Jan Peter Balkenende
Primer ministro (2002-2010)
Político con un perfil académico e intelectual, hijo de un vendedor de cereales y de fe protestante calvinista, antes de convertirse en primer ministro carecía de cualquier experiencia gubernamental, no así en lo relacionado con las tareas internas de partido, donde ya estaba curtido. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad Libre de Ámsterdam, y luego de licenciarse continuó ligado a esta casa de estudios como profesor de Economía y Filosofía Cristiana. Pertenece desde su creación a la Llamada (habitualmente se suela emplear el término Alianza) Demócrata Cristiana (CDA), surgida en 1975 como una federación de partidos y transformado el 11 de octubre de 1980 en un partido unificado, siendo sus integrantes tres fuerzas conservadoras: el Partido Antirrevolucionario (ARP), la Unión Histórica Cristiana (CHU) y el Partido Popular Católico (KVP).
Profesionalmente, en 1982 Balkenende añadió a sus actividades docentes la función de concejal en el ayuntamiento de Amstelveen, una pequeña ciudad del extrarradio de Ámsterdam, en la provincia de Holanda del Norte (Noordholland). Fue haciéndose un hueco en la CDA, hasta convertirse en uno de los ideólogos del partido, labor interna que le mantuvo en el más completo anonimato durante años. En las elecciones generales del 6 de mayo de 1998 fue uno de los 29 diputados que la CDA consiguió meter en la Tweede Kamer o Cámara baja del Parlamento, unos resultados bastante mediocres que ahondaron la distancia con el Partido Laborista (PvdA) del primer ministro Wim Kok y que situaron al partido democristiano por detrás de uno de los miembros del gobierno de coalición, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD, liberales conservadores).
Balkenende habría continuado siendo un político desconocido por el público de no convertirse en octubre de 2001 en la alternativa del consenso en el partido para liderar el grupo parlamentario en la Tweede Kamer, donde venía ocupándose de los asuntos de finanzas, y encabezar la lista de los diputados para las elecciones generales del año siguiente. La candidatura a primer ministro la ambicionaban tanto el entonces portavoz del grupo parlamentario (labor equiparable a la función de líder político de partido), Jaap de Hoop Scheffer, y el presidente del partido, Marnix van Rij, cuya intensa pugna amenazaba con malograr las excelentes perspectivas electorales de la formación democristiana.
Prácticamente sin solución de continuidad, Balkenende adquirió la responsabilidad de, primero, darse a conocer ante el electorado y dar una imagen de unidad del partido, y, luego, oponer un programa convincente a las propuestas de los laboristas y del experimentado primer ministro Kok, entonces el jefe de Gobierno más veterano de la Unión Europea (UE) y un estadista con una excelente valoración internacional. Acusado en un primer momento desde medios progresistas de carecer de "personalidad mediática" y de cualidades para el liderazgo político, Balkenende, empero, se reveló como un candidato sólido, con un discurso articulado y pragmático.
De aspecto perspicaz, peinado con el flequillo sobre la frente, luciendo unas finas gafas de regusto intelectual y con un rostro más propio del treintañero aniñado y acomodado en la corrección política que del cuarentón avanzado que en realidad era, la popularidad de a quien se le trazó la comparación, por él mismo fomentada, con Harry Potter, el personaje de literatura fantástica creado por Joanne K. Rowling y que justamente por entonces estrenaba su versión cinematográfica, creció espectacularmente en cuestión de semanas.
Simultáneamente, el Gobierno tripartito de laboristas y liberales encajó el escándalo de la difusión de un informe oficial que confirmaba la negligencia criminal de las tropas holandesas en Bosnia-Herzegovina en la tesitura de impedir la masacre de Srebrenica en julio de 1995, cuando miles de civiles bosniomusulmanes fueron ejecutados por las fuerzas serbobosnias y sus cuerpos arrojados a fosas comunes, pese a que el enclave gozaba sobre el papel de la protección especial de los cascos azules de la ONU. Exponente del político tradicional, responsable y comedido, Balkenende no hizo de este caso un ariete con el que tumbar a un gobierno que de todas maneras iba a caer como fruta madura.
Kok dimitió como consecuencia de la polvareda política el 16 de abril de 2002, si bien la decisión no tuvo consecuencias para la continuidad de su Gobierno, pues las elecciones eran el 15 de mayo. Un potencial desestabilizador mucho mayor para el proceso electoral en ciernes, e incluso para el sistema democrático holandés en su conjunto, entrañó el asesinato, el 6 de mayo en Hilversum y a manos de un ecologista radical, del político xenófobo y antisistema Pim Fortuyn, el gran personaje del momento y cuyo ascenso en los sondeos de opinión preelectorales había sido todavía más vertiginoso que el de Balkenende.
La muerte del controvertido adalid de cerrar las puertas a la inmigración extranjera, de abolir la legislación permisiva con las drogas de consumo popular y la prostitución, y de reducir los programas asistenciales del Estado, además de provocar una conmoción nacional inédita en muchos años, alentó las perspectivas electorales de todos los partidos del arco de la derecha, incluida la CDA, cuya victoria segura se limitó a una cuestión de porcentajes y escaños. El 15 de mayo la formación conservadora recuperó la primacía perdida en las elecciones de 1994 y obtuvo el 28% de los sufragios y 43 escaños en la Cámara baja, duplicando casi los resultados del PvdA, que sufrió un revés histórico. De todas maneras, lo ganado estuvo lejos de su registro, por ejemplo, de 1989, cuando de la mano del primer ministro Ruud Lubbers la CDA obtuvo el 35% de los votos y 54 diputados.
De inmediato, Balkenende emprendió negociaciones para formar un gobierno de mayoría con el VVD de Gerrit Zalm, tercer partido más votado y castigado también por el electorado como todos los integrantes del ejecutivo saliente, y con la Lista de Pim Fortuyn (LPF), la agrupación del asesinado dirigente que sólo contaba con tres meses de vida, que carecía de estructura partidista y cuadros peritos en la gestión pública y que, presa de los conflictos internos por llenar el vacío de liderazgo abierto por la desaparición de Fortuyn, parecía desbordada por su éxito en las urnas, tan espectacular como insólito en esta centenaria democracia de la Europa occidental: de buenas a primeras, la LPF sobrepasó a varios partidos que llevaban décadas concurriendo a elecciones y se colocó como la segunda formación del país, con 26 diputados y el 17% de los votos.
La perspectiva de una coalición con la LPF en el Gobierno nacional podía parecer un experimento incierto y azaroso, aunque no ya tanto en el ámbito municipal, puesto que desde hacía unos días los dos partidos, en compañía de los liberales, estaban gobernando en Rótterdam, cuyo alcalde laborista había sido desalojado en las elecciones municipales de marzo. Con la prolijidad característica de este tipo de procesos en los sistemas parlamentarios holandés y belga, Balkenende invirtió algo menos de dos meses en elaborar un programa de gobierno tripartito apoyado en una mayoría parlamentaria de 92 diputados, 16 por encima del listón de la mayoría absoluta.
El acuerdo, una combinación de la agenda liberal clásica en lo económico y de las preocupaciones sociales que tienden a monopolizar los debates políticos y que determinan los resultados electorales en buena parte de Europa occidental, hacía hincapié en los siguientes puntos: la aplicación de una política financiera estricta para convertir en estructural la erradicación del déficit presupuestario lograda en los últimos años bajo el Gobierno Kok y para saldar la deuda del Estado, equivalente al 50% del PIB, en un plazo de 25 años; la reforma restrictiva de algunos capítulos de la protección social, fundamentalmente el Fondo de Incapacidad Laboral (WAO); el refuerzo de la lucha contra la criminalidad; y, el endurecimiento de la legislación sobre inmigración con la exigencia, tanto a los solicitantes de asilo como a los que ya tenían regularizada su situación, el dominio de un determinado nivel del idioma holandés para asegurar el acceso a los servicios públicos y al mercado laboral en igualdad de condiciones que la población autóctona.
El 4 de julio la reina Beatriz cumplimentó el protocolo encargando a Balkenende la formación del Gobierno y el 22 de julio tomó posesión aquel, en el que la CDA se reservó seis ministerios y cinco secretarías de Estado, y el VVD -que se mantuvo en el Ejecutivo sin entusiasmo- y la LPF cuatro ministerios y cuatro secretarías cada uno; el partido de Fortuyn recibió el Ministerio, específicamente creado para satisfacer sus demandas y como remuneración por aceptar quitarle radicalismo a su discurso, de Política Extranjera e Inmigración. Días antes de formar el primer gabinete sin un partido de izquierda desde 1989, Balkenende se desprendió del liderazgo político de la CDA, que pasó a Maxime Verhagen.
Su nombramiento supuso el retorno a la jefatura del Gobierno holandés de este partido, que, a través de sus antecesores ARP y KVP, había estado ausente de la misma 23 años en los últimos 62 (en los períodos 1945-1946, 1948-1958, 1973-1977 y, finalmente, 1994-2002). La asunción de Balkenende, también, convirtió a los Países Bajos, luego de Austria, Italia, Noruega, Dinamarca, Portugal y Francia, en el séptimo país europeo occidental que reemplazaba a un gobierno laborista o socialista por otro de signo conservador en algo más de dos años.
En un sentido general, Balkenende y sus socios apostaban por reparar las alarmantes grietas surgidas en la confianza de la población hacia su clase política y por agrupar a la cada día más multirracial sociedad holandesa (2 millones de inmigrantes sobre una población de 16, de los cuales 800.000 son musulmanes) en torno a unos valores nacionales y unas responsabilidades comunes.
Asimismo, consideraban la posibilidad de derogar o de restringir las leyes amparando la eutanasia activa y el aborto, las cuales, junto con la legalización del matrimonio civil y la adopción de niños por parejas homosexuales, más la yas antiguas despenalizaciones de la prostitución y de la tenencia de drogas blandas (una despenalización parcial, puesto que se considera infracción y no delito grave la tenencia de marihuana o hachís para el autoconsumo en cantidades máximas de 30 gramos, y es también legal la venta de estas sustancias en tiendas autorizadas, los famosos coffeshops, en cantidades máximas de 5 gramos por vez y persona), han convertido a Holanda en el país más avanzado del mundo a la hora de regular estos hábitos sociales.
Todas estas leyes habían sido criticadas en algún u otro momento por Balkenende, cuyo proyecto político presentaba, por tanto, un fuerte resabio derechista. En los debates comunitarios, expresó su preocupación sobre que la próxima ampliación de la UE a los países de Europa Central y Oriental supusiera relativizar criterios del funcionamiento de las economías de los estados ya miembros, como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que compromete a los países de la zona euro a mantener la disciplina fiscal y presupuestaria.
En este sentido, el flamante mandatario holandés hacía suyas las tesis de su predecesor laborista sobre la necesidad de acometer la reforma de la Política Agraria Común y de restringir los Fondos Estructurales y de Cohesión para aliviar las obligaciones de países ricos que, como el suyo, son aportadores netos de recursos financieros. Por lo demás, Balkenende heredaba de Kok una coyuntura económica bastante floja, con unas previsiones para 2002 de crecimiento anual por debajo de 1% del PIB y de déficit presupuestario superior a los 1.000 millones de euros. En aquel momento, la inflación interanual era del 3,5% y el desempleo experimentaba un repunte, meses después de haber marcado un espléndido 2,2%, la segunda tasa más baja de la UE luego de Luxemburgo.
Los que advirtieron que la LPF no estaba madura para gobernar en La Haya se vieron confirmados cuando las pendencias de poder en el seno del partido derivaron en un caos que afectó severamente al funcionamiento del Consejo de Ministros. Las voceadas rencillas personales entre el viceprimer ministro y titular de Sanidad, Eduard Bomhoff, y el ministro de Economía, Herman Heinsbroek, quien se había postulado para liderar la LPF con la condición de que Bomhoff le cediera el cargo de viceprimer ministro en el Gobierno, terminaron por agotar la paciencia de Balkenende, quien el 16 de octubre cortó por lo sano y presentó la dimisión sin haber cumplido los cien días de ejercicio, luego haciendo de su Gobierno el más breve desde la Segunda Guerra Mundial.
Balkenende declaró que había dado por finalizado el Gobierno por su inoperancia práctica, debido a la trifulca de los ministros de la LPF, no a causa de diferencias políticas o de programa. Ante la convocatoria de elecciones anticipadas, la CDA y el VVD expresaron su voluntad de seguir trabajando juntos en el nuevo Gobierno, pero preferentemente solos, sin la LPF, que había demostrado ser un socio turbulento y poco de fiar. Los sondeos de opinión vaticinaban el hundimiento del partido populista en beneficio de las dos formaciones de centroderecha, que tenían al alcance la mayoría absoluta. Hasta entonces, Balkenende continuó al frente del Gobierno con carácter provisional. La campaña electoral fue una reedición de la del año anterior, con las problemáticas alzadas sobre el tapete por la LPF dominando los discursos, a pesar de encontrarse la formación en caída libre.
Los comicios se celebraron el 22 de enero de 2003 y no le salieron exactamente como esperaba a Balkenende, que vio dañada su imagen a raíz de terciar en un escándalo de la familia real, al salir a refutar unas declaraciones de la princesa Margarita, sobrina de la reina, acusando a ésta de extralimitarse en sus atribuciones por mandar espiar a su esposo, que no era del agrado de la casa de Orange; posteriormente, el primer ministro se vio obligado a reconocer que servicios del Estado sí habían investigado secretamente al marido de la princesa. Algunas voces achacaron al primer ministro torpeza política y un liderazgo débil, nada que ver con el alto perfil político de sus predecesores, Lubbers y Kok.
Así las cosas, la CDA sacó el 28,6% de los votos y sólo araño un escaño más que en 2002. La agrupación de Gerrit Zalm lo hizo mejor y ascendió hasta los 28 diputados. La LPF se desmoronó y retuvo ocho escaños, lo que le salvaba de la extinción que habían sugerido las encuestas. El gran triunfador de la jornada fue el PvdA, que, con una dirección renovada, se recuperó espectacularmente y obtuvo el 27,3% de los sufragios y 42 escaños, luego pisándole los talones a la CDA. Para gobernar con mayoría, Balkenende tenía tres opciones: formar una gran coalición con los laboristas, fórmula varias veces practicada en el pasado y que ahora reflejaría muy bien las preferencias del electorado; repetir el tripartito saliente, una solución poco atractiva; o bien, inaugurar un tripartito con el otro partido liberal, los Demócratas 66 (D66, menos conservadores que el VVD), que tenían seis bancas. El líder democristiano afirmó que quería un "pacto estable" que le permitiera aplicar "una política social", y, aunque constató considerables diferencias en los temas de cuentas públicas, seguridad y sanidad, lo intentó primero con los laboristas en atención al veredicto de las urnas.
Sin embargo, dos meses y medio no fueron suficientes para vencer la disparidad de criterios en un asunto tan sensible como el ahorro presupuestario, tal que el 13 de abril las conversaciones con el PvdA se declararon rotas. A continuación, Balkenende se puso a hablar con los dos partidos liberales y ahora fue posible el acuerdo sobre el aspecto más candente: un histórico paquete de recortes del gasto público por valor de 13.000 millones de euros. El 27 de mayo Balkenende formó el Gobierno, con ocho ministros de su partido, seis del VVD y dos de D66.
Balkenende se topó con una fuerte polémica nacional por la apertura, al mes justo de tomar posesión su segundo gabinete, de sendos centros de deportación en los aeropuertos de Ámsterdam y Rótterdam para alojar temporalmente a un máximo de 300 inmigrantes ilegales y demandantes de asilo que vieran denegada su petición, entre ellos mujeres y niños. Organizaciones de Derechos Humanos y de ayuda al refugiado descalificaron estos recintos como no muy diferentes de prisiones para detenidos extrajudiciales, aunque el Gobierno defendió el proyecto como una pieza fundamental de su plan de acción El camino para una sociedad más segura. Sírvase el dato de que en todo 2002 las autoridades holandesas deportaron a sus países de origen a 29.000 residentes ilegales y otros 21.000 demandantes de asilo. Luego, el 1 de septiembre, entró en vigor la nueva normativa sobre el cannabis y derivados, que ahora iban a poder ser adquiridos legalmente en farmacias con fines terapéuticos y con receta médica, iniciativa excepcional en el mundo.
En política exterior, hay que destacar que entre el 10 de febrero y el 11 de agosto de 2003 los Países Bajos, junto con Alemania, llevaron el mando de la operación militar multinacional en Afganistán, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), y que en los meses previos al ataque a Irak Balkenende fue receptivo a las argumentaciones angloestadounidenses que demandaban una acción militar inmediata contra el Gobierno de Saddam Hussein, dando por agotados el tiempo de la diplomacia y las inspecciones de la ONU, con el fin de arrebatarle las armas de destrucción masiva que la ONU le había prohibido después de la primera guerra del Golfo en 1991, armas, que, supuestamente, escondía. Así, el holandés fue uno de los 30 gobiernos mundiales que aceptaron ser incluidos en la lista facilitada por el Departamento de Estado de Estados Unidos el 18 de marzo, dos días antes de la invasión, como aliados coyunturales en la inminente Operación Libertad Irakí.
Esta alineación holandesa con las potencias anglosajonas y países aliados como España o Portugal, no obstante ser discreta y no presentar vehemencias de regusto belicista, quedó más perfilada en el seno de la OTAN en torno a la cuestión de la asistencia defensiva solicitada por Turquía, a la que pusieron trabas Francia, Alemania y Bélgica. Con posterioridad a la guerra y la instauración de un régimen de ocupación por Estados Unidos y sus socios de coalición, La Haya resolvió enviar a Irak un contingente de 1.100 soldados que quedó integrado en la División Multinacional del Sur-Este (MND-SE), comandada por los británicos. En particular, los holandeses asumieron el control de la seguridad de la provincia de Al Muthanná, fronteriza con Arabia Saudí, y su despliegue se hizo sin un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU.
(Cobertura informativa hasta 12/9/2003. Nota del editor: El 14/10/2010, como resultado de las elecciones generales del 9/6, Jan Peter Balkenende cedió la jefatura del Gobierno neerlandés a Mark Rutte, del partido VVD)