Park Geun Hye

Park Geun Hye, candidata del partido conservador Saenuri, en el Gobierno, e hija del antiguo dictador Park Chung Hee (1961-1979), se impuso en las elecciones presidenciales del 19 de diciembre de 2012 en Corea del Sur, que alarga así la lista de países asiáticos donde el Ejecutivo ha recaído en huérfanas o viudas de estadistas notorios. Con un mandato de cinco años que arrancará el 25 de febrero de 2013, Park, una política madura con fama de fría y semblante jovial moldeada por las tragedias familiares (sus dos progenitores fueron asesinados), accede al poder defendiendo el legado desarrollista de su controvertido padre, cuyas violaciones humanitarias también reconoce, y ofreciendo un liderazgo competente para mitigar las inquietudes, fruto de una serie de desequilibrios domésticos y amenazas externas, de sus paisanos, a los que anuncia una "nueva era de unidad".

En el primer terreno, sus propuestas se centran en una "democratización económica" que reduzca el poder de los grandes conglomerados industriales, los chaebols, eleve el poder adquisitivo de la clase media y mejore la integración de los jóvenes en el sistema productivo. Todo ello en un país que comparativamente está bastante mejor que el resto de miembros de la OCDE (empezando por el vecino Japón, donde el contraste no puede ser más acusado) en tiempos de crisis global, pues, aunque al ralentí, crece a un ritmo del 2%, presenta pleno empleo, goza de superávit presupuestario y su deuda pública representa solo la tercera parte del PIB. La dinámica Corea del Sur es la duodécima potencia económica del mundo, por encima de Canadá y España, y supera en desarrollo humano a la mayoría de países europeos. El énfasis en la educación, la competitividad y la innovación tecnológica es otro rasgo de esta exitosa nación de Extremo Oriente, que hasta hace medio siglo fue pobre de solemnidad. Hoy, Corea del Sur es un país promesa que cabalga en el G-20, el N-11, los Eagle y otros grupos de emergentes.

La llegada de Park a la Casa Azul de Seúl acontece además en un momento de creciente tensión en la región, donde los otros tres vecinos clave, Corea del Norte, China y Japón, han experimentado también en apenas un año sendos cambios de guardia que dan alas al nacionalismo, con un telón de fondo de disputas territoriales, alardes militares y agravios históricos sin cicatrizar. La nueva presidenta surcoreana asume el reto de garantizar la seguridad nacional, puesta en riesgo por las provocaciones armamentísticas del régimen de Pyongyang, pero intentando al mismo tiempo descongelar el diálogo intercoreano, lo que supone flexibilizar la línea dura mantenida por su predecesor de su mismo partido, Lee Myung Bak, aunque sin llegar a resucitar la frustrada Sunshine Policy de los ya fallecidos Kim Dae Jung y Roh Moo Hyun (1998-2008). El otro frente de fricción, menos peligroso, es con Japón, por la disputada soberanía de las islas Dokdo. Finalmente, Park seguirá cultivando la alianza estratégica con Estados Unidos y la provechosa asociación comercial con China.

(Texto actualizado hasta enero 2013)

1. Hija del dictador Park Chung Hee y primera dama de Corea del Sur
2. 25 años fuera del primer plano de la política
3. Dos veces líder del Gran Partido Nacional/Saenuri
4. Candidata a suceder a Lee Myung Bak y triunfo en las presidenciales de 2012


1. Hija del dictador Park Chung Hee y primera dama de Corea del Sur

Park Geun Hye nació en 1952 en la ciudad de Daegu como la primogénita de los tres hijos tenidos por Park Chung Hee, entonces un oficial del Ejército surcoreano movilizado en la guerra contra Corea del Norte, y su segunda esposa, Yuk Young Soo. En 1953, terminada la contienda con el Armisticio de Panmunjon, la familia se mudó a Seúl. En 1961 Park aún era una niña cuando su padre, ya ascendido a general al frente de la Sección de Operaciones del Ejército, se convirtió en el protagonista voluntario de un trascendental golpe de timón en la historia del país al encabezar un exitoso golpe de Estado que acabó con la débil democracia parlamentaria instaurada el año anterior a raíz de la dimisión, forzada por la sociedad civil, de Syngman Rhee, el corrupto y autoritario primer presidente de la República de Corea.

A partir de este momento, Park Chung Hee, con diferentes ropajes, iba a ser el árbitro y el hombre fuerte de Corea del Sur durante 18 años. Primero dictador de facto en tanto que jefe de la junta militar, el Consejo Supremo para la Reconstrucción Nacional, en 1963 colgó el uniforme y se hizo elegir presidente constitucional de la República, y en 1967 ganó la primera de sus cuatro reelecciones consecutivas. La aceptación formal de los mecanismos democráticos, el anticomunismo en estrecha alianza con Estados Unidos y la apuesta decidida por una industria exportadora capaz de sacar de su endémico subdesarrollo al país agrícola que entonces era Corea del Sur fueron las principales señas de identidad de la primera fase de la presidencia de Park. La hija, por lo tanto, se acostumbró al elitismo palaciego desde muy joven. Park Geun Hye completó su educación secundaria en una escuela para chicas de la capital y en 1970 ingresó en la Universidad Sogang, reputada casa de estudios católica, dirigida por los jesuitas, donde cuatro años después se diplomó en Ingeniería Eléctrica.

En agosto 1974 Park, a la edad de 22, se hallaba en Francia tomando clases de posgrado en la Universidad de Grenoble cuando le llegó la terrible noticia de que su madre Yuk había sido fatalmente alcanzada por las balas en un intento de asesinato contra el padre y esposo en el interior del Teatro Nacional de Corea en Seúl, durante un acto conmemorativo de la independencia; el magnicida, un coreano de origen japonés que al parecer actuaba instigado por el régimen de Pyongyang –entonces, al igual que ahora, las dos Coreas permanecían técnicamente en estado de guerra, pues al alto el fuego de 1953 no le había seguido un tratado de paz- mató a la primera dama en el tiroteo que entabló con el guardaespaldas del presidente, antes de ser reducido.

Tras enviudar de esta manera, Park, que dos años atrás había perpetrado un autogolpe de Estado para imponer una Constitución a su medida, suprimir las limitaciones al número de mandatos presidenciales y restablecer la dictadura sin tapujos, decidió que su hija mayor asumiera las funciones de primera dama. Durante un lustro, que coincidió con la época más represiva (por ejemplo, en 1975 ocho estudiantes fueron ejecutados por simple intolerancia política del poder) de la llamada Cuarta República de Corea del Sur, la joven asistió activamente a su padre, acompañándole en sus viajes oficiales y participando en actos protocolarios y otros destinados a ensalzar los logros económicos del también conocido como Régimen Yushin.

El 26 de octubre de 1979, en plena refriega interna por una masiva protesta estudiantil que el Gobierno consiguió atajar declarando la ley marcial y el toque de queda en las ciudades de Pusán y Masán, la princesa del régimen, con 27 años, encajó la segunda tragedia de su vida, tan sólo cinco años después de producirse la primera: la muerte de su padre a manos del jefe de los servicios secretos, la KCIA, en el curso de una cena privada en un inmueble secreto en un distrito de Seúl. De acuerdo con el relato oficial de los hechos, el alto funcionario, Kim Jae Kyu, disparó a Park con su pistola luego de que el presidente le abroncaba por su supuesta laxitud en la persecución de los opositores al régimen. A continuación, otros agentes de la KCIA infiltrados en el edificio liquidaron a varios guardias presidenciales, hasta que la intervención de soldados leales puso término al sangriento y extraño incidente, objeto desde entonces de las más diversas interpretaciones. Irónicamente, Park fue asesinado por quien en teoría era uno de sus hombres de mayor confianza, después de haber sorteado al menos dos complots contra su vida urdidos por el enemigo inveterado, Corea del Norte. Kim y sus secuaces fueron torturados y posteriormente ejecutados por ahorcamiento.

La política rememora con emocionadas palabras el impacto que le produjo quedarse doblemente huérfana y en idénticas circunstancias dramáticas en el libro (título traducido al español) La desesperación me pone a prueba y la esperanza me pone en marcha, publicado en 2007. En esta autobiografía, Park narra que la noche del magnicidio de 1979 ella dormía en la Casa Azul, la sede del Ejecutivo, cuando el jefe del Estado Mayor presidencial irrumpió en su cuarto y la despertó para comunicarle que su padre acababa de ser asesinado. También asegura que sus primeras palabras tras enterarse de lo sucedido fueron: "¿En el frente va todo bien?", en alusión a la Línea de Demarcación Militar con Corea del Norte.


2. 25 años fuera del primer plano de la política

En los 18 años siguientes, Park, una mujer soltera y sin hijos, condición civil que ha mantenido hasta la actualidad, se mantuvo apartada de la vida pública. En esta oscura etapa de su vida, retratada por la prensa coreana como un largo período de soledad en el que tuvo que superar la desdicha por la pérdida violenta de sus padres y afrontar problemas familiares como la adicción a las drogas de su hermano menor, quien fue arrestado en varias ocasiones, la ex primera dama volvió a vincularse al mundo académico, como directiva en la Universidad Youngnam de Daegu, y se involucró en las actividades de dos instituciones caritativas establecidas por su padre, la Fundación Yukyoung y el Hospital Saemaeum.

Políticamente, Park se mantuvo en el más riguroso dique seco. El nuevo hombre fuerte del país, el general Chun Doo Hwan, autor en diciembre de 1979 de un golpe de Estado que dio paso a la ley marcial y a la declaración en 1981, tras aplastar las masivas muestras de repudio popular, de la Quinta República con él de presidente, renegó totalmente del anterior régimen y muchos antiguos colaboradores y simpatizantes de Park Chung Hee fueron hostigados y encarcelados. Ella no sufrió represalias personales, aunque la KCIA no quitaba ojo a sus movimientos, que de todas maneras eran mínimos. La biografía de la futura presidenta de Corea del Sur no vuelve a emerger a la luz hasta 1997, nueve años después de arrancar el sistema democrático de la Sexta República, cuyos dos primeros presidentes fueron Roh Tae Woo (1988-1993), un representante del denostado oficialismo precedente pero comprometido con las elecciones pluralistas y el régimen de libertades, y Kim Young Sam (1993-1998), un veterano opositor de la dictadura que en 1990 aceptó fusionar su partido con el de Roh, formando una gran agrupación oficialista de centro-derecha.

Fue en 1997 cuando Park se hizo militante del Partido de la Nueva Corea (PNC), la formación del Gobierno, que hasta 1995 se había llamado Partido Liberal Democrático (PLD). El PLD a su vez había sido el resultado de la unión en 1990 del Partido de la Justicia Democrática (PJD) de Roh, el Partido de la Democracia y la Reunificación (PDR) de Kim Young Sam y el más pequeño Nuevo Partido Democrático Republicano (NPDR) de Kim Jong Pil. Y siguiendo con los orígenes de la principal fuerza conservadora de Corea del Sur, el PJD no era otra que la agrupación fundada por el dictador Chun en 1980 basándose en las estructuras del viejo partido de Park Chung Hee, el Republicano Democrático (PRD). Así que al unirse al PNC, Park reconectaba con su pasado político.

Vindicando el legado de su padre, recordado, pese a su desprecio a los Derechos Humanos y la democracia, como el artífice de la gran transformación económica nacional que convirtió a Corea del Sur en un país industrial plenamente desarrollado, y poniéndose a disposición del pueblo en tiempos de incertidumbre por la crisis financiera desatada en Asia, Park, ya una mujer madura de 45 años, se zambulló en la política electoral del PNC. El 21 de noviembre de 1997 el PNC pasó a denominarse Gran Partido Nacional (GPN, en coreano Hannara Dang) y en las elecciones de diciembre su candidato presidencial, el ex primer ministro Lee Hoi Chang, cayó derrotado ante Kim Dae Jung, el incombustible líder de la oposición liberal y adalid de la reconciliación con Corea del Norte.

En abril de 1998, una elección parcial para cubrir un escaño en Dalseong, condado de la ciudad metropolitana de Daegu, por el sistema de representación proporcional brindó a Park la oportunidad que buscaba para hacerse con la condición de legisladora en la Asamblea Nacional. Con el 51,5% de los votos, la aspirante conservadora batió a su adversario del partido de presidente Kim, el Congreso Nacional para la Nueva Política (CNNP). Promovida también a vicepresidenta del partido, en junio de 1999 Park dimitió en este puesto alegando que el GPN se estaba mostrando tibio en la defensa de la memoria de su padre, objeto reciente de unas críticas por el ex presidente Kim Young Sam. A los pocos días, el líder de la formación, Lee Hoi Chang, la convenció para que cambiara de parecer.

En los comicios generales del 13 de abril de 2000 Park revalidó su mandato con el 61,4% de los sufragios, a la vez que su agrupación se imponía con mayoría simple al Partido Democrático del Milenio (PDM) del presidente Kim Dae Jung. En diciembre del mismo año, durante una conferencia en la Universidad de Daegu, la diputada reveló que le gustaría ser la candidata del GPN en las elecciones presidenciales de 2002, pues le ilusionaba la posibilidad de "hacer algo grande por la gente". La postulación, que tendría que someterse a un proceso de primarias, fue hecha oficial en agosto de 2001. La revelación de sus ambiciones presidenciales arrastró a Park a una confrontación con su jefe orgánico, Lee, quien quería ser nominado de nuevo pese al fracaso electoral de 1997. La ex primera dama retomó con fuerza sus anteriores quejas de que en el GPN no se apreciaban debidamente los méritos y servicios a la nación de Park Chung Hee y de paso exigió una profunda reforma interna en la formación. Lee replicó que los logros económicos de Park no podían objetarse, pero que a sus ojos aquel había sido un dictador.

En febrero de 2002, toda vez que Lee, confiado en su elección interna como candidato presidencial, no hizo nada para ablandar a su susceptible rival, Park optó por abandonar el GPN y en mayo siguiente presentó su propia agrupación, la Coalición Coreana por el Futuro (CCF), al frente de la cual pensaba inscribir su candidatura presidencial y competir en las elecciones de diciembre, donde se vería las caras con Lee Hoi Chang y el candidato del gubernamental PDM, Roh Moo Hyun.

Park se codeó en la CCF con otros políticos disidentes del GPN y de las corrientes liberales del centro-derecha surcoreano, y por unos meses se creyó que podría llegar a pasarse a las filas de Kim Dae Jung, quien había sufrido persecución bajo el régimen de su padre. Esta impresión se reforzó en mayo cuando la opositora realizó una visita a Pyongyang y fue recibida por el mismísimo líder supremo de la dictadura norcoreana, Kim Jong Il, acto que fue interpretado como una muestra de apoyo a la Sunshine Policy, la estrategia de distensión y acercamiento a Corea del Norte practicada por el presidente Kim Dae Jung, la cual no pasaba ahora por sus mejores momentos. En noviembre del mismo año, faltando un mes para las elecciones, Park se encargó de zanjar las especulaciones sobre su futuro político al anunciar la absorción de la CCF por el GPN, ahora presidido por Seo Chung Won. La política explicó que su defección de febrero ya no tenía razón de ser porque la candidatura presidencial de Lee había servido para ilusionar a quienes, como ella, ansiaban "reformar la política coreana".


3. Dos veces líder del Gran Partido Nacional/Saenuri

Lo que sucedió después fue que Lee Hoi Chang volvió a estrellarse en las urnas, esta vez ante Roh Moo Hyun, y que su reputación quedó manchada al verse envuelto en un escándalo de sobornos. El presidente del partido desde mayo del año anterior, Seo Chung Won, optó por marcharse y en su lugar fue elegido Choi Byung Ryeol en mayo de 2003. En 2004 tocaban las elecciones legislativas y en la principal fuerza de la oposición cundió el temor a un severo castigo de los votantes si antes no limpiaba su mala imagen de partido permeable a la corrupción.

El GPN necesitaba un líder capaz de transmitir renovación y entusiasmo, y lo halló en su diputada por Daegu, en un momento además en que cobraba interés el período histórico de la Cuarta República, con su repertorio de realizaciones en el terreno económico y en la modernización general del país, y su promoción de valores como la disciplina, el trabajo duro y la búsqueda de la excelencia. Así que el 23 de marzo de 2004, pocos días después de provocar el GPN la suspensión del presidente Roh en sus funciones por la Asamblea Nacional (si bien en mayo siguiente el Tribunal Constitucional iba a declarar nulo el impeachment parlamentario y a ordenar la inmediata rehabilitación del jefe del Estado), Park Geun Hye vio realizado su sueño: ser aclamada como la jefa del partido conservador que hundía sus raíces en la formación política de su idolatrado padre.

Despertando no pocas dudas sobre su capacidad para enderezar al GPN, ahora mismo más impopular que nunca a causa de su infundado movimiento de destitución de Roh, Park sorteó su primer examen a las primeras de cambio. Se trató de los comicios del 15 abril, que, tal como habían apuntado todos los sondeos, fueron ganados con mayoría absoluta por el Uri Dang, el nuevo partido de centro-izquierda para dar soporte al campo presidencial. El GPN retrocedió de los 139 a los 121 diputados, revés moderado que fue recibido en sus filas, más que con decepción, con alivio. Además, se destacó el hecho de la conservación de la cuota de los 100 escaños, necesaria para bloquear reformas constitucionales. En Daegu, Park fue reelegida con el 70% de los votos.

A partir de aquí, el GPN disfrutó de una racha de victorias en las sucesivas elecciones parciales convocadas para renovar escaños concretos de la Asamblea. En 2005 el liderazgo político de Park ganó prestancia al aceptar la jefa opositora la oferta de diálogo tendida por Roh en aras de un gran compromiso nacional por las reformas. En marzo de ese año sumó su firma al denominado Pacto Coreano contra la Corrupción y por la Transparencia, y realizó también su primera visita oficial a Estados Unidos, donde sostuvo reuniones con altos funcionarios de la Administración Bush. Además, Park, aunque con serias reservas, empezó a asumir lo obvio, que durante la presidencia de su padre no todo habían sido aspectos positivos. Consciente de que "la historia coreana necesita ser reexaminada" para recoger las abundantes manifestaciones de abusos contra los Derechos Humanos, la dirigente solicitó un panel de revisión formado por expertos neutrales que analizara los pasajes controvertidos y los situara, eso sí, "en el contexto de la Guerra Fría".

El 20 de mayo de 2006, en un acto de campaña en Seúl de cara a las elecciones municipales, Park vio de frente a la muerte cuando un hombre de 50 años con un rico historial de delitos comunes y que se hallaba en libertad condicional se abalanzó sobre ella empuñando un cutter y le infligió en la parte baja de la mejilla derecha un aparatoso corte de 11 centímetros de largo entre la barbilla y la oreja. La agredida, que según parece mantuvo una sorprendente entereza a pesar del traumático ataque, fue llevada de urgencia al hospital más cercano, donde le cosieron la herida con 60 puntos de sutura. Park salió del posoperatorio con tiempo suficiente para ver la gran victoria de su partido en las votaciones del 31 de mayo, en las que sin duda operó un poderoso efecto de simpatía por ella. Del atentado de 2006, obra de un exaltado solitario por posibles fobias políticas, le quedó a Park una larga pero poco perceptible cicatriz, que la capa de maquillaje -de todas maneras liviana, al conservar la ya cincuentona un cutis envidiablemente juvenil- conseguía borrar casi por completo.

El 11 de julio de 2006 Park cesó como presidenta del GPN para preparar su precandidatura presidencial de cara a las votaciones de 2007, de las que había de salir el sucesor de Roh Moo Hyun. El máximo puesto orgánico recayó en Kang Jae Sup, un diputado afín. Sin embargo, a Park le salió un contrincante interno fuerte, Lee Myung Bak, antiguo patrón del gigante industrial Hyundai y hasta hacía poco el alcalde de Seúl, donde su gestión municipal le había granjeado una gran popularidad. La primaria tuvo lugar el 20 de agosto de 2007 con la participación de 110.000 electores, muchos de los cuales no eran afiliados al partido, y se saldó con la victoria de Lee sobre Park por el exiguo margen de un punto porcentual y medio. El apretado resultado reflejó en apariencia el daño infligido a la imagen de Lee por unas informaciones sobre presuntas corruptelas empresariales que el equipo de campaña de su rival no dudó en explotar y que más tarde iban a aflorar de nuevo, poniendo en peligro la carrera política del ex alcalde.

En realidad, Park, desde el principio, había encontrado un adversario muy duro de roer, pues no podía competir con el lustroso currículum de Lee y además vio cómo este se apropiaba implícitamente del legado paterno del que ella se creía única custodia al defender un modelo productivo que evocaba el aplicado por Park Chung Hee, quien había conferido al Estado el papel motriz de la economía de mercado con sus masivas inversiones en las obras públicas. El anterior edil capitalino era también un obvio simpatizante del sistema de chaebols, los grandes conglomerados industriales de propiedad familiar y apoyados por el Estado, que integra a las principales multinacionales del país, como Hyundai, Samsung y LG.

La plataforma de Lee, cuyo plato fuerte era un faraónico programa de construcción de infraestructuras, estaba mejor perfilada que la de Park, y sus grandiosas promesas de sumarle dos puntos al 5% de crecimiento anual, generar miles de puestos de trabajo, atraer una avalancha de inversiones foráneas y mejorar la competitividad en el mercado asiático sedujeron al electorado, que el 19 de diciembre le otorgó la presidencia con el 48,7% de los votos frente al candidato del Gobierno, Chung Dong Young. Este se postuló por el Nuevo Partido Unido Democrático (NPUD), flamante formación liberal progresista que era el resultado de la descomposición del partido Uri y que justo después de las elecciones se fusionó con el viejo PDM de Kim Dae Jung para dar lugar al Partido Unido Democrático (PUD), luego llamado simplemente Partido Democrático (PD).

Pese al tropezón en las primarias de 2007, Park se mantuvo plenamente en el candelero, dispuesta a volver a intentarlo en 2012. Entonces, Lee no podría representar un obstáculo a sus ambiciones porque la Constitución prohibía la reelección presidencial. Por de pronto, la marginación cierta de los partidarios de ella en el nuevo Ejecutivo del GPN, que inició su andadura el 25 de febrero de 2008, enfrió notablemente las relaciones entre Park y Lee. Siguiendo con la práctica inveterada de las disidencias y las defecciones en el sistema de partidos surcoreanos, no tardó en declararse en rebeldía un nutrido grupo de seguidores de Park, los cuales rompieron con el GPN agrupados bajo una doble sigla, la Coalición Pro-Park y Solidaridad con los Independientes Pro-Park.

La dirigente en cuyo nombre se hacían estos movimientos se abstuvo de unirse a alguna de las dos escisiones, aunque ella no dejó de expresar sus simpatías por los desafectos. El GPN llegó fracturado a las elecciones legislativas del 9 de abril de 2008, lo que no impidió al oficialismo adjudicarse una mayoría absoluta de 153 diputados. 26 escaños reunieron los partidarios de Park, entre los candidatos de la Coalición Pro-Park y los independientes, quienes vieron rechazada por el GPN su petición de retornar al seno de la formación madre. La solución más sencilla para este conflicto, que era hacer borrón y cuenta nueva sin ningún género de represalias -algo que ella conocía muy bien por su breve divorcio del GPN de Lee Hoi Chang en 2002-, fue solicitada también por Park, reelegida en su feudo de Daegu por tercera vez consecutiva con el 88,6% de los votos.

Entre 2009 y 2011 Park, estimulada por sus altas, aunque fluctuantes, cotas de popularidad, buscó resolver sus diferencias con Lee, que eran básicamente por rivalidad personal, no por ideología; de hecho, la diputada no criticó en exceso las políticas del presidente. El único desacuerdo serio en relación con la gestión del Ejecutivo se planteó en 2010 cuando Lee anunció la cancelación del plan de establecer en Sejong, al sur de Seúl, un nuevo centro administrativo nacional para transferir allí varios ministerios desde la congestionada capital del país. Entonces, la facción de Park, haciendo piña con los partidos de la oposición, salió en tromba exigiendo al presidente que se retractara y retomara el plan original, pues se trataba de una importante promesa electoral.

Los esfuerzos por ambas partes para suturar las heridas internas antes de las elecciones locales de junio de 2010 y de las legislativas de abril de 2012, a las que iban a seguir las primarias del partido para la competición presidencial de diciembre, dieron sus frutos. Para empezar, los diputados adscritos a la Coalición Pro-Park, ahora llamada Alianza Esperanza Futuro, fueron reintegrándose paulatinamente al grupo del GPN, que vio robustecida su mayoría en la Asamblea. La reconciliación definitiva llegó en diciembre de 2011 y se tradujo en el encumbramiento de Park, que el día 15 aceptó ser de nuevo la jefa del GPN en tanto que presidenta de un órgano interino, la Comisión de Respuesta de Emergencia. Su misión era adoptar una serie de reformas para el relanzamiento del partido, al que acuciaban unos sondeos bastante adversos tras el reguero de escándalos de corrupción que venían sacudiendo a la presidencia de Lee. El nombramiento de Park fue hecho oficial el 19 de diciembre.

La primera mudanza afectó a los estatutos con la remoción de la cláusula que obligaba a los precandidatos presidenciales, cual era el caso de Park, a desprenderse de toda función ejecutiva en el partido 18 meses antes de las elecciones nacionales. La estrategia de renovación ejecutada por Park requirió también el cambio de nombre del GPN, que pasó a llamarse Partido de la Nueva Frontera, Saenuri Dang, el 2 de febrero de 2012. El mismo día, la Alianza Esperanza Futuro se reintegró oficialmente al nuevo Saenuri.

Dándole un vuelto a las encuestas, el Saenuri, carismáticamente conducido por Park, que realizó una gira maratoniana por las numerosas circunscripciones electorales del país, se alzó con la victoria en las legislativas del 11 de abril de 2012, sacando una mayoría absoluta de 152 escaños. Aunque en el momento de la disolución de la Asamblea el partido del oficialismo, tras la vuelta al redil de los disidentes pro-Park, contaba con 174 diputados, el resultado fue unánimemente considerado un triunfo sobresaliente porque hasta la víspera de la cita con las urnas ni siquiera se daba por seguro que el Saenuri pudiera conservar el centenar de puestos. La actuación de Park, que esta vez optó a un escaño en la lista nacional elegida por el sistema proporcional (lo ganó con el 42,8%), fue retratada por la prensa coreana como "el retorno de la Reina de las Elecciones".

La principal fuerza de la oposición, el centroizquierdista Partido Democrático Unido (PDU, ex PD), pese a su importante ganancia de escaños, no vio satisfechas sus expectativas y su líder, la ex primera ministra Han Myeong Sook, presentó la dimisión. Como hecho destacado, más por la escasa representatividad femenina en la clase política surcoreana, el tercer partido más votado, el Progresista Unificado, también tenía como jefa a una mujer, Rhyu Si Min.


4. Candidata a suceder a Lee Myung Bak y triunfo en las presidenciales de 2012

Los alentadores comicios de abril fueron el mejor pistoletazo de salida de Park Geun Hye en su carrera hacia la Presidencia de la República, ocupada por su padre hasta aquel fatídico día de 1979. El 15 de mayo de 2012, de acuerdo con el plan preestablecido, la Comisión de Respuesta de Emergencia fue disuelta y la normalidad orgánica quedó restablecida con la elección por la Convención Nacional, reunida en el Korea International Exhibition Center ciudad (KINTEX) de la ciudad de Goyang, de Hwang Woo Yea, un diputado miembro de la facción pro-Park, como presidente del Consejo Supremo del partido. El siguiente paso para Park, un mero trámite, fue someterse a un proceso formal de primarias decidido en el seno de otra Convención Nacional. El 10 de julio lanzó su aspiración de manera oficial y el 20 de agosto los convencionales del Saenuri, reunidos en el KINTEX, la proclamaron candidata tras declararla ganadora de la elección interna con el 84% de los votos sobre cuatro contrincantes de circunstancias. Por primera vez en la historia nacional, una mujer se postulaba a la jefatura del Estado por cuenta de un partido principal.

En su discurso de aceptación, la conocida como la Princesa de hielo, por su condición de ex primera dama y por su carácter sobrio y frío pese a su sempiterna sonrisa de aire tímido, mencionó la "difícil situación doméstica y exterior" a que hacía frente el país por los vaivenes económicos y, sobre todo, por la amenaza directa que representaban los regulares alardes militaristas del impredecible vecino norcoreano, con su capacidad nuclear dos veces testada a la vista del mundo y sus reiterados lanzamientos de misiles balísticos de largo alcance (que perseguían poner en órbita un satélite artificial, el programa Kwangmyongsong, el cual el 13 de abril había sumado su tercer fracaso pero que el 12 de diciembre siguiente, al cuarto intento, iba a lograr su objetivo), un riesgo para la seguridad nacional al que iban en zaga las fricciones con Japón a causa de la disputa por la soberanía de las islas Dokdo.

Durante la campaña, la candidata oficialista reiteró que solo ella estaba en condiciones de ofrecer a sus paisanos un "liderazgo bien preparado y estable", intolerante con "cualquier actuación que amenace nuestro pueblo o nuestra soberanía", así como una "nueva era de unidad", capaz de superar las "brechas generacionales" y de sumar a un proyecto común "a quienes jugaron un papel en la industrialización del país y a los que contribuyeron a su desarrollo democrático". Con estas últimas palabras, Park buscaba gustar a la vez a los dos grandes polos de la opinión pública surcoreana: por un lado, aquellos, entre ellos muchísimos adultos entrados en años o ya jubilados, que valoraban positivamente el período comprendido entre 1963 y 1979 y que incluso se mostraban nostálgicos del mismo; por otra parte, los que, fundamentalmente las generaciones más jóvenes, se sentían más identificados con las luchas democráticas de los años ochenta y que ahora reclamaban una mayor equidad socioeconómica.

Los observadores llamaron la atención sobre el cambio de tono en el discurso de la dirigente política, que cuando su aspiración presidencial de 2007 había hecho gala de un fuerte conservadurismo económico, en el sentido más liberal del término, con defensa a ultranza del sector privado, las desregulaciones y una menor presión fiscal, además de los postulados tradicionales de patria, ley y orden. Ahora, Park multiplicaba sus guiños al centro del espectro al poner el énfasis en la lucha contra la corrupción, la creación de oportunidades laborales para los jóvenes, la protección de los servicios sociales y el avance hacia una "democratización económica" que permitiera a los ciudadanos con menos ingresos mejorar sus opciones de promoción profesional y acceder a empleos acordes a sus cualificaciones, por lo general elevadas, habida cuenta del muy exigente sistema educativo. Según ella, urgía "reconstruir la clase media". Asimismo, hizo suyas las críticas a los polémicos chaebols, cuya voracidad mercantil perjudicaba el despegue de muchas pequeñas y medianas empresas.

Sin embargo, a la hora de precisar sus metas económicas, Park no quiso pillarse los dedos poniendo sobre la mesa cifras concretas, que era lo que le había pasado a Lee Myung Bak. Así, en su campaña de 2007 el presidente actual había prometido obtener una tasa de crecimiento anual del 7%, pero el quinquenio 2008-2012 iba a cerrarse con un avance promedio del PIB de apenas el 3%. El desmarque por Park de la línea mantenida por Lee se apreció igualmente en la política exterior, pues aunque ella sería una líder muy firme en todo lo relativo a la seguridad nacional, la integridad territorial y la defensa de la verdad histórica (en la mente de todos estaban las actitudes revisionistas de la nueva derecha japonesa, que ponía en tela de juicio algunos grandes crímenes cometidos por el Ejército Imperial nipón contra el sojuzgado pueblo coreano entre 1910 y 1945), no dejó de recalcar la importancia del diálogo bilateral para rebajar tensiones con Pyongyang, en particular, y Tokyo.

Park incluso indicó su disposición a hablar cara a cara con el nuevo y joven líder norcoreano, Kim Jong Un, con cuyo padre, Kim Jong Il, ella ya se había reunido una década atrás. La posibilidad de una cumbre de estas características evocaba la alta diplomacia de la Sunshine Policy, finalmente fracasada, del difunto Kim Dae Jung y resultaba impensable con Lee Myung Bak. Por otro lado, la dirigente conservadora declaró que su prioridad sería estrechar las relaciones tanto militares como comerciales con Estados Unidos, socio de primer orden y aliado estratégico de Corea del Sur.

A los ojos de los sectores progresistas y de la izquierda, Park seguía siendo ante todo "la hija del dictador", quien, por ejemplo, en 2007, había definido la captura del poder por su padre en 1961 como "una revolución para salvar el país". Ahora, la política seguía sin resolver, de manera satisfactoria para todo el mundo, las contradicciones de su particular balance del Régimen Yushin. Así, volvió a terciar en el debate sobre si la quiebra constitucional de 1961 había sido un golpe de Estado o una revolución, cuestión que remitió "a lo que decida la historia", y no tuvo ambages en valorar aquella ruptura de un sistema democrático como "la mejor opción en una situación inevitable".

En agosto la candidata se vio envuelta en un embarazoso incidente cuando, al disponerse a depositar un ramo de flores en la estatua erigida en memoria del obrero Jeon Tae Il, famoso denunciante de las horribles condiciones fabriles en tiempos de Park Chung Hee que se inmoló a lo bonzo en 1970, junto al Mercado de la Paz de Seúl, un hombre del público se le plantó y la espetó con estas palabras: "¿cómo te atreves a venir aquí?". Lo cierto era que Park ya llevaba un tiempo visitando memoriales en recuerdo de las víctimas del régimen autoritario de su padre y expresando su pesar por las graves violaciones humanitarias perpetradas en aquel período. En septiembre, de una manera más rotunda, la aspirante del Saenuri pidió "profundas disculpas" por todo "el dolor, el sufrimiento, las irregularidades y los abusos" cometidos por las autoridades de entonces.

El 19 de diciembre de 2012, con los sondeos situándola en cabeza pero por escaso margen, Park contendió con otros cinco aspirantes, de los cuales sólo tenía peso el candidato del PDU, Moon Jae In, un abogado especializado en Derechos Humanos que había sido el secretario jefe del gabinete de Roh Moo Hyun y quien partía con mejores posibilidades que hasta hacía un mes merced a su acuerdo casi de última hora con Ahn Cheol Soo, popular magnate de la industria informática que había aceptado apearse de la liza y pedir el voto por el demócrata para impedir la victoria de Park. Para añadir más interés a la pelea democrática, Moon era uno de tantos surcoreanos que había sufrido la cárcel en los años de plomo de Park Chung Hee.

La alianza Moon-Ahn, aunque por poco, fracasó en su propósito y Park se llevó la presidencia con el 51,5% de los votos, 3,5 puntos más que el demócrata. La participación rozó el 76%, 13 puntos más que en 2007 y cinco más que en 2002, aunque otros tantos puntos menos que en 1997. En sus primeras declaraciones como presidenta electa, Park, cuyo mandato de cinco años iba a arrancar el 25 de febrero de 2013, repitió su promesa de campaña de "abrir en la península coreana una nueva era de seguridad fuerte y de diplomacia basada en el diálogo".

(Cobertura informativa hasta 1/1/2013)