João Lourenço

En septiembre de 2017 Angola, por primera vez en 38 años, estrena presidente: João Lourenço, cabeza de la lista ganadora de las votaciones legislativas del 23 de agosto, el Movimiento Popular de Liberación (MPLA, en el poder desde la independencia nacional en 1975), y por tanto, de manera automática, jefe del Estado electo. El hasta ahora número dos del MPLA y ministro de Defensa es el sucesor escogido por José Eduardo dos Santos, el segundo presidente de república más veterano de África y del mundo -tras el ecuatoguineano Obiang-, quien ha dejado clara su confianza en este general en la reserva curtido de las guerras de descolonización contra Portugal y civil contra la guerrilla, hoy partido legal, de la UNITA. Aunque no siempre fue así, pues en 2003 una autopostulación a la sucesión al socaire de un engañoso anuncio de retirada hecho por dos Santos costó a Lourenço su cese como secretario general del MPLA y una década en el segundo plano comparable al ostracismo.

Los seguidores de la actualidad de la petrolera Angola, país de contrastes brutales, con una capital, Luanda, convertida en el escaparate del enriquecimiento desaforado de las élites y una mayoría de ciudadanos expuestos a las peores penurias del subdesarrollo, escrutan la personalidad y las credenciales de Lourenço, alias JLo, descrito como un dirigente riguroso de la vieja guardia del MPLA, con mentalidad militar y ajeno al afán de lucro y las corruptelas caros a muchos altos mandos del régimen, para intentar avanzar si su presidencia traerá cambios o más bien supondrá continuidad.

El país que pasa a pilotar Lourenço vive ahora mismo una situación económica negativa, con los ingresos del petróleo desplomados, el crecimiento del PIB apenas despegado de cero (en 2007 el boom del crudo llegó a dejar una tasa del 22%), la moneda depreciada, y el déficit y la deuda rampantes. Se aprecian aquí las consecuencias de la escasa diversificación económica, la mala gestión y la falta de previsión, por no hablar de la pésima redistribución de las ganancias de los días de bonanza. A esta coyuntura que frena el desarrollo del país lusófono y agudiza la inequidad social se le suma un sistema político poco evolucionado. El MPLA, antaño marxista y hoy presentado como socialista democrático, sigue funcionando en buena medida como un partido-Estado que restringe las libertades públicas, coarta el pluralismo, persigue opositores y bloquea cualquier posibilidad de alternancia. En virtud de la Constitución de 2010 y marcando el contrapunto en la región, el país no celebra elecciones presidenciales directas, las cuales solo tuvieron lugar una vez, en 1992.

Se supone que Lourenço, quien goza de respeto y prestigio en las filas del MPLA, no hará nada que ponga en peligro la hegemonía política de su agrupación, pero durante la campaña electoral recalcó que aplicará "mano dura" en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción, y dio a entender que no será la marioneta de nadie. Unas manifestaciones que han de ponerse en los contextos de la continuidad, por el momento, de dos Santos como jefe de la formación gobernante y del imperio económico levantado, entre denuncias de nepotismo y corrupción, por su familia, donde destacan sus hijos Isabel, la cresa inversionista internacional y presidenta de la petrolera estatal Sonangol, y José Filomeno, al frente del Fondo Soberano de Angola; ambos sonaron en su momento como posibles herederos políticos de su padre, quien finalmente no ha fundado una dinastía republicana. Claro que, por otro lado, dos Santos lega a Lourenço una nación en paz tras muchos años de terribles violencias y un elenco de relaciones internacionales excepcional: Angola mantiene estrechas relaciones de amistad y cooperación con prácticamente todo el mundo, desde Estados Unidos y la UE a Rusia y la omnipresente China, que es ya el principal proveedor y cliente comercial.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 29/8/2017. En las elecciones del 24/8/2022 João Lourenço ganó, con el 51,2% de los votos, un segundo mandato de cinco años como presidente de Angola).

1. Alto mando del ala militar del MPLA
2. Heredero del presidente dos Santos

1. Alto mando del ala militar del MPLA

Natural de Lobito, ciudad costera al sur de Luanda, nació en el seno de una familia de una decena de hermanos formada por un enfermero y una costurera comprometidos con la causa de la descolonización y la independencia de la entonces Provincia Ultramarina de Angola, creada por el régimen salazarista en 1951 como parte integral de la República Portuguesa. El muchacho asistió a las escuelas primaria y secundaria en la provincia de Bié y en Luanda, y luego estudió en el Instituto Industrial de la capital. Bajo el estímulo de su padre, conocedor de las prisiones portuguesas a causa de sus actividades nacionalistas clandestinas, en agosto de 1974, con 20 años, Lourenço decidió unirse a la lucha armada del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), el partido-guerrilla de ideario marxista prosoviético fundado por Agostinho Neto y Mário de Andrade en 1956.

Su bautismo de fuego en el frente de operaciones de Cabinda, enclave angoleño encajado entre los dos Congos, echó a andar su historial como combatiente y comisario político del MPLA, primero contra el Ejército portugués y a continuación, tras conceder el Gobierno Provisional de Lisboa, salido de la Revolución de los Claveles de 1974, la independencia del país en noviembre de 1975, contra los movimientos guerrilleros rivales del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA, armado por China y Zaire) y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA, sostenida por Estados Unidos y Sudáfrica).

La consolidación del poder gubernamental del MPLA en Luanda mientras las fuerzas de la UNITA y el FNLA eran obligadas a batallar en las regiones periféricas y del interior permitió al presidente Neto sentar las bases de un régimen dictatorial de partido único, tributario de Moscú y férreamente movilizado para combatir a sus enemigos en la brutal guerra civil. En estos años de plomo, cuando la desventurada Angola ponía uno de los principales tableros de ajedrez del Tercer Mundo de los que las superpotencias se valían para librar su pugna geopolítica eludiendo el enfrentamiento directo, Lourenço fue uno de los muchos jóvenes reclutados por el MPLA para surtir sus cuadros político-militares.

Siguiendo un esquema formativo típico en los movimientos de liberación africanos protegidos por la URSS, Lourenço fue enviado en 1978 a Moscú para recibir instrucción superior, tanto lectiva como castrense. Durante cuatro años asistió a las aulas de la Academia Político-Militar Lenin, de la que salió con una graduación en Ciencias Históricas, un buen conocimiento de los idiomas ruso, inglés y español, y una capacitación como oficial de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA). En septiembre de 1979 el futuro dirigente se enteró del fallecimiento en la misma Moscú del presidente Neto, víctima de una enfermedad terminal, y de la asunción en Luanda de las jefaturas del partido y el Estado por un lugarteniente de su entera confianza, José Eduardo dos Santos.

Una vez de vuelta a casa en 1982, Lourenço se reincorporó al servicio activo de las FAPLA. Luciendo los galones de general de artillería, participó en las acciones de guerra contra la UNITA de Jonas Savimbi en los frentes del interior del país y fue comandante de operaciones en el área de Huambo hasta 1983, año en que recibió el mando de la III Región Militar y el Comisariado Provincial de Moxico, oficina desde la que aleccionó la moral de los soldados y vigiló su lealtad ideológica al régimen. En 1984 su carrera tomó un cariz más político al recibir los nombramientos de gobernador de Moxico, primer secretario del Comité del MPLA en la provincia y miembro de la Asamblea del Pueblo o Parlamento.

Dos años más tarde, pasó a ser la máxima autoridad del partido y el Gobierno en la provincia de Benguela, y en 1990 recuperó temporalmente los cometidos militares como jefe de la Dirección Política Nacional de las FAPLA, que hasta su evacuación por etapas entre 1989 y 1991 tuvieron como aliados excepcionalmente valiosos a los 45.000 soldados del contingente expedicionario cubano. En tanto que general, Lourenço participó en la aplicación, erizada de dificultades y riesgos, de los Acuerdos de Bicesse o Estoril, un tratado de paz suscrito el 31 de mayo de 1991 en la antigua metrópoli colonial por dos Santos y Savimbi al socaire del final de la Guerra Fría y que, bajo la supervisión de la ONU, pretendía poner fin inmediato a una devastadora contienda civil de 16 años, desmovilizar a los efectivos de la UNITA, reinsertar al grueso de los guerrilleros en la sociedad civil, formar con los efectivos restantes, sumándolos a las FAPLA, unas Fuerzas Armadas Angoleñas (FAA) y, culminando el proceso de reconciliación, celebrar las primeras elecciones democráticas en la historia del país.

Lourenço ascendió a miembro del Secretariado del Buró Político del MPLA, encargándose del área de Información, en 1992, el año decisivo de la transición política. El 29 y el 30 de septiembre tuvieron lugar las elecciones generales pluralistas, a las que llegaron un MPLA formalmente desmarxistizado y adherido tanto a la socialdemocracia avanzada como a la economía de mercado, y una UNITA transformada en partido legal y profundamente recelosa de la clara supremacía política de su adversario. Lo que vino después escribió una de las páginas más trágicas de la crónica del continente: dos Santos, en las presidenciales, y el MPLA, en las legislativas, se proclamaron vencedores, Savimbi y sus huestes no aceptaron los resultados provisionales y Angola volvió a sumergirse en la guerra civil, una segunda fase de las hostilidades aún más mortífera que la anterior y que, con un precario paréntesis entre 1994 y 1998, no acabó definitivamente hasta 2002 gracias a la muerte en combate del líder histórico de la UNITA, Savimbi, y en paralelo a la conclusión también de la masiva intervención angoleña en la Segunda Guerra del Congo.

En 1993 Lourenço añadió a sus funciones la jefatura del grupo parlamentario del MPLA en la Asamblea Nacional. Como presidente del hemiciclo, organizó el regreso al mismo, aunque por corto tiempo, de los 77 diputados de la UNITA electos desde 1992, mientras se constituía el largamente pospuesto Gobierno de Unidad y Reconstrucción Nacional (GURN). Esta esperanzadora mudanza institucional tuvo lugar en abril de 1997, año en que Lourenço permutó en el Buró Político del partido la Secretaría de Información por la de Economía, y entró en colapso en septiembre de 1998, cuando los representantes de Savimbi fueron expulsados de la Asamblea, castigo político que puso preámbulo a la reanudación de los combates a gran escala entre las FAA y la UNITA.

En el IV Congreso ordinario del MPLA, celebrado en diciembre de 1998 y que sirvió para clarificar la base ideológica del partido, definido como socialista democrático, Lourenço fue elevado a la posición de secretario general. Entonces, la promoción de Lourenço se interpretó como una clara señal de que dos Santos contemplaba al general licenciado como un potencial sucesor suyo en algún momento del futuro. En agosto de 2001 el presidente alentó las especulaciones en tal sentido al anunciar a los miembros del Comité Central que no deseaba ser el candidato del partido a la Presidencia en las próximas elecciones, en principio previstas para 2002 o 2003, si bien este calendario no iba a cumplirse.

En agosto de 2003, con el país tratando de recuperarse de los terribles estragos de la guerra civil y la UNITA, ahora liderada por Isaías Samakuva, comprometida con el juego parlamentario tras recibir del MPLA una amnistía general y plenas garantías a su libre actividad política, Lourenço tomó la voz para comunicar su interés en la candidatura presidencial. El paso adelante dado por el secretario general del partido exudaba precaución, pero de todas maneras resultó ser precipitado y en falso.

Con su anuncio de 2001, dos Santos, que en realidad no tenía ninguna intención de abandonar el poder, únicamente había pretendido que los altos oficiales a sus órdenes desvelaran sus ambiciones. En noviembre de 2003 dos Santos matizó que su eventual retirada era tan solo "una cuestión abierta" y en diciembre siguiente el V Congreso del MPLA deparó la baja de Lourenço en la Secretaría General, entregada a un fidelísimo de dos Santos, Juliåo Mateus Paulo, alias Dino Matross. De esta manera, Lourenço fue sancionado pero en absoluto purgado, pues siguió siendo miembro del Buró Político y el Comité Central, amén de estrenar el puesto, a modo de consolación, de vicepresidente primero de la Asamblea Nacional.

Desde este momento, Lourenço permaneció una década en la sombra, como apartado de la primera línea de la política. En dicho período, Angola, partiendo de la condición de país exangüe tras décadas de guerras, paupérrimo y subdesarrollado como los que más en África, conoció un extraordinario auge económico por los ingresos que le reportaban las exportaciones petrolíferas, que alcanzaron su pico en 2007, para luego retroceder en el contexto de la crisis financiera global y la Gran Recesión.

Este boom del hidrocarburo iba de la mano de unas excelentes relaciones con las principales potencias internacionales (Estados Unidos, UE, China, Rusia), pero era el fermento también de gestiones desordenadas, súbitos enriquecimientos personales y corrupción desaforada en las más altas esferas del régimen. Según los retratos periodísticos trazados del político cuando su encumbramiento por etapas años después, Lourenço se mantuvo al margen de la fiebre petrolera y de los negocios que se apoderó de muchos mandos del MPLA y que de manera singular permitió a la hija empresaria del presidente, Isabel dos Santos, protagonista de una frenética secuencia de inversiones y adquisiciones de paquetes accionariales en Angola y el extranjero -particularmente en Portugal-, convertirse en la patrona de un vasto emporio corporativo y en la mujer más rica de África. En 2016 Isabel iba a ser nombrada presidenta del Consejo de Administración de la empresa estatal de petróleos Sonangol, en tanto que su hermano José Filomeno ya dirigía desde 2013 el Fondo Soberano de Angola (FSDEA).

Lo cierto era que mientras que las élites del MPLA no sabían qué hacer con tanto dinero amasado con la colaboración de las compañías foráneas que accedían a todo tipo de exigencias de las autoridades para conseguir sus contratos y licencias de explotación, el angoleño de a pie sufría carencias básicas de todo tipo y era presa fácil de epidemias mortales como las del cólera y el virus Marburg.

En la esfera política, Angola, bajo la incombustible batuta de José Eduardo dos Santos, permaneció en una especie de letargo pseudodemocrático. El estado de guerra con la UNITA había dado al régimen la excusa para postergar repetidamente las que debían ser las segundas elecciones generales. Hasta septiembre de 2008, transcurridos seis años ya desde la desmovilización y la reintegración al orden civil de la que fuera feroz guerrilla anticomunista, el Gobierno no se dignó a celebrar unos comicios solo legislativos y que otorgaron al MPLA una resonante mayoría absoluta de 191 asambleístas; la UNITA, el FNLA, el Partido de la Renovación Social (PRS) y la Nueva Democracia Unión Electoral (NDUE) se repartieron con resignación los 29 escaños restantes, mientras que los observadores internacionales emitieron unos dictámenes dispares sobre la calidad de las votaciones. De manera automática, dos Santos fue renovado en la Presidencia.

Las siguientes elecciones tocaban en 2012, pero en mitad de la legislatura, en enero de 2010, el MPLA hizo valer su abrumadora mayoría parlamentaria para promulgar una nueva Constitución, la tercera desde la independencia, cuyas novedades principales eran la concentración de todos los poderes ejecutivos en el presidente de la República, lo que suponía la abolición del puesto de primer ministro (desde 2008 desempeñado por Paulo Kassoma), y la eliminación también de la elección presidencial directa: en lo sucesivo, el jefe del Estado sería el cabeza de la lista más votada en las elecciones legislativas. Con estos mimbres legales, dos Santos y el MPLA acudieron seguros de su victoria a las elecciones del 31 de agosto de 2012.

El partido sacó 175 escaños y el 26 de septiembre siguiente su líder, indiferente a las denuncias de irregularidades por la oposición, prestó juramento para conducir el país por cinco años más. Según el texto constitucional, que hacía tabla rasa del largo ejercicio presidencial desde 1979 hasta el presente, dos Santos estaba facultado para presentarse a un mandato quinquenal adicional en 2017, así que en teoría el ya septuagenario dirigente podría seguir en el poder hasta 2022. Sin embargo, aquel hipotético escenario no iba a realizarse.


2. Heredero del presidente dos Santos

El 22 de abril de 2014 Lourenço fue sacado de la opacidad, diríase que rehabilitado, por dos Santos, que le nombró ministro de Defensa en lugar de Cândido Pereira dos Santos Van-Dúnem. Súbitamente, los observadores recordaron que el general de tres estrellas en la reserva era un sólido veterano de la vieja guardia del MPLA hecho por y para la disciplina, un hombre acostumbrado a dar y recibir órdenes en la cadena de mando. A diferencia de la mayoría de sus colegas de la cúpula, estaba libre de sombras de corrupción y ni siquiera parecía interesado en el lucro fácil. Pero, por otro lado, JLo -alias que los medios internacionales iban a emplear con frecuencia a partir de entonces- tampoco era sospechoso de contemplar una apertura política del régimen, diana recurrente de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos; más bien, todo lo contrario. Como dos Santos, carecía de carisma al uso y destilaba seriedad, pero su estilo parecía más pedestre, sin el laconismo afectado de aquel.

El 11 de marzo de 2016 dos Santos, a los 73 años y tras casi 37 en el poder, lo que le convertía en el segundo mandatario más longevo de África por detrás del ecuatoguineano Teodoro Obiang, transmitió al Comité Central del partido su decisión de "abandonar la vida política en 2018". El dirigente no aclaró si sería candidato en las elecciones legislativas de 2017. Considerando los antecedente, el anuncio de retirada debía tomarse con cautela. Al cabo de unos meses, en julio de 2016, el MPLA hizo un anuncio que generó lógicas evocaciones de la retractación de 2003: dos Santos era el único candidato al puesto de presidente del partido de cara al VII Congreso ordinario, primero desde 2009.

El 19 de agosto, en efecto, dos Santos fue reelegido jefe del MPLA por práctica aclamación, con el 99,6% de los votos de los congresistas. Esta demostración de poder alentó en algunos la creencia de que dos Santos estaba decidido a encabezar el partido en los comicios del año siguiente y por tanto, puesto que la victoria del MPLA se daba por hecha, a estrenar el que sería su último mandato constitucional. Ahora bien, en el mismo cónclave, Lourenço fue elegido vicepresidente del partido, nueva indicación de que dos Santos tenía en alta estima las credenciales y las capacidades de su ministro de Defensa 12 años más joven.

Si dos Santos, tal como había afirmado en marzo, estaba preparando su completa sucesión en 2018, resultaba obvio que prefería a Lourenço sobre el vicepresidente de la República desde 2012, Manuel Domingos Vicente, antiguo presidente del Consejo de Sonangol y un experto economista no fogueado en la lucha revolucionaria de liberación nacional y sin pedigrí militar. A estas alturas del curso político, las pasadas elucubraciones sobre las opciones de Isabel y José Filomeno dos Santos como herederos de una potencial dinastía republicana a la angoleña (siguiendo así la estela de las implantadas por las familias Kabila en Congo-Kinshasa, Gnassingbé Eyadéma en Togo y Bongo en Gabón) carecían ya de fundamento.

Las renovadas especulaciones sucesorias en favor de Lourenço se tornaron certeza en diciembre de 2016. El día 2, dos Santos salió a zanjar los rumores contrapuestos y manifestó a las claras que no sería abanderado electoral. A la vez, el Comité Central del MPLA propuso al ministro de Defensa para dicho cometido. El día 10, en la ceremonia del sexagésimo aniversario de su fundación, el MPLA presentó la candidatura presidencial de Lourenço, al que acompañaba no el devaluado Manuel Domingos Vicente, sino Bornito de Sousa, actual ministro de Administración Territorial, como aspirante a la Vicepresidencia. El 3 de febrero de 2017, días antes de enterarse Vicente de que la justicia portuguesa le imputaba unos delitos de corrupción, blanqueamiento de capitales y falsificación, el Buró Político del MPLA proclamó oficialmente a su número dos cabeza de lista para las elecciones a la Asamblea, que finalmente iban a tener lugar el 23 de agosto.

A lo largo de la campaña electoral, en la que dos Santos, haciendo un paréntesis en sus idas y venidas de Barcelona para someterse a "chequeos médicos regulares", tuvo una presencia activa, Lourenço habló de "consolidación de la democracia", de "fortalecimiento de la economía" y de búsqueda de un "milagro económico", en una coyuntura francamente negativa por el desplome de los ingresos petroleros, así como, aspectos de su discurso que llamaron particularmente la atención, de "mano dura" y "guerra sin tregua" contra los traficantes de droga, y de "lucha contra la corrupción".

Sin sorpresas, las votaciones a la Asamblea se saldaron con el triunfo holgado del MPLA; Lourenço sería presidente de Angola. De acuerdo con los resultados provisionales facilitados por la Comisión Nacional Electoral (CNE), la formación gobernante se quedaba con 150 escaños, 25 menos que la vez anterior pero de todas maneras una amplia mayoría absoluta, seguida por la UNITA de Samakuva (51 diputados, 19 más que en 2012), la Convergencia Amplia de Salvación de Angola-Coalición Electoral (CASA-CE) de Abel Chivukuvuku (16 escaños), el PRS de Eduardo Kuangana (dos escaños) y el FNLA de Ngola Kabangu (un escaño)

João Lourenço está divorciado de Ana Afonso Dias Lourenço, con la que fue padre de seis hijos. Dias, formada como economista y con una dilatada hoja de servicios al Gobierno y el Estado angoleños, sirve actualmente como diputada del MPLA y, entre otros altos cargos de corte tecnocrático, fue ministra de Planificación así como representante nacional en las Juntas de Gobernadores del Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo (BAD).

(Cobertura informativa hasta 1/9/2017)