Martti Ahtisaari

La concesión del Premio Nobel de la Paz de 2008 al ex presidente (1994-2000) Martti Ahtisaari de Finlandia vino a reconocer tres décadas dedicadas a la mediación y la resolución de conflictos en diversas partes del mundo. Su dilatada labor diplomática y facilitadora, ejercida como comisionado y enviado especial de la ONU, estadista en ejercicio o responsable de su propia ONG especializada en la gestión de conflictos, incluyó la supervisión de la independencia de Namibia en 1990, la aceptación por Serbia de las condiciones del alto el fuego con la OTAN en 1999, el acuerdo de paz entre el Gobierno indonesio y los separatistas de Aceh en 2005 y, por último, la conducción de las negociaciones sobre el estatus final de Kosovo, proceso que sin embargo expiró sin acuerdo en 2007 y que un año más tarde desembocó en la declaración unilateral de independencia. El emérito dirigente finlandés falleció en 2023 a los 86 años de edad.

1. Trayectoria en la diplomacia finlandesa y de la ONU
2. Presidente de la República y mediador en la guerra entre la OTAN y Serbia
3. Nuevas misiones internacionales en áreas en conflicto
4. Del reto del estatus final de Kosovo al Nobel de la Paz


1. Trayectoria en la diplomacia finlandesa y de la ONU

Hijo de un suboficial del Ejército finlandés de orígenes noruegos, nació en Viipuri, ciudad que, con el resto de la provincia homónima y otros territorios de la Karelia finlandesa en torno al lago Ladoga, fue anexionada a la URSS en 1940 después de la invasión de 1939, luego recuperada con la ayuda alemana en 1941 y definitivamente ocupada y entregada a los soviéticos en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial. La antigua Viipuri se llama hoy Vyborg y es la capital de la República rusa de Karelia. El muchacho creció y se educó en las ciudades de Kuopio y Oulu, en cuya Universidad se formó en Magisterio antes de prestar el servicio militar obligatorio y licenciarse con el grado de capitán. En 1959 obtuvo el título de profesor de escuela y al año siguiente tuvo su primera experiencia fuera de su país en Karachi, Pakistán, como educador físico y formador académico dentro de una misión de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA). De vuelta a Finlandia en 1963, reanudó estudios en el Politécnico de Helsinki y continuó activo en organizaciones centradas en la ayuda a países en desarrollo.

En 1965 ingresó en la Oficina de Cooperación Técnica del Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia, donde desempeñó diversos puestos hasta 1972, incluyendo, a partir de 1971, el de asistente a la dirección, coincidiendo con su pertenencia al Comité Asesor del Gobierno para Asuntos de Comercio e Industria de los Países en Vías de Desarrollo. En 1968 contrajo matrimonio con Eeva Irmeli Hyvärinen; el único hijo de la pareja, Marko Ahtisaari, nacido en 1969 y educado en la Universidad de Columbia, es en la actualidad un alto ejecutivo empresarial en el sector de la telefonía móvil así como un músico galardonado.

En 1972 fue nombrado subdirector del Departamento de Desarrollo y Cooperación Exteriores del Ministerio y en 1973 accedió al cargo de embajador en Tanzania, con acreditaciones en Zambia, Somalia y Mozambique. En 1977 accedió al funcionariado de la ONU y hasta 1981 sirvió de comisionado internacional en Namibia —territorio administrado por Sudáfrica y cuya descolonización la ONU exigía—, con la condición de representante especial del secretario general, Kurt Waldheim, desde julio de 1978. En añadidura, en este período, que requirió su residencia en Nueva York, fue gobernador de Finlandia en los bancos de Desarrollo Africano, Asiático e Interamericano, así como en el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola.

Entre 1984 y 1986 retomó funciones en la política internacional de su país como secretario de Estado adjunto de Cooperación al Desarrollo en el Ministerio de Exteriores que titularizaba Paavo Väyrynen, el líder del partido de Centro (Keskusta), pero siguió activo en la ONU como representante especial del secretario general para Namibia. El 1 de enero de 1987 inauguró su cometido como subsecretario general de la ONU para Asuntos Administrativos a las órdenes del peruano Javier Pérez de Cuéllar. En abril de 1989 Pérez de Cuéllar volvió a nombrarle comisionado internacional y de paso jefe del Grupo de las Naciones Unidas de Asistencia a la Transición a la independencia de Namibia (UNTAG), en sustitución del sueco Bernt Carlsson, quien había perecido en el atentado aéreo de Lockerbie en diciembre de 1988. Su cometido en el país sudafricano terminó el 21 de marzo de 1990, día en que Namibia accedió a la independencia. En marzo de 1991 redactó para el secretario general un informe sobre las necesidades humanitarias de Irak en el contexto posbélico de la recién terminada Guerra del Golfo.

El 30 de junio de 1991 Ahtisaari terminó sus funciones en la ONU y volvió a Helsinki para tomar posesión, al día siguiente, del puesto de secretario de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, dentro del nuevo Gobierno de coalición presidido por el centrista Esko Aho. Nuevamente reclamado para ejercer roles constructivos en un marco multilateral, esta vez en la guerra en la antigua Yugoslavia, entre septiembre de 1992 y abril de 1993 prestó sus servicios como presidente del Grupo de Trabajo sobre Bosnia-Herzegovina de la Conferencia Internacional de Paz y de julio a octubre de 1993 trabajó como asesor especial de la Conferencia y de Cyrus Vance, enviado especial del secretario general de la ONU y copresidente de la misma.


2. Presidente de la República y mediador en la guerra entre la OTAN y Serbia

En junio de 1993, sin renunciar aún a su despacho diplomático en Ginebra, Ahtisaari contendió con Kalevi Sorsa, nada menos que tres veces primer ministro y ministro de Exteriores de Finlandia de 1972 a 1989 así como presidente del Eduskunta o Parlamento entre el último año y 1991, en una primaria del Partido Socialdemócrata (SDP, a la sazón liderado por Sorsa de 1975 a 1987) para la proclamación del candidato en las próximas elecciones presidenciales, de las que debía de salir el sucesor del también socialdemócrata Mauno Koivisto, cuyo segundo mandato sexenal no renovable expiraba en marzo de 1994.

Pese a no tener experiencia en la política doméstica y apenas saber datos de él sus paisanos —la prensa finesa indicó sin exagerar que el postulante era mucho más conocido en Namibia, donde le habían dado la nacionalidad honorífica, que en su propio país—, o precisamente gracias a esos déficits, el robusto y campechano Ahtisaari, favorito en los sondeos, derrotó a uno de los políticos más experimentados de Finlandia con el 61% de los votos y se llevó la proclamación, en un momento en que la opinión pública expresaba su malestar por el mediocre rendimiento del Gobierno centroderechista de Aho, presionado por la recesión económica, y vertía fuertes críticas a su clase política.

Por su parte, Ahtisaari se presentó como un firme partidario del ingreso de Finlandia en la Unión Europea (UE) —las negociaciones estaban en curso y el Tratado de Adhesión iba a ser firmado en junio del año siguiente—, y de la ayuda generosa al desarrollo del Tercer Mundo, si bien negó haber comulgado nunca con la ideología socialista. Asimismo, explicó que nunca habría considerado entrar en la liza presidencial de no haber encontrado su nombre en una encuesta de posibles sucesores de Koivisto publicada por Gallup meses atrás.

El 16 de enero y el 6 de febrero de 1994, en las primeras elecciones presidenciales en la historia del país realizadas por sufragio directo sin implicación de un colegio electoral, Ahtisaari se impuso a dos vueltas con el 53,9% de los votos a Märta Elisabeth Rehn, ministra de Defensa, miembro del Partido Popular Sueco (SFP) y futura representante especial del secretario general de la ONU en Bosnia. En la primera vuelta, encabezada por Ahtisaari también con el 25,9% de los sufragios, fueron apeados nueve aspirantes, entre ellos los presentados por los otros tres partidos del Gobierno, cuya incapacidad para consensuar un candidato unitario aseguró la derrota del oficialismo: Paavo Väyrynen, del Keskusta, Raimo Ilaskivi, del conservador Partido de la Coalición Nacional (KOK), y Toimi Kankaanniemi, de la Liga Cristiana (SKL).

El 1 de marzo de 1994 Ahtisaari prestó juramento del cargo presidencial con mandato hasta 2000. En los meses y años siguientes, el estadista salió en defensa de la pertenencia de Finlandia a la UE, cuestionada antes y después de producirse el ingreso el 1 de enero de 1995 por algunos partidos políticos, y propugnó revisar el tradicional estatus de neutralidad finlandés, forzado durante décadas en el contexto de las relaciones especiales con la extinta Unión Soviética, con la elaboración de una nueva doctrina nacional de seguridad y defensa que sin abandonar el carácter independiente tuviera más en cuenta los profundos cambios sucedidos en el continente desde la caída del Muro de Berlín. La decisión por el Gobierno, el 18 de abril de 1994, de adherirse al programa Asociación para la Paz, que abría el escenario de una cooperación selectiva entre el Ejército finlandés y la OTAN, fue adoptada en un consejo de ministros presidido por Ahtisaari.

Investido, de acuerdo con el ordenamiento constitucional vigente, de importantes atribuciones políticas y no meramente protocolarias, básicamente en la esfera exterior, Ahtisaari acompañó al primer ministro desde abril de 1995, el socialdemócrata Paavo Lipponen, en los Consejos Europeos y representó a su país en las visitas oficiales y los encuentros internacionales. Adalid de la cooperación báltica, apoyó sin reservas la aspiración de las ex soviéticas Lituania, Letonia y Estonia de entrar en la UE, renovando al mismo tiempo el diálogo constructivo con Rusia, un ámbito bilateral donde sus prerrogativas eran preeminentes.

En mayo y junio de 1999 Ahtisaari consolidó su nombradía internacional con motivo de su mediación, conjuntamente con el enviado especial ruso, Víktor Chernomyrdin, ante el Gobierno yugoslavo para detener la campaña de bombardeos aéreos de la OTAN a causa de la represión serbia en su provincia de Kosovo, de mayoría albanesa, para lo que fue revestido de mandato negociador por el Consejo de la UE (Finlandia pertenecía entonces a la troika comunitaria en tanto que presidente de turno de la Unión durante el segundo semestre del año).

El 3 de junio el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic aceptó de Ahtisaari en Belgrado el plan de paz elaborado por el G8, que pasaba por el rápido repliegue de las tropas federales de Kosovo y la entrada en la provincia de una fuerza militar internacional comandada por la OTAN. Días después, el presidente finlandés viajó a Beijing para apaciguar al Gobierno chino, encolerizado por el bombardeo, supuestamente accidental, de su embajada en Belgrado, y para asegurar su no veto a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que iba a autorizar el despliegue de la misión de la OTAN, la KFOR, y la creación de una Misión civil para Kosovo, la UNMIK.

Las actitudes reticentes que su ejecutoria suscitaba en el Parlamento y en el propio SDP, donde se habría preferido un presidente menos dinámico y más comedido, en acción y en opinión, ya que no eran raros sus pronunciamientos sobre economía y otras cuestiones de política interior, no animaron a Ahtisaari a plantear su reelección. El anuncio en tal sentido lo realizó en abril de 1999, aduciendo que la próxima presidencia de turno finlandesa de la UE le exigía una plena concentración en las obligaciones institucionales. Así, el 1 de marzo de 2000 traspasó el testigo presidencial a Tarja Halonen, ministra de Exteriores socialdemócrata en el Gobierno de coalición de Lipponen y vencedora en las elecciones del 6 de febrero.


3. Nuevas misiones internacionales en áreas en conflicto

Tras su trabajo en los Balcanes, el ya ex mandatario dirigió sus buenos oficios a Irlanda del Norte, al ser designado, formando pareja con el sudafricano Cyril Ramaphosa, inspector de los depósitos de armas que en mayo de 2000 el IRA aceptó someter a la supervisión de la Comisión de Desarme, primera etapa de un proceso de entrega de armas que debía culminar al cabo de un año. En julio de 2000 Ahtisaari pasó a integrar, junto con el ex ministro español Marcelino Oreja y el jurista alemán Jochen Frowein, el comité de sabios designado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con la misión de analizar la situación política en Austria tras la entrada en el Gobierno de Viena en febrero anterior del partido del líder populista de extrema derecha Jörg Haider, polémica mudanza que había sido respondida por el Consejo de la UE con un paquete de sanciones políticas y diplomáticas al socio centroeuropeo.

En septiembre siguiente, el comité de Ahtisaari, en un dictamen remitido a la presidencia francesa del Consejo, estableció que Austria cumplía con los valores europeos comunes y precisó que la situación jurídica de minorías, refugiados e inmigrantes estaba en consonancia con los estándares aplicados por los demás estados de la UE e incluso los mejoraba, por todo lo cual recomendaba levantar las medidas adoptadas contra Austria. El dictamen fue acatado por el Consejo de la UE, que anuló las sanciones al cabo de unos días. Infatigable, en 2000 asimismo, Ahtisaari puso en marcha en Helsinki la Iniciativa para la Gestión de Conflictos (CMI), una organización independiente dedicada a promover el concepto de "seguridad sostenible" en países en conflicto con una dimensión eminentemente práctica y operativa, actuando en apoyo de los esfuerzos de la comunidad internacional para prevenir y resolver crisis de seguridad en diversas áreas del mundo. Hasta el día de hoy, Ahtisaari preside la junta directiva de esta ONG.

En abril de 2002 la ONU volvió a reclamar los servicios del finlandés, encomendándole la espinosa misión de analizar sobre el terreno, asistido por la japonesa Sadako Ogata, ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, y el suizo Cornelio Sommaruga, antiguo presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, lo sucedido en el campo de refugiados palestinos de Jenín, Cisjordania, donde el Ejército israelí, tras varios días de violentos combates, había matado a decenas de palestinos y provocado las denuncias de una masacre de civiles susceptible de ser considerada crimen de guerra. Aunque el equipo buscador de información había sido nombrado por el secretario general, Kofi Annan, y avalado por el Consejo de Seguridad en una resolución aprobada el 19 de abril, Ahtisaari y sus colegas no llegaron a pisar la zona porque el Gobierno israelí se negó a abrirles las puertas. En consecuencia, Annan canceló la misión el 1 de mayo.

En 2003 Ahtisaari encabezó un panel independiente de expertos que evaluó las condiciones de seguridad para el personal destacado por la ONU en Irak tras la invasión y ocupación anglo-estadounidense, operación militar que, por cierto, defendió con vehemencia con el argumento, no de las supuestas armas de destrucción masiva, sino del historial de crímenes y violaciones de los Derechos Humanos del régimen de Saddam Hussein, una postura inesperada que concitó críticas por la aparente contradicción que entrañaba ser formulada por una personalidad entregada a la causa pacifista.

También en 2003, Ahtisaari recibió un doble nombramiento como enviado personal. Primero, en marzo, por el presidente de turno de la OSCE, ministro de exteriores holandés y futuro secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, para Asia central; luego, en junio, por Annan y para la región del cuerno de África, azotada por la sequía y escenario de una crisis humanitaria; al mismo tiempo, el secretario general de la ONU le incluyó en su equipo de expertos en relación con el seguimiento de la Declaración y el Programa de Acción signados en 2001 en Durban por la Conferencia Mundial contra el Racismo. En 2004, simultáneamente a estas tareas, el finlandés asumió la presidencia de la Comisión Independiente sobre Turquía, grupo apoyado por el British Council y el Open Society Institute de George Soros y cuyo cometido es examinar los retos y oportunidades del posible ingreso de Turquía en la UE.

En cuanto a la CMI, su labor facilitadora en el prolongado conflicto armado en la región indonesia de Aceh, en el extremo norte de la isla de Sumatra, desembocó en un acuerdo final de paz que fue firmado en Helsinki el 15 de agosto de 2005 por los representantes del Gobierno de Yakarta y de los insurgentes secesionistas, el Movimiento por la Liberación de Aceh (GAM), con Ahtisaari de testigo y anfitrión. El final de la guerra en Aceh, que supuso el desarme y desmovilización del GAM, la retirada del Ejército indonesio y la dotación a la región de una autonomía especial, debió mucho al oficio técnico y la experiencia de Ahtisaari, si bien su detonante había que buscarlo en el catastrófico tsunami de diciembre de 2004, que arrasó Sumatra y estimuló la voluntad negociadora de las partes.


4. Del reto del estatus final de Kosovo al Nobel de la Paz

El 1 de noviembre de 2005 Annan acudió otra vez a Ahtisaari para encomendarle su enésima misión en nombre de la ONU, la de servir como su enviado especial para el conocido como proceso sobre el estatus futuro de Kosovo, la provincia que desde la guerra de 1999 seguía siendo parte de Serbia de iure, pero que en la práctica funcionaba separada, como un protectorado internacional de hecho a cuya autoridad se sometían las instituciones políticas autónomas democráticamente elegidas por los albanokosovares. El nombramiento fue efectivo el 10 de noviembre con su ratificación por el Consejo de Seguridad.

La misión del ex mandatario finlandés era de mucha responsabilidad y francamente complicada: conducir las conversaciones directas entre serbios y kosovares, que tenían un plazo temporal para acordar el estatus definitivo del territorio, es decir, o un Estado soberano e independiente o una entidad dotada de una amplia autonomía dentro de Serbia y sujeta a Belgrado. El marco jurídico era la resolución 1.244, aprobada en junio de 1999, cuya calculada ambigüedad en este punto dejaba abiertas las puertas a ambos desenlaces. Con Kosovo, pese a la presencia de miles de soldados, policías y personal civil de la OTAN, la ONU, la UE y la OSCE, no curado aún de inseguridad y violencia esporádica por la presencia de grupos paramilitares clandestinos de las dos comunidades, un fracaso del proceso negociador arropado por la comunidad internacional podría disparar las tensiones y provocar un sangriento estallido sectario.

En enero de 2006 Ahtisaari, tras realizar sendas visitas preparatorias a Prístina y Belgrado, y asistido por un adjunto, el diplomático austríaco Albert Rohan, abrió en Viena la Oficina del Enviado Especial de las Naciones Unidas para Kosovo (UNOSEK) y el 20 de febrero siguiente presidió en la capital austríaca el arranque de las conversaciones. Desde el primer momento se apreció que la mediación de Ahtisaari en aras de un consenso era una labor poco menos que imposible debido a la intransigencia de las partes, irreconciliablemente enfrentadas en el punto crítico de la independencia: para los albanokosovares, ésta debía ser total y rápida, y no admitía más discusión que en lo referente a determinados aspectos técnicos; para los serbios, era precisamente la salida que jamás aceptarían.

El 26 de enero de 2007, luego de haber sonado con insistencia su nombre como posible Premio Nobel de la Paz de 2006 —el galardón se lo llevaron el bangladeshí Muhammad Yunus y su Grameen Bank de microcréditos para pobres—, y tras un año de estériles rondas negociadoras, el facilitador presentó a los representantes de los seis países del Grupo de Contacto (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia) involucrado en el proceso una detallada propuesta personal con la esperanza de que fuera asumible por las autoridades de Prístina y Belgrado.

El plan consistía en devolver a Kosovo una soberanía casi completa y sujeta al control internacional. El Gobierno albanokosovar tendría las capacidades de firmar acuerdos internacionales, solicitar el ingreso en organizaciones internacionales y crear una Fuerza de Seguridad de unos 2.500 hombres dotada de armamento ligero. También, podría adoptar símbolos nacionales. El marco se acercaba mucho a la independencia, si bien la palabra no era mencionada ni una sola vez en las 60 páginas del documento. A cambio, la exigua minoría serbokosovar obtendría un autogobierno a nivel municipal, la salvaguardia de su patrimonio histórico y cultural, garantías de autonomía educativa, la opción de solicitar la doble nacionalidad y el mantenimiento de vínculos económicos especiales con Belgrado.

Los países del Grupo de Contacto —salvo una reticente Rusia— acogieron positivamente la propuesta del enviado especial, pero no así los gobiernos serbio y kosovar, aferrados a sus tesis respectivas; para el primero era inaceptable y para el segundo insuficiente. El 10 de marzo, Ahtisaari, constatada la "falta de voluntad" de las partes para "moverse de sus posiciones" y admitiendo que "el potencial de las negociaciones" estaba "agotado", arrojaba la toalla y confirmaba su intención de remitir en los próximos días sus conclusiones al Consejo de Seguridad, instancia que tomaría la decisión definitiva. 14 meses de conversaciones en Viena se saldaban en un completo fracaso.

En su informe, endosado por el secretario general, Ban Ki Moon, y enviado al Consejo de Seguridad el 26 de marzo, Ahtisaari concluía que "la reintegración en Serbia no es una opción viable" y que "una administración internacional permanente no es sostenible", por lo que recomendaba para Kosovo "la independencia, supervisada por la comunidad internacional". Lo que sucedió a continuación fue que Estados Unidos, Francia y el Reino Unido asintieron, pero Rusia y China se pusieron del lado de Serbia, división que bloqueó cualquier resolución del Consejo de Seguridad. En julio, las potencias mediadoras de la troika internacional —Estados Unidos, Rusia y la UE— acordaron un nuevo formato de negociaciones entre las partes, que recibieron de plazo hasta diciembre; entonces, Ahtisaari consideró terminada su misión en Kosovo.

La Asamblea de Prístina declaró finalmente la independencia de la República de Kosovo, de manera unilateral aunque pactada con las potencias occidentales, el 17 de febrero de 2008. Para entonces, Ahtisaari se encontraba activo en su CMI y en un largo número de organizaciones no gubernamentales y foros de encuentro, como el Club de Madrid, el Grupo Consultivo sobre el Pasado de Irlanda del Norte, el Consejo Europeo en Relaciones Exteriores (ECFR), el EastWest Institute (EWI), la Academia Europea de Yuste, la Fundación Eurasia, la Fundación Americana-Escandinava (ASF) y la Red de Historia para Jóvenes Europeos EUSTORY, donde fungía en calidad de miembro, directivo o consejero, además de las organizaciones Interpeace e ImagineNations Group, el Consejo de Acción Global de la Federación Internacional de la Juventud y la Fundación Infancia y Juventud Balcánicas (BCYF), de cuyos consejos administrativos era presidente o director at large.

Anteriormente, además, había estado vinculado al Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) de Estocolmo y el Grupo Internacional de Crisis (ICG) con sede central en Bruselas, del que fue presidente entre 2000 y 2004. En su currículum constaba también una participación en el sector privado, como presidente del consejo de administración de la firma finlandesa Elcoteq, dedicada a la producción de componentes electrónicos y los servicios en tecnologías de la información.

Su palmarés de premios no era menos abultado. En su haber estaban, por citar sólo los galardones más relevantes, el Franklin D. Roosevelt Four Freedoms Award, concedido en 2000 por el Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt (FERI) de Nueva York, el J. William Fulbright Award for International Understanding, otorgado el mismo año por la Asociación Fulbright de Washington D. C., el Euro-Atlantic Bridge Prize de la Fundación Europea para la Cultura (2003), la Order of the Companions of Oliver Tambo del Gobierno de Sudáfrica (2004) y la Medalla Manfred Wörner del Ministerio de Defensa de Alemania (2007). En abril de 2008 la Universidad de Georgia le concedió su Delta Prize for Global Understanding y el 2 de octubre del mismo año la UNESCO hizo lo mismo con su Premio Félix Houphouët-Boigny de Fomento de la Paz.

Ocho días después de recoger este último galardón, el Comité Nobel de Oslo anunciaba la concesión al veterano estadista, diplomático y mediador internacional, a sus 71 años, del Premio Nobel de la Paz "por sus importantes esfuerzos, en diversos continentes y durante más de tres décadas, para resolver conflictos internacionales".

Martti Ahtisaari posee también un elenco multidisciplinar de doctorados honoríficos concedidos por una veintena de universidades y escuelas superiores de Finlandia, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Ucrania, Bulgaria, Suiza, Argentina, Japón, Tailandia y Namibia.

(Cobertura informativa hasta 15/12/2008)