Lee Myung Bak

En febrero de 2008 tomó posesión de la Presidencia de la República de Corea el ganador por holgada mayoría de las elecciones celebradas en diciembre de 2007, que suponen el retorno al poder, tras dos administraciones consecutivas del campo liberal-progresista, de la tendencia conservadora representada por el Gran Partido Nacional. Antiguo patrón del gigante industrial Hyundai, cuatro años alcalde de Seúl y el primer mandatario del país procedente del mundo de los negocios, Lee Myung Bak ha basado su triunfo en las promesas de dinamizar la economía surcoreana y generar empleo mediante un ambicioso programa de obras públicas. Las urnas le han sonreído pese a la investigación judicial de ciertos aspectos oscuros de su anterior ejecutoria empresarial.

(Texto actualizado hasta febrero 2008)

1. Etapa como alto ejecutivo del grupo Hyundai
2. Ingreso en la política y alcalde de Seúl
3. Elección presidencial en 2007


1. Etapa como alto ejecutivo del grupo Hyundai

Lee Myung Bak fue el quinto de los siete hijos tenidos por una pareja de campesinos surcoreanos que trabajaban como jornaleros en una granja en Osaka, Japón, país que administraba Corea con férula colonial desde la anexión de 1910. El niño nació justamente unos días después de atacar Japón a Estados Unidos y entrar en la Segunda Guerra Mundial. Tras la derrota nipona en 1945, la familia pudo retornar a su localidad de origen, Pohang, un pueblo costero (convertido hoy en una ciudad de medio millón de habitantes) de la provincia de Gyeongsang del Norte, que pasó a formar parte la nueva República de Corea cuando la partición de la península en dos estados enemistados se hizo irreversible en 1948.

La pérdida de todos sus bienes en el naufragio del buque que los repatriaba desde Japón sumió a los Lee en la indigencia, obligando al padre a empezar de cero en las labores agrícolas y debiendo la madre recurrir a la venta callejera de helados, fruta, telas, cerillas y cerveza, bebida ésta que fabricaban en casa, en lo que era ayudada por su prole. El futuro presidente padeció los estragos del hambre y la guerra en la empobrecida Corea del Sur de la época. En 1950, al poco de producirse la invasión de Corea del Norte, teniendo ocho años Lee presenció cómo una bomba arrojada desde un avión estadounidense alcanzaba de lleno a su hermana mayor y a su hermano menor, que tenía sólo unos meses de vida; aquejados de horribles heridas, los niños murieron tras unas semanas de agonía. Décadas después, en sus memorias y en su página de Internet, Lee iba a evocar con una intención promocional, acentuando los aspectos más trágicos y buscando el contraste con su posterior trayectoria triunfal en el mundo de los negocios y la política, este y otros episodios de su precaria infancia.

En 1957, tras completar la enseñanza básica, Lee, aleccionado por su madre, ingresó en la escuela comercial Dong Ji de Pohang, donde combinó la asistencia a las aulas con la venta ambulante de platos de arroz que cocinaba él mismo, lo que no le impidió graduarse en 1959. Sus excelentes calificaciones le abrieron las puertas de la Universidad de Corea en Seúl, una oportunidad inesperada tratándose de un joven de humilde extracción social y con muchas estrecheces económicas; no la desaprovechó, aunque para preparar el examen de acceso y costearse la matrícula y las tasas tuvo que tomar clases nocturnas mientras que de día trabajaba retirando desechos del mercado de Itaewon, donde sus padres regentaban un puesto de frutas y verduras.

En la Universidad Lee fue representante estudiantil en el consejo académico y en 1964 participó en las protestas nacionalistas contra la decisión del Gobierno autoritario del presidente Park Chung Hee, llegado al poder mediante un golpe de Estado militar en 1961, de normalizar las relaciones diplomáticas con Japón, lo que le valió ser detenido, juzgado por participar en manifestaciones ilegales y condenado a dos penas carcelarias, una de cinco años, que quedó en suspenso, y otra de tres años, de la que sólo cumplió cuatro meses. En la semblanza de su infancia y juventud que a modo de cuento ilustrado y edificante presenta en su página web, Lee omite este capítulo contestatario de su vida. Por el contrario, explica que, fatigado por la carga física que suponía su duro trabajo de basurero, intentó alistarse en el Ejército, que de todas maneras contaba con él por ser el servicio militar obligatorio, "para no tener que preocuparme de la alimentación y el cobijo", pero no pasó el examen médico al diagnosticársele una bronquiectasia y un empiema en los pulmones.

En 1965 completó la carrera de Administración de Empresas y pese a su condición de ex convicto por faltas políticas no tardó en encontrar un trabajo que iba a constituir el prólogo de una espectacular carrera profesional. Se trataba de un puesto subalterno en Hyundai Ingeniería y Construcciones, compañía fundada en 1947 por los hermanos Chung, que se hallaba en pleno crecimiento y que en los próximos años iba a expandirse a los sectores industriales de la automoción y los astilleros, hasta convertirse en el segundo mayor conglomerado empresarial (chaebol) del país tras Samsung. La evolución de Lee en Hyundai fue un caso paradigmático del ascenso profesional desde lo más bajo hasta lo más alto, valiéndose exclusivamente de sus capacitaciones y ganándose la confianza del patrón en jefe, Chung Ju Yung.

Transcurrido un lustro, Lee ascendió al nivel de mando medio y en 1977, con sólo 35 años, alcanzó la condición de director y presidente ejecutivo, cargos cimeros que en los 15 años siguientes desempeñó en Hyundai Ingeniería y Construcciones, Halla Ingeniería y Construcciones, Aceros Inchón y otras empresas del grupo. En todo este tiempo, que coincidió con el vertiginoso despegue económico del país asiático, se ganó el mote de Buldózer por su estilo de liderazgo enérgico y tozudo, que sacó a relucir a la hora de abrazar las innovaciones tecnológicas y al resistir los intentos del Estado de inmiscuirse en las actividades de Hyundai, como sucedió durante la dictadura presidencial de Chun Doo Hwan en los años ochenta.

Al comenzar la década, Lee se convirtió en un personaje influyente cuya nombradía trascendió el ámbito de los negocios. Vicepresidente o director ejecutivo de varias asociaciones profesionales de dimensión nacional, y vicepresidente también de la Cámara de Comercio e Industria de Corea desde 1982, se interesó por el mundo del deporte, donde fue presidente de la Federación de Natación Amateur de Corea y miembro del Comité Olímpico Coreano, cargo que le involucró en la organización de las Olimpiadas de Seúl de 1988.

Como patrón de grandes empresas volcadas al comercio exterior, Lee terminó por desarrollar actividades internacionales que aunque respondían a los intereses corporativos del grupo que dirigía resultaron instrumentales para la expansión de las relaciones diplomáticas de la anticomunista Corea del Sur, muy constreñidas mientras duró la Guerra Fría. Fue el caso de la línea de negocios abierta por Hyundai con la URSS, una penetración pionera que él y el veterano Chung Ju Yung, ahora presidente honorífico del grupo, negociaron en Moscú en una serie de visitas realizadas en 1989 y 1990.

Este entendimiento económico entre el conglomerado privado surcoreano y el Estado soviético allanó el camino para el establecimiento de relaciones diplomáticas con la URSS en septiembre de 1990, siendo presidente Roh Tae Woo. El empresario construyó asimismo unas relaciones particulares con altos responsables de los gobiernos de Singapur, China Popular, Malasia y Kazajstán, entre otros países asiáticos. En 1991 recayó en él la presidencia del Comité Económico de Asia del Nordeste. Hasta tal punto adquirió fama Lee que en 1990 la televisión estatal KBS-TV emitió una serie de dramatización, Tiempo de ambición, cuyo protagonista, retratado con pinceladas heroicas, reproducía las facetas más conocidas de su vida en una especie de biopic encubierto.

La excelente reputación de Lee fue puesta a prueba en mayo de 1988, tras varios meses de conflictividad laboral estimulada por la liberalización del régimen político, cuando Hyundai Ingeniería y Construcciones se vio envuelto en el escándalo del rapto por una banda de mafiosos de un dirigente obrero, luego liberado, que pretendía organizar un sindicato independiente del control gubernamental y con un plantel reivindicativo de alzas salariales. El presidente de la firma fue investigado por la justicia junto con varios altos ejecutivos bajo su mando por su presunta relación con el delito. En junio, los fiscales sacaron en claro que Lee no estaba detrás del secuestro del trabajador, aunque sí había maniobrado para impedir la creación del sindicato, una violación de los derechos laborales por la que pidieron al juez instructor del caso una multa de 5 millones de wones (unos 6.800 dólares). Por el contrario, dos directores ejecutivos, Choi Jae Dong y Kang Myung Ku, sí fueron formalmente acusados en conexión con el rapto.


2. Ingreso en la política y alcalde de Seúl

El recorrido de Lee en la élite empresarial de Corea del Sur tocó a su fin en 1992, año en que encaminó sus pasos hacia la política subido al colchón financiero de su fortuna personal, estimada en no menos de 40 millones de dólares, que había amasado gracias a sus emolumentos de ejecutivo y a unas pingües inversiones inmobiliarias. El adiós a Hyundai tras 27 años de servicios se produjo a rebufo de la jubilación de Chung Ju Yung, quien, acercándose a la octava década de vida, anunció su intención de fundar un partido político para competir en las próximas elecciones generales. Al principio se rumoreó que Lee secundaría al anciano magnate en sus ambiciones políticas, pero las relaciones entre los dos hombres estaban envenenadas desde tiempo atrás. Se aseguraba que era a raíz de la teleserie Tiempo de ambición, que Chung había creído estar inspirada en su vida –él también procedía del campesinado pobre- antes de descubrir que el modelo del personaje era su subalterno en Hyundai.

Chung puso en marcha el Partido Nacional de la Unificación (PNU), mientras que Lee prefirió apostar por el seguro caballo ganador, el gobernante y conservador Partido Liberal Democrático (PLD), en cuyas listas electorales para la Asamblea Nacional se aseguró un puesto de cabeza después de abandonar la presidencia de Hyundai Ingeniería y Construcciones. En los comicios del 24 de marzo de 1992 el suyo fue uno de los 149 escaños que sacó el PLD, mientras que en las presidenciales del 18 de diciembre su nuevo jefe partidario, Kim Young Sam, ganó el mandato para suceder a Roh Tae Woo en la jefatura del Estado frente al veterano líder opositor demócrata Kim Dae Jung y Chung Ju Yung, quien quedó tercero con el 16% de los votos.

Durante su primera legislatura como diputado, Lee siguió vinculado a su antiguo ambiente como presidente de la Federación Mundial de la Asociación Coreana de Comercio y artífice de la Fundación de Asia del Este, aunque sus metas ahora eran decididamente políticas. A principios de 1995 realizó una primera tentativa de candidatear a la alcaldía de Seúl, pero la nominación por el PLD, conocido a partir de ahora como Partido de la Nueva Corea (PNC), se la llevó el ex primer ministro Chung Won Shik, quien luego, en junio, fue contundentemente derrotado en las urnas por el aspirante que contaba con el respaldo de Kim Dae Jung, Cho Soon. Tras esta decepción, Lee fue reelegido en su escaño por la circunscripción de Chongno-ku en Seúl en las elecciones del 10 de abril de 1996, que preservaron la mayoría simple del PNC. En esta liza sus contrincantes fueron Lee Jong Chan, por el Congreso Nacional para la Nueva Política (CNNP), la nueva agrupación animada por Kim Dae Jung, y Roh Moo Hyun, por el Partido Democrático (PD), la anterior formación de Kim, y quien en las municipales del año anterior ya había fracasado en su apuesta por la alcaldía capitalina.

De nuevo, Lee comprobó que la carrera de político no resultaba tan venturosa como la de empresario, aunque esta vez el tropezón fue más sonado. En marzo de 1998, cuatro meses después de convertirse el PNC en el Gran Partido Nacional (GPN, conocido localmente como Hannara Dang) mediante su fusión con el PD y a escasos días de entregar el Ejecutivo a Kim Dae Jung y el CNNP como resultado de las elecciones presidenciales de diciembre anterior –perdidas por el candidato oficialista, el ex primer ministro Lee Hoi Chang-, Lee renunció a su asiento en la Asamblea para lanzar por segunda vez su aspiración al puesto de primer edil. Pero poco después, una investigación judicial concluyó que en su campaña de las legislativas de 1996 había excedido el tope de gasto electoral que establecía la ley, por lo que fue condenado a pagar una multa de 7 millones de wones.

Desolado por "el mayor error de mi vida", según iba a reconocer más tarde, Lee puso un paréntesis de cerca de cuatro años a su carrera política, tiempo en el cual desarrolló actividades académicas en Estados Unidos por invitación de la Universidad George Washington, se contrató como asesor económico del primer ministro de Camboya, Hun Sen, y la Asociación de Comerciantes Coreanos de Ultramar, y se acercó al ámbito de las ONG conservacionistas de Asia

Más todavía, reactivó sus aclamadas dotes empresariales con la creación de las firmas de servicios financieros electrónicos LK e-Bank (en febrero de 2000) y EBK Stock Brokerage, aunque en esta ocasión las cosas no le fueron tan bien como en Hyundai. Así, una serie de enrevesados trasvases de capital entre las firmas citadas y la consultora de inversiones bursátiles BBK, de la que era presidente el principal socio de Lee, Kim Kyung Joon, abocaron a esta última a una situación de bancarrota en abril de 2001. Luego, Kim se dedicó a manipular el precio de las acciones de otra compañía suya, Optional Ventures, haciendo creer a los inversores que un grupo extranjero estaba comprándolas en masa y ocasionando graves pérdidas a algunos de ellos. En diciembre, Kim se fugó a Estados Unidos con la imponente suma de 38.000 millones de wones, dejando a su atribulado socio solo frente al escándalo.

Entonces, Lee esquivó con declaraciones de inocencia e irresponsabilidad el torrente de preguntas sobre sus relaciones precisas con la BBK y Optional Ventures, y sobre si estaba al tanto de los tejemanejes ilícitos de Kim. Años después, el asunto volvería a colear con fuerza en mitad de su envite presidencial, pero por el momento la polvareda se asentó lo suficiente como para no obstaculizar su retorno a la política activa en las filas del GPN, haciendo realidad en el tercer intento su ya dos veces frustrada ambición de conquistar el ayuntamiento de Seúl. En enero de 2002 se presentó como candidato a alcalde, en abril fue proclamado como tal por el partido con la aquiescencia de su presidente, Lee Hoi Chang, y el 13 de junio, en unos resultados que confirmaron la primacía del GPN avanzada en las legislativas del 13 de abril de 2000 y que hicieron concebir a Lee Hoi Chang grandes expectativas de victoria en las presidenciales del 19 de diciembre, el antiguo directivo de Hyundai batió en las urnas a su contrincante del Partido Democrático del Milenio (PDM, nuevo nombre del CNNP), Kim Min Seok, un legislador 22 años más joven que él.

El 1 de julio de 2002 Lee tomó posesión de la alcaldía de Seúl con un mandato de cuatro años y con la promesa de arreglar el problema más acuciante de la ciudad, la extrema densidad del tráfico rodado, para lo que ofreció una gestión guiada por los criterios de racionalidad empresarial y habitabilidad. Transcurrido el período, la opinión general era que Lee había cumplido con creces al dar un impulso vigoroso a los sistemas de transporte público, descongestionar el tráfico en el centro de la ciudad y acometer una serie de reformas urbanísticas con audaces concesiones a la naturaleza. El apelativo de Buldózer, endilgado en el pasado por su determinación en los negocios, adquirió ahora un significado más tangible al mandar poner patas arriba varias arterias vitales de la capital asiática.

Su obra más espectacular, acogida inicialmente con viva oposición por grupos ecologistas, historiadores locales y propietarios de comercios, y pilar de su proyecto Seúl Verde, fue la recuperación del río Cheonggyecheon, un curso de agua de seis kilómetros que había permanecido soterrado durante décadas, oculto bajo metros de pavimento y los pilares de una autopista elevada, y que volvió a discurrir por algunas de las más modernas avenidas de la ciudad, engalanado con cascadas, juegos de luces, cauces vegetales y pistas peatonales. El parque fluvial del Cheonggyecheon fue ampliamente divulgado y elogiado por la revista Time, que en 2007 incluyó al surcoreano en su lista de "héroes del medio ambiente", compartiendo méritos con personalidades como Mijaíl Gorbachov, Al Gore, Angela Merkel, David Attenborough y el príncipe Carlos de Inglaterra. Por otro lado, en marzo de 2005 Lee, como representante del sector público y en calidad de presidente del Consejo Nacional de Alcaldes y Gobernadores, fue uno de los 39 signatarios del llamado Pacto Coreano contra la Corrupción y por la Transparencia.


3. Elección presidencial en 2007

El 30 de junio de 2006 Lee abandonó la alcaldía con unas altas cotas de popularidad que decidió aprovechar, no para continuar mandando en Seúl, donde traspasó el testigo a su correligionario Oh Se Hoon, sino para presentarse a las elecciones presidenciales del año siguiente, convirtiéndose de inmediato en el precandidato más aventajado de una formación que llevaba ocho años en la oposición y que en las legislativas del 15 de abril de 2004 había sido superada por el Uri Dang, un partido oficialista nuevo, escindido del PDM y erigido en principal soporte del presidente de la República desde febrero de 2003, Roh Moo Hyun. El 10 de mayo de 2007 Lee declaró oficialmente su aspiración y el 20 de agosto siguiente derrotó en la elección primaria del GPN, en la que participaron 110.000 personas (de las que muchas no eran afiliadas), por el exiguo margen de un punto porcentual y medio a su rival Park Geun Hye, hija del difunto presidente Park Chung Hee, ex primera dama de Corea del Sur y hasta hacía un año la jefa orgánica del partido.

El apretado resultado reflejó en apariencia el daño infligido a la imagen de Lee por unas informaciones que le atribuían una lucrativa operación de especulación inmobiliaria a costa de una propiedad sita en un barrio selecto de Seúl, así como la acusación, bastante más seria, lanzada por un antiguo secretario suyo, Kim Yoo Chan, quien aseguró en rueda de prensa haber recibido en 1996 de un colaborador del su entonces jefe una elevada suma de dinero a cambio de cometer falso testimonio en su declaración jurada ante la autoridad judicial que investigaba la posible violación por Lee de la normativa sobre financiación electoral. "Lee se dedica a construir su imagen de héroe nacional, y la gente es engañada por esta fabricación", afirmó Kim, cuya imputación, pese a concitar una actuación judicial por presunto libelo, mereció la credibilidad del equipo de Park Geun Hye, que intentó explotarla en la campaña de las primarias. Lee desmintió categóricamente que sus recursos financieros procedieran de actuaciones poco éticas, pero nuevas imputaciones de esa índole le aguardaban a la vuelta de la esquina.

Lee centró su programa electoral en la potenciación de la economía, planteando la meta de un crecimiento del 7% en el quinquenio 2008-2013 frente a la tasa del 4,3% de media registrada bajo el mandato de Roh, y apostando fuerte por las obras de infraestructuras públicas con los fines de generar empleo, modernizar las comunicaciones y atraer inversiones productivas orientadas a la innovación y los servicios tecnológicos, y capaces de corregir la pérdida de competitividad registrada en los últimos años en comparación con las economías más dinámicas de Asia, donde Corea del Sur estaba a la zaga de países como China, Japón, Taiwán, Malasia e incluso India.

Lejos de propugnar el achicamiento del Estado en aras de un sector privado dejado a su liberal albedrío, Lee poseía un concepto del sector público que a algunos les recordaba la filosofía del hombre fuerte del país en las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, Park Chung Hee, quien siempre reservó al Estado un papel predominante en el ordenamiento socioeconómico y dejó desenvolverse a las corporaciones privadas en tanto cooperasen con el Gobierno en una especie de solidaridad patriótica. Igualmente, Lee creía que los sindicatos obreros tenían demasiada libertad para convocar huelgas y perturbar la actividad económica. En su manifiesto electoral, el aspirante acuñó las expresiones "economía de mercado inteligente", lo que implicaba que "la competitividad, la libertad y la creatividad han de ser protegidas, pero los rezagados ayudados", y "pragmatismo empírico", que significaba que "cualquier política guiada por la ideología debe ser evitada, mientras que el interés nacional ha de ser la primera prioridad".

El candidato conservador vislumbraba una "nueva era económica" cuyas realizaciones se sintetizaban en la expresión "Corea 747". El dígito se refería a un triple y ambicioso objetivo: registrar un 7% de crecimiento anual, alcanzar los 40.000 dólares de renta por habitante y hacer de Corea del sur la séptima economía mundial, lo que supondría adelantar a India, Rusia, Brasil, España, Canadá e Italia. Partiendo de la experiencia de la transformación urbanística de la capital, Lee diseñó un faraónico programa de obras públicas en el que sobresalían dos proyectos de vastas proporciones. Por un lado, la construcción de un canal para conectar los ríos Han, al norte, y Nakdong, al sur, dando lugar a una vía de comunicación fluvial de más de 3.000 kilómetros de longitud que uniría Seúl con la segunda ciudad del país, Pusán. Por otro lado, la erección en la provincia central de Chungcheong de la "Ciudad Internacional de las Ciencias y los Negocios", una suerte de "Silicon Valley coreano" de medio millón de habitantes que convertiría al país en una privilegiada plataforma de la empresa y la investigación punteras en Extremo Oriente.

Las demás fuerzas políticas, en particular el progubernamental Nuevo Partido Democrático Unido (NPDU, fundado en agosto a partir del Uri Dang), denostaron estos macroproyectos por parecerles una desmesura imposible de costear, mientras que los ecologistas pusieron el grito en el cielo por su impredecible impacto sobre el medio ambiente. Pero Lee los divulgó a bombo y platillo, convencido como estaba de que eran la solución perfecta para atraer inversiones, relanzar el turismo, abaratar los transportes y aportar muchos beneficios al país en términos de formación y desarrollo.

En cuanto a la política exterior, recibió una atención menor del candidato, que expresó su intención de avanzar en la reconciliación con Corea del Norte sobre la base de la cooperación económica, confiando más en las inversiones que en la ayuda a fondo perdido, y a condición de la completa renuncia por el régimen comunista de Pyongyang a su programa nuclear y a sus periódicos alardes militaristas, en lo que se elevaría el tono de exigencia con respecto a la actitud apaciguadora de los gobiernos de Kim y Roh. Lee deslizó el parecer de que la próxima cumbre intercoreana debería celebrarse en el Sur, lo que obligaría al esquivo dictador del Norte, Kim Jong Il, a realizar un insólito desplazamiento a un país vecino y hermano pero con el que técnicamente se estaba en guerra, a falta de un tratado de paz, desde el armisticio de 1953.

De acuerdo con la línea tradicional de su partido, Lee propugnaba además unas relaciones fluidas y amistosas con Estados Unidos y Japón. Asimismo, en una rara coincidencia de criterios con el oficialismo, apoyó el plan gubernamental de prolongar la misión de las tropas estacionadas en Irak hasta finales de 2008 y urgió a la Asamblea Nacional a que ratificara el Tratado de Libre Comercio adoptado con Estados Unidos en el mes de abril. El Gran Canal Coreano y la Ciudad Internacional de las Ciencias y los Negocios recibieron un sinfín de críticas. Sin embargo, fue otro género de acusaciones, a vueltas con los aspectos presuntamente turbios de sus pasadas andanzas empresariales, el que de verdad inquietó a Lee, hasta el punto de arriesgar su marcha triunfal hacia la Presidencia de la República.

El 7 de septiembre, con los sondeos otorgándole una cuota de votos que oscilaba entre el 40% y el 50% frente al esmirriado 10% del aspirante del NPDU, Chung Dong Young, Lee y otros tres responsables del GPN, en una acción sin precedentes, fueron denunciados por la Oficina de la Presidencia de la República por difamación, tras haber pedido a la justicia que investigara a altos funcionarios de la institución ejecutiva por unas supuestas maniobras tendentes a torpedear la candidatura de Lee, al que se querría sacar unos falsos trapos sucios en relación con sus negocios con bienes raíces.

A continuación, Lee se vio afectado por la briosa reviviscencia del escándalo de la BBK, cuyo antiguo presidente, el ex socio Kim Kyung Joon, fue extraditado de Estados Unidos el 16 de noviembre, pese a los intentos de los abogados de Lee de demorar la repatriación por su impacto potencialmente negativo en la campaña electoral de su cliente, y a continuación arrestado bajo las acusaciones de manipulación del precio de acciones y apropiación indebida de fondos. Kim había dicho anteriormente que Lee no tuvo ningún vínculo con la BBK, pero ahora sugería todo lo contrario, que aquel, de hecho, fue el verdadero dueño de la compañía. Ello municionó las detracciones del NPDU y dio pie a la apertura el 6 de noviembre por un grupo de fiscales de una investigación especial para esclarecer si Lee tenía algo que ver con los delitos imputados a Kim.

Estos acontecimientos, más la irrupción de Lee Hoi Chang en la liza presidencial como candidato independiente, amagando con dividir el voto conservador, recortaron en más de diez puntos la ventaja que el aspirante opositor tenía en las encuestas, con todo, una merma insuficiente para propiciar un improbable vuelco electoral. El 5 de diciembre, a dos semanas de las elecciones, el equipo de fiscales de Seúl anunció las conclusiones de su investigación: Lee fue completamente ajeno a los fraudes de los que se acusaba a su antiguo socio empresarial, quien actuó a sus espaldas en el chanchullo de la autocompra camuflada de acciones, y no existían evidencias de que la BBK hubiese estado secretamente bajo su dirección.

Lee se mostró satisfecho con un desenlace judicial que debía zanjar las dudas sobre su honorabilidad. Para congraciarse con la parte del electorado que parecía darle la espalda, anunció su disposición a donar todo su patrimonio de capital, 35.300 millones de wones (37,6 millones de dólares) a obras caritativas. "Todo lo que necesito es una casa", afirmó. Pero el 16 de diciembre, 72 horas antes de los comicios, la peripecia tomó un inesperado vericueto con la divulgación por el NPDU de un video en el que se veía a Lee explicando con toda naturalidad a los estudiantes de la Universidad Kwangwoon de Seúl, en un acto celebrado en octubre de 2000, que él había fundado la BBK en enero de aquel año. El sorprendente documento puso en evidencia al ex empresario y precipitó la aprobación al día siguiente por la Asamblea, donde el GPN acusó su minoría, de una investigación a cargo de un fiscal especial. El caso volvía a abrirse.

Lee quedó en una situación harto extraña: nada impedía su participación en las elecciones y su factible victoria, a tenor del abultado margen de confianza popular que las encuestas seguían concediéndole, pero sobre su cabeza pendía la investigación parlamentaria como una espada de Damocles. Si el fiscal nombrado por la Asamblea hallaba indicios de su implicación en un acto de corrupción, Lee arrostraría un proceso judicial, aunque estaba por ver que aquel emitiera su veredicto y, en caso de ser éste adverso, que las acusaciones formales se presentasen antes de la toma de posesión del 25 de febrero, tras la cual Lee gozaría de inmunidad. Sus adversarios apuraron el tiempo que les quedaba para lanzarle sus dardos más gruesos. Así, el liberal Chung Dong Young se confesó "preocupado porque este país pueda caer en desgracia al elegir a un mentiroso sin igual", mientras que el derechista Lee Hoi Chang advirtió que "no hay país en el mundo que haya elegido presidente a un sospechoso de delinquir".

El 19 de diciembre, el día de su sexagésimo sexto cumpleaños, Lee hizo realidad los mejores pronósticos y batió a sus nueve contrincantes con el 48,7% de los votos. Los más de 22 puntos de ventaja sacados al segundo candidato más votado, Chung, no tenían parangón desde la restauración democrática en 1988. Sin dejarse amilanar por estos resultados, el Ejecutivo de Roh aprobó el 26 de diciembre la creación de una comisión de investigación independiente con la misión de dilucidar antes del traspaso de poderes si Lee estaba implicado o no en el fraude de las acciones de Option Ventures así como en la creación y la dirección de la BBK.

Miembro de la Iglesia Presbiteriana de Corea -principal denominación cristiana protestante del país-, Lee Myung Bak está casado desde 1970 con Kim Yoon Ok y es padre de cuatro hijos. Un hermano, Lee Sang Deuk, es un veterano diputado del GPN y en la actualidad ostenta el puesto de vicepresidente de la Asamblea Nacional. El nuevo mandatario surcoreano posee doctorados honoríficos por las universidades Sosang de Seúl, Nacional de Mokpo, Nacional de Deportes de Corea, Nacional de Educación Física de Corea, Nacional Eurasia de Astana, Nacional de Mongolia. Es autor de los libros (títulos traducidos al inglés) There is No Such Thing as a Myth (autobiografía, 1995); I See Hope When Everyone Else Talks of Despair (2002); Cheonggyecheon Flows to the Future (2005); My Mother (2007), y Unwavering Promise (2007).

(Cobertura informativa hasta 1/1/2008)