Un año demasiado corto
“España gozará de cierta ventaja comparativa en 2019 para promover una política exterior constructiva, sobre todo en Europa. A su favor juega el vacío de poder que deja el Brexit, difícil de rellenar en el corto plazo. Mientras que el liderazgo de Francia y Alemania se tambalea, el gobierno de coalición italiano parece convencido de que conseguirá mayores réditos políticos mediante el enfrentamiento con Bruselas. Polonia, la otrora esperanza de la renovación europea, hace años que anima el campo euroescéptico. En contra juegan la inestabilidad del gobierno de Pedro Sánchez, la dificultad de llevar a Bruselas una política de Estado y, en ocasiones, el foco en asuntos internos al relacionarse con Europa. Una agenda posibilista pasa por interiorizar los factores estructurales favorables y acompañarlos de una “vuelta a Bruselas”, batallando por puestos de alto nivel en la remodelación que seguirá a las elecciones europeas de mayo y sin olvidar a “fontaner@s” –o segundos niveles con influencia en la maquinaria bruselense–. En construcción europea, se buscan todavía ideas estratégicas para la reforma de las instituciones europeas tras el Brexit y que tomen en consideración las disfuncionalidades en la gestión de crisis europeas recientes. En política exterior, y aceptando que la española será europea o no será, debe marcarse en la agenda el 25º cumpleaños del Proceso de Barcelona en 2020 para promover una acción exterior ampliada hacia a los vecinos de los vecinos (sobre todo el Sahel) y renovar la mediterraneidad, aceptando que el Mediterráneo ya no es solo cuna de Estados, sino de sus sociedades, regiones y ciudades” Pol Morillas, director de CIDOB.