Emmanuel Macron: ¿rey sin corona?

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Data de publicació: 06/2019
Autor:
Moussa Bourekba, investigador, CIDOB y Alba Hahn Utrero, consultora, Ideograma
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La pirámide del Louvre, el himno europeo y un paseo solemne por el Patio de Napoleón hacia una multitud expectante. Así de simbólica fue la llegada de Emmanuel Macron a la presidencia de la República francesa el 7 de mayo de 2017. Tal puesta en escena no solo marcó una ruptura de estilo con François Hollande –quien aspiraba a ser un «presidente normal»–, sino que confirmó su voluntad de reafirmar el tradicional estatus del presidente de la República tal y como lo concibió el padre de la Quinta República, Charles de Gaulle: la de un hombre providencial, «piedra angular» de las instituciones y «árbitro» por encima de las contingencias políticas.

En su discurso de investidura, mediante una gradual sustitución del «yo» por el «vosotros», dejaba vislumbrar dos de las múltiples novedades que prometía: un ejercicio del poder más horizontal y la voluntad de devolverle a Francia su supuesta grandeur histórica en Europa y el mundo.

Casi desconocido tres años antes de su elección, el treintañero supo transgredir las fronteras del bipartidismo hegemónico, lograr la presidencia y, a través de su movimiento En Marche! conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento. Sin embargo, detrás de la inesperada regeneración de las élites políticas que impulsó, un conjunto  de índices apuntaba que tal cambio no conllevaría necesariamente una ruptura respecto al ejercicio del poder del jefe de Estado. En primer lugar, por el propio carácter semipresidencial del sistema político francés que confiere el papel de «monarca republicano» (Duverger, 1974) al presidente cuando hay concordancia política entre la mayoría presidencial y parlamentaria.

En segundo lugar, el contexto político que permitió la elección de Macron estuvo marcado por una izquierda dividida e impopular tras el mandato de Hollande; una derecha sacudida por un grave escándalo de corrupción que implicó a su candidato, François Fillon; y una extrema derecha debilitada tras el debate entre Marine Le Pen y Macron. Todo ello, sumado a una elevada tasa de abstención en las elecciones, dibujaba un escenario crucial para Macron: el hecho de no haber llegado al poder en posición de fuerza implicaba necesariamente un liderazgo basado en la constante búsqueda del consenso con todos los sectores políticos y sociales para asentar su legitimidad.

Casi dos años después, el impulso renovador del presidente parece haberse agotado: los bajos índices de popularidad y el deterioro de su imagen en la opinión pública a pesar de su hiperliderazgo mediático han provocado el abandono de figuras clave de su gabinete y de su Gobierno. En este contexto, la crisis de los chalecos amarillos aparece como el síntoma de una profunda crisis de liderazgo del presidente francés. ¿Más allá de la figura joven, carismática y disruptiva, es el estilo de liderazgo de Emmanuel Macron realmente novedoso?

Una concepción macroniana del liderazgo

En octubre del 2017, semanas antes de lanzar su candidatura presidencial, Emmanuel Macron declaraba en una entrevista: «François Hollande no cree en el “presidente jupiteriano” […] yo no creo en el presidente “normal”» (1).
Esta metáfora creada por Macron refleja en muchos aspectos cierta voluntad de plasmar esta concepción, tratando de reconciliar Los dos cuerpos del rey teorizados por el historiador Ernst Kantorowicz (1957): por una parte, la figura del soberano –humana y temporal– y, por otra parte, la figura del líder que encarna la institución.

Tal concepción se debe, en primer lugar, a las propias condiciones de su llegada al poder: al haber roto con el bipartidismo mediante un movimiento respaldado por figuras políticas de izquierdas (Gérard Colomb) y de derechas (Alain Juppé), Macron reniega de la idea de una frontera entre la izquierda y la derecha a la vez que pretende encarnar una tercera vía. Según esta lectura, la única frontera opone el «mundo antiguo» al «mundo nuevo»; es decir, los conservadores a los progresistas. Además, en ausencia de un rival político, Macron adopta una perspectiva pospolítica basada en la «ilusión del consenso» (Mouffe, 2016); es decir, una postura que consiste en gobernar negando los antagonismos políticos, sociales e ideológicos.

Partiendo además de una concepción tecnocrática del poder, que rechaza posibles alternativas a su programa, Macron encumbró a un círculo muy restringido de profesionales de la política que le acompañaron desde Bercy –donde ejercía como ministro de Economía– hasta el Elíseo, donde actúan como consejeros del presidente. Por otra parte, Macron dispone de una mayoría absoluta en el Parlamento, compuesta de políticos con poca experiencia y disciplinados, que mantienen la situación de hecho mayoritaria por deber su carrera política a Macron. En este sentido, Macron ha rehabilitado la tradicional presidencia de autoridad, en la cual el jefe de Estado se encarga de asuntos claves, deja al primer ministro la tarea de encargarse del día a día y, gracias a una mayoría parlamentaria leal, convierte el Parlamento en una «mera cámara de confirmación de proyectos de ley del Gobierno»
(Dosse, 2017).

En esta configuración destaca, en primer lugar, el papel prominente que juegan los históricos consejeros de Macron, en particular Ismaël Emelien y Alexis Kohler que actúan como asesores personales del presidente y cuya influencia es, según los observadores políticos, más importante que la del primer ministro. En segundo lugar, esta lógica de hiperliderazgo se refleja a nivel de gabinetes y ministerios, menos numerosos que bajo los presidentes anteriores, mientras que Macron estableció una relación directa –y prioritaria sobre la que tiene con los ministros– con los directores de la Administración central. Esta combinación del papel considerable de los asesores políticos de Macron con un poder importante otorgado a los directores de Administración central lleva inevitablemente a marginalizar a los ministros, incluyendo al primer ministro.

Por otro lado, bajo el mandato de Macron se tiende a observar una evolución en la relación entre el Estado y los cuerpos intermediarios, en particular los periodistas (como veremos a continuación) y los sindicatos. En múltiples ocasiones (reforma SNCF, reforma del seguro desempleo, reforma del sistema de pensiones) los sindicatos tuvieron un papel mínimo, por no decir nulo. Según los líderes sindicales, el presidente y su Gobierno no los tienen en cuenta en el diálogo social a la hora de preparar una reforma: el ejecutivo consulta, pero no negocia.

Así se tiene que entender la resistencia del jefe de Estado y de su Gobierno a optar por el diálogo social en el momento de implementar reformas cruciales como la de la SNCF en junio de 2018. De igual forma, la falta de diálogo social explica en gran parte el nacimiento del movimiento de los chalecos amarillos en noviembre del 2018, verdadero OVNI político-social, que surgió a favor de una nueva medida tomada sin discusión previa: el aumento de los impuestos a los carburantes. Si bien el desencadenante fue una medida específica, la amplitud del movimiento, su apoyo popular y político, así como la incapacidad de los tradicionales actores políticos y sindicales a recuperar el movimiento, dan indicaciones respecto al ejercicio del poder de Macron.

En este contexto, el odio personalizado a Macron no puede ser disociado con las múltiples salidas de tono del presidente (los «perezosos», «los nada» o los «galos refractarios») que consagraron la figura de un presidente altanero y poco preocupado por los sectores más precarios de la población. Por otra parte, las escenas de violencia sacaron a la luz la incapacidad de diversos cuerpos intermediarios –partidos políticos y sindicatos en particular– a ejercer su función precisamente mediadora con el poder.

Como podemos observar aquí, el propio sistema político del que heredó Macron así como las condiciones de su llegada al poder dibujaron los contornos de un ejercicio centralista del poder. Además, en un contexto marcado por la ausencia de un rival político, el líder de En Marche! supo aprovechar estas circunstancias para poner en marcha sus reformas a toda costa.

La marca Macron domina la escena

Sobre esta concepción del liderazgo se construye la estrategia comunicativa de Emmanuel Macron, en la que permea la idea de sí mismo como hombre providencial, llegado al poder para solventar la crisis sociopolítica francesa a través de sus reformas. «Yo no soy más que la emanación del gusto del pueblo francés por lo novelesco», confió Emmanuel Macron a la revista literaria Nouvelle Revue Française apenas un año después de su llegada a la presidencia (Macron et al., 2018). Y como un personaje literario habla el presidente, concretamente, como uno enmarcado en la novela que es la historia de la humanidad (Carrère, 2017:39).

De ello deriva uno de los rasgos comunicativos más característicos de Macron: su gusto por el escenario. El presidente francés muestra su preferencia por los discursos y actos realizados en fechas y lugares simbólicos e históricos, especialmente aquellos que evocan a épocas históricas claves para Francia o espacios que se asocian ideológicamente a su concepción de la presidencia. Así, escenarios que evocan a la realeza como el palacio de Versalles, y que se desmarcan del tradicional bipartidismo, como la plaza del Louvre, marcaron el inicio de su presidencia.

Puesto que tiene la intención de dirigir toda acción política desde su liderazgo personal, pone en valor el uso de contenido metafórico y simbólico en su discurso (Avram, 2017) para evocar personajes y líderes históricos como Juana de Arco o Charles De Gaulle (Challenges, 2017) y los ideales filosóficos que representan. Macron tiende además a apelar a las emociones (Espino, 2017), especialmente aquellas relacionadas con el agradecimiento, el amor, la esperanza y la conciliación, llegando a prometer «servir con amor» en su inauguración presidencial (2).

El ejercicio del liderazgo jupiteriano, que forma parte a la vez que hace la Historia, se sustenta en un estilo de comunicación muy personalista. Alcanzó el poder gracias a su condición de outsider, derivada de su disidencia interna durante su etapa como ministro, con un proyecto político que se caracterizaba como movimiento y que se había construido en base a su marca personal (Gutiérrez-Rubí, 2017): En Marche! comparte iniciales con Emmanuel Macron y el lanzamiento de la campaña del movimiento está acompañado de su firma personal. Durante la campaña electoral el movi miento se basó principalmente en exaltar su persona, siendo el único líder visible del mismo, sin un programa electoral claro (3).

La comunicación política no ha sido solamente una herramienta para la campaña y victoria electoral de Emmanuel Macron, sino que se ha convertido en un eje fundamental de su presidencia (de hecho, su particular forma de expresarse le ha valido el calificativo de «macronnade»). El presidente francés habla frecuentemente de la línea de sus políticas y de su liderazgo, mostrando una preferencia por las declaraciones donde no tiene que responder a preguntas (4). Esta distancia con los periodistas es debida a la dependencia de su marca personal, frágil ante el descenso de su popularidad, y a la voluntad de controlar la imagen que transmite a la historia, lo que le lleva a tener una relación difícil con los medios de comunicación tradicionales (5). A diferencia de Hollande, Macron quiere controlar el mensaje que emiten los medios de comunicación, lo que le lleva a eliminar los momentos fuera de
micro y a seleccionar los medios y periodistas que reportaran sus noticias, levantando duras críticas en el sector. Esta tensión, reflejada especialmente a raíz del cierre de la Sala de Prensa del Elíseo, se suma a su concepción de que los medios de comunicación son incapaces de transmitir al público su «pensamiento complejo».

De ahí que Macron prefiera la comunicación directa con la ciudadanía, especialmente para afrontar crisis reputacionales. Destaca aquí su gestión de las protestas de los chalecos amarillos, donde Macron encaró la situación dirigiéndose personalmente a la nación francesa en una aparición televisiva desde su despacho presidencial. Recogiendo nuevamente los rasgos del liderazgo jupiteriano, asumió personalmente la responsabilidad de las reformas impulsadas y se mostró como una figura conciliadora, recalcando la posición del presidente como figura de unidad de la que surge toda acción política. Esta declaración televisiva fue además acompañada de una carta, enviada individualmente a los ciudadanos y firmada personalmente por Macron, invitando a todos los franceses a participar de un debate nacional, donde si bien el presidente se interesaba por escuchar sus preocupaciones, él marcaba los ejes principales del mismo, controlando así la línea del mensaje (Macron, 2019).

En línea con esta comunicación directa, cabe resaltar su uso de las redes sociales. Aunque sus publicaciones tienen un carácter institucional, su uso de la imagen evoca especialmente a la estrategia de comunicación de Obama (6).
La presencia de Macron en las redes sociales sirve para subrayar su imagen de la presidencia jupiteriana. Se muestra como principal figura institucional, siempre en actos oficiales y, a menudo, solemnes. No cede el protagonismo a otros miembros de su Gobierno, pero sí se muestra cercano a los ciudadanos, con los que se fotografía a menudo. Cabe señalar que también emplea el contacto directo con los mismos para enfrentarse a lo que percibe como faltas de respeto, como demuestra el vídeo viral de su bronca a un adolescente por llamarle «Manu» y que él mismo compartió en Twitter. Por otro lado, también subraya su relación con otros líderes, especialmente su bromance con el presidente canadiense Justin Trudeau, y la aparición junto a celebridades, como el equipo nacional de fútbol o la cantante estadounidense Rihanna, para potenciar su popularidad en la escena internacional.

Por último, la explotación del factor prensa rosa de su matrimonio forma parte también de su imagen carismática. Su esposa, Brigitte Macron, aparece frecuentemente en las publicaciones de Instagram de Emmanuel Macron, acompañando al presidente en sus apariciones públicas y resaltando su papel como primera dama, pero también la vertiente romántica de la pareja, que proporciona, por ejemplo, falsos robados ante el Taj Mahal. Esto recalca una parte esencial de la figura de Macron: el aspecto romántico de una relación que ha soportado críticas por la diferencia de edad entre ambos y que llena el vacío dejado por el matrimonio Obama ante otras power couples internacionales peor avenidas o más privadas.

Líder del mundo libre

Emmanuel Macron había hecho del cosmopolitismo uno de los ejes de su campaña electoral, oponiéndose al antieuropeísmo del Frente Nacional, llamando a recuperar el papel de Francia en Europa y en el mundo. El uso del himno europeo en su discurso de victoria ante el Louvre y el cosmopolitismo como herramienta para «defender la República», confirmaron esta tendencia. La llegada a la presidencia de Macron coincidió además con el fin de la Administración Obama y el inicio de la presidencia de una figura disruptiva para el entorno internacional como es Donald Trump. Este cambio en el liderazgo estadounidense, antítesis de Macron por querer desvincularse de las responsabilidades globales, permitió al presidente francés posicionarse a nivel discursivo como el nuevo líder del mundo libre, recogiendo de la tradición política americana la idea de que «el mundo está esperando a que Francia actúe».

Este nuevo liderazgo macroniano se basa principalmente en la aplicación de su estrategia comunicativa a los retos internacionales. Así, a pesar de ser una figura especialmente activa en las causas globales, se anteponen los actos simbólicos sobre las acciones concretas. Un ejemplo de ello es el liderazgo mostrado en materia ecologista, donde Macron criticó la retirada de Estados Unidos de los Acuerdos de París y situó a Francia como centro neurálgico de la lucha contra el cambio climático, empleando una variación del eslogan de Trump para proclamar «Make Our Planet Great Again».

Por otro lado, la Unión Europea se presenta como centro de la política internacional francesa. Macron aspira a situarse como un líder carismático capaz de equipararse a Angela Merkel tras años de relativa debilidad de Francia ante Alemania. Nuevamente observamos una voluntad de trascender la historia en el discurso europeo de Macron, que predomina en escenarios como la conmemoración de la Primera Guerra Mundial. Destaca especialmente el discurso ante la Pnyx de Atenas, en el que Europa aparece convertida en la fuente y la heredera de los valores (de «libertad», «derechos humanos», y «democracia») tradicionalmente asociados a Francia.

Macron replica la voluntad de dirigir con su hiperliderazgo personal la política internacional junto a la nacional, predominando la centralidad de un discurso emocional que bebe de escenarios simbólicos. Cabe destacar que este liderazgo cosmopolita tiene, sin embargo, una importante base nacionalista, ya que la identidad y soberanía europea se convierte en una extensión de la francesa y un mecanismo para lograr los objetivos nacionales.

Conclusiones

La evocación de la figura de Júpiter en aquella primera entrevista ha resultado una metáfora profética acerca del liderazgo de Emmanuel Macron. Al igual que el rey de los dioses romanos, Macron es la figura central de su Gobierno, la voluntad de la que nace toda acción política en un entorno con escasa oposición a su mandato, si bien él mismo, como figura que rige sobre todos, tiende a la llamada a la unidad en el discurso sobre intereses partidistas. Su estilo de comunicación, así como su ejercicio del poder evidencia que responde principalmente a una concepción de sí mismo como figura histórica y, particularmente, como hombre providencial.

La noción de que todo lo que dice y hace pasará a la historia le lleva a querer ejercer un gran control sobre su imagen como figura histórica, prefiriendo una comunicación directa con la ciudadanía sobre los medios de comunicación tradicionales. En este sentido, destaca la difícil relación con los mismos con el objetivo de dominar el mensaje sobre su presidencia y los canales por los que se emite. La visión jupiteriana de la presidencia le lleva también a querer guiar con sus ideas toda acción política, derivándose de ello una política basada en la comunicación de sentimientos y valores, por encima de propuestas o decisiones concretas. De Macron destaca además el rasgo distintivo de preferir los escenarios con gran valor simbólico, y relacionados con el carácter superior del papel presidencial, para sus discursos y declaraciones.

En este sentido, su ejercicio del poder –marcado por la prominencia de algunos consejeros y tecnócratas cuya influencia supera la del primer ministro y del Gobierno; una marginalización del Parlamento y un rechazo al diálogo social– indica claramente un hiperliderazgo. Desde este punto de vista, el ejercicio del poder de Macron se diferencia poco del de la era Mitterrand o Sarkozy, reflejo del sistema semipresidencialista francés que favorece una figura fuerte del presidente.

En un contexto político donde la vertiente internacional gana importancia, especialmente en el seno de la Unión Europea, el hiperliderazgo nacional se traduce también en un hiperliderazgo cosmopolita. Como antítesis a los movimientos euroescépticos y proteccionistas que han crecido en los últimos años, Macron se presenta como el defensor de los valores liberales en el mundo globalizado. Este hiperliderazgo cosmopolita es principalmente estético, se potencia en momentos clave, como demostró la retirada de Estados Unidos de los Acuerdo de París, y está enfocado a reforzar su marca personal también a nivel internacional, ocupando el vacío de Obama como líder del mundo libre. Este interés por los temas globales se traduce, sin embargo, en pocas acciones políticas concretas.

Notas:

1. «Macron ne croit pas «au président normal, cela déstabilise les Français»». Challenges.fr (16 de octubre de 2016) (en línea) https://www.challenges.fr/election-presidentielle-2017/
interview-exclusive-d-emmanuel-macron-je-ne-crois-pas-au-president-normal_432886.

2. Discurso de Emmanuel Macron ante el Louvre, 7 de mayo de 2017. Canal Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=2cJh_v5mmuc

3. Véase, Vídeo de campaña de En Marche!, abril de 2016. Canal Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=uEs1Evc42ZE&t=2s

4. «Macron et sa communication “anti-cuacs”: contrôle très étroit, parole limitée des ministres…». Ouest France (agosto 2017). (en línea) https://www.ouest-france.fr/politique/emmanuel-macron/macron-et-sa-communication-anti-couacs-controle-tres-etroit-parolelimitee-
des-ministres-5084220

5. «Communication de Macron: une relation ambigüe avec la presse». Le Parisien (agosto 2017) (en línea) http://www.leparisien.fr/politique/vie-publique-vie-privee-la-relation-ambigue-de-macron-avec-la-presse-20-08-2017-7202232.php

6. Discurso de Emmanuel Macron en relación a la situación de los «chalecos amarillos», 10 de diciembre de 2018. Canal Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=2RV3_7Dz56o

Referencias bibliográficas

Avram, Luminita. La dimensión simbólica en el discurso político de Emmanuel Macron. Universidad de Sevilla, 2017. (en línea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/69609/TFM%20
ALESP%20FINAL.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Carrère, Emmanuel. «Mi semana con Macron». Letras libres, n.º228 (diciembre 2017), p. 38-45 (en línea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://d3atisfamukwh6.cloudfront.net/sites/default/files/2017-11/convivio%20macron.pdf

Corlay, Antoine. «Emmanuel Macron’s art of modern-day communication». La Croix International, (junio 2017). (en línea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://international.la-croix.com/news/emmanuel-macrons-art-of-modern-
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Dosse, François. Le philosophe et le président. París: Stock, 2017.

Espino, Luis Antonio. «Emmanuel Macron y la retórica trascendental». Letras libres, (mayo 2017), (en línea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://www.letraslibres. com/espana-mexico/politica/emmanuel-macron-y-la-retorica-trascendental

Gutièrrez-Rubí, Antoni. Seminario Interno de Comunicación Política sobre las Elecciones Francesas 2017. (en línea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://www.gutierrez-rubi.es/2017/02/23/seminario-interno-comunicacion-politica-
las-elecciones-francesas-2017/?highlight=macron

Macron, Emmanuel. Carta a los franceses. (enero 2019), (en línea) https://www.elysee.fr/emmanuel-macron/2019/01/13/lettre-aux-francais

Macron, Emmanuel; Duval-Stalla, Alezandre y Crépu, Michel. L’histoire redevient tragique (une rencontré). La Nouvelle revue française, n.° 630 (mayo 2018).

Mouffe, Chantal. L’illusion du consensus. París: Albin Michel, 2016.

Vinocur, Nicholas. «7 magic Macron PR Moments». Politico, (julio 2017), (enlínea) [Fecha de consulta 14.05.19] https://www.politico.eu/article/emmanuel-
macron-pr-press-7-magic-moments/