Abhisit Vejjajiva

La aguda crisis política y social que mantiene polarizada Tailandia desde el derrocamiento del primer ministro Thaksin Shinawatra en el golpe de Estado de 2006 ha proseguido su escalada, pero con los papeles invertidos, bajo el Gobierno de Abhisit Vejjajiva, líder del Partido Demócrata. En diciembre de 2008, tras conseguir el cese de dos primeros ministros, la alianza popular contraria al bando político de Thaksin se apuntó la investidura parlamentaria de Abhisit, un representante de las clases medias y altas urbanas que cuenta con el respaldo de los poderes fácticos tradicionales de Bangkok, los cortesanos y los militares, pero que perdió las elecciones democráticas de 2007. Su asunción soliviantó a las reorganizadas huestes de Thaksin, los Camisas Rojas, fuertes en el campo y en los estratos pobres, que en marzo de 2010 han lanzado otra ola de protestas exigiendo su dimisión.

(Texto actualizado hasta marzo 2010)

1. De protegido de Chuan Leekpai a líder del Partido Demócrata
2. En la oposición a Thaksin Shinawatra y sus aliados políticos
3. Primer ministro de Tailandia por decisión de los poderes tradicionales
4. La revuelta de los Camisas Rojas y el peligro de conflagración civil


1. De protegido de Chuan Leekpai a líder del Partido Demócrata

Vástago de una prominente familia de origen chino muy bien conectada desde antiguo con la casa real tailandesa, su padre es Athasit Vejjajiva, médico, académico, ex viceministro de Salud y actualmente miembro de la junta directiva de Charoen Pokphand Foods (CPF), la mayor compañía agroalimentaria del país. Abhisit, nombre que en el idioma siamés significa "privilegio", tiene dos hermanas mayores, una de las cuales, Ngarmpun Vejjajiva, es una escritora con tirón local.

El benjamín nació en Newcastle, Reino Unido, donde tanto el padre como la madre ejercían el profesorado universitario en la especialidad médica. Casi toda su educación, muy elitista, discurrió en el país europeo: en el Colegio Eton y en la Universidad de Oxford, por la que obtuvo los títulos de Bachelor of Arts in Philosophy, Politics and Economics (con honores) y Master of Philosophy in Economics. Entre una y otra titulaciones dio clases en la Real Academia Militar Chulachomklao de Bangkok y tras su retorno definitivo a Tailandia entró como profesor titular en la Facultad de Economía de la Universidad Thammasat. Más tarde amplió su formación económica con una diplomatura en Derecho por la Universidad Ramkhamhaeng, también en Bangkok.

Abhisit entró en la política bajo la influencia del nuevo cometido de su padre, nombrado para servir en el Gobierno tecnocrático del primer ministro Anand Panyarachun tras el golpe de Estado militar de febrero de 1991. Se unió al Partido Demócrata (Phak Prachatipat, PP), formación de centro-derecha liberal y civilista, la más antigua del país (fundada en 1946), que bajo el liderazgo de Chuan Leekpai concurrió a las elecciones parlamentarias del 22 de marzo de 1992. Abhisit, en representación del Distrito 5 de la capital, fue uno de los 44 candidatos demócratas que obtuvieron el escaño en la Cámara baja de la Asamblea Nacional, convirtiéndose, a sus 27 años, en un legislador insólitamente joven. La mayoría sacada por los partidos promilitares elevó a la jefatura del Gobierno al general Suchinda Kraprayoon, miembro de la junta militar, quien tuvo que dimitir tras la sangrienta represión de la protesta popular organizada en su contra. En las nuevas elecciones celebradas el 13 de septiembre del mismo año, Abhisit renovó el escaño, mientras que su partido se apuntó la victoria por mayoría simple.

La absoluta bisoñez política del economista no fue óbice para que Chuan le nombrara portavoz del Gabinete cuando inauguró su Gobierno de coalición el 23 de septiembre. Abhisit desempeñó esta función hasta que dimitió en octubre de 1994, tras lo cual el primer ministro le incluyó en su grupo íntimo de colaboradores como vicesecretario para Asuntos Políticos. Al poco de su nombramiento, trascendió que Abhisit no compartía la decisión de su jefe de suplir la marcha del Gobierno del Partido de la Nueva Aspiración con la entrada en el mismo del Partido del Desarrollo Nacional (Chart Patthana), próximo a los militares, que oficialmente ya no se entrometían en la dirección política del país.

En los comicios anticipados del 2 de julio de 1995 Abhisit revalidó su asiento en la Cámara de Representantes, pero once días después el PP fue descabalgado del Gobierno por el conservador Partido de la Nación Thai (Chart Thai), de Nai Banharn Silpa-Archa. Reelegido diputado por tercera vez en las votaciones tempranas del 17 de noviembre de 1996, Abhisit no fue reclutado de nuevo por Chuan para el Ejecutivo cuando el jefe demócrata retornó a la jefatura del Gobierno en noviembre de 1997, en el fragor de la crisis financiera que sacudía al país. Su posición orgánica en el partido, sin embargo, escaló posiciones, tal que en abril de 1999 se convirtió en uno de los vicelíderes del PP y, en apariencia, en el delfín de Chuan, quien le sacaba 26 años.

Al comenzar 2001 Abhisit estuvo de vuelta en el Gobierno como ministro asignado a la Oficina del Primer Ministro y responsable, entre otros departamentos, de la Comisión Anticorrupción. Esta labor no duró más que unas semanas, ya que en las elecciones del 6 de enero el PP fue arrollado por el nuevo Thai Rak Thai (Los Thais que Aman a los Thais, TRT), el partido populista montado por el carismático empresario Thaksin Shinawatra, y el 9 de febrero siguiente Chuan hubo de traspasar el poder a este magnate de las telecomunicaciones y antiguo responsable de Exteriores de su primer Gobierno. Iniciado 2003, Chuan comunicó su decisión de dejar el liderazgo demócrata y traspasar a otro la misión, harto complicada, de enfrentar en las urnas en 2005 al archipopular y polémico Thaksin. En la pugna sucesoria entraron Abhisit y los otros dos vicelíderes del partido, Banyat Bantadtan y Athit Urairat, dos veteranos de la vieja guardia demócrata. Pese a contar con una clara ventaja de partida por las muestras de favoritismo de Chuan, el economista fue derrotado el 20 de abril por Banyat, aunque, a modo de consolación, quedó perfilado como el número dos del partido desde el puesto de primer vicelíder.

Los peores temores de los demócratas se vieron confirmados en las elecciones parlamentarias del 6 de febrero de 2005, cuando el TRT, aparentemente inmune a las acusaciones de opacidad gestora y autoritarismo que recaían en su jefe, arrasó con el 60,7% de los votos y sacó una mayoría absoluta de 375 representantes. El PP fue constreñido hasta el 18,3% de los votos y los 96 escaños, unas cifras consideradas humillantes, aunque a los demás partidos de la oposición les fue mucho peor. Banyat dimitió inmediatamente, dejando listo a Abhisit, que había preservado el escaño en la Asamblea, para tomar el timón del partido y liderar la menguada bancada opositora. El 5 de marzo, el recién entrado en la cuarentena de edad fue la elección unánime de los 300 delegados facultados para votar en la convención del partido en Bangkok. Suthep Thaugsuban fue aupado al puesto de secretario general.


2. En la oposición a Thaksin Shinawatra y sus aliados políticos

Aunque los cuadros del PP nutrieron parte de sus filas, Abhisit no figuró como uno de los líderes de la Alianza Popular por la Democracia (APD), vasto frente cívico que comenzó a movilizarse en las calles para obligar a dimitir a Thaksin bajo las acusaciones de abuso de poder, corrupción y nepotismo. En este sentido, la oposición parlamentaria que encabezaba Abhisit se vio un tanto opacada por el enérgico activismo social y suprapartidista, aunque no menos político, desarrollado por las cinco personalidades de la vida pública que fueron presentadas como los cabezas de la APD: el ex militar y ex líder de partido Chamlong Srimuang (alma de la revuelta contra Suchinda en 1992), el empresario periodístico Sondhi Limthongkul, el sindicalista Somsak Kosaisuuk, el profesor universitario Somkeit Pongpaibul y el organizador no gubernamental Pipob Thongchai.

Al despuntar 2006, el reino asiático se asomó a un cisma político y social de impredecibles consecuencias: por un lado, los partidarios de Thaksin, numerosísimos en la Tailandia rural de las regiones del norte, el este y el oeste, y en los estratos pobres de la población; por el otro, la APD, representante de las clases urbanas medias y altas del centro y el sur, y apoyada sin disimulos por las élites tradicionales de Bangkok, que incluían a los cortesanos del rey Bhumibol Adulyadej (en el trono desde 1946), los militares, los burócratas y los jueces, todos los cuales veían a Thaksin como un peligroso demagogo que ponía a las clases menos favorecidas por el desarrollo económico en contra de sus privilegios y que incluso albergaría –aseguraban las denuncias más alarmistas- pretensiones de un golpe de mano republicano en complicidad con los comunistas.

El pulido, tranquilo y más bien frío Abhisit, por cuna y por convicciones, no podía estar sino en el bando de los enemigos del exuberante, dinámico y populachero Thaksin. Tras alguna vacilación, anunció el boicot de su partido, junto con todos los demás de la oposición, a las elecciones que el primer ministro convocó para el 2 de abril de 2006. Como resultado, el TRT copó todos los escaños de la Cámara baja, 460, que fueron declarados electos, y Abhisit y sus conmilitones se quedaron sin mandato. Eso sí, en las circunscripciones que eran bastiones del PP, la abstención fue masiva.

La reacción de Abhisit fue deslegitimar las elecciones por no pluralistas e insistir en la reclamación de una intervención real para acabar con la crisis. Días antes de las elecciones y dirigiéndose a los 50.000 asistentes a un mitin de su partido, había pedido al rey que cortara por lo sano nombrando un primer ministro interino motu proprio. La petición del líder opositor era abiertamente inconstitucional y el 26 de abril llegó la respuesta del reverenciado monarca, de 78 años, que sonó a embarazosa amonestación: aunque no mencionó a Abhisit, solicitar un primer ministro de nombramiento real le parecía a Bhumibol una idea "antidemocrática", una "chapuza" y algo "irracional".

Tras esta metedura de pata, Abhisit se apresuró a anunciar que en lo sucesivo seguiría los consejos que el rey quisiera dispensar a los partidos para solucionar la aguda crisis política y, para empezar, levantó el boicot del PP al proceso electoral, ante la posibilidad de que el Tribunal Constitucional invalidara las votaciones de abril y ordenara la celebración de nuevos comicios, como así sucedió, con su sentencia del 8 de mayo. Entre tanto, Thaksin, en una maniobra para aflojar el cerco de hostilidad que se cernía sobre él, renunció temporalmente a las funciones de jefe del Gobierno. La dimisión tuvo lugar el 5 de abril, pero el 23 de mayo, una vez pronunciado el Constitucional sobre la disputa electoral, reasumió el cargo de primer ministro, para irritación del PP y la APD.

De cara a las elecciones repetidas del 15 octubre de 2006, Abhisit elaboró una "agenda para el pueblo" con el eslogan de Poniendo a la gente primero, que incidía en el gasto público en las partidas sociales, renegaba de la privatización de las empresas del Estado y ofrecía una batería de medidas para transparentar la cosa pública e impedir las corruptelas. La insistencia del demócrata en las ayudas sociales fue tal, igualando y hasta superando, con su oferta, los esquemas aplicados por el Gobierno en la sanidad y la educación, que no pudo sustraerse a las imputaciones de populismo y oportunismo. El tremendo poder electoral del TRT se nutría de los logros obtenidos por Thaksin en la mejora de las condiciones de vida del campesinado tailandés, que desde 2001 había visto reducirse sus deudas, aumentado su nivel de renta y mejorado su acceso a la sanidad pública. El PP tomaba buena nota de ello y su líder se dedicó a transmitir el mensaje de que todos estos avances no experimentarían ningún retroceso siendo él el primer ministro.

Pero no habría ocasión de comprobar si la estrategia electoral del PP rendiría frutos. El 19 de septiembre de 2006, mientras Thaksin se encontraba en Nueva York, las Fuerzas Armadas, de manera incruenta y sin hallar ni rastro de oposición, dieron un golpe de Estado y se hicieron con todo el poder. La junta militar, el Consejo para la Reforma Democrática, encabezada por el comandante en jefe del Ejército, general Sonthi Boonyaratkalin, declaró la ley marcial, suspendió la Constitución de 1997 (considerada un modelo de progresismo liberal), disolvió la Asamblea Nacional y prohibió las actividades de los partidos, además de cancelar la convocatoria electoral. Transcurridos unos días, los golpistas publicaron una Carta Interina, abrieron un proceso constituyente, programaron elecciones democráticas para octubre de 2007 y nombraron un Gobierno civil de transición presidido por Surayud Chulanont, antiguo jefe del Ejército y miembro del Consejo Privado del rey, quien por su parte asintió ante el nuevo orden de cosas.

Aunque Thaksin había caído, Abhisit no aplaudió al principio el golpe de Estado, práctica que se creía desterrada en Tailandia desde el cuartelazo de 1991. Su primera reacción fue de crítica al cronograma de transición, que exigió se acortara en seis meses, y al proyecto de la nueva Constitución, que consideraba innecesaria. Pero poco después asumió los hechos consumados y anunció que el Gobierno de Surayud y el proceso constituyente (concluido en agosto de 2007 con la aprobación en referéndum y la promulgación de la nueva Carta Magna, en esencia un texto otorgado por los militares sin el menor fundamento democrático) tenían todo su apoyo.

El nuevo poder gratificó la actitud colaboradora del jefe demócrata el 30 de mayo de 2007 mediante un pronunciamiento del Tribunal Constitucional, nombrado después del golpe, en el sentido de que el PP no era culpable de sobornar a otras fuerzas políticas para que boicotearan las elecciones de abril de 2006, acusación formulada por la Fiscalía General en junio de 2006 y por la que el PP afrontaba su disolución. La misma sentencia dictaminó que el TRT de Thaksin, sobre el que pesaban los mismos cargos de soborno a pequeños partidos (pero para todo lo contrario, para que acudieran a las elecciones), sí era culpable y por lo tanto quedaba disuelto con carácter inmediato.

Las perspectivas electorales de Abhisit y el PP volvieron a quedar defraudadas, pese a recobrar posiciones desde el varapalo de 2005, en su apuesta por las urnas del 23 de diciembre de 2007 porque el movimiento de Thaksin se vio representado en las mismas por el Partido del Poder del Pueblo (Phak Palang Prachachon, PPP), una formación, marginal hasta la fecha, que fue captada como el vehículo sustitutivo del difunto TRT. El nuevo presidente y cabeza de lista del PPP era Samak Sundaravej un veterano político derechista que no ocultaba su condición de factótum político de Thaksin. Tener de su parte a la mayoría del electorado cultivado y profesional de la capital, al establishment cívico-militar próximo a Palacio y a los poderes económicos liberales no resultó suficiente para los demócratas, que, con el 39,6% de los votos computados por el sistema proporcional (el 30,3% por el sistema mayoritario) y 165 escaños, fueron derrotados por los populares, ganadores de una mayoría simple de 233 escaños. En total, el PPP le sacó 4,5 millones de votos al PP.

El 28 de enero de 2008 Samak, por 310 votos contra 163, se impuso a Abhisit en la votación parlamentaria de investidura como primer ministro. A continuación, Samak formó un Gobierno de coalición que incluyó a todos los partidos parlamentarios –seis- salvo el PP, el cual pasó a monopolizar la oposición en las instituciones democráticas, si bien se mostró dispuesto a apoyar las medidas económicas destinadas a recuperar la confianza social. Con el pretexto de que quería contribuir a la elaboración por Samak de políticas beneficiosas para la población, Abhisit constituyó un "Gabinete en la sombra" con él de "primer ministro". A partir de aquí, Abhisit fue un actor más bien secundario de la secuencia de graves acontecimientos que antes de acabar el año, inopinadamente, iba a arrojar a sus manos el alto puesto gubernamental que de manera infructuosa venía persiguiendo por la vía electoral.

La ilusión de la normalización política y la estabilidad democrática en Tailandia no tardó en desvanecerse. La oposición constructiva que Abhisit ofrecía a Samak se vio obstaculizada en marzo por el impactante, aunque fugaz, retorno de Thaksin al país para defenderse de las acusaciones criminales de corrupción que ya le habían acarreado una orden de búsqueda y captura, y se volvió imposible a partir de mayo por la reactivación de la APD, silente desde el golpe militar, que volvió a tomar las calles de Bangkok para exigir la dimisión de Samak, acusado de ser el testaferro del defenestrado primer ministro, a quien la justicia prohibía volver a la política activa.

En julio, Abhisit, con un tono más beligerante, presionó a Samak para que remodelara su Gabinete e inició un voto de censura contra el ministro de Exteriores, Noppadon Pattama, que dimitió. En agosto, el dirigente opositor hizo suyas las exigencias planteadas por la APD de la marcha de Samak y la convocatoria de elecciones anticipadas, pero guardó las distancias de la propuesta de una reforma constitucional, cuando menos extravagante y cuando más antidemocrática, para limitar a sólo el 30% los escaños de la Asamblea elegidos directamente, quedando el 70% restante sujeto a nombramiento (se suponía que por las élites de Bangkok), con el argumento de que el campesinado, pobre e ignorante, se dejaba comprar sus votos por políticos clientelistas.

A finales de ese mes, vestidos con camisas amarillas, proclamando su lealtad al rey Bhumibol y sin ser importunados por las fuerzas del orden, miles de manifestantes radicalizados de la APD sumieron al país en el caos. La ocupación de la sede del Gobierno en Bangkok, el bloqueo de varios aeropuertos, que dejó atrapados a miles de turistas, y el choque, en violentos enfrentamientos cuerpo a cuerpo, con los partidarios del Gobierno, agrupados como Alianza Democrática contra la Dictadura (ADA), obligaron a Samak a declarar el estado de emergencia en la capital el 2 de septiembre. Abhisit reprobó los asedios a edificios, pero no ordenó a los numerosos militantes del PP involucrados en los mismos que se abstuvieran de estos actos de fuerza.

El 9 de septiembre Samak fue defenestrado, no por la presión de la oposición ni por dictado del Ejército, sino por un pronunciamiento del Tribunal Constitucional, que descalificó al primer ministro por haber compaginado su función institucional con la presentación en la televisión de un programa de cocina donde mezclaba las recetas culinarias y las críticas a personalidades de la monarquía. Abhisit, al punto, propuso la formación de un Gobierno de unidad nacional presidido por él mismo, ya que se consideraba capaz de resolver la crisis, pero el PPP presentó la candidatura del viceprimer ministro Somchai Wongsawat, quien era cuñado de Thaksin. Abhisit salió a disputarle la investidura, pero el 17 de septiembre la Cámara baja se decantó por Somchai: 298 representantes votaron por el oficialista y 163 por el opositor.

Sin solución de continuidad, el nuevo primer ministro se vio desbordado por el desafío de la APD, que rechazó sus llamamientos a la reconciliación y redobló sus protestas: para los Camisas Amarillas, Somchai era un "títere" del odiado Thaksin aún mayor que el inhabilitado Samak. Las refriegas en las calles adquirieron unos tintes más violentos, con heridos y muertos por ambas partes, y los aliancistas volvieron a bloquear los accesos de los dos principales aeropuertos del país, Don Mueang y Suvarnabhumi, así como la sede del Gobierno, desafiando un estado de emergencia que el Ejército, en una clara muestra de parcialidad, no estaba dispuesto a hacer cumplir. El clima se volvió tan peligroso que el Consejo de Ministros tuvo que mudarse a la ciudad norteña de Chiang Mai, una plaza segura.

Sin el control de la capital y conminando a dimitir hasta por el alto mando del Ejército, Somchai perdió todo margen de maniobra. Como había pasado con Samak hacía tan sólo tres meses, la caída del Gobierno la precipitó la judicatura, que volvió a resolver en favor de los poderes fácticos tradicionales. El 2 de diciembre el Tribunal Constitucional ordenó la disolución del PPP y dos de sus socios de coalición, los partidos Chart Thai y Democrático Neutral (Matchima Thippathai), y declaró a sus dirigentes inhabilitados para cualquier cargo público por un período de cinco años, todo ello por haber comprado votos en las elecciones de 2007. El viceprimer ministro Chaovarat Chanweerakul asumió las funciones de jefe del Gobierno hasta la investidura de un titular por la Cámara de Representantes. La APD, satisfecha con el desenlace de la crisis, anunció el final de los bloqueos y las sentadas, pero la ADA empezó a hablar de "golpe silencioso" y amenazó con marchar sobre el Parlamento.


3. Primer ministro de Tailandia por decisión de los poderes tradicionales

Sonó entonces la hora de Abhisit, quien en las últimas semanas había sido un testigo pasivo de los dramáticos sucesos que habían convulsionado el país hasta ponerlo en el umbral del enfrentamiento civil. La batalla política se trasladó al Parlamento, donde empezó una competición por la captación de votos, y la maquinaria de la poderosa coalición de fuerzas que daba vida a la APD se movilizó a fondo para asegurar la investidura del líder del PP, convertido en el hombre del consenso.

Una mezcla de coerciones (según la ADA, conducidas por el comandante en jefe del Ejército, general Anupong Paochinda) y seducciones (denunciaba la ADA también, acompañadas de generosas gratificaciones económicas, aunque los adversarios no se habrían quedado cortos en la oferta de dinero a sus señorías) permitió que en cuestión de días un cierto número de diputados procedentes del PPP y que optaron por no continuar como miembros del Pak Phuea Thai (Partido para los Thais, PPT, creado en septiembre en previsión de la disolución del PPP), más todos los representantes de cuatro de los cinco partidos menores que habían sido socios de Samak y Somchai, mudaran sus lealtades y desertaran al bando ganador de la reciente confrontación.

Como resultado, el 15 de diciembre de 2008, la Cámara baja invistió a Abhisit primer ministro con 235 votos frente a los 198 obtenidos por el candidato presentado por el PPT, Pracha Promnok, ex general en jefe de la Policía y dirigente de Por la Madre Patria (Pua Paendin), un pequeño partido favorable a Thaksin. Dos días después, el anciano Bhumibol emitió el preceptivo nombramiento real y Abhisit prestó juramento del cargo. En su discurso inaugural, el ya primer ministro apeló a conseguir la "unificación" del país, prometió "trabajar para todo el pueblo tailandés, para los que me han votado y para los que no", y se fijó como primera tarea "terminar con un sistema fallido", según ponía de manifiesto la "situación política anormal" que arrastraba Tailandia.

Asimismo, Abhisit se comprometió a respetar y reforzar las políticas sociales puestas en marcha por Thaksin en 2001 y continuadas por sus sucesores (incluidos los créditos baratos en el campo y los sistemas sanitario y educativo de cobertura universal), a desembolsar un masivo programa de estímulo económico contra la recesión en ciernes (el último trimestre de 2008 iba a registrar un crecimiento negativo del -4,3% y se esperaba una contracción para el conjunto de 2009 de entre el 2% y el 3%) y a restaurar la imagen nacional, dañada tras el caos aeroportuario, de paraíso turístico. Los primeros números negativos del PIB desde la crisis asiática de 1997 eran el resultado de las caídas de los ingresos por el turismo y las exportaciones a los mercados regionales, mermas que a su vez obedecían más a los bloqueos de los aeropuertos, cuyos efectos catastróficos saltaban a la vista, que a la crisis económica global.

En declaraciones aparte, Abhisit urgió a Thaksin a que pusiera fin a su exilio y se sometiera a la justicia de casa; a su entender, si el ex primer ministro se defendía ante los tribunales de las acusaciones de corrupto, independientemente del veredicto, contribuiría decisivamente a cerrar la brecha que dividía a la nación. Pero Thaksin, advirtió el demócrata, debía abstenerse de incitar la agitación política en el reino. La primera medida de Abhisit no fue política, sino reparadora, y en el sentido más literal: antes de instalarse en su despacho oficial, mandó a una cuadrilla de pintores y operarios de mantenimiento limpiar y poner en orden las dependencias del edificio del Gobierno, deterioradas tras tres meses de ocupación por los militantes de la APD.

El 22 de diciembre se constituyó el Gabinete, sexpartito, donde Abhisit se rodeó de conmilitones de confianza y personalidades próximas a la APD, como el diplomático Kasit Piromya, nuevo titular de Exteriores, polémico por haber defendido las acciones de fuerza de los Camisas Amarillas. Los ex aliados de Thaksin, Samak y Somchai también estuvieron convenientemente representados, destacando el caso del primer ministro en funciones saliente, Chaovarat, que tras la extinción del PPP había sido reclutado como jefe del Partido de los Thais Orgullosos (Bhum Jai Thai, BJT), o Camisas Azules, a su vez el sucesor legal del disuelto partido Matchima. Chaovarat fue recompensando con el Ministerio del Interior. Además del PP y el BJT, obtuvieron cuotas ministeriales el Pua Paendin, el Partido del Desarrollo de la Nación Thai (Chart Thai Pattana, sucesor del Chart Thai), el Partido del Desarrollo Nacional de los Thais Unidos (Ruam Jai Thai Chart Pattana) y el renacido Partido de Acción Social (Kit Sangkhom).

Cierto número de observadores y comentaristas destacaron que el juvenil, articulado y fotogénico Abhisit poseía una serie de cualidades -la imagen de honestidad, su elocuencia sosegada y su lustroso currículum educativo- que podrían resultar muy útiles para apaciguar el crispado panorama nacional. Pero, por otro lado, se le achacaba cierta blandura e indecisión. Más negativos eran los análisis que cargaban las tintas en su condición de patricio acostumbrado al elitismo, perfil que resultaba antipático para las masas rurales y los tailandeses urbanos con ingresos más bajos, a los que Thaksin se había metido en el bolsillo. Las elecciones de 2006 y 2007 habían puesto en evidencia la enorme dificultad que tenía el refinado líder demócrata para conectar con estos segmentos de población.

Las valoraciones más sesgadas políticamente le acusaban lisa y llanamente de ser un oportunista y el beneficiario de una posición de poder decidida por personajes más influyentes que él a pesar de no tener un mandato democrático, como eran los ex generales, ex primeros ministros y ahora miembros del Consejo Privado del rey Surayud Chulanont y Prem Tinsulanonda, presidente de este gabinete aristocrático. El caso era que Abhisit estaba deseoso de proyectar ecuanimidad. Días después de asumir el Gobierno, al tiempo que hablaba de pérdidas millonarias y de confianza inversora en el país por culpa de los disturbios de los últimos meses, prometió emprender acciones legales contra los líderes de la APD implicados en el asedio y ocupación de los aeropuertos de la capital, y anunció la puesta en marcha de un "gran plan de reconciliación" basado en el "imperio de la ley" para ayudar a curar las profundas divisiones políticas y sociales.

El primer ministro de Tailandia está casado con la profesora de matemáticas Pimpen Sakuntabhai Vejjajiva y es padre de dos hijos.


4. La revuelta de los Camisas Rojas y el peligro de conflagración civil

(Epígrafe en previsión)

(Cobertura informativa hasta 1/1/2009)