Jonas Gahr Støre

Tras ochos en la oposición, el Partido Laborista (Ap) regresó al Gobierno de Noruega el 14 de octubre de 2021. El nuevo primer ministro es Jonas Gahr Støre, quien en 2014 sucediera a Jens Stoltenberg, hoy secretario general de la OTAN, como líder de la formación y en cuyo anterior Ejecutivo portara la cartera de Exteriores. Los resultados de las elecciones generales del 13 de septiembre cerraron las puertas a la continuidad de la primera ministra Erna Solberg, cabeza de un Gabinete de coalición minoritario de conservadores, liberales y cristianodemócratas, y facultaron a Støre, jefe de la fuerza más votada, para articular un Gobierno de coalición con el Partido de Centro (Sp, agrarios), el cual, no obstante, es también de minoría al sumar 76 diputados sobre 169. Paradójicamente, el Ap, primer partido del Storting sin interrupción desde hace casi un siglo, ha obtenido unos resultados más flojos que en 2017 y más aún que en 2013, cuando fue desalojado del poder por el Partido Conservador (Høyre) de Solberg.

Las principales cuestiones en la agenda del dirigente escandinavo, de 61 años, adherido al ala pragmática del laborismo y con una reputación de negociador eficiente, son las transformaciones que requiere la transición climática, la reducción gradual del peso de los hidrocarburos en la economía y la corrección de las inequidades, entre las más bajas de la OCDE aunque al alza, en la redistribución social de la renta, para lo que apunta a una subida de los impuestos a los que más ganan.

Durante la COVID-19, la próspera Noruega ha experimentado muchos menos apuros sanitarios y económicos que la mayoría de naciones desarrolladas. La pandemia (junto con Finlandia, las tasas de incidencia son aquí las más suaves de Europa) y la recesión (del -0,8% en 2020, frente al -5,9% en la UE) no han alterado su condición de campeón de la tabla mundial de desarrollo humano. Sin embargo, el país nórdico asume el declive inexorable de las exportaciones del petróleo y el gas del mar del Norte. Puntales de la riqueza nacional, los ingresos hidrocarburíferos nutren el mayor fondo soberano del mundo, el Fondo Global de Pensiones del Gobierno (SPU), 1,3 billones de dólares -más del triple del PIB- invertidos en una variada cartera de activos para asegurar el estado del bienestar del futuro y del que Solberg hizo varios reintegros en efectivo para paliar el déficit presupuestario, reaparecido tras un cuarto de siglo de lustrosos superavits. Aspecto singular añadido, Noruega no emplea sus combustibles fósiles para generar electricidad: se abastece casi al 100% gracias a sus centrales hidroeléctricas.

La estrategia a seguir con el petróleo figura, junto con los objetivos de reducción de emisiones carbónicas, el distinto enfoque fiscal y la participación de Noruega en el Espacio Económico Europeo (EEE), entre los desacuerdos que han impedido a Støre repetir la coalición tripartita mayoritaria de laboristas, centristas y socialistas de izquierda (SV), una fórmula conducida con éxito por Stoltenberg entre 2005 y 2013. Así, en este punto clave de la política medioambiental con profundas consecuencias económicas, el SV reclama el final de las operaciones comerciales para la prospección de nuevos yacimientos en el mar de Barents y en aguas inexploradas del Ártico. El Partido Ambientalista Los Verdes (MDG) apremia a lo mismo y de paso exige el desmantelamiento de toda la industria petrolera en 2035. Unas acciones de envergadura que no comparten Støre y el Ap, partidarios de una transición más gradual sin precisar fechas, y que rechaza de plano el Sp, cuyo líder, Trygve Slagsvold Vedum, es el nuevo ministro de Finanzas. Por lo demás, el Gabinete Støre incorpora a dos supervivientes de la masacre de Utøya (2011) y presenta una mayoría de mujeres, que poseen 10 de las 18 carteras. Dos de ellas son las titulares de Exteriores, Anniken Huitfeldt, laborista, y de Justicia, Emilie Enger Mehl, centrista y de solo 28 años.

(Texto actualizado hasta octubre 2021)

Jonas Gahr Støre presenta un perfil y unos antecedentes atípicos para un socialdemócrata nórdico, y desde luego no forma parte de esa "gente corriente" a la que ha apelado durante la campaña electoral de 2021. Pertenece a una familia de ricos navieros e industriales, y no esconde su condición de multimillonario, adquirida tras heredar el 76% de las acciones de la compañía Femstø AS. Su patrimonio se estima en unos 140 millones de coronas, al cambio algo más de 14 millones de euros. Además, antes de hacerse laborista estuvo vinculado al Høyre, el Partido Conservador que lidera su principal adversaria batida en las urnas y en adelante jefa de la oposición, Erna Solberg. Todo ello parece condicionar su atribuida adscripción a un ala derecha del laborismo.

Discípulo de los líderes laboristas Brundtland y Stoltenberg
El joven recibió instrucción como subteniente de la Armada en la Academia Naval Noruega y luego, durante la mayor parte de la década de los ochenta, estudió Ciencias Políticas en la prestigiosa Sciences Po de París y realizó prácticas docentes y de investigación en la Harvard Law School y la Handelshøyskolen BI (BI Norwegian Business School) de Oslo. Su contacto con la política gubernamental se remonta a 1989, año en que fue contratado como asesor especial por la Oficina del Primer Ministro (SMK). En este departamento trabajó primero con el conservador Jan Peder Syse y desde 1990 con la laborista Gro Harlem Brundtland, la primera mujer jefa de Gobierno de Noruega, que ya iba por su tercer ejercicio.

Fue bajo la influencia de Brundtland, adoptada como mentora política, que Støre decidió afiliarse al Ap en 1995, coincidiendo con su ascenso al puesto de director general de la SMK. En octubre de 1996 Brundtland traspasó las riendas del Ejecutivo a Thorbjørn Jagland, líder del partido desde cuatro años atrás, y Støre siguió en su función directiva hasta la llegada al Gobierno del cristianodemócrata Kjell Magne Bondevik en octubre de 1997. Los laboristas regresaron a la oposición y Støre decidió continuar al servicio de Brundtland, acompañándola en su nueva misión internacional de directora general de la Organización Mundial de la Salud. Entre 1998 y 2000 el funcionario noruego fungió de director ejecutivo (jefe de gabinete) a la diestra de Brundtland en el cuartel general de la OMS en Ginebra.

La hora de volver al servicio político nacional sonó para Støre en marzo de 2000, cuando el ex ministro de Finanzas Jens Stoltenberg, estrella ascendente del laborismo noruego y abanderado de un reformismo que recordaba el social liberalismo implícito del New Labour británico, se convirtió en primer ministro de resultas de la derrota de Bondevik en un voto de confianza parlamentaria. Stoltenberg articuló un Gabinete de minoría monocolor y Støre, plenamente identificado con el pragmatismo y la moderación ideológica del nuevo gobernante un año mayor que él, recibió los cargos de secretario de Estado y jefe de gabinete en la SMK. Este cometido duró poco, ya que en las elecciones de septiembre de 2001 el Ap, inamovible primera fuerza parlamentaria desde 1927, sufrió un fuerte retroceso y Bondevik se encontró en condiciones de reponer el Gobierno del centro-derecha. En los cuatro años siguientes, Støre repartió sus actividades entre la presidencia del think tank ECON Analyse y la secretaría de la Cruz Roja Noruega.

Las tornas volvieron a cambiar en los comicios de septiembre de 2005, ganados con autoridad por los laboristas. Entonces, Stoltenberg se aseguró la jefatura del Gobierno en coalición con el Partido de Centro (Sp, agrarios) y el Partido Socialista de Izquierda (SV), y no se olvidó de su amigo Støre, al que nombró titular de Asuntos Exteriores. Fue el arranque de siete años de ministerio en los que Støre se distinguió en la interlocución diplomática con Rusia para resolver la añeja disputa sobre la demarcación fronteriza en el mar de Barents, y también por ciertas decisiones de política exterior con una considerable polémica doméstica, como la participación en la campaña militar de la OTAN contra el régimen de Gaddafi en Libia en 2011 y el reconocimiento del Gobierno palestino paralelo de la organización islamista Hamas.

Sin embargo, el nombre de Støre se coló en más titulares internacionales por una peripecia personal vivida el 14 de enero de 2008: él fue uno de los huéspedes extranjeros que salieron ilesos del atentado suicida cometido por los talibanes contra el hotel Serena de Kabul, ataque en el que resultaron muertas seis personas, entre ellas un periodista compatriota. Entonces, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, afirmó que Støre había sido el objetivo del atentado, extremo que fue negado por los terroristas. En Oslo, Støre recibió duras críticas tras saberse que él y su delegación habían ignorado las recomendaciones del Servicio de Seguridad de la Policía y del Servicio de Inteligencia noruegos de no comunicar a la prensa ningún dato sobre el itinerario y el alojamiento de su misión diplomática en la capital afgana.

Tres años después, el autor confeso de la masacre a tiros de 67 jóvenes laboristas en la isla de Utøya y del atentado con coche bomba contra el complejo gubernamental de Oslo con el que asesinó a otras ocho personas, el extremista de derecha Anders Behring Breivik, declaró que uno de sus objetivos terroristas de alto relieve, junto con el primer ministro Stoltenberg, había sido el ministro de Exteriores Støre.

Støre continuó sin novedad en el Gobierno Stoltenberg tras las elecciones de septiembre de 2009. El Ap y sus socios revalidaron su ajustada mayoría absoluta y el ministro de Exteriores ganó su primer escaño en el Storting, en representación de Oslo. En septiembre de 2012 Stoltenberg movió a su colaborador al Ministerio de Salud y Servicios Sanitarios. Un año después, el oficialismo roji-verde fue batido en las elecciones parlamentarias y el 16 de octubre de 2013 la líder del Høyre, Erna Solberg, constituyó un Gobierno orientado a la derecha en coalición con el Partido del Progreso (FrP) de Siv Jensen y técnicamente de minoría, aunque con apoyo legislativo en firme de cristianodemócratas y liberales. El 14 de junio de 2014 Stoltenberg se despidió de la dirección de los laboristas para convertirse en el secretario general de la OTAN y el Ap eligió a Støre, considerado su sucesor natural, para liderar el partido y la oposición parlamentaria al Gabinete Solberg.

En las elecciones generales del 11 de septiembre de 2017 el Ap sufrió una pérdida adicional de votos (del 30,8% al 27,4%) y de escaños (de 55 a 49), mientras que centristas y socialistas de izquierda experimentaron sendos crecimientos sustanciales. La nueva aritmética parlamentaria no permitió entonces a los laboristas desalojar del poder a Solberg, que retuvo la mayoría parlamentaria con el soporte de progresistas, liberales y cristianodemócratas.

La esposa de Jonas Gahr Støre, Marit Slagsvold, es una socióloga y teóloga que desde principios de 2021 oficia el sacerdocio en una parroquia de Oslo. Pocos días después de las elecciones legislativas de septiembre, la pronto primera dama fue ordenada pastora de la Iglesia de Noruega, la denominación evangélica luterana del cristianismo protestante que la Constitución nacional reconoce como la Iglesia Establecida del país con el apoyo del Estado. El matrimonio Støre-Slagsvold ha tenido tres hijos.