Fredrik Reinfeldt
Primer ministro (2006-2014)
En Suecia, 12 años de gobiernos socialdemócratas tocaron a su fin el 6 de octubre de 2006 con la asunción de Fredrik Reinfeldt al frente de un Gabinete de mayoría integrado por los cuatro partidos de la centroderechista Alianza por Suecia, vencedora en las elecciones generales del 17 de septiembre. La clave del éxito de quien en 2003 se convirtió con 38 años en el líder del Partido Moderado, de ideología conservadora liberal, y devolvió a sus correligionarios la ilusión perdida tras el batacazo electoral de 2002, se halla en un programa renovado y orientado al centro donde la anterior pretensión de cercenar el avanzado aunque dispendioso Estado del bienestar sueco, lo que es rechazado por el grueso de la población, ha sido sustituida por la promesa de preservar este modelo de protección social, pero orientándolo al aumento de la actividad laboral.
(Texto actualizado hasta octubre 2006)
1. Joven promesa del Partido Moderado
2. Líder opositor con un programa respetuoso con el Estado del bienestar
3. Victoria electoral de la Alianza por Suecia y llegada al Gobierno
1. Joven promesa del Partido Moderado
Primer vástago de una pareja de consultores empresariales, nació en Österhaninge, área residencial del sur de Estocolmo. Poco después la familia se mudó a Londres, donde el padre, Bruno Reinfeldt, brindaba asesoría a la compañía petrolera Shell. Tras una temporada en la capital británica, padres e hijo retornaron a la región de Estocolmo. El progenitor dirigía su propia empresa de capacitación profesional y la madre, Birgitta, tenía también un buen empleo como consultora en gestión de recursos humanos, Entre 1969 y 1973 la pareja tuvo otros dos varones, Magnus y Henrik.
El interés de Fredrik por las cuestiones de política y liderazgo despuntó a los 11 años, cuando fue elegido presidente del consejo estudiantil de su escuela. Cumplidos los 18 se apuntó a la Liga Juvenil del Partido Moderado (Moderata samlingspartiet), fuerza conservadora que entonces, en 1983, bajo el liderazgo de Ulf Adelsohn, encabezaba la oposición parlamentaria al Gobierno de Olof Palme y el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (SAP), y de la que era activo militante Bruno Reinfeldt. Transcurridos cuatro años asumió la jefatura de la sección de esta organización, conocida como MUF por su sigla en sueco, en Täby, el municipio al norte de Estocolmo donde los Reinfeldt tenían entonces su residencia.
En el curso del servicio militar obligatorio, entre 1985 y 1986, el futuro primer ministro tuvo responsabilidades en el Consejo de Reclutas, una oficina supeditada al Estado Mayor de la Defensa. Posteriormente, en su etapa de alumno de la Escuela de Negocios de la Universidad de Estocolmo, fue presidente de la lista electoral estudiantil Borgerliga Studenter-Opposition '68 a la vez que miembro del Consejo Ejecutivo de la Unión Nacional de Estudiantes Suecos. En añadidura, desde 1988, fungió de vicepresidente de la MUF en el condado de Estocolmo. Joven plenamente insertado en una sociedad caracterizada por los altos grados de asociacionismo, cívico, político y cultural, y de participación de los ciudadanos en todo tipo de actividades comunitarias, en 1988 se desempeñó brevemente como secretario en el Consejo Municipal de Estocolmo.
En 1990 Reinfeldt terminó su formación universitaria con una diplomatura en Administración de Empresas y Economía, y, sin solución de continuidad, se zambulló en la política profesional en las filas del Partido Moderado. Fue el inicio de una carrera fulgurante que sólo el primer año registró la designación para presidir la sección regional de la MUF, la entrada en el Comité Ejecutivo de la MUF nacional, el nombramiento como secretario de uno de los comisionados, o tenientes de alcalde, de la ciudad de Estocolmo y, con sólo 26 años, el 15 de septiembre de 1991, la elección como diputado del Riksdag o Parlamento unicameral.
El debut de Reinfeldt en la alta política nacional fue en unos comicios de trascendencia histórica porque supusieron el final de la mayoría absoluta que los socialdemócratas venían ostentando en alianza con los ex comunistas y porque abrieron la puerta a la formación de un Gobierno de coalición encabezado por el Partido Moderado. Esto sólo tenía un antecedente —el corto Gobierno de Arvid Lindman, entre 1928 y 1930— en la historia de esta fuerza política fundada en 1904 con el nombre de Unión Electoral General y con el objetivo de preservar los privilegios de las clases altas frente al avance del Estado social y democrático, cuyos grandes beneficiarios eran las clases trabajadoras.
El 3 de octubre de 1991 sustituía al socialdemócrata Ingvar Carlsson en la jefatura del Ejecutivo el líder de los moderados desde 1986, Carl Bildt, otro paradigma de precocidad política que estaba decidido, en alianza con los partidos de Centro (C), Popular Liberal (FpL) y Cristiano Demócrata (KD) —la denominada coalición burguesa, que, descontando a los democristianos, ya había gobernado por primera vez entre 1976 y 1982, sólo que entonces el puesto de primer ministro lo disfrutaron, por etapas, los centristas y los liberales— a demoler los fundamentos socialistas de la economía sueca, que eran el resultado de 59 años de hegemonía casi ininterrumpida del SAP y que ahora, en plena recesión económica, eran fustigados como un lastre que impedía el crecimiento y frenaba la competitividad. En efecto, la gestión de Bildt estuvo centrada en la austeridad presupuestaria, la disminución de la presión fiscal, la desregulación de los mercados, las privatizaciones y, en general, el achicamiento del peso del Estado en la economía.
Entonces, Reinfeldt era un entusiasta defensor de las políticas liberales aplicadas por su jefe de filas, las cuales por otro lado, eran denunciadas por la oposición izquierdista como un ataque sin precedentes al Estado del bienestar sueco, el cual había permitido gozar a los ciudadanos del país escandinavo de una calidad de vida tan elevada como envidiada fuera de sus fronteras. Así, en su primera producción bibliográfica, Det sovande folket (El pueblo durmiente), publicada en 1993, el diputado derechista criticaba enérgicamente un modelo socialdemócrata que perseguía la sociedad igualitaria bajo la protección de un Estado muy gastador y muy impositivo, y se complacía en enumerar las ventajas que según él ofrecía el libre mercado tal cómo se entendía en otras latitudes. Igualmente, era un europeísta favorable al ingreso de Suecia en la Unión Europea, proceso que condujo exitosamente Bildt. Esta postura la testimonió en su siguiente libro, Projekt Europa: sex unga européer om Europasamarbetet, editado también en 1993.
En 1992 Reinfeldt descabalgó a Ulf Kristersson como presidente del Comité Ejecutivo de la MUF. Ese mismo año contrajo matrimonio con Filippa Holmberg, una funcionaria del Consejo Municipal de Estocolmo con la que iba a tener tres hijos, una chica y dos varones. Dinámico, jovial y bien parecido, luciendo una cabellera rubia de la que años después no iba a quedar ni rastro —atacado por una alopecia prematura, optó por raparse a cero el poco pelo que le quedaba, conformando una llamativa calva que acrecentó su popularidad— el aún veinteañero legislador se ganó a pulso la consideración de joven promesa del Partido Moderado.
El seguimiento admirativo de Bildt por Reinfeldt empezó a resquebrajarse a raíz de la derrota cosechada por la coalición burguesa en las elecciones generales del 18 de septiembre de 1994, que repusieron en el poder a los socialdemócratas, con Carlsson nuevamente de primer ministro. Aunque el Partido Moderado mantuvo intacta su cuota de 80 escaños e incluso ascendió ligeramente en votos, pasando del 21,9% al 22,3% —luego la penalización de los electores recayó exclusivamente en los otros tres socios del Gobierno el jefe de la MUF valoró la pérdida del Ejecutivo como un fracaso sin paliativos y culpó del mismo a Bildt, al que acusó de conducir el partido de manera personalista.
Nuevamente, Reinfeldt escogió el medio escrito para divulgar sus opiniones, esta vez críticas con su propio partido. Así, a comienzos de 1995 apareció su tercer libro, Nostalgitrippen (El viaje nostálgico), un texto lleno de pullas contra Bildt y sus lugartenientes que le valió una severa reprimenda de sus superiores partidistas. Reinfeldt relata que a los pocos días de vocear sus discrepancias la plana mayor del partido le llamó a capítulo. La reunión tuvo lugar en la antigua cámara baja del Riksdag y en ella Bildt se dedicó a reprenderle durante horas.
Este incidente paró en seco la trayectoria ascendente de Reinfeldt, que recibió un castigo en la forma del apartamiento de la presidencia de la MUF. A cambio, asumió un cargo de escaso interés político, la presidencia de la Juventud Demócrata de la Comunidad de Europa (DEMYC), organización que reúne a las ramas juveniles de una serie de partidos europeos de ideología conservadora y democristiana. En febrero de 1997 tomó un puesto de similar relieve, la presidencia de la Juventud del Partido Popular Europeo (YEPP), en el congreso fundacional de la organización que tuvo lugar en Bruselas. En casa, siguió fungiendo de diputado del Riksdag, en cuyo Comité de Finanzas adquirió membresía.
En realidad, Reinfeldt vivió en una especie de ostracismo político que no se levantó hasta que el 4 de septiembre de 1999, Bildt, muy cuestionado por el crecimiento frustrantemente bajo de los moderados en los comicios del 21 de septiembre de 1998 —el 22,9% de los votos y 82 escaños—, entregó voluntariamente el mando del partido a Bo Lundgren, el experto en asuntos financieros del partido y otro de los líderes puestos en la picota en el libro Nostalgitrippen. Fue en un congreso en el que se escucharon quejas por la relegación del cambio generacional —Lundgren era dos años mayor que Bildt— y en el que Reinfeldt fue elegido para integrar el Consejo Nacional del partido y el Comité Ejecutivo del grupo parlamentario. Dos años después, en 2001, sumó el cometido legislativo de presidente del Comité de Justicia del Riksdag.
2. Líder opositor con un programa respetuoso con el Estado del bienestar
Reinfeldt volvió a ser un político conspicuo que mantenía una línea distanciada del aparato del partido ahora comandado por Lundgren, un líder que no conseguía llegar a la gente por su imagen de tecnócrata únicamente preocupado en recortar el gasto público, bajar los impuestos y cuadrar las cuentas públicas. Reinfeldt, en cambio, era un dirigente abierto, que disfrutaba reuniéndose con los militantes de base y tomando el pulso de la calle, aunque siempre contenido en las formas. Dejando atrás la ardiente profesión de fe liberal de sus años más mozos, el diputado empezó a hacer enfoques económicos con un acento social, dando motivos a los comentaristas para ubicarle en una facción "centrista" del Partido Moderado.
La hora de presentar a las claras sus ambiciones de liderazgo interno sonó tras la conmoción causada por las legislativas del 15 de septiembre de 2002, en las que los moderados, con el 15,3% de los votos y 55 escaños, encajaron sus peores resultados desde 1973. Los socialdemócratas, de la mano de Göran Persson, primer ministro desde 1996, magnificaron su mayoría simple y, apoyados de nuevo en el Partido de la Izquierda (V), reeditaron el Gobierno. Reinfeldt no tuvo ambages en calificar de "horror" esta derrota.
La lectura del varapalo era clara: los moderados habían pagado por su excesiva identificación con el conservadurismo fiscal y las ganas de desmantelar el Estado del bienestar, y por las salidas de tono de algunos candidatos al Riksdag, que aventaron unas opiniones sobre las problemáticas de la inmigración y sobre los derechos y los deberes de los extranjeros que fueron ampliamente tachadas de racistas. Reinfeldt encarnaba mejor que nadie la voluntad de virar hacia el centro, una cantera de votos de contornos difusos pero sustanciosa, que nutría en particular a los partidos de Centro y Popular Liberal. Antes de terminar 2002, Reinfeldt tomó asiento en el Consejo Ejecutivo del partido y ascendió a portavoz de asuntos económicos y líder del grupo parlamentario. En el Riksdag, fue elegido vicepresidente del Comité de Finanzas. La carrera de su esposa en la política local y en las filas del Partido Moderado tomó vuelo también aquel año con su elección para una concejalía del ayuntamiento de Täby, donde la familia tenía su hogar, un cargo que iba a servirle de trampolín a la alcaldía de la población, ganada en 2005.
La conquista por Reinfeldt en 2003 del liderazgo del Partido Moderado, meta que quizá habría cruzado antes si no hubiera colisionado con Bildt en 1994, fue lo más parecido a un paseo triunfal. Irremisiblemente tocado, Lundgren anunció el 1 de abril su decisión de no presentarse a la reelección en la convención del partido programada para el otoño. El 13 de mayo, el comité de nominaciones del partido comunicó que el único aspirante a la sucesión era Reinfeldt. Ningún otro dirigente salió a postularse. En estas circunstancias, la votación efectuada el 25 de octubre por los compromisarios moderados consistió en un simple acto de aclamación.
La elección por unanimidad de Reinfeldt, con 38 años, como presidente de los moderados fue el revulsivo que el partido necesitaba para salir del pozo. Las encuestas empezaron a sonreírle en paralelo al ocaso de la buena racha de Persson y los socialdemócratas, que fueron los grandes damnificados por el resultado negativo del referéndum del 14 de septiembre sobre la incorporación de Suecia a la Unión Económica y Monetaria de la UE, y eso a pesar de que el Partido Moderado, con Lundgren y Reinfeldt a la cabeza, hizo campaña por el sí con la misma vehemencia que el partido gobernante. Tres días antes de la consulta sobre la adopción del euro, el SAP sufrió un golpe demoledor con el asesinato por un joven aparentemente enajenado de Anna Lindh, carismática ministra de Exteriores y más que probable sucesora de Persson a unos años vista. El magnicidio provocó enorme consternación en un país que ya había pasado por el trago del asesinato de Olof Palme en 1986, pero además sumió al SAP en una crisis de liderazgo.
A lo largo de 2004 y 2005, Reinfeldt y la nueva hornada de cuadros ejecutivos promocionada en el congreso de 2003, en la que abundaban los economistas jóvenes y pragmáticos, elaboraron el manifiesto programático del partido. El documento fue dado conocer en marzo de 2006, seis meses antes de las elecciones generales, y lo encabezaba un eslogan que jugaba con la exageración para apuntalar los mensajes reformistas que, supuestamente, dejaban atrás una serie de tópicos comúnmente endilgados a los moderados: Suecia tiene un nuevo partido político.
Sin renunciar a la doctrina conservadora liberal, los "Nuevos Moderados" (Nya Moderaterna) hablaban menos de optimizar las macromagnitudes económicas, ceñían el alivio de la presión fiscal a las rentas bajas y, para contrarrestar las imputaciones de los socialdemócratas, que volvían a la carga alzando el estandarte de custodios del modelo sueco (svenska modellen) de economía de libre mercado socialmente orientada, se explayaban en la "reinstauración" del Estado del bienestar con propuestas tales como la reducción de las lista de espera en los hospitales, la disminución de la burocracia de la Sanidad pública y mejoras en la calidad educativa.
Otro pilar del programa era la lucha contra el desempleo, que oscilaba en torno al 6% de la población activa según los datos oficiales del Gobierno, aunque Reinfeldt insistía en que el paro real, si se contaban a los desempleados ocupados en programas de formación, a los jubilados anticipados y a los empleados con bajas de larga duración, era cuatro puntos superior. En anteriores programas el Partido Moderado había apostado por la desregulación del mercado laboral, pero ahora las recetas eran otras, fundamentalmente dos: la prolongación de la vida productiva de los trabajadores, a los que se ofrecerían incentivos si optaban por no acogerse a esquemas de prejubilación, y el recorte de las prestaciones por desempleo, para azuzar a los parados a reinsertarse en el mercado laboral.
El empeño en el problema del paro, y el énfasis en la necesidad de reducir los impuestos a quienes menos cobraban y de fomentar el trabajo individual y la iniciativa de los pequeños empresarios llevó al Partido Moderado a autotitularse en sus carteles electorales como "el nuevo partido de los trabajadores suecos", terminología que invadía con desparpajo el monopolio obrerista de siempre arrogado por el SAP. Para Reinfeldt, Persson, lo que lideraba era "un partido de subsidios". Un punto tradicional de la agenda de los Moderados, la seguridad ciudadana, fue realzado con el llamamiento a la "tolerancia cero" con la criminalidad. En suma, el texto no incidía en la urgencia de cambios drásticos en tiempos de crisis, que no era el caso, sino en no dormirse en los laureles y en acometer correcciones y mejoras en el sistema ahora que la coyuntura era positiva: "Sabemos que las cosas le están yendo bien a Suecia, pero estamos lejos de estar satisfechos", afirmaban Reinfeldt y su gente.
Pero el gran logro de Reinfeldt, fraguado en fecha tan temprana como agosto de 2004, fue la Alianza por Suecia (Allians för Sverige), un pacto para gobernar en coalición con el KD de Göran Hägglund, el C de Maud Olofsson y el FpL de Lars Leijonborg, que fue posibilitado por la aproximación del Partido Moderado a propuestas de corte social liberal propias de estas formaciones. Nunca antes los cuatro principales partidos del centro-derecha sueco habían acudido a unas elecciones subidos en una misma plataforma.
Reinfeldt, Leijonborg, Olofsson y Hägglund decidieron que, sin menoscabo de los programas particulares de cada formación, la Alianza por Suecia presentara un manifiesto común en las áreas de política económica, Estado del bienestar, empleo y empresa, educación, política exterior y política energética. La declaración común sobre energía nuclear se consideró todo un hito porque hasta entonces el centro-derecha sueco había estado completamente dividido en esta cuestión; ahora, la Alianza preconizaba una moratoria en el cierre de las centrales nucleares durante la legislatura de 2006-2010, aunque en ese tiempo tampoco entrarían en servicio nuevos reactores. El manifiesto de la Alianza fue lanzado tres semanas antes de las elecciones con el título de Más gente trabajando, más compartiendo.
3. Victoria electoral de la Alianza por Suecia y llegada al Gobierno
Reinfeldt llegó a la cita con las urnas del 17 de septiembre de 2006 con una aureola de vencedor inmune a los dardos de los socialdemócratas, que intentaban presentarle como un derechista disfrazado de cordero para ocultar al verdadero lobo liberal que llevaba dentro. Flaco favor a las opciones del oficialismo hizo el escándalo provocado por la difusión de unos correos electrónicos anónimos en los que se acusaba a Reinfeldt de estafar al fisco, dar información falsa sobre su patrimonio económico y deber su carrera política a la influencia de sus padres; las oportunas investigaciones descubrieron que estos mensajes difamatorios habían sido enviados por un militante del SAP desde el cuartel general del partido.
Con todo, la buena marcha de la economía, con el PIB creciendo al ritmo del 5%, la inflación ligeramente por encima del 1% y los tipos de interés más bajos que en la eurozona, y el arraigo del voto estructural del SAP, que desde 1917 siempre había sido el partido más votado en unas generales con una cuota superior al 30% de los sufragios, terminaron por convertir las elecciones en una liza muy reñida.
El SAP volvió a ganar, pero con una mayoría simple disminuida al 35% de los votos y los 130 escaños. De hecho, eran sus peores resultados desde 1920. Toda vez que el V de Lars Ohly experimentó también un retroceso y que el otro aliado parlamentario de los socialdemócratas, el Partido Medioambiental de los Verdes (MP), no pudo compensar estas pérdidas, la mayoría absoluta, por tres escaños, pasó al bloque centroderechista, que recolectó 178 diputados con el 48,2% de los votos, 2,4 décimas más que las izquierdas. El gran contribuidor de la cosecha electoral fue con diferencia el partido de Reinfeldt, al aportar el 26,2% de los sufragios y 97 escaños. El salto con respecto a 2002 era espectacular: si aquellos comicios habían sido un nadir en la historia del partido, éstos eran un cenit sin parangón desde 1928. Se hizo notar que las propuestas renovadas de los moderados habían atraído a votantes tanto del SAP como del KD y, muy especialmente, del FpL. Reinfeldt se felicitó por haber conseguido "el mejor resultado de un partido de centroderecha en los tiempos modernos y el mayor avance de un partido en la historia de Suecia".
Puesto que el programa ya estaba suscrito, la formación del Gobierno de coalición por la Alianza por Suecia fue una tarea sencilla. Siguiendo con el procedimiento constitucional, el presidente del Riksdag saliente, Björn von Sydow, del SAP, trasladó a Reinfeldt el encargo correspondiente. El 4 de octubre, el nuevo presidente parlamentario, Per Westerberg, nombró a su correligionario trigésimo segundo primer ministro de Suecia y un día más tarde Reinfeldt fue investido por el Riksdag con 175 votos a favor y 169 en contra, más cinco abstenciones. El 6 de octubre tomó posesión del puesto junto con sus ministros.
En el quinto ejecutivo no socialdemócrata en 70 años el Partido Moderado poseía la parte del león con diez carteras, entre ellas la de Exteriores, para Carl Bildt, que regresaba al proscenio tras haber enterrado sus anteriores diferencias con el que un día había sido su discípulo y más tarde su sucesor. Los popularliberales obtenían cuatro puestos, al igual que los centristas, y uno menos los democristianos. Los tres jefes de filas entraron en el Gabinete: Olofsson como viceprimera ministra y ministra de Industria, Leijonborg como ministro de Educación e Investigación, y Hägglund como responsable de Asuntos Sociales. El Gabinete constaba de once hombres y diez mujeres, y presentaba tres novedades significativas: el primer ministro de raza negra, Nyamko Sabuni —una oriunda de Burundi nacionalizada sueca en la infancia— el primer ministro de condición homosexual reconocida, Andreas Carlgren, y el primer ministro bisexual, Tobias Billström.
Reinfeldt no había cumplido la primera semana como primer ministro cuando le estalló en las manos un escándalo que si bien no puso en peligro la estabilidad de su Gobierno, sí arruinó, de golpe y porrazo, el entusiasmo que rodeaba la llegada al poder de la Alianza por Suecia. El inesperado paso en falso fue protagonizado por las ministras de Comercio Exterior, Maria Borelius, y Cultura, Cecilia Stegö Chilò, ambas del Partido Moderado, que hubieron de dimitir con dos días de diferencia el 14 y el 16 de octubre tras verse comprometidas por las revelaciones de no haber pagado durante años el canon por recibir en el domicilio las emisiones de la televisión pública y de haber contratado a una niñera de manera ilegal.
(Cobertura informativa hasta 1/11/2006)