Abderrahman El Youssoufi
Primer ministro (1998-2002)
Perteneciente a una familia berberófona y francófona, aprendió el árabe en escuelas de su Tánger natal, ciudad que el año antes de nacer él había sido declarada zona internacional neutral bajo soberanía nominal del sultán de Marruecos y con administración tripartita de Francia, España y el Reino Unido. Agitador político precoz en los años en que el Protectorado francés de Marruecos estuvo bajo control del Gobierno proalemán de Vichy, luego del mando militar aliado y finalmente del Gobierno Provisional del general de Gaulle, Youssoufi vivió sucesivamente en Marrakech, Rabat, Tánger y Casablanca, donde consiguió terminar el bachillerato.
En 1944 se afilió al recién fundado Partido Istiqlal (Independencia), primera formación política de Marruecos y paladín de la emancipación colonial de Francia, liderada por Allal El Fassi. Partido de masas nacionalista pero con ideología básicamente conservadora, el Istiqlal encontró en el joven Youssoufi a uno de sus proselitistas y organizadores captados de entre los medios estudiantes y los jornaleros urbanos, entrando en conflicto permanente con las autoridades, que habían proscrito toda actividad sindical. También impartió clases en las escuelas libres organizadas por el partido con el objeto de contraponer el árabe a la enseñanza regular en francés.
En 1949 marchó a la metrópoli para obtener la licenciatura en Derecho, que costeó trabajando de obrero. En 1952 regresó a Marruecos y se instaló como abogado en Tánger. Allí hizo carrera, hasta convertirse, en 1959, en presidente de la sección de letrados del colegio de abogados de la ciudad. Cuando en agosto de 1953 la autoridad colonial destronó al sultán Mohammed V ibn Yusuf por sus abiertas simpatías nacionalistas y puso en su lugar como sultán títere a Mohammed ibn Arafa, Youssoufi, Mehdi Ben Barka y otros militantes del ala radical del Istiqlal participaron de la indignación general de la población autóctona ayudando a formar el Ejército de Liberación Nacional (ALN), que aportó al Movimiento de Resistencia un tipo de lucha armada a caballo entre el maquis y el terrorismo revolucionario.
En 1955 el Gobierno francés decidió emprender negociaciones con los nacionalistas marroquíes para realizar un rápido proceso de descolonización. El 6 de noviembre de ese año, Mohammed V fue restaurado en el Sultanato, el 2 de marzo de 1956 el país adquirió la independencia y un mes después España puso fin también a su protectorado en la zona norte y transfirió al flamante Estado la soberanía sobre el Rif. Las discrepancias en el Istiqlal sobre cómo hacer política en el Marruecos independiente, declarado Reino el 14 de agosto de 1957, espolearon la disidencia de la fracción socialista.
Así, el 6 de septiembre de 1959, Youssoufi, Ben Barka, Abderrahim Bouabid, Mohammed Fqih Basri y Abdallah Ibrahim (a la sazón, primer ministro desde el 16 de diciembre de 1958) fundaron la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP), que se dotó de un liderazgo colectivo integrado por los cinco dirigentes y que elaboró un programa demandando al trono la monarquía de tipo constitucional y el sistema democrático, si bien, Ben Barka y otros propugnaban abiertamente la instauración de un régimen de partido único a la usanza marxista.
Semejantes planteamientos colocaron a Youssoufi y sus compañeros en oposición frontal a Palacio. En diciembre de 1959, siendo redactor jefe del diario At Tahir ("Liberación"), él y el director del medio, Mohammed Basri, fueron encarcelados por publicar un editorial considerado injurioso al rey, mientras que los órganos y la militancia del partido fueron sometidos a diversos procedimientos represivos. La muerte de Mohammed V el 26 de febrero de 1961 y la subida al trono de su hijo, Hasan II, no supusieron relajo alguno en el autoritarismo del régimen; antes al contrario, éste adquirió un talante dictatorial.
En su II Congreso, la UNFP llamó a boicotear el referéndum del 7 de diciembre de 1962 sobre la nueva Carta Magna otorgada que introducía la monarquía hereditaria y constitucional, ya que resultaba muy poco convincente por salvaguardar el derecho divino del rey, su potestad para elegir al Gobierno (que sólo era responsable ante el monarca, no ante el pueblo) y, en definitiva, su poder absoluto en lo político, lo militar y lo religioso.
La UNFP sí decidió participar en las elecciones legislativas del 17 de mayo de 1963 y, pese al fraude masivo, obtuvo 28 de los 144 escaños abiertos a competición. El 16 de julio siguiente Youssoufi fue arrestado junto con otros 130 miembros de del partido bajo la acusación de promover el boicot en las elecciones municipales y recibió la condena de dos años de prisión, los cuales no llegó a completar porque a comienzos de 1965 se benefició de un decreto de gracia real.
En los 18 meses que estuvo en la cárcel, Youssoufi presenció los avatares de su partido, que se debatía entre plantear la oposición dentro del sistema, no obstante el exiguo cauce de representación tolerado, y lanzarse a la lucha frontal contra Palacio. Así, a lo largo de 1963, antiguos resistentes del Protectorado y militantes de la UNFP organizaron un incierto Frente Armado para la República de Marruecos, sobre el que se abatió la implacable represión de los servicios de seguridad del Reino.
En marzo de 1964, alrededor de cien miembros de la UNFP fueron declarados culpables de conspirar contra la vida del monarca y recibieron penas draconianas. El propio Ben Barka, exiliado en Francia, fue condenado a muerte in absentia, si bien luego recibió el perdón de Hasan, que el 7 de junio de 1965 terminó por declarar el estado de excepción, suspender la Constitución y asumir plenos poderes ejecutivos y legislativos.
Inmediatamente después del secuestro, desaparición y, con toda seguridad, asesinato de Ben Barka en París el 29 de octubre de 1965 por los servicios secretos del Reino y con la posible complicidad de otras agencias de inteligencia occidentales (escándalo de enorme magnitud que llevó al borde del precipicio las relaciones entre Marruecos y Francia), Youssoufi se trasladó a la capital francesa para prestar sus servicios jurídicos a la fiscalía en el proceso criminal que se abrió contra el general Mohammed Oufkir, el ministro del Interior y entonces temible ejecutor al frente del andamiaje represivo del régimen hasaniano, comenzando de hecho un largo exilio de 15 años.
Retirado de la Secretaría General del partido en 1967, Youssoufi siguió desarrollando actividades políticas de oposición y se mostró especialmente activo en la defensa de los Derechos Humanos en el conjunto del Magreb y Oriente Próximo, encargándose de las relaciones internacionales de la Unión de Abogados Árabes y contribuyendo a poner en marcha la Organización Árabe de los Derechos Humanos, SOS Tortura, el Instituto Árabe de los Derechos Humanos y la Organización Marroquí de los Derechos Humanos, ONG comprometidas con causas humanitarias, la situación de la mujer en la sociedad, la cuestión de Palestina o las problemáticas del desarrollo.
El retorno al parlamentarismo y al Estado de Derecho formales con el referéndum del 24 de julio de 1970 sobre la nueva Carta Magna, no enfrió la oposición a Palacio de la UNPF y el Istiqlal, que se coligaron en un Frente Nacional. En 1971 Youssoufi y otros militantes fueron procesados en rebeldía acusados de atentar contra la seguridad del Estado; para Youssoufi, la fiscalía pidió un veredicto de culpabilidad y la pena de muerte, pero el juez sobreseyó su caso por falta de pruebas. Este episodio, más los fracasados golpes militares revolucionarios de 1971 y 1972, que alimentaron las iras del rey-dictador y el consiguiente funcionamiento de los pelotones de ejecución, aconsejaron al dirigente socialista sobrellevar el exilio en Francia con un miramiento especial.
El lanzamiento en noviembre de 1975 por Hasan de la Marcha Verde sobre el Sáhara Español, para obligar al Gobierno del agonizante general Franco a cederle el territorio sin un proceso de descolonización, desató una ola de nacionalismo en todo Marruecos que canceló el antagonismo visceral entre Palacio y los partidos de oposición e integró a éstos en el sistema político hasaniano, sometiéndose a las reglas del juego pseudodemocrático. Hasta entonces, la UNFP había declinado las ofertas de unirse al Gobierno con un papel meramente asesor en los ministerios si no se le otorgaban la titularidad de carteras y una participación verdaderamente representativa y responsable.
Ahora, mientras instaba al rey a que repartiera armas a los civiles de la Marcha Verde, la fracción de Youssoufi y Bouabid impuso en un congreso extraordinario la creación de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) como sustituta de la vieja UNFP. Bouabid fue elegido primer secretario del partido y Youssoufi su delegado permanente en el extranjero. La USFP nacía con talante moderado y su actuación le distanció de los marxistas "frentistas", condenados a duras penas de cárcel, cuyo exponente más conspicuo era Abraham Serfaty.
El partido socialista participó en las legislativas del 3 de junio de 1977 y obtuvo 16 escaños. Como celoso defensor de la marroquinidad del Sáhara, en los años siguientes Youssoufi elevó la voz contra Hasan más en protesta por su aceptación en principio de un referéndum sobre la soberanía del territorio saharaui que por cuestiones de política interna, léase falta de democracia. Elegido miembro del Buró Político de la USFP en su III Congreso en 1978, Youssoufi fue exonerado por el rey el 20 de agosto de 1980 de toda causa judicial pendiente y en octubre siguiente retornó a Marruecos.
La revisión de la línea de confrontación con el régimen no ahorró a los socialistas marroquíes, empero, nuevas interdicciones del poder, y en septiembre de 1981 Bouabid fue a parar a prisión por un año. Pese a que el mes anterior Hasan había cerrado el Majlis al-Nuwab o Asamblea de Representantes y reasumido plenos poderes, en noviembre de 1983 la USFP se avino a formar parte del Gobierno de unión nacional presidido por Mohammed Karim Lamrani. En las elecciones generales del 14 de septiembre de 1984 la USFP registró un avance sustancial -o fue premiada por Palacio, según el particular sistema de comicios con resultado controlado- con el 17% de los votos y 36 escaños, superando por primera vez en número de sufragios al Istiqlal.
En todo este tiempo, Youssoufi siguió combinando la política interna con el activismo internacional, movilizándose en favor de la causa palestina y, últimamente, de la celebración de una conferencia de paz para Oriente Próximo. Cuando el 8 de enero de 1992 Bouabid falleció, Youssoufi fue elegido nuevo primer secretario del partido. Como tal, llamó a boicotear el referéndum del 4 de septiembre de 1992 sobre la revisión de la Constitución de 1972.
De cara a las legislativas del 26 de junio de 1993, Youssoufi acordó con el líder del Istiqlal, M'Hammad Boucetta, la constitución de un Bloque Democrático, la Koutla (Unidad), al que se sumaron las dos agrupaciones comunistas, el Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) de Ali Yata y la Organización de Acción para la Democracia y el Pueblo (OADP) de Mohammed Bensaïd Aït Idder, ésta una escisión por la izquierda de la USFP producida en 1983.
Aunque, por primera vez, la USFP fue el partido más votado del Reino, lo que se tradujo en 48 diputados, y los partidos de la Koutla ganaron en total 37 escaños con respecto a los últimos comicios y totalizaron 99, éstos no arrebataron la primacía a los cinco partidos conservadores afectos a Palacio, los cuales, con el Movimiento Popular (MP) a la cabeza, se presentaron coligados en una Entente Nacional, la Wifaq, y cosecharon 116 escaños. Se hizo notar que las listas comunes de la USFP y el Istiqlal barrieron en los centros urbanos más importantes, como Rabat, Marrakech, Casablanca, Fez y Tánger.
Ahora bien, esta relación de 116 escaños contra 99 se convirtió en otra de 195 contra 123 (esto es, una holgada mayoría absoluta para la Wifaq) tras celebrarse, el 17 de septiembre, la elección indirecta de los 111 diputados, un tercio de la Asamblea, sustraídos por la Constitución del voto popular directo; designados por los colegios profesionales, sindicatos, universidades y ayuntamientos, estos legisladores eran, en la práctica, de nombramiento real.
Las personalidades leales a Palacio fueron, obviamente, las favorecidas en las elecciones indirectas, confirmando los temores de que esta ronda fuera utilizada para corregir la primera. Con todo, Hasan, fiel a su costumbre de reordenar los equilibrios de fuerzas sin grandes beneficiados ni grandes penalizados, dispuso lo oportuno en el reparto de los 111 diputados para que la USFP siguiera conservando la condición de primer partido de la Asamblea, con 56 actas.
Esta frustrante experiencia electoral de los socialistas marroquíes provocó la dimisión de Youssoufi como primer secretario del partido nada más conocer la composición final de la Asamblea; sintiéndose estafado por los "manejos indecentes" de Palacio, inició otro exilio voluntario en Francia, en Cannes, que se prolongó hasta agosto de 1995. Entonces, a petición del partido, retornó para retomar las funciones de primer secretario y establecer la estrategia de cara a los planes de Palacio de reformar en profundidad la Constitución e instituir el Parlamento bicameral con una Cámara baja íntegramente elegida por sufragio universal. Poco antes, en junio, quien puso fin a 28 años de exilio francés fue Fqih Basri, amnistiado por Hasan en 1994 de las cuatro condenas a muerte que pesaban sobre él.
Youssoufi, al igual que casi todos los restantes líderes partidistas, apoyó un modificación constitucional de claro significado democrático y, en estas circunstancias de consenso nacional, el preceptivo referéndum del 13 de septiembre de 1996 registró un 99,5% de síes con el 82,9% de participación. Con la firma el 28 de febrero de 1997 de la denominada Carta sobre la "consolidación del régimen democrático basado en la monarquía", la Koutla, y más particularmente la USFP, pusieron fin, aparentemente sin vuelta atrás, a los reflujos del oposicionismo frentista que se prolongaba desde los años de la independencia.
El 14 de noviembre de 1997 se celebraron las primeras elecciones generales bajo el nuevo sistema (y las sextas desde la independencia) y esta vez sí consiguió la Koutla la victoria, con el 34,3% de los votos (el 13,9% para la USFP), aventajando en siete y diez puntos, respectivamente, a la alianza de centristas capitaneada por la Reagrupación Nacional de Independientes (RNI, antes miembro de la Wifaq) del ex primer ministro Ahmed Osman, y a la Wifaq, reducida a tres partidos: el MP de Mohammed Laenser, la Unión Constitucional (UC) de Abdellatif Semlali y el Partido Nacional Democrático (PND) de Mohammed Arsalan El Jadidi.
No obstante, en el reparto de escaños en la Asamblea de 325 miembros, la Koutla, con 102, sólo superó en un par de diputados a su rival derechista y en cinco a los centristas, conformándose tres bloques ideológicos bastante equilibrados. Paradojas del peculiar sistema legislativo marroquí, el partido de Youssoufi era la primera fuerza de la Asamblea con 57 representantes, pero en el nuevo Majlis al-Mustasharin o Senado, elegido en sus dos quintas partes por sufragio universal (el 5 de diciembre) y las tres quintas restantes por los consejos municipales (a su vez, elegidos directamente el 13 de junio anterior), se colocó en séptima posición con 16 legisladores. Más aún, invirtiendo la jerarquía de fuerzas en la Cámara baja, en la Cámara alta la Koutla sólo reunió 44 de los 270 escaños.
En asunción de los resultados de las nuevas reglas del juego parlamentario que él había dispuesto, el 4 de febrero de 1998 Hasan nombró a Youssoufi primer ministro. Tras un mes largo de negociaciones, el 14 de marzo el veterano dirigente socialista presentó y recibió el nombramiento real para su ejecutivo, de amplia coalición. A la USFP le correspondió trece carteras, seis al Istiqlal, seis a la RNI, tres al PPS (inclusive la de Agricultura, para su nuevo secretario general, Ismaïl Alaoui, sucesor de Ali Yata, fallecido en accidente el año anterior), tres al Movimiento Nacional Popular (MNP, bereberes conservadores) de Mahjoubi Aherdan, dos al Frente de Fuerzas Democráticas (FFD) de Thami El Khyari (colocado en Sanidad) y una al Partido Socialista Democrático (PSD) de Issa Ouardighi.
En el discurso de su 37 aniversario en el trono, Hasan indicó a Youssoufi que las tareas de su gobierno habían de ser la reactivación económica, la captación de más inversión empresarial extranjera, la continuación de la redistribución de recursos en el ámbito social y las reformas de la administración y la justicia.
Fueran cuales fueran sus proyectos reformistas y modernizadores, Youssoufi tenía que ceñirse a las grandes pautas de un monarca que, pese a las sucesivas reformas constitucionales, mantenía intactas extensas prerrogativas políticas, empezando por la designación exclusiva de los ministros del Interior, Asuntos Exteriores, Justicia y Asuntos Religiosos, así como el delegado de Defensa y el secretario general del Gobierno, cubriendo todas las áreas estratégicas consideradas de "soberanía real". Por ejemplo, Youssoufi estaba obligado a contemporizar con el poderoso titular de Interior desde 1979, Driss Basri, eminencia gris del régimen hasaniano, personalidad abiertamente conservadora y autoritaria y que contaba con plenos poderes en todo lo relacionado con la territorialidad del Reino, ya fuera el orden público, la administración provincial o la cuestión del Sáhara.
Hasta el final del reinado de Hasan II, el primer ministro, elegido vicepresidente de la Internacional Socialista en noviembre de 1999, ciñó su actuación al ámbito económico, conduciendo las políticas de austeridad preceptuadas -y periódicamente recordadas, dada la tendencia de los gobiernos marroquíes a relativizarlas- por el FMI, y negociando los programas de asistencia financiera y los convenios sectoriales con Francia, España y la Unión Europea (UE).
En octubre de 1998 consiguió en París del Gobierno socialista de Lionel Jospin la condonación de parte de la deuda contraída con Francia y la conversión en inversiones de algunas líneas de crédito. En abril anterior, recibió en Rabat al presidente del Gobierno español, José María Aznar, para estudiar la reconversión de la deuda en inversión, facilitar la participación de capital privado en el proceso de privatizaciones y buscar soluciones para los pescadores españoles tras la expiración, el 30 de noviembre de 1999, del Acuerdo Pesquero iniciado con la UE el 1 de diciembre de 1995. La misma agenda presidió la entrevista entre los dos gobernantes en Madrid el 28 de abril de 1999.
Sobre el particular, el Gobierno marroquí ya había advertido que deseaba explotar su propia capacidad pesquera y que aquel era el último acuerdo de "primera generación" (consistente en el pago de un canon por faenar en los caladeros marroquíes), teniendo en lo sucesivo la UE, y España en particular, que avenirse a otras formas de cooperación, inclusive a través de sociedades mixtas. Ahora, Youssoufi vinculó la eventual renovación del convenio pesquero al aumento de la exportación hortofrutícola marroquí al mercado español.
La discrepancia con las pretensiones de Rabat impidió la vigencia de una normativa cuando el citado acuerdo llegó a su fin en la fecha estipulada. De hecho, en los meses y años siguientes, las relaciones hispano-marroquíes se resintieron de la falta de sintonía entre Youssoufi y Aznar en temas no menos sensibles como el control de los flujos migratorios desde Marruecos a España o la cuestión de la soberanía de Ceuta y Melilla, que el primer ministro, como buen nacionalista, no olvidó suscitar.
Con la UE, el 1 de marzo de 2000 entró en vigor el Acuerdo Euromediterráneo de Asociación firmado el 26 de febrero de 1996 (y sucesor del Acuerdo de Cooperación de 1976), que relanza la cooperación en múltiples áreas, asienta el diálogo político y contempla la culminación de un área de libre comercio en 2010. Por lo demás, la tradicional demanda de Marruecos de convertirse en Estado miembro de la UE, en el aire desde 1987 y continuada por el Gobierno Youssoufi, siguió sin ser considerada en Bruselas.
El 23 de julio de 1999 falleció Hasan II tras 38 años de reinado y subió al trono su primogénito con el nombre de Mohammed VI. El joven monarca confirmó en la jefatura del Gobierno a Youssoufi, con el que venía manteniendo una excelente relación (tanto era así que al entonces príncipe se le atribuía un importante ascendiente sobre la decisión de su padre de nombrar primer ministro a Youssoufi en 1998), en lo que se apreció un espaldarazo a la política de reformas. Esta impresión se reforzó cuando el 9 de noviembre siguiente Mohammed destituyó a Basri, con quien su teórico superior se estaba relacionando de una forma notoriamente condescendiente. Entonces, los observadores vinieron en coincidir que a Youssoufi el rey le había removido el mayor obstáculo a sus atribuidas propuestas modernizadoras y progresistas.
Ahora bien, cumplidos los dos años de su nombramiento, el balance de la gestión de Youssoufi no superaba la calificación de mediocre, decepcionando al sector de la población que le había visto como el primer ministro de la alternativa democrática, y no meramente como el jefe de un ejecutivo de transición. Por una parte, el Gobierno aparecía paralizado por los conflictos, tanto entre los partidos de la coalición como dentro de la USFP.
En el terreno económico y social, las principales centrales sindicales -incluida la Confederación Democrática del Trabajo (CDT), de ideología socialista-, desafiaron, hasta el borde de la huelga general, la política laboral del Gobierno y demandaron mejoras salariales y más inversiones públicas generadoras de empleo, una movilización que ponía en la picota el aumento imparable del paro (oficiosamente, cerca del 25% de la población activa en las ciudades), la pobreza y el desequilibrio en el reparto de la renta nacional, todo ello en un país eminentemente joven donde el 66% de la población tiene menos de 30 años; desesperanzados, muchos jóvenes no veían otra salida que marchar a Europa, magnificando el fenómeno dramático de la emigración irregular.
Asimismo, seguía pendiente, como mayor reforma estructural, la reconversión del gigantesco aparato burocrático, consumidor, junto con los gastos suntuarios de Palacio, de la mitad del presupuesto nacional. A este cuadro de carencias Youssoufi podía, no obstante, oponer algunos resultados macroeconómicos, como la inflación estable en torno al 2% y el déficit público rebajado al 2,5%.
De puertas afuera, en diciembre de 2000 Youssoufi vio dañada su imagen con la prohibición de tres semanarios independientes al socaire del Código de Prensa, medida que fue denunciada por el Sindicato Nacional de Prensa Marroquí y en la que se entrevió un gesto autoritario de quien, precisamente, había dedicado una vida al periodismo y seguía dirigiendo el principal diario en árabe de Marruecos, Al Ittihad Al Ichtiraki ("Unidad Socialista"), en rivalidad con el órgano de prensa del Istiqlal, Al Alam ("La Bandera"). Por cierto, que en los editoriales no firmados de Al Ittihad Al Ichtiraki, invariablemente elogiosos con el rey, la opinión pública reconoce la mano del primer ministro, que suele recurrir a esta fórmula para dar a conocer su opinión.
A mayor abundamiento, el tan anunciado y esperado reajuste del Gobierno por el rey se produjo el 6 de septiembre de 2000 y consistió en la reducción de sus miembros de 42 a 33. La intangibilidad de los titulares de las áreas de competencia real volvió a recordar que Marruecos no era una monarquía parlamentaria a la occidental, pero, además, marcó el inicio de la erosión del estado de gracia con que Mohammed había estrenado el trono. En ese sentido, el enfriamiento del optimismo sobre la voluntad del monarca de impulsar reformas decisivas en el país magrebí era paralelo a la desilusión por la ausencia de dinamismo en su primer ministro.
Por lo demás, las iniciales medidas humanitarias con los represaliados políticos del régimen hasaniano (autorizaciones de regreso a Abraham Serfaty y la familia de Ben Barka en septiembre de 1999, levantamiento del confinamiento domiciliario al jeque Abdessalan Yassin, líder del grupo fundamentalista Justicia y Caridad, en mayo de 2000), muy elogiadas dentro y fuera del Reino, tuvieron básicamente una impronta real, impidiendo a Youssoufi rentabilizar estos avances en términos de popularidad.
La defenestración de Basri tampoco supuso la superación del punto muerto en que se encontraba la cuestión del Sáhara, pues tanto el rey como el primer ministro se reafirmaron en la inobjetable marroquinidad del territorio y recurrieron el segundo censo provisional elaborado por la ONU de personas habilitadas para votar en el referéndum, sucesivamente pospuesto desde 1992, para decidir sobre la incorporación de la antigua colonia española al Reino de Marruecos o el acceso a la independencia.
Como novedades en este período, Youssoufi propuso en mayo de 2001 un proceso de "descentralización negociada" que al poco fue incorporado por el enviado especial de la ONU, James Baker, en su nuevo plan de paz, consistente en una fórmula autonómica de cinco años de duración antes de celebrar la consulta sobre la autodeterminación. Con este denominado Acuerdo Marco, el Gobierno marroquí quiso echar tierra también sobre otra fórmula que se empezaba a barajar en la ONU, la partición del territorio, y ello exponiéndose a malograr el alto el fuego vigente desde el 6 de septiembre de 1991, si bien las amenazas de guerra del Frente Polisario no se concretaron.
Cuanto asumió, Youssoufi ya anunció como objetivo de política exterior la creación de un Estado palestino con capital en Jerusalén. Así, el 23 de octubre de 2000, semanas después de estallar la segunda intifada en los territorios árabes autónomos y ocupados por Israel, el Gobierno marroquí anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas (inauguradas el 1 de septiembre de 1994 al nivel de oficinas de enlace) con el Estado judío, al que acusó de arruinar el proceso de paz y de ejercer una violencia injustificada contra la población civil palestina.
Prohibidas desde entonces por temor a que las monopolizaran las bien implantadas organizaciones islamistas, las manifestaciones en solidaridad con los palestinos fueron autorizadas por el Gobierno en abril de 2002. El día 7 se registró una multitudinaria marcha que, encabezada por el propio Youssoufi y otros miembros del Ejecutivo, constituyó la muestra de apoyo a Yasser Arafat, el acosado presidente palestino, más masiva, desde el ámbito de la sociedad, y firme, por parte de un gobierno, en el mundo árabe.
No obstante el cúmulo de objeciones, últimamente muy centradas en la languidez del crecimiento económico y el agravamiento del paro, el primer ministro, próximo a ser octogenario y mermado de salud, siguió contando con la confianza de la mayoría de su partido. En el congreso celebrado en Casablanca en marzo de 2001 la USFP le reeligió primer secretario con el mandato de preparar las elecciones legislativas de otoño de 2002, que, como sucedía desde 1993, se esperaba que fueran más limpias y democráticas que las anteriores.
Hasta entonces, la opinión pública estuvo pendiente del fuerte deterioro de las relaciones con España por la mutua incapacidad para compartir enfoques y llegar a acuerdos en los temas de pesca, inmigración ilegal y narcotráfico, amén de la malquistada divergencia sobre el Sáhara. El 29 de octubre de 2001 Rabat retiró por sorpresa a su embajador en Madrid, principiando una seria crisis en las relaciones hispano-marroquíes que, todo lo indicó, fue prefabricada por el ministro de Asuntos Exteriores, Mohammed Benaissa. La cesura en el diálogo diplomático repercutió inmediatamente en los programas bilaterales de cooperación.
El peso político de Youssoufi tampoco pareció muy de manifiesto tras el episodio, rayano en la escaramuza bélica, de la ocupación el 11 de julio de 2002 por un pelotón de soldados marroquíes del islote Leila o Perejil, un peñón deshabitado al oeste del territorio español de Ceuta y a tiro de piedra de la costa de la provincia marroquí de Tetuán, cuya soberanía española siempre había negado Marruecos; recuperado el islote el 17 de julio por un destacamento de fuerzas especiales del Ejército español sin llegar a hacer uso de sus armas, la voz cantante de la airada protesta marroquí la llevó, de nuevo, el ministro Benaissa, quien, obviamente, siguió las directrices emanadas de Palacio.
Las perspectivas iniciales de la suspensión del Tratado de Amistad y Cooperación bilateral de 1991, de una ruptura de relaciones diplomáticas o, incluso, de una escalada bélica, no se plasmaron, ya que, con la mediación, aparentemente decisiva, de Estados Unidos, los dos países llegaron a un acuerdo el 20 de julio para volver al statu quo anterior al desembarco marroquí, acuerdo que de momento se tradujo en la inmediata retirada de los soldados españoles.
Con este bajo perfil mostrado en un asunto de tanta trascendencia y el balance insatisfactorio de su programa reformista, Youssoufi acudió a las elecciones del 27 de septiembre voluntariamente descalificado para repetir mandato. Luego de cerrarse las urnas, la sospechosa tardanza del Ministerio del Interior en la publicación de los resultados de las votaciones generó casi la certeza general de que el gran triunfador de la jornada, el islamista moderado Partido y la Justicia y el Desarrollo (PJD) de Abdelkrim El Khatib, aceptó de Palacio moderar sus resultados y recibir menos escaños que la USFP.
Tras este apaño antidemocrático, la USFP siguió ostentando el primer puesto en la Asamblea con 50 escaños, justos los que, según algunas fuentes, habría obtenido el PJD. Durante unos días la prensa marroquí barajó varios candidatos socialistas al puesto de primer ministro, y estimó elevadas las posibilidades de que el propio Youssoufi recibiera un segundo mandato de Mohammed VI, más cuanto que el veterano dirigente cambió radicalmente de opinión y anunció su intención de seguir en la política activa, considerando el buen resultado electoral de su formación.
Pero el 9 de octubre el monarca se decantó por el ministro del Interior, el independiente Driss Jettou, quien semanas más tarde formó un gobierno con seis partidos en el que la USFP, de nuevo, recibió la mayor cuota ministerial. La inesperada elección de Jettou, un tecnócrata que recibió de Palacio el encargo expreso de atraer inversiones y crear empleo, provocó estupor y malestar en el partido de Youssoufi, el cual podía interpretar el designio real como una severa amonestación a su gestión.
(Cobertura informativa hasta 1/12/2002)