Elecciones en Taiwán: más allá del (f)actor China

Opinion CIDOB 785
Data de publicació: 01/2024
Autor:
Inés Arco Escriche, investigadora, CIDOB
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Casi 20 millones de taiwaneses están llamados a votar en las elecciones legislativas y presidenciales del 13 de enero de 2024. Debido a la importancia de Taipéi en la creciente competición entre Beijing y Washington, las cuestiones geopolíticas y, en concreto, el papel de China como factor y actor en estas elecciones, han acaparado gran parte de los análisis políticos y mediáticos. No obstante, para entender el contexto y los resultados de los comicios, es necesario ampliar el foco a cuestiones domésticas y dinámicas internas que van más allá de Beijing, y centrarnos también en qué preocupa a los taiwaneses.

 

Taiwán acude a las urnas para elegir a su presidente y al parlamento de los próximos cuatro años. Si bien la actualidad política doméstica de este territorio tiende a pasar bajo el radar de la atención mediática en Europa, estos comicios han atraído la atención de muchos debido a su carga geopolítica e importancia económica y su trascendencia para el futuro, no solo de la isla, sino de toda la región. Las tensiones entre China y Estados Unidos han situado a Taiwán como uno de los puntos más sensibles en la competición geopolítica entre ambos, donde el riesgo de conflicto es más notable.

Entre las cuestiones preminentes de estos comicios está el mantenimiento del statu quo, lagestión de las relaciones con China y la preservación de la autonomía de Taiwán. A ello se suma el hecho de que la actual presidenta, Tsai Ing-Wen, del Partido Democrático Progresista (PDP) con orientación soberanista, ha cumplido ya el límite constitucional de dos mandatos, lo que deja el camino de la sucesión libre para nuevos aspirantes. El favorito en las encuestas y nuevo candidato de su partido, Lai Ching-te, se enfrenta a una oposición dividida entre el conservador y más cercano a Beijing, Kuomintang (KMT) de Hou Yu-ih, y el pragmático y emergente Partido Popular Taiwanés (PPT), liderado por el exalcalde de Taipéi, Ko Wen-je.   

En la mayoría de los análisis sobre estas elecciones, China ocupa una posición distinguida – y con razón. El factor China ha acaparado gran parte de la campaña electoral en los últimos meses, con los principales candidatos enmarcando las relaciones con el continente como el elemento central de estos comicios. No obstante, no se trata de una novedad: las relaciones entre Taipéi y Beijing han definido y decidido los últimos ciclos electorales. En 2012, la integración económica con el continente marcó el debate político, y fue determinante para la reelección de Ma Ying-jeou (KMT) en un momento de mayor optimismo. Lo fue también en 2016, con la victoria de la oposición bajo Tsai Ing-wen, tras las protestas juveniles del Movimiento de los Girasoles en contra de un nuevo acuerdo económico con China. En 2020, la preocupación por la situación de Hong Kong decantó la balanza a favor de Tsai frente al populista Han Kuo-yu. Este año, dicha relación ha sido presentada bajo la inquietante posibilidad de una invasión o de un recrudecimiento del conflicto en el estrecho con el trasfondo de las guerras en Ucrania y Gaza, pero también como una elección sobre el futuro democrático del territorio. Beijing tampoco ha ayudado a suavizar este discurso: en noviembre de 2023, la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado de la República Popular de China instaba a la población taiwanesa a «elegir correctamente entre la paz y la guerra, la prosperidad o el declive».

Y es que, aunque en menor medida, China también aparece como un actor más en la campaña electoral. Estas declaraciones, definidas por las autoridades taiwanesas como una «guerra cognitiva», han ido acompañadas de campañas de desinformación, presiones económicas y nuevas formas de coerción – como los numerosos globos que han cruzado el espacio aéreo de la isla, similares a los que causaron la última crisis entre Washington y Beijing en febrero de 2023. Organizaciones de la sociedad civil, como Cofacts o el Taiwan Information Environment Research Center, destacan formas más sofisticadas de desinformación que en años anteriores. Estas nuevas estrategias, como la amplificación de voces locales favorables a China, en lugar de nuevos contenidos, y su difusión en un mayor número de plataformas – desde Facebook, TikTok o Line a foros autóctonos taiwaneses – tienen, sin embargo, objetivos ya conocidos: aumentar la polarización social, reducir la credibilidad de Estados Unidos como aliado y, especialmente, erosionar y dañar la imagen del candidato menos favorito en Beijing, el soberanista PDP. Como en otras ocasiones, su impacto parece ser mínimo.

No obstante, pese al componente existencial de las relaciones a través del estrecho para el futuro de Taiwán, reducir estas elecciones a consideraciones geopolíticas nos puede llevar a ignorar injustamente la agencia y las preocupaciones genuinas y ampliamente diversas de los más de 23 millones de habitantes. Es más, cuando focalizamos nuestra atención en qué les preocupa a los votantes, a diferencia de otros años, detectamos que este (f)actor China parece tener menos gancho en estos comicios, pese a su importancia en múltiples áreas de la política. Mientras los propios políticos, así como analistas y principales medios de comunicación, resaltan en primera instancia las relaciones entre Beijing y Taipéi (y sus diferencias en cómo gestionarlas), los jóvenes taiwaneses declaran su hastío frente al monopolio de la geopolítica y el poco espacio para la política doméstica, convirtiéndose según el New York Times, en el principal joker de estas elecciones. Lev Nachman, profesor de la Universidad Nacional de Chengchi, compartía el «curioso» resultado de una de las múltiples encuestas que está llevando a cabo en las últimas semanas: un 57% de los participantes declaraban estar más preocupados por resultar heridos debido a accidentes de tráfico que por un ataque de Beijing.

Eclipsadas por múltiples escándalos y escenarios dramáticos – desde el inicio del #MeToo taiwanés y su impacto en los diferentes partidos, hasta la efímera candidatura de solo dos meses de Terry Gou, fundador de Foxconn, pasando por la ruptura televisada de la alianza entre los principales partidos de la oposición tras apenas 72 horas –, las preocupaciones domésticas han ocupado un espacio relativamente marginal dentro de los discursos de los candidatos, para frustración de muchos. A pesar de esta ausencia, según una encuesta realizada a más de 15.000 participantes por la revista Tianxia zazhi, las cuestiones económicas son consideradas la prioridad para la mayoría de los votantes, seguidas por la seguridad nacional y las relaciones con China. En concreto, los bajos salarios, la ralentización de la economía taiwanesa, el impacto de la inflación en el coste de vida y los altos precios de la vivencia en las principales ciudades son algunos de los elementos que más preocupan a los votantes. Otros temas, como la energía nuclear – que esconde otros debates como la autonomía energética o la transición ecológica de la isla – también han sido altamente controvertidos. Todo esto sin olvidar las cuestiones sociales, desde los derechos del colectivo LGBTI y los trabajadores migrantes hasta la pena de muerte o las decisiones reproductivas de las mujeres.

Además, tras ocho años de mandato, el PDP también debe hacer frente al desgaste. El actual partido en el poder ha instrumentalizado las relaciones entre Beijing y Taipéi para zafarse de las críticas a su política doméstica, perdiendo parte del atractivo para muchos votantes. Pero, no es el único; el bipartidismo que ha marcado las tres décadas de democracia de Taiwán también empieza a mostrar signos de agotamiento. La emergencia del Partido Popular Taiwanés es justamente resultado de esta desilusión y frustración con los dos partidos tradicionales, siendo percibido como una alternativa capaz de traer un cambio político – al menos, aparentemente.  

En una de las elecciones más ajustadas de los últimos años, parece imposible predecir el resultado final. Pero, debido al poco margen entre los candidatos, esta fragmentación del voto también esconde otra incógnita: la (im)posibilidad de lograr una mayoría en el Yuan legislativo – el parlamento encargado de pasar las leyes y aceptar las nominaciones del presidente a otros cargos políticos-. Si bien se trata de un aspecto menos popular en los análisis publicados, su importancia será clave para definir el tono de las relaciones con Beijing, y dar respuesta a cuestiones fundamentales como el presupuesto de defensa y la compra de armamento, o a los principales problemas domésticos, como el precio de la vivienda. Es aquí donde el papel de esta tercera fuerza parlamentaria y las posibles coaliciones con los dos partidos tradicionales será más visible.  

Sea cual sea el resultado electoral, estos comicios nos dejarán una certeza: los taiwaneses expresarán claramente a sus políticos, a Beijing, a Washington y al resto del mundo qué futuro quieren, con las consecuentes reverberaciones regionales e internacionales, demostrando la resiliencia y dinamismo de su democracia.

Palabras clave: Taiwán, elecciones, China, Beijing, geopolítica, Partido Democrático Progresista (PDP), Kuomintang (KMT), Partido Popular Taiwanés (PPT), desinformación, conflicto, estrecho

 

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