Avramopoulos: una nueva cara para una agenda migratoria ya marcada

Opinion CIDOB 275
Data de publicació: 10/2014
Autor:
Elena Sánchez-Montijano, investigadora principal, CIDOB
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Elena Sánchez-Montijano, investigadora principal CIDOB

29 octubre 2014 / Opinión CIDOB, nº. 275

La creación de una cartera de Migración en el marco de la nueva Comisión Europea, así como la elección de Dimitris Avramopoulos para dirigirla, reflejan las prioridades europeas en la agenda migratoria. Además de un claro viraje en los últimos años en la política migratoria hacia el control de las fronteras, la apuesta por la entrada de trabajadores altamente cualificados y la movilidad interna de nacionales europeos, la Unión Europea ha tenido que hacer frente también al fenómeno de la inmigración irregular y al importante crecimiento de los discursos anti-inmigración. Es, sin lugar a dudas, la suma de todos estos factores lo que ha traído consigo el nombramiento del antiguo ministro de Defensa griego como Comisario de Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía.

El pasado 7 de octubre se cumplía un año de la tragedia de Lampedusa, en la que morían 332 personas en un intento de llegar a las costas europeas. Este hecho fue el más mediático y recordado, pero es tan solo uno de los muchos escenarios abiertos que la UE tiene en relación con la dificultad de gestionar la llegada de inmigrantes por el Mediterráneo. En buena medida porque los factores que hacen que decenas de miles de personas se jueguen la vida para llegar a Europa se les escapa de las manos. Es la conjunción de conflictos armados, crisis humanitarias y pobreza continuada la que se encuentra detrás de este fenómeno. Y es que el dato de más de 3.000 fallecidos en los primeros 9 meses de 2014 en el Mediterráneo, de acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), no puede dejar indiferente al ciudadano y mucho menos a los representantes políticos.

Con mayor o menor éxito, las repetidas medidas para dar respuesta a la inmigración irregular han tratado de poner fin a dichas tragedias. Cierto es que algunas de ellas han funcionado y Grecia es un buen ejemplo. Según datos de Frontex, la inmigración irregular cayó en dos años (de 2011 a 2013) en más de un 50% (de 57.000 personas interceptadas a 24.800). En buena medida este descenso se ha debido a la dotación económica y de recursos humanos de la Agencia Europea de Fronteras y los acuerdos con las autoridades turcas de vigilancia en terreno e intercambios de información. Sin embargo, no todas las fronteras del Mediterráneo se han comportado de igual forma y otras rutas han adquirido mayor importancia. En los últimos dos años la ruta central mediterránea, la que parte de Libia y Túnez, no ha parado de crecer. Tan solo en los meses que van de enero a septiembre de 2014 se han detectado 134.272 inmigrantes, mientras que en el mismo periodo del año pasado se detectaron 31.000 personas.

Al igual que la gestión contra la inmigración irregular, el nuevo comisario griego tendrá que hacer frente a los discursos anti-inmigración que se asientan, cada vez con mayor fuerza, tanto en los estados miembros como en la propia UE. Partidos como el UKIP de Reino Unido, el Danish People’s Party de Dinamarca o el Front National en Francia no solo han alcanzado más del 25% del apoyo nacional sino que además se han convertido en la fuerza más votada en sus respectivos países en las elecciones europeas. Y todos ellos, entre otros temas, tienen entre su ideario el rechazo frontal a la inmigración. En este marco la Unión tenía dos opciones: o luchar contra este discurso intolerante hacia los inmigrantes que no para de extenderse; o dejarse contagiar del mismo e incorporar sus preocupaciones y visiones dentro del propio acervo comunitario.

El perfil y trayectoria del nuevo Comisario Avramopoulos parece dejar claro cual es la respuesta por parte de la nueva Comisión. Bajo el mandato del antiguo ministro de defensa miles de inmigrantes fueron detenidos por sus rasgos faciales en Grecia, si bien tan solo el 6% carecían de papeles. Además pertenece a un partido político, Nueva Democracia, que ha explotado el discurso alarmista y de “mano dura” contra los inmigrantes con fines electorales, buscando incluso acaparar el voto anti-inmigración de la formación xenófoba Amanecer Dorado. Sin embargo, en el otro lado de la balanza encontramos dos aspectos positivos. Por un lado la creación en sí de una cartera de Migración trae el fenómeno migratorio a la agenda: la inmigración es un tema importante para el futuro de la UE y hay que dar una respuesta concreta. Por otro lado el nuevo comisario es mediterráneo y ha trabajado de forma directa con la inmigración desde Grecia. Cuestiones como la gestión de la inmigración irregular, y sus consecuencias más trágicas, o la atención conjunta a las fronteras externas serán temas de los que, sin lugar a dudas, la nueva Comisión se hará cargo.

El mandato del nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, en su “mission letter” del 10 de septiembre dirigida al futuro Comisario, ya marcaba algunas prioridades. El encargo parecía claro: “tenemos que demostrar que la UE puede ofrecer tanto un lugar convincente para atraer talento global, así como mostrar que se puede abordar con firmeza el reto de la inmigración irregular”. El nuevo Comisario recogía el testigo en su comparecencia ante el Parlamento Europeo el pasado 30 de septiembre, cuando defendía su cargo como nuevo Comisario de Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía. En su intervención, afirmaba “una precondición para que no haya controles interiores es tener un control eficaz de las fronteras exteriores”. En este marco tres serán las futuras líneas de trabajo de la UE: 1) “hacer frente de una manera eficaz a la presión inmigratoria en nuestras fronteras”, creando incluso un “Sistema Europeo de Guardia de Fronteras”; 2) mejorar los canales de regulación, “atrayendo a trabajadores altamente cualificados y talentos específicos al mercado de trabajo europeo”; y 3) permitir “que las personas viajen sin controles en las fronteras interiores”.

El nombramiento de Avramopoulos ha llenado de preocupación a quienes rechazan una visión securitaria del fenómeno migratorio, ya que de él, aunque no exclusivamente, depende que, bajo su dirección, se aborden otras muchas prioridades como son la gestión de una cada vez más diversa Europa, una eficaz movilidad interna no solo para los europeos, sino también para los nacionales de terceros países, o hacer frente a los discursos anti-inmigración basados en el odio. Todos ellos son temas que deberían aparecer con la misma relevancia que los ya mencionados, sin embargo, si la nueva Comisión les hará frente, y cómo, es hoy todavía una incógnita.