Abbas El Fassi

El rey Mohammed VI nombró el 19 de septiembre de 2007 primer ministro de Marruecos al secretario general del Istiqlal, partido conservador de tradición nacionalista que obtuvo el mayor número de escaños en las elecciones parlamentarias celebradas días atrás, en las cuales, los islamistas moderados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), contra todo pronóstico, no resultaron amplios vencedores. La elección real de este veterano ministro y embajador absolutamente leal a Palacio y no especialmente popular, sobre todo después de su implicación en un gran escándalo de fraude laboral, ha decepcionado a los sectores sociales y políticos marroquíes que esperaban un titular del cargo más joven, dinámico e identificado con los deseos de enfrentar los cada vez más acuciantes problemas del paro, la pobreza y la emigración.

(Texto actualizado hasta septiembre 2007)

1. Ministro, embajador y líder del Istiqlal
2. Una controvertida gestión como responsable de Empleo
3. Nombramiento real para encabezar el Gobierno


1. Ministro, embajador y líder del Istiqlal

Oriundo de la antigua wilaya de Oujda, en el nordeste del país, cursó los estudios primarios y secundarios en Kénitra y Tánger, y posteriormente se preparó para abogado en la Universidad Mohammed V de Rabat, donde presidió la Unión General de Estudiantes de Marruecos (UGEM) antes de graduarse en Derecho en 1963. Su práctica profesional le aupó a la secretaría general de la Liga Marroquí de los Derechos del Hombre (LMDH) en 1972 y al buró ejecutivo de la Asociación Marroquí de Juristas en 1973, en unos años particularmente difíciles para la causa de la defensa de los Derechos Humanos en el país magrebí por la represión que el entonces monarca, Hasan II, venía desatando a rebufo de dos intentos de derrocamiento militar. En 1975 se convirtió en bâtonnier o presidente del consejo de Colegio de Abogados de Rabat, con un mandato de dos años.

Su compromiso con la política tomó cuerpo en 1974, cuando fue elegido miembro del Comité Ejecutivo del Partido de la Independencia (Istiqlal), la fuerza nacionalista y conservadora que había luchado por el final de las tutelas coloniales francesa y española en 1956 en alianza con el sultán, luego rey, Mohammed V y que luego había mantenido unas relaciones tormentosas con su autoritario hijo, pero que en 1975, bajo el liderazgo de M'Hammed Boucetta, iba respaldar gozosamente a Palacio en su decisión de lanzar la Marcha Verde contra el Sáhara Español. El vínculo del abogado al Istiqlal venía ya de familia: Allal El Fassi, fundador del partido en 1943 y su líder histórico hasta justamente 1974, año en que falleció a los 64 años, no era sino un primo carnal de su padre, el poeta Abdelmajid El Fassi, y, de paso, su suegro, al haber tomado como esposa a una de sus hijas, con la que tuvo cuatro vástagos.

Colocado bajo el patrocinio político de Boucetta, el 10 de octubre de 1977 éste le hizo acompañar dentro de la cuota de poder ministerial que Hasan II otorgó al Istiqlal, así como a la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP, una escisión de la formación nacionalista que se remontaba a 1959), en el Gobierno formado por el dignatario cortesano Ahmed Osman tras las elecciones legislativas de junio. En el Gabinete, denominado de la "unión sagrada", Fassi tomó la cartera de Vivienda y Ordenación Territorial, y Boucetta la de Asuntos Exteriores. En marzo de 1979 el relevo de Osman por Maâti Bouabid no afectó a su función ministerial.

El 5 de noviembre de 1981, con el Gobierno enteramente sometido a un nuevo período de dictadura regia como resultado de la revuelta popular de junio contra el plan de austeridad económica negociado con el FMI y de la cruda represión policial que la siguió, Fassi fue recolocado al frente del Ministerio de Artesanía y Asuntos Sociales. El 30 de noviembre de 1983 el nuevo primer ministro nombrado por Hasan, Mohammed Karim Lamrani, un veterano e incondicional servidor de la monarquía, le confirmó en el puesto.

Las elecciones legislativas del 14 de septiembre de 1984, formalmente democráticas pero en realidad teleguiadas desde arriba para que arrojaran los resultados deseados por el rey –en esta ocasión, los socialistas adelantaron a los nacionalistas, pero sin cuestionar la mayoría absoluta de los partidos monárquicos liberales y conservadores formados por notables y tutelados por Palacio-, supusieron el debut de Fassi en la política parlamentaria, al hacerse con un escaño por Larache en la Cámara de Representantes. Sin embargo, esta primera experiencia legislativa fue breve, ya que el 1 de octubre de 1985, luego de desprenderse también (el 10 de abril) de su cargo en el Gobierno, estrenó las funciones diplomáticas de embajador en Túnez y representante permanente ante la Liga Árabe. Transcurrido un lustro, en 1990, le fue confiada la más importante misión internacional del Reino: la Embajada de Marruecos en Francia.

En septiembre de 1994 Fassi entregó el testigo consular a Mohammed Berrada, antiguo ministro de Finanzas, y retornó a Rabat. Desprovisto de cualquier cargo institucional y apartado de la notoriedad pública, su nombre retornó al primer plano el 22 de febrero de 1998 al elegirle el Comité Nacional del Istiqlal, al cabo del XIII Congreso, secretario general del partido en sustitución del septuagenario Boucetta. Éste cerraba sus 24 años de liderazgo con el baldón que había supuesto el severo retroceso –pérdida de 20 de los 52 escaños obtenidos en los comicios de 1993 y caída a la quinta posición en la nueva Asamblea de Representantes de 325 miembros- experimentado por el partido en las elecciones generales del 14 de noviembre de 1997, a las que concurrió dentro del bloque Koutla (Unidad) junto con los socialistas y los comunistas del Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) y la Organización de Acción para la Democracia y el Pueblo (OADP).

La promoción de Fassi, un hombre no propenso a regatear las invitaciones a compartir el poder tendidas por Palacio, aseguró la participación del Istiqlal, puesta en entredicho por Boucetta, en el nuevo Gobierno de amplia coalición que el rey había encomendado formar al jefe de la USFP, Abderrahman El Youssoufi. Así, el 14 de marzo se constituyó un gabinete en el que el Istiqlal obtuvo seis puestos, repartiéndose los demás entre la USFP, el PPS de Ismaïl Alaoui y otros cuatro partidos de variado espectro que no eran miembros de la Koutla.


2. Una controvertida gestión como responsable de Empleo

El 6 de septiembre de 2000, ocupando el trono Mohammed VI, Youssoufi incorporó a Fassi al Gabinete como ministro de Empleo, Formación Profesional, Desarrollo Social y Solidaridad. El retorno del líder del Istiqlal a las responsabilidades de gobierno después de 15 años desde su último cometido estuvo, empero, marcado por un sonoro escándalo, sucedido en 2002: el incumplimiento por una empresa de fletes marítimos radicada en los Emiratos Árabes Unidos, An-Najat Marine Shiping, de 30.000 precontratos de trabajo ofrecidos a otros tantos jóvenes marroquíes que previamente a su selección debían desembolsar 900 dirhams, unos 90 euros -cantidad desmesurada en un país con salarios medios de 200 euros- con el pretexto de un análisis médico requerido para las fichas personales. Los candidatos se sometieron al chequeo en una clínica de Casablanca con la esperanza de conseguir un contrato para trabajar en la naviera con salarios, según prometía aquella, de 580 dólares al mes.

Fassi, con la mirada puesta en las elecciones generales de septiembre, trompeteó en la televisión el proyecto laboral negociado por la Agencia Nacional de Promoción del Empleo y la Competitividad (ANAPEC) y avaló la solvencia de An-Najat contra las advertencias lanzadas por algunos diarios marroquíes sobre que la compañía de los Emiratos no era de fiar, ya que el año anterior había dejado en la estacada a 50.000 demandantes de empleo en Kenya. En efecto, la oferta realizada en Marruecos resultó ser una monumental estafa: los puestos de trabajo eran ficticios y del dinero recaudado nada más se supo. Una docena de personas, entre ellos varios funcionarios del Gobierno, fueron procesados y cuatro aspirantes que se habían endeudado para poder pasar las pruebas, se suicidaron.

Fassi, que antes de producirse este escándalo no tuvo ambages en reconocer el drástico empeoramiento de la pobreza en Marruecos (entre 1998 y 2001 el número de pobres había crecido desde los 4,2 millones a los 5,5 millones), ni dimitió ni fue destituido por el affaire An-Najat. Su gestión ministerial quedó en entredicho también por la demora inexplicable en la puesta en marcha de un convenio de inmigración con España, rubricado por él mismo en Madrid en julio 2001, antes de la crisis diplomática que afectó a las relaciones hispano-marroquíes, para la partida al país vecino de 20.000 trabajadores regularizados, abriendo un vacío en la oferta laboral que el sector productivo español cubrió con temporeros venidos de países latinoamericanos y de la Europa oriental.

En las elecciones del 27 de septiembre de 2002 el Istiqlal se recuperó y ascendió hasta los 48 diputados, sólo dos menos que la USFP, aunque los grandes protagonistas de la jornada fueron los islamistas moderados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que conquistaron la tercera posición con 42 escaños, los cuales habrían sido más, hasta el punto de superar a los socialistas y ganar los comicios, de no haber aceptado el líder de la formación, Abdelkrim El Khatib, "pactar" con Palacio, primero, no presentar listas en casi la mitad de las circunscripciones, y luego, una penalización en el escrutinio, conforme a la peculiar concepción que la monarquía alauí tenía de la democracia parlamentaria.

Los ecos negativos del caso An-Najat eliminaban toda posibilidad de que Fassi pudiera alcanzar la jefatura del Gobierno, en el caso de que Mohammed VI decidiera no seguir confiando en un socialista. Sin embargo, el monarca se decantó por un tecnócrata y empresario sin adscripción política, Driss Jettou, ministro del Interior en el Gabinete saliente. El 7 de noviembre Jettou constituyó un gobierno sexpartito en el que Fassi no dejó de faltar, aunque como ministro de Estado sin cartera.


3. Nombramiento real para encabezar el Gobierno

La trayectoria del ministro no registró acontecimientos reseñables hasta finales de noviembre de 2006, cuando dos damnificados por el fraude de An-Najat interpusieron en su contra ante la Procuraduría General del Rey sendas denuncias por consentimiento de estafa y tráfico de influencias. La demanda penal quedó empantanada en el Tribunal de Apelación de Rabat y Fassi no fue importunado por la justicia.

Ahora bien, la enorme repercusión social del escándalo de los contratos de trabajo falsos no tuvo su reflejo en el rendimiento electoral del Istiqlal, que, al contrario, se convirtió en el sorprendente ganador de las elecciones generales del 7 de septiembre de 2007: con 52 escaños, inclusive el de su secretario general, que fue elegido diputado por Larache, la formación nacionalista aventajó en seis mandatos al PJD, al que todas las encuestas concedían una histórica victoria. Sin embargo, no podía hablarse de éxito sin paliativos, ya que el partido sólo había cosechado el 10,7% de los votos (los islamistas, de hecho, sacaron dos décimas más, pero el sistema electoral les perjudicaba en las circunscripciones urbanas) y era seguido de cerca por un apretado pelotón de formaciones, dando lugar a uno de los más atomizados hemiciclos que se recordaban, y lo que era más importante, la participación sólo había alcanzado el 37%, el nivel más bajo en la historia electoral de Marruecos. El incremento de la abstención 14 puntos con respecto a la edición de 2002 y el 19% sumado por los votos blancos y nulos eran un reflejo elocuente del grado de insatisfacción de la población con su clase política y con la situación general del país, atenazado por muchos marasmos e incluso retrocesos en el ámbito socioeconómico. Un malestar y un hastío que hacía cinco años se habían manifestado sobre todo en el rebote electoral del PJD.

Con estos resultados en la mano, Mohammed VI, para cumplir su promesa, formulada en 2004, de elegir al jefe del Gobierno en el seno de la mayoría parlamentaria –al contrario de lo que había hecho en 2002-, debía nombrar para suceder a Jettou a un miembro del Istiqlal; el último primer ministro miembro del partido fue Abdallah Ibrahim (luego pasado a la Unión Nacional de Fuerzas Populares, la predecesora de la USFP), que gobernó dos años, entre 1958 y 1960, en tiempos de Mohammed V.

Medios de comunicación locales y fuentes políticas daban como muy probable que el monarca se decantara por alguno de los lugartenientes más jóvenes del Istiqlal, como Adil Douiri, ministro de Turismo, Artesanía y Economía Social, Karim Ghellab, titular de Infraestructura y Transportes, o Ahmed Taoufiq Hejira, ministro delegado de Hábitat y Urbanismo. Pero esta vez también hubo sorpresa: el designado fue, el 19 de septiembre, a continuación de la dimisión de Jettou y un día después de cumplir los 67 años, el propio secretario general del partido, al que Palacio elogió por su "patriotismo y fidelidad a los valores sagrados de la nación", su "compromiso político sincero" y su "elevado sentido de la responsabilidad en las diferentes altas funciones y misiones que ha ocupado". Ese mismo día, Fassi, muy contento con su promoción, fue recibido en audiencia por el rey para recoger el nombramiento y a continuación tomó posesión del cargo.

El 30 de septiembre Fassi presentó la estructura del nuevo Gobierno, que se basaba en la coalición vigente con Jettou y que según él estaba "a la altura de los desafíos del país". Como en 2002, cuando fue el tercer partido en escaños, ahora, habiendo ascendido a la segunda posición, el PJD quedó completamente marginado del proceso formativo del Gabinete. El Istiqlal obtenía seis ministerios, cuatro cada uno la USFP de Mohammed El Yazghi, la Reagrupación Nacional de Independientes (RNI, conservadores liberales) de Mustapha Mansouri y el Movimiento Popular (MP, bereber) de Mohand Laenser, y dos puestos el PPS de Ismaïl Alaoui. Esta composición pentapartita proporcionaba una mayoría absoluta en la Asamblea de 187 diputados. Siguiendo con la tradición, Exteriores, Interior y Asuntos Islámicos, así como el delegado de Defensa y el secretario general del Gobierno, los denominados ministerios de soberanía, quedaban reservados para el nombramiento personal por el rey.

El 15 de octubre Fassi presentó al monarca la lista de ministros, los cuales tomaron posesión de sus carteras tras la preceptiva sanción real, ese mismo día. Finalmente, el MP se descolgó de la coalición, obligando al cuatripartito resultante a renegociar el reparto de puestos: el Istiqlal se quedó con nueve, el RNI con siete, la USFP con cinco y el PPS con dos. Con la espantada de los bereberes, el bloque gubernamental en la Asamblea quedaba reducido a 146 diputados, es decir, mayoría simple. Las novedades más destacadas fueron las incorporaciones del independiente Taieb Fassi Fihri al frente de Exteriores y de Salaheddin Mezouar (RNI) en Finanzas. Los tecnócratas Chakib Benmoussa y Ahmed Toufiq continuaron en Interior y Asuntos Islámicos, respectivamente. La cuota femenina experimentó un importante salto: frente a las dos viceministras que había en el Gobierno saliente, se pasó a cinco ministras con cartera y a dos secretarias de Estado.

(Cobertura informativa hasta 15/10/2007)