Elecciones europeas en España: ¿nacionales a toda costa?

Monografia CIDOB nº 88
Data de publicació: 05/2024
Autor:
Raquel García Llorente, investigadora, Real Instituto Elcano y Héctor Sánchez Margalef, investigador, CIDOB
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España es el único estado miembro de la Unión Europea (UE) que cuenta actualmente con un Gobierno de coalición de izquierdas formado por un partido socialista, el PSOE (Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas), y un movimiento de izquierda radical, Sumar1. La posición de la coalición y de la mayoría de los partidos de la oposición respecto a la UE es reflejo de la sociedad española, que con el tiempo se ha formado una opinión muy positiva del proyecto europeo, considerado fuente de democracia, prosperidad y estabilidad.

En España, el bipartidismo fue quien pagó el precio de la crisis financiera de 2008, y no las instituciones europeas. El resultado fue una fragmentación mayor del sistema político español y la aparición de nuevos partidos. Algunas fuerzas políticas de la izquierda radical mostraron su descontento con las medidas económicas adoptadas entonces, pero no se trataba de una forma de euroescepticismo, sino de defensa de un proyecto de integración diferente 2. En la actualidad, este escenario de fragmentación se ha consolidado, con los recién llegados compartiendo —cada cual con sus matices— un firme europeísmo. El único partido que ha presentado una visión euroescéptica clara es la formación de derecha radical Vox (Conservadores y Reformistas Europeos), que, aunque no defiende abandonar la Unión Europea, se opone a la tendencia federalista y apuesta por mantener la supremacía de la soberanía nacional.

La fragmentación política, en todo caso, ha conllevado una mayor polarización de los asuntos internos. En el plano europeo, esto no ha supuesto el cuestionamiento de la pertenencia de España a la Unión Europea, sino una creciente politización de las instituciones comunitarias con fines de confrontación partidista nacional, hasta el punto de que los partidos de la oposición y el Gobierno han trasladado su batalla política a las instituciones europeas. En otras palabras, como consecuencia del firme europeísmo español, las fuerzas políticas instrumentalizan la Unión Europea como fuente de legitimidad para enfrentarse entre sí. Los asuntos europeos, por tanto, se siguen mirando desde una óptica nacional, lo que acaba arrastrando a los partidos políticos españoles de vuelta a la realidad estatal.

Cuando lo nacional se convierte en europeo

Tres cuestiones principales han marcado el contexto político español reciente. En primer lugar, la ruptura del bipartidismo vigente desde el restablecimiento de la democracia: la legislatura anterior fue la primera en la que se estableció un Gobierno de coalición y, desde las elecciones generales de 2023, es también la primera vez que el Gobierno no está encabezado por el partido que ganó en las urnas. En segundo lugar, una polarización creciente del debate político interno, que ha provocado la politización de los asuntos europeos. Y, tercero, el protagonismo de los partidos regionales en el debate nacional y su participación en la gobernabilidad del país, destacando especialmente la coyuntura catalana. Las tres cuestiones están interrelacionadas: la ruptura del sistema político permitió que los partidos políticos nuevos y regionales influyeran más en la gobernabilidad del país, lo que aumentó la polarización; una sociedad polarizada propició la irrupción de opciones políticas no mayoritarias; y la coyuntura catalana sirvió de catalizador e intensificó la polarización, y posibilitó el crecimiento de nuevos partidos políticos.

Estas tres cuestiones fundamentales han llevado a España a estar en permanente campaña política. Desde 2014, en el país se han celebrado cinco comicios nacionales. En 2019, apenas un mes antes de las elecciones europeas, hubo elecciones nacionales. El ganador fue el partido socialista y quiso agotar todas las posibilidades de gobernar en solitario. Dilató el proceso de investidura hasta las elecciones europeas para tener más argumentos en ese sentido y convirtió las posteriores elecciones al Parlamento Europeo en una segunda vuelta. En consecuencia, la dinámica nacional prevaleció sobre la dimensión europea de esa votación.

Esta misma lógica se repetirá en las elecciones europeas de 2024. El partido socialista quedó segundo en las últimas elecciones nacionales anticipadas celebradas en julio de 2023, pero consiguió mantenerse en el poder tras conseguir un Gobierno de coalición con Sumar y el apoyo de diferentes partidos regionales, sobre todo de Cataluña y el País Vasco. El Partido Popular (PP), que había quedado en primer lugar, no logró conformar una mayoría y ha acosado constantemente al Gobierno tras ese resultado.

Desde entonces —y antes de los próximos comicios europeos de junio— se han celebrado elecciones en tres regiones españolas (Galicia, País Vasco y Cataluña). Aunque estas convocatorias electorales se han instrumentalizado para sacar conclusiones en clave nacional, los partidos y dinámicas regionales fueron los protagonistas. Por tanto, el debate político se ha centrado en los efectos que estas elecciones regionales pueden tener en el panorama estatal (especialmente las de Cataluña, donde ganó el partido socialista). Lo mismo ocurrirá con las elecciones europeas, que también se interpretarán desde una perspectiva nacional. El reciente amago del presidente del Gobierno de dimitir —a causa de una campaña de la derecha radical contra su esposa— ha intensificado el enfrentamiento partidista.

Pese a la creciente presión de leer las elecciones del 9 de junio en clave nacional, algunas de las cuestiones tienen dimensión europea y se tratarán como tales durante la campaña.

¿De qué tratan estas elecciones? Temas y rostros

En su programa electoral de las elecciones generales de 2023, el Partido Popular coincidía más con el PSOE y Sumar respecto a los asuntos de la Unión Europea, que con el partido de derecha radical Vox. Este último presenta los puntos de vista más euroescépticos, haciendo hincapié en la necesidad de defender la Unión de la migración ilegal, preservar la identidad nacional frente a la burocracia de Bruselas y combatir la agenda verde. Los partidos gubernamentales han elegido a sus candidatas principales con el objetivo de confrontar esta agenda y haciendo hincapié en que existen, al menos, dos modelos diferentes de entender Europa.

El partido socialista apuesta sus cartas a la agenda verde. En el ciclo político 2019-2024, el Gobierno español se ha mostrado especialmente activo y ambicioso en cuanto a la cartera ambiental. La persona que ha impulsado esta política ha sido Teresa Ribera, actual vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, y cabeza de lista socialista. Ribera probablemente aspira a conseguir la cartera de cambio climático de la Comisión, por lo que se espera que intente situar la lucha contra el cambio climático en el centro de la campaña, lo que la confrontará con Vox y PP en esta cuestión. En el caso de Sumar, su cabeza de lista es la exdirectora de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Entre el resto de formaciones, el PP, Vox y Ciudadanos han presentado como cabezas de lista a una eurodiputada y dos eurodiputados, respectivamente, mientras que Podemos ha apostado por la exministra de Igualdad, Irene Montero.

En cualquier caso, aunque las fuerzas políticas pongan sobre la mesa temas como la agenda verde o la migración, estos ámbitos no figuran entre las principales prioridades de la población española. España es uno de los estados miembros que pone más de relieve temas como la lucha contra la pobreza y la exclusión social, o la sanidad pública.

En elecciones anteriores, los principales partidos políticos han invitado a sus candidatos a presidir la Comisión Europea durante las campañas, se espera que también lo hagan de cara a estos comicios. El PP intentará invitar a Ursula von der Leyen, cuyo nombramiento depende en realidad del presidente del Gobierno (PSOE). Si von der Leyen quiere presentarse a un segundo mandato con el apoyo de la gran coalición, necesitará el respaldo del presidente del Gobierno español, uno de los líderes socialistas más influyentes de la Unión Europea. El apoyo podría ir condicionado a una cartera importante sobre clima y agenda verde en el Colegio de Comisarios. Además, el Partido Socialista Europeo al que pertenece el PSOE ha alertado a von der Leyen en contra de posibles pactos con la derecha radical.

Por otra parte, al cabeza de lista socialista, el poco conocido luxemburgués Nicolas Schmit, le va a costar destacar en España durante la campaña electoral debido a que es un desconocido entre la opinión pública. Sumar y Podemos, que se disputan el electorado a la izquierda del socialismo, también podrían utilizar a sus cabezas de lista para ganar visibilidad. Sin embargo, las posibilidades de que las apariciones de los candidatos a presidir la Comisión Europea modifiquen la opinión pública son escasas: solo el 28% de la población española identifica a Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea.

Con independencia de los temas que se traten y las apariciones que tengan lugar en la campaña, los partidos políticos seguirán utilizando los temas de debate nacionales como herramienta para ganar fuerza en la campaña electoral europea.. Las elecciones al Parlamento Europeo se consideran una contienda política más en la confrontación partidista nacional. Cabe señalar que las cuestiones europeas que dominan los debates, como la ampliación o la guerra de Ucrania, siguen ausentes de la campaña —o tienen solo carácter accesorio—.

Elecciones europeas, ¿consecuencias nacionales?

Según los sondeos, el PP quedaría en primer lugar en las elecciones europeas, seguido del PSOE y Vox en segundo y tercer lugar, respectivamente. El PP alegará que estos resultados son una muestra de rechazo de la opinión pública al Gobierno actual. Sin embargo, la posibilidad de que el segundo puesto del PSOE en las elecciones europeas tenga consecuencias más profundas en el panorama nacional dependía de las recientes elecciones autonómicas en Galicia, País Vasco y Cataluña. El hecho de que el PP haya sido el claro vencedor solo en el caso de Galicia, mientras que el partido socialista haya mejorado sus resultados en el País Vasco y quedado primero en la contienda catalana, rebaja las posibles repercusiones de las elecciones europeas en la palestra nacional.

Los principales efectos de las elecciones europeas pueden sentirse en el espacio de la izquierda radical. La aparición de Sumar antes de las elecciones generales de 2023 no ha servido de fuerza unificadora de la izquierda radical. Entre los pequeños partidos que conforman esta plataforma ha ido creciendo el descontento respecto a la posición que ocupa cada formación en la lista electoral. Dependiendo de cuántos escaños consiga, el papel aglutinador de la izquierda que aspira desempeñar Sumar puede verse menoscabado. Y la herida puede ser más grave si Podemos, que solía dominar el espacio de la izquierda radical, es capaz de competir con Sumar en escaños. En cualquier caso, se prevé que ambos partidos obtengan malos resultados como consecuencia de las luchas internas, que se está viendo castigada con el descontento de su electorado potencial. Esta lucha de poder y sus resultados electorales pueden tener también consecuencias para el partido socialista, que necesita a Sumar para mantener un Gobierno estable y permanecer en el poder.

Aumenta la conciencia de la importancia de los asuntos europeos, pero no lo suficiente

Parece que el electorado dará la victoria al PP en estas elecciones. En cualquier caso, eso no va a cambiar la postura española hacia la Unión Europea: España seguirá siendo un estado miembro activo, y defenderá una mayor integración y acción conjunta. De hecho, el presidente, Pedro Sánchez, ha sido un fiable aliado de la presidenta von der Leyen durante el ciclo político actual. Tras las elecciones europeas, el presidente del Gobierno participará en las negociaciones de los altos cargos haciendo valer los equilibrios ideológicos y geográficos. En este sentido, los resultados de las elecciones no serán tan importantes.

España ha fortalecido de nuevo su posición en el debate europeo tras decenios de ausencia por distintas cuestiones. Así lo demuestra el papel que ha desempeñado en la creación de los fondos Next Generation o el logro de la excepción ibérica. Sin más elecciones previstas tras las del 9 de junio, el Gobierno español intentará consolidar su influencia en a nivel europeo.

Por último, aunque las elecciones europeas siguen estando muy influenciadas por lo que ocurre en el país —y el debate político nacional todavía consigue eclipsar el comunitario—, la contienda política interna a su vez ha politizado gradualmente los asuntos europeos. Esto significa que la población española tiene cada vez más conocimiento de los debates europeos, ya que estos ocupan un mayor espacio del debate público en los medios de comunicación y las instituciones nacionales. El último Eurobarómetro muestra que, en comparación con lo que ocurre en otros países europeos, gran parte de la población española comprende que el contexto internacional hace que votar en estas elecciones sea más importante; además, ha aumentado el interés y la importancia que la ciudadanía da a estas elecciones a nivel europeo. Sin embargo, a pesar de haberse incrementado, la relevancia que se le da en España a estos elecciones, el interés sigue estando por debajo de la media europea.

Notas:1- Sumar es un movimiento político que incluye partidos a la izquierda de la socialdemocracia, ecologistas, poscomunistas y regionalistas progresistas, cuyos eurodiputados y eurodiputadas se unirán a Los Verdes, la Alianza Libre Europea y la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica.

2- Como ejemplo, el programa electoral de Podemos en 2015 abogaba por profundizar la Política Común de Seguridad y Defensa.

Monografía CIDOB -88- 2024