Porqué Libia no es Irak para España: La responsabilidad de proteger

Opinion CIDOB 113
Data de publicació: 03/2011
Autor:
Laia Mestres, Investigadora de CIDOB
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Laia Mestres,
Investigadora de CIDOB

31 de marzo de 2011 / Opinión CIDOB, n.º 113

15 de febrero de 2003, más de un millón de personas manifestándose en Barcelona y en Madrid por el “No a la Guerra” de Irak. 22 de marzo de 2011, el Congreso de los Diputados aprueba por un 99% de votos afirmativos la participación de tropas españolas en Libia. Más allá de diferencias básicas como la legitimidad otorgada a la intervención por la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la autorización del Congreso de los Diputados a la participación de las fuerzas armadas españolas, la operación militar en Libia dista de la iraquí en el objetivo mismo de la intervención: la protección de los civiles del ataque militar de su propio gobierno y, por tanto, la superación definitiva del principio de no injerencia en los asuntos internos de un país, por el principio de la responsabilidad de proteger. En este sentido, Libia abre una ventana de oportunidad para que cale en la opinión pública española, más de lo que había calado hasta ahora, dicho principio. A falta de encuestas que cuantifiquen el apoyo de la opinión pública a la intervención militar en Libia parece ser que la sociedad española está de acuerdo con la decisión que ha tomado su gobierno. Al menos así lo demuestra la poca movilización de los contrarios en la calle y el amplísimo apoyo de los partidos políticos representados en sede parlamentaria.

Podría ocurrir que, mientras que los españoles estarían de acuerdo en que no se puede permitir que Muanmar el Gadafi continúe atacando a la población civil, el apoyo no fuera tan amplio en lo que respecta a la participación de tropas españolas en la operación militar. Tradicionalmente, la actitud de la sociedad española en política exterior se ha situado dentro del grupo de las “palomas” o pacifistas, cuyas principales características serían: desacuerdo con cualquier intervención militar, importancia de la acción humanitaria y la cooperación económica, falta de apoyo a los aumentos de gastos militares y renuencia al uso de la fuerza sin una resolución de Naciones Unidas. Como muestran los datos del Transatlantic Trends de 2003, en plena guerra de Irak, un 54% de los españoles se autodefinía en estos términos. Un buen ejemplo de ello es la clara correlación que muestran las encuestas entre el apoyo a una misión militar internacional con la sensación de peligro asociada a dicha misión. Mientras que un 48% de la población apoya la retirada de las tropas de Afganistán, sólo un 20% piensa lo mismo respecto a la misión en el océano Índico (EUTM Somalia y EUNAVFOR Atalanta), según el último Barómetro del Real Instituto Elcano. Asimismo, podría apuntarse al factor económico como uno de los posibles motivos de las reticencias de algunos por una mayor implicación de las fuerzas armadas en misiones internacionales. Es decir, el gasto previsto de al menos 25 millones para la intervención militar española en Libia, justo en este momento de crisis económica aguda, podría ser visto como un despilfarro.

Sin embargo, de los discursos emitidos por políticos, sindicalistas, periodistas y creadores de opinión durante estos días podemos concluir que Libia podría estar representando un cambio en la actitud de los ciudadanos españoles hacia una posición menos propia de las palomas y de carácter más pragmático. Esto es, la ciudadanía parece haber aceptado el diagnóstico de que, si bien la cooperación económica es más importante que el poder militar, la intervención militar es, algunas veces, necesaria. Si esto fuera verdad, España estaría cerrando la distancia que la separaba de otros países europeos en las actitudes en política exterior. Todavía en 2007, según datos del Barómetro del Real Instituto Elcano, sólo un 17% de los españoles encontraba muy justificado el envío de tropas españolas para detener una guerra civil en el extranjero y sólo la defensa propia y la ayuda humanitaria en caso de desastres naturales recogía el apoyo de una mayoría de españoles. Hoy, estas cifras podrían estar modificándose. Sin duda, aquellas veces en las que la vida de las personas está nítida y masivamente en peligro pueden justificar la necesidad de intervenir militarmente. Responsabilidad de proteger.

En los últimos años, la participación de las fuerzas armadas españolas en misiones internacionales ha tenido sus más y sus menos. Entre sus más, destacan la implicación activa en las misiones de Afganistán (ISAF, en manos de la OTAN) y Líbano (UNIFIL, bajo mandato de Naciones Unidas). Entre sus menos, las retiradas unilaterales, consideradas por algunos como precipitadas, de las tropas de Irak en junio de 2004, de la misión de Naciones Unidas en Haití en febrero de 2006 o de la misión KFOR en Kosovo en septiembre de 2009. Sin embargo, España es considerado como un aliado importante para las misiones internacionales, tanto de la Unión Europea o la OTAN como a través de coaliciones internacionales, sobre todo si dichas misiones tienen por objetivo algún país del Mediterráneo. El gobierno español no podía evadir su responsabilidad en la estabilidad de los vecinos del sur.

Irak supuso para España una ruptura entre la opinión pública y el gobierno. Irak supuso la deslegitimación por parte del gobierno español de Naciones Unidas, del Parlamento y de las causas justas para una guerra. La intervención aliada en Libia puede suponer hoy para España el reconocimiento de su peso en la región no sólo para la cooperación sino también como parte de una coalición militar. La participación española podría entenderse también como una contribución de los españoles al cambio de régimen que quieren los ciudadanos libios, a las ansias de libertad que estos mismos españoles también reivindicaron en su momento, cuando el concepto de no-intervención significaba lo que significaba. De nuevo, responsabilidad de proteger.

Laia Mestres,
Investigadora de CIDOB