Poder y ausencia de poder de las ciudades en la escena mundial
Como han señalado distintos académicos, asistimos a la aparición de un «nuevo orden mundial» de la gobernanza global, en el que participa un elenco más numeroso y más descentralizado de responsables políticos que se dedican a abordar un conjunto cada vez más amplio de problemas transnacionales, tales como el cambio climático, la migración mundial, las pandemias o el desarrollo sostenible, entre otros (Slaughter, 2005). En este nuevo orden mundial se considera tanto a los gobiernos nacionales como a los organismos internacionales compuestos por Estados ineficaces y sin recursos para hacer frente a los retos transnacionales actuales, cautivos de las elites y, en algunos casos, simplemente disfuncionales (Barber, 2014). Los Estados-nación (y los organismos internacionales que los representan) están descubriendo que su independencia, su soberanía y sus fronteras (que son los atributos tradicionales que confieren el estatus de Estado) constituyen barreras a los tipos de cooperación que se necesitan para dar solución a los problemas mundiales transfronterizos a los que nos enfrentamos hoy. El «estancamiento » de las relaciones inter-estatales, además de la parálisis partidista que impide a muchos gobiernos nacionales y organismos internacionales compuestos por Estados cumplir sus programas, plantea el riesgo de una «fallo en la soberanía» más profunda, que podría tener como consecuencia la inacción o la ausencia de gobierno efectivo en el plano internacional. Esto ha abierto una ventana de oportunidad a actores de instancias subnacionales, como los gobiernos municipales y las organizaciones de la sociedad civil, para que suplan las carencias allí donde el estado no actúa, y se conviertan en agentes de la formulación de políticas internacionales y la de solución de problemas (Barber, 2017).