Alassane Ouattara
Presidente de la República (2010-) y primer ministro (1990-1993)
Una trayectoria de funcionario financiero internacional y primer ministro leal al dictador Félix Houphouët-Boigny precedió los 15 años como político opositor de Alassane Dramane Ouattara, líder del partido centrista Reagrupamiento de Republicanos (RDR). Apodado ADO, este musulmán norteño educado en Burkina Faso y Estados Unidos mantuvo unas relaciones tormentosas con los tres presidentes que se sucedieron desde 1993, el conservador Henri Konan Bédié, el general golpista Robert Guéi y el socialista Laurent Gbagbo, que coincidieron en torpedear sus ambiciones presidenciales cuestionando su nacionalidad marfileña. Dicho obstáculo alentó el estallido en 2002 de una guerra civil que, pese al acuerdo de paz de 2007, dejó al país dividido ente el sur controlado por Gbagbo y el norte dominado por las Fuerzas Nuevas próximas al RDR. Ouattara regresó del exilio para presentarse a las elecciones que debían permitir la reunificación del país y que tuvieron lugar en 2010 con cinco años de retraso. Su victoria en la segunda vuelta del 28 de noviembre, reconocida por la comunidad internacional en bloque pero rechazada por Gbagbo, deja un país con dos presidentes rivales, sumido en la violencia, al borde de la reanudación de la guerra civil y con las expectativas de la recuperación de una economía basada en el cacao, el café y el petróleo, arruinadas.
(Texto actualizado hasta diciembre 2010)
1. Ejecutivo bancario internacional y primer ministro de Côte d'Ivoire
2. Paso a la oposición al Gobierno de Bédié, apoyo frustrado al golpista Guéi y relaciones turbulentas con Gbagbo
3. Papel durante la guerra civil y la subsiguiente división del país
4. La crisis nacional de 2010: una victoria en las elecciones presidenciales desafiada por Gbagbo
1. Ejecutivo bancario internacional y primer ministro de Côte d'Ivoire
Miembro de una familia musulmana de doce hermanos, el grueso de su formación escolar discurrió en la vecina Burkina Faso (entonces, Alto Volta, territorio colonial francés también), particularmente toda la secundaria, que cursó en los liceos Ouezzin Coulibaly de Bobo-Dioulasso y Philippe Zinda Kaboré de Ouagadougou. Completado el bachillerato en 1962, en el tercer año de vida de la República de Costa de Marfil como estado independiente, el joven obtuvo una beca que le permitió adquirir educación superior en Estados Unidos. Así, en 1965 se convirtió en Bachelor of Science por el Instituto Drexel de Tecnología, hoy Universidad Drexel, de Filadelfia, título al que siguieron una maestría-licenciatura y el doctorado en Economía en 1967 y 1972, respectivamente, obtenidos ambos en la Universidad de Pensilvania.
Ya en 1968 comenzó a ejercer su especialidad profesional en las oficinas del FMI en Washington, D.C. En 1973 el Gobierno marfileño le destacó en la sede en París del Banco Central de Estados de África Occidental (BCEAO) y dos años después ascendió a consejero especial del gobernador de la institución, su paisano Abdoulaye Fadiga, y a director de estudios. A partir de 1979, con el traslado de las oficinas bancarias de París a Dakar, el economista siguió asistiendo a Fadiga como responsable de las áreas de personal, asuntos administrativos y política monetaria.
En enero de 1983, con el concurso del presidente del país desde la independencia, Félix Houphouët-Boigny, Ouattara fue nombrado vicegobernador del BCEAO, pero en octubre de 1984 hubo de cesar por las presiones del nuevo hombre fuerte de Burkina Faso, el capitán Thomas Sankara, quien exigió al veterano mandatario marfileño la colocación en el puesto de un burkinés. El economista retornó a la plantilla del FMI, donde en los cuatro años siguientes ejerció de director del Departamento de África y, desde mayo de 1987 en añadidura, consejo especial del director gerente, Michel Camdessus, con oficina en la sede central en Washington.
El 22 de diciembre de 1988 Ouattara estuvo de vuelta en el BCEAO para sustituir en la gobernación de la entidad financiera a Fadiga, fallecido el 11 de octubre anterior. El 18 de abril de 1990 el regidor bancario fue reclamado desde Yamoussoukro para el servicio de Estado por Houphouët-Boigny, quien a sus 84 años se vio obligado a introducir el multipartidismo bajo la presión de una población profundamente descontenta con su prolongada férula paternalista, autoritaria y corrupta. Ouattara regresó a Côte d'Ivoire, que halló sumido en la efervescencia preelectoral, para ponerse al frente del Comité Interministerial de Coordinación del Programa de Estabilización y Relanzamiento Económico, labor que le metió de lleno en la gestión gubernamental.
Houphouët-Boigny quedó muy complacido con el trabajo de Ouattara, tal que el 7 de noviembre de 1990, días después de las elecciones presidenciales que le otorgaron su séptimo mandato quinquenal merced a una arrolladora, aunque impugnada, victoria sobre el principal líder opositor, el socialista Laurent Gbagbo, se decantó por el funcionario para estrenar el puesto de primer ministro, nuevo en el organigrama del Estado marfileño y que ya no podía ser compatible con la gobernación del BCEAO. En el Gabinete, dominado por tecnócratas, tomó además la cartera de Economía y Finanzas.
Respaldado por el oficialista Partido Democrático de Côte d'Ivoire-Reagrupamiento Democrático Africano (PDCI-RDA), fuerza conservadora que prácticamente recuperó el monopolio parlamentario en las elecciones pluralistas del 26 de noviembre, Ouattara asumió la ardua misión de resucitar la economía nacional, antaño próspera pero ahora moribunda tras el desplome de los precios internacionales del café y el cacao, puntales de unas exportaciones exclusivamente agrícolas.
La confianza en los buenos resultados del programa de ajuste estructural y estabilización financiera monitorizado por el FMI animó al primer ministro a plantear sus ambiciones sucesorias en la Presidencia, justo cuando el país asistía al ocaso vital del provecto padre de la independencia. En octubre de 1992, en el curso de una intervención televisiva, Ouattara se presentó como un candidato potencial en las elecciones presidenciales de 1995. El aviso de intenciones puso en guardia al considerado segundo preboste del régimen y de hecho el designado constitucional en caso de vacancia en la jefatura del Estado, Henri Konan Bédié, presidente de la Asamblea Nacional y titular de varios ministerios desde la década de los sesenta.
Se declaró entonces en el PDCI-RDA una disputa abierta entre el musulmán Ouattara y el cristiano católico Bédié, quien no dudó en hacer valer su condición de baoulé, la etnia, bien presente en la parte central del país y en particular en Yamoussoukro, que poseía una clara preponderancia en los altos estratos de la política y la economía, frente al ancestro presuntamente burkinés de su rival, un dioula, etnia minoritaria concentrada en el extremo norte lindero con Burkina Faso. Bédié arremetió además contra la campaña de privatizaciones conducida por el Gobierno. La posición de Ouattara pareció fortalecerse a partir de marzo de 1993, cuando asumió de seguido las riendas del Ejecutivo por el cáncer terminal de Houphouët-Boigny, hospitalizado en Francia.
Sin embargo, en sus últimas semanas de vida, el anciano autócrata dejó claro que su delfín era Bédié, quien ganó la partida: el 7 de diciembre de 1993 Houphouët-Boigny falleció en la capital –el anuncio fue hecho a la nación por Ouattara- y de manera automática el responsable parlamentario se convirtió en el nuevo presidente de la República así como presidente del partido en el poder. Derrotado, Ouattara presentó la dimisión y el 11 de diciembre Bédié nombró primer ministro a Daniel Kablan Duncan.
2. Paso a la oposición al Gobierno de Bédié, apoyo frustrado al golpista Guéi y relaciones turbulentas con Gbagbo
Tras esta primera experiencia en el gobierno de su país, Ouattara regresó al FMI, donde Candessus le colocó a su diestra como director general adjunto, convirtiéndose en el primer africano en alcanzar este puesto en el organismo multilateral de crédito. El 1 de julio de 1994 el economista estrenó su despacho en Washington, aunque siguió con un pie en la política marfileña, esta vez en el bando de la oposición. Así, estrenó militancia en el Reagrupamiento de Republicanos (RDR), formación de centro liberal escindida del PDCI-RDA en junio de 1994 bajo el liderazgo de Djéni Kobina.
En el I Congreso del RDR, el 3 de julio de 1995, Kobina fue elegido secretario general del partido y Ouattara fue nominado su candidato para las elecciones presidenciales del 22 de octubre. Esta designación enfureció a Bédié, quien aspiraba a la reelección y, según algunas fuentes, el año anterior había pactado secretamente con su adversario la renuncia por éste a toda veleidad presidencial a cambio del cargo elevado en el FMI. Para obstaculizar las aspiraciones de Ouattara y del líder del Frente Popular Marfileño (FPI), Gbagbo, el oficialismo elaboró un código electoral que exigía a los candidatos el certificado del nacimiento de sus padres en el territorio nacional, y el de ellos mismos.
El Gobierno insistió en que Ouattara no era apto para la Presidencia porque sus padres eran burkineses; sin muchas ganas de pelear por el momento, el ex primer ministro protestó y amenazó con querellarse contra quienes cuestionaran sus credenciales, pero declinó presentarse. El RDR, el FPI y otras formaciones menores formaron una alianza táctica, el Frente Republicano, para intentar arrancar del poder garantías de transparencia, pero sus demandas no fueron satisfechas, así que optaron por el boicot. Al cabo de una campaña regada de violencia con un balance de decenas de muertos, Bédié ganó la reelección con el 95% de los votos. A finales de 1998, pese a las mutuas suspicacias debido a las ofertas de un reparto del poder hechas a ambos por Bédié, el RDR y el FPI decidieron reeditar el Frente Republicano.
El 30 de julio de 1999, poco después de fundar en Washington el Instituto Internacional para África (IIA), Ouattara concluyó su compromiso con el FMI y retornó a Côte d'Ivoire dispuesto a presentar batalla política a Bédié, cuyo Gobierno afrontaba un vendaval de acusaciones de autoritarismo, corrupción y favoritismo étnico-religioso. La constante agitación política y social menoscababa seriamente la imagen del país, que nunca había sufrido un conflicto armado o un golpe de Estado, como modelo de estabilidad –que no de democracia- en África occidental, mientras que la economía, a pesar de los recientes progresos en algunas magnitudes, estaba lejos de recuperar los niveles de prosperidad disfrutados hasta la gran recesión de finales de los ochenta. El precio del cacao continuaba bajo mínimos y las negociaciones con el FMI para el reescalonamiento de la deuda externa estaban a punto de fracasar.
El 1 de agosto de 1999, ostentando la Secretaría General del partido la ex ministra de Cultura Henriette Diabate, elegida para suceder al fallecido Kobina en enero, el II Congreso Extraordinario del RDR proclamó a Ouattara presidente de la formación y candidato presidencial en 2000. El promocionado se apresuró a defender la validez de su postulación, y para ello presentó unos documentos que, según él, avalaban su condición de oriundo marfileño y no, como insistía Bédié con tono xenófobo, burkinés. Pero la autoridad calificó los papeles de falsificación y emprendió una investigación con consecuencias penales. Visto el ambiente de virulenta hostilidad, el opositor puso los pies en polvorosa y se radicó en París, donde conoció que los tribunales le invalidaban su cédula de nacionalidad marfileña, el 27 de octubre, y emitían en su contra una orden de arresto por fraude, el 29 de noviembre. Al mismo tiempo, la represión se abatió sobre el RDR, cuya secretaria general y otros 19 dirigentes y militantes fueron detenidos acusados de organizar tumultos antigubernamentales.
Desde la capital gala, donde contaba con el respaldo del Ministerio de Exteriores francés, Ouattara prometió retornar al país antes de terminar el año. El 24 de diciembre de 1999 se disponía a hacerlo cuando el general retirado Robert Guéi, destituido por Bédié en la jefatura del Estado Mayor del Ejército en 1995 por negarse a reprimir el boicot activo del Frente Republicano, reapareció como el cabeza de un golpe de Estado que mandó al exilio a Bédié y asumió todo el poder. Erigido en presidente de un Comité Nacional de Salvación Pública, Guéi justificó la primera ruptura constitucional en los 39 años de historia del Estado por la necesidad de implantar en Côte d'Ivoire una "democracia real".
Ouattara acogió jubiloso la toma del poder por los militares y el 29 de diciembre aterrizó en Abidján, la capital económica del país, lanzando loas a una "revolución que es apoyada todo el pueblo marfileño" e imprecaciones contra la "dictadura" que había sido el régimen derrocado. Guéi fue más preciso y señaló como uno de los detonantes del golpe de Estado el torpedeo por el Gobierno de la candidatura presidencial del líder del RDR. Las primeras medidas de la junta se encaminaron claramente a favorecer al partido de Ouattara, cuyos dirigentes y militantes encarcelados fueron puestos en libertad.
A diferencia de otros dirigentes de la oposición, Ouattara no dudó en dar un voto de confianza a Guéi, que se nombró a sí mismo presidente de la República y jefe de un Gobierno cívico-militar de transición al que el RDR se sumó con tres ministros, entre ellos los titulares de Economía y Finanzas. La participación de los republicanos en el Gobierno de transición, encabezado a partir del 18 de mayo de 2000 por un primer ministro independiente, Seydou Elimane Diarra, marcó el principio de la ojeriza entre Ouattara y Gbagbo, quien desconfiaba de la alianza tácita entre el político musulmán y el nuevo hombre fuerte del país, perteneciente a la minoritaria etnia yacouba. El Frente Republicano no fue renovado.
Sin embargo, muy pronto, Ouattara quedó amargamente decepcionado con Guéi, quien no tardó en revelar sus apetitos de poder constitucional, no conformándose con ser un jefe de Estado interino. Contraviniendo su promesa inicial, el general anunció su deseo de presentarse a las elecciones presidenciales convenientemente reciclado a político civil. La ruptura con Guéi fue un hecho en agosto, cuando el candidato del RDR se encontró con la desagradable sorpresa de la introducción, a última ahora antes de la promulgación de la Carta Magna aprobada en el referéndum del 23 de julio, de una enmienda constitucional que obligaba a los pretendientes de la Presidencia a demostrar el origen marfileño de sus padres. De nuevo, se exponía a ser descalificado por el poder de turno, quien probablemente no daría crédito a sus declaraciones de marfileñidad.
En septiembre, un sangriento ataque de soldados norteños contra Guéi en su residencia de Abidján fue atribuido a simpatizantes de Ouattara en el Ejército. El 6 de octubre, el Tribunal Supremo descalificó a Ouattara, Bédié y otros doce aspirantes del registro de candidatos, y sólo dio el visto bueno a cinco, entre ellos Guéi, Gbagbo y Francis Wodie, líder del Partido del Trabajo (PIT) y tercer opositor relevante al régimen del PDCI-RDA. Ouattara, a través de sus abogados, presentó unas "pruebas genéticas" que corroboraban la condición cien por cien marfileña de su madre, pero Guéi, continuando con su imitación de las tácticas de Bédié, contraatacó con otros documentos que "demostraban" el ascendiente burkinés.
En estas circunstancias, ADO, como era popularmente conocido a partir de las iniciales de sus nombres y apellido, llamó a boicotear las elecciones presidenciales del 22 de octubre de 2000, que tuvieron un desenlace de todo punto inesperado: el 24 de octubre, tras disolver la Comisión Nacional Electoral (CNE) y proclamarse ganador con el 52,7% de los votos, Guéi afrontó el estallido de cólera de los partidarios de Gbagbo, a su vez autoproclamado presidente electo con el 59,3% de los sufragios, los cuales se echaron a las calles con sones de revuelta y lo pusieron en fuga el día de Navidad. La revolución de Abidján culminó el 26 de octubre con la inauguración de Gbagbo como presidente constitucional, pero Ouattara insistía en celebrar nuevas elecciones.
El antagonismo entre Ouattara y Gbagbo, espoleado por los letales choques callejeros entre sus respectivos partidarios –en los que los jóvenes musulmanes del RDR se llevaron con diferencia la peor parte, con varias decenas de muertos- y aliviado por temporadas, acompañó el nacimiento del tercer régimen de Gobierno desde la independencia, que los marfileños y la comunidad internacional confiaban fuera el comienzo de una democracia genuina.
Las violencias sectarias resultaban especialmente inquietantes por tener un trasfondo tanto político como étnico-religioso. En realidad, eran la consecuencia de un lustro de nacionalismo etnocentrista atizado por Bédié, campeón de la marfileñidad (ivoirité), concepto que en origen se refería a la identidad cultural común de todos los marfileños pero que no tardó en identificarse con el rechazo a los residentes inmigrados o descendientes de inmigrados, en particular los de origen burkinés. Los observadores destacaron que el RDR tenía su arraigo en el norte musulmán, donde se concentraban las tribus dioula y malinké, mientras que el FPI se basaba en las regiones cristianas y animistas del oeste y el sur, donde contaba con el voto de los bété.
Ouattara en persona vio peligrar su vida en los disturbios poselectorales: objeto su vivienda de disparos por soldados leales a Gbagbo, hubo de refugiarse por unas horas en la Embajada alemana. El 27 de octubre aceptó reunirse con su rival para destensar la situación. En una importante cesión por su parte, accedió a retirar su demanda de nuevas elecciones y reconoció a Gbagbo como presidente legítimo.
El asomo de entendimiento entre los dos hombres se disipó a las primeras de cambio al suspender el RDR su entrada en el Gobierno de coalición del primer ministro nombrado por el presidente, Pascal Affi N'Guessan, y, peor aún, vetar, el 1 de diciembre, el Tribunal Supremo la participación del líder opositor en las elecciones legislativas del 10 de noviembre, en las que aquel esperaba obtener el acta de diputado, con el argumento de la nacionalidad dudosa. El fallo del Supremo revocó un dictamen del CNE favorable al político. Enfadado por este cuarto parón a sus aspiraciones electorales, ADO decretó el boicot a los comicios y de paso optó por expatriarse. Comenzó así otro período de exilio voluntario que repartió entre Francia y Gabón.
Las esperanzas de reconciliación nacional regresaron el 18 de marzo de 2001, cuando Ouattara y Gbagbo se reunieron en Lomé con los auspicios del presidente de Togo y presidente de turno de la Unión Africana, Gnassingbé Eyadéma. En marzo, su incontestable victoria en las elecciones municipales animó a los republicanos a reclamar el adelanto de las elecciones presidenciales y legislativas. El 30 de noviembre de 2001 Ouattara realizó un retorno triunfal a Abidján para sumarse a los trabajos del Forum Nacional de Reconciliación, una mesa multipartita de diálogo convocada por el presidente bajo la presión de los donantes de fondos para aportar soluciones al marasmo político instalado en el país desde el golpe de 1999.
Una de las recomendaciones del Forum fue que el Gobierno reconociera la plena ciudadanía marfileña de Ouattara; saltaba a la vista que el conflicto sobre esta cuestión era la principal causa de la confrontación y la polarización, políticas pero con claras derivaciones étnico-religiosas, que pendían como una espada de Damocles sobre Côte d'Ivoire.
3. Papel durante la guerra civil y la subsiguiente división del país
En enero de 2002 Ouattara participó de buen grado en unas conversaciones cara a cara y sin precedentes junto con Gbagbo, Bédié y Guéi. La cumbre de los "cuatro grandes" en el palacio presidencial de Yamoussoukro abrió un período de oportunidades para todos. El 28 de junio, de acuerdo con las conclusiones del Forum Nacional de Reconciliación, un tribunal de Abidján expidió a Ouattara el certificado de nacionalidad. La buena noticia le llegó al opositor en plena gira nacional para promocionar a los candidatos del partido en las elecciones departamentales del 7 de julio. Un mes después, el 5 de agosto, el RDR tomó cuatro asientos en el nuevo Gobierno de unidad nacional encabezado por Affi N'Guessan, donde obtuvieron puestos también el PDCI-RDA de Bédié, el PIT de Wodie y la Unión para la Democracia y la Paz en Côte d'Ivoire (UDPCI) de Guéi, además del FPI, que se reservó el grueso del Gabinete. Ouattara ya tenía la mirada puesta en las presidenciales de 2005.
Sin embargo, todo estalló por los aires el 19 de septiembre de 2002. Ese día, una sublevación de militares anti Gbagbo sumió en el caos a Abidján, Guéi, sospechoso de estar tras el alzamiento, fue asesinado por policías paramilitares lealistas, y los sediciosos, tras ser expulsados de la capital costera entre crudos combates que dejaron más de 200 muertos, se hicieron fuertes en varias ciudades del centro y el norte del país. Los rebeldes, en su mayoría norteños y con numerosos simpatizantes del RDR entre sus filas, se organizaron como Movimiento Patriótico de Côte d’Ivoire (MPCI).
Ouattara sufrió un trance aún más apurado que en las refriegas poselectorales de 2000. Su casa en Abidján fue asaltada e incendiada, y él corrió a refugiarse a la Embajada alemana y luego a la residencia del embajador francés, quien le proporcionó un pasaje seguro al país europeo vía Gabón. Puesto a resguardo en la legación francesa, Ouattara aseguró por teléfono a los medios que el 20 de septiembre había escapado por los pelos a un escuadrón de la muerte enviado por Gbagbo, y que los policías que habían abatido a Guéi fueron también a por él.
En su reparto de acusaciones por la rebelión a que hacía frente, el presidente marfileño señaló como instigador a su homólogo de Burkina Faso, Blaise Compaoré, y como "autor intelectual" a Ouattara, imputación que se sustentaba en los vínculos entre algunos sediciosos y el RDR, y las declaraciones del MPCI exigiendo la convocatoria de nuevas elecciones generales, tal como querían los republicanos. Hasta final de año, Côte d'Ivoire se sumió en una auténtica guerra civil, con los dos bandos disputándose el control de ciudades estratégicas del interior, y Francia (con la Operación Licorne) y los países vecinos de la CEDEAO (con la misión ECOMICI) intentando, sin éxito, interponerse entre los combatientes y traer la paz.
Aunque no representaba una parte contendiente en el conflicto armado, Ouattara sí era un actor fundamental de la política nacional, sin cuyo concurso el país no podría superar el desastre bélico. Así que el líder del RDR figuró entre los invitados por el presidente francés, Jacques Chirac, a una conferencia de mesa redonda con todas las fuerzas políticas marfileñas que se desarrolló en Linas-Marcoussis, al sur de París, a partir del 15 de enero de 2003.
Por el oficialismo estuvieron representados el presidente de la República y su partido. Por la oposición civil, el RDR, el PDCI-RDA, el PIT, la UDPCI, el Movimiento de Fuerzas del Futuro (MFA) y la Unión Democrática y Ciudadana de Côte d’Ivoire (UDCY), esto es, el conjunto de partidos parlamentarios. Por la oposición armada, el MPCI y otros dos grupos rebeldes más pequeños que operaban en la parte occidental del país, el Movimiento Popular Marfileño del Gran Oeste (MPIGO) y el Movimiento Justicia y Paz (MJP); las tres organizaciones habían aunado sus guerrillas bajo la sombrilla de unas Fuerzas Nuevas de Côte d’Ivoire (FNCI), con el cabecilla del MPCI, Guillaume Soro, un norteño de religión católica, de secretario general.
El Acuerdo de Linas-Marcoussis para el cese de hostilidades y la formación de un Gobierno de Reconciliación Nacional, adoptado el 24 de enero de 2003 en presencia de varios presidentes africanos, tenía cláusulas satisfactorias para todas las partes. En el caso de Ouattara, el apartado tercero, sobre la elegibilidad para la Presidencia de la República, era especialmente grato porque los firmantes consideraban que el polémico artículo 35 de la Constitución de 2000 debía evitar "hacer referencia a conceptos que no tienen valor jurídico o en virtud de los textos legislativos". Se trataba de un circunloquio para referirse a la necesidad de hacer una interpretación laxa de dicho artículo, evitando que se invocara por intereses partidistas. Además, se contemplaba una reforma ad hoc de la Ley de Nacionalidad.
Gbagbo nombró un primer ministro de transición con poderes reforzados a costa de los suyos, Seydou Elimane Diarra, quien a mediados de marzo constituyó el Gobierno de Reconciliación con los diez partidos signatarios de los acuerdos de Linas-Marcoussis; Ouattara no participó personalmente en el Ejecutivo, aunque obtuvo para su partido siete puestos, el mismo número que el PDCI-RDA de Bédié y el MPCI de Soro.
El líder de los republicanos siguió implicado en el tortuoso proceso político nacional, que pese a la declaración por el Gobierno y las FNCI del "final de la guerra civil" el 4 de julio de 2003 continuó enfangado por los espasmos bélicos, el más grave de los cuales sucedió en noviembre de 2004, cuando Gbagbo ordenó el bombardeo aéreo de posiciones de las FNCI en Bouaké y otras ciudades del norte, y de paso se enzarzó en un furioso combate con las tropas francesas, que como represalia destruyeron la flota aérea marfileña en el aeródromo de Yamoussoukro.
Previamente, en marzo, fuerzas lealistas reprimieron brutalmente en Abidján una marcha prohibida del RDR en demanda de la plena aplicación de los acuerdos de Linas-Marcoussis, causando decenas de muertos. Airado, Ouattara retiró a su partido del Gobierno de Reconciliación, que tras las marchas también del PDCI-RDA y de las organizaciones rebeldes quedó virtualmente deshecho. Luego, las partes, urgidas por la CEDEAO y la Unión Africana, intentaron enderezar la situación con el Acuerdo de Paz adoptado en Accra el 30 de julio de 2004 (Accra III), del que Ouattara fue firmante como los demás cabezas de facción. Uno de los puntos de Accra III insistía en la necesidad de acometer sendas reformas de la Ley de Nacionalidad y de las condiciones de la elegibilidad presidencial contenidas en la Constitución. En efecto, el 17 de diciembre de 2004, la Asamblea enmendó el artículo 35 de la Carta Magna, de manera que un candidato a la Presidencia pudiera inscribirse teniendo a solo uno de los padres marfileños.
Removido el obstáculo que afectaba a la nacionalidad dudosa de su madre, Ouattara lanzó su aspiración de cara a las elecciones de octubre el 15 de enero de 2005. El 6 de abril siguiente, se reunió con Gbagbo, Diarra, Bédié y Soro en Pretoria para suscribir, con los buenos oficios del presidente sudafricano Thabo Mbeki, un Acuerdo sobre el Proceso de Paz en Côte d’Ivoire, en el que los dirigentes se reafirmaban en su compromiso con los acuerdos de Linas-Marcoussis, Accra II y Accra III, declaraban "el inmediato y definitivo cese de las hostilidades y el final de la guerra", y acordaban proceder con el desarme y desmantelamiento de la Milicia del Gobierno, y con el Plan Nacional de Desarme, Desmovilización y Reintegración de las FNCI. El 18 de mayo, el RDR forjó con el PDCI-RDA, la UDPCI y el MFA una coalición electoral llamada Reagrupamiento de Houphouëtistas por la Democracia y la Paz (RHDP)
Ouattara fue aceptado como el candidato unitario del RHDP, pero el frente opositor se encontró con que Gbagbo suspendió las elecciones presidenciales del 30 de octubre con el pretexto de que los rebeldes habían incumplido su promesa de desarmarse. El 6 de diciembre de 2005 el líder de los republicanos interrumpió sus tres años largos de exilio en Francia para asistir en Abidján a los funerales de su madre. Su presencia en Côte d'Ivoire coincidió con la formación del nuevo Gobierno de unidad encabezado por el tecnócrata independiente Charles Konan Banny, cuya designación por los mediadores africanos fue consensuada con los cabezas de facción marfileños. En esta ocasión, el RDR se involucró en el Gobierno de transición con cuatro ministros
El 26 de enero de 2006 Ouattara, aventando los mensajes de la "unidad" y la "reconciliación", puso término definitivo a su condición de exiliado y en febrero siguiente sostuvo en Yamoussoukro una serie de reuniones directas y sin mediadores con Gbagbo, Banny, Bédié y Soro, en otro intento de desatascar la aplicación de los compromisos adoptados en los anteriores acuerdos y, por ende, allanar el camino para la celebración de las elecciones, pero sin resultado. En abril de 2007 el RDR no dejó de tomar parte en el nuevo Gobierno de coalición presidido, en virtud de un prometedor acuerdo de paz firmado en marzo en Ouagadougou con Gbagbo y facilitado por Compaoré, por el mismo jefe de las FNCI, Soro, cuyas relaciones con Ouattara experimentaban altibajos.
El 3 de febrero de 2008, en el II Congreso ordinario del partido, Ouattara, presentado a los marfileños como un "liberal social" que creía en la "justicia social", fue designado candidato presidencial del RDR y de paso fue reelegido al frente de la formación por otros cinco años. Sin embargo, no iba a poder medirse en las urnas con Gbagbo este año, ni tampoco el siguiente. A pesar de los progresos en la desmovilización de los milicianos lealistas y de los rebeldes norteños, el jefe del Estado y el primer ministro convinieron en la necesidad de posponer de nuevo las votaciones alegando impedimentos técnicos y déficits en la seguridad.
4. La crisis nacional de 2010: una victoria en las elecciones presidenciales desafiada por Gbagbo
La exasperante lentitud del proceso de identificación y registro de los electores obligó a retrasar repetidamente las votaciones presidenciales. En febrero de 2010 Gbagbo añadió más confusión al ordenar la disolución tanto del Gobierno de Soro como la Comisión Electoral Independiente (CEI), a los que acusaba de maniobras fraudulentas en la definición del padrón electoral para favorecer a la oposición. Ouattara y Bédié replicaron que el presidente era capaz de argüir cualquier falsa excusa con tal de obstaculizar indefinidamente las elecciones y así perpetuarse en el poder. La crisis quedó superada al acordar las partes nombrar una nueva CEI y un nuevo Gobierno de unidad encabezado por Soro.
Tras seis cancelaciones de la fecha desde el vencimiento en 2005 del período presidencial iniciado en 2000, los marfileños pudieron por fin celebrar sus elecciones presidenciales el 31 de octubre de 2010. Ouattara y Bédié reformularon su pacto houphouëtista, tal que participaban por separado en la primera vuelta, pero si uno de los dos pasaba a la segunda vuelta del 28 de noviembre, el otro le apoyaría contra Gbagbo. El acuerdo entre el ex primer ministro y el ex presidente, que hacía tabla rasa de anteriores querellas, parecía tener como único aglutinante el común aborrecimiento a Gbagbo.
Por lo demás, el país seguía fracturado por su mitad geográfica en dos entidades político-militares, al norte y al sur, que no hacían más que agravar la dualidad preexistente en los terrenos étnico y religioso. El desarme de los bandos enfrentados en la pasada guerra civil distaba de estar concluido. Los 9.100 efectivos, entre soldados y policías, de la Operación de las Naciones Unidas en Côte d’Ivoire (ONUCI), desplegados en abril de 2004 para abrir una Zona de Confianza a lo largo de la línea del frente, tenían entre sus cometidos apoyar la organización de los comicios brindando apoyo logístico y seguridad.
Una tensa calma rodeó la publicación por la CEI en la noche del 3 de noviembre de los resultados provisionales. Según el conteo oficial, Gbagbo se ponía en cabeza con el 38,3% de los votos y pasaba a disputar la segunda vuelta con Ouattara, su inmediato perseguidor con el 32,1%. El republicano no se mostró conforme con esta horquilla y reclamó un recuento. Eliminados quedaron Bédié (el 25,2%) y otros once candidatos. La participación, según la CEI, había superado el 83%. Tres días después, el Consejo Constitucional, con el 100% de los votos escrutados y desoyendo las impugnaciones opositoras, se apresuró a confirmar los resultados de la CEI, certificando la victoria del titular oficialista en la primera vuelta con el 38% de los sufragios.
Convertido ahora en el candidato unitario de los partidos del RHDP –si bien Bédié, el candidato de los baoulés, tardó en solicitar el voto para su aliado, aparente reticencia que suscitó dudas sobre la solidez del RHDP-, Ouattara pasó a ser objeto de una violenta campaña de ataques verbales del FPI, cuyo presidente, el ex primer ministro Pascal Affi N'Guessan, le calificó de "padrino de la violencia política y la rebelión". Las acusaciones se recrudecieron a raíz de una entrevista en Dakar entre el opositor y el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade; los partidarios de Gbagbo hablaron entonces de injerencia y de conspiración con potencias extranjeras.
Más aún, los dos contrincantes en las urnas se zahirieron mutuamente con gran virulencia. Gbagbo afirmó que la elección del 28 de noviembre revestía un gran simbolismo porque se trataba de "una verdadera batalla entre los demócratas y los golpistas", toda vez que Ouattara, estaba convencido, había orquestado tanto el golpe de 1999 que derrocó a Bédié como el golpe fallido de 2002 contra él y que desencadenó la guerra civil. El increpado no se mordió la lengua, tachó de "mentiras" tales acusaciones y arremetió contra el presidente porque desde que llegó al poder no había hecho otra cosa que "dividir a los marfileños, traer la guerra a Côte d'Ivoire y saquear los recursos con una tribu y un clan".
Muy encrespado fue, por tanto, el cierre de la campaña de la segunda vuelta, que aconteció bajo el toque de queda en Abidján, donde las fuerzas de seguridad abatieron a tiros a tres opositores que protestaban contra la medida. Al día siguiente, antes de que la CEI avanzara siquiera datos parciales del escrutinio del voto doméstico, el FPI empezó a cuestionar el desarrollo de las votaciones en las regiones del norte bajo control de las FNCI y electoralmente favorables a Ouattara.
El 30 de noviembre, en plena retransmisión en directo del comunicado de los primeros resultados provisionales, un exaltado miembro de la CEI representante de Gbagbo arrebató al portavoz del órgano los papeles de los que se disponía a hacer lectura y los hizo trizas delante de los periodistas, mientras protestaba por el "atraco electoral". Ouattara acusó a Gbagbo de intentar "confiscar el poder" con este bloqueo informativo y le imputó los mismos abusos, fraude e intimidación en colegios electorales, que el oficialismo estaba achacando a su campo. En la jornada siguiente, los republicanos denunciaron el asesinato de ocho militantes en un ataque policial contra una oficina del partido sita en "territorio" del presidente en Abidján.
El 2 de diciembre fue un día decisivo para el curso, a peor, de la crisis poselectoral. Primero, se produjo el avance por la CEI de los resultados provisionales. En su alocución, realizada en el edificio hostelero de Abidján que venía sirviendo de cuartel general a Ouattara, el Golf Hôtel, el presidente de la CEI, Youssouf Bakayoko, dio cuenta de que el opositor había vencido con el 54,1% de los votos, frente al 45,9% sacado por Gbagbo.
Horas después, el presidente del Consejo Constitucional, Paul Yao N'Dre, tomó la voz para desautorizar a Bakayoko y declarar sus datos "nulos y sin efecto" porque los había comunicado fuera del plazo legal de tres días con que contaba para hacerlo. Al día siguiente, 3 de diciembre, N'Dre informó que los resultados en siete departamentos del norte quedaban anulados por irregularidades y que el cómputo final se tornaba favorable a Gbagbo, ganador según el Consejo con el 51,4% de los votos; Ouattara sólo podía reclamar el 48,5% de las papeletas válidas. En consecuencia, el órgano constitucional declaró a Gbagbo presidente reelecto.
Ouattara y Gbagbo ya disponían de datos avalados por una institución del Estado para proceder a investirse como los legítimos presidentes de la República. El primero se aseguró de entrada las adhesiones de Soro y de los antiguos rebeldes norteños, que pusieron sus destacamentos armados en alerta. Mucho más importante para su causa, por lo decisivos que parecían resultar estos espaldarazos, su mandato fue reconocido por Francia, la Unión Europea, Estados Unidos, la ONUCI y la Unión Africana. Ahora bien, su rival, aunque abocado al aislamiento internacional, obtuvo el acatamiento de la cúpula del Ejército, que ordenó el cierre de las fronteras, así como de la radio y la televisión públicas.
Jóvenes del RHDP levantaron barricadas y quemaron neumáticos en las populosas barriadas de la periferia de Abidján, donde la violencia podía explotar en cualquier momento. Côte d’Ivoire entró en la fase más peligrosa de la crisis poselectoral, ya que con la creación de una situación de bicefalia gubernamental, con dos líderes disputándose el mismo cargo, la polarización nacional alcanzaba su máxima expresión.
El 4 de diciembre Gbagbo prestó juramento en la sede oficial de la Presidencia ante el magistrado Yao N'Dre por un nuevo período de cinco años. Instantes después, su antagonista escenificaba su propia asunción presidencial en el Golf Hôtel, colocado bajo la protección de los cascos azules de la ONUCI. Ouattara fue reconocido por Soro, quien puso a su disposición el puesto de primer ministro; la respuesta de Ouattara fue confirmarle en el cargo nada más jurar el suyo. Al día siguiente, Gbagbo nombró un primer ministro leal, el economista Gilbert Marie N'gbo Aké, mientras que Soro anunciaba la composición de su Gabinete, con él de ministro de Defensa. El 7 de diciembre N'gbo Aké presentó a su vez a su Gobierno paralelo. La sombra de la reanudación de la guerra civil se cernía sobre el país de África occidental, obligando a la Unión Africana a despachar al ex presidente sudafricano Mbeki en una misión mediadora de urgencia que se estrelló nada más empezar su labor con la intransigencia de Gbagbo.
El 7 de diciembre, el representante especial del secretario general de la ONU en Côte d’Ivoire y jefe de la ONUCI, Choi Young Jin, comunicó al Consejo de Seguridad que Ouattara había vencido por un "margen irrefutable", y la CEDEAO, en su cumbre extraordinaria de presidentes en Abuja, Nigeria, conminó a Gbagbo a reconocer la victoria de Ouattara y a entregarle el poder, al tiempo que suspendía la participación de Côte d’Ivoire en su seno. El 8 de diciembre fue el Consejo de Seguridad de la ONU, en una declaración no vinculante, el que reconoció la victoria de Ouattara e instó a Gbagbo a transigir, condenando "en los términos más contundentes posibles cualquier esfuerzo para subvertir la voluntad del pueblo o minar la integridad del proceso electoral". Entre tanto, empeoraban los disturbios en Abidján, que según Amnistía Internacional ya habían provocado una veintena de muertos. El día 9, el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana se sumó a la CEDEAO y suspendió a Côte d’Ivoire "hasta que el presidente elegido democráticamente asuma el poder del Estado de manera efectiva".
Alassane Ouattara está casado en segundas nupcias con la empresaria Dominique Nouvian, una nacional francesa pero argelina de nacimiento y con orígenes judíos sefardíes. Con su primera esposa, la estadounidense Barbara Jean Davis, el político tuvo dos hijos, Dramane David y Fanta Catherine Ouattara. La familia Ouattara-Nouvian se completa con los dos hijos de Dominique, frutos de un matrimonio anterior, Loïc y Nathalie Folloroux.
(Cobertura informativa hasta 14/12/2010)