David Sassoli

David Sassoli, representante del Partido Democrático (PD) de Italia y del grupo transnacional Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), fue investido el 3 de julio de 2019 presidente del Parlamento Europeo. Antiguo periodista televisivo de la Rai muy conocido en su país y eurodiputado desde 2009, Sassoli salió elegido para suceder a su compatriota conservador Antonio Tajani, en el cargo desde 2017, con una mayoría de votos procedentes de los principales grupos de la novena legislatura europea. Las elecciones de mayo situaron primero al Partido Popular Europeo (PPE), segundo al Partido de los Socialistas Europeos (PSE, la formación orgánica de los S&D) y terceros a los partidos centristas y liberales reagrupados bajo el nuevo nombre de Renovar Europa (RE). El 11 de enero de 2022, a punto de concluir su mandato de más de 30 meses, un período de lo más agitado en el devenir de la UE, Sassoli, aquejado de una enfermedad inmunitaria y de neumonía, falleció a los 65 años.

La elección de su presidente es competencia exclusiva del Parlamento, pero eso no quiere decir que se trate de una decisión autónoma de la institución legislativa supranacional. De manera más o menos directa, los diputados suelen acatar las directrices de sus jefes nacionales de filas, que a veces son también los gobernantes de sus respectivos países y por tanto miembros del Consejo Europeo, la institución determinante en la UE. En el caso de la selección de Sassoli, esta característica estuvo más acentuada que otras veces porque su candidatura fue lanzada como una fórmula de consenso de los tres grandes grupos parlamentarios para terminar de ajustar el complejo equilibrio de intereses y criterios -nacionales, partidistas, ideológicos, de género- que justamente en la víspera, el 2 julio, fue acordado por el Consejo Europeo no sin grandes dificultades.

Entonces, los 28, en un reparto de altos puestos a renovar a últimos de año y que se ajustaba en particular a los requerimientos del presidente francés Emmanuel Macron, designaron a Ursula von der Leyen para presidir la Comisión Europea (el Parlamento la eligió el 17 de julio, pocos días después de elegir a Sassoli, pero luego, en octubre, los diputados rechazaron a la candidata francesa a comisaria, Sylvie Goulard), a Charles Michel para presidir el Consejo, a Christine Lagarde para presidir el Banco Central Europeo y a Josep Borrell como Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

La sensación de infrarrepresentación del PSE en este esquema quiso ser corregida otorgando a un diputado de los S&D la presidencia del Parlamento Europeo, un puesto con menor poder, si bien la nacionalidad de Sassoli dejaba sin satisfacer un criterio geográfico, al parecer secundario, dado que ahora los topjobs estaban copados por oficiales de Europa Occidental. Entonces, se creía que en el ecuador de la legislatura, en enero de 2022, Sassoli dejaría paso a un diputado del PPE, que podría ser el alemán Manfred Weber, o bien al socialista holandés Frans Timmermans, frustrados candidatos electorales a presidir la Comisión. El descarte de ambos por el Consejo para dicho cometido (Timmermans siguió siendo el vicepresidente primero de la Comisión con von der Leyen, mientras que Weber, líder del Grupo del PPE, se quedó de manos vacías), indignó a muchos diputados, quienes acusaron a los gobernantes de ignorar a los electores y de querer sepultar el sistema de los spitzenkandidaten, concebido en 2014 para dar una pátina más democrática a la formación de la Comisión. También, se habló de un pacto de alternancia entre el PPE y el PSE con respecto a la Presidencia del Parlamento, de manera que en 2022 esta sería para un popular con respaldo socialista.

De todas estas polémicas parecía querer distanciarse David Sassoli, procedente del ala católica progresista del PD y hombre ideológicamente moderado, pero de dinámica personalidad y muchas veces tajante en sus pronunciamientos. A lo largo de su actividad parlamentaria, Sassoli siempre había dejado patentes sus convicciones europeístas. Ahora, en su discurso de investidura, el nuevo titular de la Eurocámara prefirió centrarse en los llamamientos a la UE para "relanzar" el proceso de integración y el modelo de economía social de mercado, y para dar respuestas eficaces a las "necesidades y preocupaciones" de los ciudadanos en cuestiones tales como el empleo juvenil, la protección social, la revolución digital, el cambio climático y las migraciones. En este último punto, él ya venía criticando las políticas antiinmigración del Gobierno derechista de su país y ahora proponía al Consejo Europeo la creación de "corredores humanitarios" para regular los flujos de llegada. Asimismo, no se privó de lanzar un alegato contra los "virus" del nacionalismo.

Con Sassoli de presidente, el Parlamento puso un elocuente altavoz a su criterio y su voto en las cuestiones más candentes de la actualidad europea, dominada por un buen numero de contenciosos abiertos, crisis y desafíos, a cual más serio. Uno de ellos fue el retrasado Brexit, cuya materialización fue mucho más tortuosa de lo imaginado. El 29 de enero de 2020 la Eurocámara emitió su preceptiva ratificación del Acuerdo de Retirada previamente firmado por Boris Johnson, von der Leyen y Michel. En la madrugada del 1 febrero de 2020 el Reino Unido dejó de ser Estado miembro de la UE y el Parlamento Europeo se redujo de los 751 a los 705 diputados. Más de un año después, el 27 de abril de 2021, el Parlamento ratificó el Acuerdo de Cooperación y Comercio (TCA), el instrumento regulador del libre comercio de bienes y (parcialmente) de servicios entre la UE y el Reino Unido, aplicado provisionalmente desde el 1 de enero, una vez concluido el período de transición post-Brexit, y que no cubría ni el libre movimiento de capitales ni de personas, ni incluía una unión aduanera. Sassoli se felicitó porque, después de tantas reuniones frustrantes entre los responsables de Londres y Bruselas, y tanta tensión ambiental, el Brexit tuviera una ejecución ordenada, y porque los partidarios del Leave hubieran fracasado en "su objetivo de romper Europa".

Otro frente abierto fue el de las reformas legales, sobre todo en el ámbito judicial, y las medidas de diversa naturaleza (discriminación de la comunidad LGBT, rechazo a colaborar en una política común sobre migración, veto temporal a los Presupuestos Plurianuales) adoptadas por los gobiernos de Polonia y Hungría, que para las instituciones de Bruselas eran contrarias al Estado de derecho y desafiaban los fundamentos de la UE, cuando no saboteaban su funcionamiento básico. Aquí, Sassoli adoptó un tono muy contundente, invocando la negación de fondos estructurales y de los fondos de recuperación de la COVID si Varsovia y Budapest insistían en cuestionar la primacía del ordenamiento jurídico de la Unión sobre los derechos y legislaciones nacionales, incluidas las constituciones, de los Estados miembros, conculcaban el Estado de derecho y desprotegían a sus propios ciudadanos. En octubre de 2021 Sassoli, materializando una advertencia formulada durante meses, instruyó a los servicios jurídicos de la Eurocámara para que presentaran ante el Tribunal de Justicia (TJUE) de Luxemburgo una histórica demanda contra la Comisión Europea por su inacción ante las violaciones del Estado de derecho en Hungría y Polonia; en concreto, por no haber activado el mecanismo de condicionalidad, ya en vigor, que permitiría congelar el desembolso de fondos europeos a ambos países de manera automática.

Sassoli presidió otras votaciones trascendentales del Parlamento, como la resolución de noviembre de 2019 que declaró la "emergencia climática y medioambiental" en la UE y urgió a los gobiernos y a la Comisión a tomar medidas para combatirla. Semanas después, von der Leyen presentó las líneas generales del Pacto Verde Europeo (PVE), ambicioso –aunque todavía insuficiente, en opinión de los partidos ecologistas– conjunto de medidas para recortar las emisiones carbónicas en 2030 al menos un 55% respecto a los niveles de 1990, acelerar la transición a las energías renovables y conseguir la neutralidad climática en 2050 de manera colectiva, todo con apoyo en una Ley Europea del Clima de carácter vinculante para los Estados miembros. En junio de 2021 la Ley del Clima fue aprobada por el Parlamento en primera lectura, penúltimo paso, previo a su adopción formal por el Consejo Europeo, para su firma, publicación y entrada en vigor.

En diciembre de 2020, tras un mes de bloqueo de los gobiernos polaco y húngaro, revueltos contra cualquier condicionalidad de las ayudas en materia de Estado de derecho, la Eurocámara aprobó por abrumadora mayoría el Marco Financiero Plurianual 2021-2027 propuesto por la Comisión y acordado por el Consejo. Sassoli aplaudió los presupuestos más expansivos en la historia de la UE, 1,8 billones de euros concentrados en la construcción de una Europa más ecológica, más digital y más resiliente en el horizonte post-COVID, y que incluían los 750.000 millones del Plan de Recuperación Next Generation EU (NGEU). Durante la elaboración del plan de recuperación y los presupuestos, Sassoli unió su voz a las que reclamaban la emisión de bonos europeos, deuda conjunta bajo la denominación informal de coronabonos, a fin de financiar el gigantesco esfuerzo fiscal en ciernes. Los dirigentes europeos abordaron la cuestión de los eurobonos, sobre todo con vistas a costear el PVE, pero eludieron cualquier compromiso en relación con el NGEU propiamente dicho, cuya financiación vendría de los recursos propios habituales y de una serie de impuestos ad hoc. Por su parte, la Comisión activó el instrumento temporal SURE, 100.000 millones de euros en préstamos a los gobiernos para ayudares a mitigar el desempleo provocado por la pandemia y obtenidos de la emisión de bonos sociales a 5, 10 y 15 años, a colocar en los mercados de deuda con diversos tipos de interés.

Además del debate sobre los coronabonos, Sassoli no se mordió la lengua a la hora de expresar su opinión sobre diversas polémicas en torno a la COVID-19. Así, en marzo de 2021, en un pronunciamiento bastante sonado, el responsable parlamentario instó a los líderes europeos a actuar con determinación para proteger el abastecimiento de vacunas en la UE, bloqueando incluso las exportaciones de dosis producidas por laboratorios farmacéuticos contratados por los 27 si se daba el caso de partidas enviadas desde territorio de la UE a un país tercero que no permitiera el comercio en la ruta inversa. "No podemos permitirnos ser ingenuos. Es tiempo de aplicar los principios de reciprocidad y proporcionalidad antes de dar la luz verde europea a las exportaciones", les dijo a los jefes de Estado y de Gobierno Sassoli, quien tenía en mente los casos de AstraZeneca y el Reino Unido. Este celo no era incompatible, recalcaba el socialista italiano, con la generosa implicación de la UE en la iniciativa internacional COVAX para facilitar vacunas asequibles a los países de rentas media y baja, y con el reparto a las naciones pobres de dosis excedentes producidas en su territorio.

Al poco, en mayo de 2021, Sassoli, desde la Cumbre Mundial sobre la Salud en Roma, fue enfático sobre la "necesidad absoluta" que había de liberar y compartir las patentes de las vacunas contra el SARS-CoV-2. Días atrás, el pleno del Parlamento Europeo había demandado que la UE se uniera a la reivindicación promovida por India y Sudáfrica para la derogación temporal de los derechos de propiedad intelectual de los fármacos desarrollados contra el coronavirus, con el fin de que las poblaciones de los países en desarrollo tuvieran un acceso "igualitario, asequible y rápido" a las vacunas y los tratamientos.

No menos repercusión tuvo el posicionamiento de Sassoli con respecto a Rusia, objeto de severas críticas por el italiano. El 30 de abril de 2021 el Ministerio de Exteriores ruso emitió una lista negra con los nombres de ocho altos cargos europeos a los que se prohibía viajar al país en represalia por las sanciones impuestas por la UE a ciudadanos y organizaciones rusos. Entre los funcionarios de la UE vetados por Moscú estaba Sassoli. Desde Twitter, el eurodiputado reaccionó a la noticia con una mezcla de repudio e ironía: "En apariencia, ¿no soy bienvenido en el Kremlin? Ya lo había sospechado un poco… Ninguna sanción o intimidación detendrán al Parlamento Europeo o a mí de defender los derechos humanos, las libertades y la democracia. Las amenazas no nos silenciarán. Como escribió Tolstoy, no hay grandeza donde no hay verdad", afirmó. Meses más tarde, en octubre de 2021, el Parlamento Europeo desairó al Kremlin honrando al disidente ruso Alekséi Navalny, reo de una condena de tres años y medio de prisión y considerado preso político por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, con el prestigioso Premio Sajárov a la Libertad de Conciencia.

Al terminar el verano de 2021 Sassoli vio deteriorarse su estado de salud en relación con un mieloma, un cáncer de las células inmunitarias de la sangre diagnosticado años atrás y que ya requirió en su momento un transplante de médula ósea. El 15 de septiembre, en la tercera jornada del pleno sobre el debate anual del estado de la UE, el eurodiputado hubo de ingresar en un hospital de Estrasburgo con un cuadro neumónico, provocado por una infección de legionela. Luego, pasó más de dos meses recuperándose en su país natal, desde donde trabajó en remoto, y en noviembre reanudó la actividad presencial. El 15 de diciembre entregó a la hija de Navalny el Premio Sajárov en el hemiciclo de Estrasburgo. En vísperas de la Navidad, Sassoli sufrió una recaída y el 26 de diciembre fue ingresado de urgencia en el Centro de Referencia de Oncología (CRO) de Aviano, en Italia. Durante dos semanas esta baja hospitalaria no fue hecha pública. El 11 de enero de 2022 se comunicó la muerte del responsable parlamentario, ocasionada, indicaba el parte médico del CRO, por una disfunción fatal del sistema inmunitario. El fallecimiento de Sassoli suscitó reacciones generalizadas de sentidos pesar y homenaje en todo el arco político europeo.

La Presidencia del Parlamento fue asumida en funciones por la vicepresidenta primera de la Cámara, Roberta Metsola. Diputada maltesa del PPE, Metsola había sido designada por su grupo en noviembre para suceder a Sassoli cuando expirara su mandato el 18 de enero en el ecuador de la legislatura. Sin embargo, Los socialistas, ignorando el pacto de alternancia de 2019, anunciaron entonces que apostarían por la reelección de Sassoli. Luego, la constatación de la falta de apoyos y el desinterés del propio Sassoli, en la víspera de su incapacitación irreversible, imposibilitó tal escenario.

(Texto actualizado hasta 11 de enero de 2022)

Del teleperiodismo al Parlamento Europeo en la lista del Partido Democrático El florentino David Sassoli se graduó en Ciencias Políticas por la Universidad de la capital toscana, pero buena parte de su vida profesional iba a transcurrir en la práctica periodística siguiendo los paso de su padre, Domenico Sassoli, quien fuera redactor y director, respectivamente, de los rotativos Il Popolo y La Discussione, órganos de difusión de la Democracia Cristiana (DC).

De colaborar con pequeños periódicos locales y agencias de prensa, el joven pasó a la redacción romana del periódico milanés Il Giorno, donde durante siete años cubrió la sección de política nacional. En 1992 se estrenó como reportero televisivo en el programa de noticias TG3 del canal Rai 3 y desde 1996 condujo otro informativo de la Rai 2, Cronaca in diretta. Su trayectoria en la radiotelevisión pública italiana se consolidó en la década siguiente, convirtiéndose en uno de los enviados especiales y presentadores más conocidos por el público, que desde 2006 lo veía diariamente en el estudio de TG1, el noticiero insignia de la Rai 1 y el informativo con más audiencia del país. En 2007 Sassoli fue nombrado subdirector de TG1 dentro del equipo directivo de Gianni Riotta, y entre otras tareas se encargó de la programación de TV7 y Speciale TG1.

Por lo que se refiere a sus simpatías políticas, desde la adolescencia Sassoli estuvo allegado al ala católica de izquierda de la DC, vínculo que le venía de familia. De las cenizas de la DC en 1994 surgieron, entre otras formaciones de diferente signo, el Partido Popular Italiano (PPI), fuerza de carácter progresista que, a través de una serie de recomposiciones orgánicas, acabó desembocando en 2007 en el Partido Democrático (PD), cuyo principal componente eran los Demócratas de Izquierda (DS), a su vez herederos del también extinto Partido Comunista Italiano (PCI). Entonces, Sassoli se afilió al PD.

En 2009, cuando el PD se hallaba en la oposición al Gobierno conservador de Silvio Berlusconi, el secretario nacional de la formación, Walter Veltroni, invitó a Sassoli, un rostro archiconocido por los italianos e indudablemente popular, a encabezar la lista de candidatos que los demócratas presentaban para las elecciones europeas de junio en la circunscripción de Italia Central, la cual comprendía las regiones de Toscana, Umbría, Marcas y Lacio. El periodista aceptó el reto y en las elecciones del 6 y el 7 de junio ganó el acta de eurodiputado con unos impresionantes 412.000 votos, el mayor volumen de apoyos obtenido por cualquiera de los 15 candidatos electos en la circunscripción, que incluía Roma. En el conjunto de Italia, la lista más votada fue el Pueblo de la Libertad de Berlusconi.

Una vez en los hemiciclos de Bruselas y Estrasburgo, donde inauguró su mandato del 14 de julio, Sassoli se integró en el grupo parlamentario de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D, el segundo de la Cámara tras el del Partido Popular Europeo, PPE, y cuya colectividad transnacional era el Partido de los Socialistas Europeos, PSE), y asumió el liderazgo de la bancada del PD, formada por 21 diputados. En su primera legislatura europea, el diputado socialista italiano formó parte de los comités parlamentarios de Desarrollo y de Transporte y Turismo, y de las delegaciones para las relaciones con Israel y el Parlamento Panafricano.

En octubre de 2012, ostentando el liderazgo de los demócratas Pier Luigi Bersani, Sassoli emprendió una tentativa en la política municipal que no prosperó. Precandidato en la elección primaria celebrada por el PD en abril de 2013 para definir al aspirante a la Alcaldía de Roma en las votaciones municipales que tocaban en mayo siguiente, su opción superó a la del diputado y ex ministro de Comunicaciones Paolo Gentiloni, un hombre de confianza de Matteo Renzi, el influyente alcalde de Florencia y dentro de poco secretario nacional del PD, pero no a la de Ignazio Marino, quien se llevó la candidatura con el 55% de los votos.

Tras las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, esta vez ganadas con rotundidad por el PD del ya primer ministro Renzi, Sassoli cedió a su colega Patrizia Toia el mando de la delegación de su partido, incrementada hasta los 31 diputados. A cambio, el 1 de julio, fue investido para uno de los 14 puestos de vicepresidente del Parlamento, con lo que pasó a formar parte del Buró de la Cámara, presidida de nuevo por el socialdemócrata alemán Martin Schulz y desde enero de 2017, para la segunda mitad de la legislatura, por el popular italiano Antonio Tajani, quien como Sassoli procedía de la profesión periodística. Sassoli, además, siguió adscrito al Comité de Transporte y Turismo.

Entre tanto, el curso político nacional se tornó adverso para el PD. En diciembre de 2016 Renzi, quien en febrero de 2014 había arribado al poder portando un ambicioso programa de reformas domésticas, se vio obligado a dimitir por la victoria del no en su referéndum de enmienda constitucional, concebido para reorganizar el Parlamento italiano y el sistema de división de poderes de las instituciones republicanas. Su sucesor como primer ministro fue Gentiloni, hasta entonces ministro de Exteriores, quien no pudo impedir el fracaso electoral de los demócratas: en las generales del 4 de marzo de 2018 el triunfo fue para el bloque del centro-derecha; días después, Renzi renunció a la Secretaría del partido y el 1 de junio siguiente tomó posesión el nuevo Gobierno de coalición, orientado a la derecha, entre la Liga Norte de Matteo Salvini y el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Luigi Di Maio, ambos viceprimeros ministros del Consejo que pasó a presidir el independiente Giuseppe Conte.

Sassoli venía manteniéndose un tanto al margen de las banderías de su partido, si bien en la elección del nuevo líder, el 17 de marzo, por la Asamblea Nacional demócrata su voto fue para el favorito y a la postre ganador, Nicola Zingaretti. El eurodiputado siguió sentándose en la Asamblea Nacional del PD y de paso se integró en su nueva Dirección Nacional.

Elección al frente de la Eurocámara en 2019El 26 de mayo de 2019 Sassoli, quien como eurodiputado no estaba teniendo un recorrido particularmente llamativo o descollante, ganó su segunda reelección por Italia Central con una cuota de votos mucho más discreta que en 2009 y en 2014, poco más de 128.000 papeletas esta vez. La elección paneuropea fue vuelta a ganar, con pérdida de sufragios y escaños, por el PPE, seguido, con una merma similar, por el PSE. En Italia, el PD encajó la debacle que le auguraban los sondeos, viendo esfumarse 12 de sus 31 representantes, mientras que la Liga de Salvini cantó victoria al llevarse 28 de los 73 escaños reservados a Italia. En tercer lugar quedó, con 14 diputados, el M5S de Di Maio.

El 2 de julio se constituía el noveno Parlamento Europeo, pero antes los jefes de Estado y de Gobierno de los 28, reunidos en sesión especial del Consejo Europeo los días 30 de junio y 1 de julio, debían acordar la renovación de los cuatro máximos cargos de la Unión, cuyos titulares el Consejo elegía o proponía. Estos eran el presidente de la Comisión Europea, el presidente del propio Consejo, el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y el presidente del Banco Central Europeo; los titulares, salientes entre noviembre y diciembre, eran respectivamente el socialcristiano luxemburgués Jean-Claude Juncker, el popular polaco Donald Tusk, la socialista italiana (colega de Sassoli en el PD) Federica Mogherini y el también italiano Mario Draghi.

La selección de los sucesores, en la práctica, era un negociado exclusivamente intergubernamental. Los líderes europeos, de los que llevaban la voz cantante el francés Emmanuel Macron y la alemana Angela Merkel, debían resolver una alambicada dialéctica de intereses nacionales, partidistas e ideológicos, unida a un juego de equilibrios geográficos y de género. Y la elección del sucesor de Tajani en la Eurocámara no era en absoluto ajena a este arreglo concertado a puerta cerrada.

El 1 de julio, Tusk, ante la falta de acuerdo, suspendió la reunión de Bruselas y anunció un receso de un día. El 2 de julio los dirigentes reanudaron el Consejo y al cabo de unas horas comunicaron los nombres de los próximos ocupantes de los top jobs europeos: el primer ministro liberal belga Charles Michel para el Consejo; la ministra de Defensa democristiana alemana Ursula von der Leyen para la Comisión; la conservadora francesa, actual directora gerente del FMI, Christine Lagarde para el BCE; y el ministro de Exteriores socialista español Josep Borrell para la Alta Representación de AEPS.

Von der Leyen y Lagarde se inscribían en el PPE, Michel en el partido paneuropeo liberal ALDE -ahora la tercera fuerza de la Eurocámara- y Borrell en el PSE. Al final, ni el socialcristiano bávaro Manfred Weber, líder del grupo parlamentario del PPE, ni el socialista holandés Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Juncker, ambos candidatos al puesto cimero en las pasadas elecciones, fueron nominados para presidir la Comisión. Su exclusión, recibida como un desprecio al Parlamento por muchos diputados, suponía dejar en la estacada, hiriéndolo probablemente de muerte, el polémico sistema de los spitzenkandidaten, estrenado en 2014 como resultado de un consenso político, por consideraciones de legitimidad democrática, pero que en realidad no estaba recogido por los Tratados Europeos, luego carecía de fundamento jurídico.

La sensación de infrarrepresentación institucional de los socialistas tras disponer el Consejo el reparto de puestos hizo suponer que el próximo presidente del Parlamento, para cuadrar los múltiples factores en juego y equilibrar el balance de fuerzas, saldría de los S&D, presidida en adelante por la española Iratxe García para reflejar la primacía del PSOE de Pedro Sánchez en la familia socialista, y a la vez sería nacional de un país de la Europa oriental. Con estas premisas, los medios barajaron el nombre de Sergei Stanishev, anterior primer ministro de Bulgaria y desde 2011 el presidente del PSE. Sin embargo, el puesto, a propuesta oficial de García, iba a recaer en Sassoli, un nombre sorpresa que no figuraba en las quinielas.

El mismo 2 de julio arrancó la novena legislatura europea. Tajani presidió la sesión constitutiva del Parlamento y los grupos desvelaron sus candidatos para la investidura del nuevo presidente de la institución; por los S&D, Sassoli; por los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE), el checo Jan Zahradil, quien había sido el aspirante de su grupo a presidir la Comisión; por Los Verdes/Alianza Libre Europea (Verdes/ALE, Greens/EFA en inglés), su líder, la alemana Ska Keller, igualmente ex spitzenkandidat; y por el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (IUE/IVN, GUE/NGL en francés e inglés), la española Sira Rego.

El PPE y Renovar Europa (RE), el nuevo grupo surgido de la confluencia de los partidos liberales de ALDE (cuyo grupo parlamentario había tenido idéntico nombre en la pasada legislatura) y el partido centrista de Macron (La República en Marcha, LREM), no presentaron candidato, con lo que sus directivas, implícitamente, indicaron su respaldo a Sassoli. Sobre el papel regía la libertad de voto, como bien vino a recordar Tajani, quien instó a los europarlamentarios a votar "de forma independiente" y haciendo caso omiso a "cualquier indicación desde fuera". Tampoco presentó candidato Identidad y Democracia (ID), el nuevo grupo de partidos de la derecha radical y la extrema derecha euroescépticas organizado por Matteo Salvini.

Sassoli necesitó dos rondas de voto para salir elegido para un período de dos años y medio de duración, hasta el ecuador de la legislatura en enero de 2022. En la primera, con 735 votos efectuados y 662 válidos, el socialista italiano reunió 325 apoyos, siete menos de los necesarios para ser proclamado ganador. La suma de los bloques popular, socialista y liberal daba 444 diputados. En la segunda ronda, con 704 votos realizados y 667 válidos, Sassoli hizo efectiva su investidura con una mayoría absoluta de 345 votos. Por Zahradil votaron 160 diputados (cuando los CRE tenían 62 escaños), 119 por Keller (frente a los 74 diputados que conformaban su grupo) y por Rego 43 (dos más de los escaños del IUE/IVN). Dato aparte, 57 diputados, entre los que estaban los 29 representantes del Partido del Brexit de Nigel Farage y a los 14 del M5S italiano, figuraban como no inscritos en grupo alguno.

En su discurso inaugural, Sassoli, segundo presidente italiano en la historia del Parlamento elegido por los ciudadanos (antes de 1979, el Parlamento de las Comunidades Europeas, creado en 1962, ya había tenido tres presidentes de esa nacionalidad, Gaetano Martino, Mario Scelba y Emilio Colombo), expresó su "entusiasmo" por la función que se le encomendaba, presidir la institución de la UE que, "más que ninguna otra posee un vínculo directo con los ciudadanos, a los que tiene el deber de representar y defender". El orador identificó como desafíos de la nueva legislatura las "transformaciones de la época", entre ellas "el paro juvenil, las migraciones, el cambio climático, la revolución digital y los nuevos equilibrios mundiales", unas situaciones y fenómenos que precisaban ser gobernados "con nuevas ideas" y con "el coraje de saber conjugar una gran sabiduría y un máximo de audacia".

Sassoli lamentó que "en los últimos meses", "muchos", "alimentando divisiones y conflictos que pensábamos eran un triste recordatorio de nuestra historia", hubieran "apostado por el declive del proyecto" iniciado por "los padres fundadores" y que aspiraba a "combinar paz, democracia, derechos humanos e igualdad". Ahora, los diputados, acatando el mandato electoral, debían hacer el esfuerzo de "relanzar nuestro proceso de integración, cambiar nuestra Unión para que pueda responder con más vigor a las necesidades de los ciudadanos y dar respuestas veraces a sus preocupaciones, a su cada vez más extendida sensación de pérdida".

Otros llamamientos concernieron al Reglamento de Dublín sobre el tratamiento de la inmigración, precisado de una urgente reforma, y al "modelo de economía social de mercado", que necesitaba "ser relanzado" y perseguir al mismo tiempo, entre otras metas, el crecimiento, la protección social, la reducción de la pobreza y el respeto al medio ambiente. "No somos un accidente de la historia, sino los hijos y los nietos de quienes lograron encontrar el antídoto contra la degeneración nacionalista que envenenó nuestra historia. Si somos europeos es también porque estamos enamorados de nuestros países. Pero el nacionalismo que se convierte en ideología e idolatría produce virus que estimulan los instintos de superioridad y provocan conflictos destructivos", advirtió Sassoli en otro pasaje de su discurso.

David Sassoli formó matrimonio con Alessandra Vittorini, arquitecta de profesión y superintendente de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de la Ciudad de L'Aquila, en cuyas labores de reconstrucción tras el ruinoso terremoto de 2009 estuvo intensamente involucrada. La pareja tuvo dos hijos, Giulio y Livia. En 2013 el periodista metido a político publicó el libro Il potere fragile: i consigli dei ministri durante il sequestro Moro, uno de los innumerables análisis de las circunstancias que rodearon el secuestro y asesinato en 1978 del líder histórico del ala progresista de la DC, que Sassoli escribió en coautoría con Saverio Garofani.

(Cobertura informativa hasta 10/7/2019)