Édouard Philippe

El eclecticismo político orientado al centro ha llegado al Gobierno de Francia con el acceso a Matignon de Édouard Philippe, nombrado primer ministro por Emmanuel Macron al día siguiente, el 15 de mayo de 2017, de iniciar su andadura como presidente de la República y ocho días después de batir a la ultraderechista Marine Le Pen en el balotaje electoral.

Diputado desde 2012 y alcalde de El Havre desde 2010, el normando Philippe surge del segundo plano de la política y pertenece no al partido social-liberal de Macron, ¡La República en Marcha! (REM), sino a Los Republicanos, la formación conservadora cuyo candidato presidencial, François Fillon, quedó apeado en la primera vuelta del 23 de abril. Esta singularidad cobra más relieve desde el momento en que Philippe es un disidente de su partido reclutado para la plataforma macronista y el jefe de un Gobierno, presentado el 17 de mayo, que integra pragmáticamente a ministros de Los Republicanos (LR), el Partido Socialista (PS), el Movimiento Demócrata (MoDem) de François Bayrou y los radicales de izquierda (PRG), varios de los cuales son viejos rostros de la política gala que ya expresaron su apoyo a Macron durante la campaña electoral, amén de representantes del REM y diversos independientes. Una composición heteróclita pero armoniosa que responde al deseo de Macron de tejer un consenso transversal capaz de trascender la clásica dicotomía de derecha e izquierda para meter a Francia por la senda de las reformas progresistas. Si bien Philippe se presenta a sí mismo como un "hombre de derechas", él es un republicano afín a Alain Juppé, rival moderado de Fillon (y de Nicolas Sarkozy) en las primarias presidenciales de su partido.

La empresa de Philippe es doble. Para empezar, ha de ayudar a Macron a construir en la Asamblea Nacional una mayoría presidencial que por el momento es inexistente, ni siquiera como minoría, pues REM, al ser una formación neófita, no dispone de grupo parlamentario y tanto socialistas como republicanos, molestos por el intento de Macron de atraerse a sus facciones centristas y sumidos en sendas crisis internas, siguen considerándose opciones rivales de las del nuevo presidente. Si Philippe, tras las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio, consigue articular -escenario que no esta nada claro- una mayoría venida de la suma de los escaños que ganen el macronismo por sí mismo y candidatos de otros partidos que, como el suyo propio, estarían dispuestos a apoyar al Ejecutivo e integrar el oficialismo, entonces, una vez confirmado en su puesto, se entregará a la tarea de ejecutar las "transformaciones radicales" que Macron, con su programa mixto de ahorro fiscal, inversiones públicas y "modernización del modelo de crecimiento", prescribe para Francia.

Hasta los comicios de junio, el peculiar primer Gobierno Philippe, ni de mayoría, ni de gran coalición, ni de cohabitación (porque Macron ha escogido a su primer ministro discrecionalmente de acuerdo con sus prerrogativas y no obligado por la mayoría parlamentaria de turno, en esta legislatura socialista), funcionará con un cariz de provisionalidad.


(Texto actualizado hasta mayo 2017)

1. Alcalde de El Havre y diputado de Los Republicanos
2. Primer ministro con el presidente Macron y jefe de un Gobierno plural orientado al centro

1. Alcalde de El Havre y diputado de Los Republicanos

Hijo de una pareja de profesores de lengua francesa y nieto de un estibador del puerto de El Havre, se crió en un hogar normando con mentalidad de clase trabajadora e ideas izquierdistas, pero ya en su primera juventud su pensamiento político viró hacia posiciones moderadas. Tras asistir al Liceo Janson-de-Sailly de París y completar el bachillerato en el Liceo Francés de la ciudad alemana de Bonn, del que su padre era director, inició su formación superior en el Instituto de Estudios Políticos (IEP), comúnmente conocido como Sciences Po, donde por breve tiempo fue un activista estudiantil adherido al ala rocardiana del Partido Socialista. En 1992 se graduó en Servicio Público y tres años después fue admitido en la célebre Escuela Nacional de Administración (ENA), la cantera por excelencia de altos funcionarios de la República.

Inmediatamente después de titularse como enarca, en 1997, Philippe fue reclutado para los escalafones jurídicos del Consejo de Estado, donde se especializó en derecho mercantil. Su encuentro con la profesión política llegó en 2001 de la mano de Antoine Rufenacht, el alcalde de la ciudad de su familia, El Havre, y antes miembro de la Asamblea Nacional y presidente del Consejo Regional de Alta Normandía. Rufenacht pertenecía a la formación neogaullista Reagrupamiento por la República (RPR), al poco transformado en la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y era un ferviente partidario de Jacques Chirac, el entonces presidente de la República. Nombrado adjunto para cuestiones legales por Rufenacht, en el Ayuntamiento de El Havre Philippe terminó de moldear su ideario político conservador.

En 2002, con 31 años, el funcionario municipal se afilió a la flamante UMP y en las elecciones legislativas celebradas en junio de ese año, después de ganar Chirac la reelección presidencial sobre el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, contendió por el escaño de la 8ª circunscripción del departamento de Sena Marítimo, todo un bastión, hasta entonces intocable, del Partido Comunista, el mismo del que habían sido miembros su abuelo y su bisabuelo. Con el 42,5% de los votos obtenidos en la segunda vuelta, el novato en estas lides sucumbió frente a su adversario del PCF, Daniel Paul. En cambio, su partido machacó al PS en la elección general y el reagrupado centro-derecha galo retornó al Gobierno con Jean-Pierre Raffarin de primer ministro.

La consolación por este fracaso en los comicios a la Asamblea Nacional le vino a Philippe entrando, por recomendación de su primer mentor, Rufenacht, en el equipo de colaboradores de Alain Juppé, ex primer ministro chiraquiano y el primer presidente de la UMP, quien le adjudicó el puesto de director general de servicios en el aparato de la nueva formación. Sin embargo, en 2004 Juppé, condenado por corrupción e inhabilitado por un tribunal, hubo de suspender sus funciones políticas, dejando a la intemperie al personal a su servicio. Con su patrono político temporalmente fuera de juego, Philippe encontró una salida profesional como abogado de un bufete de Estados Unidos y además se las arregló para salir elegido consejero regional de Alta Normandía.

A mediados de 2007 volvió a asistir fugazmente al ya rehabilitado Juppé en calidad de miembro de su gabinete ministerial durante el mes en que Juppé fungió al frente del Ministerio de Ecología, Planificación y Desarrollo Sostenible dentro del primer Gobierno de François Fillon, a su vez nombrado primer ministro por el nuevo presidente de la República, Nicolas Sarkozy, sucesor de Juppé en la jefatura de la UMP y por el que Philippe no sentía el menor aprecio. En los comicios de junio de 2007, al tiempo que Juppé, alcalde de Burdeos desde el año anterior, veía frustrado su intento de regresar a la Asamblea Nacional como diputado por Gironda -revés que provocó precisamente su dimisión ministerial-, Philippe adquirió la condición de diputado suplente, sin ocupación efectiva del escaño, de la UMP por la 7ª circunscripción de Sena Marítimo.

En marzo de 2008 Philippe concluyó el mandato regional en su Rouan natal y a cambio inició el de consejero general del departamento de Sena Marítimo, uno de los dos que componían la Alta Normandía. De nuevo en la órbita del alcalde Rufenacht, tomó a su cargo una serie de funciones municipales relacionadas con el desarrollo portuario, los equipamientos urbanos, la formación laboral y la enseñanza superior de El Havre. Paralelamente, ejerció en el sector privado como director de Asuntos Públicos de Areva, la gran multinacional francesa del sector de la energía nuclear.

Tras 15 años como primer edil de El Havre, Rufenacht decidió jubilarse de la política y en octubre de 2010 traspasó la alcaldía a su discípulo sin mediar las urnas. Dos meses más tarde, Philippe se convirtió también en presidente de la Comunidad de Aglomeración de El Havre. El 23 de marzo de 2012, a punto de expirar su mandato en el Consejo General de Sena Marítimo, Philippe agregó a su elenco político la diputación nacional por la 7ª circunscripción de dicho departamento como el sucesor automático del fallecido titular del escaño, Jean-Yves Besselat. Tres meses después, en las votaciones que dieron la victoria al PS y sus aliados de la izquierda a rebufo de la llegada al Elíseo de François Hollande, Philippe quedó confirmado en la Asamblea y en las municipales de marzo de 2014 fue ratificado igualmente como alcalde de El Havre.


2. Primer ministro con el presidente Macron y jefe de un Gobierno plural orientado al centro

Luego del traumático paso de la UMP a la oposición en 2012, Philippe siguió discretamente al lado del veterano Juppé, protagonista de la gran gresca en que se sumergió la principal fuerza del centro-derecha francés, rebautizada como Los Republicanos (LR) en mayo de 2015, junto con los también primeros espadas Fillon, Sarkozy y Jean-François Copé.

A partir de agosto de 2016 el alcalde de El Havre desarrolló labores de portavoz en el equipo de la precandidatura presidencial de Juppé. En noviembre, el alcalde de Burdeos cayó derrotado por Fillon en la elección primaria a doble vuelta de Los Republicanos. A continuación, como otros colaboradores de Juppé, Philippe se integró en la campaña presidencial de Fillon, cuya plataforma rebosaba derechismo liberal, pero el 2 de marzo de 2017 desertó de la misma disgustado por el cariz que estaba tomando el monumental escándalo conocido como el Affaire Penelope Fillon o Penelopegate, las alegaciones periodísticas, pronto judicializadas, de la contratación por el ex primer ministro de su esposa para una asistencia parlamentaria que supuestamente había sido fraudulenta.

Este feo asunto, que el 14 de marzo desembocó en la imputación judicial del candidato por presunta malversación de fondos públicos, liquidó la posición de favorito que durante meses los sondeos habían adjudicado a Fillon, empecinado en mantener su campaña a flote con el argumento de que era la víctima inocente de un "asesinato político", y dejó consternados a Philippe y a muchos miembros de Los Republicanos, pero el alcalde mantuvo intacto su compromiso con el partido.

Para entonces, Philippe ya había decidido no presentarse a la reelección en las legislativas que tocaban en junio con el fin de ajustarse a la normativa reguladora de la acumulación de mandatos electorales. Con Fillon no hundido pero irreversiblemente tocado, el candidato del PS, Benoît Hamon, librando una competición imposible sin el aliento del sector oficialista de su propio partido y el izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon subiendo en las encuestas aunque con escasas posibilidades de dar la sorpresa, la elección presidencial del 23 de abril de 2017 terminó resolviéndose como un duelo particular entre el centrista social-liberal Emmanuel Macron, candidato independiente del movimiento ¡En Marcha! (EM), ministro de Economía en 2014-2016 en el Gobierno socialista de Manuel Valls y antes estrecho asistente del presidente Hollande, y la potente líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen.

En el balotaje del 7 de mayo Macron, con el 66,1% de los votos, se proclamó presidente y desde este momento los medios de comunicación franceses se pusieron a confeccionar las tradicionales quinielas de nombres para el puesto de primer ministro, segunda figura del Ejecutivo que el mandatario electo, de acuerdo con sus atribuciones constitucionales, nombraría tan pronto como tomase posesión del Palacio del Elíseo. El próximo jefe del Gobierno francés, sucesor del socialista Bernard Cazeneuve, el cual presentó la dimisión protocolaria el 10 de mayo, debía mostrar un perfil moderado e integrador, y a la vez reformista y moderno, capaz de ejecutar desde el Hôtel de Matignon las "transformaciones radicales" que Francia, un país "bloqueado por los corporativismos y la esclerosis", precisaba con urgencia, tal era el diagnóstico de Macron.

En la cuenta atrás para el cambio de guardia en el Elíseo el nombre de Philippe se destacó con fuerza de entre un ramillete de barajados. Los comentaristas subrayaron que Philippe y Macron se conocían desde hacía varios años y, pese a no haber trabajado nunca juntos y haber construido su currículum político en espacios diferentes (si bien tenían en común una breve militancia en el PS y la admiración por el ya fallecido Michel Rocard), mantenían una relación impulsada por su coincidencia generacional (Macron, aún treintañero, era siete años más joven que Philippe) y sus grandes afinidades de pensamiento. Dato añadido, ambos eran egresados de la ENA. Macron estaba demostrando tener una habilidad pragmática para atraer las simpatías y adhesiones de gentes de diferentes tendencias.

Antes de la primera vuelta, ya había conseguido el respaldo público de su anterior superior gubernamental, Valls, así como de otras figuras moderadas del PS y Los Republicanos. Los medios rescataron algunas declaraciones elogiosas de Philippe sobre Macron realizadas desde 2015, aunque también era cierto que en la reciente contienda presidencial el primero no había hecho campaña por el segundo; más todavía, Philippe, opinador de pluma incisiva, acababa de criticar con ironía al candidato desde su columna en el periódico de izquierdas Libération

Aunque la opción del diputado y alcalde Philippe, un relativo desconocido cuya limitada proyección pública resultaba en estas circunstancias precisamente una ventaja y no un lastre porque Macron, en su afán modernizador, querría, en apariencia, rodearse de "rostros nuevos" poco identificados con el establishment, gozaba del mayor crédito, la prensa especuló con que el presidente podría decantarse alternativamente por políticos de la experiencia y el calibre de François Bayrou, líder del partido centrista Movimiento Demócrata (MoDem) y alcalde de Pau, y Jean-Yves Le Drian, ministro socialista de Defensa saliente y que, como Bayrou, había pedido el voto para Macron antes de la primera vuelta.

Otros candidatos potenciales mencionados eran Sylvie Goulard, eurodiputada federalista de MoDem pero ahora pasada al grupo de Macron, Richard Ferrand, el secretario general de ¡La República en Marcha! (REM, denominación de EM desde el 8 de mayo) y venido de las filas del PS, Jean-Paul Delevoye, otro macronista, en su caso antiguo miembro de la UMP, y Anne-Marie Idrac, alta funcionaria estatal y perteneciente a Los Centristas de Hervé Morin. Lo que sí estaba claro era que Macron en modo alguno se sentía obligado a nombrar un primer ministro que fuera de su propio partido.

Macron tomó el relevo a Hollande en el Elíseo el 14 de mayo y en la jornada siguiente, minutos antes de emprender viaje a Berlín para entrevistarse con la canciller Angela Merkel, el presidente comunicó que el escogido para trabajar con él desde Matignon era Philippe. El nombramiento de uno de los suyos como principal lugarteniente de Macron, cabeza de un partido por de pronto rival de cara a las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio, en la empresa de construir la nueva mayoría presidencial, no sentó nada bien a Los Republicanos, ahora mismo liderados por François Baroin, Laurent Wauquiez y Bernard Accoyer, que percibieron este movimiento como una clara tentativa del macronismo de atraerse al ala afín a Juppé. El septuagenario ex primer ministro y ministro de Exteriores salió a dar la enhorabuena a su "amigo" Philippe, un "hombre de gran talento" que reunía "todas las cualidades" para el cargo encomendado por Macron, y aclaró que en la campaña de las legislativas iba a pedir el voto para los candidatos de su partido, Los Republicanos. En un comunicado, estos puntualizaron que el reclutamiento de Philippe por Macron era a título particular y que en modo alguno debía verse como un principio de "coalición" entre ellos y REM.

Estaba previsto que Philippe, ya primer ministro de manera oficial, presentara su Gobierno el 16 de mayo, momento en el cual se sabría mucho más sobre las intenciones de Macron para, lanzando cantos de sirena a derecha e izquierda, forjar la necesaria, si bien técnicamente no imprescindible, mayoría presidencial en la Asamblea Nacional, aunque hasta las elecciones de junio no habría respuestas definitivas. Sin embargo, el inquilino del Elíseo informó que aplazaba la formación del Gabinete un día para "verificar" que los ministros elegidos presentaban un perfil "irreprochable", sin situaciones fiscales o patrimoniales dudosas ni potenciales conflictos de intereses.

El organismo del Estado encargado de esa verificación era la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública (HATVP). Se sobreentendía que el propio Philippe iba a pasar la criba de la HATVP, pero el caso era que el diputado, según el periódico digital Mediapart, había sido amonestado por este órgano por haber "eludido sistemáticamente" la aclaración de ciertos detalles de su patrimonio inmobiliario en su declaración de 2014, datos que a día de hoy seguía sin proporcionar. La fiscalización a priori por la HATVP de los candidatos a altos puestos de la administración del Estado y el Gobierno había quedado establecida por la Ley de Transparencia de 2013, norma contra la que Philippe, al igual que la casi totalidad del grupo parlamentario de la UMP, había emitido su voto negativo.

El 17 de mayo, por tanto, se conoció la composición del Gobierno Philippe. Al final, Macron y su primer ministro recurrieron para el núcleo duro del Gabinete a varios viejos conocidos de la política nacional, que no aportaban la frescura de la novedad pero sí solidez y experiencia. Lo que no sorprendió fue la pluralidad política del equipo ministerial, con cuatro miembros del PS y Los Republicanos, todos a título particular, sin representar oficialmente a sus partidos, que por el momento se mantenían ajenos a una mayoría presidencial macronista por levantar, y relacionados con sus respectivas alas centristas o moderadas; de hecho, algunos de ellos ya habían expresado su adhesión al candidato Macron antes de las elecciones. También participaban, además lógicamente de REM, el MoDem y el Partido Radical de Izquierda (PRG, un satélite habitual del PS).

El Gabinete, cumplidor de una estricta paridad de género, consistía en 18 ministros (tres ministros de Estado, 13 ministros con cartera y dos ministros adjuntos) y cuatro secretarios de Estado. El ministerio de Europa y Asuntos Exteriores fue para el socialista Jean-Yves Le Drian, cuya cartera de Defensa en el anterior Gobierno Cazeneuve, ahora denominada de los Ejércitos, pasó a manos de la macronista Sylvie Goulard. Un conmilitón de Le Drian igualmente entrado en años, Gérard Collomb, alcalde de Lyon desde 2001, recibió el departamento de Interior. Economía le fue confiada a Bruno Le Maire, anterior miembro de los Gobiernos de Fillon y notorio disidente de Los Republicanos. La participación del centrista Bayrou, que se había dado por sentada, fue un hecho con la entrega de la posición de ministro de Estado y ministro de Justicia. Richard Ferrand, el secretario general de REM, fue nombrado ministro de Cohesión Territorial. En total, REM obtenía cinco puestos, y los socialistas, los republicanos, el MoDem y el PRG dos cada uno. Los restantes nueve ministros y secretarios de Estado eran personalidades independientes o de orientación ideológica definida pero no afiliados, como el ecologista Nicolas Hulot, ministro de Estado para la Transición Ecológica y Solidaria.

Édouard Philippe está casado con la académica Édith Chabre, directora ejecutiva de la Escuela de Derecho de la Sciences Po de París. El primer ministro de Francia es autor de los libros de ficción política L'Heure de vérité y Dans l'ombre, publicados en 2007 y 2011 respectivamente en coautoría con su colega Gilles Boyer, quien fuera director de la campaña del precandidato Juppé en las primarias de LR de 2016 y luego tesorero de la campaña presidencial de Fillon.

(Cobertura informativa hasta 17/5/2017)