Joko Widodo

Joko Widodo, alias Jokowi, candidato de la principal formación opositora de Indonesia, fue el ganador de las elecciones presidenciales celebradas el 9 de julio de 2014 en la que es la tercera democracia más grande del mundo. El hasta ahora gobernador de Yakarta pertenece al Partido Democrático Indonesio por la Lucha (PDIP), cuya líder, Megawati Sukarnoputri, presidió el país en 2001-2004 y luego fracasó en dos elecciones frente al titular ahora saliente, el moderado Susilo Bambang Yudhoyono. Esta vez, Widodo se ha impuesto en justa liza al aspirante respaldado por el Gobierno, Prabowo Subianto, y lo ha hecho recostado en una alianza de cuatro partidos que sin embargo reúne muchos menos escaños que los de la coalición sexpartita leal a su contrincante, lo que podría traerle problemas legislativos a menos que se sustancie un pacto de colaboración parlamentaria.

Empresario del mueble javanés con un recorrido relativamente corto en política, Widodo ve culminado su meteórico ascenso al poder gracias a un discurso rico en promesas sociales y a un estilo desenvuelto e informal que le han valido la etiqueta de populista. El nuevo mandatario, que asume el cargo el 20 de octubre y hace el séptimo desde la independencia de la antigua colonia holandesa en 1949, presume de servidor público honrado, de empatía con la gente corriente, de mentalidad abierta y de clase social trabajadora, rasgos todos que contrapone a los de las élites dirigentes tradicionales. Widodo ha descrito su triunfo como la realización de un "sueño indonesio" similar al American dream. Luchar contra la pobreza, desterrar la corrupción y modernizar el Estado con infraestructuras e innovaciones tecnológicas son algunas de las propuestas que el popular Jokowi ha hecho a Indonesia. Tras la caída (1998) de la prolongada dictadura de Suharto, este vasto país insular de 252 millones de habitantes, musulmanes en su inmensa mayoría, y mosaico de etnias y lenguas pareció al borde de la desintegración por la avalancha de conflictos comunitarios y secesionistas. Sin embargo, en la última década Indonesia ha conseguido instalarse en la prosperidad económica, la estabilidad política y una relativa seguridad doméstica, como indican el reflujo de las violencias de los grupos separatistas y el terrorismo jihadista.

Hoy, esta Indonesia más cohesionada como Estado, que es miembro de la ASEAN, la APEC, el G20, el G15 y el D8, se presenta al mundo como un nuevo país industrializado y como una boyante economía emergente de desarrollo humano medio que, si bien ostenta el liderazgo en el Sudeste Asiático en términos de PIB, sigue rezagada en los estándares de vida de su población, en particular si se la compara con los vecinos Malasia y Tailandia. Widodo, que a sus anuncios de inversión social suma un menos explícito compromiso con la supresión de subsidios y el libre mercado, quiere poner los instrumentos para que la economía indonesia, partiendo de un índice de crecimiento del 5% anual, pueda desarrollar todo su potencial. De acelerar este ritmo, empresa harto complicada en la presente coyuntura global, depende en buena medida su perspectiva de una distribución más equitativa de los ingresos.

(Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 14/10/2014. En las elecciones del 17/4/2019 Joko Widodo ganó un nuevo mandato como presidente de la República de Indonesia. Este segundo ejercicio de cinco años arrancó el 20/10/2019 y concluirá el 20/10/2024, fecha en que Widodo será sucedido por Prabowo Subianto, nombrado ministro de Defensa por él en 2019 y vencedor de la elección presidencial del 14/2/2024).

1. Empresario del mueble y rostro popular de la política javanesa
2. Elección presidencial en 2014 frente al candidato oficialista Subianto


1. Empresario del mueble y rostro popular de la política javanesa

Joko Widodo, cuyo nombre de nacimiento era Mulyono y al que sus paisanos llaman por el hipocorístico de Jokowi, se crió en una familia de humildes carpinteros musulmanes de Java Central, donde era el mayor de cuatro hermanos. Desde muy temprana edad trabajó en el taller de confección de muebles de sus padres, quienes sufrieron un desahucio de su hogar por el impago de deudas, y con grandes dificultades pudo terminar la escuela secundaria en su ciudad natal, Surakarta, conocida popularmente como Solo. Luego, prosiguió sus estudios en la Facultad de Silvicultura de la Universidad pública Gadjah Mada de Yogyakarta, donde adquirió un buen conocimiento del medio forestal, uno de los grandes recursos naturales del vasto archipiélago indonesio, y su aprovechamiento económico. Su tesis de final de carrera versó sobre el consumo del contrachapado de madera en el municipio de Surakarta.

Tras graduarse en 1985, Widodo entró a trabajar en la industria papelera de la región de Aceh, en el extremo norte de la isla de Sumatra, pero pronto regresó a Java, donde su mujer recién desposada, Iriana, estaba embarazada de su primer hijo, para establecerse como fabricante y vendedor de muebles de maderas tropicales al lado de un tío paterno. En 1988 Widodo abrió su primera empresa, que a causa de un fraude financiero tuvo que cerrar transcurridos dos años. En 1990 reemprendió el negocio y esta vez las cosas le fueron mejor, llegando a convertirse en un próspero empresario de la industria del mueble. En los 15 años siguientes, un período de grandes transformaciones y convulsiones en Indonesia, que en 1998, a raíz del Reformasi, el vasto movimiento de protestas populares, conoció el final de la larga dictadura del general y presidente Suharto (el régimen derechista llamado del Nuevo Orden, instalado en 1966), y el arranque de una compleja transición a la democracia multipartidista, Widodo se mantuvo alejado de las actividades políticas.

Este aparente desinterés en la política tocó a su fin en 2005, cuando el empresario, de regreso de una serie de viajes de negocios por Europa en los quedó cautivado por el ordenamiento urbano y las redes de servicios públicos de las ciudades del Viejo Continente, decidió que podía hacer algo por mejorar la calidad de vida de sus paisanos de Surakarta, la típica urbe bulliciosa y comercial del Sudeste Asiático, rebosante de actividad pero falta de intervenciones y regulaciones públicas, pero además aquejada de unos altos niveles de delincuencia común. Así que puso en marcha una campaña proselitista para ser elegido alcalde de esta ciudad de casi medio millón de habitantes, la decimocuarta más poblada de Java.

Para esta empresa, Widodo optó por afiliarse al Partido Democrático Indonesio por la Lucha (Partai Demokrasi Indonesia Perjuangan, PDIP), formación de corte progresista liderada desde su fundación en 1998 por Megawati Sukarnoputri, la hija del padre de la independencia, Sukarno, y que tenía por bandera ideológica la Pancasila, la doctrina acuñada por Sukarno para servir de filosofía nacional a la República de Indonesia, descolonizada de Holanda en 1949 al término de una dura contienda de liberación. En estos momentos, el PDIP, en la oposición al Gobierno de Yakarta, vivía una etapa desapacible por los continuos cuestionamientos internos del liderazgo errático de Sukarnoputri, lo que se traducía en disidencias y escisiones. La hija de Sukarno había llegado a la Presidencia de la República en 2001 no por méritos propios, sino como reemplazo, partiendo de la condición de vicepresidenta, de su aliado Abdurrahman Wahid, alias Gus Dur, del Partido del Despertar Nacional (PKB), quien fue destituido por la Asamblea Consultiva Popular (MPR) por mostrar tendencias autoritarias.

Más tarde, en las elecciones de 2004, el PDIP había sido desbancado como primera fuerza parlamentaria por el Golkar, el partido conservador gobernante en la era Suharto, y Sukarnoputri había sido batida por su adversario del Partido Democrático (PD), el ex general Susilo Bambang Yudhoyono, convertido en el nuevo presidente de la República. Sin embargo, las vicisitudes del PDIP en la política nacional y sus pendencias entre facciones interesaban a Widodo mucho menos que su condición de vehículo partidista que le permitiría hacer realidad sus ambiciones de poder municipales. El empresario ganó su envite en las urnas y el 28 de julio de 2005 tomó posesión como alcalde de Surakarta, el primero elegido directamente por los ciudadanos.

La alcaldía de Widodo en esta ciudad del corazón de la parte central de la isla de Java resultó todo un éxito en términos de gestión y de réditos políticos, reportándole una notoriedad local y regional que iba a servirle de trampolín a cargos representativos de mayor calado. Dinámico e innovador, Widodo hizo gala de un ímpetu reformista que cambió el funcionamiento y la fisonomía de Surakarta. Sus políticas más aplaudidas fueron la reconstrucción de los mercados tradicionales, alma comercial de la ciudad, la recolocación de inquilinos pobres que malvivían a orillas del río Solo en nuevas viviendas construidas por el Ayuntamiento, la extensión de los servicios de salud y transporte vial, la protección de los espacios verdes y la promoción de Surakarta como un centro difusor de la cultura y el arte javaneses.

Además de a sus realizaciones como munícipe, Widodo debió la enorme popularidad conquistada en estos años a su personalidad accesible, jovial y desembarazada, liberada de rigideces institucionales, proyectándose como un regidor siempre abierto a conocer de primera mano, departiendo espontáneamente con peatones y dueños de comercios, los problemas y necesidades de los ciudadanos. En 2010 Jokowi, como todo el mundo le conocía ya, ganó un segundo mandato de cinco años con más del 90% de los votos. Toda esta interacción personal con la gente no tardó en despertar recelos y críticas en medios políticos y periodísticos, donde empezó a hablarse de un edil populista demasiado aficionado a ponerse bajo los focos.

Este tipo de apreciaciones se nutrían de episodios efectistas como el protagonizado a finales de 2011, cuando Widodo, rodeado de una nube de periodistas, se presentó en la oficina local de la compañía eléctrica estatal PLN, poseedora del monopolio de la distribución de electricidad en toda Indonesia, para saldar personalmente y en metálico, haciendo entrega de cientos de fajos de billetes y unas cuentas monedas, una deuda de casi 9.000 millones de rupias contraída por el Ayuntamiento, deuda que había llevado a la compañía a cortar el alumbrado público en las calles de Surakarta justo antes de las celebraciones navideñas. Con todo, el ejercicio municipal de Widodo era indudablemente solvente y despertó un inusitado interés internacional. En 2006 Jokowi consiguió incorporar a Surakarta como la única representante indonesia en la selecta Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial (OCPM) y en enero de 2013, meses después de abandonar el Ayuntamiento, iba a ser distinguido por el certamen internacional World Mayor, que cada dos años premia al mejor alcalde del mundo.

En la edición de 2012 de World Mayor el indonesio quedó en tercer lugar por detrás de la australiana Lisa Scaffidi, alcaldesa de Perth, y el ganador, el español Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao. Para World Mayor, el alcalde de Surakarta era digno de elogio por "haber transformado una ciudad golpeada por el crimen en un centro regional de las artes y la cultura, que ha empezado a atraer turismo internacional". Al comenzar 2012, en mitad del segundo mandato presidencial de Yudhoyono, quien había vuelto a derrotar de manera contundente a una floja Sukarnoputri en la elección nacional de julio de 2009, Widodo se sintió listo para subir un escalón en política y competir por el puesto de gobernador de Yakarta.

Enclavada en la costa noroccidental de Java, la capital de Indonesia era en esos momentos una megápolis de 9,7 millones de habitantes y su área metropolitana, conocida como Jabodetabek, superaba los 26 millones, masa demográfica que hacía de Yakarta la segunda aglomeración urbana del mundo por detrás de la conurbación Tokyo-Yokohama. Dentro de la ordenación territorial del archipiélago indonesio, que pese a su vastedad geográfica y su acusada diversidad étnica y lingüística no es federal sino provincial, Yakarta posee el estatus de Región Capital Especial.

El PDIP no puso obstáculos a la nominación de Widodo, considerado el único candidato del partido capaz de vencer al actual gobernador, Fauzi Bowo, miembro del PD de Yudhoyono y en el cargo desde 2007. En la primera vuelta del 11 de julio de 2012, al cabo de una intensa campaña electoral dominada por las polémicas del crónico congestionamiento del tráfico en Yakarta, que hacía caóticos los desplazamientos rodados en la urbe, la eficacia de la respuesta municipal a las frecuentes inundaciones y las prácticas proselitistas turbias como la compra de votos, el aspirante opositor se puso en cabeza con el 42,6% de los sufragios.

El 20 de septiembre siguiente, Widodo, que supo vender una imagen de hombre limpio e incorruptible, dio el hachazo definitivo y se proclamó gobernador con el 53,8% de los votos. El primero de octubre se despidió de la alcaldía de Surakarta y dos semanas después asumió la dirección de la capital del país. Nada más estrenarse en su nuevo e influyente cargo, Widodo empezó aplicar con fruición la conocida localmente como blusukan, polémica práctica, ya ejercitada a destajo en su etapa de alcalde, consistente en realizar por sorpresa visitas de inspección e informativas en las que buscaba el contacto directo con la gente común, ora en centros comerciales, ora en vecindades pobres, desprovisto de pompa pero rodeado de un potente despliegue publicitario.

Para sus numerosísimos y fervientes seguidores, que encontraban extraordinario que un dignatario de su rango acudiera a interesarse por sus asuntos y opiniones en indumentaria informal y con ademanes cálidos, lo que hacía el gobernador era una verdadera "democracia de la calle". La controvertida blusukan y su plétora de actuaciones de gobierno en la capital, en su mayoría calcadas de las aplicadas en Surakarta (medidas de transparencia administrativa y lucha contra la corrupción, implementación de un programa subsidiado de salud, modernización de los mercados callejeros, alivio de los embotellamientos de tráfico, comienzo de la construcción del nuevo sistema de metro (MRT), dotación de viviendas en propiedad a familias instaladas en chabolas, dragado de los cauces fluviales y lacustres para prevenir inundaciones) dispararon la popularidad del desenvuelto Widodo en Yakarta, Java y el conjunto de Indonesia.


2. Elección presidencial en 2014 frente al candidato oficialista Prabowo Subianto

El PDIP tenía en el carismático Jokowi, todo un experto en relaciones públicas y en hacer propaganda de su labor gubernativa, a un formidable candidato en potencia para enfrentarse al oficialismo en las elecciones presidenciales de 2014. Así lo reconoció de manera implícita la jefa de la formación, Sukarnoputri, habitualmente retratada como una líder elitista y distante, quien ya a comienzos de 2012, incluso antes de llegar Jokowi a la gobernación capitalina, empezó a enfriar la perspectiva de lanzar por tercera vez, tras los fiascos de 2004 y 2009, su candidatura personal.

A lo largo de 2013 la postulación del gobernador fue reclamada con creciente insistencia desde las bases del PDIP y el 14 de marzo de 2014 la dirección del partido, en respuesta al clamor popular, comunicó que el nominado para disputar la elección presidencial del 9 de julio era, en efecto, Widodo, quien a los 52 era 15 años más joven que Sukarnoputri. El anuncio fue hecho a través de Twitter, red social donde el gobernador ya tenía más de un millón de seguidores. La definición de la candidatura presidencial de Widodo tuvo un claro impacto en las elecciones legislativas del 9 de abril. Con el 18,9% de los votos, el PDIP ascendió a los 109 diputados en la Cámara de Representantes Populares (DPR, la Cámara baja de la Asamblea Consultiva Popular, el Parlamento indonesio), donde pasó a ocupar la primera posición desde la tercera a la que había sido relegado por los comicios de 2009.

El triunfo de la agrupación opositora se trató, sin embargo, de una mera mayoría simple que no logró desequilibrar la relación de fuerzas en el Parlamento, la cual siguió siendo ampliamente favorable al oficialismo. En la nueva DPR, la candidatura presidencial de Widodo recabó las adhesiones, además del PDIP, del PKB (liderado por Muhaimin Iskandar, heredero del ex presidente Wahid, fallecido en 2009), el Partido Nacional Democrático (NasDem, animado por el magnate de las comunicaciones Surya Paloh) y el Partido de la Conciencia del Pueblo (Hanura, tuyo timonel era Wiranto, antiguo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, quien fuera servidor del dictador Suharto y luego candidato presidencial del Golkar en 2004).

En conjunto, estas cuatro formaciones sumaban 207 diputados sobre 560, cuota que satisfacía con creces el requisito legal para los partidos de alcanzar al menos el 20% de los escaños de la DPR, bien en solitario, bien formando coaliciones, si querían inscribir un candidato a presidente de la República. El extraparlamentario Partido de la Unidad y la Justicia (PKPI, del general retirado Sutiyoso, predecesor de Widodo en la gobernación de Yakarta) salió a respaldar también la aspiración del demócrata. Dibujando una polarización de fuerzas como no se veía desde las elecciones presidenciales indirectas de 1999, cuando Wahid se impuso contra pronóstico a Sukarnoputri, Widodo disputó la campaña contra un único adversario con el que cerraron filas todos los integrantes del arco oficialista: Prabowo Subianto, un antiguo alto mando castrense del Nuevo Orden y represor de las protestas contra Suharto —a la sazón, su suegro—, que con la llegada de la democracia se había reconvertido en pujante hombre de negocios y en político de discurso nacionalista.

En 2009 Prabowo había candidateado a vicepresidente como compañero de fórmula de Sukarnoputri. Ahora, al frente del Partido del Movimiento de la Gran Indonesia (Gerindra), tercero en escaños por detrás del PDIP y el Golkar, gozaba de los apoyos de este último así como del Partido del Desarrollo Unido (PPP), el Partido de la Justicia y la Prosperidad (PKS), el Partido del Mandato Nacional (PAN) y el PD, el cual, fuertemente castigado en las elecciones legislativas, había visto frustrada la presentación de una candidatura presidencial propia, siendo obligado a servir de mero soporte a Prabowo y su plataforma conservadora.

El presidente Yudhoyono, que agotaba su segundo y definitivo mandato, se declaró oficialmente neutral en la elección de la que iba a salir su sucesor. La alianza sexpartita de Prabowo reunía 353 diputados. El islamista Partido de la Estrella Creciente (PBB), ausente de la DPR, se apresuró a pedir el voto para el candidato del Gobierno. El Golkar decidió respaldar a Prabowo a pesar de que uno de sus más destacados responsables, Jusuf Kalla, fue el hombre escogido por Widodo, el 19 de mayo, para acompañarle como candidato a la Vicepresidencia, cargo que Kalla ya había desempeñado en el primer mandato de Yudhoyono, coincidiendo con su jefatura del partido. Posteriormente, en 2009, Kalla había sido el candidato presidencial del Golkar y desde entonces se había distanciado del nuevo líder del partido, Aburizal Bakrie. El anterior vicepresidente aportaba la experiencia internacional y el porte de estadista que le faltaba a Widodo. Además, se le tenía por un político identificado con los esfuerzos antiburocráticos.

Destacado en los sondeos y definido como el favorito de los jóvenes, Widodo desarrolló una campaña triunfalista en la que expuso un plan de nueve puntos de fuerte orientación social que incidía en la reducción de la pobreza, la mejora de los salarios de los funcionarios, el desarrollo de los mercados agropecuarios y artesanos, la construcción de obras de irrigación agrícola y el desembolso de grandes inversiones públicas en educación y sanidad. En concreto, ofreció la transferencia de 1.400 millones de rupias (117.000 dólares) a todas y cada una de las aldeas de país para que se invirtieran en el bienestar de sus habitantes y la entrega de un bono de un millón de rupias (91 dólares) a toda familia con bajos ingresos, si bien este subsidio estaba condicionado a que la economía creciera por encima del 7% anual.

Adversarios políticos y observadores externos señalaron que la oferta del bono familiar del millón de rupias era gratuitamente populista, pues la condición que llevaba explícita aseguraba su no aplicabilidad en la actual coyuntura. Así, si bien el ritmo del crecimiento había sido bastante fuerte en los últimos años, con una tasa media del 6% en el quinquenio 2009-2013, las previsiones para 2014 situaban el avance de la economía en el 5%, una deceleración vinculada al abaratamiento de los bienes de exportación que Indonesia vendía en los mercados mundiales. Proclamas sociales y tics populistas al margen, las élites económicas y financieras, así como la Embajada de Estados Unidos, no ocultaron sus preferencias por Widodo, al que veían más comprometido con el libre mercado, el levantamiento de barreras a la inversión extranjera y las dinámicas del comercio abierto que Prabowo, cuyo nacionalismo le empujaba a hacer declaraciones, muy gratas para los productores locales, en pro del proteccionismo agrícola y la reducción de las importaciones alimentarias.

Ahora bien, tanto uno como otro insistían en la necesidad de levantar más industrias de valor añadido, no sólo industrias transformadoras de recursos naturales y de manufacturas como el textil. Igualmente, decían estar listos para suprimir los onerosos subsidios a los combustibles, ajuste estructural que de aplicarse ahorraría al Gobierno una parte sustancial de su déficit presupuestario, equivalente al 3% del PIB, pero que de seguro provocaría rechazo social, lo que no casaba muy bien con el retrato de Widodo como candidato volcado con el bienestar de la población, en especial sus segmentos más desfavorecidos. En política exterior, ámbito sobre el que Widodo pasó más bien de puntillas, el opositor era visto como más cercano a Estados Unidos, mientras que Prabowo proyectaba una postura prochina.

Además de las metas de prosperidad material, Jokowi propugnaba una "revolución de mentalidad" en Indonesia, toda una estrategia de medidas de gobierno y pedagogía social para ir erradicando las corruptelas, el nepotismo, los tráficos de influencias y la hipertrofia burocrática, aspectos todos que según él eran una herencia perversa de la dictadura de Suharto. En otras palabras, junto con la Pancasila, el credo ético y político introducido por Sukarno en la Constitución de 1945 y (adoptado como doctrina oficial no sólo por el PDIP, sino por todos los partidos parlamentarios), con su prédica de la unidad nacional, el humanismo internacional, la democracia representativa, la justicia social y la fe en Dios, Widodo advocaba una reevaluación moral y cultural del Estado que debía apostar en firme por la educación, la meritocracia, la transparencia y el e-gobierno.

En el primer debate electoral televisado, Widodo, quien tuvo que refutar, presentando documentación acreditativa, los rumores aventados en su contra sobre que era de etnia china amén de cristiano en lugar de musulmán, afirmó que para él democracia significaba "escuchar a la gente y hacer lo que ella quiera que se haga". "Es por eso que visito las aldeas y los mercados tradicionales, y que me encuentro con los habitantes de las riberas, los granjeros y los pescadores, porque quiero escuchar lo que quieren", explicó.

Otro rasgo de la personalidad de Widodo que cautivó a sus muchísimos partidarios jóvenes y del que dieron buena cuenta los medios internacionales, lo ponían sus peculiares gustos musicales. Lejos de confesar afición a los géneros autóctonos, tradicionales o modernos, del rico patrimonio musical de Indonesia, Jokowi se presentaba como un apasionado del rock occidental en su vertiente heavy metal, y más en concreto los subgéneros extreme. En su cuenta de Facebook, el candidato informaba de una larga lista de grupos favoritos de heavy, entre ellos Anthrax, Napalm Death, Metallica, Lamb of God y Megadeth, además de los más clásicos Deep Purple, Led Zeppelin, Judas Priest y Black Sabbath.

El 9 de julio de 2014, en una jornada de tranquilidad democrática, más de 133 millones de electores indonesios, el 69,6% del censo, acudió a votar para elegir al séptimo presidente de la República desde la independencia. A las pocas horas de cerrarse los colegios, Widodo, sobre la base de unos muestreos rápidos a pie de urna que no tenían carácter oficial, se apresuró a proclamarse vencedor. Poco después, Prabowo, desoyendo también la exhortación de Yudhoyono a ambos para que se abstuvieran de dar ese paso precipitado y aguardaran al anuncio de los resultados oficiales por la Comisión General de Elecciones, se declaró ganador a su vez.

El 20 de julio el mandatario saliente, para distender el ambiente de confusión y alejar el fantasma de unos enfrentamientos violentos entre partidarios de los respectivos candidatos, reunió a los dos contrincantes en el palacio presidencial de Yakarta para que escenificaran gestos de conciliación entre salutaciones y sonrisas. Sin embargo, la victoria de Widodo parecía segura y Yudhoyono instó a Prabowo a que diera su brazo a torcer y reconociera su derrota.

El líder del Gerindra, con la denuncia de que las votaciones habían sido fraudulentas, anunció que se retiraba del proceso electoral justo antes de publicar la Comisión General de Elecciones los resultados finales el 22 de julio. Tal como se esperaba, Widodo fue declarado ganador con el 53,1% de los votos. Exultante, Jokowi, que el 20 de octubre iba a tomar posesión de la Presidencia con un mandato de cinco años, comparó su triunfo con el "sueño americano", pues él, un hombre salido de las clases trabajadoras, iba a ser el primer jefe del Estado no extraído del Ejército o de las élites políticas.

(Cobertura informativa hasta 1/8/2014)