Femke Halsema

En 2018 un comité de selección municipal eligió como la primera alcaldesa de Ámsterdam, tras casi siete siglos de regidores varones, a Femke Halsema, antigua (1998-2011) diputada nacional y líder del partido ecoizquierdista GroenLinks. Con una trayectoria profesional polifacética que toca la investigación académica, la administración social, el periodismo y la actividad cultural además de la política, esta socióloga y criminóloga de formación gobierna la capital de los Países Bajos en coalición con liberales, laboristas y socialistas, y viene aplicando un programa orientado a la digitalización de los servicios ciudadanos, la movilidad inteligente y la economía circular.

La alcaldesa verde defiende un modelo de gestión urbana guiado por el "pragmatismo", la prioridad de resolver los problemas que aquejan a los residentes, colaborando entre partidos y dejando a un lado los dogmatismos. Es un planteamiento que se ajusta a la característica capacidad de la política holandesa para el consenso transversal, además de que ella se define a sí misma como una "liberal de izquierda". Cree en el multiculturalismo, rechaza multar a las mujeres musulmanas que incumplan la prohibición nacional de llevar el niqab o el burka en el transporte público, y se muestra crítica con la sociedad del "hiperconsumo y el ajetreo". De cara al exterior, ha tenido eco su decisión de prohibir las visitas guiadas al famoso Barrio Rojo, para, argumenta, promover el respeto a las trabajadoras sexuales y acabar con las molestias que este tipo de turismo masivo causa a los vecinos. Por otro lado, desde 2019 Ámsterdam viene impulsando una Coalición de Ciudades por los Derechos Digitales.

Durante la emergencia sanitaria en 2020 por el COVID-19, cuyo primer caso en los Países Bajos fue reportado el 27 de febrero, el Ayuntamiento de Ámsterdam ha adoptado un abanico de medidas complementarias de las tomadas por el Gobierno nacional. El primer ministro Mark Rutte sostiene un tipo de cuarentena "inteligente", sin confinamiento domiciliario obligatorio ni parón de toda la economía no esencial, y fiado al sentido común de los ciudadanos, los cuales deberán aprender a desenvolverse en una "sociedad de 1,5 metros" mientras se van levantando los cierres y restricciones, en un proceso muy gradual que se extenderá hasta septiembre.

Por su parte, la burgemeester de Ámsterdam considera que las acciones para paliar los efectos funestos del virus en el tejido social y económico pueden y deben servir para acelerar procesos que ya eran necesarios en la era pre-corona. Es el caso, por ejemplo, de la constitución de un modelo donut, que habla de equilibrar la producción económica distributiva entre un techo ecológico y un fundamento social. Entre otras iniciativas, el municipio ha distribuido miles de portátiles y tabletas conectados a Internet a alumnos y ancianos con pocos recursos, ha abierto una plataforma en línea para que los ciudadanos puedan presentar ideas, ha abierto una moratoria del cobro de deudas de alquileres y corre con los gastos de preescolaridad de los niños cuyos padres no reciben subsidios del Gobierno. Además, el Ayuntamiento se está movilizando para ayudar de manera específica a las pymes, organizaciones, autónomos y autores creativos en los campos de la cultura, las artes y las ciencias. El fondo de emergencia de la ciudad asciende a 50 millones de euros.

En abril, Halsema y sus colegas de París, Barcelona y Milán difundieron el manifiesto Ciudades por una salida social y solidaria a la crisis, donde los firmantes reclamaban una "respuesta social" a la pandemia así como coordinada a nivel europeo. Los cuatro alcaldes piden a los gobiernos e instituciones de la UE que primen "los principios de solidaridad y cooperación", que los países del norte y el sur compartan los costos de la reactivación económica, que las ayudas de contingencia no estén condicionados a las políticas de austeridad y que las ciudades, puesto que son "la primera administración a la que acuden los ciudadanos en busca de apoyo", puedan acceder directamente a los fondos estructurales desbloqueados por la Comisión Europea.

(Texto actualizado hasta mayo 2020)

Femke Halsema nació en Haarlem pero se crió y educó en Enschede, en cuyo ayuntamiento su madre trabajaba como concejal de asuntos sociales y su padre como técnico deportivo. Los Halsema eran militantes del Partido Laborista (PvdA) y su hija heredó esta afinidad política. En 1989, tras unos estudios infructuosos para formarse como maestra de escuela en Utrecht, Femke inicio la carrera de Ciencias Sociales en la Rijksuniversiteit Utrecht (RUU) y en 1993 obtuvo la licenciatura en las especialidades de Sociología del Derecho y Criminología.

En los cinco años siguientes, la joven siguió una trayectoria laboral polifacética a caballo entre la academia, el periodismo y la política. Fue investigadora criminológica en la Wiardi Beckman Stichting (WBS), un fundación científica de La Haya en la órbita del PvdA, y en De Balie, reputada institución sociocultural de Ámsterdam, abierta al debate político pero independiente. También, disfrutó de una beca del German Marshall Fund para una larga estancia en Estados Unidos y trabajó en el equipo editorial de De Helling, revista trimestral del partido ecosocialista Izquierda Verde (GroenLinks). En 1997 Halsema puso un abrupto fin a años de fecunda colaboración intelectual con el PvdA, disgustada por la respuesta policial que el Gobierno del primer ministro Wim Kok y el Ayuntamiento de Ámsterdam, también dirigido por los laboristas, estaba dando a las manifestaciones de protesta contra la firma del Tratado de la UE que tomó su nombre de la capital holandesa.

Dirigente de GroenLinks en la política nacional
Tras dejar la Fundación WBS, Halsema siguió trabajando para De Balie y amplió sus colaboraciones en prensa y radio. Una vez iniciado 1998, la socióloga aceptó la oferta de GroenLinks de ir en sus listas electorales para la Tweede Kamer o Cámara de Representantes del Parlamento de los Países Bajos. En los comicios de mayo de 1998, nuevamente ganados por el PvdA y Kok, quienes venían gobernando en coalición con las formaciones liberales Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD, conservador) y Demócratas 66 (D66, progresistas), Halsema fue uno de los 11 candidatos de GroenLinks que consiguió el escaño, seis más que en las elecciones de 1994; el partido, con el 7,3% de los votos, duplicó sus apoyos y ascendió del sexto al quinto puesto.

En su primera legislatura como diputada de la oposición, la representante verde sirvió en la bancada parlamentaria que lideraba Paul Rosenmöller, correspondiendo la presidencia orgánica del partido a Ina Brouwer y luego a Mirjam de Rijk. Como portavoz de GroenLinks para las áreas de Justicia, Asilo e Interior, Halsema adquirió cierta notoriedad por sus rebatimientos de la nueva política migratoria, restrictiva de la acogida de refugiados, adoptada por el secretario de Estado de Justicia, el laborista Job Cohen, quien en 2001 iba a dejar el Ejecutivo para iniciar un período de nueve años como alcalde de Ámsterdam.

En las siguientes elecciones generales, las de mayo de 2002, GroenLinks perdió un escaño. Halsema, que había concurrido como la segunda de lista, pasó a ser vicelíder parlamentaria, en la oposición esta vez al Gobierno de coalición centro-derechista encabezado por el democristiano Jan Peter Balkenende. En noviembre siguiente, Paul Rosenmöller renunció de manera inesperada al liderazgo parlamentario y político de los verdes, y propuso a Halsema como su sucesora, mudanza que el partido respaldó ampliamente en un congreso extraordinario.

El liderazgo partidario de Halsema se prolongó durante ocho años a lo largo de más de tres legislaturas, tiempo en el cual GroenLinks permaneció electoralmente estancado con una tendencia inicial a la baja, si bien en las elecciones europeas le fue algo mejor que en las legislativas y regionales. Su estrategia de cara a las generales de 2006, como reacción por el mal resultado cosechado en las anticipadas de 2003 (pérdida de dos puntos de voto y dos escaños), de reivindicar para el partido un perfil "liberal de izquierda" y pragmático, en detrimento de la denominación ecosocialista, vista como dogmática, propugnada por una parte de los militantes, y de tender puentes con el PvdA, también en la oposición al Gobierno Balkenende, no dio los frutos apetecidos: los laboristas de Wouter Bos se mostraron más inclinados a colaborar con el partido de Balkenende, el CDA, y en las elecciones a la Tweede Kamer GroenLinks sufrió un retroceso adicional y se quedó con siete escaños.

Este nuevo revés en las urnas no comprometió el liderazgo de Halsema, que siguió al frente del menguado grupo parlamentario y al mando efectivo del partido. La socióloga estaba decidida a mantener a los verdes neerlandeses en un cauce de moderación y posibilismo. La recuperación llegó para GroenLinks en las elecciones generales del 9 de junio de 2010, que se tradujeron en una ganancia de tres escaños. Tras los comicios, Halsema discutió con el VVD -convertido en la primera fuerza de la Cámara-, los D66 y el PvdA la formación del que habría de ser el primer Gobierno púrpura plus o púrpura-verde en la historia de los Países Bajos, concebido para desalojar del poder al CDA. Sin embargo, esta opción no prosperó y el líder del VVD, Mark Rutte, se decantó por una arriesgada coalición de minoría con los democristianos y respaldada desde la Cámara por el muy derechista PVV de Geert Wilders.

Desilusionada por este desenlace del curso parlamentario, Halsema anunció el 17 de diciembre de 2010 que renunciaba a la jefatura de GroenLinks y que se disponía a abandonar la política activa también; en la víspera, la diputada Jolande Sap ya la había reemplazado en el liderazgo del grupo en la Cámara. En enero de 2011 Halsema se dio efectivamente de baja en el Parlamento y se dispuso a abrir una nueva etapa como profesional independiente, activa en múltiples campos de los sectores público y privado. Su aspiración, indicó, era contribuir a la solución de problemas sociales desde un nivel eminentemente práctico, más cerca de los ciudadanos. Es decir, una especie de vuelta a los orígenes, previamente a su entrada en la política profesional.

Fueron siete años en los que la ex diputada ejerció en comités de supervisión y evaluación del ámbito educativo, tomó parte en la administración de diversas ONG y asociaciones sectoriales, y dio clases y retomó las labores de investigación social en las universidades de Tilburg y Utrecht. Desde 2011 fungió de comisionada presidenta de la compañía editorial WPG Uitgevers y, en paralelo a todo ello, siguió escribiendo artículos periodísticos e hizo incursiones en la realización televisiva, la producción de documentales y la promoción teatral.

Primera alcaldesa verde de Ámsterdam
En varias ocasiones, Halsema aseguró que su adiós a la política era definitivo y que no tenía interés alguno en volver a ocupar puestos institucionales de representación popular.

Sin embargo, esta postura, expuesta en tajantes términos, llegó a su fin en la primavera de 2018. El drástico cambio de parecer de Halsema se fraguó a raíz del fallecimiento en octubre de 2017 del alcalde de Ámsterdam, Eberhard van der Laan, laborista al igual que sus dos predecesores desde 1994, Schelto Patijn y Job Cohen, víctima de un cáncer y cuando llevaba siete años en el cargo. Van der Laan había conservado la alcaldía capitalina pese a que en las elecciones municipales de 2014 el PvdA, por primera vez desde 1949, había perdido la primera posición, arrebatada por los D66, y el Ejecutivo municipal, llamado de manera oficial Colegio de Alcalde y Consejeros (College van burgemeester en wethouders, siendo habitual la denominación abreviada informal de B&W), había quedado en manos de una inédita coalición entre los D66, el VVD y el Partido Socialista (SP), este último situado más a la izquierda que el PvdA. Dicho tripartito disponía de una mayoría de 26 concejales en el Consejo Municipal de 45 escaños. GroenLinks figuraba en la oposición, aunque ya había formado parte de anteriores equipos de gobierno.

Para cubrir de manera interina la vacancia de van der Laan, la coalición gobernante designó sucesivamente a tres alcaldes en funciones, la teniente de alcalde Kajsa Ollongren, de D66, el concejal de área Eric van der Burg, del VVD, y Jozias van Aartsen, también del VVD y anteriormente regidor de La Haya. El Ayuntamiento creó un comité para elegir al titular de la alcaldía de entre un amplio elenco de candidatos, que se presentarían a una suerte de convocatoria extraordinaria de plaza pública.

Ya antes del proceso de selección del consistorio, empezó a hacerse notar una campaña de presión por parte de un grupo de 45 vecinas prominentes que reclamaban la elección de una mujer para dirigir el Ayuntamiento, que en sus 675 años de historia siempre había tenido alcaldes varones. En este sentido, Ámsterdam -junto con Rótterdam- suponía una especie de anomalía, ya que las alcaldesas eran habituales en las demás ciudades importantes del país. Para este grupo femenino, que "una capital considerada emancipada, diversa, tolerante, neutral en cuanto al género y progresista" no hubiera tenido nunca una mujer alcalde, era algo que empezaba a resultar "vergonzoso".

El 15 de marzo Ámsterdam celebró elecciones municipales, con el resultado, histórico, del triunfo de GroenLinks, catapultado a la primera posición con el 20,4% de los votos y 10 concejales, una ganancia de cuatro, y desplazando a los D66 al segundo lugar. El partido ecologista formaría parte sin duda del próximo B&W, pero antes tocaba elegir al alcalde sucesor de van der Laan de acuerdo con el procedimiento establecido. De los 29 aspirantes recibidos, solo cuatro ofrecían la debida experiencia de gobierno, un número escaso para tener donde escoger, en opinión del comité, de manera que 23 de mayo fue abierta una segunda convocatoria. Esta vez, el Ayuntamiento obtuvo una lista confidencial de 85 candidatos, 69 hombres y 16 mujeres; aunque entonces no se sabía con certeza, si bien se suponía, entre los postulantes estaba Halsema.

El Ayuntamiento tomó nota de los resultados electorales y de la campaña en favor de una alcaldesa, tal que el 27 de junio de 2018 hizo el anuncio de que Femke Halsema era la persona más adecuada para ser el alcalde de Ámsterdam, a la sazón el primero de su partido, en esos momentos liderado por Jesse Klaver. La designación fue notificada al comisionado real en la provincia de Holanda del Norte, Johan Remkes, encargado de transmitirla a su vez al jefe del Estado para convertirla en nombramiento oficial. La selección de la antigua dirigente verde no dejó de suscitar controversia en el equipo municipal, pues Halsema, aunque con una dilatada trayectoria legislativa y administradora social, nunca había ostentando una posición institucional de carácter ejecutivo. La alcaldesa electa se declaró "feliz, orgullosa y humilde" por el honor que se le hacía.

El 6 de julio siguiente, el Gobierno Rutte ratificó el nombramiento de Halsema, que el 12 de julio arrancó su mandato municipal de seis años. Su equipo de gobierno para el período 2018-2022 consistía en tres concejales de GroenLinks, dos de D66, dos del PvdA y uno del SP. La coalición cuatripartita disponía de una mayoría de 26 escaños en el Consejo Municipal. Además de la alcaldía, Halsema asumió en el B&W las áreas de Asuntos Generales, Orden Público y Seguridad, Política de Seguridad Integrada, Regulaciones y Cumplimiento, Comunicación, Asuntos Jurídicos y el Servicio Administrativo.

Femke Halsema vive en Ámsterdam con sus dos hijos gemelos, nacidos en 2004, y su pareja de hecho, el realizador de documentales Robert Oey. La alcaldesa es autora de una decena de ensayos y trabajos académicos que versan sobre diversos temas de la política, el derecho, la cultura y la sociedad. En 2016 publicó Pluche, un libro de memorias.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2020)