Abenomics y su dimensión regional

Opinion CIDOB 282
Data de publicació: 11/2014
Autor:
Lluc López i Vidal, profesor de relaciones internacionales, UOC y UAB
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Lluc López i Vidal
Profesor de Relaciones Internacionales UOC y UAB
26 noviembre 2014 / Opinión CIDOB, n.º 282 / E-ISSN 2014-0843

El anuncio realizado por el primer ministro japonés Shinzo Abe de convocar elecciones anticipadas a mitad de la legislatura en un parlamento en donde posee la mayoría absoluta de los escaños no ha cogido a nadie por sorpresa. Desde que el ministro de economía desvelase que Japón ha entrado técnicamente en recesión, todos los analistas apuntaban la necesidad de celebrar nuevas elecciones y preguntar a su ciudadanía si avala la política económica de Abe, llamada popularmente Abenomics. Sin embargo, ¿qué representa la abenomics? ¿cuáles son las consecuencias de dicha política en la economía de Asia Pacífico?

El abrumador triunfo de Shinzo Abe en las elecciones de 2012 permitió al oficialista Partido Liberal Democrático (PLD) volver al poder tras tres años de gobierno del Partido Democrático de Japón. Si bien las expectativas iniciales sobre Abe no eran muy alentadoras, tras la presentación de su nueva política económica las cifras de apoyo popular han aumentado hasta convertirse en uno de los primeros ministros más bien valorados de las últimas décadas. Para algunos, Shinzo Abe es el líder que necesita Japón para que vuelva a su posición de potencia económica y política de primer orden.

En su presentación sobre la política estrella de su mandato, el primer ministro definió el Abenomics como una estrategia cuyo objetivo es volver al crecimiento económico y que está basada en tres flechas y sigue el proverbio japonés que apunta que tres flechas unidas no pueden romperse. En la primera flecha, con la ayuda del Banco de Japón, Abe ha decidido llevar a cabo una política monetaria hiper-expansionista con el objetivo de doblar la base monetaria en 2015 y, como consecuencia, lograr el anhelado objetivo del 2 por ciento de inflación. Para Abe, lograr inflación es un signo de que el consumo se está reactivando y que la gente confía de nuevo en el país. En segundo lugar, la siguiente flecha está representada por una política fiscal expansiva, justo la receta contraria a la aplicada en Europa. Con esta política keynesiana de estímulo de la demanda a través de obras públicas e infraestructuras se pretende incrementar la inversión, crear puestos de trabajo, aumentar los salarios y con ello el consumo. Por último, la tercera flecha se centra en reformas estructurales para aumentar la competitividad del país tales como la desregulación del mercado laboral, la revitalización de la industria japonesa, o la adhesión al Trans-Pacific Parterneship (TPP), un acuerdo multilateral de libre comercio junto con los Estados Unidos y otros países aliados como Singapur o México. Es precisamente este tercer punto el que mayor polémica ha generado dado que dicha adhesión supondría la destrucción de puestos de trabajo en la hasta ahora sobreprotegida agricultura japonesa, un sector que además de ser el tradicional granero de votos en las zonas rurales del PLD, ha sido protegido con aranceles para el arroz importado del 800%, 380% para el azúcar, o 252 % para la harina, amén de onerosos subsidios y control de precios agrícolas favorables para los campesinos.

Aunque los campesinos japoneses están determinados a declarar la guerra al primer ministro si liberaliza la agricultura, Abe está convencido que el TPP, y un yen que en los últimos meses se ha depreciado más del 50% en relación al dólar, ayudará a las empresas japonesas a exportar a dichos mercados. Según cálculos del gobierno japonés, una eventual participación de Japón en el TPP supondría unos beneficios del 0.7% de su PNB en el período de una década. Tratándose de unos tímidos beneficios, y de un coste electoral muy elevado –derivado de la posible pérdida de votos de los campesinos-, ¿qué ha motivado al gobierno de Abe a dar el paso y abandonar paulatinamente la protección de su agricultura y liberalizar su economía?

El significado del TPP no solamente debe medirse en cuanto a impacto económico, sino que forma parte de una estrategia nacional con un gran significado político y diplomático. Además de representar una estrategia orientada a exportar más en una economía que sigue siendo mercantilista, es toda una apuesta regional y global. En primer lugar, abrir la economía a la importación de productos agrícolas implica aproximar posiciones para aprobar un eventual Acuerdo de Libre Comercio entre China-Japón y Corea del Sur, una medida que complementa la estrategia del TPP. Tan solo unas semanas después de anunciar el inicio de las negociaciones al TPP, Japón, China y Corea del Sur empezaron también reuniones trilaterales para lograr un acuerdo de libre comercio. Además, en una reunión con Herman Van Rompuy y José Manuel Barroso, Abe manifestó que era extremadamente importante para ambas partes llegar a un Acuerdo de Partenariado Económico (Economic Partnership Agreement, EPA en sus siglas en inglés) entre Japón y la UE.

Ahora bien, de aprobarse el TPP, Japón aunaría fuerzas con los Estados Unidos para establecer las reglas del comercio regional y global pero también le permitiría impulsar proyectos de cooperación económica en un empeño de contar con una política exterior más autónoma e independiente ante los Estados Unidos, y de contrarrestar el imparable ascenso de China. Japón no trata de buscar la hegemonía en la zona sino mira de sobrevivir en un entorno cuyas dinámicas siguen siendo westfalianas, y de competición por el poder. Sin embargo, su anhelo de convertirse en un país postwestfaliano pasa por la “normalización” de su política exterior y, para las autoridades japonesas eso consiste en volver a jugar un papel esencial en el sistema internacional.