Tsai Ing-wen

La estrategia de la República Popular China, comparable a del palo y la zanahoria, para conseguir la unificación con Taiwán ha recibido en enero de 2016 un duro golpe con la elección presidencial de Tsai Ing-wen, candidata y líder del Partido Democrático Progresista (MCT), fuerza adalid del soberanismo taiwanés y hasta ahora en la oposición al partido nacionalista chino Kuomintang (KMT). En las legislativas, la Coalición Pan-Verde que encabeza el MCT ha recuperado también la mayoría perdida 12 años atrás. La primera mujer al frente de la República de China (ROC), que tal es el nombre oficial de Taiwán desde la instalación en 1949 en la isla de Formosa del generalísimo Chiang Kai-shek y su derrotado Ejército, ha convencido con su discurso de defensa de la identidad nacional taiwanesa y de priorizar las cuestiones económicas y sociales a un electorado decepcionado por los resultados de la política de acercamiento y multiplicación de los contactos con la RPC practicada por el mandatario saliente del KMT, Ma Ying-jeou, al que Tsai no pudo vencer en su primera apuesta presidencial en 2012 y quien en noviembre de 2015 sostuvo en Singapur una histórica cumbre con su homólogo de Beijing, Xi Jinping.

Política de perfil intelectual y estilo amable y sutil, aunque firme en sus declaraciones, Tsai fue uno de los principales analistas y asesores de los ex presidentes Lee Teng-hui, del KMT, y Chen Shui-bian, el primero (2000-2008) que tuvo el MCT y luego caído en desgracia a causa de la corrupción. Para ellos, Tsai respectivamente elaboró la polémica teoría de los "dos estados" y argumentó el negacionismo del llamado Consenso de 1992 entre Taipei y Beijing sobre la existencia de "una sola China". Aunque el MCT, que se sitúa en el centro liberal, ya no defiende la independencia de iure de Taiwán (de facto, el país sí se desenvuelve como tal, aunque sin reconocimiento diplomático formal por la mayor parte del mundo) con el énfasis de antaño, Tsai sigue abrazando la causa de la soberanía plena e implícitamente invoca el concepto de "una China, un Taiwán", basado en la separación de hecho, al querer que se mantenga el statu quo de "paz y estabilidad en el Estrecho", lo que supone meter en el congelador el escenario de la unificación y también abstenerse de "provocaciones y sorpresas".

A falta de beneficios tangibles de la agenda pro-Beijing de Ma Ying-jeou, lastrada por el enfriamiento de la economía en el continente y la consiguiente caída de las exportaciones tecnológicas allá, Tsai Ing-wen promete una diversificación comercial y un reparto más equitativo de la riqueza que se genere en Taiwán, país insular de 23 millones de habitantes y plenamente desarrollado, sin apenas paro y pobreza. Los portavoces de la RPC lanzaron mensajes de aviso durante la campaña electoral, y nada más conocer la victoria de Tsai sobre el candidato del KMT, Eric Chu, con una abultada mayoría advirtieron al Gobierno entrante que se olvidara de las "alucinaciones" sobre la independencia de la que Beijing sigue considerando una mera provincia renegada que un día tendrá que integrarse en la RPC, gozando, eso sí, de un autogobierno de tipo hongkonés. La presidenta electa ya ha respondido que "nuestros sistema democrático, identidad nacional y espacio internacional deben ser respetados", y que "cualquier forma de supresión dañará la estabilidad de las relaciones a través del Estrecho".

El 20 de mayo de 2016 Tsai Ing-wen tomará posesión como el duodécimo presidente de la ROC fundada por Sun Yat-sen en 1912, el séptimo de Taiwán y el segundo de su partido. Su elección, que consolida la alternancia bipartidista en Taiwán, deja a Japón como el único país democrático de Extremo Oriente que nunca ha tenido una gobernante femenina.


(Nota de edición: esta biografía fue publicada originalmente el 21/1/2016. Tsai Ing-wen obtuvo un segundo y definitivo mandato de cuatro años como presidenta de la República de China en las elecciones del 11/1/2020).

1. Teórica del soberanismo taiwanés
2. Líder de los demócratas progresistas y elección presidencial en 2016


1. Teórica del soberanismo taiwanés

Con un linaje multiétnico —su padre pertenecía a una familia pudiente de ascendencia hakka han y su madre, una de las cuatro esposas del anterior, procedía de la muy minoritaria comunidad indígena isleña paiwan— así como la menor de 11 hermanos y hermanastros, la nueva presidenta de Taiwán posee una completa formación jurídica recibida en la Universidad Nacional de su país, la Universidad de Cornell y la London School of Economics (LSE), centros en los que recibió respectivamente la diplomatura en 1978, la licenciatura en 1980 y el doctorado en Derecho en 1984.

Aquel último año, Tsai Ing-wen retornó a Taiwán, cuyo régimen político, titular de la República de China (ROC, por su sigla en inglés) proclamada por Sun Yat-sen en 1912, seguía monopolizado por el partido nacionalista Kuomintang (KMT), gobernante en la isla desde que en 1949 el generalísimo Chiang Kai-shek y sus tropas cruzaran el estrecho de Formosa y se instalaran aquí huyendo de los comunistas de Mao Zedong, triunfantes en la guerra civil librada en el continente. Hasta 1987, 12 años después del fallecimiento de Chiang Kai-shek y ostentando la Presidencia su hijo, Chiang Ching-kuo, la ley marcial rigió en la China insular. En Taipei, Tsai dio clases de su especialidad en las universidades Chengchi y Soochow hasta que en 1993 el KMT, del que era leal, la reclutó para una serie de labores técnicas del Gobierno que requerían peritaje jurídico, como las complejas negociaciones para obtener el ingreso de Taiwán en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La doctora en Derecho pronto entró como asesora en el Consejo para Asuntos del Continente del Yuan Ejecutivo, o Consejo de Ministros. Como tal, Tsai debía trabajar sobre la base de la doctrina oficial esgrimida por el presidente Lee Teng-hui, elegido a la muerte de Chiang Ching-kuo en 1988 e introductor de la democracia en Taiwán, en sus complicados contactos con la República Popular China (RPC) con vistas a la adopción de un tratado de paz, pendiente desde el final de la guerra civil y la división efectiva de China, y a una futura reunificación nacional. Aquella doctrina se sintetizaba en la consigna de "un Estado, dos gobiernos", a veces referida también como "un Estado, dos entidades políticas".

Si bien las interpretaciones semánticas distaban de ser unánimes incluso en el propio KMT, la concepción de Lee, que evocaba una confederación entre partes iguales y llevaba implícita la búsqueda previa de la legitimidad internacional de Taiwán como el país soberano que en la práctica era, difería claramente de la fórmula "un Estado, dos sistemas", ofrecida por Beijing tomando como ejemplo Hong Kong, que haría de Taiwán una región especial con amplia autonomía pero subordinada, y también de la de "una China, un Taiwán", tercer escenario al que se abonaban los sectores políticos abiertamente independentistas y que tenía en el Partido Democrático Progresista (MCT) un pujante valedor.

Aunque los dirigentes de las dos orillas decían compartir la creencia en la unicidad de China y el objetivo irrenunciable de la reunificación, lo cierto era que los fuertes recelos mutuos hacían inviable la solución del añejo conflicto. El Gobierno de Lee no dejó de estimular el movimiento de taiwanización, que ponía énfasis en las especificidades sociales, culturales y económicas de los chinos isleños, y la RPC sospechaba que el mandatario simpatizaba secretamente con la independencia real del que vería como un país de pleno derecho, no una mera provincia díscola de China que un día se reintegraría a la madre patria.

En julio de 1999, faltando menos de un año para el final de su mandato, Lee provocó un terremoto político y levantó la cólera de Beijing al hablar de "dos estados" ("dos países", fue la expresión exacta pronunciada por el presidente en una entrevista concedida a una radio alemana) para describir la realidad instalada en las relaciones entre la ROC y la RPC. El Yuan Ejecutivo y el KMT se apresuraron a confirmar que la noción de los "dos estados" pasaba a ser la nueva posición oficial de Taipei, y que la misma era el producto de un año largo de estudio por parte de un Grupo Selecto sobre el Estatus de Soberanía de la República de China, al que Tsai Ing-wen, en tanto que asesora del Consejo de Seguridad Nacional, pertenecía.

Es más, la principal arquitecta del concepto, anatema para el viejo KMT de Chiang Kai-shek, era ella, cuyas inclinaciones soberanistas ("separatistas", a los ojos de Beijing) la ponían en sintonía con el opositor Partido Democrático Progresista (MCT), en estos momentos liderado por Lin Yi-hsiung. Lin había relevado el año anterior a Hsu Hsin-liang, en el ojo de una aguda controversia interna por haber contradicho el programa del MCT sobre la "autodeterminación y la soberanía del pueblo taiwanés" al vislumbrar el mañana panchino de "un Estado, un sistema", en la presunción, juzgada ingenua por sus conmilitones, de que la RPC terminaría evolucionando hacia una democracia pluralista y asumiendo los usos políticos que regían en la ROC. En resumidas cuentas, entre 1998 y 1999, en una confusa revisión de posturas, el KMT se deslizó hacia el soberanismo, mientras que el MCT sofrenó su independentismo.

Las claras afinidades políticas pusieron en contacto a Tsai con el candidato presidencial del MCT para las elecciones presidenciales de marzo de 2000, Chen Shui-bian. Anterior alcalde de Taipei, Chen presentó una plataforma moderada y pragmática con una oferta de "diálogo constructivo, reconciliación y paz permanente" con la RPC, la cual no debía temer, si él ganaba las elecciones y subía al poder, ni una declaración de independencia de Taiwán (a su entender, innecesaria, pues Taiwán ya hacía tiempo que se desenvolvía como un país independiente) ni la convocatoria de un referéndum sobre la secesión o la reunificación.

El opositor batió en las urnas al independiente James Soong y al candidato del KMT, el vicepresidente de la República Lien Chan, y el 20 de mayo de 2000 tomó posesión como el décimo presidente de la ROC, el quinto de Taiwán y el primero del MCT, quebrando así una de las hegemonías políticas más antiguas del mundo. Chen no dio a Tsai una cartera en el Yuan Ejecutivo, pero le confió un puesto de alto relieve como presidenta de una agencia administrativa del Gobierno que conocía muy bien, el Consejo para Asuntos del Continente, cuyo jefe tenía rango ministerial. Nada más estrenarse en el cargo, Tsai aclaró que la teoría de los "dos estados" era una "buena proposición", pero, puesto que daba lugar a equívocos y obstaculizaba el diálogo fluido con Beijing, el nuevo Gobierno renunciaba a invocarla. En junio siguiente Chen propuso a su homólogo de la RPC, Jiang Zemin, un encuentro en la cumbre a la coreana y reconoció la existencia de "una sola China". Su colaboradora principal en la estrategia de acercamiento a la RPC añadió que ella no tenía inconveniente en identificarse como "china" si le preguntaban por su condición étnica, pero sin entrar en disquisiciones sobre el significado político del término.

El posibilismo de Chen en las relaciones con la RPC no dejó de lado el hincapié en la "identidad nacional taiwanesa" y la persecución de una diplomacia más activa, incluida la búsqueda del escaño propio en la ONU, paliando así la exclusión de la organización producida en 1971, cuando la Asamblea General admitió a la RPC y eso supuso la automática pérdida del reconocimiento por la ROC. Por su parte, el régimen comunista de Beijing mantuvo intacto su enfoque intransigente y redactó la llamada Ley Anti-Secesión, que reservaba la adopción de "medios no pacíficos" en caso de producirse una declaración de independencia de Taiwán. En 2004 las expectativas de un entendimiento con Beijing se diluían rápidamente cuando Tsai, nombrada ahora por Chen su asesora de Política Nacional, dio el paso de ingresar en el MCT para presentarse a las elecciones legislativas de diciembre, a las que la oficialista Coalición Pan-Verde, formada principalmente por el MCT y la Unión de la Solidaridad de Taiwán (TTL, vehemente defensora de la independencia de la isla y con el ex presidente Lee Teng-hui de "líder espiritual"), acudía bajo los ecos desapacibles de las disputadísimas presidenciales de marzo, en las que Chen había ganado la reelección por los pelos frente al nacionalista Lien Chan, quien denunció fraude.

La experta en "relaciones a través del Estrecho" ganó el escaño en el Yuan Legislativo como candidata en la lista nacional del MCT, aunque su partido vio esfumarse la histórica mayoría obtenida en los comicios de 2001, quedándose ahora a 13 escaños de la Coalición Pan-Azul capitaneada por el KMT, una situación ventajosa que los nacionalistas, dirigidos en adelante por el popular alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou, iban a aprovechar para intentar descabalgar a Chen, al que empezaron a acuciarle los escándalos familiares. La carrera parlamentaria de Tsai, arrancada en febrero de 2005 con la constitución de la legislatura, duró poco, ya que el 26 de enero de 2006, poco antes de anunciar el presidente, con la previsible reacción airada de Beijing, la supresión del Consejo Nacional de la Unificación, Chen la ascendió a vicepresidenta del Yuan Ejecutivo, es decir, viceprimera ministra, en sustitución de Wu Rong-i y supeditada al primer ministro Su Tseng-chang. Este cometido terminó el 21 de mayo de 2007 al hacerse efectiva la dimisión en bloque del Gobierno Su para dar entrada al equipo del nuevo primer ministro nombrado por Chen, Chang Chun-hsiung.


2. Líder de los demócratas progresistas y elección presidencial en 2016

Sin responsabilidades institucionales por primera vez en 14 años, Tsai, quien permanecía soltera, no tenía hijos y vivía con sus gatos, se puso a trabajar para el sector privado, como presidenta de la compañía de biotecnología TaiMedBiologics. Entonces, el KMT la acusó de haber cerrado el contrato laboral con la compañía cuando todavía estaba en el Gobierno.

Ahora bien, la alta política no iba a tardar en llamar a su puerta de nuevo, en 2008, a causa de las desdichas electorales de su partido. Primero, en enero, el MCT sucumbió estrepitosamente ante el KMT en las elecciones legislativas, y al poco, en las presidenciales de marzo, el candidato del nacionalismo, Ma Ying-jeou, derrotó a Frank Hsieh, presidente en funciones de los demócratas y ex primer ministro con Chen. Tras ocho años en el poder, el MCT volvía a la oposición. Al mandatario saliente le aguardaba una penosa peripecia judicial como acusado y finalmente reo de corrupción a gran escala, delito por el que Chen iba a ser condenado a cadena perpetua en septiembre de 2009 e ingresado en prisión, donde empezó a servir una pena reducida a 19 años.

La debacle electoral, el desalojo del Gobierno y la caída en desgracia de Chen dejó a las huestes demócratas en estado de shock y malparó el prestigio de los políticos de la vieja escuela. En esta situación de vacío irrumpió la figura menuda, relajada y sutil, sin magnetismo aparente pero tranquilizadora con sus aires académicos, de Tsai Ing-wen, quien destapó su ambición de convertirse en la líder del MCT. La elección interna tuvo lugar el 19 de mayo y en ella Tsai se impuso con el 57% de los votos a dos rivales sin gancho, el octogenario Koo Kwang-ming y Chai Trong-rong, antiguo presidente de la organización Formosanos Unidos del Mundo por la Independencia. La nueva jefa del MCT inició su andadura el mismo día, el 20 de mayo de 2008, en que Ma Ying-jeou tomó posesión como presidente de la República con un discurso prudente donde apostaba por dejar el statuo quo de la ROC tal como estaba. Es decir, ahora, el KMT, en apariencia, ni buscaría activamente la reunificación con el continente ni, por supuesto, haría nada para que la independencia de facto de Taiwán se convirtiera en una situación de iure. Eso sí, el nuevo Gobierno de Taipei, matizaba Ma, se atendría al principio de la unicidad de China y profundizaría el diálogo de cooperación con la RPC sobre la base del llamado Consenso de 1992.

Como líder de la oposición taiwanesa, Tsai se esforzó en perfilar el programa de su vapuleada agrupación, a la que tenía que reconstruir. Por una parte, reprochó a Ma que abordara la distensión con China sin subrayar la soberanía nacional y el derecho del pueblo taiwanés a decidir su futuro, lo que según ella, de entrada, ponía en peligro el movimiento de taiwanización. Los demócratas aseguraban que en 1992 la ROC y la RPC no habían llegado a consenso alguno sobre sus relaciones básicas. La alusión a "una sola China" hecha por Chen Shui-bian en 2000, ya rectificada por él posteriormente, se consideraba definitivamente agua pasada y Tsai repuso en el primer plano la consigna tradicional del MCT sobre "una China, un Taiwán".

En mayo de 2009, la percepción de que Ma, contrariamente a lo dicho en su discurso inaugural, estaba embarcado en un proceso de acercamiento a China de tintes unionistas y condescendiente con Beijing hasta el punto de bajar la guardia en la defensa militar de la isla, empujó a Tsai a encabezar una marcha de protesta contra la política del Gobierno que congregó a miles de ciudadanos. En abril de 2010 la opositora discutió con Ma en un debate televisado los pros y los contras del Acuerdo Marco de Cooperación Económica (ECFA, por su sigla en inglés) con la RPC, que el Gobierno se disponía a firmar. A su entender, el ECFA, que iba a permitir a China exportar sus bienes al otro lado del Estrecho con descuentos arancelarios, era un instrumento lesivo para la industria doméstica orientada a cubrir la demanda interna porque Taiwán quedaría anegada de productos baratos fabricados en el continente. El ECFA convertiría a Taiwán en un "parásito chino", con su soberanía cercenada y sus ciudadanos empobrecidos, argumentaba Tsai.

Semanas después de este cara a cara con el presidente del KMT, Tsai levantó una considerable polémica al describir al actual Gobierno de la ROC como un "Gobierno en el exilio" no nativo de Taiwán, comentario que evocaba a Chiang Kai-shek y su insistencia en presentarse como el único presidente legítimo de China. En octubre de 2011, en vísperas de la conmemoración del centenario del Levantamiento de Wuchang, el movimiento revolucionario que precipitó la caída de la dinastía imperial Qing y el establecimiento de la República, Tsai aclaró que "la ROC es Taiwán, Taiwán es la ROC y el Gobierno de la ROC ya no está en manos de un poder no nativo". Entre medio, en junio de 2011, en palabras para la BBC, la antigua profesora y analista reflexionó sobre la necesidad de hacer del MCT un partido "más sofisticado" y de que China mirara sus relaciones con Taiwán desde una "nueva perspectiva", acorde con los tiempos.

Por otro lado, la jefa demócrata tuvo que afrontar las muy embarazosas derivaciones políticas del proceso al ex presidente Chen, quien en agosto de 2008, tras conocerse que la Fiscalía del Tribunal Supremo le investigaba a él y a su esposa por un caso de lavado de dinero (meses después, Chen iba a ser formalmente acusado, arrestado y llevado a juicio, con la sentencia condenatoria antes mencionada), pidió perdón a los militantes y se dio de baja del MCT. Tsai hubo de dar la cara y emitir su propio comunicado pidiendo disculpas a la población, añadiendo que el partido no haría nada para tapar las presuntas corruptelas de Chen y que colaboraría con la justicia.

En las elecciones municipales de noviembre de 2010 Tsai, apodada Pequeña Ing por sus seguidores, pugnó por el puesto de alcalde de Taipei, pero fue derrotada por el postulante del KMT, Eric Chu, como ella un ex viceprimer ministro. Su siguiente examen electoral eran las generales del 14 de enero de 2012 y el resultado de las mismas fue también decepcionante. Su candidatura presidencial, conseguida en una elección primaria donde tuvo de contrincante a su antiguo superior gubernamental y partidario, Su Tseng-chang, y receptora del 45,6% de los votos, fracasó ante la de Ma, reelegido para otros cuatro años con el 51,6%. En cuanto a los comicios al Yuan Legislativo, la Coalición Pan-Verde experimentó una recuperación y trepó de los 27 a los 43 escaños (40 para el MCT y tres para la TTL), lo que no evitó que el KMT y sus aliados retuvieran la mayoría.

Dos reveses de calado en las urnas en poco más de un año fueron suficientes para que Tsai dimitiera inmediatamente como presidenta del MCT, aunque no sin prometer a su "querido pueblo de Taiwán" que "un día volveré y entonces ya no renunciaremos". El 16 de enero la cúpula del partido aceptó la dimisión y esta se hizo efectiva el 1 de marzo con la asunción de la jefatura en funciones por Kiku Chen Chu. El 30 de mayo siguiente, Su Tseng-chang, quien ya llevara el timón del partido en 2005, fue elegido nuevo líder de los demócratas.

Al igual que en 2007, Tsai, a los 55 años, simplemente pasó a la reserva de la política, dispuesta a regresar al primer plano en cuanto la situación fuera propicia. El 15 de marzo de 2014, en un momento de inquietud social por las políticas del presidente Ma y el KMT, que para un número creciente de taiwaneses estaban demasiado pendientes de la amistad con China y no atendían adecuadamente los problemas concretos de la economía nacional, Tsai anunció que estaba lista para contender por el liderazgo del MCT. Tres días después, comenzaron las marchas estudiantiles y cívicas del que vino a llamarse el Movimiento Girasol, una campaña de manifestaciones y ocupaciones pacíficas de repudio al pacto comercial con la China continental y a la política educativa del Gobierno. El viento soplaba con fuerza a favor de Tsai, que encontró vía libre para su pretensión al retirarse de la competición interna del MCT el presidente en ejercicio, Su, y un tercer aspirante al puesto, el veterano Frank Hsieh. El 28 de mayo la fórmula del rostro más intelectual del MCT convenció a la gran mayoría de los votantes del colegio electoral demócrata, ganando con 85.000 votos a un rival simbólico, Kuo Tai-ling, que reunió menos de 6.000 adhesiones.

Tsai arrancó su segunda presidencia del principal partido de la oposición con presagios de lo más triunfalistas. En las elecciones municipales del 29 de noviembre de 2014 el MCT se apuntó un éxito sin precedentes al hacerse con el control de las alcaldías y magistraturas de 13 de los 22 municipios especiales, ciudades provinciales y condados de Taiwán. La importantísima alcaldía de Taipei, trampolín tradicional de futuros presidentes, fue ganada por Ko Wen-je, figura independiente pero respaldado por la Coalición Pan-Verde. La debacle del oficialismo acarreó las dimisiones del primer ministro Jiang Yi-huah y del propio Ma Ying-jeou como presidente del KMT. Una lectura generalizada del desenlace de las municipales de 2014 fue que el KMT había quedado a los pies del MCT de cara a las generales de enero de 2016, a las que Tsai se presentaba de nuevo sin necesidad de disputar una primaria de precandidatos, y que los electores, más interesados en las cuestiones económicas y sociales, habían castigado a los nacionalistas por priorizar el acercamiento a China.

A pesar de ello, Ma no solo mantuvo su estrategia de contactos e intercambios con Beijing, sino que la aceleró en la recta final de sus ocho años de mandato: en mayo de 2015, el nuevo presidente del KMT, Eric Chu, visitó al secretario general del PCCh y presidente de la RPC, Xi Jinping; y el 7 de noviembre siguiente, poco antes del inicio oficial de la campaña electoral en Taiwán, los dos presidentes, Ma y Xi, entre un relampagueo de flashes, protagonizaron un histórico apretón de manos en Singapur, donde sostuvieron la cumbre sugerida y barajada desde hace años y que hasta ahora no había podido realizarse. Desde Taipei, la líder del MCT acogió con desagrado este encuentro presidencial, echándole en cara a Ma que hubiese violado su promesa, hecha en 2011, de, precisamente, no reunirse con Xi, y que en la cumbre de Singapur no hubiese hecho referencias a la preservación de la democracia y la libertad de los taiwaneses.

Consciente de que la sempiterna cuestión de las "relaciones a través del Estrecho" no focalizaba, ni mucho menos, las inquietudes cotidianas del ciudadano de a pie, Tsai dedicó mucho tiempo de su campaña electoral a hablar de revitalizar una economía demasiado dependiente de las exportaciones tecnológicas a su gigantesco vecino, ventas que ahora mismo estaban a la baja por el enfriamiento de la economía de China, y una de las mejores maneras de hacerlo, estaba convencida, era meter al país en el Partenariado Trans-Pacífico (TPP), el vasto acuerdo de libre comercio suscrito recientemente, en octubre, por una docena de estados de la Cuenca del Pacífico, entre ellos Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia. También, llamó a atender las necesidades de colectivos vulnerables del tejido social por el aumento del coste de la vida e hizo una firme defensa del derecho al matrimonio de gays y lesbianas. Por otro lado, durante el verano, viajó a Estados Unidos, donde sostuvo encuentros con senadores y otras personalidades políticas; cuatro años atrás, la líder opositora había sido ninguneada en su desplazamiento proselitista a Washington.

El espectacular golpe de efecto dado por Ma al encontrarse con Xi en Singapur no afectó a las encuestas de las presidenciales, que ponían a Tsai en cabeza con más de 20 puntos de ventaja sobre el candidato del Gobierno, Eric Chu. En estas circunstancias, no resultó sorprendente la admonición lanzada por Beijing: el electorado taiwanés debía saber que si el ganador de las elecciones no aceptaba de forma explícita el Consenso de 1992 sobre la unicidad de China, entonces las consecuencias para el diálogo bilateral y el desarrollo pacífico a ambos lados del Estrecho podrían ser "terribles". Tsai se limitó a asegurar que ella, como presidenta, realizaría "los mayores esfuerzos para conseguir una interacción aceptable entre Taiwán y la China continental", y que "el mantenimiento del statuo quo" sería la piedra angular de su Gobierno. "Comunicación, sin provocaciones ni sorpresas, y seguir preservando la estabilidad en el Estrecho", manifestó en diciembre la favorita electoral durante una reunión con dirigentes empresariales en un foro económico.

Las amenazas veladas desde el continente no surgieron ningún efecto, si acaso el contrario del perseguido. Los sondeos se quedaron cortos y el 16 de enero de 2016 Tsai se impuso con el 56,1% de los votos, el segundo porcentaje más alto de los sacados por los ganadores de las seis elecciones presidenciales celebradas desde 1996, solo superado por el 58% obtenido por Ma en 2004. Chu, que presentó la dimisión como presidente del KMT nada más conocer su derrota, recibió el 31% y James Soong, del Partido el Pueblo Primero (Qinmindang), socio de la Coalición Pan-Azul y quien ya iba por su tercera tentativa en estas lides, el 12,8%. En las legislativas, el MCT pasó a dominar el Yuan al capturar 68 de los 113 escaños. Destacó la irrupción como la tercera fuerza del hemiciclo, por delante del Qinmindang, del Partido Nuevo Poder, retoño del Movimiento Girasol y con un ideario de democracia directa, defensa de los derechos civiles e independencia nacional, lo que podría favorecer la colaboración con el Ejecutivo que Tsai iba a poner en marcha tras tomar posesión de la Presidencia el 20 de mayo. Siguiendo los pasos de Chu, el Gobierno del KMT presentó la dimisión en bloque con el primer ministro, Mao Chi-kuo, a la cabeza.

Al día siguiente de las elecciones taiwanesas, los medios de comunicación estatales de la RPC y el PCCh, con la agencia de noticias Xinhua a la cabeza, advirtieron que los próximos titulares del Gobierno de la ROC debían abandonar sus "alucinaciones" sobre impulsar la independencia de la isla, proceso que era comparable a ingerir un "veneno" mortal. La aludida replicó que "nuestros sistema democrático, identidad nacional y espacio internacional deben ser respetados". "Cualquier forma de supresión dañará la estabilidad de las relaciones a través del Estrecho", añadió. En su discurso de ganadora, Tsai explicó también que: "Durante esta elección, he prometido en muchas ocasiones que construiré unas relaciones a través del Estrecho consistentes, predecibles y sostenidas. Trabajaremos para mantener el statu quo en aras de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y para traer los mayores beneficios y bienestar al pueblo taiwanés".

(Cobertura informativa hasta 21/1/2016)