Ahmad Touma
Primer ministro de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Sirias (2013-2016)
Apenas se han divulgado algunas pinceladas biográficas del nuevo primer ministro elegido por la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposicion Sirias (CNFROS), la principal plataforma de grupos alzados en rebelión contra el Gobierno de Bashar al-Assad. Ahmad Touma (su apellido aparece transliterado del árabe también como Tumah, Tuhme y Toumah) nació en 1965 en la gobernación de Deir ez-Zor y posee un respetado historial de opositor interno al régimen del partido Baaz, lo que le acarreó serias represalias. Retratado por algunas fuentes como un islamista "independiente" y "moderado" vinculado a la Declaración de Damasco de 2005, manifiesto que reclamaba una transición democrática para Siria, sus demandas de libertad para los presos políticos de la dictadura le convirtieron a él mismo en detenido y recluso.
En 2007 le cayó una condena a dos años y medio de prisión que cumplió en su integridad. Tras ser liberado, informa la Coalición, reanudó las actividades opositoras desde la clandestinidad usando un nombre falso. En 2012, al año de comenzar la revuelta popular contra Assad luego devenida sangrienta guerra civil, Touma volvió a ser arrestado brevemente. Una vez libre, optó por refugiarse en Turquía. Allí se incorporó a los trabajos de la CNFROS, formada en Qatar en noviembre de 2012 por una constelación de grupos y movimientos opositores, el más importante de los cuales era el Consejo Nacional Sirio (CNS), a su vez una alianza de fuerzas rebeldes.
El 19 de marzo de 2013 la Coalición Nacional, que había obtenido el reconocimiento de un centenar largo de países, entre ellos todas las potencias occidentales y los de la Liga Árabe, eligió a Ghassan Hitto, un empresario religioso naturalizado estadounidense, para encabezar un Gobierno interino con la misión de establecer una administración provisional en las zonas liberadas por el Ejército Sirio Libre (ESL), la principal fuerza combatiente rebelde, comandada por el general Salim Idris, en la parte norte del país. La idea era empezar a levantar las nuevas instituciones nacionales sobre el terreno, trabajando estrechamente con el ESL, es decir, los combatientes, y con los Consejos y Comités de Coordinación Locales, mantenidos con grave riesgo para sus vidas por miles de civiles desafectos al régimen.
La figura y el mandato de Hitto levantaron recelos en el seno de la Coalición Nacional. Ni el primer presidente del conglomerado opositor, Moaz al-Jatib, quien presentó la renuncia el 24 de marzo en medio de fuertes disensiones, ni el titular que le tomó el relevo el 6 de julio, Ahmad al-Jarba, dirigente tribal sunní, miembro del CNS y hombre próximo a Araba Saudí, veían con buenos ojos al primer ministro interino, en el caso de Jarba debido a sus fuertes vínculos con Qatar y los Hermanos Musulmanes. El 8 de julio, tan sólo dos días después de la elección de Jarba en Estambul, Hitto comunicó su dimisión con el argumento de que era incapaz de formar un Gabinete de ministros con jurisdicción sobre las zonas liberadas, tal como le habían encomendado. En las semanas siguientes, las miradas se posaron en Touma, una figura susceptible de generar menos controversias, pues se había ganado cierta reputación de hombre capaz de tender puentes de diálogo y de poner algo de orden en las atomizadas filas opositoras, que representaban a un amplísimo abanico de tendencias ideológicas e identidades étnico-religiosas, con la notoria –y peligrosa- excepción de los grupos sunníes más radicales, cuyos planes para Siria eran la Sharía, la teocracia y el califato.
Hasta ahora, los miembros de la Coalición Nacional se habían mostrado incapaces de superar las divergencias estratégicas y las suspicacias personales, a causa de sus patrocinios extranjeros contrapuestos y sus diferentes perfiles políticos y religiosos. El único pegamento que parecía mantenerlos unidos era el deseo común de acabar con la tiranía de Assad y de abrir una transición democrática, sobre cual gravitaban, empero, múltiples interrogantes. La tarea más urgente del próximo primer ministro interino de la CNFROS iba a ser mejorar las relaciones entre los resistentes del exterior y los insurgentes del interior, que no terminaban de ser fluidas, ni siquiera en el caso del mayormente secular ESL, considerado el brazo armado de la Coalición. Además, el frente político de la Revolución necesitaba con urgencia dotarse de un liderazgo personal bien marcado y estable de cara a la vital interlocución con el grupo de Países Amigos de Siria, sin cuyos aportes materiales, los suministros de armas en particular, la victoria militar sobre el régimen resultaba imposible.
Hasta mediados de septiembre Touma no tomó el relevo a Hitto. Fue en un momento muy delicado para la CNFROS, luego de que Assad aceptara encantado, pues obtenía grandes réditos políticos y militares en la operación que se le ponía en bandeja, la exigencia ruso-estadounidense de desprenderse de sus arsenales químicos para impedir la repetición de episodios como el bombardeo químico de Ghuta del 21 de agosto. Este terrible crimen de guerra, cuya autoría los rebeldes y el Gobierno se adjudicaron mutuamente, estuvo a punto de costarle al acorralado presidente sirio una intervención militar occidental, antes de que la Administración Obama optara por cancelar las represalias bélicas ante las dudas que esta arriesgada opción generaba entre los aliados de la OTAN y en los propios Estados Unidos.
El 14 de septiembre de 2013, Touma, único candidato al puesto, fue elegido presidente del Gobierno interino de la CNFROS, un Gabinete de 13 ministros por el momento inexistente y que, cuando se pusiera en marcha, debía funcionar como un Ejecutivo paralelo al que regía en Damasco, con los votos de 75 de los 97 miembros de la Asamblea Parlamentaria de la Coalición (sobre 115) que participaron en esta votación en Estambul. El 13 de octubre, con la operación internacional de verificación y destrucción de las armas químicas del régimen ya en marcha, y mientras la guerra civil seguía su curso exterminador y sectario (120.000 muertos ya, otros tantos detenidos o desaparecidos, dos millones de refugiados transfronterizos y seis millones de desplazados internos), Touma manifestó su desaliento por la decisión de las potencias occidentales de no reducir con raids aéreos la capacidad ofensiva del Ejército sirio después de la masacre de Ghuta, y a pesar también de que miles de milicianos shiíes del "terrorista" Hezbollah libanés estaban luchando abiertamente del lado de Assad, permitiéndole importantes avances en su contraofensiva.
"La comunidad internacional nos ha traicionado. Retrasar una solución política va a abrir las puertas a mayores problemas que surgirán en la sociedad siria", advertía el primer ministro interino en referencia también al malestar de Estados Unidos por la insistencia de la Coalición Nacional en dotarse de un protogobierno para brindar estabilidad, orden y servicios básicos a la población de las áreas liberadas del norte, evitando que el vacío administrativo fuera ocupado por los islamistas extremistas. La Administración Obama, preocupada por la fuerte infiltración en Siria de jihadistas salafistas y adheridos a la franquicia de Al Qaeda, quería que cualquier cuerpo de gobierno provisional surgiera de la próxima Conferencia Internacional de Ginebra II, no antes. "Los sirios tienen dificultad para entender la posición de la comunidad internacional, ya que presencia los asesinatos y la destrucción, y no hace nada", agregaba con acritud Touma, quien suscribía los planes de la Coalición de primero poner en marcha un Gobierno interino y posteriormente, como resultado de unas negociaciones, dar paso a un Gobierno de transición "con plenos poderes ejecutivos", el cual convocaría un "diálogo nacional" para elaborar una nueva Constitución y definiría un calendario para celebrar "las primeras elecciones libres y democráticas".
El 14 de octubre el dirigente dio cuenta también de los progresos en la formación de su Gabinete, el cual debería estar ultimado antes de la Conferencia Internacional, que Rusia y Estados Unidos querían celebrar en la ciudad suiza a mediados de noviembre. Sin embargo, en la CNFROS no existía por el momento un consenso sobre su asistencia a este encuentro orientado a buscar una solución negociada al conflicto sirio. La convicción general era que cualquier acuerdo salido de Ginebra II no podía incluir en modo alguno un compromiso que permitiera a Assad mantenerse en el poder. Asimismo, Touma se aferraba a la esperanza de que el Grupo de Amigos de Siria diera un paso más y, al igual que había reconocido en diciembre a la CNFROS como representante legítima de pueblo sirio, reconociera ahora a su Gobierno interino como el único legítimo del país.
(Cobertura informativa hasta 1/11/2013)