Ulf Kristersson

El hasta ahora líder de la oposición en Suecia, el conservador Ulf Kristersson, fue investido el 17 de octubre de 2022 por el Riksdag primer ministro de un Gabinete de coalición entre su partido, el Moderado, los cristianodemócratas y los liberales. Este Gobierno tripartito alcanza una raspada mayoría absoluta de 176 diputados gracias al respaldo externo de los Demócratas de Suecia, el pujante partido de extrema derecha que fue el gran protagonista de los comicios del 11 de septiembre y que por primera vez ha sido admitido como socio por un centro-derecha tradicional en horas bajas.

Entonces, el partido de Jimmie Åkesson se encaramó al segundo puesto con el 20,5% de los votos y 73 escaños (11 más), a costa precisamente a los moderados de Kristersson (el 19,1% y 68 escaños, dos menos) e invalidando las ganancias obtenidas (el 30,3% y 107 escaños, siete más) por los socialdemócratas de la primera ministra saliente, Magdalena Andersson. La agrupación que siempre ha quedado primera en todas las elecciones generales celebradas desde hace más de un siglo vio imposibilitada la continuidad en el Ejecutivo por la disminución de sus potenciales cooperantes, los izquierdistas y los centristas. Kristersson devuelve a su partido al poder, previamente disfrutado en 1991-1994 con Carl Bildt y en 2006-2014 con Fredrik Reinfeldt, cuando los Moderados caen a la tercera posición tras pasarse 43 años siendo los segundos. De hecho, este ha sido su tercer retroceso electoral consecutivo desde 2014 y su cuota actual es un tercio menor que la sacada en las votaciones de 2010.

El 19 de septiembre, previa renuncia formal de Andersson, el presidente del Riksdag, Andreas Norlén, colega partidario, transmitió el mandato institucional a Kristersson, quien ya intentó sin éxito formar gobierno tras las elecciones de septiembre de 2018 y por segunda vez cuando la crisis de junio de 2021. Fue a raíz de sendas mociones de censura presentadas con éxito contra el entonces primer ministro socialdemócrata, Stefan Löfven, pero estériles a la postre porque Kristersson aún no estaba listo para aceptar compromisos de calado con los Demócratas, imprescindibles para gobernar, o simplemente porque no le salían los números. Ahora, los Moderados, obtienen una docena de ministerios, inclusive los de Exteriores, Defensa, Finanzas y Migración. Los cristianodemócratas se hacen con seis puestos, entre ellos el de viceprimer ministro, para su líder, Ebba Busch, y los liberales con cinco, sin faltar también su líder, Johan Pehrson, ministro de Empleo e Integración.

Kristersson, cuya llegada al Gobierno de Estocolmo da carpetazo a la legislatura más accidentada desde el final de la Segunda Guerra Mundial e inaugura de paso —según sus propias palabras, coreadas por Åkesson— un "cambio de paradigma" en la política sueca, asume varios serios desafíos, con la invasión rusa de Ucrania, las amenazas del Kremlin y la actividad bélica clandestina en el mar Báltico (voladura de los gasoductos Nord Stream) como peligroso telón de fondo.

Entre los siente puntos del llamado Acuerdo de Tidö, adoptado por los cuatro cabezas de facción el 14 de octubre, tres destacan en particular. Por un lado, está la urgencia de asegurar los suministros de gas y electricidad sin recurrir a los combustibles fósiles, reafirmando el objetivo nacional de la neutralidad carbónica en 2045. El plan pasa por derogar las prohibiciones que afectan a la generación nuclear, una fuente de energía no renovable. También, se llama a enfrentar más enérgicamente el aumento de los delitos comunes y el crimen organizado con el endurecimiento de las penas, el refuerzo de los recursos policiales y judiciales, y un mayor énfasis en la prevención social. Este era uno de los puntos fuertes del programa electoral de Kristersson, cuyo eslogan de campaña ha sido "poner Suecia en orden".

Un tercer capítulo perentorio concierne a la inmigración y el asilo, que se desean reducir hasta los mínimos niveles que establezcan la legislación de la UE y las convenciones internacionales sobre refugiados. A los mayores controles, requisitos y posibilidades de deportación o revocación del permiso de residencia se suman una reformulación del esquema de integración de los foráneos, que serán obligados a asimilarse a la sociedad de acogida en los terrenos laboral, tributario e idiomático/cultural. Kristersson ha trazado una relación simétrica entre inmigración y delitos de sangre porque las responsables de la espiral de homicidios por armas de fuego, récord en Europa, son las bandas mafiosas de origen extranjero. El pacto Kristersson-Åkesson prefigura por tanto una nueva política de migración e integración mucho más restrictiva y exigente en Suecia, en la línea del modelo danés.

Aunque el Acuerdo de Tidö no lo menciona, no menos crucial es conseguir que Turquía desbloquee el ingreso de Suecia, poniendo fin a la proverbial neutralidad de esta parte de Escandinavia, en la OTAN. La solicitud oficial a la organización euroatlántica, paralela a la finlandesa, fue hecha en mayo, en el marco de un apresurado consenso partidista en torno a los riesgos evidentes para la seguridad nacional y que incluyó una puesta en escena común de Andersson y Kristersson, atlantista explícito desde hace años. La doble demanda fue tramitada por una inédita vía exprés y firmada en Bruselas ya en julio, arrancando entonces un proceso de ratificación nacional de los 30 estados miembros. A cambio de su prescriptiva aprobación de los Protocolos de Adhesión, Ankara, que en junio firmo un memorándum trilateral sobre la cuestión, exige a Suecia y a Finlandia garantías de que los activistas de los partidos kurdos opuestos al Estado turco y considerados terroristas no hallen cobijo y apoyos allí, y que ambos gobiernos nórdicos accedan a eventuales demandas de extradición. Si todo va bien, Suecia materializará este viraje histórico de su política de seguridad y defensa bajo el Ejecutivo de Kristersson.

La debilidad parlamentaria de los tres partidos burgueses que componen el Gabinete Kristersson (si los moderados son los terceros en el Riksdag, los cristianodemócratas son los sextos y los liberales los octavos, sumando tan solo 103 escaños sobre 349) encumbra el nuevo ascendiente del sector derechista de Åkesson, antes marginado del juego político pero ahora presto a cobrarse su vital sostén parlamentario con amplias cesiones a su plataforma nacionalista antiinmigración.

(Texto actualizado hasta 18 octubre 2022)

Ulf Kristersson, de 58 años, casado y con tres hijas adoptadas de China, es un economista graduado por la Universidad de Uppsala, si bien casi toda su actividad profesional ha transcurrido en los cauces de la política bajo los colores azules del Partido Moderado (Moderata samlingspartiet), más conocido simplemente como los Moderados (Moderaterna, M).

En 1988 fue elegido al frente de la Liga de la Juventud Moderada (MUF) y ya en 1991, con 27 años, ganó el mandato de diputado. Kristersson debutó en el Riksdag o Parlamento como miembro de la bancada oficialista luego de formar el líder de los moderados desde 1986, Carl Bildt, un Gobierno de coalición minoritaria con las otras tres agrupaciones del centro-derecha llamado burgués, a saber, el Partido Liberal Popular (desde 2015 denominado los Liberales, Liberalerna, L), los Cristiano Demócratas (Kristdemokraterna KD) y el Partido de Centro (Centerpartiet, C). Entonces, por primera vez desde 1982, pasó a la oposición el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (SAP). Ya entonces Kristersson se hizo notar por sus planteamientos intensamente liberales en materia económica, asimilables a un neoliberalismo de corte thatcheriano, con poco predicamento en Suecia.

En 1992, en medio de una disputa ideológica interna sobre cómo debía el Gobierno Bildt ejecutar la gran reforma liberal de la economía sueca, revisando en favor del mercado privado las prioridades socialdemócratas del sostenimiento del Estado del bienestar (llamado aquí Välfärdssamhälle) y la búsqueda de la equidad social, Kristersson fue descabalgado de la presidencia de la MUF por Fredrik Reinfeldt.

Aunque reelegido en las elecciones legislativas de 1994 y 1998, que articularon un período de 12 años de supremacía socialdemócrata bajo los liderazgos de Ingvar Carlsson y Göran Persson, Kristersson mostró en esta época un bajo perfil y en 1995 pasó a compatibilizar sus funciones en el Riksdag con un trabajo de jefe de marketing en Timbro, influyente think tank difusor del pensamiento liberal. Su desencanto de la política le llevó a renunciar a su escaño parlamentario en abril de 2000, meses después de ser relevado Bildt por Bo Lundgren en la jefatura del partido. En el bienio que siguió, el economista de formación ejerció exclusivamente en el sector privado, como ejecutivo de dos compañías de servicios de Internet; una de ellas, Adcore, fue una las muchas startups tecnológicas emisoras de valores que acabaron quebrando durante la burbuja de las puntocom. También, iba a ser el presidente del Centro Sueco de Adopciones.


MINISTRO Y SUCESOR DE FREDRIK REINFELDTEn 2002 Kristersson regresó a la política activa como concejal de Finanzas de Strängnäs, pequeño municipio del condado de Södermanland, vecino de Estocolmo y la circunscripción por la que había sido diputado durante nueve años. En 2006, el año en que los Moderados, con Reinfeldt de líder, consiguieron retornar al Gobierno nacional en virtud de un pacto de gran Alianza con los otros tres partidos del centro-derecha, Kristersson se convirtió en teniente de alcalde de la capital del país. Su responsabilidad municipal sobre el área de bienestar social de Estocolmo y sus propuestas al partido en el área de política familiar le granjearon ahora una polémica imagen interna de progresista, chocante con la tradición conservadora de los Moderados y más aún con su ferviente discurso proliberal de la década anterior.

Sin embargo, Reinfeldt confiaba en las capacidades de su antiguo rival de la MUF, tal que en octubre de 2010, al constituir su segundo Gabinete cuatripartito de resultas de las elecciones de septiembre, en las que Kristersson volvió a ser elegido diputado por Södermanland, le nombró ministro de Seguridad Social. A estas alturas, Reinfeldt y Kristersson coincidían plenamente en la defensa de un importante cambio estratégico de los Moderados: el abandono de la anterior pretensión de cercenar el avanzado aunque dispendioso Estado del bienestar sueco, lo que era rechazado por el grueso de la población, y de privatizar sectores clave del sector público en favor de un programa más centrado, orientado a preservar el modelo de protección social, pero sin descuidar las exigencias de generación de empleo y mejora de la competitividad.

En las elecciones del 14 de septiembre de 2014 la Alianza burguesa sufrió una contundente derrota (solo los Moderados perdieron casi siete puntos de voto y 23 escaños) y el 3 de octubre siguiente el SAP, mandado por Stefan Löfven y coaligado con el Partido Verde (MP), añadió un nuevo registro a la cronología del turnismo democrático en Suecia. Desde la oposición, Kristersson siguió en la primera línea de la política como principal responsable de Economía y Finanzas de los Moderados. A partir de enero de 2015 sirvió en la ejecutiva moderada presidida por Anna Kinberg Batra, sucesora del dimitido Reinfeldt.

El liderazgo de Batra en los Moderados se resintió desde el primer momento por su controvertida decisión, acordada en diciembre de 2014 con sus colegas de la Alianza, de dejar de obstaculizar la aprobación de los Presupuestos de 2015, atoramiento parlamentario que había empujado al recién investido Löfven, solo apoyado por los verdes y, fuera del Gobierno, por el Partido de la Izquierda (V), a barajar las elecciones anticipadas. El llamado Acuerdo de Diciembre vino a ser un caso depurado de la noción del parlamentarismo negativo, seña identitaria de la democracia sueca pero considerada anacrónica ya por muchos. Según este principio tradicional del fair play, la gobernabilidad del país dependía no de que el oficialismo de turno dispusiera de una mayoría propia, sino de que no tuviera en contra una mayoría absoluta que impidiera su actividad, al operar el abstencionismo tolerante o pasivo de la oposición oficial. Las críticas a Batra aumentaron al producirse el naufragio del Acuerdo de Diciembre en octubre de 2015, cuando los cristianodemócratas decidieron desvincularse del mismo.

Confrontada a un coro de reproches y a unos sondeos desfavorables, Batra indicó su disposición a marcharse el 25 de agosto de 2017. Al poco, el 1 de septiembre, Kristersson anunció que era aspirante a sucederla en el liderazgo de los Moderados. La candidatura del portavoz de Economía del partido no fue contestada y el 1 de octubre Kristersson resultó elegido líder por aclamación en un congreso extraordinario.


KRISTERSSON Y LOS MODERADOS DURANTE LAS TURBULENCIAS POLÍTICAS DE 2018-2021Al tomar las riendas de los Moderados y convertirse en el líder de la oposición al débil Gobierno roji-verde de minoría, Kristersson se presentó como un "pragmático con valores" que ya no consideraba tabú el potencial entendimiento en algunas áreas sensibles con los Demócratas de Suecia (SD), el pujante partido de extrema derecha nacionalista, euroescéptico y con orígenes parcialmente neonazis, desde 2005 conducido con brío por Jimmie Åkesson. En las elecciones de 2014 los SD habían saltado desde la sexta a la tercera posición y, aunque todavía lejos de los Moderados (49 escaños frente a los 84 de estos), su crecimiento sostenido inquietaba a Kristersson. Ahora, Kristersson se mostraba de acuerdo con que las políticas suecas de control de la inmigración e integración de la población de origen foráneo eran demasiado laxas y había que endurecerlas.

Por de pronto, el cambio de líder se tradujo automáticamente en una notable recuperación de los Moderados en las encuestas, pero transcurridos solo cinco meses las preferencias del electorado conservador volvieron a favorecer al partido de Åkesson. Así las cosas, en las elecciones generales del 9 de septiembre de 2018 los de Kristersson tuvieron un rendimiento no tan nefasto como el de 2014 pero en cualquier caso malo, con un retroceso adicional que los dejó en el 19,8% de los sufragios (3,5 puntos menos) y los 70 diputados (14 menos).

Kristersson, reelegido por Södermanland, escuchó las expresiones de malestar y decepción habituales en estos casos, pero su liderazgo quedó ileso porque el ascenso de los SD hasta los 62 puestos (una subida considerable aunque menor de la esperada, fracasando de hecho Åkesson en su objetivo de hacer el sorpasso en la derecha) y la pérdida por el SAP de otros 13 puestos (los socialdemócratas no superaron el umbral del 30% de los votos, cosa que no sucedía desde 1911) generaron un panorama incierto que abría posibilidades de gobierno para cualquiera de los dos partidos mayoritarios. Los Moderados habían perdido 14 escaños, pero los otros tres partidos de la Alianza habían ganado en conjunto 16 más. Esto les daba 143 escaños en total, frente a los 144 sumados por socialdemócratas, izquierdistas y verdes.

El 25 de septiembre la Alianza abrió fuego con una moción de censura parlamentaria contra Löfven que, al recabar el apoyo de los SD, salió adelante con 204 votos. Por primera vez en la historia del parlamentarismo sueco, un primer ministro sucumbía por esta vía. La colaboración de Åkesson para la caída de Löfven fue presentada como un movimiento colateral que en modo alguno prefiguraba el principio de un arreglo formal entre la Alianza y los SD, de los que centro-derecha seguía recelando. Sin el concurso de la extrema derecha, la Alianza, faltándole 32 escaños para la mayoría absoluta, muy difícilmente podría formar gobierno. De todas maneras, Kristersson anunció que quería ser primer ministro, por lo que intentaría su elección recurriendo al parlamentarismo negativo. Aunque estaba debilitándose, todavía operaba el cordón sanitario impuesto a Åkesson.

La elección el 24 de septiembre de un diputado moderado, Andreas Norlén, para el puesto de presidente del Riksdag con los votos de los SD animó a Kristersson, que el 2 de octubre recibió del propio Norlén la invitación para formar gobierno. Su pretensión, osada después de haber tumbado a Löfven, de ser investido con la abstención de los socialdemócratas se topó con la negativa tajante de estos el 9 de octubre. Además, su sugerencia de anular "de facto" la Alianza para dar más libertad operativa a sus miembros y explorar algún tipo de entendimiento con Åkesson cayó también en saco roto con la agria protesta de centristas y liberales.

Ante esta situación, el 14 de octubre, Kristersson reconoció su incapacidad, pero el 5 de noviembre, luego de fracasar en su turno Löfven, Norlén volvió a proponerle para primer ministro sobre la base de un hipotético Gobierno de minoría integrado únicamente por los Moderados y KD de Ebba Busch, y tolerado por las demás fuerzas políticas. El 14 de noviembre se votó la investidura del líder moderado, con el resultado cantado de derrota: Kristersson fue desechado por 195 votos contra 154. A favor se pronunciaron, además de los Moderados, los KD y los SD, y en contra, además del centro-izquierda, el C de Annie Lööf —decididamente hostil a los SD— y los Liberales de Jan Björklund. Los dos últimos, tras no prosperar tampoco las tentativas formativas de Lööf y Löfven, tomaron el paso de dar sus votos al líder socialdemócrata, en su tercer y fructuoso intento, el 18 de enero de 2019. La constitución por Löfven de su segundo Gobierno de coalición con el MP y fiado al respaldo parlamentario de centristas y liberales indignó a Kristersson, que declaró difunta la Alianza.

El final de la Alianza empujó a Kristersson a deshacerse de sus últimas reservas sobre Åkesson. En diciembre de 2019 los dirigentes celebraron una reunión en la que acordaron cooperar en el Riksdag. Como ya había sucedido en Dinamarca, Noruega y Finlandia, el centro-derecha moderado aceptaba llegar a pactos con la derecha radical populista en Suecia.

Tras declararse la pandemia COVID-19, Kristersson criticó duramente la estrategia sanitaria escogida por el Gobierno socialdemócrata. En junio de 2021 el líder moderado vio abrírsele una segunda oportunidad para subir al poder al revolverse contra Löfven los izquierdistas de Jonas Sjöstedt, muy molestos por el proyecto de reforma de la ley de alquileres. Al formarse el segundo Gabinete Löfven, el Partido de la Izquierda se había declarado en la oposición, aunque con la promesa de no apoyar ninguna moción de censura a condición de que las políticas del Gobierno roji-verde no se escoraran "a la derecha". Ahora, se planteó un escenario que era una de las "líneas rojas" puestas por los izquierdistas.

Como consecuencia, el 21 de junio de 2021 el Gobierno Löfven 2 cayó en una moción de censura iniciada por los SD y a la que se sumaron, aunque por diferentes motivos, moderados, cristianodemócratas e izquierdistas; hecho decisivo, centristas y liberales cancelaron su compromiso de apoyo externo a Löfven y optaron por abstenerse. El 28 de junio Löfven presentó la dimisión y al día siguiente Norlén encargó la puesta en marcha de un Gobierno alternativo a Kristersson. Este vislumbró una coalición con los KD, los Liberales y, sin participación directa en el Ejecutivo, los SD, es decir, reuniendo 174 escaños (a uno de la mayoría absoluta), pero el 1 de julio informó que no podía hacerlo y devolvió su mandato. Entonces, Norlén trasladó el encargo al mismo Löfven, quien sí reunió los apoyos necesarios. El 7 de julio el líder socialdemócrata fue investido por el Riksdag con el voto abstencionista de izquierdistas y centristas, y el 9 de julio alineó su tercer Gobierno, nuevamente de coalición minoritaria con los verdes.

Meses más tarde, la ministra de Finanzas, Magdalena Andersson, tomó el relevo al gastado Löfven como líder del SAP. El 24 de noviembre de 2021 el Riksdag eligió a Andersson primera ministra con el voto contrario de los Moderados, los SD, los KD y los Liberales, y la abstención del C y el V. Al no alcanzarse por un voto la mayoría de bloqueo, 175, Andersson podía gobernar. Acto seguido, se sometió a votación el proyecto de ley de los Presupuestos de 2022, saltando la sorpresa: la propuesta gubernamental de socialdemócratas y verdes fue desestimada y en cambio prosperó la propuesta alternativa de la oposición conservadora, unas cuentas algo más restrictivas que salieron adelante con los votos de moderados, demócratas y cristianodemócratas, y las abstenciones de centristas y liberales. Kristersson se apuntó un tanto político y el galimatías creado se enrevesó más al anunciar los verdes que abandonaban el Gobierno. Al final, Andersson consiguió tomar posesión con un Gabinete monocolor y de aguda minoría, aunque aceptado, con su abstención o apoyo pasivo, por verdes, centristas e izquierdistas.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2022)