Fatmir Sejdiu

 En febrero de 2008, dos años después de sustituir como presidente de la República y líder de la Liga Democrática de Kosovo (LDK) al fallecido dirigente nacionalista Ibrahim Rugova, del que venía siendo principal colaborador, este jurista con fama de moderado y vocación europeísta pasó a encabezar un Estado independiente reconocido por las potencias occidentales, pero no por las Naciones Unidas, debido a la oposición de Rusia y China. Transcurrido medio año desde entonces, Sejdiu, junto con el primer ministro Hashim Thaçi, afronta una batalla jurídica con Serbia en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que examinará si la declaración unilateral de independencia kosovar cumple con la legalidad internacional.

(Texto actualizado hasta junio 2010)

1. Un dirigente moderado de la Liga Democrática de Kosovo
2. Sucesor de Rugova en la cuenta atrás para la independencia


1. Un dirigente moderado de la Liga Democrática de Kosovo

Tras completar la formación escolar en su natal Podujevo se puso a estudiar Derecho en la Universidad de Prístina, por la que obtuvo la licenciatura en 1974 y posteriormente el doctorado. Durante estos años y en la década siguiente, desarrolló actividades lectivas y docentes en su alma máter y en varias universidades del extranjero, como las de París y el Estado de Arizona, donde aprendió los idiomas francés e inglés, y escribió artículos y ensayos sobre las especialidades jurídicas histórica y constitucional.

En diciembre de 1989, ejerciendo de profesor de Derecho en su antigua facultad de Prístina, Sejdiu se incluyó en el amplio grupo de intelectuales y universitarios que puso en marcha la Liga Democrática de Kosovo (LDK), un movimiento político de oposición al régimen comunista que asumió el liderazgo de las reclamaciones nacionalistas de la mayoría albanesa frente a las imposiciones autoritarias de la República Socialista de Serbia, a su vez integrante de una federación yugoslava sumida en una crisis terminal. Meses atrás, las autoridades republicanas de Belgrado había achicado drásticamente las competencias autonómicas provinciales de Kosovo, y en 1990 la propia autonomía iba a quedar anulada, empujando a la LDK y su presidente, el teórico literario Ibrahim Rugova, a tomar la senda del separatismo no insurreccional.

En mayo de 1992, tras refrendarse mediante consulta popular y proclamarse la independencia de manera unilateral, el jurista salió elegido diputado en unas elecciones legislativas que produjeron una Asamblea copada por la LDK, al tiempo que Rugova era elegido sin oposición "presidente de la República de Kosovo", todo ello en abierto desafío a Serbia y sin obtener ningún reconocimiento internacional. Ese mismo año, entró en la presidencia del partido y en septiembre de 1994 se convirtió en secretario general del mismo. Considerado uno de los más cercanos lugartenientes de Rugova, cuyas tesis de resistencia pacífica a ultranza suscribía plenamente, Sejdiu, como dirigente político y como legislador, colaboró en la aventurada tarea de mantener a flote la administración y los servicios públicos paralelos de la autoproclamada república, sometida a cuarentena por el régimen de Slobodan Milosevic en Belgrado y que sólo tenía una garantía verbal de protección de las potencias occidentales frente a una eventual operación militar serbia.

En la segunda mitad de la década, ante el aumento de la represión serbia y los repetidos y frustrantes intentos de Rugova de entablar con Milosevic unas negociaciones directas sobre el estatus del territorio que tuvieran en consideración la voluntad soberanista de la abrumadora mayoría albanesa, el líder de la LDK fue objeto de fuertes críticas por sectores del nacionalismo kosovar que ponían en tela de juicio su estrategia pacifista y que en algunos casos apostaban por las acciones armadas, tácticas que en efecto comenzaron a practicar elementos radicales y extremistas, organizados desde finales de 1997 como el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). La disidencia se planteó también en el seno de la LDK, como la voceada por el primer ministro del Gobierno kosovar, Bujar Bukoshi, instalado en Bonn. Sin embargo, Sejdiu y la mayoría de los dirigentes del partido permanecieron fieles a Rugova y su política de no violencia.

Reelegido en su escaño en las elecciones parlamentarias del 22 de marzo de 1998, celebradas cuando Kosovo ya estaba sumergido en un virtual estado de guerra por las operaciones contrainsurgentes y contraterroristas de las fuerzas serbias, Sejdiu afianzó su preeminencia política en el bando de Rugova como secretario general de la Asamblea, presidente del Comité de Asuntos Constitucionales de la misma y miembro de un grupo de negociadores designado por el líder albanokosovar, cuyas conversaciones con los representantes de Belgrado, encaminadas a superar la grave crisis con la mediación del Grupo de Contacto de países involucrados, terminaron en punto muerto al comenzar 1999. Estos cometidos compensaron con creces su baja como secretario general del partido, puesto en el que fue relevado por la abogada Nekibe Kelmendi el 15 de marzo, una semana antes de las elecciones.

Encargado de dar soporte parlamentario a las iniciativas de Rugova, Sejdiu no tomó parte en las dos conferencias de alto nivel celebradas en la localidad francesa de Rambouillet en febrero y marzo de 1999, y cuyo fracaso, debido a la intransigencia serbia, desembocó en la campaña de bombardeos de la OTAN para obligar a Belgrado a evacuar sus tropas de Kosovo, hostilidades que duraron tres meses. Luego de terminada la campaña bélica aliada con los resultados de la capitulación serbia, el despliegue del contingente militar de la OTAN, la KFOR, y la instalación de una administración internacional civil encabezada por la ONU, Sejdiu representó a su jefe en las conversaciones con Hashim Thaçi, dirigente del ala radical del movimiento separatista, jefe político del UCK y autoproclamado primer ministro de un "gobierno provisional" alternativo y rival del de la LDK, en aras de la coordinación institucional y para presentar una única voz albanesa en los tratos con las autoridades del protectorado internacional de hecho en que Kosovo se había convertido.

En agosto de 1999 Rugova y Sejdiu fueron designados por la LDK como sus representantes en el Consejo de Transición de Kosovo (CTK), órgano multipartito y multiconfesional investido por la Misión de Naciones Unidas (UNMIK) con funciones asesoras y representativo de la sociedad civil, y que en febrero de 2000, al tiempo que todas las instituciones albanesas quedaban en suspenso, se subordinó al Consejo Administrativo Interino (CAI), el cuerpo ejecutivo de la Estructura Administrativa Interina Conjunta, donde también estaban representados la UNMIK y la minoría serbokosovar.

El legislador, reconocido como una de las personalidades más moderadas y dialogantes del escenario político kosovar, fue uno de los artífices del denominado Marco Constitucional para el Autogobierno Provisional de Kosovo, instrumento promulgado por la UNMIK en mayo de 2001 para proporcionar un soporte jurídico-institucional al período de transición fijado por la resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual, basándose en el documento de Rambouillet, contemplaba la dotación de una "autonomía sustancial" y una "autodeterminación significativa" al territorio antes de entrar en una "etapa final" en la que la administración internacional transferiría la autoridad de las instituciones provisionales de Kosovo a las instituciones surgidas de un acuerdo político.

El 10 de diciembre de 2001 la Asamblea elegida bajo la supervisión de la OSCE en los comicios del 17 de noviembre anterior –ganados por la LDK- escogió a Sejdiu para formar parte de una nueva presidencia multipartita de seis miembros, compartiendo asiento con su correligionario Nexhat Daci, elegido asimismo presidente del hemiciclo. El acuerdo parlamentario preludió la reelección presidencial de Rugova, investido por la Asamblea con la aquiescencia del CAI, y la formación de un Gobierno de coalición encabezado por Bajram Rexhepi, miembro del Partido Democrático (PDK) de Thaçi, en marzo de 2002. El 19 junio de 2004 Sejdiu fue devuelto a la Secretaría General de la LDK por la V Asamblea o Congreso del partido y el 24 de octubre del mismo año vio revalidada su diputación en los segundos comicios al Parlamento, tras los cuales se constituyó un nuevo Gobierno de coalición presidido por Ramush Haradinaj, líder de la Alianza por el Futuro de Kosovo (AAK), y del que se descolgó el PDK.


2. Sucesor de Rugova en la cuenta atrás para la independencia

Rugova falleció víctima de un cáncer de pulmón el 21 de enero de 2006, cuando sólo faltaba un mes para el arranque en Viena de unas cruciales, aunque profundamente inciertas, negociaciones internacionales sobre el futuro estatus de Kosovo. La LDK y los demás partidos albaneses coincidían en subrayar que el resultado del proceso negociador en ciernes no podía ser otro que la independencia y la soberanía efectivas de Kosovo, desenlace que topaba con el rechazo tajante e indeclinable de Serbia, y que la comunidad internacional afrontaba sin un criterio unánime, ya que Estados Unidos, y también algunas instancias políticas en la Unión Europea, ya habían asumido la inevitabilidad de la salida rupturista.

Por su parte, la UNMIK había advertido a los albanokosovares que no debían dar nada por sentado, que el proceso seguía sujeto a los términos de la, por otro lado ambigua, resolución 1.244 y que el arranque de las negociaciones finales estaba condicionado al cumplimiento de una serie de "estándares" en la construcción de una sociedad democrática y multiétnica, donde rigiera el imperio de la ley y se protegiera a las minorías, requisitos que, haciendo una lectura laxa de la situación, dieron por satisfechos en octubre de 2005 el jefe de la UNMIK y presidente del CAI, el danés Søren Jessen-Petersen, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y, finalmente, el Consejo de Seguridad, todos los cuales constataron los "progresos" realizados por Prístina.

Por de pronto, la República de Kosovo se apresuró a cubrir el gran hueco político e institucional dejado por Rugova, cuyos liderazgo carismático y autoridad moral, tan ceñidos a unas circunstancias históricas, nadie parecía capaz de reemplazar. El responsable de la Asamblea, Daci, asumió las funciones de la Presidencia mientras durase el período interino hasta la investidura de un nuevo titular en el plazo de tres meses. Sejdiu, cuyas virtudes radicaban sobre todo en una dedicación abnegada a la causa nacional y el respeto adquirido en todas las franjas del espectro político albanokosovar, que compensaban su perfil más bien intelectual y técnico, alejado de las efusividades populares, se perfiló desde el primer momento como el gran favorito para suceder a Rugova, tanto más cuanto que contaba con el decidido respaldo de la ONU, Estados Unidos y la UE.

En efecto, el 7 de febrero la ejecutiva de la LDK nominó a su secretario general candidato presidencial –los demás partidos no presentaron postulante- y tres días después la Asamblea eligió a Sejdiu en tercera votación con 80 votos a favor, 12 en contra y 17 nulos. Los 10 representantes de la minoría serbia, encuadrados en la Lista Serbia por Kosovo y Metohija y la Iniciativa Cívica Serbia, boicotearon la sesión. Las dos primeras rondas, celebradas el mismo día, no fueron suficientes al quedarse respectivamente a cuatro y tres papeletas de la mayoría requerida de dos tercios, es decir, 81 votos. Pero en el tercer intento bastaba la mayoría simple. La elección estaba ganada de antemano por Sejdiu luego de asegurarse el respaldo del PDK, segunda fuerza parlamentaria con 30 diputados, 17 menos que la LDK. En cuando al liderazgo del partido, adoptó una forma colectiva provisional, al ejercerlo conjuntamente Sejdiu y los tres vicepresidentes, Eqrem Kryeziu, Kole Berisha Naim Jerliu.

Convertido, paradójicamente, en el presidente internacionalmente reconocido de una república no reconocida –con la única excepción de Albania-, Sejdiu manifestó su convicción de que "la mejor solución" era la "independencia completa" y prometió continuar y culminar la empresa vital y política del fallecido Rugova, que incluía la integración de ese Kosovo soberano en las instituciones euro-atlánticas.

Las negociaciones vienesas sobre el futuro estatus de Kosovo comenzaron el 20 de febrero de 2006 bajo la égida del enviado especial de la ONU, el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari, aunque Sejdiu no se incorporó a las mismas hasta el 24 de julio, semanas después de ser recibido en Washington por la secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, realizar una visita oficial a Tirana y sostener otro encuentro diplomático en Nueva York con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando, acompañado del primer ministro Agim Çeku (nombrado el 2 de marzo), sostuvo el primer cara a cara desde el final de la guerra en 1999 con los homólogos serbios, el presidente Boris Tadic y el primer ministro Vojislav Kostunica.

El presidente integró en la delegación albanesa a Thaçi, convertido en el líder de la oposición al Gobierno de la LDK y la AAK, y le cedió cotas de protagonismo en Viena porque sus planteamientos de fondo eran los mismos que los suyos: el carácter innegociable de la independencia en sí misma, estatus que no admitía discusión ni postergación, no habiendo más necesidad que discutir determinadas cuestiones técnicas necesarias para la realización ordenada y pacífica de dicha salida. Los líderes kosovares aceptaban la descentralización del futuro Estado, pero no hasta el punto de ver su integridad territorial comprometida con la aceptación de enclaves serbios de facto como el que dividía la ciudad de Mitrovica.

El 9 de diciembre de 2006, mientras el proceso de Viena seguía sin producir fruto alguno, Sejdiu fue elegido por la VI Asamblea de la LDK presidente de la formación con 189 votos frente a los 160 sacados por su contrincante, Daci. El puesto había permanecido vacante desde febrero de 2005, cuando Rugova cesó en el mismo por las presiones del Grupo de Contacto, que le instó a ajustarse a la naturaleza suprapartidista de su cargo institucional en el autogobierno, en virtud del Marco Constitucional. Una acefalía orgánica que Sejdiu había magnificado el 25 de mayo anterior, fecha en que renunció a la Secretaría General por el mismo motivo, para reducir la carga partidista de la oficina que ocupaba.

En marzo de 2007, la intransigencia maximalista de Sejdiu, Thaçi y Çeku, más la negativa igualmente terca de las autoridades serbias a firmar nada que dejara abierta la puerta a la secesión (ofrecían una "amplia autonomía", todo lo más), condenaron al fracaso el plan de Ahtisaari, presentado por el mediador en enero anterior y consistente en devolver al territorio una soberanía casi total y sujeta a un control internacional, pero sin llegar a la consideración de Estado independiente. El documento rechazado otorgaba al Gobierno albanokosovar las capacidades de adoptar símbolos nacionales, solicitar el ingreso en organizaciones internacionales y crear una Fuerza de Seguridad de unos 2.500 hombres dotada de armamento ligero. A cambio, la exigua minoría serbokosovar habría obtenido un autogobierno a nivel municipal, la salvaguardia de su patrimonio histórico y cultural, garantías de autonomía educativa, la opción de solicitar la doble nacionalidad y el mantenimiento de vínculos económicos especiales con Belgrado.

En el ecuador de 2007, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU, debido a la oposición de Rusia y China, puestas del lado de Serbia, se mostraba incapaz de elaborar una resolución basada en el informe de conclusiones de Ahtisaari, que recomendaba otorgar a Kosovo la independencia tutelada, y sobre el terreno la convivencia intercomunitaria, expuesta a mortales deflagraciones de violencia, no terminaba de normalizarse, Sejdiu hizo todo un alarde de optimismo sobre el futuro inmediato del país.

Así, vislumbraba la proclamación de la independencia en un plazo muy corto, incluso antes de terminar el año, ya que urgía "poner fin cuanto antes a este período de transición para favorecer la estabilidad y la seguridad", se manifestaba convencido de que Rusia, Estados Unidos y los europeos llegarían a un "acuerdo razonable" en el Consejo de Seguridad y rechazó el discurso alarmista de Belgrado sobre el regreso de los enfrentamientos interétnicos y el "precedente" que sentaría Kosovo en un continente pródigo en movimientos nacionalistas y separatistas. Para el presidente kosovar, la independencia de su país, lejos de constituir un precedente, era el "último acto de la desmembración de la antigua Yugoslavia". Igualmente, se mostró esperanzado con la superación del calamitoso estado de la economía –virtualmente desarticulada-, el desempleo generalizado, las agudas carencias sociales y el azote de la criminalidad común.

Con todo, Sejdiu aseguró a sus interlocutores exteriores que Kosovo no haría movimientos unilaterales y que sus representantes políticos continuarían cooperando lealmente con la comunidad internacional, de cuya asistencia material dependía en el sentido más literal. Un hincapié en la prudencia que, junto con la desastrosa situación social y económica, dio alas a Thaçi, no obstante haberse moderado él mismo siguiendo el consejo de sus asesores y amigos estadounidenses, de cara a las elecciones legislativas del 17 de noviembre de 2007, celebradas en un momento de máxima incertidumbre por el bloqueo de la última tanda de negociaciones directas orquestada por la troika internacional –Estados Unidos, Rusia y la UE-, que dio de plazo a las partes hasta el 10 de diciembre para alumbrar un acuerdo.

Que Sejdiu distaba de suplir a Rugova como gran adalid de la causa nacional quedó en evidencia en los terceros comicios a la Asamblea de Kosovo, que, por primera vez, depararon una derrota a la LDK. Con una participación preocupantemente baja, el 40,1%, el partido del presidente perdió la mitad de los votos y escaños obtenidos en 2004, retrocediendo hasta el 22,6% y los 25 escaños, y siendo ampliamente superado por el PDK, triunfador de la jornada con el 34,3% de los sufragios y 37 diputados. El resultado electoral convirtió a Thaçi en el hombre fuerte del momento y en el principal portavoz de las urgencias independentistas de los kosovares, que éstos aceptaron refrenar por última vez a cambio de un compromiso con europeos y estadounidenses para realizar la proclamación a comienzos de 2008, fuera del marco del Consejo de Seguridad de la ONU –donde el veto ruso estaba asegurado- pero pactada con ellos. De conformidad con el nuevo equilibro de fuerzas, Sejdiu designó a Thaçi primer ministro el 11 de diciembre, al día siguiente de expirar sin acuerdo las negociaciones sobre el estatus final. El PDK y la LDK se pusieron rápidamente de acuerdo sobre la formación de un Gobierno de coalición bipartito.

La renovación en las instituciones se produjo el 9 de enero de 2008. Ese día, primero, Sejdiu sacó adelante su reelección presidencial en la Asamblea, que, como, en 2006 requirió tres votaciones. En el último intento, el titular ganó la partida con 68 votos a su contrincante Naim Maloku, ex combatiente del UCK y miembro de la AAK, que recabó 39 apoyos. Se dio la particularidad de que Sejdiu dimitió inmediatamente antes de someterse a la votación con el fin de adquirir un mandato enteramente nuevo coincidiendo con el arranque de la legislatura. A continuación, los diputados invistieron primer ministro a Thaçi y aprobaron la composición de su Gabinete. Finalmente, el 17 de febrero, la Asamblea, reunida en sesión extraordinaria con la asistencia de 109 diputados –los diez representantes de la minoría serbia boicotearon el acto- y bajo la presidencia de Jakup Krasniqi (PDK), aprobó por unanimidad y a mano alzada la proclamación de Kosovo como un "Estado soberano e independiente".

Fatmir Sejdiu está casado y es padre de tres hijos. Es doctor honoris causa por la Universidad de Tirana, que le otorgó la distinción en 2006.

(Cobertura informativa hasta 17/2/2008)