Los Balcanes como zona tapón para refugiados, ¿un plan de la Unión Europea?

Opinion CIDOB 487
Data de publicació: 06/2017
Autor:
Elena Sánchez-Montijano, investigadora Sénior, CIDOB y Jonathan Zaragoza-Cristiani, investigador asociado, Borderlands Project, European University Institute (Florencia)
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Miles de inmigrantes y refugiados siguen estancados en Grecia y a lo largo de la ruta de los Balcanes Occidentales. La entrada de más de un millón de refugiados a Europa entre 2015 y 2016, la firma del acuerdo entre la UE y Turquía en marzo del pasado año, junto con todas las acciones puestas en marcha por la Unión Europea y sus estados miembros para cerrar las fronteras Schengen, no son fruto del azar. La UE y los estados miembros tienen un plan para los Balcanes. En su continuo intento de impedir que todas aquellas personas que ya han llegado, o que aún puedan llegar (especialmente si el acuerdo UE-Turquía fracasara), no accedan a su territorio, la UE ha convertido los Balcanes en la última zona tapón de miles de personas. Los centenares de migrantes y refugiados, que viven en la intemperie o hacinados en centros de recepción en los distintos campos que hay en la región, así lo demuestran.  

Los datos demográficos lo dejan claro. Por un lado, el número de personas que llegan al continente europeo por las rutas orientales ha descendido a poco más de 200-300 llegadas por semana a las islas griegas (comparados con las más de 2.000 llegadas diarias de finales de 2015) y a un número semanal similar por Bulgaria. Pero, por otro lado, el número de personas estancadas en los Balcanes Occidentales se ha incrementado de forma significativa, en más de un 50%. En tan solo un año, de marzo de 2016 a marzo de 2017, el número de migrantes en los Balcanes occidentales y Grecia ha pasado de 47.097, a un total de 74.135, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.  

El plan para los Balcanes no es nuevo. Su elaboración empezó en octubre de 2015, cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se reunió con los líderes de los países afectados por la ruta de los Balcanes (Albania, Austria, Bulgaria, Croacia, Macedonia, Grecia, Hungría, Rumania, Serbia, Eslovenia, y en último término Alemania, como principal país de destino) para coordinarse en vista a cerrar dicha ruta y hacer frente a la posible llegada de nuevos refugiados e inmigrantes. Desde entonces, en mayor o menor medida, todos estos países han construido vallas, movilizado a sus Fuerzas Armadas y equipado logísticamente las fronteras, como hemos podido observar por toda la ruta, con el objetivo de sellar progresivamente las vías de entrada. Y todo ello se ha hecho en buena medida con el apoyo de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (antigua FRONTEX) y, en algunos casos, con la aportación de otros estados (Hungría, por ejemplo, ha secundado la construcción de la valla de Macedonia con Grecia).  

Es cierto que la UE y buena parte de los estados miembros intentan mejorar las condiciones de alojamiento y estancia de los refugiados e inmigrantes estancados en estos países, invocando los derechos humanos. Sin embargo, no son pocas las organizaciones sociales, así como los Gobiernos de estos países balcánicos, que denuncian el hecho paradójico por el cual la UE busca mejorar las condiciones de acogida para que los inmigrantes y refugiados encuentren un lugar en el que asentarse, mientras que, al mismo tiempo, sus propios estados miembros les cierran la entrada. Para estas organizaciones no cabe duda que el apoyo económico y logístico que estos países están recibiendo en el marco de los diversos fondos europeos cuenta con esta doble lógica. En esta misma línea, se encuentra la acción directa llevada a cabo por las agencias de desarrollo estatales de Alemania o Dinamarca. O el trabajo desarrollado en Serbia por algunas ONG húngaras, con el apoyo del propio gobierno de Viktor Orbán, ofreciendo ayuda a los refugiados en los diferentes centros de tránsito y acogida que se encuentran en territorio serbio.  

Aunque de forma indirecta y con pequeños pasos, la UE busca convertir los Balcanes Occidentales en una amplia zona tapón, formada a su vez por varios países. El objetivo es uno: evitar la entrada de personas en territorio Schengen como ocurriera a finales de 2015. Este plan no declarado no solo ha consistido en reforzar la Europa fortaleza, sino también cada una de las fronteras desde Grecia hasta Austria con barreras fuertemente protegidas. En definitiva, se trata de transformar los Balcanes en un área de múltiples estados fortaleza, casi imposible de franquear para cualquier persona que quiera moverse entre ellos. La principal consecuencia es la creación de varios cuellos de botella en cada una de las fronteras balcánicas que ha conllevado la proliferación de decenas de centros de acogida y tránsito, con todo tipo de condiciones, en los que decenas de miles de personas esperan con frustración y resignación un futuro mejor.

D.L.: B-8439-2012