Joachim Gauck

El 18 de marzo de 2012 la Asamblea Federal de Alemania se reunió por tercera vez en tres años –cuando lo normal es que lo haga una vez cada lustro- para elegir presidente de la República, el undécimo desde 1949, a Joachim Gauck, de 72 años. Ex pastor luterano y opositor de última hora bajo el régimen de la RDA, tras la unificación Gauck gestionó los archivos de la antigua policía política germanooriental, la Stasi, labor que cimentó una reputación de persona íntegra e identificada con el legado moral de la lucha contra la dictadura. El nuevo jefe del Estado alemán es un abogado de la toma de conciencia de los crímenes del comunismo y un activista contra toda forma de extremismo en democracia. Aunque políticamente independiente, su perfil es conservador, rasgo que no impidió al SPD y Los Verdes presentarlo desde la oposición como su candidato en las elecciones presidenciales de 2010; convocadas por la renuncia del anterior titular, Horst Köhler, a raíz de unas polémicas declaraciones sobre los intereses comerciales alemanes en Afganistán, aquella elección indirecta fue ganada en tercera votación por el postulante del Gobierno Merkel, el democristiano Christian Wulff.

Dos años después, la deshonrosa dimisión de Wulff, acusado de aceptar sobornos de un empresario en su etapa de ministro-presidente de Baja Sajonia, relanzó a Gauck como el candidato de consenso de las principales fuerzas políticas para devolver a la Presidencia, una oficina de naturaleza simbólica y representativa, la autoridad y el prestigio perdidos en el último bienio. Poco menos que impuesto por el socio menor del Gobierno federal, el FDP, a la remisa CDU/CSU de Merkel, y con el respaldo de socialdemócratas y verdes, Gauck se impuso con facilidad a sus adversarios de La Izquierda y del ultraderechista NPD. Las invocaciones del europeísmo, la cultura democrática y la convivencia armoniosa de diferentes religiones y lenguas dentro del Estado caracterizaron el discurso inaugural, el 23 de marzo, de Gauck, que es el primer presidente sin filiación partidista y nativo del Este. De esta manera, por primera vez, los dos altos puestos ejecutivos de la RFA, Gauck y la canciller Merkel (hija a su vez de otro reverendo luterano), son ocupados por protestantes oriundos de la RDA.

(Texto actualizado hasta marzo 2012)

1. Custodio de la memoria histórica de la RDA
2. Presidente federal de Alemania para lustrar la institución


1. Custodio de la memoria histórica de la RDA

Hijo de un antiguo capitán de la Armada nazi y empleado de astillero que entre 1951 y 1955 estuvo prisionero en un gulag soviético en Siberia por sus ideas anticomunistas, tras completar la enseñanza secundaria emprendió estudios de Teología en la Universidad de su Rostock natal atraído por la posibilidad de adquirir una preparación filosófica sin intromisiones de la ideología marxista, omnipresente en la República Democrática Alemana. Sus opciones universitarias eran bastante limitadas a causa del expediente familiar y desde el momento en que rehusó unirse a la Freie Deutsche Jugend, las juventudes del partido gobernante, el de la Unidad Socialista (SED). Una vez en las aulas, sintió la vocación sacerdotal y tomó el paso de ordenarse pastor luterano.

El joven Gauck empezó a ejercer su ministerio en 1965 en Rostock, vigilado muy de cerca por la seguridad del Estado, la Stasi. Aunque rigurosamente fichado y espiado, el clérigo no sufrió nunca represalias personales por parte de la policía política de un régimen que apenas toleraba las actividades de las iglesias. Durante muchos años Gauck mantuvo su desafección política soterrada y no fue un militante de la disidencia. El repudio a la dictadura prosoviética salió a relucir en las vicisitudes de la familia formada con su esposa desde 1959, Gerhild, apellidada de soltera Radtke: de los cuatro hijos que tuvo con ella, los tres mayores, Christian, Martin y Gesine, optaron por marcharse a Alemania Occidental en la década de los ochenta por la fuerte discriminación educativa y profesional a que les sometían las autoridades.

Gauck no manifestó abiertamente su oposición al régimen hasta que este ya se tambaleaba por el empuje de la vasta protesta popular iniciada en septiembre de 1989. A principios de noviembre, días antes de la caída del Muro de Berlín, el reverendo ingresó en el Neues Forum, primer movimiento político de oposición fuera de la Iglesia Protestante, puesto en marcha por un grupo de intelectuales disidentes. Gauck asumió tareas de portavoz en el Foro, que en febrero de 1990 se integró con un ministro sin cartera en el Gobierno de concentración encabezado por el ex comunista Hans Modrow y constituyó la Alianza 90 (Bündnis 90) con otros dos movimientos opositores con similares planteamientos pacifistas y democráticos, Democracia Ahora y la Iniciativa por la Paz y los Derechos Humanos.

Gauck dejó los hábitos eclesiásticos para concurrir en las históricas elecciones libres del 18 de marzo de 1990 como candidato de Alianza 90. Él y otros once compañeros estrenaron el escaño en la Cámara Popular (Volkskammer) de la RDA, en una legislatura destinada a tener corta vida. El 2 de octubre de 1990, horas antes de la disolución de la RDA, la Volkskammer nombró a Gauck Representante Especial para la custodia de los Archivos de la Stasi, donde estaban las fichas de millones de ciudadanos, entre ellos muchos confidentes y colaboradores de la Policía. Este enorme repositorio de información, imprescindible para depurar responsabilidades por violaciones de los Derechos Humanos llegado el caso, no escapó a la atención de los manifestantes, que el 15 de enero asaltaron el cuartel general berlinés tras enterarse de que los archiveros de la Stasi habían comenzado a destruir las fichas. Sin embargo, en la turba enfurecida estaban infiltrados varios agentes de la propia Stasi, que, según se dijo entonces, aprovecharon el tumulto para incautar material comprometedor.

El 4 de octubre, nada más producirse la unificación con la RFA, las máximas autoridades federales, el presidente Richard von Weizsäcker y el canciller Helmut Kohl, confirmaron a Gauck en su cometido. Ello requirió renunciar al asiento estrenado en la víspera en el Bundestag, al ser él uno de los parlamentarios de la RDA transferidos al Parlamento de la RFA como parte del proceso de reunificación, hasta las elecciones panalemanas de diciembre.

Bajo la denominación de Comisionado Federal para los Registros del Servicio de Seguridad del Estado de la antigua República Democrática Alemana (BstU), Gauck desempeñó una labor singular donde se juntaban la burocracia, la memoria histórica y una cierta cualidad moral. En 1992, tras un encendido debate político sobre la conveniencia de dar ese paso por los riesgos de revanchismo y persecución ideológica que pudiera acarrear, el Gobierno autorizó a Gauck la apertura de los Archivos para que cualquier ciudadano procedente de la RDA pudiera ver su antigua ficha policial y para que los historiadores tuvieran acceso a un material indudablemente valioso. La desclasificación operada por Gauck permitió sacar a la luz muchos de los abusos y crímenes de la Stasi, registrados en un inmenso patrimonio documental que incluía 39 millones de archivos, 1,4 millones de fotografías, 164.000 grabaciones y 7.800 disquetes.

En octubre de 1995 Gauck fue reelegido por el Bundestag para un segundo y definitivo mandato de cinco años. A su término, el 10 de octubre de 2000, pasó el testigo a Marianne Birthler, una paisana germanooriental y procedente igualmente de la Alianza 90, desde 1993 fusionada con Los Verdes (Die Grünen). También en 2000, tras nueve años separado de su esposa (el matrimonio no había llegado a anularse), el ya sesentón formó pareja de hecho con la periodista y filóloga Daniela Schadt, 20 años más joven. En la década que siguió, Gauck ejerció en la televisión pública alemana como moderador de un programa de entrevistas, siguió publicando libros y artículos centrados en la denuncia de la naturaleza criminal del antiguo régimen de la RDA, y se mantuvo activo en organizaciones relacionadas con la memoria histórica y el combate moral a las organizaciones extremistas de izquierda y de derecha. Asimismo, fue enriqueciendo un palmarés de distinciones y premios en reconocimiento a su trayectoria.

Entre 2001 y 2004 Gauck fue miembro alemán del Consejo del Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia en Viena. En 2003 asumió la presidencia de Contra el Olvido-Por la Democracia (Gegen Vergessen–Für Demokratie), ONG fundada en 1993 por un grupo de destacados políticos socialdemócratas con el patrocinio de la BstU, entonces titularizada por Gauck. La asociación tenía como divisas la promoción del pluralismo y la tolerancia políticos, y la denuncia de los prejuicios de naturaleza política o racial en la vida pública de la RFA. En 2008 se unió al checo Václav Havel y otros destacados estadistas e intelectuales en la firma de la Declaración de Praga sobre Conciencia Europea y Comunismo, manifiesto que propuso establecer un Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo.


2. Presidente federal de Alemania para lustrar la institución

En todo este tiempo, desde que dejó de ser diputado de la Alianza 90, Gauck se mantuvo al margen de la militancia partidista. Aunque políticamente independiente, su insistencia en la deslegitimación de la RDA desde el primer al último de su existencia, su tesis de la necesidad de perseguir los crímenes cometidos en nombre del comunismo en la Europa de la posguerra (en 1997 había sido coautor del polémico Libro negro del comunismo, corriendo a su cargo uno de los dos capítulos especiales dedicados al régimen de la Alemania del Este) y su aprecio al neoliberalismo económico le convertían en un notorio conservador, incluso reaccionario, a los ojos del Partido del Socialismo Democrático (PDS, heredero del SED) y de su sucesor desde 2007, el partido La Izquierda (Die Linke).

Entre las demás formaciones parlamentarias, sin embargo, Gauck gozaba de una alta respetabilidad y prestigio por su identificación con los valores humanistas, solidarios y democráticos, lo que le situaba más bien en la tendencia progresista. A tenor de sus escritos y palabras, podía decirse que el teólogo y clérigo metido a archivero y documentalista de un estado totalitario era anticomunista en no menor medida que antinazi y antirracista. Él, en 2010, iba a describirse como un "liberal conservador de izquierda", triple etiqueta que aclaraba bien poco sus posiciones ideológicas.

Su nombre como candidato a la Presidencia de la República fue barajado varias veces desde 1999 por los tres partidos principales del centro-derecha, los democristianos de la CDU, sus socios socialcristianos bávaros de la CSU y los liberales del FDP. Sin embargo, fueron los adversarios de la izquierda moderada, los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes, entonces en la oposición, quienes le propusieron postularse en su nombre en las elecciones del 30 de junio de 2010. La elección, a cargo de la Asamblea Federal (Bundesversammlung), fue convocada para cubrir la baja del democristiano Horst Köhler, arrastrado a la dimisión tras realizar unas polémicas declaraciones en las que había dado a entender que la misión del Ejército federal en Afganistán respondía a los intereses comerciales alemanes. El 3 de junio, el SPD y Los Verdes nominaron a Gauck, quien se apresuró a aclarar que él, empero, no era "ni rojo ni verde".

Para suceder a Köhler, la coalición de la canciller Angela Merkel se decantó por una personalidad política de la CDU, Christian Wulff, el ministro-presidente de Baja Sajonia. Aunque el Gobierno disponía de una mayoría operativa en la Bundesversammlung, Wulff, que distaba de ser un candidato de consenso, necesitó tres rondas de votaciones para derrotar a Gauck, quien de haberse medido con el democristiano en una elección directa por sufragio universal, daban a entender los comentarios laudatorios de la prensa y la opinión pública, posiblemente habría ganado. En realidad, Gauck habría podido ser el candidato del centro-derecha (en particular del FDP) en otras circunstancias, ya que Merkel quería colocar en la Presidencia, una oficina esencialmente representativa y ceremonial, a un peso pesado de su partido en un momento de gran debilidad gubernamental. De hecho, en enero, con motivo de su 70º cumpleaños, la canciller había ensalzado al veterano servidor del Estado poniéndole de "verdadero profesor de la democracia" y "abogado incansable de la libertad, la democracia y la justicia".

Menos de dos años después, Gauck regresó al candelero nacional de una manera súbita e inesperada. El 17 de febrero de 2012 Wulff, poniendo término a dos meses de recio escándalo personal, se resignó a presentar la dimisión sólo unas horas después de que la Fiscalía de Hannover solicitara al Bundestag que suspendiera su inmunidad para permitir una investigación por presuntos cohecho y tráfico de influencias cometidos en 2007, cuando presidía el land de Baja Sajonia

Entonces, Wulff disfrutó de unas lujosas vacaciones pagadas por el productor cinematográfico David Groenewold, quien el año anterior había recibido del Gobierno sajón la garantía para un crédito de cuatro millones de euros. Según la acusación, esta era sólo una de las irregularidades detectadas en la relación entre Wulff y Groenewold, donde la tónica era la aceptación por el gobernante de vacaciones pagadas, regalos y diversas prebendas a cambio de favores políticos al empresario en forma de avales, contratos públicos y ventajas fiscales. En las últimas semanas, la situación de Wulff se había vuelto más precaria al saberse que había intentado impedir, presionado de viva voz a su director, que el diario sensacionalista Bild publicara las revelaciones comprometedoras.

La caída deshonrosa de Wulff puso en un brete a Merkel, que había sido su máxima valedora y que en estos momentos afrontaba fuertes divergencias en el seno de su coalición por el coste y la oportunidad del segundo rescate financiero a Grecia a fin de evitar su salida del euro. De inmediato, la canciller fue instada por sus socios liberales, el vicecanciller Philipp Rösler y el ministro de Exteriores Guido Westerwelle, a que propusiera a Gauck como el candidato ideal, de consenso de las principales fuerzas políticas, para suceder a Wulff. La fórmula ya contaba con el apoyo entusiasta del SPD de Sigmar Gabriel y Los Verdes de Claudia Roth y Cem Özdemir, pero Merkel la acogió con patente mala gana. En el ínterin, la jefatura del Estado fue asumida en funciones por el presidente del Bundesrat, Horst Seehofer, ministro-presidente de Baviera y presidente de la CSU.

Las conversaciones, bastante ásperas, se ventilaron con rapidez. El 19 de febrero los cinco partidos, que sumaban una aplastante mayoría en el Bundesversammlung (544 de los 620 diputados del Bundestag y 556 de los 620 delegados de los länder, luego 1.100 de los 1.240 miembros de este colegio electoral asambleario), anunciaron la nominación de Gauck. No era la primera vez que esta eminente personalidad tirando a conservadora recibía el aplauso del centro-izquierda mientras que dejaba frío al centro-derecha. Las reticencias volvieron a asomar en la CSU, pues el tradicionalista y católico partido bávaro no veía bien que el ex pastor luterano conviviera con otra mujer sin estar divorciado de su esposa. En la CDU, predominantemente católica y occidental, había quienes encontraban bastante chirriante que las dos jefaturas del poder ejecutivo tuvieran como titulares a sendos protestantes del este.

El 18 de marzo de 2012, Joachim Gauck, solución de emergencia para devolver el prestigio a una alta institución del Estado que últimamente no levantaba cabeza, fue elegido undécimo presidente de la RFA con una mayoría de 991 votos (el 80,4%). La cuota puso de manifiesto el desacuerdo de un centenar de representantes de la CDU-CSU, que optaron por abstenerse. Dos pretendientes testimoniales, Beate Klarsfeld por La Izquierda y Olaf Rose por el ultraderechista Partido Nacional Demócrata (NPD), obtuvieron 126 y tres votos, respectivamente. El 23 de marzo Gauck, aunque ya ejercía sus funciones desde el día 18, prestó juramento del cargo en una sesión conjunta del Bundestag y el Bundesrat, tal como establece el artículo 56 de la Ley Fundamental. En su discurso de inauguración, el nuevo jefe del Estado invocó el europeísmo para salir de la crisis económica que atenaza el continente, rememoró el "milagro democrático" experimentado por Alemania en 1945 y 1989, y destacó la superioridad moral de los demócratas frente a los extremistas neonazis.

En otra parte del mensaje, Gauck afirmó la necesidad de que en Alemania convivieran, "como el Islam", diferentes idiomas, religiones y culturas, los cuales debían ser capaces de "sentirse aquí como en casa". "Vivimos en un Estado que puede ser definido menos por la nacionalidad de sus ciudadanos que por su adhesión a una comunidad de valores políticos y éticos", explicó. La reinterpretación por Gauck del multiculturalismo –dado por fracasado en Alemania por Merkel- fue visto por los comentaristas como un intento de aclarar su ambigua postura sobre el controvertido pronunciamiento del economista socialdemócrata Thilo Sarrazin, autor en 2010 de un libro en el que sostiene la tesis, precisamente muy crítica con el multiculturalismo, de que Alemania degenera por la presencia de inmigrantes, en especial los musulmanes; en aquella ocasión, Gauck había alabado a Sarrazin por tener la "valentía" de exponer sus ideas, aunque él no compartía las mismas.

(Cobertura informativa hasta 1/4/2012)