Boris Tadic

 Aunque nacido en Sarajevo, capital multiconfesional de la República Socialista de Bosnia-Herzegovina, se crió y educó en Belgrado, en la vecina República Socialista de Serbia, dentro de la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Su padre, Ljuba Tadic, fue un afamado académico serbio, miembro de la Liga de los Comunistas Yugoslavos (SKJ, el partido único en el ámbito estatal federal), que entró en conflicto con el régimen de Tito, el cual le despojó de su cátedra de Filosofía en la Universidad de Belgrado, un pertinaz reducto de los críticos a la dictadura.

El hijo heredó las inclinaciones intelectuales y la actitud disidente del padre. Tadic cursó la carrera de Psicología Social en la misma facultad donde había ejercido la docencia su progenitor y tras obtener la licenciatura consiguió una plaza de profesor de Psicología en una escuela de secundaria de la capital. En los años siguientes, aplicó su especialidad psicológica en una clínica del Ejército y en proyectos de investigación universitarios. En 1989 Tadic aparecía enrolado en el movimiento contestatario de Serbia, que presionaba a la gobernante Liga de los Comunistas Serbios (SKS, la rama republicana de la SKJ) para que abriera un proceso de reformas democráticas y económicas en consonancia con lo que venía sucediendo en países de tutela soviética como Polonia y Hungría. Este activismo le acarreó un breve período de cárcel.

En febrero de 1990 figuró en el grupo de intelectuales, escritores y profesores de universidad que constituyó el Partido Democrático (DS), primera fuerza de oposición a la SKS y, poco después, al directo sucesor de la anterior en virtud de una mudanza meramente cosmética, el Partido Socialista de Serbia (SPS), y que hasta julio, cuando se introdujo el pluralismo político en la república, no tuvo carta legal. Con Dragoljub Micunovic y Zoran Djindjic —un colega de la Facultad de Filosofía, seis años mayor que él y también oriundo de Bosnia— como primeras figuras, el partido de Tadic presentó un ideario centrista, moderadamente nacionalista y comprometido con la defensa de los derechos civiles y políticos en Serbia. Su estrategia a corto plazo apuntaba a arrancar del líder socialista y presidente republicano, Slobodan Milosevic, la renuncia al monopolio del poder y la convocatoria de elecciones libres.

En la azarosa primera década de existencia del DS, caracterizada por los decepcionantes resultados electorales, los vaivenes ideológicos trufados de oportunismo —o de un sentido de supervivencia, en un contexto social y político exaltado por las emociones nacionalistas y patrioteras— y, en definitiva, la inoperancia frente al SPS y sus aliados de la extrema derecha y la extrema izquierda que sustentaban el régimen progresivamente autocrático de Milosevic, Tadic desempeñó los puestos orgánicos de secretario del Comité General y vicepresidente segundo del Consejo Ejecutivo del partido, el cual pasó a presidir Djindjic en 1994.

En 1997 Tadic fundó el Centro para el Desarrollo de la Democracia y las Aptitudes Políticas, una ONG que no ocultó su hostilidad al milosevismo y de la que se erigió en director, y en los tres años siguientes secundó a Djindjic y al número dos del partido y alcalde de Nis, Zoran Zivkovic, en la organización de actos de protesta contra las continuas maniobras antidemocráticas del régimen. Las manifestaciones convocadas por el DS y otras fuerzas opositoras arreciaron en 1999 tras la desastrosa campaña militar en Kosovo, que arrastró al país al conflicto bélico con la OTAN y acarreó la pérdida efectiva de la provincia de mayoría étnica albanesa, y llegaron a un punto de no retorno en vísperas de las decisivas elecciones federales del 24 de septiembre de 2000, en las que la Oposición Democrática de Serbia (DOS) presentó como candidato presidencial unitario para batirse con Milosevic al líder del Partido Democrático de Serbia (DSS), Vojislav Kostunica.

Tadic resultó electo en la lista de la DOS al Consejo de los Ciudadanos o Cámara baja de la Asamblea Federal, donde la coalición opositora, con 58 escaños, superó al SPS y sus aliados de Serbia. Milosevic salió también derrotado en las presidenciales, y fue su reacción usurpadora de no reconocer el veredicto de las urnas y de perpetuarse en el poder lo que provocó, el 5 de octubre, la insurrección popular de los belgradenses que se lo llevó por delante. Mientras Kostunica se posesionaba de la Presidencia yugoslava que legítimamente le correspondía, los partidos de la DOS forzaron al desprestigiado SPS a negociar un gobierno de coalición en Serbia, república que a finales de año iba a celebrar unas elecciones parlamentarias que otorgaron la mayoría absoluta a la DOS, la cual pasó a gobernar en solitario con Djindjic de primer ministro, y, a continuación, con arreglo a los resultados electorales de septiembre, articularon el nuevo Ejecutivo federal en coalición con el Partido Popular Socialista de Montenegro (SNPCG), que hasta entonces había permanecido fiel al jerarca de Belgrado.

A estas alturas uno de los políticos más conocidos del país, Tadic recibió la cartera de Telecomunicaciones, una de las siete reservadas a la DOS, en el gabinete inaugurado el 4 de noviembre bajo la presidencia del popular socialista montenegrino Zoran Zizic. El psicólogo tomaba a su cargo un ministerio en absoluto baladí, ya que resultaba imperioso, por un lado, reestructurar en profundidad los medios de comunicación estatales, hasta entonces meros voceros de la feroz propaganda del depuesto régimen, para despolitizarlos y convertirlos en un verdadero servicio público de difusión en democracia, y, por otro lado, regular las emisoras de radio y televisión que habían aflorado en la clandestinidad como medios de resistencia al milosevismo, cuyo cierre por no obtener la licencia podría traer a las mientes la represión de la libertad informativa.

A comienzos del verano de 2001 Tadic respaldó sin reservas a Djindjic en su difícil decisión de plegarse a la exigencia de los países de la UE y la OTAN a las nuevas autoridades serbo-montenegrinas para que entregaran a Milosevic, bajo arresto desde abril, al Tribunal Penal Internacional que, con sede en La Haya, tenía el cometido de perseguir y juzgar los crímenes de guerra perpetrados en las guerras libradas en la antigua Yugoslavia. El traslado forzoso y clandestino de Milosevic a su celda de imputado en la ciudad holandesa, el 28 de junio, desató en Belgrado una grave crisis política e institucional que enfrentó sin posibilidad de arreglo al DS y el DSS, hirió de muerte a la DOS y tumbó al Gobierno de Zizic, quien presentó la renuncia al día siguiente como protesta. Con todo, el DS y sus aliados en la DOS consiguieron preservar la coalición con el SNPCG, de manera que el 24 de julio un dirigente moderado del SNPCG, Dragisa Pesic, se puso al frente del renovado Ejecutivo federal.

El reequilibrio de las cuotas de poder en el gabinete demandó la salida de Tadic, que permaneció en la primera línea de la política como vicepresidente segundo del DS y diputado federal. En enero de 2003 se involucró a fondo en las cuestiones de seguridad y de defensa en calidad de presidente de la nueva Comisión parlamentaria encargada de supervisar la sumisión de los diversos cuerpos y fuerzas armados y de inteligencia estatales a la autoridad civil, que era el mayor test de la democracia serbia.

Esta comisión federal y la diputación de Tadic se prolongaron automáticamente a principios de marzo en la Asamblea del flamante Estado de Serbia y Montenegro, proclamado el 4 de febrero anterior en sustitución de la República Federal de Yugoslavia. Esta profundización del marco federal estatal, que apaciguaba por el momento los ímpetus independentistas del gobernante Partido Democrático de los Socialistas (DPS) en Montenegro, había sido pactada el año anterior al cabo de unas fatigosas negociaciones constitucionales por Djindjic, Kostunica y Milo Djukanovic, el primer ministro del Gobierno de Podgorica y líder del DPS (partido antimilosevista que hasta ahora habían boicoteado las instituciones federales, permitiendo a sus rivales del SNPCG copar los escaños montenegrinos en la Asamblea y formar parte del Gobierno).

Todo en 2003, el 12 de marzo el primer ministro Djindjic fue asesinado en Belgrado por un conocido clan mafioso en connivencia con elementos paramilitares descontrolados que habían servido fielmente a Milosevic. El magnicidio del rostro señero de los demócratas serbios expuso con toda crudeza la herencia más ominosa del anterior régimen, cuyo vasto aparato de seguridad, responsabilizado de los casos de terrorismo político que abundaron en la década anterior y que permanecían impunes, había sido desmantelado sólo en parte.

El DS resolvió dotarse de un liderazgo colectivo compuesto por los cuatro vicepresidentes, esto es, Zivkovic —que venía sirviendo como ministro federal del Interior—, Tadic, Gordana Comic y Cedomir Jovanovic, hasta la elección de un nuevo presidente. Zivkovic, que prometió capturar a los asesinos de Djindjic y desmantelar las omnipresentes mafias del crimen organizado, se hizo con las riendas del Gobierno serbio, mientras que su reserva para el Ministerio de Defensa en el nuevo Consejo de Ministros federal superreducido que estaba elaborando el recién investido presidente estatal, Svetozar Marovic (DPS), fue a parar a Tadic, el cual estrenó el despacho gubernamental el 17 de marzo.

Como ministro de Defensa de Serbia y Montenegro, Tadic trabajó en coordinación con Zivkovic y Djukanovic para reforzar el control civil de las Fuerzas Armadas —proceso que pasó por el sometimiento del Estado Mayor del Ejército al Ministerio—, reducir y modernizar las tropas, y terminar la cooperación militar con la entidad territorial serbobosnia, la Republika Srpska. Todo ello, más la colaboración sin reservas con el Tribunal de La Haya que demandaba la extradición de un buen número de mandos militares, retirados o en activo, para responder por cargos de crímenes de guerra, era condición sine qua non para el acceso de Serbia y Montenegro al programa de la OTAN Asociación para la Paz.

En mayo, Tadic decretó que todo miembro uniformado o empleado civil de las Fuerzas Armadas estaba obligado a arrestar en el acto, o dar parte de él a la autoridad competente, a cualquier encausado por el Tribunal de La Haya que tuvieran a su alcance. Particularmente notorio resultó el arresto en abril del general Nebojsa Pavkovic, quien fuera jefe del Estado Mayor del Ejército hasta junio de 2002, por su presunta implicación en el intento de asesinato del líder opositor Vuk Draskovic en 2000. Luego, en octubre, Pavkovic y otros tres generales del Ejército y la Policía fueron formalmente incriminados por el Tribunal de La Haya en relación con los desmanes represivos en Kosovo en 1999, pero el Gobierno serbio se negó a extraditarles. No obstante lo atareado de su ministerio, Tadic sacó tiempo para impartir clases de Ciencia Política y Publicidad en la Facultad de Artes Dramáticas de Belgrado.

Sometido a la durísima presión de la oposición nacionalista, que le venía echando en cara el agravamiento del marasmo económico, la proliferación de los escándalos de corrupción, el fracaso del diálogo político con el Gobierno soberanista de Kosovo y la cooperación con los fiscales del Tribunal de La Haya, y confrontado con la minoría parlamentaria en que había quedado su gobierno a raíz de la ruptura con el influyente grupo de economistas independientes G17 Plus y la rebeldía del Partido Social Demócrata (SDP), Zivkovic se resignó a la disolución de la Asamblea Nacional y a la convocatoria de elecciones anticipadas en Serbia para el 28 de diciembre.

Pintaban bastos para el DS, que, con la DOS a punto de desaparecer, iba a concurrir con la única compañía de la minúscula Alianza Cívica de Serbia (GSS), cuyo jefe era el ministro estatal de Exteriores, Goran Svilanovic. Zivkovic, que no había conseguido llenar el hueco dejado por el carismático Djindjic, estuvo de acuerdo con el resto de la cúpula del partido en que fuera Tadic el cabeza de lista. El psicólogo angloparlante, por ideario, talante e incluso por el físico, recordaba poderosamente al líder desaparecido.

El DS necesitaba reforzar su atractivo para el electorado y, en plena crisis de los programas reformistas liberales y proeuropeos, depositó todas sus esperanzas en una ligazón personalista con Tadic, que exudaba capacitación, modernidad y un porte juvenil reñido con su condición de maduro cuarentón. De paso, el DS echó mano de un poco de retórica nacionalista, con advertencias de que la independencia de Kosovo (Serbia ejercía sobre el territorio, bajo protectorado internacional desde la guerra de 1999 y regido por instituciones semiautónomas de los albaneses, una soberanía meramente nominal) no se iba a admitir en ningún caso y de que los cuatro generales acusados de crímenes de guerra no iban a ser extraditados a La Haya.

La estrategia fracasó estrepitosamente porque el electorado, tal como hizo saber en las fallidas rondas de elección del presidente de la República —la baja participación obligó a invalidarlas— del otoño de 2002 y, más recientemente, del anterior 16 de noviembre, cuando el radical Tomislav Nikolic le ganó le mano al candidato del oficialismo, el centrodemócrata Micunovic (a la sazón, presidente de la Asamblea estatal), estaba profundamente descontento con la gestión de la moribunda DOS, que había terminado por convertirse en un guirigay de siglas y líderes enredados en un sinfín de pendencias y rivalidades. Tan solo dos días después de estas frustradas elecciones, el 18 de noviembre, la DOS fue declarada disuelta de manera oficial, fundamentalmente a instancias del DS.

Las segundas elecciones parlamentarias en Serbia desde la caída de Milosevic fueron muy negativas para el DS, que no llegó al 13% de los votos, capturó sólo 37 escaños, el de Tadic entre ellos, y quedó en un deslucido tercer lugar, seguido muy de cerca por el G17 Plus de Miroljub Labus, a la zaga del DSS de Kostunica y, suprema humillación, del SRS de Nikolic, apelado El Enterrador por haber trabajado de joven como operario de cementerio y por su contundencia política. Los campeones del chovinismo parafascista serbio se convirtieron, por primera vez, en el primer partido parlamentario del país con el 27,6% de los sufragios y 82 diputados. La única alegría que reportaron a Tadic y sus colegas estas elecciones fue el hundimiento, hasta el 7,6%, del un día todopoderoso SPS. A pesar de que Tadic había puesto su rostro a la divisa electoral, el damnificado por el descalabro fue Zivkovic, que el 22 de febrero de 2004 perdió frente al psicólogo en la elección interna del presidente del partido, tras un año de dirección colegiada.

La conquista por Tadic del liderazgo del DS prologó el desalojo del partido de los ejecutivos republicano y estatal. Kostunica propuso la formación en Serbia de un gabinete de concentración nacional con todos los partidos que habían obtenido representación parlamentaria y dirigió la correspondiente invitación a sus rivales demócratas. Zivkovic y Tadic respondieron que no podían compartir mesa con fuerzas políticas involucradas en el despotado de Milosevic, aunque estaban abiertos a fórmulas para articular un gobierno de mayoría y comprometido con las reformas. En estas conversaciones, Tadic se mostró más abierto que Zivkovic a colaborar con el DSS, bien como socio de Gobierno, bien como aliado parlamentario.

Finalmente, Kostunica se decantó por una coalición con el G17 Plus, el Movimiento de Renovación Serbio (SPO) de Draskovic y el diminuto partido Nueva Serbia (NS) de Velimir-Velja Ilic. Este gobierno, de minoría pero susceptible de ser respaldado en la Asamblea por los diputados socialistas, tomó posesión el 3 de marzo. Luego, el 16 de abril, Marovic, habida cuenta de la nueva mayoría conformada en la Asamblea de Serbia y Montenegro (donde los diputados son nombrados en función de la correlación de fuerzas existente en los parlamentos republicanos), reemplazó a los ministros del DS y el GSS por representantes del G17 Plus y el SPO en el Gobierno federal.

Antes de cesar como ministro federal de Defensa, Tadic elevó una enérgica protesta por los muy graves choques sectarios registrados en Kosovo los días 17 y 18 de marzo, en los que llevó la peor parte la exigua minoría serbokosovar, y que en total dejaron 28 muertos. Junto con el resto de los dirigentes de Belgrado, Tadic acusó a la OTAN y a la Misión de Naciones Unidas (UNMIK) de ser incapaces de impedir las provocaciones criminales de grupos de radicales albaneses, tachados de terroristas, y de brindar la debida protección a los 100.000 serbios que quedaban en la provincia. También, demandó una revisión del marco de seguridad vigente, de manera que Serbia pudiera enviar soldados o policías de protección más allá de la estrecha franja de 5 km a lo largo de la frontera.

El pésimo estado de las relaciones entre el DS y el DSS en el último trienio había tenido mucho que ver con la inquina personal que se profesaron Djindjic y Kostunica, un político reformista y de innegables convicciones democráticas, pero francamente hostil a las extradiciones a La Haya y muy quejoso con los sucesivos "dictados" de las potencias occidentales, luego con un pie en el nacionalismo serbio. En la efímera etapa de Zivkovic, las relaciones con el DSS, entonces en la oposición, no habían ido mejor, pero ahora, con Tadic al frente, se avizoraron posibilidades de entendimiento.

Las elecciones para cubrir un puesto, nada menos que la Presidencia de la República de Serbia, que llevaba vacante desde diciembre de 2002, cuando expiró el mandato de su último titular, el socialista Milan Milutinovic, por el fracaso de las sucesivas rondas electorales, y cuyas funciones habían sido desempeñadas por los últimos cuatro presidentes de la Asamblea Nacional —Natasa Micic (GSS), Dragan Marsicanin (DSS), Vojislav Mihailovic (SPO) y Predrag Markovic (G17 Plus)—, fueron planteadas por todos los partidos como una toma de pulso de la confusa situación política y como unas primarias de las próximas votaciones legislativas, que muy seguramente iban a ser, otra vez, anticipadas.

Tadic presentó su candidatura como la única barrera de contención del pujante Nikolic (quien dirigía el SRS en nombre del caudillo fundador y presunto criminal de guerra Vojislav Seselj, furibundo instigador del odio étnico y el paramilitarismo serbio en las guerras de la antigua Yugoslavia, el cual había preferido entregarse voluntariamente al Tribunal de La Haya)y reclamó el respaldo de todo el arco de partidos reformistas y proeuropeos, por más que existieran entre ellos importantes divergencias sobre la manera de conducir las transformaciones económicas, combatir la criminalidad y la corrupción, o relacionarse con las capitales de la Unión Europea y la OTAN.

Sin embargo, el cuatripartito del Gobierno serbio decidió presentar un candidato propio, Dragan Marsicanin, hombre de confianza de Kostunica, y no quiso explicar qué actitud adoptaría en el caso de que Nikolic y Tadic pasaran a la segunda vuelta, ya que no parecía factible una proclamación presidencial con más del 50% de los sufragios en la primera votación. El escenario imaginado por el DS se hizo realidad: el 13 de junio de 2004, tal como habían augurado las encuestas, el postulante radical se puso en cabeza con el 30,4% de los votos y Tadic fue el segundo con el 27,6%. Marsicanin quedó cuarto con el 13,5%, por detrás de la sensación de la jornada, el magnate empresarial Bogoljub Karic, que obtuvo el 18,2%.

La participación, y aquí sí que no hubo sorpresas, fue inferior al 50% (el 47,6% esta vez), pero la votación no corrió la suerte de las anteriores porque en febrero la Asamblea había tomado la precaución de reformar el código electoral y remover aquel requisito de validez, que, al parecer, le venía muy grande a la anémica democracia serbia. Y es que gran parte de la población, decepcionada con el balance de las reformas y hastiada de las broncas políticas, estaba más pendiente de problemas cotidianos como el paro, el encarecimiento de la vida y la mezquindad de los salarios y las pensiones.

La segunda vuelta tocaba el 27 de junio y Tadic redobló sus mensajes de alerta: si ganaba Nikolic, que había dejado muy claro que con él en la Presidencia no habría una sola extradición más a La Haya y que estaba dando rienda suelta al discurso victimista y patriotero, el país quedaría abocado al "aislamiento" diplomático y financiero, negra perspectiva que las capitales europeas y Washington no hicieron nada por desdibujar. Espantados con la posibilidad de que un personaje que se ufanaba de no estar recibiendo apoyos "de ningún enemigo de Serbia" saltara a la Presidencia de la república balcánica, los gobiernos y los altos responsables de la UE y la OTAN llamaron sin tapujos a votar por Tadic y advirtieron al electorado serbio de que el país se jugaba mucho en esta elección.

Kostunica, aferrado a los resquemores con el DS, fue objeto de fuertes presiones para que anunciara su apoyo a Tadic. Con pleno convencimiento, el SPO —Draskovic fue muy explícito al respecto— y el G17 Plus tomaron la iniciativa de pedir a sus partidarios el voto para Tadic, dejando al primer ministro en una situación sumamente incómoda. Así que Kostunica no tuvo otro remedio que tragarse el sapo y comunicar su respaldo a Tadic. El independiente Karic se sumó también a la piña contra Nikolic, situando al líder del DS ante unas razonables perspectivas de victoria. El 27 de junio el demócrata se proclamó presidente con el 53,7% de los votos frente al 45% de Nikolic, que tuvo un muy buen perder y felicitó a su adversario.

Tadic recibió felicitaciones de lo más efusivas de los gobiernos comunitarios y atlantistas. Él, por su parte, presentó su victoria, que dedicó al difunto Djindjic, como el "verdadero renacer de Serbia" y como el "triunfo sobre las políticas oscuras del pasado"; ahora, continuaba, el país podía "proseguir sin riesgos su camino hacía la integración en Europa" y plantear la demanda de ingreso en la OTAN, la cual "no es únicamente nuestro destino, sino la voluntad de la nación, expresada y confirmada en estas elecciones". También prometió ayudar a buscar para Kosovo una "solución pacífica" que sólo podía ser el fruto de un acuerdo "en cooperación con las instituciones internacionales, mientras tenemos en mente nuestros intereses nacionales".

El 11 de julio, ante una nutrida representación internacional, Tadic tomó posesión en Belgrado de su mandato de cinco años al frente de una oficina con poderes muy reducidos aunque dotada de funciones reguladoras y arbitrales del sistema parlamentario, amén de representativas de cara al exterior. En su discurso inaugural, Tadic subrayó que su principal prioridad iba a ser intensificar la cooperación de Serbia con el Tribunal Penal de La Haya, lo cual era el "requisito crucial para alcanzar la plena integración euro-atlántica y confirmar nuestra dedicación a los valores europeos".

Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 15/7/2004. El Estado de Serbia y Montenegro dejó de existir en 2006 con las proclamaciones de las respectivas independencias por las repúblicas de Montenegro, el 3/6, y Serbia —de facto—, el 5/6. Boris Tadic ganó un segundo mandato de cinco años como presidente de Serbia en las elecciones del 20/1 y 3/2/2008. El 5/4/2012 renunció al puesto con el fin de presentarse al mismo por tercera vez en las elecciones del 6/5 del mismo año. Con el 26,5% de los votos, Tadic se puso en cabeza en la primera vuelta, pero en el balotaje del 20/5 sacó el 48,8% y fue derrotado por el candidato y líder del SNS, Tomislav Nikolic, ya adversario en las elecciones de 2004 y 2008. Posteriormente, el 25/11/2012, Tadic vio arrebatado el liderazgo del DS por Dragan Dilas. El ex presidente abandonó el DS y el 14/6/2014 fundó el Partido Social Demócrata (SDS), con él de presidente.