los contendientes de los puntos de fricción, competía a los líderes políticos forjar el consenso básico sobre el Ejecutivo unificado y las próximas elecciones. Terminar con las administraciones paralelas constituía una empresa incluso más complicada que acallar las armas.

El paso decisivo llegó el 11 de noviembre de 2020. Ese día, las partes, reunidas en Túnez con el formato del Foro de Diálogo Político Libio (FDPL) y con los buenos oficios de la ONU, adoptaron un plan para celebrar elecciones legislativas y presidenciales "libres, limpias e inclusivas" en 18 meses a más tardar. En enero de 2021, ulteriores rondas negociadoras en Ginebra y Marruecos sirvieron para concretar la fecha de las elecciones, que tendrían lugar el 24 de diciembre, la adjudicación de puestos institucionales clave y el mecanismo de elección, a través de candidaturas aceptadas por la UNSMIL, de los miembros del nuevo Consejo Presidencial y el jefe del Gabinete para el período transitorio, el llamado Gobierno de Unidad Nacional (GUN).

Fue entonces cuando surgieron los nombres del empresario Abdul Hamid Dbeibah y de otro independiente, el diplomático Muhammad al-Menfi, ex diputado del Congreso General Nacional y ex embajador en Grecia (y al igual que él, considerado proislamista y proturco), como principales integrantes de una de las cuatro listas que aspiraban a dirigir el Ejecutivo de transición. El cirenaico Menfi encabezaba la lista como candidato a presidente del Consejo Presidencial y el tripolitano Dbeibah le secundaba como candidato a primer ministro del GUN; la lista la completaban Moussa al-Koni y Abdullah Hussein al-Lafi como candidatos a los otros dos puestos del Consejo Presidencial. Koni, diplomático de profesión y antigaddafista de etnia tuareg, ya había sido viceprimer ministro y vicepresidente del Consejo Presidencial tripartito con Sarraj por unos meses hasta enero de 2017, cuando presentó la dimisión en desacuerdo con la gestión del GAN.

La selección de los próximos dirigentes correspondió a los 75 delegados, hombres y mujeres, representando a las tres grandes regiones del país, del FDPL, reunido nuevamente en Túnez capital. El 2 de febrero se sometieron a votación individual los 24 aspirantes a alguno de los tres puestos del Consejo Presidencial, pero ninguno alcanzó el requerido 70% de apoyos. El 5 de febrero se procedió a votar las listas conjuntas. La lista Menfi-Dbeibah, con 20 votos, quedó a la zaga de la conformada, con un fuerte perfil político, por Saleh Issa y Fathi Salam Bashagha (el poderoso ministro del Interior del GAN), primera con 25 votos. Menos apoyos recabaron las listas de Sharif al-Wafi y Muhammad Abdul Latif al-Muntasir, y de Muhammad Hassan Sleiman al-Bargathi y Muhammad Khaled Abdullah al-Ghawail. Como ninguna obtuvo el 60% de los votos, las dos listas cabeceras disputaron una segunda ronda y entonces el tándem Menfi-Dbeibah, contra los pronósticos iniciales, salió vencedor con 39 votos.

Dbeibah, quien recibió una pronta llamada de felicitación del presidente Erdogan (el 11 de febrero se reunió con él en visita privada a Ankara), debía presentar ahora la lista de ministros del GUN, cuya composición requería el visto bueno de la Cámara de Representantes. La aquiescencia del presidente del Legislativo, Saleh Issa, resultaba imprescindible, así que Dbeibah entabló una interlocución especial con la hasta ahora máxima personalidad del bando político de Tobruk. El 18 de febrero el hombre del momento en Libia sorprendió a todos desplazándose en visita oficial a El Cairo, donde sostuvo un cordial encuentro con el presidente Sisi. El inesperado movimiento del primer ministro designado buscaba mitigar sus atribuidas credenciales proturcas y reforzar su perfil de neutralidad de cara al exterior, aunque huésped y anfitrión fueron muy claros sobre que Libia y Egipto debían establecer una asociación integral y cooperar estrechamente en la lucha contra el terrorismo y otros terrenos. Las consultas para la formación del GUN fueron perturbadas el 21 de febrero por el intento de asesinato del ministro del Interior saliente del GAN, Bashagha, en una emboscada de carretera cerca de Trípoli. Dbeibah aseguró que sus ministros reunirían los debidos criterios de "competencia, diversidad e inclusión", para dotar al país de un "Gobierno de todos los libios".

El 4 de marzo Dbeibah presentó la lista ministerial a la Cámara. Los nombres no fueron hechos públicos entonces, aunque al día siguiente Dbeibah reveló que Lamia Bosidera estaba nominado para la cartera de Exteriores y Khaled Tijani Mazen para la de Interior; en cuanto al Ministerio de Defensa, proponía conducirlo él mismo. El 10 de marzo, por último, el Parlamento libio, reunido desde la antevíspera no en Tobruk sino en Sirte, aprobó el GUN. Dbeibah y sus ministros merecieron la confianza de 132 de los 134 representantes presentes, de un total de 200; dos diputados se abstuvieron. Acto seguido, tomó posesión el nuevo Consejo Presidencial, con Menfi de presidente, y Koni y Lafi de vicepresidentes. En ese momento, Sarraj dejó de ejercer como jefe del Estado, mientras que Saleh Issa, director de la histórica sesión parlamentaria, ponía fin a un lustro de reclamaciones de dicha función institucional. El 15 de marzo prestó juramento el GUN, con Dbeibah a su frente. La inauguración en Trípoli del Gobierno único de Libia puso término simultáneamente al GAN de Sarraj y al Gobierno de Thani en Tobruk. Irónicamente, los gobiernos archirrivales llevaban meses arrastrando los mismos problemas: falta de cohesión, disputas internas y, desde la sociedad civil, acusaciones de incapacidad para proveer a la población los servicios públicos más elementales.

El GUN lo integraban 33 ministros, más dos viceprimeros ministros especiales, para la Libia del Este y la Libia del Sur. Los puestos fueron adjudicados respectivamente a Hussein Abdul Hafiz al-Qatrani y a Ramadan Ahmad Boujenah. Interior era para Khaled Mazen, Finanzas para Khaled al-Mabrouk Abdullah, y Petróleo y Gas para Muhammad Ahmad Muhammad Aoun, pero Exteriores recayó no en Lamia Bosidera, sino en una mujer, la abogada Najla Mangoush. En cuanto a la cartera de Defensa, permaneció por el momento vacante. La delicada y crítica tarea de abordar la reunificación del Ejército Nacional correspondería por el momento a los tres miembros del Consejo Presidencial.

(Cobertura informativa hasta 16/3/2021)