Migraciones: entre la continuidad demócrata y la convulsión republicana

Monografia CIDOB Elecciones presidenciales EEUU
Data de publicació: 10/2016
Autor:
Elena Sánchez-Montijano, investigadora sénior, CIDOB
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Pocos temas han sido y siguen siendo tan relevantes en la carrera presidencial de Estados Unidos como la cuestión migratoria. Si bien ha sido una cuestión recurrente durante los últimos años en las campañas electorales de este país, sin embargo, en 2016 resulta especialmente interesante por la posición adoptada por uno de los candidatos: Donald Trump. Hasta la fecha, tanto republicanos como demócratas, aunque con importantes diferencias, trataban de atraer y movilizar a su favor a la población de origen inmigrante, dado la importancia de este grupo. Pero, en esta campaña, Trump no solo no busca este apoyo electoral sino que, además, su discurso se nutre del rechazo a estos electores y del enfrentamiento con ellos.

No cabe duda de que las principales líneas que definirán la política migratoria en los próximos años en Estados Unidos serán bien diferentes. La candidata Clinton, como ya ha ido advirtiendo durante toda la campaña, abogará por una política continuista y seguirá los pasos marcados por el actual presidente Obama; se trata de un discurso favorable a la población inmigrante asentada en el país y hacia aquellas personas que requieren de protección internacional, aunque a este discurso le ha faltado contenido y concreción. Esto es, si algo puede definir la legislatura de Barack Obama en cuestiones de migración, es que ha estado cargada de muchas intenciones y promesas, pero de escasas consecuciones. A modo de ejemplo, cabe recordar que el número de refugiados sirios aceptados por Estados Unidos durante 2015 fue de 1.500 personas y su intención es acoger durante 2016 solamente a 10.000 más.

Por su parte, la coherencia discursiva de Donald Trump no deja duda alguna de hacia dónde quiere ir en este ámbito. Si bien algunos medios de comunicación y analistas han querido darle el beneficio de la duda en algún que otro momento (como, por ejemplo, días antes de hacer su famosa visita a México en el mes de septiembre que fue leída en clave de aproximación al pueblo mexicano y al posible votante), lo cierto es que el candidato lo tiene muy claro. Sus principales propuestas, que ha hecho valer desde el inicio de la campaña, han sido: deportar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, levantar un muro entre la frontera mexicana y estadounidense, que según sus últimas palabras será construido y pagado por el Gobierno de México, así como introducir un examen de «certificación ideológica». En cuanto a la cuestión de los refugiados, sus palabras tampoco dejan lugar para la interpretación: «we have no idea who these people are, where they come from… I always say, Trojan horse» (no tenemos ni idea de quién es esta gente, de dónde vienen… siempre digo, es un caballo de Troya)

En cualquier caso, conviene no olvidar que el contexto ha cambiado tanto en el ámbito interno como en el externo. Los nuevos candidatos habrán de lidiar dentro del país con el incesante crecimiento de posicionamientos racistas y xenófobos, ya sea en los discursos como en las prácticas. Las últimas protestas encabezadas por población de origen afroamericana contra los abusos policiales hacia sus miembros hacen prever un repliegue de las políticas articuladas en torno al debate del «nosotros y ellos», que acabará siendo leída en clave racial y ello, por lo tanto, afectará al conjunto de población de origen extranjero,. A esto se le suma el factor externo: Estados Unidos continúa siendo uno de los principales objetivos de grupos internacionales terroristas. Como viene pasando desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, sectores de la sociedad estadounidense perciben a los migrantes bajo el prisma de la seguridad nacional y los temen como terroristas potenciales. Ante esta realidad, ambos candidatos abogarán por una lectura securitaria que promoverá el reforzamiento de las fronteras externas y del control interno. Finalmente, y como ya viene sucediendo en Europa, ambos se verán obligados a lidiar con sectores de extrema derecha cada vez más activos que tratarán de salvaguardar la patria, los valores y la cultura de presuntas agresiones externas. En este caso, parece claro que el candidato republicano lo tendrá más sencillo.

Pero, ¿cómo se verá afectada la Unión Europea o sus estados miembros en esta materia en caso de que gane uno u otro candidato? Si Hillary Clinton vence en los comicios, no es de esperar un cambio significativo de las principales líneas de actuación seguidas hasta ahora. Pero si saliera ganador Donald Trump, se abrirían varios frentes para la Unión y sus miembros: por un lado, estos, en un momento u otro, se verán necesariamente obligados a posicionarse ante un posible cierre de fronteras de Estados Unidos con terceros países. De especial importancia será para los casos de España o Alemania, en tanto que socios y aliados prioritarios de los países latinoamericanos. En este mismo sentido, se podría plantear un escenario de aproximación diplomática entre Latinoamérica y la UE, ya que la influencia de Estados Unidos, especialmente con países como México, se verá mermada por la actuación hostil del presidente Trump hacia la diáspora latina.

De igual forma, la agenda internacional relativa a temas claves para Europa, como la cuestión de los refugiados, se verá afectada. No son pocas las veces que el candidato republicano ha señalado a esta población como un peligro para la seguridad nacional. Y, en concreto, la posibilidad de que haya terroristas infiltrados en los programas de reasentamiento de refugiados puesto en marcha por el Gobierno estadounidense. Por ello, si gana Trump, debemos esperar un descenso de la sensibilidad por parte de este país durante los próximos años en lo que a cuestiones vinculadas con la migración en general, y de refugiados en particular, se refiere. A pesar de tratarse de un tema de larga duración, ya que su solución no pasa por el corto plazo, en este caso sería difícil volvernos a encontrar con una Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes apoyada o liderada por el Gobierno estadounidense, como ha ocurrido en septiembre de 2016.

Si bien la posición antiinmigración de Donald Trump no le supuso un gran problema para ser elegido candidato del Partido Republicano en las primarias del partido, su discurso de enfrentamiento directo y abierto puede conllevar un alto coste en las elecciones presidenciales. La movilización del votante latino, principalmente, pero también el procedente de Asia y Pacífico, tanto en el proceso de inscripción como para su participación el día de las elecciones, será clave para ambas candidaturas. Trump y su discurso, materializado en políticas concretas y controvertidas, podrían suponer de nuevo una aproximación entre la UE y terceros países, especialmente los latinoamericanos. De igual forma, la Unión Europea tendría que verse como actor solitario para dar respuesta a fenómenos de especial envergadura como la de la crisis de los refugiados.