Mart Laar

En 1983 se licenció en Filosofía por la Universidad de Tartu y empezó a trabajar de profesor de Historia en un colegio de secundaria en Tallinn, profesión que desde 1987 simultaneó con funciones de dirección académica en el Departamento de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura de la entonces República Socialista Soviética Letona. También miembro destacado o presidente del Consejo de Historiadores de la Fundación de la Herencia Estonia (1986), de la Sociedad para la Preservación de la Historia Estonia y de la Sociedad de Estudiantes Universitarios Estonios (1988), el joven Laar se destacó entre los animadores del movimiento nacionalista estonio, cuyos planteamientos independentistas fueron asumidos en buena parte por los comunistas locales, con el presidente del Soviet Supremo Arnold Rüütel a la cabeza.

En 1989 participó en la puesta en marcha de un partido conservador, la Unión Cristiano Demócrata Estonia (EKDL), con el que se presentó a las primeras elecciones pluralistas al Consejo (Soviet) Supremo del 18 de marzo de 1990. Su estreno como diputado en esta institución legislativa (mandato que en los dos años siguientes simultaneó con el obtenido en el Congreso Supremo, un órgano paralelo elegido en febrero de 1990 a iniciativa de los estonios étnicos) marcó su salto a la política profesional, con lo que abandonó la carrera de enseñante. En el Consejo Supremo dirigió el grupo parlamentario de la EKDL, que como partido estaba presidida por Illar Hallaste.

En el bienio 1990-1992, que conoció la declaración y el reconocimiento internacional de la independencia estonia, Laar trabajó por la formación de un gran bloque político de derecha nacionalista, partidario de un modelo radical de transición a la economía de mercado y del viraje a Occidente sin transigir en las exigencias rusas, que empezaban por la equiparación de derechos civiles para los 500.000 estonios rusófonos. Surgió así la Coalición Nacional Pro Patria (RK Isamaa), formada por al EKDL y los partidos Cristiano Demócrata Estonio, Conservador Nacional y de la Coalición de Republicanos, para cuyo liderazgo fue designado el joven político. Isamaa fue la triunfadora de las elecciones del 20 de septiembre de 1992 al nuevo Parlamento, el Riigikogu, donde se aseguró 29 de los 101 escaños.

El 21 de octubre, días después de que el Riigikogu eligiera al candidato de Isamaa, Lennart Meri, como presidente de la República, Laar se convirtió en primer ministro de un Gobierno de coalición mayoritario con el Partido de la Independencia Nacional de Estonia (ERSP, derecha nacionalista), los Moderados y los Liberales. Tan sólo tenía 32 años, lo que da una idea de la precocidad política del dirigente.

A diferencia de los ejecutivos precedentes, sostenidos por el Frente Popular de Estonia (nacionalistas moderados e ideológicamente ubicados más al centro), el equipo de Laar advocó la terapia de choque, en forma de privatizaciones, liberalización comercial a ultranza y rigor financiero, como fórmula para superar una angustiosa crisis económica caracterizada por la penuria energética y el racionamiento de algunos alimentos. La política monetaria estricta consiguió rebajar la inflación, que en 1992 había superado la tasa del 1.000%, al 90% en 1993 y al 45% a finales de 1994. También mejoró la coyuntura productiva, que de una recesión brutal del -23% del PIB en 1992 pasó a un crecimiento del 2,3% un año después.

La apuesta firmemente occidental del gobierno de Laar, que pasaba por el ingreso sin dilación en la Unión Europea (UE), sobre la mesa desde el 27 de noviembre de 1995, y en la OTAN, tropezó con algunas reticencias en estas instancias por la controvertida política sobre la población "no ciudadana", esto es, la importante minoría rusófona instalada en el país desde la anexión soviética. En julio de 1993 se aprobó una ley de extranjería que exigía a este colectivo elegir entre la ciudadanía estonia o seguir siendo extranjeros. Esto suponía que todos los que no satisfacieran la ley de nacionalidad de febrero de 1992 -la cual exigía un mínimo de tres años de residencia en el país, la superación de un test de idioma estonio y una declaración de fidelidad a la República-, debían regularizar su situación solicitando un permiso de residencia, pues en caso contrario se exponían a ser deportados.

La medida generó fuertes tensiones en las ciudades de mayoría rusa y, por supuesto, afectó negativamente a las ya de por sí difíciles relaciones con Rusia, que habló de "discriminación étnica" y de "violación de los Derechos Humanos". Laar intentó quitar hierro a la controversia afirmando que la voluntad de su gobierno era integrar, no expulsar a los rusófonos. A pesar de todo, la ofensiva diplomática del Gobierno fue dando sus frutos, con la entrada del país en el Consejo de Europa (14 de mayo de 1993), en la Asociación para la Paz de la OTAN (3 de febrero de 1994) y en el programa de asociación de la Unión Europea Occidental (UEO, 9 de mayo de 1994).

El 18 de julio de 1994 se suscribió un acuerdo de libre comercio parcial con la UE, que iba a ser la antesala del Acuerdo Europeo de Asociación del 12 de junio de 1995 (en vigor el 1 de febrero de 1998) y de la inclusión en el diálogo estructurado de la UE para la futura adhesión. Incluso con la propia Rusia hubo ocasión para el convenio, y el 26 de julio de 1994, luego de múltiples retrasos, se firmó el acuerdo para la retirada de las tropas presentes desde tiempos de la URSS, evacuación que culminó el 31 de agosto siguiente. Activo también en el ámbito de la cooperación subregional, el 13 de septiembre de 1993 Laar estableció en Tallinn con sus homólogos lituano, Adolfas Slezevicius, y letón, Valdis Birkavs, un área de libre comercio báltica.

Aunque Isamaa funcionaba orgánicamente como un solo partido desde la fusión de sus miembros en noviembre de 1992, la posterior adición, en régimen de coalición, de otras fuerzas políticas, si bien reforzó al ejecutivo dificultó la articulación de un manifiesto ideológico común. Las discrepancias cobraron fuerza en 1994 (año en que, por otro lado, Laar sacó un máster en Filosofía por la Universidad de Tartu), cuando los sectores progresistas criticaron el giro derechista del primer ministro y su negativa a elevar las prestaciones por desempleo. La reelección de Laar al frente del partido el 11 de junio en un congreso fue contestada por la mayoría de los republicanos, conservadores y liberaldemócratas con el abandono de la coalición.

El estallido en septiembre de un escándalo generó exigencias de dimisión por otros dos partidos asociados a Isamaa, el Rural de Centro y el Socialdemócrata, que de momento se mantenían en el Gobierno. A Laar se le acusaba de decidir a espaldas de la coalición una turbia operación de venta de 2.000 millones de rublos retirados de circulación en 1992 (al entrar en servicio la moneda nacional, la corona) a personas no reveladas, cuando lo propio hubiese sido retornarlos al Banco Central de Rusia. Se insinuó que estos fondos habrían ido a parar a los independentistas chechenos, con los que Isamaa mantenía lazos solidarios. La salida, a su vez, del Gobierno por los socialdemócratas el 18 de septiembre precipitó, ocho días después, una moción de censura parlamentaria que Laar perdió por 27 votos frente a 60.

Laar permaneció en funciones hasta la asunción el 8 de noviembre del nuevo primer ministro nombrado por Meri, el independiente Andres Tarand. Éste, empero, no alteró mayormente la composición del gabinete, luego Isamaa siguió siendo la fuerza dominante. El partido acudió a las elecciones del 5 de marzo de 1995 en alianza con el ERSP, que en la crisis del año anterior había mostrado hacia Laar una lealtad más firme que la de la mayoría de miembros de su Isamaa. El ERSP, dirigido por Tunne Kelam, era un partido fundado en 1988 que incidía en la idea de un Estado plenamente independiente, legalmente conectado con el que existió hasta la invasión y anexión soviéticas de 1940, y con unas relaciones normales con Rusia desprovistas de cualquier rasgo de finlandización. Pero también, como el partido de Laar, propugnaba una política monetaria estricta, presupuestos equilibrados, una baja presión fiscal y la supresión de barreras arancelarias y regulaciones.

Este programa ultraliberal asustó al electorado, de suerte que en los comicios la alianza de Laar cosechó unos pésimos resultados: 8 escaños y el 7,8% de los votos. La llegada al Gobierno del centroizquierdista Partido de la Coalición-Unión Rural (KMÜ) marcó el paso a la oposición de Isamaa, que, reducido drásticamente tras las últimas deserciones, acordó fusionarse con el ERSP el 2 de diciembre de 1995, dando lugar a la Unión Pro Patria (Isamaaliit). Laar cedió la presidencia del partido a Toivo Jürgenson y se quedó como jefe del grupo parlamentario.

Laar tendió puentes de colaboración en el Riigikogu con otras fuerzas del arco conservador, como sus antiguos camaradas del Partido de la Coalición de Republicanos. Con el apoyo del Partido de la Reforma (Reformierakond, socio del KMÜ en el Gobierno central de Tiit Vähi), el 31 de octubre de 1996 fue elegido presidente del Consejo Municipal de Tallinn, pero escasos días después fue desalojado merced a una alianza entre el KMÜ y el Partido de Centro (Keskerakond). En el congreso del 24 de octubre de 1998 la Isamaaliit eligió a Laar su presidente y a Jürgenson su líder en el Riigikogu, revirtiendo el reparto de puestos de 1995. En las elecciones del 7 de marzo de 1999 la Isamaaliit, con 18 escaños y el 16,1% de los sufragios, se alzó como la segunda fuerza, sólo superada por los centroizquierdistas del Keskerakond.

Diez días después, Laar adoptó un programa de coalición con los Moderados de Tarand y el Reformierakond de Siim Kallas, que aportaban una mayoría absoluta de 53 escaños, basado en la inserción de Estonia en las estructuras euro-atlánticas. Ello iba a exigir el aumento del presupuesto de Defensa para armonizar las estructuras y capacidades militares con los estándares de la OTAN, así como recortes en otras áreas, empezando por los subsidios agrícolas, en aras de la austeridad financiera, la eliminación de las barreras que quedaban a la inversión extranjeras y la culminación del programa de privatizaciones. Los tres últimos apartados centraban las demandas de la UE, con la que el país había iniciado las negociaciones de adhesión el 31 de marzo de 1998.

El 19 de marzo de 1999 el presidente Meri nombró a Laar primer ministro, el 22 superó la preceptiva votación parlamentaria y el 25 tomó posesión al frente del Gobierno. La primera actuación relevante del Gabinete fue la aprobación de unos presupuestos generales equilibrados, conforme impone la ley, que fundamentaba los recortes en los gastos administrativos y dejaba intactos los subsidios agrícolas. Poco después, Laar volvió a contradecir su programa liberal aprobando un paquete de tarifas aduaneras que entró en vigor el 1 de enero de 2000 para las exportaciones de países con los que Estonia no tenía suscrito un acuerdo de libre comercio, entre ellos Rusia. El primer ministro descargó así en aquellos países que suministraban la tercera parte de las importaciones estonias, y que en su mayoría no revestían, a su parecer, un interés estratégico para la nación báltica, buena parte de sus necesidades de recaudación a fin de que el presupuesto le cuadrara.

Los observadores no dejaron de señalar que los nuevos obstáculos a la entrada de productos rusos coincidían con los reproches de Laar a las autoridades de Moscú por su política antiguerrillera en Chechenia. En noviembre de 2001 el primer ministro declaró que la procomunitaria y proatlantista Estonia sufriría pronto una ola de "ataques propagandísticos agresivos" por parte de una Rusia que estaba "luchando por la supervivencia de su imperio"; la reacción del Ministerio ruso de Exteriores fue denunciar la "retórica de guerra fría" exhibida por Tallinn.

La recuperación de la economía en 2000, que registró un crecimiento del 6,4% del PIB frente al -1,3% de 1999, con un sensible repunte inflacionista, hasta el 4%, y la estabilización del paro en el 7,3%, permitió a Laar destinar más tiempo y energías a la empresa de meter al país en la UE y la OTAN, doble apuesta perseguida con auténtico fervor, inusitado incluso entre sus colegas de Europa Central y Oriental metidos en la misma carrera de obstáculos. Así, en enero de 2000 declaró a las autoridades comunitarias en la visita a Bruselas para presentar el plan gubernamental anual de integración que Estonia estaba capacitada para adoptar el euro como moneda antes de entrar en la UE. La idea fue elogiada por el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, como "muy intelectual e interesante", aunque cortésmente la descartó por "no factible". El optimismo de Laar se nutría de los recientes análisis de la Comisión, que situaban a Estonia como uno de los aspirantes al ingreso más preparados.

Los informes de progreso emitidos por esa instancia en noviembre de 2000 y noviembre de 2001 certificaron el cumplimiento, o el próximo cumplimiento, por el pequeño Estado ex soviético de los requisitos para el acceso. En el apartado económico, estaba preparado para actuar en una economía de mercado, pronto lo estaría para hacerlo de acuerdo con las normas de elevada competitividad en el mercado único europeo, y la asimilación del acervo legal y normativo de la Comunidad iba a buen ritmo. Por lo que respectaba a los requisitos políticos, la clausura de la misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Tallinn en diciembre de 2001, que durante años vigiló la situación jurídica de las minorías eslavófonas, testimonió la normalización conseguida en este área, otrora altamente conflictiva e identificada como un déficit democrático.

A lo largo de 2001 Laar fue acremente contestado por la oposición a raíz de ciertos episodios escandalosos. En febrero el Keskerakond exigió su dimisión tras divulgarse que había participado en unos ejercicios de tiro en una instalación militar en los que una fotografía del líder de ese partido, Edgar Savisaar, se utilizó como diana. Y en marzo, los centristas volvieron a la carga denunciando el fiasco en que se había saldado la privatización de dos empresas de comunicaciones viales, lo que acarreó la segunda moción de censura contra el ministro de Transportes y Comunicaciones, Jürgenson, y contra el mismo Laar, el 11 de abril.

El primer ministro sorteó los embates de la oposición en el Riigikogu con la suma de los votos de los tres partidos coligados, pero la veda de las disputas internas se abrió con motivo de las elecciones presidenciales indirectas de septiembre, a las que la Isamaaliit y el Reformierakond no presentaron un candidato unitario. De la rivalidad entre el patriótico Peeter Tulviste y el reformista Toomas Savi se aprovechó el ex presidente Rüütel, que retornó a la jefatura del Estado el 8 de octubre.

En diciembre estalló la crisis en el Ejecutivo por la decisión del Reformierakond de formar coalición con el Keskerakond en el Consejo Municipal de Tallinn. Laar y el sucesor de Tarand en el liderazgo de los Moderados, el ministro de Exteriores Toomas Hendrik Ilves, pidieron explicaciones a Kallas, a la sazón ministro de Finanzas, pero éste prefirió conducir negociaciones secretas con Savisaar con vistas a formar un nuevo gobierno. El 8 de enero Laar, horas después de que el Riigikogu aprobara el presupuesto para 2002, ejecutó su advertencia de que dimitiría antes de prolongar un gobierno débil que no atendiera debidamente las conversaciones con la UE y la OTAN. El líder conservador se convirtió, por tanto, en el último damnificado de la crónica mudanza institucional en un país dotado de un pluripartidismo proteico, que comparte formas con las democracias avanzadas del norte de Europa, si bien no existe en Estonia un partido mayoritario.

Aunque no pudo terminar la legislatura, el segundo Gobierno de Laar fue el más duradero desde la independencia de la URSS. Continuó en sus funciones hasta el 28 de enero, cuando asumió Kallas al frente de un Gobierno de coalición de reformistas y centristas.

El barbudo y rubicundo político estonio estableció una relación especial con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, con la afinidad lingüística como telón de fondo -el húngaro y el estonio pertenecen a la familia fino-ugria, no indoeuropea-, que incluye la promoción de un panel internacional para investigar los crímenes cometidos en el continente por el comunismo, sobre el principio de que éstos no han sido "denunciados con la misma energía" que los cometidos por los nazis.

(Cobertura informativa hasta 1/3/2002)