Alice Weidel

En las elecciones federales del 23 de febrero de 2025 el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) aspira a saltar del quinto al segundo puesto en el Bundestag, superando a un muy erosionado SPD y asegurándose el liderazgo de la oposición al próximo Gobierno. Su cabeza de lista y candidata a canciller es, como en 2017 y 2021, Alice Weidel, coportavoz y colíder parlamentaria de la formación junto con Tino Chrupalla, así como principal artífice del robusto empuje de un partido al que las demás fuerzas políticas repudian debido a su discurso nacionalista radical, entre populista e identitario. Ello mantiene a la AfD tras el llamado cortafuegos, la denominación local del cordón sanitario

Weidel y sus correligionarios, especialmente fuertes en los estados del este, exponen un programa "conservador" enfocado en el bloqueo hermético de toda inmigración, salvo la de un número reducido de trabajadores cualificados dispuestos a germanizarse, más la deportación masiva de extranjeros delincuentes con el permiso de residencia, y que incluye una retórica dura contra la globalización, el multiculturalismo y el Islam político. 

En su "plan de futuro" para Alemania, la AfD, evocando al argentino Javier Milei, habla de meter la "motosierra" en la plétora de ayudas sociales y subsidios del Gobierno Federal, sobre todo los dirigidos a solicitantes de asilo y refugiados, y los enfocados en la protección del clima. En vez de completar la transición hacia la generación por renovables y la movilidad eléctrica, urge levantar las prohibiciones a los motores de combustión interna y la calefacción con gasóleo, prolongar el funcionamiento de las centrales térmicas de carbón y reactivar las centrales nucleares, todo en aras de la autosuficiencia energética. Weidel, con una visión económica muy liberal que exige reducir todos los impuestos directos e indirectos, difunde además mensajes intensamente euroescépticos y proclives a Rusia, para la que pide el levantamiento de las sanciones porque es lo que conviene a la economía alemana.

El ambiente nacional de estas elecciones es tormentoso por la profunda crisis industrial que arrastra Alemania, locomotora averiada de la economía europea, el encarecimiento de la vida y la profusión de asesinatos perpetrados por residentes extranjeros, todo lo cual provoca rabia y malestar en un número creciente de ciudadanos. Y en añadidura, la conmoción por la histórica fractura del eje transatlántico a instancias de Estados Unidos y su impacto en la guerra de Ucrania, a la que Weidel dice que no hay que armar ni darle entrada en la UE, desdeñada a su vez por su "déficit democrático" hasta el punto de evocar un Dexit.

Las posibilidades de su partido se han visto espoleadas por las intromisiones proselitistas de los dos lugartenientes de Donald Trump, el empresario Elon Musk, quien la retrata como "la única esperanza de Alemania", y el vicepresidente JD Vance. El 9 de enero Weidel, en una conversación en la red social X, convino con Musk en que Hitler fue "comunista" y el 14 de febrero se entrevistó en Múnich con Vance, justo después de arremeter este de manera implícita contra el cortafuegos alemán.

Aunque unos resultados electorales sobresalientes para la AfD —que en 2024 ya hizo historia al ser por primera vez la opción más votada en un Land, Turingia, y quedar segunda en las europeas— podrían influir mucho en la gestión del canciller federal que suceda al socialdemócrata Olaf Scholz, a buen seguro el democristiano Friedrich Merz —quien de hecho ya ha virado a la derecha el programa de la CDU/CSU, origen de muchos votantes desencantados idos a la AfD—, una cosa sí es segura: que la AfD no será considerada socia de coalición. 

En otras palabras, Weidel, proyectando una imagen un tanto enigmática de firmeza, inteligencia y frialdad, verá frustrada una vez más su persistente demanda de que su agrupación sea reconocida como una opción legítima y respetable con la que hay que trabajar en las instituciones porque representa el sentir de millones de alemanes. Hasta ahora, la AfD viene siendo acusada por el resto de fuerzas parlamentarias de amparar valores no democráticos y de emplear un lenguaje que promueve la división, la exclusión y odio.

Desde su irrupción en 2013, la AfD, en buena medida un partido protesta que se nutre del descontento popular y donde las pendencias entre facciones ideológicas y personales han sido la tónica, puso sobre la mesa un repertorio de cuestiones centradas en el endurecimiento drástico de las políticas de inmigración, asilo y acceso a la nacionalidad, y todo un relato sobre la protección de la Heimat, la patria-hogar alemana, que luego fueron adoptadas en mayor o menor medida por la CDU/CSU, el FDP e incluso desde la izquierda socialista, como ilustra la nueva Alianza nacional-populista de Sahra Wagenknecht (BSW). Los de Weidel arrastran también un denso reguero de polémicas y escándalos por los coqueteos pronazis de varios de sus miembros, algunos sancionados y purgados por el propio partido, y los aspectos turbios de su financiación, sospechosa de violar regulaciones federales.

En el conglomerado de las derechas nacionalistas más importantes de la UE, el sector alemán de Weidel se situaría en un extremo que ganaría en radicalismo al partido francés de Marine Le Pen y, con más nitidez, a la opción italiana de Giorgia Meloni. De hecho, en el Parlamento Europeo estas tres potentes derechas nacionales vertebran grupos distintos: Europa de las Naciones Soberanas la AfD (que aporta 15 de sus 26 escaños); Patriotas por Europa el Reagrupamiento Nacional (RN) de Le Pen (junto con el Fidesz húngaro, la Liga italiana, el ANO2011 checo, el Vox español, el PVV neerlandés y el FPÖ austríaco); y Conservadores y Reformistas Europeos los Hermanos de Italia (FdI) de Meloni (junto con el PiS polaco). 

Los indicios de cobros ilegales de dineros procedentes de Rusia y China por algunos candidatos y cargos electos de la AfD contribuyeron a hacer insalvables las divergencias entre Weidel y otros partidos más o menos homólogos en la UE. Además, el RN, los FdI y la AfD han seguido trayectorias ideológicas inversas: si Le Pen atajó las soflamas racistas y antisemitas y Meloni pasó página a sus raíces posfascistas, Weidel, aun no encarnando el ala más derechista de su formación, ha rehusado cualquier operación de lavado de imagen o de ruptura clara con grupos abiertamente extremistas y revisionistas externos al partido. Lo que pone un techo electoral a este, impide su salida de la marginación política y no le aleja del foco de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), que cree que la AfD contribuye a propagar las narrativas del Kremlin para desestabilizar la UE.

(Texto actualizado hasta 21 febrero 2025).


BIOGRAFÍA

Alice Elisabeth Weidel, de 46 años, oriunda de Renania del Norte-Westfalia e hija de un refugiado silesio en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, es diplomada en Administración de Empresas y doctora en Economía y Desarrollo Internacional por la Universidad de Bayreuth, que dio a su tesis sobre el sistema de pensiones chino la calificación de summa cum laude. Este trabajo, presentado en 2011, lo elaboró en base a su experiencia laboral e investigadora en el Banco de China, labrada durante un lustro en el país asiático, del que se trajo un dominio del idioma mandarín. Después ejerció en los despachos de Goldman Sachs y Allianz Global Investors en Frankfurt. En el momento de su ingreso en la AfD, en octubre de 2013, Weidel ya disponía de un buen asiento profesional en el sector privado como asesora de start-ups y consultora de gestión de activos. 

Inicios en la AfD

Weidel fichó por la Alternative für Deutschland cuando la formación contaba con ocho meses de vida. Sus fundadores y primeros portavoces tenían distintos orígenes: Alexander Gauland, Konrad Adam y Bernd Lucke procedían de la CDU, mientras que Frauke Petry, como Weidel, no traía un pasado militante. Otro dirigente, Jörg Meuthen, venía de simpatizar en cambio con los liberales del FDP. 

En febrero de 2013 la AfD fue presentada al público como una agrupación "patriótica" enteramente de nuevo cuño, sin vínculos con los viejos partidos extraparlamentarios de extrema derecha (NPD, DVU, REP) creados en la RFA a partir de la década de los sesenta. En su bautismo electoral, las federales de septiembre de 2013, la AfD, con el eslogan de "nuestro país primero", sacó el 4,7% de los votos. Aunque no obtuvo representación en el Bundestag, superó de entrada al NPD, con unas credenciales neonazis explícitas, y a los ya minúsculos Republicanos, que habían vivido sus mejores días bajo el liderazgo carismático de Franz Schönhuber, antiguo miembro de las Waffen-SS.

La llegada de Weidel en julio de 2015, en la Conferencia Extraordinaria de la AfD en Essen, a la Junta Ejecutiva Federal del partido, con Meuthen y Petry de coportavoces, fue en calidad de experta del área económica y, desde el punto de vista ideológico, como representante de una derecha igualmente interesada en el neoliberalismo y en explicar los beneficios del abandono del euro que en los temas propios del nacionalismo identitario. Este enfoque casaba tanto con el conservadurismo euroescéptico transnacional como con el nacionalismo alemán de regusto etnicista, las dos almas doctrinales del partido desde su creación y enfrascadas en una pugna ideológica que terminó decantándose en favor de la segunda. Con una imagen de intelectual lacónica y precisa, medida en las maneras pero tajante en la oratoria, Weidel fue la cabeza de lista, formando tándem con Gauland, para las elecciones del 24 de septiembre de 2017 al Bundestag, donde la AfD iba a tener un debut espectacular. 

A rebufo de la gran controversia nacional por la decisión de la canciller Angela Merkel de abrirles las puertas a los cientos de miles de inmigrantes y refugiados de Oriente Próximo que, subiendo a pie desde el Mediterráneo, se propusieron y consiguieron ingresar en Alemania en 2015, la AfD, en un éxito sensacional que conmovió la escena política, ascendió del sexto al tercer puesto, rebasando de una tacada a Los Verdes (Die Grünen), La Izquierda (Die Linke) y el FDP con el 12,6% de los votos computados por el sistema proporcional y sacando nada menos que 94 escaños, todos de golpe. 

Días después se produjo la escisión de Frauke Petry, promotora de una línea derechista suavizada que plasmó en su nuevo Partido Azul (Blaue Partei), de talante nacional-conservador y corta vida. Antes que ella, en 2015, ya se había marchado Bernd Lucke, para fundar el partido liberal-conservador Nosotros Ciudadanos (Wir Bürger). Antes de terminar 2017, a principios de diciembre, la VIII Conferencia Federal decidió que la portavocía-presidencia doble fuera para Meuthen y Gauland.

Líder parlamentaria con un discurso antiinmigración

Al estrenarse en octubre de 2017 en el Bundestag representando a Baden-Württemberg, Weidel se convirtió en la jefa de bancada y colíder del más nutrido grupo opositor a la tercera Gran Coalición CDU/CSU-SPD mandada por Merkel. Desde entonces, la legisladora fue vehemente en el requerimiento al Gobierno para que cerrara con los países de origen acuerdos de deportación y tránsito de migrantes irregulares, expulsara automáticamente a los refugiados que cometieran delitos, negara el seguro de salud a los solicitantes de asilo y prohibiera el burka, el niqab y el hiyab por tratarse estas prendas femeninas de "símbolos absolutamente sexistas". Según ella, la política migratoria merkeliana de puertas abiertas era una "locura" que estaba "destruyendo" Alemania.

La meta estratégica de Weidel, Gauland y Meuthen era doble. Por un lado, romper el férreo cortafuegos (brandmauer) aplicado por el resto de fuerzas parlamentarias a causa de su ultraderechismo y sus invocaciones de tintes xenófobos, con lo que serían reconocidos como una opción legítima y respetable del espectro conservador, gente con la que se podía cooperar y pactar en democracia. Y, al mismo tiempo, catalizar la transfusión de votantes de una CDU/CSU en crisis de identidad, capitalizando el rechazo creciente a migrantes y refugiados.

Si el primer objetivo, considerado cercano en los Länder orientales dado el peso alcanzado por el partido allí, requería moderación, el segundo se perseguía a golpe de retórica populista. En ningún momento, más desde el portazo, urgido por Weidel y Gauland, de Petry, se apreció que los líderes de la AfD priorizaran el fin del cortafuegos que bloqueaba su acceso a las instituciones sobre los pronunciamientos que fácilmente podían concitar las imputaciones de demagogia e incompatibilidad con el espíritu de la Ley Básica.

Para las elecciones de mayo de 2019 al Parlamento Europeo, Weidel y Meuthen, este figurando como cabeza de lista, difundieron el mensaje del cierre hermético de las fronteras a los extranjeros demandantes de asilo, una interpretación étnica de la ciudadanía y el eslogan, copiado por ejemplo por el líder socialcristiano bávaro Horst Seehofer, de que "el Islam no es parte de Alemania". El cóctel de antiinmigración, euroesceptismo duro y rechazo a la "histeria climática" reportó a la AfD el 11% de los votos y 11 eurodiputados, cuatro más que en 2004, llevando entonces a Bernd Lucke de cabeza de cartel.

El 30 de noviembre de 2019, estando recientes las subidas al segundo puesto en los comicios estatales de Brandeburgo, Sajonia y Turingia con entre el 23% y el 27% de lo votos, la X Conferencia Federal de la AfD celebrada en Brunswick confirmó los liderazgos de Weidel en el partido parlamentario y de Meuthen en el partido orgánico. Weidel, única representante del ala liberal económica, thatcherista, en la Junta Ejecutiva Federal, fue elevada además a la condición de coportavoz adjunta al lado de Beatrix von Storch y Stephan Brandner. Gauland siguió coliderando la bancada en el Bundestag junto con Weidel, pero cedió la coportavocía ejecutiva al diputado Tino Chrupalla, un antiguo miembro de las juventudes democristianas y nativo de la extinta RDA.

Chrupalla contaba con el apoyo del sector más radical y nacionalista völkisch de la AfD, Der Flügel (El Ala), encabezado por el turingio Björn Höcke y el brandeburgués Andreas Kalbitz, muy próximo al movimiento islamófobo Pegida y sospechoso de nexos neonazis. Bajo vigilancia de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), la inteligencia policial del Gobierno Federal, Der Flügel fue oficialmente disuelta por la Junta Ejecutiva del partido en abril de 2020, aunque siguió existiendo bajo la forma de "facción social patriótica". De estos ambientes extremistas se desmarcaba Meuthen, quien avisaba contra el antisemitismo y el cuestionamiento revisionista del Holocausto, y que definía a la AfD como "completamente projudía". Pronunciamientos que sin embargo no coreaban Weidel y menos Gauland, este último con cierta propensión a relativizar los crímenes del nazismo.

Por otro lado, la vida privada de Weidel, lesbiana reconocida pero dirigente de un partido opuesto al matrimonio de personas del mismo sexo y comprometido con la "familia tradicional como modelo", era indagada por la prensa, la cual destacaba la contradicción que existiría entre este estatus personal y la introversión nacionalista de la AfD, igualmente chocante con el currículum profesional cosmopolita y mundano de la dirigente. Así, ella convivía con Sarah Bossard, una realizadora de cine y televisión de nacionalidad suiza y origen srilankés con la que había formado un hogar a caballo entre Überlingen (Baden-Württemberg) y la helvética Einsiedeln. La pareja se había inscrito en el registro de uniones civiles y había adoptado dos hijos. 

En 2017 Weidel desacreditó como "fake news" la información del semanario Die Zeit sobre que tenía en su casa a una refugiada siria que trabajaba de empleada doméstica sin contrato ni seguridad social. La prensa suiza la acusó también de no pagar impuestos en Alemania. Más calado tuvo la investigación que en 2018 le abrió la Fiscalía de Constanza por presuntas irregularidades en la financiación del partido a través de donaciones de particulares para su campaña electoral de 2017, pagos que ella no habría declarado a las autoridades federales. En 2019 Weidel publicó Widerworte: Gedanken über Deutschland, libro que la autora definió como un "manifiesto conservador de rebelión contra la corrección política y la influencia excesiva de las ideas del extremo más alejado de los espectros verde e izquierdista".

Ascenso a la jefatura orgánica y los aldabonazos electorales de 2024

Weidel y Chrupalla, cabezas conjuntos de lista por decisión de las bases del partido llamadas a pronunciarse en primarias, llegaron a las elecciones federales del 26 de septiembre de 2021 arrastrando los ecos conflictivos de la sonada crisis de Turingia (la investidura de un ministro-presidente del FDP con los votos de la CDU y la AfD, confluencia que fue denunciada como una violación sin precedentes del cortafuegos y rápidamente revertida por orden de Merkel, aunque costó la dimisión de la heredera designada por la canciller, Annegret Kramp-Karrenbauer) en febrero de 2020 y la expulsión, meses después, de Andreas Kalbitz, el exitoso jefe del partido en Brandeburgo, a causa de su tratos con grupúsculos extremistas ilegales.

También, coleaba la operación populista de la AfD de sacarle rédito a las movilizaciones callejeras de los contrarios a las restricciones a la movilidad y la campaña de vacunaciones por la COVID-19. Cuando la pandemia comenzó, Weidel se declaró muy preocupada por la rápida propagación del coronavirus y exigió acciones contundentes al Gobierno. Pero cuando este las adoptó, las tachó de "antidemocráticas" e "inconstitucionales". Posicionada sin ambages contra la vacuna, que se negó a recibir (en noviembre de 2021, al poco de las selecciones, daría positivo en un test, viéndose obligada a guardar cuarentena en casa), abrazó el argumentario de los efectos secundarios incapacitantes de recibir el pinchazo.

En sus terceros comicios al Bundestag, La AfD vio truncarse su briosa racha federal al caer al 10,4% de los votos y los 83 escaños. A la zaga de Los Verdes y el FDP, los ultraderechistas hubieron de resignarse a quedar quintos. Este serio revés, precedido o coincidente con las fuertes caídas registradas en las estatales de Baden-Württemberg (donde la sección del partido estaba liderada por la propia Weidel), Renania-Palatinado, Sajonia-Anhalt, Berlín y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, no dañó la confianza de las bases en Weidel y Chrupalla, sucesor de Gauland en el mando el grupo parlamentario, pero sí acarreó la retirada del veterano Meuthen, considerado el rostro de la moderación, hostil a los devaneos filonazis de algunos militantes y enemigo declarado de Der Flügel. En la primera mitad de 2022, la AfD mantuvo su tercer puesto en las elecciones regionales de Sarre, pero perdió toda su representación en Schleswig-Holstein y retrocedió también en Renania del Norte-Westfalia.

En su XIII Conferencia Federal, celebrada en Riesa, Sajonia, del 17 al 19 de junio de 2022, Weidel pasó a ocupar el lugar de Meuthen en la Junta Ejecutiva Federal y compartiendo posición con Chrupalla. En adelante, Weidel y Chrupalla, en una especie de bicefalia reforzada, serían tanto colíderes parlamentarios como coportavoces federales, si bien el público percibía que la número uno de facto era ella. Por lo demás, la Conferencia de Riesa volvió a certificar que en la AfD se desconfiaba de los liderazgos caudillistas unipersonales, tan típicos en otros partidos de extrema derecha, y se prefería una dirección más colegiada. Alexander Gauland, octogenario ya, recibió la condición de presidente honorario del partido; Jörg Meuthen, en cambio, frustrado por la línea derechista intensa marcada por Weidel, Chrupalla y Gauland, y siguiendo los pasos de Lucke, Petry y Adam, optó por abandonar la AfD, aunque continuó siendo eurodiputado.

Desde este momento, la AfD recobró su buena estrella electoral: subida del quinto al cuarto lugar en las estatales de Baja Sajonia (octubre de 2022); mejora como quintos en la siempre difícil plaza de Berlín (febrero de 2023); ascenso de cuartos a terceros en Baviera y de cuartos a segundos en Hesse (octubre de 2023); rebote de cuartos a segundos, solo por detrás de la CDU/CSU, con el 15,9% de los votos y 15 escaños en las europeas de junio de 2024; consolidación como segundos tras el SPD en Brandeburgo y tras la CDU en Sajonia, en ambos casos pisándoles los talones (septiembre de 2024); y la gran campanada, primeros, con un impresionante 32,8% de los votos, el 1 de septiembre de 2024 en Turingia, donde el muy radical Björn Höcke presenció la aplicación del cortafuegos en la forma de un heteróclito gobierno de coalición entre la CDU, el SPD y la Alianza de Sahra Wagenknecht (BSW).

A tenor de estos resultados electorales, la AfD salió completamente airosa de la nueva avalancha de escándalos y polémicas a que dio lugar en los primeros meses de 2024: la revelación por la prensa de que varios altos cargos del partido, entre ellos el diputado federal y asesor de Weidel Roland Hartwig (expulsado a la postre), habían sostenido en noviembre de 2023 una reunión secreta con representantes de la llamada Nueva Derecha germana, el movimiento identitario e influencers neonazis para hablar de un "plan maestro" sobre la deportación masiva ("remigración") de millones de inmigrantes y sin excluir a quienes hubiesen adquirido el pasaporte alemán; la multa a Höcke por pronunciar una consigna de evocación del pasado nazi; la implicación del eurodiputado Maximilian Krah, cabeza de lista de AfD para las elecciones europeas, en un caso de espionaje chino; y el levantamiento por el Bundestag de la inmunidad del diputado bávaro Petr Bystron, segundo en la lista para las europeas, para ser investigado por presuntos soborno y blanqueo de dinero como sospechoso de aceptar dinero del medio ruso Voice of Europe.

Weidel fue reelegida coportavoz federal de la AfD, junto con Chrupalla, por la XV Conferencia Federal en junio de 2024 y el cónclave siguiente, celebrado en Riesa el 11 y 12 de enero de 2025, la proclamó candidata única a la Cancillería en las elecciones federales del 23 de febrero, anticipadas tras el colapso de la coalición semáforo (SPD-Verdes-FDP) del canciller Olaf Scholz en noviembre anterior. La XVI Conferencia de la AfD aprobó además poner en marcha una nueva organización de juventudes para sustituir a la Alternativa Juvenil para Alemania (JA), clasificada como organización extremista por la BfV en 2023.

 (Cobertura informativa hasta 21/2/2025).

 

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