And the UN Goes to… António Guterres

Opinion CIDOB 435
Data de publicació: 10/2016
Autor:
Jordi Quero Arias, investigador, CIDOB
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Después de un proceso de algo más de un año de duración ya sabemos quién sucederá a Ban Ki Moon como Secretario General de Naciones Unidas cuando acabe su mandato a finales de 2016. El elegido ha sido el ex-primer ministro portugués António Guterres. Hay tres ideas del proceso de elección y su resultado que merecen atención.

La primera es la novedosa participación de la sociedad civil global en la discusión sobre quién debía ser el nuevo secretario general. La nominación es un proceso estrictamente intergubernamental, que incluye mecanismos de consultas casi cosméticos con actores de la sociedad civil global (como el Informal Dialogues and Civil Society Engagement). Pero, durante los últimos meses, se ha venido articulando una conversación global sobre el tema de la que han participado todo tipo de instituciones, organizaciones no gubernamentales e individuos a nivel particular. Editoriales de periódicos, espacios televisivos –incluyendo el primer debate electoral de la historia retransmitido en directo a través de Internet- pero también Twitter, Facebook y otras redes sociales, se han convertido en espacios de discusión. Especialmente significativa, por su alcance y repercusión pública, ha sido la discusión sobre la necesidad de que el próximo secretario general fuera una mujer y se revertiera así la asimetría de género histórica (de momento, el ratio es un escandaloso 8 de 8).     

La voluntad de participar de la discusión es un claro indicador de una creciente conciencia global, estrechamente ligada con el “giro cosmopolita” descrito por Ulrich Beck. Pese a la existencia de grandes asimetrías –sobre todo geográficas y de clase-, esta tendencia parece que ha venido a quedarse. Tal como demostrara también, por ejemplo, el proceso de selección del actual presidente del Banco Mundial, la conciencia cosmopolita lleva a muchos individuos a percibir estas instituciones globales como espacios en los cuales es necesario que se escuchen opiniones más allá de las gubernamentales y, por tanto, es legítimo que participe la sociedad civil global. La elección del liderazgo es una oportunidad especial donde parece aún más necesario manifestarse.      

El segundo elemento a destacar es que el elegido como nuevo secretario general ha sido el Alto Comisionado de NN.UU. para los Refugiados durante los últimos diez años. Y no parece una casualidad. Por un lado, cabe entender esta elección como un mensaje de los miembros de Naciones Unidas –y especialmente de algunos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad: escoger al ex-dirigente de ACNUR señala su voluntad de visibilizar la cara más amable de Naciones Unidas. Guterres ha estado al frente de la gestión de las crisis de refugiados de Afganistán, Irak, Eritrea, la República Centro Africana, la República Democrática del Congo, Sudán del Sur o el problema de Dabaab. Se recupera así, además, el llamado “perfil Annan” con un secretario general pertinaz y especialmente interesado y significado con los temas de Derechos Humanos. Por otro lado, a ninguno de los miembros de la ONU se le escapa que la elección de Guterres muy probablemente situará el problema de los refugiados todavía más en el centro de la agenda internacional.

Finalmente, es importante destacar que la nominación y la elección han sido fruto de un amplio e inesperado consenso. La decisión en el Consejo de Seguridad no ha sido tan difícil de tomar ni se ha demorado tanto como se esperaba. Sólo dos abstenciones, ninguna de ellas de los “cinco para gobernarlos a todos”. Especialmente sorprendente ha sido el giro de la posición rusa que ambicionaba un secretario general de Europa del Este o los Balcanes, tal como ya demuestra la lista reducida de candidatos final (un esloveno, un macedonio, un serbio, una moldava y dos búlgaras entre los diez últimos).

La consecuencia de este respaldo mayoritario es que el nuevo Secretario General dispone desde el inicio de su mandato de una capacidad de acción reforzada y una base de legitimidad incontestable. No estamos frente a un líder que nace ya lastrado y capado. El gran reto a partir de ahora de António Guterres será mantener estas prerrogativas mientras intenta estar a la altura de las expectativas puestas en él. Todo ello, mientras trabaja por corregir un creciente malestar sobre la incapacidad de Naciones Unidas de dar respuesta a los problemas de la comunidad internacional.

 

>> Biografía de António Guterres

 

 

D.L.: B-8439-2012