John Magufuli

El ganador, en octubre de 2015, de las quintas elecciones democráticas celebradas en Tanzania desde el final de la era del partido único en 1992 volvió a ser el candidato del Gobierno. John Magufuli, apodado El Bulldozer por su ímpetu constructor como ministro de Obras Públicas, retuvo para el Chama Cha Mapinduzi (CCM), formación socialdemócrata y en origen socialista creada por el padre de la independencia, Julius Nyerere, hace cuatro décadas, un poder que en estos comicios, más competitivos que nunca, disputó seriamente la coalición opositora UKAWA. Como quinto presidente del país surgido en 1964 de la fusión de Tanganyka y Zanzíbar, Magufuli, precedido por una reputación de hombre honrado y austero, hilvana un discurso sugestivo centrado en las promesas de descalabrar la corrupción -toda una lacra en esta nación de África oriental-, reorientar los gastos corrientes del Gobierno a la inversión social y explotar las ingentes reservas vírgenes de gas natural, actividad industrial que debería convertir el fuerte crecimiento de la economía, basada en las exportaciones de bienes primarios a China e India, en un instrumento efectivo para reducir la pobreza que aún padecen dos tercios de la población.

Tanzania, que nunca ha conocido el golpe de Estado o el yugo militar, tiene una merecida fama de país estable, libre de violencias de carácter étnico o religioso y, hasta ahora, inmune a las involuciones autoritarias a las que sucumben tantos gobiernos del continente, amén de ser un actor muy valioso en la pacificación de los conflictos africanos. Sin embargo, las grescas poselectorales no constituyen una rareza, y las elecciones de 2015 fueron un buen recordatorio de ello; así, el candidato de la UKAWA, Edward Lowassa, un ex primer ministro del CCM, no reconoció su derrota, mientras que las votaciones para el cargo de presidente del archipiélago zanzibarí, que goza de semi-autonomía y vive del turismo, fueron anuladas entre sospechas de que la victoria recayó, por primera vez, en la oposición. El 5 de noviembre Magufuli tomó el relevo en la jefatura del Estado a su correligionario Jakaya Kikwete, al que la Constitución no permitía optar a un tercer mandato quinquenal, y quien por el momento continúa como líder del CCM.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 5/1/2016. John Magufuli fue reelegido para un segundo mandato presidencial en las votaciones del 28/10/2020 y falleció en el ejercicio de sus funciones el 17/3/2021, a los 61 años de edad, posiblemente por complicaciones derivadas de la COVID-19, y tras meses de polémico protagonismo por su postura heterodoxa con respecto a la pandemia. Fue sucedido en la Presidencia de Tanzania por la hasta entonces vicepresidenta, Samia Suluhu).

1. Un ministro del CCM con reputación de honradez
2. Candidato victorioso del oficialismo en unas presidenciales con opciones para la oposición

1. Un ministro del CCM con reputación de honradez

Oriundo del distrito de Chato, en la parte noroccidental del país a orillas del lago Victoria, e hijo de campesinos de fe católica, su educación escolar transcurrió en los primeros años de la independencia nacional de Tanganyka, emancipada del Reino Unido en 1961 y, mediante su fusión con las islas de Zanzíbar, convertida en la actual República Unida de Tanzania en 1964. En 1982 culminó la secundaria con una titulación de Magisterio en Química y Matemáticas, que obtuvo en el actual Mkwawa University College of Education (MUCE). Durante un curso dio clases de esas asignaturas en una escuela de secundaria en el distrito de Sengerema. Posteriormente, una vez realizado el servicio militar, prosiguió su formación superior en la Universidad de Dar es Salaam, donde en 1988 completó un bachelor en Ciencias de la Educación, concretamente Matemáticas y Química. En 1989 se puso a trabajar como químico industrial en la Nyanza Cooperative Union (NCU), principal productor algodonero del país. En 1994, en parte en virtud de una estadía académica en la Universidad británica de Salford, se sacó la licenciatura en Química. En 2009 iba a añadir a su currículum el doctorado en esa disciplina, otorgado también por la Universidad de Dar es Salaam.

El joven químico era militante desde su creación del Chama Cha Mapinduzi (CCM, o Partido Estatal Revolucionario, en el idioma swahili), formación de ideario socialista y la única legal, creada en 1977 por el padre de la independencia, Julius Nyerere, mediante la fusión de la Unión Nacional Africana de Tanzania (TANU), gobernante en Tanganyka, es decir, la Tanzania continental, y el Partido Afro-Shirazi (ASP), gobernante en Zanzíbar, archipiélago del Índico que desde la unión estatal de 1964 gozaba de un estatus semiautónomo y basaba su economía en el turismo. Magufuli debutó en la política profesional en las elecciones generales de octubre y noviembre de 1995. Los comicios, primeros desde la abolición del monopolio político del CCM y la instauración de la democracia pluripartidista en 1992, le reportaron el escaño de miembro del Bunge o Asamblea Nacional, en representación de la circunscripción de Biharamulo East y Chato. Estas históricas votaciones supusieron también el relevo del segundo presidente de la República, Ali Hassan Mwinyi, por Benjamin Mkapa.

A finales de noviembre el nuevo jefe del Estado constituyó un Gobierno con Frederick Sumaye de primer ministro y Magufuli fue incorporado al mismo en calidad de viceministro de Obras Públicas. Transcurridos cinco años, en noviembre de 2000, el antiguo profesor de Química ganó la reelección en el Bunge y fue ascendido por Mkapa a miembro pleno del Gabinete. Como ministro de Obras Públicas, Magufuli se ganó una reputación de funcionario hacendoso, al promover y supervisar la ejecución de importantes proyectos de infraestructura, y a la vez íntegro, inasequible a la corrupción que podían propiciar, y de hecho lo hacían en otros departamentos del Gobierno, las licitaciones de contratas y los lucrativos acuerdos entre el Estado tanzano y los inversores privados.

La llegada a la Presidencia de Jakaya Kikwete, hasta entonces ministro de Exteriores, en diciembre de 2005 con el respaldo del 80% de los votantes supuso el traslado de Magufuli al Ministerio de Tierras, Vivienda y Asentamientos, cartera que pasó a portar en el Gabinete encabezado por Edward Lowassa. En febrero de 2008, a raíz de la renuncia de Lowassa, acusado de favorecer a un contratista estadounidense del sector eléctrico puesto en la picota por su pésimo servicio, y del nombramiento de Mizengo Pinda como nuevo primer ministro, Magufuli se hizo cargo del Ministerio de Desarrollo Agropecuario y Pesca. En noviembre de 2010, al arrancar Kikwete su segundo y definitivo mandato presidencial, obtenido en unas elecciones sobre las que pesó la denuncia de fraude de su principal adversario en las urnas -Willibrod Slaa, candidato del Partido por la Democracia y el Progreso (CHADEMA)-, Magufuli estuvo de vuelta al frente del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Comunicaciones.


2. Candidato victorioso del oficialismo en unas presidenciales con opciones para la oposición

En su segunda etapa como ministro de Obras Públicas, Magufuli acrecentó su popularidad y su fama de servidor público eficiente y probo. Su brioso programa de construcción y asfaltado de carreteras le hizo merecedor del apodo de Bulldozer, Tinga tinga en swahili. Sin embargo, no estaba considerado un peso pesado del oficialismo, al no formar parte del círculo íntimo de colaboradores del presidente Kikwete, ni tampoco de la cúpula dirigente del CCM. Este hándicap no disuadió al ministro de anunciar, el 3 de junio de 2015, su precandidatura para el proceso de elección primaria del CCM, del que debía salir el candidato del partido gubernamental para las elecciones presidenciales que tocaban en octubre. A las mismas ya no se presentaba Kikwete, que agotaba su segundo e improrrogable mandato de cinco años, tal como estipulaba la Constitución. La competición interna se presentaba de lo más apretada: nada menos que 42 miembros del partido, varios de ellos miembros del Ejecutivo y antiguos ministros, pusieron sus ambiciones sobre la mesa. Una vez cerrado el proceso de nominaciones, comenzó una criba de postulantes que se desarrolló en tres etapas.

Primero, el 2 de julio, el partido registró como precandidatos a 38 aspirantes y descalificó a otros cuatro que no habían presentado sus avales en regla. Luego, el 11 de julio, el Comité Central podó drásticamente la lista de precandidatos dejándola en cinco nombres, entre los que figuraba el de Magufuli. En la estacada quedaron tres ex primeros ministros, Frederick Sumaye, Edward Lowassa y Mizengo Pinda. Enfadados por lo que consideraban un veto arbitrario de la dirigencia del CCM a sus aspiraciones, los dos primeros dieron portazo al partido y se pasaron a la oposición. Otro de los descartados fue el mismísimo vicepresidente de la República, Muhammad Gharib Bilal, también antiguo ministro principal de Zanzíbar. La tercera criba la efectuó el 11 de julio el Comité Nacional Ejecutivo del CCM, que decidió apear de la contienda al actual ministro de Exteriores, Bernard Membe, y al viceministro de Comunicaciones, Ciencia y Tecnología, January Makamba.

Al final, quienes llegaron a la elección primaria propiamente dicha, una votación que tenía como colegio electoral a los casi 2.500 delegados del Congreso Nacional del partido, fueron Magufuli y dos mujeres: su colega del Gabinete Asha-Rose Migiro, ministra de Justicia y anteriormente de Exteriores; y la diplomática Amina Salum Ali, embajadora de la Unión Africana en Estados Unidos. Las eliminaciones previas de Lowassa, quien según todos los sondeos partía como el gran favorito, y de otros competidores más adelantados también como Membe y Pinda, dejaron a Magufuli en una situación de franca ventaja sobre sus rivales femeninas. Aunque cundió la impresión de que la precandidatura del ministro de Obras Públicas estaba teleguiada desde la Presidencia, Kikwete, quien se despedía del Ejecutivo quejándose de lo "estresante e ingrato" de esta década de ejercicio del poder, insistió en que él permanecía neutral y no favorecía a ningún pretendiente a sucederle. La primaria del 12 de julio tuvo como resultado la victoria de Magufuli con el 87% de los votos.

Las elecciones presidenciales, quintas de la era multipartidista, iban a tener lugar el 25 de octubre de 2015, a la vez que las legislativas y municipales. A diferencia de las ocasiones anteriores, el CCM hacía frente a una oposición mejor organizada y reunida bajo la bandera de la coalición UKAWA, donde, a pesar de las diferencias ideológicas y las rivalidades personales, confluyeron el CHADEMA, el Frente Cívico Unido (CUF), la Liga Nacional por la Democracia (NLD) y la Convención Nacional para la Construcción y la Reforma (NCCR-Mageuzi). La candidatura presidencial de la UKAWA recayó en Lowassa, el recién desertado dirigente del CCM, lo que no sentó nada bien al líder del CUF, Ibrahim Lipumba, quien fuera candidato presidencial en las cuatro veces anteriores, cuando quedó segundo o tercero.

El 29 de julio el CCM, los partidos de la UKAWA -salvo el CUF, que retrasó su rúbrica para más adelante- y otras 17 formaciones firmaron con la Comisión Nacional Electoral (NEC) un Código de Conducta encaminado a asegurar el buen desarrollo del proceso electoral y la tranquilidad del escrutinio. El pacto tomaba en especial consideración las elecciones en Zanzíbar, donde había una tradición de fraudes y violencias que enfrentaba a las ramas locales del CCM, en el Gobierno, y el CUF, en la oposición y partidario de dotar al archipiélago de un mayor autogobierno.

Aunque en 2010 las dos agrupaciones isleñas habían adoptado un pacto de tregua que posibilitó unas votaciones pacíficas seguidas de un reparto del poder, ahora, el rebrote de las tensiones a causa de las intimidaciones ejercidas por las fuerzas de seguridad a las órdenes del presidente autonómico del CCM, Ali Muhammad Shein, hacía temer una repetición aquí de los graves disturbios de 2000 y 2005, en los que el CUF sufrió una sangrienta represión con el resultado de decenas de muertos y cientos de exiliados. El código de buena conducta tampoco perdía de vista la eventualidad de reacciones adversas de los perdedores de las elecciones en Dodoma, más tras la postergación sin fecha del referéndum, inicialmente previsto para el 30 de abril, que debía aprobar un paquete de reformas constitucionales de importante calado político, como la creación de una Comisión Electoral Independiente y la posibilidad de impugnar ante la justicia los resultados de una elección presidencial.

Los sondeos de opinión publicados confirmaron que Magufuli iba claramente por delante de Lowassa, pero la intención de voto para el opositor de nuevo cuño superaba sustancialmente los pobres porcentajes sacados por los veteranos Ibrahim Lipumba (CUF), Augustine Mrema (NCCR-Mageuzi) y Willibrod Slaa (CHADEMA) entre 1995 y 2010. El candidato del poder basó su campaña en la promesa de conferir un nuevo ímpetu a las políticas gubernamentales para sacar a Tanzania de sus endémicos atraso y subdesarrollo.

En particular, habló de solucionar los serios problemas en el suministro eléctrico, de brindar educación pública gratuita en todos los tramos escolares y de acelerar, atrayendo las inversiones necesarias, la explotación de las abundantes reservas de gas natural, nueva industria extractiva, por el momento en pañales, que debía sumarse a la del pujante sector minero (oro, platino, diamantes, grafito) e incrementar los buenos datos del PIB, cuyo crecimiento promedio en la última década venía superando el 6% (en 2013 y 2014 la tasa había llegado al 7%), si bien este magnífico registro no estaba teniendo apenas incidencia en la reducción de los volúmenes de pobreza, presente en las vidas de dos de cada tres tanzanos. La agricultura, basada en una tierra de la que el Estado era por ley el único propietario, seguía empleando al 80% de la fuerza laboral, además de aportar el 85% de las exportaciones.

Por supuesto, y más tratándose de él, dada su reputación de honradez y austeridad, Magufuli prometió meter la tijera en los gastos suntuarios del Gobierno y combatir a fondo la corrupción, verdadera lacra nacional y fuente constante de escándalos políticos y empresariales, con la consiguiente obstaculización del desembolso de fondos por unos donantes internacionales que sí tenían la voluntad de ayudar al país más populoso de África oriental, lo que requeriría la puesta en marcha de un tribunal penal ad hoc. Por otro lado, en sus mítines, El Bulldozer sorprendió a la concurrencia con tablas de flexiones corporales, que realizaba sobre el entarimado; según él, se trataba de refutar las alegaciones de sus detractores de que no estaba en buenas condiciones físicas. Tampoco dejó de subrayar sus orígenes humildes, e insistió en que él tenía vocación de "servir".

La jornada electoral del 25 de octubre de 2015 transcurrió sin incidentes significativos, si bien el CHADEMA denunció que agentes policiales entraron en sus oficinas de seguimiento electoral en Dar es Salaam y arrestaron a varios ocupantes. El 29 de octubre el NEC dio a conocer los resultados finales: Magufuli, que justamente este día cumplía los 56, era el nuevo presidente de Tanzania con el 58,5% de los votos, mientras que Lowassa había obtenido el 40%. Seis candidatos testimoniales se repartieron el punto y medio restante. La participación quedó fijada en el 67,3%. En cuanto a los comicios al Bunge, el CCM retuvo su hegemonía con 252 de los 367 escaños. Aun antes de conocer los datos oficiales del NEC, Lowassa voceó que se habían cometido cierto cúmulo de irregularidades y demandó un recuento que no fue aceptado.

La Comisión Electoral Zanzibarí (ZEC), en cambio, apreció "serias violaciones de la ley electoral" en la elección presidencial de la entidad semi-autónoma, donde el titular reeleccionista, Ali Muhammad Shein, se enfrentaba a su propio vicepresidente así como secretario general del CUF, Seif Sharif Hamad, quien ya iba por su quinta tentativa en estas lides. La ZEC tomó la decisión de anular la elección presidencial zanzibarí con el argumento principal de que Hamad había conculcado la normativa electoral al proclamarse vencedor sin aguardar a conocer los resultados oficiales. Esta anulación sorprendió e inquietó a los diplomáticos y monitores de Estados Unidos, la Unión Europea y la Unión Africana, que no habían detectado maniobras sospechosas el día de las votaciones. Todo indicaba que el CCM, si bien había ganado sin discusión las presidenciales de la Unión, había perdido las presidenciales zanzibaríes.

El 5 de noviembre Magufuli tomó posesión de la jefatura del Estado tanzano con un mandato de cinco años. Junto con él lo hizo la primera mujer vicepresidenta de la República, Samia Suluhu, la ministra de Estado para Asuntos de la Unión así como musulmana de Zanzíbar, una religión y una procedencia compartidas por sus tres predecesores en el cargo desde 1995, Omar Ali Juma, Ali Muhammad Shein y Muhammad Gharib Bilal. A la ceremonia de inauguración en Dar es Salaam (la verdadera capital política del país, por más que la capitalidad administrativa recaiga, desde 1974, en Dodoma) asistieron varios mandatarios africanos, pero fue boicoteada por Lowassa y otros líderes opositores. Una vez investido presidente, Magufuli declaró a los medios: "Prometo trabajar lo mejor que pueda para cumplir con mis compromisos electorales (...) Somos conscientes de la confianza y de la enorme responsabilidad que habéis depositado en nosotros, pero con la guía de Dios, la cooperación de la gente y buena voluntad, nuestra nación puede prosperar". El 20 de noviembre Magufuli constituyó un nuevo Gobierno donde el puesto de primer ministro fue para Kassim Majaliwa.

El quinto presidente de Tanzania está casado con Janet Magufuli y es padre de cinco hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2016)