Muhammad ibn Rashid Al Maktum

Desde que en 2006, a los 56 años, subiera al trono de Dubái y a la jefatura del Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Muhammad ibn Rashid Al Maktum se ha empeñado en hacer de esta federación de siete monarquías del Golfo una potencia regional. Su baza es la riqueza material del país, cuarta economía de Oriente Medio y donde el aún preponderante petróleo va cediendo terreno a los servicios tecnológico-financieros, las infraestructuras futuristas y el turismo de lujo, por lo que puede hablarse de éxito en los planes de diversificación.

Sin embargo, en la política exterior de rostro belicista, enfocada a combatir a grupos islamistas radicales (tanto sunníes como shiíes) en Yemen, Siria y Libia, la batuta la lleva el poderoso príncipe heredero de Abu Dhabi, el jeque Muhammad ibn Zayed Al Nahayan, hermano del disminuido presidente de la federación, el jeque Khalifa, y hombre muy próximo a los saudíes. Muhammad ibn Rashid encabeza el Gabinete de un Estado constitucional que celebra elecciones legislativas con regularidad pero que, al no existir los partidos políticos, estar prohibida la disidencia y regir en cada emirato el absolutismo real, no tiene nada de democrático. Un generoso sistema rentista de subsidios públicos y la ausencia del impuesto sobre la renta aseguran la lealtad de los ciudadanos al dirigente de Dubái y a sus colegas entronizados, todos los cuales se atienen a la tradición de la autocracia tribal.

Muhammad ibn Rashid Al Maktum, llamado coloquialmente MBR, es el tercero de los cuatro hijos varones del jeque Rashid ibn Said Al Maktum, emir de Dubái a partir de 1958 y cofundador del Estado en 1971. Sin formación universitaria, fue educado por preceptores áulicos y en escuelas locales y del Reino Unido, país donde más tarde recibió instrucción militar. Desde joven desarrolló sendas pasiones por la cetrería y, sobre todo, la monta y cría de caballos de raza árabes, actividad ecuestre que en la actualidad prolonga lucrativamente con Godolphin, la mayor cuadra de purasangres para carreras del mundo, fundada en 1994. La biografía oficial destaca también su afición a componer versos en el género de poesía vernácula Nabati, una antología de los cuales, traducida al inglés, está publicada con el nombre de Poems from the Desert.

Jefe de la Policía y la Seguridad Pública desde 1968 y ministro de Defensa con el rango de general desde 1971, a la tempranísima edad de 22 años, su perfil no se labró, sin embargo, en los ambientes militares, sino en los terrenos de la economía y la tecnocracia. En las décadas de los setenta y ochenta, su padre el emir y su hermano mayor Maktum, primer ministro de la federación entre 1971 y 1979, le fueron delegando crecientes responsabilidades en la gestión del petróleo, los puertos y los aeropuertos. En 1990, con el fallecimiento del jeque Rashid, el príncipe heredero Maktum ascendió al liderazgo de Dubái y recobró la jefatura del Gobierno emiratí. Cinco años después, en enero de 1995, el emir nombró a su hermano menor príncipe heredero.

Desde esta posición, Muhammad se acreditó como el arquitecto del boom económico experimentado por Dubái, que redujo considerablemente la dependencia de las exportaciones petroleras, a diferencia de Abu Dhabi (poseedor de vastas reservas de crudo), gobernado por la dinastía Nahayan. A la muerte el 4 de enero de 2006 de Maktum, Muhammad se convirtió automáticamente en el nuevo emir de Dubái. Al día siguiente, le sucedió asimismo como vicepresidente y, mediante nombramiento por el presidente Khalifa Al Nahayan y subsiguiente aprobación por el Consejo Supremo Federal, primer ministro de los EAU.

Una vez entronizado en Dubái, emirato que dentro de la monarquía federal goza de una amplia autonomía, Muhammad prosiguió sus esfuerzos para convertir a este pequeño país de menos de 4.000 km2 y poco más de un millón de habitantes censados en el motor de un despegue de los EAU menos basado en los hidrocarburos y más orientado a las actividades del sector terciario: transportes, comunicaciones, Internet, finanzas y turismo, además de la construcción inmobiliaria y algunas manufacturas industriales. 14 años después, mucho de los objetivos de diversificación productiva se ha logrado, fundamentalmente en Dubái, aunque las menguantes tasas de crecimiento del PIB de los EAU son el reflejo de que hasta qué punto el conjunto del Estado sigue siendo vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional del petróleo.

Hasta el día de hoy, el emir se ha proyectado como un dirigente identificado con los grandes proyectos de desarrollo sostenible, y se complace en difundir una imagen de visionario de la era digital y de filántropo de buenas causas. Su mentalidad ciertamente abierta y modernizadora en los aspectos culturales que tienen que ver con la economía, la empresa y la tecnología contrasta con su conservadurismo religioso de musulmán sunní y, en la política, con un reaccionarismo y una intolerancia que amparan violaciones de los derechos humanos.

MBR es el cerebro de la Agenda Nacional y la Visión 2021, planteamientos estratégicos de los Emiratos que incluyen una serie de metas de desarrollo humano, cohesión social y sostenibilidad ambiental, como el aumento de la cuota (por el momento nimia, el 6%) de generación de energías limpias. Otras "iniciativas revolucionarias" conducidas personalmente por el primer ministro son la Fundación para el Conocimiento, el Centro para la Comprensión Cultural y el Centro para la Innovación Gubernamental que llevan su nombre, así como la zona económica especial Dubai International Financial Centre (DIFC), el parque tecnológico Dubai Internet City, la zona franca Dubai Media City y, evento que no podía faltar en el currículum de este devoto de las carreras de caballos, la Copa Mundial de Hípica de Dubái.

A través de la sociedad de cartera de inversiones Dubai Holding, Muhammad controla un imperio corporativo multisectorial donde se mezclan inextricablemente los fondos públicos del Estado y los privados de la familia Maktum. Entre los símbolos de la opulencia de Dubái, concebida por su mandamás como una ciudad global, figuran el rascacielos Burj Khalifa, la edificación más alta del mundo con sus 830 metros y 163 plantas, inaugurado en 2010, y las gigantescas islas artificiales Palm, empezadas a construir en 2001 no sin inquietud por su impacto en el ecosistema costero.

En agosto de 2020 Muhammad Al Maktum, meses antes de asistir como invitado a la cumbre del G20 en Riad, y Muhammad ibn Zayed, alias MBZ, accedieron a la invitación del presidente Trump para que los EAU normalizaran las relaciones diplomáticas y sellaran la paz con Israel. El histórico arreglo, enmarcado en las estrechas relaciones de cooperación militar con Estados Unidos, se sustanció en septiembre con la firma en Washington de los llamados Acuerdos de Paz de Abraham, a los que se sumó Bahrein. Simultáneamente, el dirigente de Dubái vio magnificarse la acusación, avalada por un tribunal de familia británico, de tener secuestradas, después de sendas fugas abortadas, a dos de sus hijas, las princesas Shamsa y Latifa, escándalos más sonados de un historial de escabrosidades familiares que pinta al emir como un padre y un marido tiránico. Muhammad tuvo siete esposas, de seis de las cuales se divorció posteriormente.

La más conocida de estas consortes repudiadas es la princesa jordana Haya, hija del difunto rey Hussein y hermanastra del actual monarca de Jordania, Abdallah II. Haya se casó con el entonces príncipe heredero de Dubái en 2004, pero en abril de 2019 abandonó intempestivamente el emirato junto con sus dos hijos pequeños, la jequesa Jalila y el jeque Zayed. Entonces, se supo que Muhammad acababa de divorciarse de ella, ahora asilada en el Reino Unido, con arreglo a la Sharía. The Times aseguró que el emir había publicado en la red social Instagram un epigrama tachando de "traidora" a su ex esposa huida, contra la que interpuso en los tribunales británicos una demanda para que le devolviera a sus hijos. La batalla legal por la custodia de los niños acababa de comenzar.

Desde 2019 la única esposa de Muhammad es la jequesa Hind, prima carnal tomada en matrimonio en 1979 y madre de 12 de sus 25 hijos e hijas, incluido el príncipe heredero, Hamdan, al que su padre colocó el primero en la línea de sucesión en febrero de 2008. El otro retoño importante es el príncipe Maktum, jefe de la corporación de comunicaciones de Dubái y desde 2008 vicedirigente del emirato. El primogénito, Rashid, falleció en 2015 de un ataque al corazón con tan solo 33 años. Su padre le privó de la condición de príncipe heredero seguramente debido a su comportamiento disoluto o inestable; un memorándum diplomático confidencial de Estados Unidos posteriormente filtrado por WikiLeaks se hacía eco del rumor local de que Rashid había caído en desgracia al matar a un funcionario de palacio.

Los escándalos y turbiedades salpican también a la propia cuadra de caballos del emir, donde no han faltado los casos de animales dopados con anabolizantes para aumentar su rendimiento en las competiciones deportivas, prácticas ilícitas que han costado a Godolphin varias descalificaciones internacionales. Incluso se habló, sin sustanciar pruebas, de implicación del entorno del monarca en el rapto de chicos pobres de países de Asia y África para obligarlos a hacer de jockeys en carreras de camellos patrocinadas por palacio.

El 3 de noviembre de 2020 Muhammad Al Maktum fue el primer dirigente mundial en recibir la vacuna contra la COVID-19, una dosis de la china Sinopharm. La inyección, dentro de la fase III de ensayos clínicos, preludió una diligente campaña nacional de inmunización, puntera en el mundo. El país figuró además entre los que más tests de detección del coronavirus realizó.

(Texto actualizado hasta junio 2021)