Émile Lahoud
Presidente de la República (1998-2007)
Perteneciente a una familia cristiana maronita procedente de Baabdat, en la región de Metn, su padre, el general Jamil Lahoud, participó en los años cuarenta en la lucha por la independencia de Francia y en los sesenta fue diputado y ministro. En 1956, tras completar sus estudios secundarios en el Broummana High School, administrado por británicos, estudió durante unos meses tecnología militar en la Escuela para oficiales de Líbano y como cadete de marina prosiguió su formación castrense en la Academia de la Armada Real Británica en Dartmouth.
Con el grado de teniente, regresó a su país en julio de 1958 abordo de uno de los barcos norteamericanos enviados en ayuda del presidente Camille Chamoun, enfrentado a serios disturbios intercomunales. En 1959 recibió el despacho de alférez y entró al servicio de la Armada en la base naval de Beirut como ingeniero naval y como oficial de una unidad de desembarco. En 1962 ascendió a teniente de navío y en 1966 a comandante de la II División Naval, puesto que desempeñó hasta 1967 para ponerse al frente de la I División Naval.
En 1970 fue nombrado jefe de la sección de transportes de la IV División del Ejército y desde 1973 sirvió a las órdenes del su entonces comandante en jefe, general Iskandar Ghanem, en calidad de responsable de su estado mayor de personal. Con el rango de comandante del Ejército desde 1976, en 1979 inició un cursillo anual de capacitación en Rhode Island, Estados Unidos, continuación del realizado en 1972-1973. En 1980, con el grado de capitán, asumió el puesto de jefe de personal en el Cuartel General del Ejército, desde 1983 dirigió la Oficina Militar del Ministerio de Defensa y en 1986 asistió a un cursillo sobre armamento nuclear, biológico y químico.
Su neutralidad durante la guerra civil que desangró al país en los años ochenta, cuando el Ejército se desintegró de hecho ante la violencia sectaria de las múltiples y poderosas guerrillas, le aparejó el respeto general. A raíz de los acuerdos de paz de Ta'if, el 28 de noviembre de 1989 el nuevo presidente, Élias Harawi, le promovió a comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Como tal, Lahoud trabajó en favor de un ejército nacional, unificado y esencialmente apolítico, para lo que reestructuró las unidades y les confirió un componente intercomunal. Esta reforma contribuyó a la empresa de reconstruir el devastado país, si bien atendió siempre a los intereses de Siria, que mantenía y mantiene en el país un contingente de 35.000 soldados por mutuos intereses de seguridad.
Así, cuando en octubre de 1990 el Ejército sirio aplastó la disidencia del general cristiano Michel Aoun (como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, su antiguo superior), trayendo la paz definitiva a Beirut tras quince años de luchas, los soldados gubernamentales a las órdenes de Lahoud participaron en las operaciones. De igual manera, en los años siguientes el ejército libanés se inhibió de los sucesos en el sur del país, escenario de enfrentamientos entre Israel y la guerrilla musulmana shií del Partido de Dios (Hezbollah), aunque en el resto del territorio nacional Lahoud supo imponer el orden y la autoridad de las Fuerzas Armadas.
Con el visto bueno del presidente sirio Hafez al-Assad, sabedor que su figura suscitaba las simpatías de Estados Unidos y el mundo árabe en general, la candidatura de Lahoud para suceder a Harawi se sometió a la Cámara de Representantes el 15 de octubre de 1998 y fue aprobada por unanimidad, con la abstención de los diez diputados del partido druso de Walid Jumblatt, él mismo declarado candidato al puesto y contrario a que un militar encabezara una democracia. Dos días atrás la Cámara había enmendado la Constitución de 1990 (a su vez una revisión de los textos de 1926 y 1943), que prohibía a todo funcionario del Estado acceder a la presidencia si no llevaba al menos dos años fuera de sus funciones.
El 24 de noviembre Lahoud tomó posesión como undécimo presidente de la República Libanesa para los próximos seis años, siguiendo la costumbre constitucional vigente desde la independencia en 1943, por la que el presidente de la República es un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán sunní y el presidente del Parlamento un musulmán shií. Este equilibrio confesional en el reparto de poderes, que también afecta a la Cámara de Representantes (donde los diputados se dividen equitativamente entre cristianos y musulmanes), está previsto en los acuerdos de Ta'if en el marco de un largo proceso de reforma institucional, que deberá culminar con la remoción de todo sectarismo religioso del sistema político.
La elección del muy popular Lahoud generó optimismo y expectación en la sociedad libanesa, para la que su reputación de hombre honesto y reacio a fastos y ostentaciones le convertía en el más adecuado para reconducir la administración y la economía por unos derroteros más racionales y transparentes. En sus primeras alocuciones Lahoud prometió combatir los sectarismos, extender el imperio de la ley, reforzar la sociedad civil y las instituciones democráticas y acabar con el desorden en la gestión de las finanzas públicas y la corrupción, que con niveles preocupantes habían caracterizado al Gobierno de Harawi. En materia exterior, garantizó la continuidad: relaciones estrechas con Siria y disposición a hacer la paz con Israel, condicionada a su retirada de la franja de 15 km de profundidad en el extremo sur del país, establecida en 1985 como residuo de la ocupación militar comenzada con la invasión de 1982.
Lahoud confirmó sus pretensiones de fortalecer el control estatal sobre todo el territorio nacional. Por un lado, entre el 31 de diciembre de 1999 y el 4 de enero de 2000 el Ejército realizó una operación en una localidad cercana a Trípoli contra la milicia extremista sunní Tafkir u al-Hijra (Redención y Amanecer del Islam), grupo presumiblemente relacionado con los Hermanos Musulmanes (que a su vez son mortales enemigos del régimen sirio), resultando muertas un total de 38 personas. En segundo lugar, el anuncio hecho por el Gobierno israelí el 5 de marzo de 2000 de su retirada del sur del Líbano, planteó el reto de cómo extender el control efectivo de la autoridad central sin disolver, de momento, a la guerrilla de Hezbollah, aunque Lahoud no aceptó contrapartidas a una evacuación que siempre fue exigida por el Consejo de Seguridad de la ONU.
El Ejército israelí se replegó con suma rapidez los días 23 y 24 de mayo y a continuación Lahoud inició conversaciones con la ONU para establecer el área desmilitarizada en la que habrían de desplegarse los cascos azules de la Fuerza Interina (FINUL), presente desde 1978, al cabo de la primera invasión israelí de Líbano, que se detuvo en río Litani. El 29 de julio se llegó a un acuerdo y desde el día siguiente los efectivos de la ONU tomaron posiciones en diversas aldeas de la frontera. El 5 de agosto la FINUL completó sus operaciones, convirtiéndose por primera vez en la fuerza de interposición tal como el Consejo de Seguridad de la ONU la había concebid en su resolución 425 de 1978, y el día 9 el Ejército libanés comenzó a patrullar el sur del país.
El desarme y sometimiento de Hezbollah pareció quedar descartado a corto o medio plazo, no tanto por sus advertencias de que continuaría atacando territorio israelí en tanto no se liberasen los territorios ocupados en Cisjordania, como por constituir la guerrilla un poderoso elemento de presión de Siria a la hora de negociar un acuerdo de paz con el Estado judío. De hecho, el mandatario libanés comunicó a la ONU que Beirut no garantizaría la seguridad de la frontera líbano-israelí mientras el Estado judío no llegase a acuerdos definitivos con Siria sobre la devolución de los Altos del Golán invadidos en 1967 y anexionados de hecho en 1981, y con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sobre el retorno de los refugiados, 350.000 de los cuales seguían en Líbano.
Toda vez que las perspectivas de paz entre el ente autónomo dirigido por Yasser Arafat e Israel volaron por los aires con el estallido, en septiembre de 2000, de la segunda intifada palestina, el horizonte de un arreglo sobre la frontera sur de Líbano se alejó irremisiblemente. Lahoud asistió impávido al grave deterioro de la seguridad en la zona, ya que Hezbollah lanzó nuevas agresiones contra la Galilea israelí como expresión de solidaridad con los palestinos. El 30 de noviembre de 1998 el primer ministro Rafiq Hariri, que había gozado de amplio margen de maniobra con Harawi para dirigir la reconstrucción económica del país y había realizado una gestión muy controvertida, rechazó el ofrecimiento de Lahoud para que siguiera en el cargo. Se hizo notar la incompatibilidad entre ambos dirigentes, pues Lahoud aspiraba a supervisar más directamente las reformas económicas y a erradicar las prácticas corruptas del seno del Gobierno. El 2 de diciembre nombró para presidirlo al veterano ex primer ministro Selim Hoss.
Sin embargo, las elecciones legislativas del 27 de agosto y 3 de septiembre de 2000 supusieron un fortísimo varapalo para los candidatos oficialistas. Pese al boicot practicado por los principales partidos cristianos, la mayoría de los escaños fueron a parar a las listas opositoras multiconfesionales de Hariri y Jumblatt, y a la del shií Nabih Berri, que aunó a su partido Amal (prosirio) y a Hezbollah. 18 de los 19 escaños de Beirut fueron ganados por el archipopular Hariri, humillando a Hoss. Así las cosas, Lahoud no tuvo otro remedio que nombrarle de nuevo primer ministro el 23 de octubre.
(Nota de edición: esta biografía fue publicada originalmente en 3/2001. El ejercicio de Émile Lahoud como presidente de Líbano concluyó el 23/11/2007, sin que el Parlamento hubiera elegido a un sucesor; en consecuencia, la jefatura del Estado permaneció vacante y sus funciones fueron asumidas temporalmente por el primer ministro Fuad Siniora. El 25/5/2008 Michel Suleiman fue elegido nuevo presidente de la República).